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dos

—No era necesaria su presencia, Duque Han y  menos sus condolencias— la voz de Minho salió pastosa, como si realmente hubiera algo que le quitará la voz, tal vez y era la pena tan grande, o el peso de su pasado o sentimientos ya deslavados. No sabía que era realmente, pero algo hizo que su voz saliera mortificada.

— No te hagas el duro, hombre— Minho frunció el ceño ante las palabras dichas por el Duque, ya no lo podía ver como Han, el Han que fue siempre ante sus ojos dejo de existir hace ya demasiado tiempo. Pero al parecer con el duque eso jamás paso, pues seguía hablándole al mismo tono que lo hizo hace mucho tiempo, es como si sus vidas al tomar sus respectivos cargos, no se hubieran separado — las cosas están del culo, debes aceptarlo.

Y eso trajo a Minho de golpe a su entonces realidad, añoro tanto volver a ver a Han, y cuando eso se le cumplió, él ya no era el mismo chico que fue antes.

—Que ánimos, amigo mío.— dijo con claro tono de sarcasmo, no es que le molestará, es que lo hacía recordar y ciertamente el pasado era mucho mejor enterrado y se sentía mejor de esa forma,  pero el pasado había vuelto junto con el Duque y eso era espantoso, aquella frase de "Amigo mío" salió incluso hasta ácida de su garganta.

— Que carácter, Minho, que carácter.— bufó Han, con la misma sonrisa que no se había borrado de su boca, aunque ahora la sonrisa era tensa y Minho en ese entonces no lo sabía, pero Han moría por correr a abrazarlo y decirle... Oh, decirle que realmente lo sentía todo. Decirle que odiaba los ojos duros y la falta de tacto en sus palabras, que odiaba esa palabra, amigos, solo amigos, joder que pendejada.

—No estoy de buenas, solo es eso— no era solo eso, no era solo eso, era un peso que se cargaba en el pecho y que marcó tanto al marqués, no estaba de malas, estaba herido y su pasado, oh tan cruel y despiadado había regresado con destellos de quien fue.

—Minho, no hay nada de malo en aceptar que la extrañas, era tu esposa, la amabas y ella se ha ido.— trato de decir Jisung como modo de consuelo, lo que él quería ciertamente era dejar de lado el hielo que había crecido entre ambos ¿Qué los alejo tanto? Jisung no lo comprendía, o estaba completamente ciego para verlo, aunque bueno, realmente Jisung sí sabía los motivos, pero admitirlo no sería algo que haría, no para si mismo y más aún cuando él tenía culpa. Ahí no había amor, no había deseo, no había nada más que una amistad que se fracturó, el problema era que ¿Quién la fracturó? ¿Qué la fracturó? ¿Qué paso para tenerlos a ambos en este punto?

—Han, ella murió hace casi tres años.—y me dejaste solo. No quería ni siquiera pensar en que ni siquiera cuando llegó la carta al despacho de Han la tomo en cuenta. Y es que ciertamente Han si actuó mal; pero no podían culparlo, cuando la esposa de Minho murió el apenas estaba reponiendo sus tierras, ser un Duque no era nada fácil, estaba apegado a la realeza, era primo del rey Kim, había todo un drama en su vida, no pudo ni siquiera ir a consolar a Minho, quien tanto lo necesito ese día, en quién fue el amor de su vida o quien creyó que lo era, cerró los ojos para siempre, soltando su último suspiro.

—Tu corazón sigue herido.— pero la muerte ya no le dolía, le dolía la traición, la melancolía, le dolía, le dolía, sí le dolía, pero ¿Cómo decir que le dolía? Si no podía ni asimilarlo, ¿Qué le dolía? Preguntarían y ni él sabía que era lo que dolía.

— Claro que no— la muerte de Carmina no dolía ya, era solo un dolorcito en el pecho que le indicaba el recuerdo de algo que fue y ya no era, alguien que estuvo y ya no más, es como una pequeña astilla en el dedo que lástima pero no mata, así mismo era la pérdida de Carmina, dolió, pero ya no lo hacía, dolió, ¡Oh! Sí dolió, pero ahora ya no se sentía tan palpable, tan elocuente, ya no lo sentía, sin embargo, un dolor más antiguo aún habitaba en su pecho, una herida no reciente, pero que a veces sangraba un poco, una herida en su pecho, más profunda, casi letal, que lo mantenía moribundo y con tan pocas fuerzas.

— He leído tus poemas, Minho— el mencionado frunció los labios, conteniendo lo que quería gritarle desde que giró a verlo, ahí de pie— o debería llamarte Lee know.

Minho abrió la boca ligeramente, con sorpresa, estaba anonadado, había escuchado sus poesías y su nombre en todas partes, el conde Min, el poeta más triste, el poeta que ciertamente criticaba al cielo, a la tierra, a todo lo supuestamente hermoso de la tierra, pero a pesar de las tristezas, sus poesías siempre sonaban, ya no era de corazones rotos, su poesía era cruel, brusca, dura, cual sentimientos sin propósito, su poesía latía en su pecho, y en cualquiera que le leyera detenidamente; juzgaba todo un régimen con su arte, pero al ser un marqués, no podía publicar nada a su nombre, nada demasiado bárbaro, nada demasiado vil.

