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nueve

Las flores se marchitan.

Es algo que todo el mundo sabe, todo el mundo sabe que no hay flores que naturalmente sean eternas, no hay flores que duren para siempre, incluso aunque tengan el mayor cuidado. Todas se marchitan, tienen un ciclo de vida, todos los tenemos, todo tiene un fin, Pero la flores tan delicadas y frágiles tienen un ciclo interesante.

A Jisung un día esas flores que guardo con tanto esmero, esas flores que cuido tanto y coloco en su habitación con recelo y cuidando que nadie las viera, esas flores que descansaron en su mueble cerca de la ventana, aquellas flores que tanto amaba, un día se marchitaron, se le secaron en su habitación y se quedaron ahí hasta que el agua se pudrió y ya no pudo rescatar nada más que a una hortensia seca que guardo en su libro favorito.

Sabía de ante manos que las flores se marchitaban, sin embargo, eso no quitaba que verlas morir le doliera, porque estás fueron una metáfora de su vida junto a Minho. Jisung no lo sabía, Pero aquellas flores fueron una metáfora, una advertencia de que meses después, el día de su cumpleaños, Minho se había enamorado de alguien que no era él. Una metáfora de que todo acaba, todo se termina, es un ciclo inevitable.

Han pasado diez años desde que aquella hortensia vive en un libro, han pasado casi nueve años de que el corazón se le rompiera una y otra vez, el tiempo nunca va a parar, el tiempo jamás se detendría, Jisung ya lo sabía.

Jisung no pudo vivir su amor nunca, un capricho de la vida él mantenerlo amando a la persona incorrecta, sin duda. Sin embrago, de ese amor tan inocente, de aquel amor que alguna vez lo fue todo, ya no quedaba más que nostalgia, una Hortensia y recuerdos que no se podían borrar en lo absoluto.

Regresando al presente, poniendo un poco más de aquel veneno que involucraba a Minho y Jisung en una habitación, te puedo contar que el ambiente se cortaba de la tensión que existía entre ambos. Eran ellos dos, hablando de cosas del pasado, traiciones que no sanaban y un matrimonio que al parecer fue un parte aguas importante entre su (inexistente) relación. Qué Minho dijera aquellas palabras era algo que le pegó fuertemente, ¿Casarse sin amor?

Sin embargo, casarse jamás fue una opción, ¿Cómo podría? Su corazón era eternamente para Lee Minho, incluso si este no lo quería, incluso si Minho despreciará el regalo, no importa, Jisung le entregó el corazón una vez y ya no aceptó devoluciones. No lo necesitaba, su corazón estaba justo con quién quería estar, justo donde pertenecía. Era más de Minho que suyo, así que falta no le hacía en lo absoluto. 

Casarse jamás sería su meta, casarse no le interesaba, porque para Jisung, el matrimonio debe ser con amor o con beneficio, y él el beneficio ya lo tenía, Así que ¿cuál era el problema? No encontraba necesidad de casarte, ni siquiera para mantener el linaje tan horrendo del que era portador, sabía que tarde o temprano Seungmin tendría hijos, esperaba que tuviera muchos para entregarle el título noble a quién mejor le cayera.

Pero el que no quisiera casarse, no sacaba de su mente el hecho de que Minho hubiera dicho. Casarse sin amor... ¿Qué acaso Carmina no era su gran amor?

Al parecer Jisung olvidó aquella noche. Esa noche días antes de la guerra, al parecer Jisung olvidaba a su conveniencia, para redimir su culpa, para alejarse del pecado y cubrirse del dolor que era aceptar la verdad. Pudo ver que el rostro de Minho se atormentó aún más al mirarlo.

— ¿Casarse sin amor? ¿Te suena familiar?— tanto de burlarse con veneno en las palabras, pero Minho lo miró como si fuera un pobre absurdo, dio un paso hacia atrás y esa atmósfera tan privada se perdió. Había resentimiento, tanto, tanto que tapaba todo aquello que existiera aún. Si había amor, cariño o perdón, no podían verlo, no podían porque el resentimiento lo cubrió todo, como un manto abrumador donde solo había demasiado por sentir y pocas disculpas por parte de ambos.

— ¿Otra cosa que olvidaste?— dijo con ironía. Otra cosa que olvidó ¿Cuanto más había hecho? Jisung creía estar cuerdo, pero entonces ¿Por qué las palabras de Minho dolían como nunca. Se sentían tan personales y le abrumaban. Ojalá Jisung pudiera olvidarlo todo, así podría olvidar el amor que le tenía y podría también olvidar aquel odio que Minho le prometía. Un odio en una mirada que en sus recuerdos lo miraba con tanto amor.

Jisung debía dejar de vivir en la nostalgia de un pasado que le atormentaba, pero al parecer Jisung era demasiado terco y aferrado como para aprender a soltar por su propio bien.

