Semana 9: Hanako Yamada
Suspiró de nuevo y siguió cocinando el desayuno mientras verificaba que los cupcakes que había metido al horno no se pasaran del tiempo indicado. La sonrisa que tenía era imposible de borrar; su felicidad era tanta que solo queria estar junto a su novio de esa forma para siempre, ella atendiéndolo y encargándose de él para que viera lo mucho que lo amaba.
Sirvió una porción equitativa de huevos revueltos en cada uno de los platos junto a las tostadas recién salidas. Dejó eso a un lado para sacar los panecillos del horno, los cuales debían estar decorados antes de que se fueran para poder comerlos al volver del trabajo. Antes de empezar a hacerlo, se aseguró de dejar sobre la mesa los dos almuerzos que había preparado con amor.
Su mamá estaría orgullosa si pudiera verla. Iba a ser una excelente ama de casa.
Miró hacia las escaleras con ilusión, sonriendo con mayor anhelo al sentir su corazón latir con más velocidad. Él no debía tardar en bajar, le había dicho que desayunarían juntos y luego se irían a la escuela.
—Oko-senpai— suspiro, otra vez. Deseando que ya estuviera ahí, solo para tener cerca a adorado y tímido novio.
Oko estaba muy feliz de empezar a salir con Ayano, se notaba al ver el sonrojo que calentaba sus mejillas, la sonrisa que ponía al estar junto a ella y que siempre buscaban tomarse de las manos.
Cuando la conoció, no se esperaba lo mucho que llegaría a quererla, y menos que se enamoraría. No sentía esa clase de amor por alguien desde hace mucho, ni por Taro. De verdad agradecía a las entidades oscuras que pusieran a Ayano en su vida para sacar su corazón de ese abismo de agonía y soledad.
Terminó de acomodarse el uniforme y se sentó en la cama para tomarse unos minutos antes de bajar. Observo con detenimiento las sabanas, sonriendo al recordar esos momentos de la noche anterior en donde Ayano y él terminaron besándose con locura y muy agotados. Ella lo había invitado a pasar la noche ahí para que al día siguiente fueran juntos a la escuela. Aceptó, yéndose desde antes para que pasaran el día entero juntos.
Quizá, la forma correcta de decirlo era que ambos habían tenido una larga cita. No mucho después de que llegó, fueron al cine a ver una película de terror; luego visitaron una librería en donde le enseño varios libros sobre demonología y conjuros, cosas que terminaron gustándole a la azabache; almorzaron en un restaurante de ramen, y al volver a casa pusieron en práctica varios métodos de comunicación espiritual para tratar de que los demonios de Ayano también hablaran con él. No tuvieron resultados.
Cuando llego la hora de dormir, ansiaba estar junto a ella en la cama, meterse a su lado bajo las sabanas y sentirla más cerca suyo. Luego de verla tantas veces en fotos, por fin tenía la oportunidad de hacerlo en persona. Queria tocarla, sentir sus cuerpos pegados y conocer todo lo veía en fotos por su propia mano.
Pero no se atrevió a decírselo.
Calmó sus ideas y se ofreció a dormir en el piso o en la sala para no ser una molestia; apenas llevaban un par de días como novios, no le parecía correcto llegar a un punto tan importante demasiado rápido. Aunque lo deseara. Además de que, queria esperar a hacerlo cuando ella ya no necesitara el hechizo para amarlo.
Antes de que terminara de hablar, Ayano lo jalo a su lado en la cama.
Estando ahí, viéndose en la oscuridad y demasiado cerca el uno del otro, se tomaron de las manos y volvieron a besarse. En algún momento se soltaron y Ayano comenzó a acariciarle el rostro, haciéndole sentir escalofríos satisfactorios. Él había colocado su mano en el hombro de ella, y fue moviéndose hacia abajo hasta que sintió su cintura, donde la sostuvo con fuerza y que uso para pegarla más a su lado. Poder besar a la chica que le gustaba y tenerla en ese estado de inmenso amor por él, hacía que valiera la pena todo lo que la magia negra había hecho en su contra. Porque a pesar de todo, tenía lo que más queria.
Luego de terminar el beso, se pegaron hasta juntar sus narices y susurraron las buenas noches listos para dormir de una vez. Él cayó agotado en un instante, pero en sueños, sintió como Ayano seguía besándolo y lo vigilaba mientras dormía. Y aunque fuera perturbador, se sintió cómodo, porque de pequeño solía imaginar que Nebalie igual lo hacía.
Al despertarse no encontró a Ayano ahí, pero si una nota en donde le decía que estaba haciendo el desayuno y no tardara en bajar. Fijándose en la hora de nuevo, era mejor que lo hiciera ya para que no llegaran tarde.
Comenzó a caminar hacia la salida del cuarto, todavía sonrojado y con una pequeña sonrisa por los recuerdos, volteando un poco a diferentes partes por querer ver que había en el cuarto de su actual pareja. Detuvo sus pasos poco antes de salir, viéndose confundido al notar sobre el librero de mangas una ropa que no parecía ser de Ayano. Una chaqueta y unos guantes de cocina.
Se acercó para verlos, luego los reconoció de semanas atrás cuando ella usaba la chamarra atada a la cintura. Eran cosas de sus amigos que estaban en coma, Osano y Amao. Gracias a Taro sabía que Ayano se juntaba con ellos desde las primeras semanas del semestre. Además de que ya conocer al cocinero por las reuniones de líderes, los recordaba por esa vez en qué había acompañado a su antiguo crush al hospital; ahí la encontraron durmiendo en medio de las dos camas. Ambos eran muy importantes para su ella, claro que los extrañaba mucho.
Una pregunta apareció en su mente, asustándolo y provocando que se mordiera las uñas por los nervios que comenzaban a inundar su cabeza: Si ellos nunca hubieran terminado en coma, ¿Ayano no le hubiera tomado cariño luego de que él se olvidara de Taro? Aún después de haber hecho lo mismo que hasta ahora, ¿ella lo hubiera ignorado por ya tener otros amigos?
— ¡Cariño, baja ya a comer! — escuchó desde la planta baja, su vos cantarina sonaba suave y feliz. Mejor no hacerla esperar.
Dejo las prendas en donde las había encontrado y, recordando que debían irse a la escuela pronto, salió de ahí tratando de convencerse de que no debía preocuparse.
No importaba pensar en eso ahora, porque aun si todo hubiese sido diferente, Ayano siempre acabaría unida a su amor. Él se enamoraría de ella, y la hechizaría aun si sus amigos estuvieran consientes. Pasará lo que pasara, ambos estaban ahí para para quedarse juntos y amarse. Dos chicos no podían cambiar tanto las cosas; si también hubieran estado en esas semanas, Ayano estaría igual que hasta ahora.
Claro que, en esa otra situación, Kizano no sería quien apestara. Y el actor, Aso Rito, y él tal vez terminaran igual amistándose con la chica. Para todos ellos sería difícil no sentirse atraídos por Ayano otra vez, aun si las cosas ocurrían de otra forma.
Nada sería diferente.
La yandere y el ocultista entraron a la escuela ante la mirada curiosa de muchos de sus compañeros, pero no les importaba. Solo siguieron su camino, tomándose de las manos y viéndose mutuamente con intenso amor. De vez en cuando soltaban suspiros soñadores, y en todo momento las mejillas de ambos se encontraban teñidas de rojo por creer que aquello se trataba de un sueño.
Llegaron bastante temprano, por lo que luego de dejar sus mochilas en los salones decidieron permanecer en el club de ocultismo hasta que empezarán las clases. Ayano no se preocupó por esconder los golpes esta vez, Oko le había dicho que no le molestaban. Solo le importaba la opinión de su novio.
Miró el cuchillo de invocaciones, recordando que manchándolo de sangre podría llevarla hasta donde habitaban sus demonios. No los había escuchado desde hace unos días y eso le hacía preguntarse si algo malo pasaba, pero dejaba de darle importancia cuando recordaba a Oko Ruto. Ahh, solo queria estar cerca de él y hacer todo lo que a él le gustara. Si eso lo hacía feliz, a ella también.
Juntaron dos sillas y permanecieron leyendo un libro en donde mencionaban a muchos más demonios, los más importantes del plano espiritual, además de advertencias e historias de porque eran muy peligrosos para invocar. Leían a la par, esperando a que el otro acabara para poder ir a la siguiente página. Ayano hacia preguntas de vez en cuando, y Oko respondía con una sonrisa por poder compartir todo eso con ella.
