SEIS
" Y no saben entonces, la rabia que guardo dentro, pues cada que le miró, el recuerdo de lo vivido vuelve, cual espina fina en el dedo, que no se ve, pero daña, que me recorre lento y yo sin poder verla, quiza sea una espina con veneno y yo que me pinche hasta el fondo, Yo que toque sin cuidado, la flor que me pareció más bella, yo que le ame tanto y fue tanto lo me hirió, pues como una flor tan hermosa, con las espinas más venenosas, tocarla inofensiva, fue lo que me mató.
Y es que muerto me siento en vida, muerto desde ese día, muerto, muerto, muerto, desde el día en que me dejó. Y hoy vuelve, desde las sombras, hoy vuelve desde lo lejos, queriendo recuperar lo que se rompió, incluso desde antes de que se fuera, vuelve galante, como si nada, como si al irse y dejarme no me hubiera arrancado el corazón; vuelve, vuelve y vuelve, aunque ya no quiere mi brazos y menos fundirme en abrazos, no me quiere, no me quiere, nunca lo hizo, tan rufían, me robó suspiros, besos, el futuro, la vida, me dejo sin nada, nada, nada... Y hoy vuelve, como si no fuera culpable, limpiandose las manos, envuelto en mil disculpas disfrazadas, ¡No son reales! Y duele, duele verlo aquí, presente a mi, con una sonrisa cínica y lo que sentimos muerto, sentimos... que lejano y que mentira, pues yo que a veces le amaba, ahora no me queda nada, y si volvió, si esta aquí, no es por mi.
Ahora debe saber que se lo llevó todo, me dejo sin nada, sin sonrisas, sin deseos, ni caricias, me arrebató el alma, se llevó mi calma y entonces sé que ahora esta aquí solo para verme derrotado, de rodillas como fue la única forma en la que me quería. Esta aquí, esta aquí y no sabe que ahora, su presencia ya no duele con melancolía, ahora duele con un rencor que no reconozco, que ni yo mismo sabía que podía sentir; la espina que dejo en mi piel me recorrió enteró, me lleno de un enojo que me consume como el infierno, volviendome de hierro, sin ganas de quererlo cerca; pues aunque parezco impenetrable y los muros de mis castillos de acero puro, por dentro me estoy muriendo, por dentro me estoy consumiendo y por dentro, aunque me cueste admitirlo, verlo de nuevo comenzó a derrotarme"
-- Lee know, Las cosas que alberga mi alma
El conde Kim estaba enojado y todos sus lectores lo sabían. Era un suceso que todo mundo contaba a voces, todos en el reino lo sabían, todos ahí lo sabían, desde el rey Kim, hasta el más alejado de la sociedad, pues todos atentos a lo que el gran critico escribía, todos sabían, lo sabían, lo sabían, era claro, pues el escrito del día sonaba borde, concreto y directo a matar, criticó al Varón Seo, hablando de su mal manejo de ira en el baile de presentación pasado, De este suceso habían pasado tres semanas, y aunque el escrito comenzó mencionando a Seo Changbin en primera plana, termino mencionando a otros aristócratas que estuvieron presentes en tan flamante baile, en especial y donde toda la furia se leyó entre letras, fue cuando mencionó algo acerca del Duque Han, al quien llamo el primito mimado y condescendiente del rey, Lo tacho de toda desfachatez posible, cuenta que se embriagó hasta perder los modales y que no bailo con nadie a pesar de que su objetivo de asistir era encontrar una esposa. También habló un poco acerca del siempre alejado Marqués Lee y como era tan arisco, nadie se salvó de ese escrito que parecía farandula en contra de todos aquellos que eran participes de la vida de elite, no se fue sin antes recalcar lo que el pueblo sufría a costa de los daños colaterales de la guerra y eso que tenía más de tres años que se termino.
Minho estaba en su habitación, recién había salido del baño, fue un baño en tina donde duro mucho tiempo sumergido en el agua, Esta vez fue otro día donde no logró dormir absolutamente nada, nada realmente nada, pues sinceramente el sueño y Lee Minho estaban peleado desde hace demasiado tiempo, solo durmió tres horas, pero ahora era medio día, era demasiado tarde y su estomago rugía de hambre, así debía salir al comedor, rogando realmente no encontrar al Duque por alguna parte de su casa, esperaba que su suerte fuera tan grande y el Duque haya decidido irse, sí, eso era lo mejor, lo mejor para él era tener al conde lejano a su presencia.
