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[2] Los sentimientos de Marshall

Capítulo #2: 𝕷𝖔𝖘 𝖘𝖊𝖓𝖙𝖎𝖒𝖎𝖊𝖓𝖙𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝕸𝖆𝖗𝖘𝖍𝖆𝖑l.

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En Bahía Aventura el clima del día era bastante helado, alrededor de 7°, todos los ciudadanos utilizaban abrigos y gorros, para los canes adolescentes en el cuartel no fue la excepción, la mayoría se encontraban en sus casetas observando la brisa del viento que soplaba sobre algunos árboles cerca, mientras que otros, les gustaba el clima helado y friolento, les gustaba estar en la nieve y jugar en ella

Chase y Everest salían más seguido a su parque preferido, en donde también solían hacerlo Marshall y Everest, sin embargo, el dálmata se encontraba confundido y nervioso al estar cerca de Everest, por lo cual intentó alejarse lo más posible de ella a toda costa.

Skye fue a la caseta del dálmata para preguntar sobre Chase, pues quería enseñarle las nuevas acrobacias que ella podía realizar.

─Marshall, ¿sabes dónde está Chase?─ preguntó la cockapoo sentada con la cola a un lado.

─Creo que está con Everest, han salido muchas veces juntos al parque.

─Gracias Marshall, quiero mostrarle a Chase unas acrobacias que él no puede hacer, jaja. ¡Nos vemos!─ Skye fue a toda prisa hacia al parque. El viento resoplaba sobre su pelaje y orejas doradas a lo largo de su camino, sin embargo, Skye lo disfrutaba, le encantaba la brisa refrescante del viento.

Cuando la cockapoo se retira de la conversación con Marshall, este empieza a cuestionarse algunas cosas para si mismo.

Dando un suspiro pesado y anhelador.─ ¿Qué me pasa? No comprendo mis sentimientos...¿por qué contigo Everest? Siempre estás con una sonrisa a mi lado, en algunas ocasiones dándome miradas sin darme cuenta. Se lo diré a Chase, no puedo aguantar la curiosidad de saber lo qué me pasa.

✩✩✩

Mientras que nuestros dos canes, Everest y Chase, paseaban por las afueras del parque más conocido de toda Bahía Aventura. La husky oji-azul estaba fascinada al pasar más tiempo con Chase; las últimas semanas para ella fueron las mejores de su vida. Mientras que a Chase le gustaba pasar tiempo con su amiga, hacían bromas entre ellos, se decía situaciones de cuando eran unos cachorros, en algunas ocasiones, Chase le mostraba varias acrobacias para impresionar a Everest. Una amistad que a lo largo de estas semanas se había reforzado, todo gracias a Marshall.

─ Everest, vamos al cuartel.

─ Está bien, pero antes...─ poniéndose patas y cuerpo abajo para luego hablar.─ Una carrera hacia el cuartel.

─ Te ganaré.

─ Ya lo veremos Chase...

─ Uno, dos y...¡tres!─ empezando la pequeña carrera hacia el cuartel, Chase tomaba la delantera, miraba por unos segundos a Everest para ver cuanta diferencia había entre ella y él.─ ¡Te lo advertí Evi! Jaja.─ rió juguetón para fastidiar a Everest, seguidamente continuó con la carrera.

La cockapoo se acercaba en la dirección que ellos estaban para buscar a Chase, sin embargo, Skye no logró percatarse de que ambos iban corriendo demasiado rápido; Everest logró detenerse de un salto, pero el pastor alemán tomaba la delantera de la carrera, por lo cual no pudo detenerse a tiempo, dio un grito advirtiendo a la cockapoo de salir del camino, pero fue demasiado tarde, dando así un gran impacto con Skye.

─ ¡Oh no! ¡Chase, Skye!─ Everest fue corriendo hacia los dos canes después del gran golpe que se dieron.

─ ¿Chase, estás bien?

─ Estoy bien Everest, ese fue un gran golpe, jeje. ¿No Skye?─ preguntó a la cockapoo, pero no recibió respuesta, lo cuál preocupó a Chase y Everest.─ ¿Skye?─ Chase posó su oreja en el corazón de Skye, seguía latiendo, pero ella estaba desmayada, el pastor alemán se asustó aún más y decidió llevarla al cuartel, que no estaba lejos.

─ ¡Rápido Everest! Hay que llevar a Skye al cuartel.

─ ¡Entendido! Sígueme.

─ Descuida Skye...─ Chase cargó a Skye en su lomo, seguidamente intentó correr un poco lento pero seguro para la cockapoo.

En el cuartel, Marshall estaba pensando a quién contale aquel extraño sentimiento que le tenía a Everest, estaba en el patio de juegos, en la nieve cerca de un árbol observando el paisaje de afuera, pero se percató de que llegaban Everest, Chase, y Skye en el lomo del pastor alemán.

Chase: ¡Marshall, Skye se ha desmayado con un golpe en la cabeza!

Marshall: ¡Rápido, hay que ponerla en su casita!

