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[6] ¡Preparen todo!

Capítulo #6:  ¡ᴘʀᴇᴘᴀʀᴇɴ ᴛᴏᴅᴏ!

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Marshall al despedirse de Everest, sintió una gran adrenalina en todo su cuerpo, su respiración estaba agitada y de alguna manera se sentía apenado por su atrevimiento al intentar conseguir la mirada de la husky oji-azul.

En el camino al cuartel, se dirigió a su caseta de bombero y se acurrucó para la hora de su siesta.

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Al día siguiente, se levantó con entusiasmo y de un enérgico salto salió de la caseta.

Fue en dirección al patio de juegos, en el cual la fiesta de Everest estaba lista para dar inicio. Se encontró con Skye, quien estaba sentada en vista a los adornos de la fiesta; Marshall quiso contagiar su alegría a la cockapoo, puesto a que ella en su mirar se reflejaba confusión con ella misma.

―¡Buenos días Skye!―saludó sonriente.

Skye sacudió levemente su cabeza intentando prestar atención a Marshall; puesto a que no quería levantar sospechas de alguna cosa en la que estuviese despistada.

―Buenos días Marshall. ¿Entusiasmado por la fiesta?

―¡Por supuesto! Espero que a Everest le guste el gran detalle por parte de todos.

―Seguro que si. Por cierto, ¿dónde está el pastel?

Marshall abrió los ojos de golpe y su expresión facial cambió a una atónita; por unos segundos se quedó paralizado. Se había olvidado el pastel de vainilla que ayer encargó.

De inmediato corrió a su camión de bombero y aceleró de prisa sin siquiera despedirse de Skye, quien se quedó acto seguido de aquello confundida, demostrándolo con una ceja levantada.

―¿Hasta luego?

*°*°*


―Lo lamento señor Porter, se me olvidó recoger el pastel de Everest.

―Como siempre Marshall,―soltando leves carcajadas―. Pero descuida, lo conservé en el refrigerador hasta que llegaras.―entregando el pastel de vainilla decorado con glaseado blanco, frambuesas al rededor por cortesía del señor Porter y chispas arcoiris―. Espero que no te molestes por añadir las frambuesas.

―¡Al contrario! Recuerdo que a Everest le encantan las frambuesas.

Muchas gracias señor Porter, y no se olvide de la gran fiesta en la media tarde. (6:00 pm)

―Está bien Marshall. ¡Nos vemos!

Marshall con mucha delicadeza en sus pasos, cargó el pastel en su lomo hasta su camión de bombero y lo colocó en el asiento contrario; luego tomó el volante en sus patas en rumbo donde la granjera Yumi, pues iba a ecolectar arándanos junto a ella para Everest, ya que es su fruta preferida.

Al llegar a la granja, bajó cuidadosamente para no caer el pastel.

―¡Hola Marshall!

―Buenos días granjera Yumi. Estoy preparado para la cosecha de arándanos.

―De acuerdo. Sígueme.

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―Feliz cumpleaños Everest...―se dijo la husky desanimada por su cumpleaños N° 17. Ella se valoraba a si misma, pero en los últimos meses se ha sentido muy vacía y sola, la tristeza la acompañaba en la mayor parte de su tiempo.

Al ver a Chase era como ver una luz que la hacía sonreír y continuar con su vida; sin embargo, muchas veces para ella no es fácil. Aunque cuenta con el apoyo incondicional de Skye, su mejor amiga.

Ella siente un vacío en el corazón desde que Jake se fue con sus padres al extranjero.

―Ojalá estuvieras aquí Jake; esperando que despertara para darme un fuerte abrazo y un cupcake de vainilla. En la tarde un hueso de hígado como mi regalo y...―empezando a sollozar―. Decirme que siempre estarás para mí.

Everest al recordar a su mejor amigo las lágrimas invadieron su cara.

Jake era ese amigo que al menos ella consideraba "el amigo ideal". Siempre estaba alegre jugando con Everest y sacándole varias risas, era prácticamente como un hermano mayor para ella o quizás hasta un padre, el cual nunca conoció.

Tomó un suspiro pesado y se dirigió a la puerta para dar inicio a su trabajo como protectora de la montaña de nieve; aunque no había mucho peligro en los últimos meses desde que Jake se fue, mayormente la montaña estaba vacía sin algún turista o siquiera animal que proteger, por lo tanto los días eran aburridos para Everest.

Sin embargo, vio a su amado pastor alemán pasando por la cima de la montaña, a la husky le extrañaba verlo; pero aún así aprovechó el momento para saludarlo y quizás tuviera la oportunidad para confesarse, según tenía una probabilidad. El ambiente era silencioso, el atardecer acompañaba el momento y sobre todo...estaban solos, lo suficiente como para tener privacidad y decirle de una vez por todas sus sentimientos.

―¡Hola Chase!―saludó con una gran sonrisa. "¿Qué te trae por aquí bombón?"

Pov's Everest.

《 ¿Y si...en realidad yo le gusto y vino a ensayar como declararme? Sería el mejor cumpleaños del mundo. Dime que si vienes a eso, por favor Chasy.

Él se asustó al escuchar mi voz, de un leve salto se agitó de patas a cabeza, pero luego se calmó y me respondió.

―Oh, emh...hola Everest. ¿Qué te trae por aquí?―me preguntó con un poco de nervios. ¡Creo que si quiere declarme su amor!

Que tierno eres Chase.

―Mi trabajo es proteger la montaña querido oficial, más bien, ¿tú qué haces aquí?