Al dar vuelta a la hoja, los ojos de Ayano se encontraron rápido con el dibujo de una silueta negra. No podía ver facciones concretas, pero la ilustración mostraba a aquel ser con una amplia sonrisa llena de colmillos, muchos cuernos grandes que en sus puntas levitaba una corona, y garras que se extendían hasta la siguiente página como si tratara de salir del libro. Una sensación extraña le recorrió la columna, y casi sintió como un par de manos afiladas apretaba su cuello, pasando delicadamente el filo de esas uñas sobre su piel. Raro.
Abrió sus labios para preguntarle a Oko quien era él, pero antes de decir algo más o ver el nombre que aparecía sobre el demonio, la puerta del club se abrió mostrando a todos los líderes en compañía de las chicas del consejo.
Oko miro a sus compañeros, tratando de entender que hacían ahí pues solo en ocasiones urgentes alguno de ellos aparecía por ahí. Pero entonces se dio cuenta de que todos ellos (exceptuando a Kizano y Aso, que no estaban) parecían contener la risa luego de verlos juntos; se susurraban cosas que causaban más risas y expresiones de diversión. ¿Acaso se burlaban que fueran novios?
Uekiya, ocultando su sonrisa tras la palma de su mano, entró ante las miradas tímidas de los demás integrantes y camino hasta quedar frente a los chicos. Se tomó unos segundos más para no que no se le escapara alguna risilla y entonces junto sus manos sobre su falda, retomando su postura gentil de liderazgo.
—Buenos días, Oko-kun, Yan-chan. Amm, discúlpenme pero, oímos un rumor de que están saliendo— levanto una de sus manos para cubrirse la boca, pero la retiro conteniendo su sonrisa de forma estupenda —. ¿Es verdad?
—Nosotros...
—Sí, desde el viernes— respondió Ayano, cortándolo y tomando el hilo de la plática en sus manos. Ella se acercó más a Oko y unió sus manos para demostrar lo felices y enamorados que estaban. Giro su cara para ver al chico y entrecerró los ojos mientras pensaba que mientras más lo observaba, más loca por él se sentía —. Me lo pidió luego de clases.
La castaña inclino su cabeza y les sonrió con ternura; amaba ver parejas así. Pero no pudo evitar preocuparse por las heridas en el rostro de Ayano. No le gustaba meterse en peleas o cosas así, pero intuyo que uno de los dos golpes era algo más antiguo. De inmediato pensó en que habría pasado, y su instinto de senpai la llevo a entrometerse más de lo debido, decidiéndose a hablar con la menor para saber si estaba bien o si necesitaba ayuda.
—Uekiya-chan, ¿podría decir ya el motivo por el que nos enviaron? — intervino Kuroko a la vez que se ajustaba las gafas.
Uekiya reacciono a lo que su compañera de clases decía, retomando su emoción y ahora dirigiéndose únicamente a la yandere.
—Tenemos una sorpresa para ti, Yan-chan. En la enfermería— extendió su mano para que ella la tomara, emocionada porque Ayano viera ya lo que la esperaba en el otro pasillo —. Vamos, tengo la sensación de que te alegrara más.
Curiosa por lo que su senpai decía, miro la mano extendida unos momentos antes de volver a ver al líder ocultista. Se veía nervioso e incómodo. Le apretó más la mano y miro a su amiga con suplica y necesidad.
— ¿Puede acompañarme Oko-senpai?
—Por supuesto, florecita. Ahora que es tu novio, nada mejor que sepa más sobre ti apoyándote en esto— escuchar eso le bastó para aceptar, asintiendo y levantándose para ir a donde Uekiya y los demás la guiaban, llevándose a Oko junto a ella.
Para llegar a la enfermería tan solo debían girar en el pasillo contiguo, o cruzar la plaza. Era un camino rápido sin importar que escogieran. Pero para Oko Ruto, quien todavía sentía que las risas de los demás eran porque se burlaban de él, lo sintió como un pasillo eterno en donde todo el que lo veía lo observaba con asco y burla. Los rumores corrían rápido en Akademi, y ahora era el centro de uno en donde todos tenían algo que decirle para reírse en su cara. Comenzó a temblar y a sudar por los nervios; agacho más su cabeza y llevo su mano libre hasta su pecho, queriéndose hacer pequeño para que nadie lo notara.
Y sin esperarlo, su mano derecha fue soltada para luego ser tomado del brazo entero. Volteo hacia Ayano, quién lo abrazaba mientras mantenía la cabeza recostada en su hombro. Hicieron contacto visual unos segundos, en donde pudieron ver el miedo y la preocupación mutua. Todavía siendo vistos por muchos, la azabache le dio un tirón y plantó un nuevo beso sobre sus labios para que se tranquilizara. Un simple beso en el que se quedó quieta lo bastante como para que él pensara en ella en vez de en los demás.
Cuando se separaron, ya no hubo más risas ni murmullos. Solo se miraron de nuevo y ella volvió a sonreír cuando vio a Oko hacer lo mismo. Estaba ahí para cuidarlo y quererlo, así que mientras sus besos le hicieran saber a su amado que solo debía concentrarse en ella para no salir herido, se los seguiría regalando con mucho gusto. Porque siempre estaría a su lado, en todo momento cada día, aunque él no lo notara o no lo quisiera.
Nunca se apartaría de él. Nunca lo dejaría solo.
— ¡Sorpresa! — susurraron todos en vos muy baja antes de abrir las puertas de la enfermería. Ella ni siquiera había prestado tanta atención para notar que ya habían llegado. Y siendo franca, no se molestó en ver que era lo que le estaban mostrando.
Solo siguió viendo al peliañil, hipnotizada por sus ojos lilas. Adoraba eso, verlo directamente y sentir que con cada segundo lo amaba más y más, deseándolo tanto que lo único que pasaba por su mente era saltar hacia sus brazos y besarlo para seguir demostrándole su amor. Si, queria hacer eso. Deseaba, no, necesitaba hacerlo. Mientras lo veía, más fuerte latía su corazón hacienda sentir todos sus sentimientos juntos en cada palpitación.
Demostrando así que él era el único para ella.
—De seguro sigue siendo tan tonta como recuerdo. Me sorprende que no sepa que estoy aquí.
—Oye, no puedes insultarla luego de todo lo que pasó. Casi estamos en exámenes, es normal que esté distraída. Y se que todos guardaran el secreto hasta que tengamos que verla.
Reconocía esas voces. Le habían hablado antes, diciéndole que era una traidora y que no tenía la fuerza para esperarlos; aquellas eran las que alimentaron su bulimia por miedo a romper una promesa. Pero antes de ese caos, eran las voces de...
Parpadeo dos veces, apartando con lentitud su mirada de la de Oko para observar al frente. Y logrando ver quienes estaban delante de ella, se quedó quieta, sin palabras. El mundo se detuvo para ella, el sonido dejo de existir e incluso sintió que dejaba de respirar. Parecía un sueño ese instante, más que nada porqué a pesar de desearlo mucho e imaginárselo mil veces cada día, no podía creer que estaba sucediendo delante de ella.
Osano y Amao se encontraban ahí, solo cuatro metros lejos de ella. Ambos en sillas de ruedas, hablando sin darse cuenta de que todos los lideres el consejo observaban. Ellos estaban parpadeando, moviendo sus manos y formando muecas.
Habían despertado.
Sus ojos estaban muy abiertos, pero por qué no lo creía. Los recorrió de arriba abajo viéndolos en cada parte, asegurándose de que en realidad fueran sus dos amigos. El cabello naranja de Osano, los dulces ojos menta de Amao. La camiseta naranja de lunares blancos. La banda de liderazgo del club de cocina. Por más que buscaba algo que le dijera que no eran ellos, solo hallaba confirmaciones. Detalles que le afirmaban lo que veía. Fue entonces que vio eso que solo Osano y Amao podían tener, lo único que no podía ser copiado para engañarla:
Sus quemaduras. Esos recuerdos permanentes del incendio, y de que habían aceptado morir con tal de que ella viviera.