— Minho.— su amor, su pecado, Minho, Minho, Minho.

Jisung participó muy poco en la guerra, Minho fue de los mejores guerreros, pero ahí, de pie, ambos mirándose a los ojos con tanta pesadez, se sintió como si la verdadera guerra se viviera en esa habitación y ellos fueran naciones enemigas dando el todo por el todo. Ahí en la había del marqués Lee, sin siquiera tocarse para nada, la guerra estaba latente. Esta vez sin daños colaterales o terceros muertos en batalla. Esta vez la guerra era solo de ellos y sólo uno saldría invicto.

—Olvidaste esa noche ¿No?— dijo con burla, pero al mismo tiempo la molestia era palpable, había decepción, demasiada que soportarla en el pecho era casi asfixiante. Algo que duele más que la tristeza es la decepción, Pero no todos pueden comprenderlo — Debí suponerlo, mi vida.

— Yo no...— trato de justificarse, de aclarar todo el asunto, de decir que no olvidaba conscientemente, que realmente no era su culpa, Pero es que... La culpa era de ambos.

Minho solo quería huir. Huir de todo aquello, huir de Jisung, de todo lo que acontecía a su presencia, así que con la presión en el pecho y ansiedad subiendo por su garganta como un vómito terriblemente amargo, decidió que era momento de volver a huir.

— Debo irme, tengo cosas que hacer en el pueblo, así que por favor, mantenlo en tu olvido, tal como lo has hecho estos años.— olvídalo todo, olvídalo todo, el olvido siempre es la evasión perfecta, olvidar todo era la mejor opción, la mejor de todas. Maldita sea, si tan solo Minho tuviera ese poder.

Dió un suspiro fuerte y con la manos vacías decidió salir de su propia habitación, salir sin esperar nada, solo camino con dirección a la salida y no quiso mirar atrás, dejo a Jisung de pie en ese mismo lugar, como su aquel lugar fuera suyo; una simple metáfora, la habitación, al igual que su corazón, le pertenecía, sin embargo, Jisung siempre se apoderaba de todo lo que le pertenecía. Casi como una epidemia.

Dió dos pasos fuera de su habitación, dió cinco pasos por el pasillo y cuando estaba por dar la vuelta con dirección a las escaleras, cuando estaba por bajar y evitar de nuevo todo aquello que le atormentaba, fue que lo escucho.

— No lo olvidé, Minho.— Porque Jisung solo olvidaba lo que quería, a su conveniencia, Jisung no olvidaba, Jisung solo gustaba y era cuestión de revisar los gabinetes para saber información concisa, para saber los detalles que necesitaba, incluso si dolían, si dolerían por siempre. — Pero como quieres que me saque de la mente aquella vez en que presencié como ante Dios le jurabas amor, como piensas que omitiré ese detalle, si me costó muchísimo ocultarlo para evitarme el daño.

Y los engranajes en la mente de Mi ho hicieron presencia. Los engranajes de la verdad y el dolor en la mirada confundido con el odio. ¿El odio es dolor? Porque no siempre se odia lo que duele, Pero siempre se huye de sentirlo, la vida humana era complicada.

— ¿Estuviste en la iglesia?— murmuró aún de espaldas, con todo en el pecho y nada en la boca, era un golpe fuerte, en el pecho un golpe que le arrebato aún más la respiración, sus pulmones ardían tanto.

— Yo te vi casarte, Minho.— confesó y la pesadez dejo de sentirse tanto.— Minho se giró como si le hubieran insultando a sus padres, los ojos los tenía llorosos y la nariz roja por el llanto que no tardaría en soltar.

— Y yo te vi mandarme a la guerra, ya estamos a mano.— reprocho de nuevo, Pero Jisung limpio sus mejillas, había enojo en su ser y su interior, que terrible era amar, que terrible era amarlo.

— No saques ese reproche de nuevo, Minho— le señaló con el dedo y era tanto el enojo que no contempló caminar hasta estar frente de Minho— estoy cansado de eso, es una canción que nunca para.

— Entonces siempre será invitado a que se retiré, no solo de mis aposentos o mi casa, sino también de mi vida.— la cercanía le picaba, si Minho duraba mas tiempo ahí se hincaría, llorando ante las piernas de Jisung pidiendo un perdón de algo que no cometió. Sería débil, sería frágil, Minho sabía que era frágil, Pero permitírselo ante Jisung era algo que no quería que sucediera.

Alejarse era siempre la opción, si Minho quería salir ileso.

— No te la voy a dejar tan fácil, Minho.— amenazó Jisung al verlo escaparse de nuevo, Minho comenzó a bajar las escaleras con mucha prisa y sin detenerse un segundo contraatacó.

