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[3] Sentimientos aceptados

Capítulo #3: 𝕾𝖊𝖓𝖙𝖎𝖒𝖎𝖊𝖓𝖙𝖔𝖘 𝖆𝖈𝖊𝖕𝖙𝖆𝖉𝖔𝖘.

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Era la media tarde, Marshall se encontraba en su caseta, reflexionando sobre los sentimientos que tenía hacia la husky, aún se sentía confundido por todo lo ocurrido.

─Everest...─dando un suspiro pesado. No tengo idea sobre mis sentimientos, ¿siento una amistad o algo más por tí?...─ se le vino una idea a la cabeza, era hablar con uno de sus mejores amigos, Zuma, aquel labrador chocolate, amante del agua.─ ¡Zuma! Debo hablar con Zuma.

Marshall se dirigió rápidamente hacia Zuma, quien estaba en su caseta color naranja.

─ ¡Zuma! Necesito hablar contigo.- estando en las afueras de la casa del labrador.

─ Pasa amigo.

Marshall entra a la casa de Zuma.

─ ¿Qué sucede Marshall?

─ Zuma, ¿alguna vez te ha gustado alguien?

El labrador se quedó en silencio e inmóvil por unos segundos, aunque decidió mentirle al dálmata sobre su amor platónico, pues le daba vergüenza confesarle de quien estaba enamorado.

─ No, nadie.

─ Entonces creo que no me puedes ayudar.

─ Mmh...está bien, si, me ha gustado alguien, pero no preguntes quien.

─ De acuerdo. Te quería preguntar como es que se puede saber que amas a alguien.

─ ¿Has sentido un cosquilleo en tu pancita?

─ ¡Justo eso siento!

─ Entonces creo que si estás enamorado de esa chica especial.

-¿Qué me recomiendas hacer Zuma?

- Dime de quién se trata la chica especial y te puedo dar una idea.

Marshall tragó saliva, le daba pena hablarle sobre Everest, no estaba seguro si en verdad estaba enamorado de ella, solo siente una sensacióne extraña al estar junto a ella, pero ¿esto era amor o amistad? Si le mentía a su amigo labrador podía causar consecuencias sobre ello, no había ninguna escapatoria, tras dar un suspiro pesado confesó quien era la misteriosa "ladrona de corazones".

- Everest. Me siento así con ella, pero estoy confundido. No estoy seguro si en verdad me gusta.

- Descuida Marshall, lo descubriremos juntos. Por ahora te recomiendo distanciarte de ella y salir más seguido a un pequeño bosque o parque para despejar tu mente, en este momento estás muy confundido.

- Está bien. Gracias Zuma.- saliendo de la casa del labrador.

- No hay de qué Marshall, date un tiempo fuera por unos tres días.

Marshall se sintió aliviado, inhaló y exhaló para luego ver a su alrededor lo que no había observado antes, vio a Chase estando aún con Skye quien le explicaba lo sucedido, pues la cockapoo se despertó confundida y más al ver a Chase a su lado. Marshall fue a la montaña de nieve con una bufanda y gorro para protegerse del frío en la montaña helada con una baja temperatura.

✩✩✩

- Veamos, he pasado mucho tiempo con Everest, pero...¿realmente fue mucho? Fueron dos años, ¿es posible enamorarme en esos dos años?, creo que sí.

Everest pasaba por la montaña para recolectar leña, pues quería recordar los viejos tiempos, en los cuales ella y su amigo Jake realizaban malvaviscos en una fogata cada fin de semana, por lo tanto, muy alegre y decidida retornó a su vieja montaña de nieve favorita. De paso, vio a Marshall dando vueltas en círculo y al parecer hablando con si mismo, lo cual se le hizo extraño a Everest de darle una sola mirada a su acción.

- ¿Marshall? ¿qué haces aquí?- preguntó Everest alzando una ceja.

"Dime que no es Everest..."- como estaba de un lado, se dio media vuelta para observar de frente a la voz femenina muy reconocible. Como se lo esperaba, era la husky morada estando de pie con un poco de leña. - ¡Oh! Emh...¡hola Everest! ¿qué tal?- para ocultar sus nervios daba una gran sonrisa mostrando los dientes.

- Vine a recolectar leña para hacer malvaviscos en una fogata y te encontré en la montaña.

- Si, sucede que...¡quería hacer un muñeco de nieve!- el dálmata dijo lo primero que se le ocurrió en mente de manera inesperada por supuesto.

- ¿En serio? Pues te ayudo si deseas. Tengo mucho tiempo.

- Gracias Everest.

Con sus patas recolectaban nieve dándole forma de circunferencias. En total hicieron tres, cada uno de diferente tamaño. Para finalizar, le añadieron una zanahoria que estaba por los rincones de la nieve y un gorro de Marshall, no sin antes ponerle ojos con botones y brazos con dos ramas.

A Marshall le resultaba un deja vú al hacer el muñeco de nieve, pues con sus amigos de cachorros hicieron muchos en épocas de navidad; sobre todo le encantaba la compañía de su mejor amiga ayudándolo con una gentil sonrisa y poniendo patas a la obra.

- Supongo que quedó bien.- observando al muñeco de nieve creado por ellos.

- Creo que si. Gracias por ayudarme Everest.

- De nada, es bueno revivir momentos de cachorros. Nos vemos manchitas.- soltando leves carcajadas, seguidamente siguió su camino a recolectar leña.

- Eres increíble Everest (suspira) estoy enamorado...- murmurando observando como Everest se adentraba a la montaña por más leña.- Eres tan especial... ¿Pero qué hago aquí? ya he confirmado mis sentimientos, debo planear una fiesta de cumpleaños sorpresa para tí.