—¿Cómo lo sabes?— era bien sabido que el marqués Lee también firmaba como Lee know algunas veces, eran pocas, realmente pocas las veces que él utilizo aquel nombre, era como para situaciones especiales. Ya que ese apodo era cuando sacaba algo que le atormentaba el pecho, algo que le pasaba, sentimental, todo una creatura indefensa, pero el conde Min era un crítico poco benevolente, un ruin fastidioso que tenía en mira a la aristocracia, el Conde Min era estúpidamente crítico y malditamente inteligente, sin embargo su otra faceta, Lee Know, era su lado dulce, aquel que se permitía sentir, quien abogaba porque los hombres sentían de más, quien sufría en silencio amores que son fantasmas.

—Minho, yo solía llamarte así ¿Lo recuerdas?— ¿Cómo olvidarlo? Si la primera vez que habló como Lee know fue en el momento en que habló de él y él como su traición le había dolido, un país antes que un amigo, eso estaba bastante bien visto, el patriotismo era magnífico en estos días, y le dolía saber que el patriotismo de Han estuvo más latente que su propia amistad.

—Maldito Han, odio que sepas tanto de quién fuí.— soltó ese comentario en un susurro que le salió del pecho, ese que indicaba él que estaba enojado completamente.

—¿Quién fuiste? ¿Ya no lo eres más?— ya no lo era, él solo era el Marqués Lee, el Marqués Lee nada más, y Han Jisung no conocía quien es el Marqués Lee; Han Jisung solo se quedó con quién era Lee Minho, Lee Know era el alias que siempre se dieron, Han Jisung era en ese entonces J one, y el Lee Know, como un juego tonto. Pero ellos nunca existieron realmente y quién fue su compañero de juegos ya no existía más en ese espacio.

—Quién conociste murió hace mucho.— tan dramático, que si se leyera como en obra de teatro la acotación sería una mano en el pecho y la exageración en las expresiones de tristeza. Pero esto era la vida real, esto era la maldita vida real y no una obra, Jisung tuvo que mantenerse sereno y comerse esa tristeza que lo estaba invadiendo.

—Vaya, la guerra si te afectó ¿No?— la guerra, la guerra, cruel y bruta guerra defendiendo un país del que Minho no estaba orgulloso, regido por reyes injustos, desigualdad y pobreza, un país que lo beneficiaba, pero no lo hacía con todos, tierras que morían de hambre y reyes con festines majestuosos a su nombre. El comentario de Han molesto a Minho, así que mordiendo el interior de su mejilla, respiro profundo, limpio su sable y se giró para dirigirse a una parte diferente del jardín, solo giró un poco, para darle Indicaciones a Han.

—Sea bienvenido a mi humilde morada, debe descansar, fue un largo viaje.— dijo con enojo, y con burla se inclinó para dar una reverencia. Con decisión siguió su camino, pero Han lo interrumpió nuevamente.

—Que hospitalario.— Minho sabía que estaba siendo demasiado grosero, pero que hacer cuando todo de él se sentía lastimado, que hacer cuando le estaba costando trabajo respirar, porque ver a Han por mucho tiempo le traía recuerdos no muy gratos, Dios, si tan solo no hubiera aparecido en su vida de nuevo, si tan solo Jisung no estuviera ahí, de pie.

—Ya te sabes el camino, yo tengo cosas que hacer.— sí lo sabía, de memoria, claro que sí, la casa Lee siempre fue su morada, pero ahora se sentía tan sola que le daba un miedo terrible verse ahí, supo que era mala idea ir, sabiendo de ante mano que no era bienvenido, claro, como iba a hacerlo, sus esperanzas eran muy idiotas, sus esperanzas eran tontas por indicarle algo que realmente no sucedería nunca, su único amigo real ya no era más su amigo, si solo él no hubiera tenido miedo... Si tan solo la guerra no hubiera explotado otra cosa seria de sus vidas y su relación.

—Son las seis de la mañana ¿No duermes acaso?— Han se moría de sueño y tenía ganas de cambiarse las ropas mojadas, aún así estaba ahí fuera, rogando porque llegará una hada y cambiará la actitud de Minho.

—No te interesa, Han.— tenía razón, no era del interés del rubio, pero realmente quería saber de él, que le diera una oportunidad nuevamente, quería que su mejor amigo volviera ¿Era mucho pedir? Tal vez sí para un traidor.

—Claro que lo hace Minho, yo soy tu...— Minho se giró con violencia a enfrentarlo y con una mirada fiareza, lo calló sin pronunciar nada, movió la cabeza con impotencia y negó.

—No, tu no eres mi amigo. Tu solo eres alguien que solía conocer, pero nadie más, éramos amigos, ya no más.— ya no más, ya no más, ya no más. No sería nunca más amigos, porque Minho era rencoroso y Han le había traicionado, fuera de eso, lo había dejado solo y Minho no sabía que le dolía más de esas dos cosas; no sabía que fue porque Han le hizo una mala jugada y ni siquiera se disculpó, o porque lo dejo solo.