Los tres canes fueron a la casa rosada de Skye, la pusieron a descansar con una mantita. Según órdenes de Marshall tenía que guardar cama el tiempo necesario hasta que pudiese descansar lo suficiente.

―Espero que esté bien―dijo Chase con la mirada hacia Skye.

―Lo estar, sólo tiene que descansar lo suficiente, luego le daré unas aspirinas y eso es todo.

―Gracias Marshall―dijo Everesto observándolo―. Amigos, quiero descansar un poco en mi caseta; cuiden a Skye por mí.

―¡Adiós Everest!─ se despidieron Chase y Marshall al unísono.

―Cuidaré a Skye toda la tarde.

―¿Estás seguro, Chase?

―Sí, quizá despierta confundida.

―De acuerdo, es solo que quería hablar de algo contigo.

―¿Es muy importante?

―Supongo...―dirigiéndose a la oreja del pastor―. Es sobre Everest―dijo muy tímido.

―Oh, ya veo. Está bien, cuenta conmigo.

―Gracias, te espero en mi caseta para hablarlo.

Sin más dilación, el dálmata salió de la caseta azul y se dirigió a la suya. Mientras que Chase daba un suspiro.

―Enseguida vuelvo alitas―dándole un beso en la mejilla de la cocker.

Seguidamente, él se dirigió a la caseta del dálmata.

―Hola, Chase―cerró la puerta de la caseta, luego se sentó frente a frente con Chase; asimismo hizo aquel acción el pastor alemán.

Marshall: Chase, no sé que decir.

Chase: Marshall, sea lo que sea, estoy para apoyarte, cuenta conmigo siempre.

Marshall: Gracias Chase. Bueno, he sentido una sensación extraña con Everest.

Chase: ¿Cómo cuál?

Marshall: Como...sentir un cosquilleo en todo mi cuerpo cuando la veo o la tengo cerca de mí.

Chase: Vaya, fue tan fácil adivinarlo.

Marshall: ¿Y qué es?

Chase: Estás enamorado de Everest, amigo.

En ese momento Marshall puso ojos de susto, como si hubiera visto un fantasma, se puso pálido y sonrojado al mismo tiempo, a duras penas lograba seguir la conversación que él habían empezado desde un principio; para disimular estar nervioso soltó risas a las palabras del pastor alemán.

Marshall: ¡Chase! Quizás te diste un golpe en la cabeza el día de hoy.

Chase: De hecho, eso es lo que ocasionó que Skye estuviera desmayada, ambos nos chocamos muy fuerte.

Marshall: ¿Ya ves? Es por eso que dices tonterías.

Chase: ¿Disculpa?―preguntó molesto poniéndose de pie.

Marshall: ¡Oye, tranquilo!

Chase: Jaja, era broma― sentándose de nuevo―. Pero lo que te digo no es una tontería, no es normal que sientas esa sensación de un cosquilleo en tu cuerpo con cualquier chica, debe ser alguien especial para tí, ¿cierto?

Marshall: Si, pero...

Chase: ¿Lo ves? Esa husky te flechó, y aún no es San Valentín―interrumpiendo al dálmata.

Marshall: ¡No es cierto! Quizás estoy enfermo o ella tiene alguna cosa a la que soy alérgico.

Chase: No creo que eso sea posible, pero si tú lo dices...

Marshall: Además, es probable que no le guste.

Chase recordó lo que la husky le había mencionado semanas atrás, cuando le preguntó si Marshall y ella tenían algo, se puso nervioso, no sabía si decirle la verdad o fingir que tampoco sabe los sentimientos de Everest, aunque el dálmata no se lo hubiese preguntado.

Chase: ¿Quieres que te diga la verdad?

Marshall: ¿Cuál verdad?

Chase: Bueno, es que, tú...—se sintió dudoso sobre contarle los sentimientos de Everest, hasta que en un punto aceptó que le era muy difícil decírselo de frente, por lo tanto calló sus palabras.— No era nada, olvídalo.

Marshall: Está bien, pero entonces, ¿crees que yo estoy enamorado de ella?

Chase: Si amigo.

Marshall: ¿Cómo puedo estar seguro de eso?

Chase: Tranquilo, tú solo espera el momento y piensa en si en verdad la amas.
Iré a cuidar a mi Skye.

Marshall: "¿Mi Skye?"—preguntó intrigado por aquel nombre con el cual mencionó a la cockapoo.

Chase: ¡Iré a cuidar a Skye y punto!—abriendo la puerta de la caseta, cerrándola de golpe, por suerte Marshall no notó su nerviosismo o al menos eso pensaba.

Estando en la caseta rosada de Skye, Chase se quedó cuidándola en el fuerte viento del clima, aún así, no le importaba, sólo se concentraba en cuidar la salud de Skye a toda costa.

―Esta vista es hermosa.

Por horas estuvo esperando el afortunado momento en el que Skye despertara, sin embargo, era la media noche y no había pasado, por lo tanto, decidió dormir junto a ella acurrucándose un poco distanciado para que no pudieran tener un momento incómodo a la hora de despertar.

—Buenas noches Skye.


𝓜𝓪𝓰𝓰𝓲𝓮~

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