―Oh emh...Nada, de hecho ya me voy. A-adiós.

Solo hemos hablado unos segundos, ¿por qué se iba tan pronto?

No puedo dejarlo ir, me encanta ver sus ojos chocolatados, esos que cada vez que los veo me hipnotizan y me agarran sin soltarme.

―¡Espera!―exclamé interrumpiendo su paso.

―¿Qué sucede?

―¡Es lo que te pregunto!

―No es nada Everest, tengo que irme al cuartel.

―Te acompaño.

―¡No!―me gritó con mucha angustia reflejada en sus cejas. Es evidente, algo anda mal.

―¿No quieres mi compañía? Entiendo, ya me voy...―en verdad me dolió que me haya gritado; sin embargo, esta vez fingía estar triste para que me detenga en mi camino. Y así fue realmente.

―No Everest, es que...¡feliz cumpleaños!

Levanté una ceja ante lo que dijo, no entendí qué me quería decir con "¡feliz cumpleaños!" Por supuesto, lo es, pero no creo que eso haya querido decirme; improvisaste Chase.

Pero yo soy más astuta oficial.

―Gracias Chase. Vayamos al cuartel, podemos comer nuestra comida favorita: ¡huesos de hígado!

―Umh...no, ¡tengo otra idea! Hagamos malvaviscos en la fogata.

―¿Pero por qué no quieres ir al cuartel?

―Porque...―adelante, dime la verdad porque no te irás sin decíremela.

Justo en este momento llegó Marshall en su camión de bombero. ¿Por qué tantas visitas este día? Marshall viene frecuentemente a la montaña para verme, pero aparecer al mismo tiempo que Chase es sospechoso. Aquí no cuadra algo.

―¡Everest!

―Marshall, ¿qué sucede?―pregunté angustiada.

―Chase no te contó nada, ¿cierto?

―Estaba a punto de contármelo hasta que cierto dálmata llegó en el preciso momento.―dije levantando una ceja haciendo referencia a él.

Marshall acompañó mis palabras con varias carcajadas y pude notar un leve sonrojo...¿por qué?

―Bueno, sube Everest, iremos al cuartel.

―¡Por fin! Vamos oficial.―guiñeando un ojo a Chase.

―Está bien.―dijo nervioso. 》

Marshall dio un salto bajando de su camión de bombero acercándose hacia el pastor alemán, que retrocedía por los nervios que le ocasionaba ese acto.

―No le contaste, ¿cierto?―preguntó susurrándole al oído de Chase con el ceño fruncido con mirada de sospecha y duda.

―Por supuesto que no Marshall; sé guardar un secreto.

―Mmh...―dijo desconfiado del pastor alemán―. Te creeré por ahora, pero le preguntaré a Everest.

―Como quieras Marshall.―dando media vuelta para dejar solos al dálmata y a la husky totalmente incómodos.

Aunque a Marshall le encantaba mirar los ojos azulados de su amada. Sin embargo, el momento fue interrumpido por Skye, quien venía para avisarles sobre su fiesta sorpresa de Everest

―Oh, qué casualidad; ¡hola Marshall y Everest!―saludo Skye intentando no dar muchas pistas sobre su aviso.

―¡Hola Skye!―saludó Everest con una cálida sonrisa―. ¿Quieres decirnos algo?

―Amh...no.―respondió nerviosa― . Marshall, ¿podemos hablar?

―Está bien. Danos unos segundos Everest.

―Bien, los espero..."Creí que se acordarían de mi cumpleaños..."―pensó la husky pesimista; sin embargo, algo le decía que estaban preparando una sorpresa.

[...]

Muy bien amigos, ¡es hora de los globos!―exclamó Marshall entusiasmado.

―¿Está seguro de esto, Marshall?―preguntó Rocky angustiado.

―Haría lo que fuera por ella; además, solo lo haré una vez en mi vida.―confesó mientras se amarraba con los globos. Él iba a hacer algo alocado, pero el amor es su mayor fuerza, todo por aquella husky.

―Buen mini-viaje Marshall.―dijo sarcástico Chase.

Así fue como aquel dálmata desprendió un pequeño viaje hacia Everest, quien se encontraba en la entrada del cuartel sentada. Aunque al dálmata le causaba pavor el viaje, de pronto le empezaba a dar náuseas, su única motivación era ver feliz a su amada; por lo tanto, no imcumpliría una promesa.

―¿Marshall?―se pregunto la husky a si misma, ya que vio por primera vez a su mejor amigo en el cielo―. ¡Marshall!, ¡Oh no! Debo avisarle a Skye para ayudarlo. ¡Auu!―llamó desde su placa a la cockapoo, quien de igual manera estaba preocupada por Marshall.

―¡Skye! Debes ayudar a Marshall, está por los cielos volando en glo-

―¡Hey, Everest! Marshall está bien, créeme.―interrumpiendo a Everest.

―¡Cómo puedes decir eso! A él le asustan las alturas, y si tú no me ayudas...¡yo lo haré!―cuelga la llamda furiosa.

―Oh, oh...

―¿Qué sucede orejitas?―preguntó Chase angustiado, llamando a la cockapoo con un adorable apodo.

―Everest cree que Marshall está asustado por la altura que está tomando. Sabía que los planes de Marshall no eran del todo buenos.

―En eso tienes razón. Lo llamaré.

―Descuida Chasy, yo lo haré.

―Está bien.―respondió con un leve sonrojo.

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¡Sigue leyendo El amor de un dálmata! ❤

La historia continúa...✩

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