— Minho...— estaba a nada de explicarle todo, pero Minho volvió a negar y dando pasos hacia atrás, no lo dejo hablar.

—Tenga buen descanso Duque, nos vemos después.— se fue para no voltear a verlo ni una vez, dejando a Jisung detrás, viéndolo partir, con la lluvia cayendo del cielo y una pinta bastante triste, la oscuridad se tragó a Minho y Jisung solo pudo devolverse a la casa, por la puerta principal.

Lino... Lino... Lino...

Sintió un leve movimiento de hombro, es como si de pronto dejará de ser aquel que llamaba Minho y pronto ser nuevamente Lino. Sintió el toque, leve y molesto que lo trajo a su realidad.

— ¿Lino? Vamos hombre, no me asustes, ¿Esta muerto?— Sky estaba preocupado y casi sudando frío ¿Y si era un audio de esos que te hacen alucinar? Ay no, y si era como droga auditiva; esa que nombran en la rosa de Guadalupe— vamos, Lino, si mueres, ya no podré venir a tu casa como si nada. Aunque bueno... Si mueres puedo quedarme con esa chamarra de piel que guardas como oro.— le volvió a sangolotear, pero al ver que su amigo no se movía, decidió hacer su último recurso; abofetearlo.

Se subió bien a la cama, plantó bien las rodillas en el colchón y con todas, realmente todas sus fuerzas, le plantó tremendo cachetadon que hizo que Lino se levantará de un jalón.

Lino sintió que la mejilla le hormigueaba y luego el ardor subir por su piel, sintió como poco a poco la sangre lleno su mejilla, y después el dolor azotó por completo todos sus sentidos, abrió los ojos, con furia y se quitó los audífonos de un jalón.

Sky le sonrió angelicalmente, como si no hubiera hecho absolutamente nada.

—Ups— dijo como si fuera un accidente el tremendo golpe tan feo que le metió.

— Tienes tres para correr— oh, oh. Eso significaba problemas y Sky lo supo porque se levantó como rayo de la cama y salió despavorido, como si un maldito asesino le persiguiera y es que bueno, Lino y el rollo no eran buena fórmula, todos lo sabían de ante mano.

Corrió por toda la casa, corrieron y corrieron hasta que Sky se cayó ruidosamente con la pata del sillón y entonces Lino lo alcanzó para darle un golpe fuerte en el hombro. Ambos se rieron cual locos y en una luchita se metieron, las cosas entre ellos eran así, así eran su amistad, así funcionaban los dos solitarios jóvenes que solo se tenían uno al otro. Para cuando se tranquilizaron, la charla estaba al pendiente y Sky no se perdería de nada. Absolutamente nada.

— ¿Qué carajos te paso?— preguntó mientras se servía un serial, sti, así como si estuviera en su propia casa.

— No sabes, fue magnífico — magnífico, más que eso, había descubierto tantas cosas sobre su pasado.

— Cuenta, hombre, cuenta, necesito saber si lo haré o no— sí, Sky quería saber si era grato hacerlo o no, y si funcionaba o no lo hacía. Digamos que era un ciego controlador y curioso, claro que quería saberlo todo.

— Fui un marqués que estuvo en la guerra — Sky alzó las cejas con asombró.— y mi esposa se murió.

— Espera... ¿Eras hetero? — Lino soltó una carcajada ruidosa, sin creer que su amigo solo se fijó en que era heterosexual en ese entonces, parecía increíble.

— De todo lo que te dije, ¿Es en serio que solo te fijaste en eso?— Sky asintió.

— Es lo más increíble que he escuchado, tu de hetero tienes lo que yo de feo.

— ¿Todo?— Sky le dió un golpe y Lino le sonrió con burla.

— Prometo intentarlo al rato, mientras tanto pásame la miel— Reyno se levantó de su asiento y sin ganas alcanzó la miel para dársela.

— Conocí un chico en el trance — comentó como si aquel chico de nombre Jisung no le hubiera llamado demasiado la atención.

—Genial, mi amigo está tan solo que se enamoró de su subconsciente.— Sky se rió como loco mientras que Reyno trataba de ocultar una risa. Sin negar que, realmente, ese chico le hizo sentir algo, como un burbujeo espumante en el estómago. Jisung, Jisung, ¿Quién fue ese Jisung? Y ¿Quién fue en su vida?

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Hola holaaaa ¿Cómo están? Yo muy bien, jejje.

Okey, como explicación, está historia no es +18, no contiene Lemon porque no soy muy buena escribiendo tales escenas y realmente no me siento bien escribiendo ese tipo de escenas. Pero en esta historia  también quiero que explorar otro lado nuevo de mi escritura, algo con sensualidad.

Así es, estaré explorando la sensualidad, pero no crean que de forma gráfica, estoy pensando en algo más metafórico y también en las descripciones de acciones que hagan los personajes, así que le meteré empeño en cada una de las acciones.

Lo siento si no logró lo que quiero, no soy muy buena en el tema, pero haré lo que pueda jajaja.

No olviden que les tqm, mucho, besitos. Bai💚

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