El cumpleaños de Everest era el fin de semana, por lo tanto al dálmata se le ocurrió una fiesta de cumpleaños para ella, al primero que le contaría sería a Chase, por lo tanto tiene que volver al cuartel de prisa.

Regresó al cuartel muy contento dando pequeños saltos de alegría, pero su felicidad fue interrumpida por su placa de que sonaba, lo cual significaba una llamada de alerta en Bahía Aventura.

- ¡Llamada de alerta!- exclamó Ryder desde las placas de todos los canes.

Todos los caninos se reunieron en el elevador del cuartel, sin torpezas de Marshall y sin nada de qué preocuparse como antes. No había muchas llamadas de alerta desde hace una semana, eso era bueno, menos trabajo para los Paw Patrol les resultaba satisfactorio. Sin embargo, aquello podía resultar una ruina en la economía para el cuartel, pues en cada misión le daban una cierta cantidad de dinero por el trabajo útil de todos los canes y del mismo Ryder; pero sin contar con ello, podrían quedarse en una situación baja en la economía...

Cuando se reunieron en el elevador, subieron a la planta alta del cuartel, ingresaron a sus respectivos lugares y como siempre, Chase, el líder de los canes rescatistas, estando firme y listo para la acción, dijo su frase tan característico de él.- ¡Paw Patrol, listos para la acción jefe Ryder!

- Esta es una misión no tan importante, pero aún así debemos ayudar. La granjera Yumi nos ha pedido enseñar a su hija Sofía a cultivar los vegetales. Para esta misión tendremos que estar todos, cada uno enseña como cultivar diferentes vegetales.

- ¡Patas a la obra!- dijo Rubble.

- Muy bien, ¡Paw Patrol entra en acción!

Todos se bajaron desde el tobogán, convirtiendo sus casetas en vehículos. Llendo en dirección a la granja de la granjera Yumi, uno de sus lugares preferidos en las misiones, pues lo conocían perfectamente. Se sentían animados y entusiasmados por una nueva misión desde hace una semana sin tener una, aunque lo negaran algunas veces, ayudar a los demás era uno de los pasatiempos de cada uno.

El quitanieves de Everest se acercó al camión de bomberos, cuyo dueño era cierto can manchado; la intención de la husky era invitarlo a la cabaña de Jake, en donde ella aún podía ir, a pesar de todos los años.

- Hola Marshall.- saludó sonriente desde su vehículo.

Marshall no se esperaba que Everest lo saludara desde su vehículo, por lo tanto se puso nervioso, sin embargo, una técnica efectiva para evitar la mirada de la mencionada, era mirar hacia su camino, por lo tanto, Marshall realizó aquello, sin prestarle mucha atención a Everest e intentando actuar normal y seguro.

- Ah, hola Everest, ¿sucede algo?- tratando de sonar firme, mirando hacia su camino.

La husky sintió cierta ignorancia por parte del dálmata, pero no reclamó nada respecto a ello. Solo siguió su conversación.

- Me preguntaba si quisieras ir a la cabaña de Jake para realizar una fogata con malvaviscos, después de la misión que tendremos.

Marshall se quedó atónito con la propuesta de Everest, tanto así, que de una vez por todas la miró de frente emocionado. Aquella acción no fue buena idea, pues de inmediato se puso sonrojado, volviendo a tomar su vista hacia el frente del volante.

- Vaya, me encantaría Everest.

- ¡Genial!, será increíble estar con mis dos mejores amigos.

La felicidad de Marshall se desvaneció en añicos cuando Everest le mencionó aquello, ¿a qué se refería con "dos mejores amigos"? ¿Habría alguien más en la fogata? Por curiosidad, el dálmata preguntó sobre quién más iría a la fogata.

- ¿Quién más irá Everest?

La husky se envolvió en sus pensamientos amorosos con su amado pastor alemán, aquel oficial que le robó el corazón y lo sigue haciendo sin darse cuenta. Con un suspiro anhelador, mencionó al otro can que asistiría a la fogata con malvaviscos.- Chase...

"¿Chase? ¡Por qué! Teníamos que ir solos..."- pensó Marshall al oír al mencionado. Últimamente el pastor alemán y la husky eran tan unidos, tan cercanos, tan...amigos. En otra salida, ellos podían empezar una relación sin contarle a nadie, lo cuál le causaba pánico a Marshall; sus celos eran muy fuertes, por lo tanto, decidió intentar alejarlos un poco, sin herir a ninguno por sus acciones.

- ¿Marshall?- preguntó Ryder levantando una ceja, el dálmata se había quedado inmóvil al estar hundido en sus pensamientos, preocupó a Ryder y a los demás. Ya habían llegado y ningún movimiento de Marshall se presentó; todos estaban de pie en las tierras de la granjera Yumi esperando al dálmata.

- ¿Ryder? ¿qué sucede?- por fin había salido de sus pensamientos al oír una voz masculina familiar, la cual era de su dueño.

- Te quedaste inmóvil Marshall.

- Oh, lo siento, jeje...- dando una risita nerviosa, estaba avergonzado de lo sucedido, todo por ese pastor alemán. "Tengo que idear un plan, no pueden ser tan cercanos o algo puede ocurrir entre ellos. ¡Lo tengo!"- pensaba Marshall al ver a Chase y Everest conversando entre sí meneando sus colas, lo que demostraba felicidad.

¡Gracias por leer el segundo capítulo de esta historia de nuestros querísimos cachorros! Si te está gustando, te agradecería votar por ella y seguirme en Wattpad. Sigue leyendo "El amor de un dálmata". ❤🔥

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