En cada visita al hospital pasaba horas viendo aquéllas cicatrices, odiándolas, deseando tenerlas en vez de ellos. Pero acariciándolas con cariño cada vez que tenía la oportunidad. Eran las quemaduras de sus mejores amigos, las que fue viendo como sanaban y se quedaban para siempre. Señales que nadie podía replicar con maquillaje para engañarla.
—Solo espero que mi cupcake este bien. Pasar por todo esto no debió fácil para ella.
— ¡No la llames así! ¡No es tu novia! Digo, n-no me importa si te gusta, y no es como que me guste a mí. Aunque es muy linda... ¡no! ¡No me gusta! ¡Cállate ya! Todo esto fue tu culpa, baka.
Exhalo liberando el aire que habían atrapado sus pulmones. Su visión se nublo y con cada vez menos control de si, varias gotas saladas comenzaron a caer de sus ojos al suelo. Se quiso limpiar, pero ni bien lo hacia nuevas lagrimas marcaban un nuevo camino por sus mejillas. Un quejido ahogado escapo por su boca, cosa que hizo voltear a los dos chicos, que al verla de pie en medio de todos los líderes se sorprendieron de tal forma que se giraron para ver si esa visión era verdad. Solo hasta ese momento Ayano comprendió que todo eso realmente ocurría. Se sostuvo el pecho y bajo la cabeza mientras su llanto tomaba más fuerza. Era verdad, eso estaba pasando.
Las quemaduras podían hacerle entender que eran ellos. Pero solos sus voces, sus formas de expresarse, escucharlos luego de tantas semanas imaginándose que los oía de nuevo, le ayudo a aceptar que estaban ahí; despiertos, frente a ella. Y aunque fuera a una distancia de cuatro metros, se sentía más cerca de ambos, más que en esas veces en donde dormía hincada frente a sus camillas sosteniéndoles las manos.
Cuatro metros significaban más que esos roces, porqué ahora ellos también la veían de vuelta.
—Tontos— sollozó apenas entendiéndose a sí misma. Se enderezó y empezó a caminar recto. Sus lágrimas pasaron de ríos a mares, haciéndola gemir y chillar de formas que la hacían enrojecer de vergüenza. Llegó frente a ambos chicos, recortando esos metros a veinte centímetros. En su mente les gritaba mil cosas, reclamándoles por haber hecho todo eso, casi muriéndose. Los insultaba, golpeaba y gritaba que eran unos idiota; en su mente había de todo. Pero por fuera solo seguía llorando. Sus piernas no aguantaron más y cayó de rodillas ante ellos, llorando como si no hubieran despertado —. Idiotas. Los odio. Los odio.
Continuo varios segundos, negando mientras apretaba los ojos y diciéndoles cuanto los detestaba. Y no se detuvo, ni cuando sintió un puño golpear en su cabeza con Osano diciéndole "tonta malagradecida", y menos cuando Amao la obligo a verlo para limpiarle el rostro.
Los atrapo en un abrazo todavía estando arrodillada. En esos momentos que debían ser de calma y felicidad, su mente revivió el incendio, el instante en que los vio quedar sepultados bajo el techo del lugar, cuando supo que estaban en coma; recordó todo hasta ese momento en que los sentía pasar los brazos detrás de ella. Cinco semanas sin ellos, que se habían sentido como una eternidad. Pero ya no más, el tiempo de espera se había acabado por fin.
Después de tanto, volvían a estar los tres juntos.
—Ya cállate, baka. Eres una molestia— se quejó Osano a su izquierda. Sorbió por la nariz y sin dejar de apretarlo comenzó a enredar sus dedos en la cabellera de su amigo tsundere, sintiéndolo más, atesorándolo y agradeciendo que pudiera escucharlo otra vez. Segundos después, sintió una mano hacer lo mismo por su nuca, mientras escuchaba al más alto suspirar —. También te extrañamos, tonta. No vuelvas a asustarnos así.
Una vez que Ayano entro a la enfermería, Uekiya tuvo la amabilidad de cerrar las puertas para darle privacidad con sus amigos.
El domingo por la tarde estaba en el jardín delantero de su casa arreglando unos arbustos, y mientras lo hacía había visto como Amao regresaba del hospital ayudado por su madre. Se alegró tanto que poco después fue a visitarlo cuando creyó prudente, y una vez que tuvo permiso del castaño, le escribió a los demás la buena noticia para qué también fueran. La mayoría vivían en el mismo vecindario, por lo que llegaron pronto. No había podido decírselo a Oko porque su teléfono siempre sonaba ocupado, decírselo por un mensaje de texto le parecía brusco, así que decidió intentar después.
Pasaron horas hablando de todo lo qué había ocurrido en Akademi, y ayudándolo en sus tareas atrasadas. Pero Kaga había mencionado qué la ausencia de Ayano era inusual ya qué era una amiga muy cercana del cocinero; fue ahí cuando Amao les conto qué él y Osano habían pedido qué nadie le dijera nada a Aishi. No explico de forma clara el porqué, pero todos lo respetaron.
Esa mañana, todos estuvieron ahí para su amigo y Osano, apoyándolos en su tan esperado regreso a clases. Las chicas del consejo se les unieron y fueron comprensivas al entender qué querían estar ahí, cosa que sirvió para evitar qué el rumor de Ayano y Oko llegara a oídos de ambos chicos. Aunque Kizano y Aso no tuvieron tanta suerte. La última vez que los vio esa mañana, cada uno echaba fuego a su manera, entre furiosos y consternados murmuraban cosas en contra de Oko Ruto, y luego se habían para encontrar a la azabache y pedir una explicación; Uekiya supo entonces que debían hallarla primero para que mientras aun tuviera tranquilidad ella supiera que sus dos amigos en coma estaban ahí, más cerca de lo que imaginaba.
Por suerte, Fureddo sugirió revisar las fotos que habían sido enviadas a todos en el colegio, era extraño ya que esta vez el chisme había venido de un número privado, y no de las bullys que no podían hacer nada por estar suspendidas. Pero de esa forma se dieron cuenta de que Ayano solo aparecía con la gargantilla del club de ocultismo, no llevaba su rosa del club de drama ni los goggles de deportes. Guiándose por una idea colectiva, pudieron encontrarla con su novio en el club de este. El resto había sido fácil a partir de ahí.
—Felicidades— murmuro Geiju. Uekiya dejo de pensar en el bello reencuentro de mejores amigos para ver a su compañero pelirrojo de lentes, quien se había dirigido a Oko Ruto para felicitarlo.
—Es cierto, Oko-kun. Me alegra que tú y Yan-chan estén saliendo, ella me agrada. Es una buena chica— se unió colocando una mano en el hombro de su amigo, quien se veía tan nervioso como siempre. Ayano debía tener algo especial para conseguir flechar el corazón de ese chico tan reservado.
— ¿Quién lo diría, amigo? Terminaste ganándole a Kizano-san y a un lindo enfermero. No te ofendas— menciono Miyuji, dándole su apoyo con un juguetón golpe en el brazo.
—... ella no me dijo nada— dijo Oko al mirar sobre su hombro hacia la enfermería, donde Ayano se había quedado sin importarle que él estaba a su lado. Eso no debía pasar con el conjuro activo, ella solo tendría que darle importancia a él —. No entiendo...
—Son su team, Oko-kun— le explico Gema sin dejar de prestar atención a su consola —. Y los compañeros de juego están antes que nada. Un novio no va a curarla en medio de una partida, o a darle maná cuando se le acabe.
—Yan-chan no... es que...
—Tranquilo, sé que quieres estar todo el tiempo con ella, pero son sus amigos— habló Budo al percatarse de lo ansioso que se ponía su compañero.
—Así es una relación, Oko-kun, acéptalo o renuncia si no crees soportarlo— refunfuño Miyuji mientras ponía sus manos sobre las cabezas de Kaga y Geiju —. Me agradas, pero si no te gusta que Yan-chan quiera estar con sus amigos, tenemos un problema entonces.
—Hey, relájate— intervino Fureddo para calmar el repentino enojo de su amiga. Después de todo Oko no tenía la culpa —. Están comenzando, tiene sentido que se pongo un poco celoso al inicio y quiera estar con su novia. Es su primera relación ¿no?
¿Eso era lo que pasaba? ¿Celos? No tendría por qué ser eso, Ayano estaba enlazada a él sin opción de que alguien más la liberara. No era eso. Además, sabia como se sentían los celos; los vivió semanas atrás cuando Aso cargaba a la azabache, o cuando la descubrió besándose con Kizano. Conocía los celos, y no era lo que le pasaba en ese instante.