Apenas iba a vestirse, a diferencia de otras personas, Lee Minho no aceptaba que nadie le ayudara a vestirse, no le gustaba que la gente le viera desnudo, menos aún que le tocarán sin su consentimiento, así que mejor lo hacía por si mismo, tampoco es como que usará ropa ostentosa que le costará siglos en colocarla, usaba cosas simples, era lo normal, pues usualmente pasaba más tiempo en su casa que en otra parte, mejor dicho, pasaba más tiempo encerrado en el invernadero marchito, sí, ahí pasaba casi todo su día.
Estaba sentado en su cama, estaba colocándose los botines con la mayor pereza del mundo, no le gustaba tener que amarrarse los cordones, le aburría hacerlo, aunque al parecer, últimamente todo le aburría y no había nada que le parecía plenamente entretenido; tenía el cabello mojado y era muy perezoso para sacarlo aunque le molestara las gotas que le recorrían por el rostro, por el pecho y por la espalda, así que decidio solo ponerse los pantalones, los botines, y toda la ropa inferior, dejaría que el cabello se le secara solo, por lo menos hasta que ya no goteara, solo no quería mojarse la camisa, odiaba la sensación de la ropa mojada, así que solo sacudiría su cabeza en el balcón y cuando le convenciera que lo mojado ya no se sentiría tan horrible, se pondría la camisa.
Han Jisung estaba en el comedor a las nueve de la mañana, le sirvieron el desayuno seis minutos después, pero él no lo tocó en ningun momento, se negó a probar algo hasta que el anfitrión estuviera ahí desayunando a lado suyo, así que simplemente agradeció y espero su llegada, espero y espero y cuando ya era muy tarde, prefirió decirle a Mirna que se llevará su plato y que se lo devolviera cuando regresará, no le gustaba desperdiciar comida, pero estaba montando un pequeño berrinche. Caminó por todo el lugubre lugar, las cortinas de terciopelo tapaban todo el sol, no había luz en ningun pasillo, ni siquiera por el vitral precioso que había en el ala este del lugar. De niño, en sus recuerdos, aquel lugar lucía más maravilloso que ahora, recuerda el sol desde los enormes ventanales y lo hermoso del jardín donde ambos jugaban horas ¿Cuándo todo eso cambio? No lo sabía, pero le entristecía tanto saber que todo cambio junto con Minho.
Salió al patio de recibimiento, vió como un jovencito inquieto corría con rapidez al interior de la casa.
--- Hey tú--- Llamó Jisung al niño, quien interrumpió su carrera y paro abrupto en medio del camino de piedra--- ¿Dónde vas?
--- No le importa--- contestó el chiquillo con actitud osca.
--- Que niño tan grosero, solo quiero saber que tienen en la mano, parece bastante importante--- sí, Jisung era muy entrometido, pero ese era su trabajo a fin de cuentas, Seungmin lo mando por un motivo, así que simplemente quería salir de dudas cuanto antes.
--- Llevó la nueva publicación del Conde Kim, señor chismoso.--- contestó el malhumorado chico--- ¿Quién es usted?--- preguntó sin una muestra de respeto, quiza y era porque no sabía quien era él.
--- Soy el Duque de Wolfgang, niño irrespetuoso.--- el chiquillo ni se inmuto en moverse, no hizo ni un gesto, ni mostro en ningun momento alguna muestra de arrepentimiento, solo soltó una sonrisa creída y se acercó a él.
--- Entonces señor Duque, déjame decirle que esta escrito en este papel y como soy tan bondadoso, le daré este escrito para que lo lea de primera mano.--- se acercó a él y le tendió el papel que contenía la publicación polemica de cada mes, Jisung ya sabía que Minho era el responsable de eso, sin embargo, quería saber que decía esta vez--- Tenga buen día, Duque, por favor, dele este escrito de mi parte al joven Minho, por favor.
--- Niño insolente--- murmuro al verlo correr en dirección de donde vino. Suspiro ruidosamente y decidió que era momento de leer tan preciada publicación.