— Contigo jamás ha sido fácil, Jisung.— jamás solo sería, con ninguno de los dos; se amaban tanto que el amor en exceso también duele, todo en exceso lo hace, el amor jamás será la excepción.

— Está bien.— escucho Minho cuando estaba cerca de los últimos escalones—  Tienes razón.— Jisung estaba derribado, la cara estaba manchada de lágrimas y querer componer algo roto es una jodida mierda.

— ¿Te vas a marchar?— eso más que gracia, a Minho le hizo sentir un vacío que nada en el mundo le llenaría. Él sabía que era lo mejor, sabía que era maravilloso el hecho de Jisung de fuera y jamás volviera, Pero entonces ¿Por qué lo dolía?

— Sí. Pero no ahora. — Minho se giró, aún parado en ese escalón, viendo a Jisung en lo alto; otra metáfora sin duda, una que le recordaba lo lejano que estaría Jisung para él, lo lejano que siempre fue—Tengo asuntos que atender y tengo que pasar un tiempo por aquí.

— ¿Invadiendo mi propiedad?— Jisung a pesar de las lágrimas y lo borroso de su vista, pudo sonreír teniendo en deja vu dónde Minho pronunciaba exactamente la misma oración. En otro contexto, estando menos rotos, más enamorados, siendo quienes fueron, otro contexto, sin duda

— No sería yo si no lo hiciera ¿Qué no?— dió dos pasos más, bajando dos escalones en el proceso y quizá en otro momento diría que eso sería muy rastrero, Pero no importaba, no importaba porque eran medidas desesperadas por personas que valen completamente la pena conservar.

— ¿Y eso en que me beneficia?— Minho también lloraba, Jisung pudo verlo cuando bajo más escaleras, Minho lloraba, eso era un indició de que había algo, que ese algo por lo menos dolía para ambas partes y si dolía es porque existió y si existió es porque realmente nada fue motivo de su imaginación.

— Más que beneficiarte, es un favor que te pido.— otras escaleras y entonces Minho no huyó, no quería hacerlo porque hasta él merecía un descanso, bajar las armas, dejar de esconderse.

— ¿Cuánto tiempo será?— cuánto tiempo habitarían en el mismo lugar, tal vez para evitarlo o vivir con su presencia un rato.

— Si me apresuró, serán solo dos semanas y no más.— solo dos semanas, el tiempo era tan corto

— Está bien, podré soportarlo entonces.— Quédate por siempre

— Minho... — murmuró al verse tan cerca de él, suspiro, estaba tan cerca, era tan íntimo, ambos con lágrimas en la cara, ambos con ese maldito sentimiento, eran frágiles y unos enamorados, el amor no era suficiente — Y otro favor.

— No soy centro de caridad y mucho menos de hacer favores. — un dolor cruzó por la mirada de Jisung y Minho solo no pudo soportar verlo tan frágil, aquellos ojos llorosos le convencieron de escuchar— Habla.

— Por...— suspiró — Por esta amistad que tuvimos y que... Qué está extinta— eso dolía como nunca, que horrible es aceptar la realidad — podrías, ¿podríamos pretender que por lo menos no nos— se interrumpió— no me odias tanto?

— Pides mucho, Jisung.— era lo que el también quería sentir, un poco de calma. Pero es que parecía mucho.

— Después de esto no me volverás a ver.— y eso no alegraba a ninguno. Eso no alegraba a nadie, sin embargo era lo correcto y lo correcto era tan terrible.

— ¿Es como un cierre?— el final.

— Y un poco de misericordia.— lo que necesitaban. Porque el amor también duele, porque amar es doloroso algunas veces. Pero amar jamás será malo, sin embargo eso no lo sabían.

— ¿Solo dos semanas siendo amable el uno con el otro?— la fecha de caducidad.

— Es lo único que te pido.— más palabras eran para comunicarse, Pero las palabras también son hermosas, marcan un sentimiento y se interpretan según quien las escuche, la pragmatica era, sin duda, una maravilla— Después de eso yo seguiré mi camino y te dejaré en la paz que tanto deseas.

— Está bien.— aceptó, una tregua, un pequeño olvido a todas las desfachatez — Pero no pidas que sea como antes.

— Lo sé, ya no somos niños.— jamás lo volvería a ser.

— Ni los que fuimos antes.— eso sería aún más imposible.

— Por lo menos seamos cordiales.— pidió Jisung con mucha inocencia, con suerte y con deseo.

— Es un trato razonable.— Jisung extendió su mano para sellar el pacto y entonces Minho miró la mano y luego, casi por inercia, le tomó sellando el trato. Fue un toque sencillo, solo algo a penas si perceptible, Pero fue suficiente, sus corazones ahora latían al mismo ritmo.

— Bien, entonces... ¿Vamos a desayunar?— la comida a veces arreglaba todo.

— Le diré a Olga que caliente la comida.

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