—No. Perdóname, pero discúlpame. Si estos dos— enfatizó la rockera mientras ahora tiraba de los brazos al pintor y al científico, acercándolos más a ella — acabaran en coma por salvarme a mí, uff, no querría soltarlos por el resto de mi vida, o por lo menos me gustaría estar junto a ellos todo el tiempo posible; saben que soy capaz de irme a sus casas para cuidarlos mientras duermen. Así que si, estaría tan sentimental como Yan-chan lo está ahora, y si yo tuviera un novio que no entiende eso, solo pensaría en cortarlo por ser un idiota.
—Calma— le dijo el artista luego de soltarse del agarre que cada vez se volvía más ajustado y doloroso.
—Las relaciones interpersonales tienen que estar equilibradas, no es una teoría sino un hecho — comento Kaga separándose del mismo modo, asintiendo mientras formaba de nuevo su sonrisa —Tiene sentido lo que Miyushan dice, la ecuación perfecta para la vida es en donde todo se mantiene en orden. Manejar los sentimientos y actuar de forma medible haría más sencillo todo, como en toda ciencia. Apoyo a mi preciada compañera. Aunque un comportamiento establecido y adoctrinado provocaría un desastre para mí, que quiero dominar la robótica para que alcance todos los rasgos de la difícil e indescifrable mente humana.
—Toda acción conlleva una reacción— le susurro la de mechas salmón con una pequeña sonrisa, al entender a que queria llegar —, igual pero de sentido contrario.
— ¡Exacto! Al menos alguien en este lugar entiende de lo que hablo, aunque termine siendo un conflicto de intereses.
Oko se permitió levantar la mirada para verlos. Miyuji siempre se mostraba despreocupada y genial, pero se enojaba rápido si tocaban un tema sensible para ella; no estaba seguro de que parte de todo eso era lo que la había puesto así, pero trataría de no volverlo a hacer. Al obsérvala, se fijó en la mirada y sonrisa cómplice que compartió con Kaga Kusha; casi siempre ella y Geiju eran los únicos que entendían por completo al líder de ciencias, eso los había vuelto muy unidos, además de la obvia relación que tenían. Música ligera y ciencias, juntos para siempre; arte se les unió luego, formando de ese modo el grupo de mejores amigos.
Si su compañera, líder de la mejor banda de rock en esos tiempos y alguien con quién en serio no queria discutir, le advertía que debía darle espacio a Ayano con sus amigos, entonces debía resignarse a hacerlo.
Estaba bien. Aunque ella lo hubiera ignorado, seguían unidos. Sus corazones aún estaban enlazados y aunque no entendía porque el hechizo no la obligo a seguir viéndolo, también se trataba de convencer de que no debía ser algo malo.
Acaricio la base de su dedo anular, donde su guante escondía el mechón de cabello aún. Solo arrancándoselo o quitándole el corazón ese conjuro se rompería. No pensaba dejar que ninguna de las dos cosas pasara.
—Oko-kun— escucho de repente de alguien que se detuvo delante de él, impidiéndole seguir. Alzó la cabeza con timidez para ver al chico, esperando que no fuera alguien que se quisiera burlar de él por los rumores. Se le congelo la sangre y prefirió esa opción cuando vio a Aso Rito bloqueándole el paso. El deportista siempre tenía una sonrisa en el rostro, además de ser muy optimista y enérgico. Pero la expresión que el rubio le daba no daba señas de ser amistosa; sonreía, de forma forzada y dándole una mirada que parecía envenenada por el cansancio y la envidia —. Buenos días, ¿qué tal tu fin de semana?
—Y llegó otro— suspiro Miyuji mientras apoyaba todo su peso en su pierna derecha y se desconectaba de la situación para cerrar sus ojos y tararear una melodía navideña.
—Estuvo... bien, gracias— respondió con temor. Retrocedió un paso, pero de inmediato Aso lo acorralo poniendo su mano en la pared. Con el camino cerrado, solo podía confiar en los demás líderes para que lo ayudaran a no tener una paliza —. Ah, ¿pasa... algo?
—Aso-kun— Uekiya camino al lado del rubio, alzando su voz para pedirle que se detuviera. No funciono.
—Je, tranquilos, no voy a hacer nada. Solo quiero preguntarle sobre algo que escuche— rio en voz baja para que los demás se tranquilizaran. Se concentró de nuevo en el peliañil y agrando su sonrisa —. Es extraño, pero hay un rumor de que tú y Yan-chan están saliendo. Jaja, sé que es un rumor falso ya que solo son amigos, pero sabes que me preocupo por ella y no me gustaría dejarla lidiando con esto sola. La estuve buscando...
—Enfermería— dijo en respuesta, pero no fue Oko. Todos voltearon a ver a Geiju, quién con una mirada imperturbable le indico con la mano el pasillo de dónde venían.
Varios se quejaron con él por decir eso como si nada, pero Aso le agradeció mostrando su verdadera sonrisa un segundo antes de dirigirse hacia allá, pasando de Oko sin nada más que una mirada y un choque de tensión entre sus hombros.
A Oko no le gustaba que lo trataran así, y menos chicos como Aso o Kizano que lo tenían todo. Él solo era alguien tímido que no disfrutaba ser el centro de atención como los demás. Sabía que a ellos también les gustaba Ayano, ¿pero era necesario ser unos idiotas solo porque había logrado estar con ellas y ellos no? Si, era por un hechizó, pero incluso si fuera su novia sin ninguna ayuda de magia negra, ninguno lo dejaría en paz. No aceptaban que hubiera ganado, solo porque no creían que fuera tan bueno como ellos.
Eran unos engreídos, creían que por ser populares y admirados tendrían todo fácil, incluyendo el amor de su demoniza. Podían fingir que eran buenos y amables, pero al final solo esperaban un momento como ese para desquitarse y hacerlo sentir menos que nada.
Apretó sus puños, respirando hondo a la vez que miraba al frente con el ceño fruncido y una pequeña sonrisa macabra se formaba en su rostro. Él era alguien. Una persona que en ese instante otros querían ser.
—El rumor es verdad— dijo lo bastante alto como para que Aso, quién ya estaba a varios metros, lo escuchara. Otros chicos que también pasaban por ahí se detuvieron y lo observaron solo para enterarse bien del chisme. Si iban a darle atención, dejaría todo más claro que el agua —, pero no estamos saliendo, somos novios... desde el viernes.
Aso sintió su poca estabilidad quebrarse ante aquellas palabras, borrando toda expresión de su cara y quedándose sin aire al entender lo que había dicho Oko Ruto. Viernes. El mismo día en que se había atrevido a decirle a su chica que le gustaba, ese en que le había robado un beso, cuando se quedó esperándola hasta el último minuto; Oko tomó su día, y le quito a la persona más importante que tenía. A la que amaba.
«No creo que sea buena idea que vayas— Aso se giró para verlo y descubrió que Oko lo miraba con unas sonrisa de lado —. No quiere verte ahora.
Con esas palabras que impactaron a todos, el líder oculto volvió a agachar la vista y siguió caminando hacia las próximas escaleras para poder ir a la azotea. Ayano no buscaba la compañía de nadie, ni de su propio novio por solo querer estar un rato a solas con sus mejores amigos. No le había mentido a su compañero de clases, solo no había dicho todo como era.
Solos en el pasillos, los lideres comenzaron a ver en ambas dirección por donde había ido Oko y luego Aso, por completo atónitos del arranque de confianza altanera que el más tímido de ellos había tomado. Nunca lo habían visto así de tranquiló si no era con sus kohais, y menos tomando esa aptitud. Era como verlo defendiéndose por primera vez. Pero con solo una mirada a cada uno de sus amigos, Uekiya supo que no se trababa de eso, sino de algo que podía hacerlo herir a la gente. Se estaba poniendo a la defensiva.
— ¡Al fin! — Gema bajo su brazo en señal de victoria y cerro unos instantes su consola para ver a los demás que se habían detenido en medio del pasillo, boquiabiertos y viendo de izquierda a derecha — ¿De qué me perdí ahora?