Se arrepintió en cuanto vió que todo el enojo que se profanaba en el papel era hacía su persona, eso y el falso rumor acerca de conseguir una esposa, pero bien, tenía razón en saber que tomo demasiado, sin embargo no perdió jamás los modales, Se sentía enojado, enojado por todo lo que Minho difamó en esos papeles, asi que entro por la puerta hecho furia.
--- Disculpa, ¿Minho ya bajo a desayunar?--. La señora de cocina a la cual intercepto negó.
--- El señor Lee no ha bajado, Joven Han.--- él asintió, bien, iría a buscarlo y también a gritonerarle un rato.
--- Muchas gracias, iré a verlo.
--- Al Señor Lee no le gusta...--- Tarde, Han Jisung ya había comenzado el camino con dirección a la habitación de Minho. Bueno, realmente era la habitación que alguna vez fue de sus padres, Han aun recuerda como era la casa cuando la habitaba la señora Lee junto con su esposo e hijos. Todo era mejor cuando los márqueses vivían, pero sin duda cuando Minho obtuvo la carga en los hombros, todo, absolutamente todo cambio, todo en ese lugar se sumergió en sombras y oscuridad quitándole todo lo que guardara luces de esperanza dentro del que se llamaba hogar.
Caminó con rapidez, realmente quería remediar sus daños de una buena manera, pero Minho parecía que le declaraba la guerra a cada paso que daba solo debía caber la cordura en una sola persona y ese sería Jisung, quería que perdonará sus pecados, tal como Dios lo haría, Jisung no quería quedarse toda la vida sin resolver aquel problema que había con su amigo de la infancia, debía limar asperezas, continuar con la vida, por su parte ya no había nada de rencor, ni siquiera cuando su joven corazón conoció lo lugubre que era ser roto, no importaba que Minho fuera el causante de todo aquello que le hirió, ya dejaría todo atras y quería que Minho también lo hiciera, pero sabía que eso le costaría mucho tiempo, esfuerzo y muchas cosas más, pues Minho era duro de roer como un roble joven. Quería remediar todo y aunque realmente no sabía como remediarlo, debía dar lo mejor de sí para lograrlo y que mejor forma de comenzar que hablar con el corazón en la mano, soltó tres respiraciones profundas, debía canalizar su enojo.
Tocó la puerta, pero nadie contesto, volvió a tocar, nadie abrió y entonces decidió abrir la puerta para saber si Minho estaba bien, abrió con cuidado, diciendo el nombre de Minho y fue cuando lo vió.
Tenía la espalda desnuda, los musculos se le marcaban perfectamente bien, no eran musculos exagerados, eran musculos que parecían hechos por el mejor pintor del mundo, eran sutiles pero notorios y eso le hizo quedarse mudo. Su piel lucía blanca, pura y sin ninguna marca grande, quiza uno que otro rasguño que desde la lejanía no se mostraba, Jisung no sabía que hacer, estaba ahí, de pie como un idiota sin saber como actuar, o irse sin ser descubierto, de la mejor manera para no contar con un delito más a la lista y ganarse un poco más del odio de Minho.
Pero es que no podía moverse, no cuando realmente lo tenía ahí frente suyo, con la piel brillando por las gotas de agua que le bajaban por toda la lechosa tes, no podía ni retirarse, se sentía mala persona por estar ahí como un fisgón, pero realmente era hipnotizante verlo hacer algo tan simple como acomodarse las botas.
--- Que carajos haces ahí como un idiota, Han--- La mirada de ambos se cruzó a través del espejo enorme que decoraba una de las paredes, Han se quedo mudo, no sabía que decir, que hacer,como actuar, no sabía como cambiar la expresión de idiota y hacer una oración coherente
--- Yo...--- la boca se le seco de inmediato, la vista no podía desviarla del espejo, donde miro a Minho directamente a los ojos, La mirada que le recibía a través del espejo era penetrante, ninguno de los dos podía retirarla, realmente magnifica.
Minho era como el pecado, seductor, maravilloso y completamente prohibido para Jisung, que Dios le cuidará para no caer de nuevo, pero él sabía muy dentro suyo que estaba completamente abandonado, ya no había marcha atrás, Jisung ya no tendría escapatoria.
Y Minho tampoco.
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