—No se preocupen. Prometo cuidarlos todo el tiempo, no los dejare ni un solo minuto — aceptó Ayano mientras esperaba junto a las madres de sus dos amigos en el piso de los de segundo año.
La enfermera junto a la maestra de deportes estaban ayudando a Osano y a Amao a subir, y por pena de que los vieran de esa forma, ambos pidieron a las mujeres y a su amiga que se adelantaran.
—Gracias, Yan-chan. Estoy más tranquila si estas a su lado— mencionó la mujer de cabello naranja antes de sonreír más ampliamente.
—También yo; creo que Amao necesita pasar tiempo con sus amigos— suspiro agotada la repostera, y de su bolsa saco un recipiente parecido a donde traía su almuerzo —. Hornee su postre favorito para animarlos, cheesecake de fresa. También añadí dos porciones más para ti y Osano-kun.
La yandere asintió a modo de gracias y acepto el almuerzo para guárdalo después en su mesa.
Sin aguantar su curiosidad y sintiéndose ofendida, les preguntó porque no le habían avisado nada cuando sus amigos despertaron; lo único que recibió fue un mensaje el sábado en la mañana donde le habían dicho que no eran necesarias sus visitas hasta la próxima semana. Se había preocupado al pensar que las había molestado de algún modo, y eso la entristeció hasta el punto de querer pasar la noche con su novio para dejar de pensar en eso. Fue entonces que ambas señoras le explicaron que fueron Osano y Amao los que pidieron que no supiera nada. Al enterarse los dos de que ella los había estado yendo a ver, se pusieron muy felices... y luego asustados. Aparentemente, se sentían inseguros de verla así como estaban por las quemaduras y el hecho de que no podían caminar solos. Tenían miedo de que los rechazara y los viera diferente.
—Yo no haría algo así— respondió desanimada. Se arregló el cabello que caía sobre su cara y miro a las dos adultas —. Pero entonces, si no querían que los viera, ¿porque volvieron tan pronto a clases?
—Amao no hace mucho en casa, además de su rehabilitación solo se la pasa leyendo recetas y viendo shows de cocina— la castaña negó, mostrándose dolida —. Esta diferente. Sé que es algo normal en estos casos, pero... no parece él mismo. Tampoco come; ve cualquier cosa sobre postres y comida, pero desde que salió del hospital dice que no tiene hambre. Cuando supo que Osano-kun vendría, dijo que haría lo mismo porque estaban en la misma situación. Está muy estresado con todo lo que pasa. Pero cuando estabas con él, era el de siempre de nuevo. Cuento contigo para que lo ayudes a tomar todo con calma.
—Osano tampoco está bien— la señora Najimi suspiro y se sostuvo la frente, como si estuviera cansada de algo en particular —. Todo el día le duele la cabeza, está deprimido en su habitación y ni siquiera toma su teléfono. Me preocupa mucho su estado. Solo lo deje venir porque pareció entusiasmado al ver que un amigo suyo comenzaría hoy aquí. Por favor vigílalo; no quiere decir nada de sus quemaduras o como se siente, pero él te quiere mucho y estoy segura de que te escuchara si le das apoyo.
Ayano respiro hondo y parpadeo dos veces para alejar el picor que amenazaba en sus ojos. Se sentía mal por sus amigos, sobre todo al pensar en que estaban así por su culpa. Ahora su deber era estar con ellos y ayudarlos a seguir adelante, a que pronto todo volvieran a ser a cómo era un mes atrás.
Una vez que los dos chicos llegaron hasta el segundo piso, fueron en compañía de sus madres hasta el salón 2-1. De inmediato los pocos chicos que estaban ahí se acercaron para saludarlos y decirles lo mucho que les gustaba tenerlos de vuelta. La azabache se quedó afuera del salón un instante, preparándose para enfrentarse a sus dos mejores amigos luego de tanto tiempo; las lágrimas e insultos de minutos antes no contaban, y en serio queria hacerles ver que no tenían que preocuparse de las cicatrices o las opiniones ajenas. Ella sería su soporte una vez que entrara al salón.
Las dos mujeres se despidieron de ella con sonrisas y mimos, motivo por el que se sonrojo un poco. Se giró para entrar y encontrarse con sus queridos amigos, deseaba hablarles de todo lo que había pasado esas semanas; que ahora tenía otros amigos pero que ellos seguían siendo los mejores, que había grabado un dance cover, muchas cosas eran las que ansiaba contarles. Pero antes de poder entrar, vio al otro extremo del pasillo como Kizano subía por las escaleras y veía a todos lados con una cara que parecía querer matar a algún pobre inocente.
—Cancele la cita— se quedó fría al recordarlo. Ella era el pobre inocente al que el actor queria matar.
Rápido se escondió en su salón y se asomó para continuar viéndolo a escondidas. Ahora se sentía mal por haberle hecho eso. ¡¿En que estaba pensando cuando le dijo que no queria salir con él?! No, de verdad, ¿qué le había pasado? Solo recordaba un poco de lo que le había dicho al cancelar pero nada claro. Se sentía como si estuviera más despierta y alerta que en todo su fin de semana.
Su miedo de tener que darle una explicación se volvió peor cuando lo vio ir a paso rápido hacia su salón. Sus pies reaccionaron antes que ella y consiguió esconderse detrás de Amao, quién le pregunto... con un extraño tono meloso si algo le pasaba. El castaño no pudo terminar su oración debido al fuerte grito de su compañero actor.
— ¡¿Alguno de ustedes, renacuajos, sabe en donde esta Yan-chan?! — gritó ganándose un sobresalto y miedo en la mirada de los presentes. Su semblante era duro; su cabeza estaba en alto como se esperaba de él, pero la mirada que lanzaba a todos daba escalofríos y daba la sensación de que los juzgaba con odio para destruirlos moralmente si no le decían algo que le sirviera.
Los pocos ahí podían ver a la chica escondida, y temiendo por su vida abrieron la boca para decirle al pelimorado que ella estaba ahí. Pero siendo más rápido que la mayoría, y sin dejarse intimidar por el mal humor de su amigo, Amao tomó la palabra.
—Buenos días, Kizano-san— y por primera vez desde que había llegado, el ojimenta dejo ver una expresión de tristeza. Levanto ligeramente sus cejas y apoyo su codo contra el brazo de su silla para poder poner su mejilla contra su mano, dejándolo ver horriblemente decaído.
En cuanto Kizano reparo en que su compañero y el otro chico peli naranja con el que había estado en el accidente se encontraban ahí, aclaro su garganta y se pasó una mano por el cabello para tranquilizarse un poco. Respiró profundo y sin verlo directamente abanico su mano a manera de saludo pomposo.
—Hola, Amao-kun y... tú también...
—Osano— suspiro el tsundere mientras miraba al piso y pasaba la yema de su dedo índice sobre su pierna, deprimido también.
—Sí, aja. Qué bueno que volvieron, siento lo del techo. Y no pude visitarte el sábado porque estaba ocupado haciendo los preparativos de un asunto que— gruño en voz baja y comenzó a sobarse la sien con dos dedos mientras su expresión de enojo pasaba a un tono más desesperado — que fue cancelado ¡porque parece que no soy tan bueno como un maldito insignificante que mira al piso todo el día! ¡¿Qu'est-ce qu'il a que je n'ai pas?! ¡Agh, Merde! ¡BIENVENIDOS! ¡TENGO QUÉ ENCONTRAR A ALGUIEN Y ARRUINARLE MÁS LOS OJOS!
Y vociferando otras cosas en francés, se retiró aventando su capa hacia atrás (enredándose un poco con esta) y azotando la puerta al cerrarla. Sus gritos y maldiciones siguieron escuchándose por varios segundos en que todos en el aula guardaron silencio, y solo hasta que el actor gritara al encontrarse con algunos de sus amigos líderes quienes trataron de detenerlo, todos volvieron a sus asuntos.
Ayano se llevó una mano al pecho y exhaló más tranquila al ver que tenía tiempo para pensar en cómo disculparse con su amigo por dejarlo plantado. Estaba a salvo por ahora.
Se levantó despacio y aliso las arrugas que ahora tenía su falda; miro de reojo a sus compañeros que murmuraban teorías de porque Ayano evitaba a Kizano, incomoda por la escena que todos acababan de ver. Decidido ignorarlos y se volvió para ver a sus mejores amigos de una vez por todas. Había esperado eso por semanas.
—Se tomaron su tiempo— dijo con todavía un poco de rojo en sus mejillas. Dibujó una sonrisa amable y acerco su silla para sentarse y quedar más a la altura de ambos chicos —, pero que bueno que ya volvieron. Tontos. Lo extrañe mucho, como no tienen idea.
—Gracias— habló Osano levantando más la mirada, sonrió de la misma forma que ella y se sonrojo cuando sus miradas conectaron. Giro su mirada hacia la izquierda y trató de disimularlo —. ¿D-De verdad pasaron cinco semanas? Se siente como unas horas, o días.
—Sí, muy largas semanas— refunfuño cruzándose de brazos —. ¿En que estaban pensando? Casi mueren por mi culpa, los tres pudimos salir de ese lugar. ¿Tienen idea de lo que sentí al verlos en coma? ¿Por mi culpa? Estas semanas fueron horribles sin ustedes.
—Fue más difícil para nosotros estar en coma— interrumpió Amao, todavía descansando su mejilla sobre su mano derecha. Sus ojos estaban sobre la yandere, pero no la veía de ninguna forma cálida o comprensiva, si no con enojo. Ayano se sorprendió y lo vio con la boca abierta —. No podemos hacer nada solos. ¿Tú la pasaste mal? Creo que no tanto como estar en coma a punto de tener muerte cerebral, Yan-chan.
Se quedó muda, una fracción de segundos miro a Osano ver si él le podía decir que estaba pasando, casi podía suponer como este le gritaría a Amao y lo llamaría baka por hablarle de esa forma. Pero en vez de verlo molesto y sorprendido, el peli naranja solo suspiro y rodo los ojos con lastima.
Amao no tenía paciencia y hablaba como si planeara herirla; Osano se mostraba deprimido y sin ánimos de nada. Esos no eran sus amigos, o lo eran pero... muy cambiados.
—Lo siento— dijo aun sorprendida, sintiéndose una tonta por lo que había dicho antes —. No queria ser grosera. Tienes razón, lo mío no se compara con lo que les paso.
— ¿Qué? — inquirió en un bufido, rodo los ojos con desagrado y fue que pareció comprender lo que pasaba. Sonrió como si nada pasara y se dedicó a apreciarla mejor, entrecerrando sus parpados con lentitud y viendo que su amiga era tan hermosa como recordaba —Jeje, lo siento mi linda cupcake. Algo de lo que me pasó en el accidente hace que actué así, no demuestro bien las emociones y tampoco las entiendo en los demás. Se diría que... estoy roto, jeje.
Ayano entre abrió sus labios un poco, pasmada por lo que su amigo acababa de decir. Amao estaba, o, actuaba como ella. No por completo porque sentía cosas, pero no entendía cómo usar con todas esas emociones. Lo entendía, y sentía mucha pena de que luego de vivir normal toda su vida, ahora tuviera que empezar a aprender todo eso de nuevo.
Osano se cubrió la boca y se inclinó hacia adelante, Ayano consiguió moverse a tiempo, pero luego de unos segundos en que el tsundere se mantuvo inclinado, consiguió estabilizarse y volvió a caer contra el respaldo de su silla mientras se sostenía la cabeza.
—Perdón, tengo mareos. Mi cráneo se fracturo y es— cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes al sentir una punzada fuerte que parecía querer perforarle la cabeza. Ayano se levantó a toda velocidad, no sabía cómo ayudar en eso pero si que debía llamar a la enfermera. Antes de irse, su amigo la tomo de la muñeca con su otra mano y la retuvo hasta que el dolor se fue no mucho después —... Perdón, de nuevo. Los dolores de cabeza también me pasan seguido, pero no duran tanto. Aunque creo que tú debes pasarla peor, eres tan tonta que aun eres la esclava de ese presumido.
— ¿Presumido? Dices... ¿de Kizano-kun?
— ¡¿Hay otro idiota que se cree dios?!— de nuevo hizo presión en donde sentía una nueva punzada, unos momentos después bajo la mano y suspiro con cansancio —¿Qué tan cretino tiene que ser para tenerte así otras cinco semanas? Solo le interesan sus estúpidas obras.
—Sobre eso...
—Entonces es por eso que tienes la cara lastimada— comento con emoción el repostero, quién se inclinó hacia adelante y le sostuvo la mejilla para ver de cerca el ojo morado y el su golpe más reciente en la otra mejilla. Amao rio un poco y la abrazo, tomándola de sorpresa —. Kizano-san tiene problemas de ira, jajá, ¡pero esto es demasiado hasta para él! Sé que lo pasa mal con tantas responsabilidades, pero esto tengo que decírselo a la consejera.
— ¡No! Chicos, esto no es por Kizano. Aunque puede que ahora si este muy enojado conmigo. Pero estos golpes solo son por meterme en peleas. Es mi culpa— se explicó mientras se sobaba el brazo con pena.
—Claro, baka. Le arruinaste la cara y ahora tienes un problema con ese tonto— susurro Osano al bajar más la cabeza, desanimado y triste —. Pero este entrometido tiene razón.
— ¡No soy entrometido! — Se carcajeo Amao como si le hubieran contado un chiste, levanto su puño para darle un golpe al contrario en el hombro, pero solo le dio un empujón en broma — ¡Ella también es mi amiga! Jajajaja
—Oigan, muchas cosas cambiaron mientras no estaban. Y una de esas es que Kizano-kun y yo...
— ¡Aquí estas! — la puerta se abrió de nuevo y los tres se voltearon para ver a un niño un poco más bajo que la mayoría ahí. Tenía el cabello negro sujeto a un broche de corazón y se mantenía abrazado con fuerza a Taro Yamada. Ayano miro a su senpai, lo observo ser arrastrado por el menos y terminar cerca de ella debido a que este queria saludar a Osano. No sintió nada al verlo, ni al estar a su lado —Fuimos a buscarte a la enfermería pero no te hayamos. Le dije a mi hermano que debíamos encontrarte porque tal vez te estabas sintiendo mal. ¿Te sientes mal? Sabía que no debías convencerme de ir a ver la escuela mientras te quedabas solo.
—Estoy bien, en serio— respondió al pequeño con una ligera sonrisa. Más tranquilo ante eso, el chico lo abrazó por el cuello mientras apoyaban cabeza contra cabeza, contento de que uno de sus mejores amigos estuviera bien y por fin de vuelta —. Hanako-kun, ella es la chica de la que te hable. Yan-chan, mi mejor amiga.
— ¿Mejor amiga? — pregunto el azabache cambiando su expresión de alegría por una de puchero. Inflo sus mejillas y cerro sus ojos con fuerza mientras se abrazaba más al tsundere —Tú no puedes tener una mejor amiga, Taro y yo somos tus únicos amigos. Desde la infancia, los tres, juntos. De seguro ella no entiende que cuando te enojas no lo haces de verdad. No quiero verla.
—Esta frente a ti— le regaño en voz baja mientras veía a Ayano con pena para lo disculpara.
Hanako lanzó un bufido, negándose a abrir los ojos para ver a la chica que le queria robar tiempo con Osano. Pero luego de que el peli naranja moviera un poco su hombro, insistiendo, se quejó en voz alta para demostrar su molestia y de mala gana abrió sus ojos mientras seguía haciendo su puchero y se cruzaba de brazos.
Comenzó a verla desde abajo, queriendo analizarla bien para decirle a sus dos amigos porque era mejor que no se juntaran con ella. Siguió elevando su cabeza, criticando cosas como que se veía nerviosa o que no sabía qué hacer con sus manos temblorosas, estaba por añadir a esa lista imaginaria que era muy fea, cuando reconoció el rostro de la estudiante delante de él. Abrió su boca en un gesto de asombro y sus brazos cayeron de la sorpresa.
Recordó el viernes pasado. Esa chica dándole el premio que tanto deseaba. Como se había quedado con él para ver la lluvia de estrella. Lo atenta y linda que era. Su buen gesto de darle un pastelillo. Y como había actuado al limpiarle la cara. ¡Era ella! ¡La chica del festival era ella y estaba delante de él!
—Eh, hola— lo saludo aun sintiéndose ansiosa de ver a un amigo de Osano que no conocía. Levantó su mano en un ademan, intentando verse amigable. Le ponía nerviosa que el chico primero la viera como con ganas de echarla de su propio salón, y qué ahora solo la viera así sin decirle nada —. Soy Ayano Aishi. La mejor amiga de Osano-kun. Un gusto conocerte...
— ¡Eres tú!— respondió en un grito que aturdió a los chicos en silla de ruedas. Hanako entonces junto sus manos y sonrió como nunca, con una alegría que solo mostraba en su cumpleaños al recibir muchos regalos o cuando recibía alguien le daba sorpresa. Oh por Dios, tener a la chica del festival delante suyo era como una mezcla de ambas cosas, ¡solo que mejor! — ¡Te encontré!
Ayano cerró sus ojos con alivio al escuchar el timbre del receso. Apartó su libreta en donde había garabateado a Oko como chibi por toda una hoja. Imposible no pensar en él un solo momento, excepto cuando alguno de sus amigos le hablaba para pedir ayuda o para molestarla.
Sacó el almuerzo que había hecho con amor para ella y su novio, además de también dejar ver el postre que la señora Odayaka le había dado a cuidar. Miró a su izquierda para preguntarle a Osano si había traído un bentō como de costumbre, pero se quedó en silencio al notar como él solo se quedaba observando una hoja en blanco de su cuaderno mientras jugaba con la esquina de esta. No había anotado nada de la clase.
No parecía verse aburrido, sino triste... desanimado y perdido en algo en su mente que lo atormentaba.
Estiro su mano para tocar la su amigo. Él dio un pequeño brinco y volteo a verla con los ojos muy abiertos; Ayano se inclinó un poco más para preguntarle que le pasaba, pero a sus espaldas otra voz sonó con fuerza. Sorprendiéndolos a los dos y haciendo que apartaran.
— ¿Mi mamá te dio este postre? — pregunto Amao en un grito no muy animado. Las comisuras de sus labios estaban inclinados hacia abajo, sus ojos parecían igual de tristes que los del peli naranja y sus hombros se mantenían caídos como si se estuviera resignando a algo. La azabache se giró para verlo, temiendo que la sorpresa no hubiera funcionado —Genial, de verdad sabe que es mi favorito.
— ¿Ustedes... se sienten bien? — titubeo con dudas acerca si preguntarles eso. Pero ya lo había dicho — ¿Llamo a la enfermera?
— ¡Claro que estoy bien, eres una tonta si...! Ah, olvídalo— el tsundere se desplomó sobre su mesa y comenzó a pasar sus dedos de forma lenta sobre el pupitre. Cansado —. ¿Podemos salir? Quiero algo aire.
—Oh, eso suena bien— murmuro el castaño en un tono más animado, y hasta ¿ese era un tono romántico? —. Yo también quiero aire. Ahh, un paseo seria genial. ¿Te gustaría, mi dulce cupcake?
Sorprendida por lo extraño que resultaba verlos así, decidió fingir que no pasaba nada y solo asintió mientras se levantaba de su silla y estiraba un poco sus brazos. Debido a que ella era la responsable de ambos en el salón, la profesora había dejado que los dos chicos permanecieran sentados con ella. Así que durante todas las clases estaría entre sus dos mejores amigos, quienes actuaban muy diferente a como los recordaba; ni siquiera parecían ser los dos chicos que había extrañado. Pero eran ellos, y a pesar de todo igual estaba muy feliz de tenerlos con de vuelta.
No le importaba si actuaban raro o como siempre, eran secuelas de lo que habían hecho por ella. Así que haría todo lo que estuviera en sus manos para que mejoraran pronto. Esa era su meta a partir de ahora.
— ¡Osano-kun, ya estoy aquí! — luego de que sus demás compañeros salieran para ir a comer y solo ellos tres se quedaran en el salón, Hanako llegó con una gran sonrisa y un color rojo en su cara que no se apreciaba bien por su gesto. Primero vio a Osano, pero luego elevó su cabeza para ver a la chica y junto sus manos tras la espalda a la vez que empezaba a caminar hacia ellos sin dejar de verla —. Hola, Ayano-senpai. ¿Puedo comer con ustedes?
—Hola, tú... ¿Hanako-kun? — pregunto un poco nerviosa por la mirada penetrante que el chico le daba. Aparte de que no queria verse grosera al ya haber olvidado su nombre.
—Sipi. Pero puedes llamarme como quieras. Un apodo seria lindo, yo también te daría uno— el joven Yamada parpadeo unas cuantas veces mientras se balanceaba adelante y atrás, encimándose sobre ella cada vez que se hacía hacia el frente.
— ¿No comerás con tu hermano? — pregunto Osano molesto. No queria que de repente Taro apareciera y empezara a molestarlo; había aceptado llegar con ellos a la escuela porque solo estaba enojado con el mayor de los Yamada, Hanako no tenía la culpa de que su hermano fuera un tonto.
El azabache rodo los ojos y bufo por la nariz.
—Es mi primer día aquí y quiero estar contigo, te extrañe tonto. Además, Taro está leyendo y dice que yo hablo mucho. Aish, es muy malo conmigo a veces.
—Sí, un baka— respondió, sonriendo un poco por primera vez en horas.
Al notarlo, Ayano se resignó a la idea de que ese tal Hanako conocía más a su mejor amigo que ella misma. Le molestaba mucho admitirlo, pero ya lidiaría con eso en otro rato. Ella seguía siendo importante para ambos, y nadie le robaría su lugar.
—Íbamos a salir— dijo con amabilidad falsa —. Estamos cansados de estar en el salón.
— ¡Oh! ¿Los puedo acompañar? Quiero que me muestres el sitio, Ayano-senpai— Hanako junto sus manos como si suplicara y ladeo su cabeza para usar su ternura a favor. Queria estar cerca de ella para volver a sentir esa calidez que había experimentado bajo la lluvia de estrellas, estaba seguro de que ella se había sentido igual —. Por favor, por favor, por favor.
— ¿No habías vuelto de un paseo con Taro-kun antes de clases? — pregunto Amao con una sonrisa cínica. Ayano sabía que eso era por su conmoción cerebral, por lo que le acaricio el cabello para que se tranquilizara y dejara el menor en paz.
El tono de voz asusto a Hanako, pero el gesto que Ayano había tenido con él lo molesto al grado de inflar sus mejillas y dar un fuerte pisotón contra el piso. Cosa que repitió más de tres veces con cada frase que decía ahora.
—Quiero pasear con mi senpai— pisotón —. Quiero estar con mi amigo — pisotón —. Y tú no me agradas, pero quiero comer ya.
Tal cual un niño lo haría, le saco la lengua al cocinero y se cruzó de brazos mientras se encogía de hombros y dejaba ver su enojo ante la falta de cumplimiento en sus caprichos.
Era un chico muy infantil y algo fastidioso, fue lo primero que cruzó por la mente de Ayano al verlo actuar de esa forma. Pero no era nada nuevo para ella, lidiaba con miles de personalidades parecidas todos los días, como los dos delincuentes de quienes no había sabido nada desde el viernes, y como la misma Midori que parecía ser una niña casi siempre. Si queria mantener a sus dos mejores amigos de su lado, lo mejor era mostrarse como alguien abierta y paciente. Cosa que era todos los días al tener su tipo de trabajo en realidad.
—Está bien, Hanako-kun. Puedes acompañarnos— dijo fingiendo nervios, era mejor verse algo incomoda que harta. Miro a sus dos amigos y recordó un detalle importante que tal vez el chico no había considerado —. Pero mis amigos no pueden moverse de este piso. Solo daríamos vueltas, y no creo que te interese conocer solo los clubs que hay aquí.
—No me importa, quiero estar con dos de mis tres personas favoritas— respondió retomando su sonrisa y apareciendo entre Osano y ella, enganchándose con fuerza al brazo de su nueva senpai —. Vámonos ya, quiero que me cuentes todo de este piso. ¿Perteneces a un club? ¿Crees que podría unirme también? Sería muy lindo estar a tu lado todos los día, senpai.
—Te dije que no la molestaras, baka— se quejó el más alto luego de darle un golpe en la cabeza a su amigo, quien se quejó y solo soltó a Ayano para sostenerse con fuerza donde había sido el impacto —. Yan-chan no está en ningún club, o no por voluntad propia.
—Es verdad, aun sigues como asistente de Kizano-san— dijo Amao entre suspiros y miradas profundas hacia ella. Ayano no le hizo caso al hecho de que parecía embobado y se limitó a negar repetidas veces, tanto con sus manos como en palabras rápidas.
—No me han dejado hablar de eso, tontos. Kizano-kun ya no...
— Por fin. No eres fácil de encontrar hoy— todo el mundo siguió a la nueva voz que se dejó escuchar desde la puerta. De pie, con los brazos levantados tras su cabeza y una sonrisa forzada, estaba Aso —. Bienvenidos, chicos. No sabía que eran amigos de Yan-chan.
— ¿Y él quién es? — habló Hanako al notar la forma en que el deportista miraba a su senpai. Ya acostumbrado a hacerlo con su hermano, se abrazó a la fémina, escondiéndose detrás de ella con ese acto para que no pudiera irse o pensar claramente en el muchacho que recién llegaba — ¿Lo conoces Ayano-senpai?
—Aso-kun, que gusto verte— Amao lo saludo a la par que se escurría un poco en su silla, hundiéndose en sí mismo mientras su mirada comenzaba a apagarse. Otro cambio de ánimo, ¿que estaría sintiendo en verdad? —. Yan-chan es amiga mía, nos conocimos unas semanas antes del accidente. ¿Tienen alguna actividad de deportes juntos?
—Aso-kun es mi amigo, chicos— la azabache trataba de quitarse al niño de encima disimuladamente, aunque la respuesta que dio para satisfacer la curiosidad de sus mejores amigos solo provoco que el menor se juntara con más ganas —. Hanako-kun, necesito espacio.
—Así es— el rubio oji azul se acercó hasta el otro lado de la chica, donde vio como el más bajo de todos ahí le sacaba la lengua mientras fruncía el ceño. No tenía idea de quien era, tal vez el hermanito de Ayano o un primo por lo apegado que se notaba. Dejo de fijarse en él y miro a la azabache con firmeza, su mirada era dura, casi como si algo lo molestara pero se negara a decirlo. La yandere solo tenía en cuanta una cosa, el deportista podía esconder muchos sentimientos que luego explotaban contra ella, así que mejor tenia cuidado —. Somos buenos amigos. Sobre todo desde el viernes pasado.
El beso. La declaración. Se había olvidado de todo eso. Mierda.
Qué vergüenza olvidarse de algo tan importante. Sin embargo, algo extraño pasaba. La semana pasada, su corazón había latido con todas sus emociones juntas luego de besar a su amigo y de saber cómo él se sentía por ella; le había afectado tanto que no dejo su carta para Taro (ahora no entendí como es que él le había gustado tanto tiempo). Pero, en ese momento que recordaba lo sucedido, no sentía otra cosa además de... indiferencia. No le importaba, no recordaba incluso como se había sentido al besarlo.
No sentía nada por Aso. Pero aun lo queria como amigo... ¿o no?
—Sí, bueno, creo que ya tienes que irte— Hanako se asomó para ver bien al deportista. Lo contemplo de arriba hasta abajo y bufó al desaprobarlo rápidamente como amigo de la chica que le gustaba —. Ayano-senpai y yo vamos a acompañar a Osano-kun y a este tonto mientras ella me enseña el piso. Así que ya déjanos.
— ¿Alguien me dice quién es?
—Hanako Yamada, soy amigo de Ayano-senpai. También desde el viernes pasado. Ganó un oso de peluche gigante para mí. ¿Hizo parecido por ti antes? No, no lo creo— presumió el menor mientras sonreía con arrogancia y se acomodaba más entre los brazos de la chica.
Gracias a esa información suelta, Ayano pudo atar cabos y recordó al niño que había ayudado antes de volver a casa. Lo había olvidado por completo, solo recordaba vagas cosas de esa noche. Sobre todo cuando ella y Oko se habían besado por primera vez. Ya reconociendo al chico que se aferraba con necesidad a su cuerpo, le paso una mano por la espalda esperando que eso lo tranquilizara un poco.
—Sí, lo conocí en el muelle. No le digan que lo había olvidado— murmuró lo último para que Hanako no fuera a escucharla y volviera a tener uno de sus berrinches. Sacó de forma rápida su teléfono y con horror se dio cuenta de que el descanso estaba avanzando sin que hicieran nada —. Salgamos ya, tenemos que comer algo antes de que la próxima clase empiece.
Cada uno tomo en mano su comida y salieron del salón para comenzar el dichoso recorrido por aquella planta. Aunque Hanako se negó, diciendo que eran demasiados, Aso se quedó con el grupo; manteniéndose junto a Ayano en todo momento y debes en cuando haciendo que sus dedos chocaran por una fracción de segundos. Y eso hubiera sido lindo, de no ser que siempre que Hanako veía eso jalaba a Ayano para preguntarle cualquier cosa que la hiciera dejar de hacerle caso al deportista.
Osano y Amao por petición propia manejaban sus propias sillas de ruedas. Eran automáticas después de todo así que no necesitaban a alguien empujándolos todo el tiempo. Participaban en la conversación, quejándose o platicando cosas que recordaban antes del accidente. Pero Hanako y Aso le dieron la razón a Ayano, ambos estaban muy diferentes: Osano ni siquiera fruncía el ceño, solo se veía triste y acabado. Amao actuaba erráticamente, casi siempre viéndose enojado.
El coma no se llevaba toda la culpa, si no lo que vivieron tras el escenario luego de que el techo les cayó encima. Fuego, golpes, fracturas. Osano tenía sus quemaduras más a la vista que Amao, teniendo incluso una en la frente muy grande que llamaba la atención de inmediato. El cocinero había tenido más suerte en ese aspecto, pues solo tenía cicatrices pequeñas o escondidas; su única quemadura en el rostro era en la mejilla. Pero la contusión cerebral le había pasado factura haciéndole confundir muchas cosas; había olvidado como empezar a comer su postre.
Al menos ambos sabían que contaban con Ayano para hacerlos sentir mejor.
A su vez, mientras la chica hablaba con sus amigos y sufría las atenciones de los otros dos. Ignoraba su teléfono que vibraba persistente toda la mañana. Solo lo vio una vez para confirmar que no era su madre, si no llamadas perdidas y muchos mensajes de Info-kun y el Yakuza. No tenía ganas ni tiempo para hablar con alguno de los dos, así que solo dejaba que su celular vibrara y vibrara. Con algo de suerte se quedaría sin pila antes de ir a trabajar.
—La sala del consejo estudiantil— dijo señalando la habitación una vez que pasaron junto a esta. Doblaron a la izquierda y de nuevo estaban frente a su salón de nuevo —. Por ahí están los otros baños también al fondo de todo y... eso es todo.
Mostrarle esa zona a Hanako había sido algo más largo de lo que esperaba, aunque solo porque este le preguntaba su opinión sobre cada sala y club por el que se asomaban, y porque los líderes de ese piso salieron para volver a saludar a Amao. Se sintió mal por Osano, a pesar de estar en el mismo accidente y llevarse la peor parte, todos conocían más a Amao y se acercaban solo para saludarlo a él y felicitarle por haber despertado.
Osano solo era alguien común. Hanako y ella parecían ser los únicos interesados y que lo conocían bien. Era cosa de los dos hacer sentir acompañado y querido al peli naranja.
—Wow, este piso es genial— adulo Hanako mientras robaba un poco del cheesecake de Osano, estando lejos de ella luego de un rato —. Y también es increíble que te lleves bien con los líderes. ¿Has estado en esos clubs?
—No, pero si en muchos otros. Soy... era miembro honorario de varios a la vez— dijo a la vez que se llevaba una mano al cuello y sentía la gargantilla apretarle, como si quisiera hacerla recordar algo.
—Un momento, ¿eras? — inquirió Aso, dejando de jugar con un balón de básquet que había tomado de una de las bodegas —Acabas de volverte miembro honorario de mi club. Oye, ¿Dónde están tus goggles? ¿Y tú rosa?
—Ah sí, sobre eso. También tengo que hablar de eso con Kizano-kun, pero creo que está enojado conmigo por alguna razón.
— ¿Quién es Kizano-kun? — pregunto Hanako con curiosidad. Ese nombre le sonaba de algún lado, de las noticias tal vez.
—Es otro amigo, Hanako-kun— le dijo con una pequeña sonrisa mientras seguía comiendo su propio almuerzo.
—Amigo es una palabra... grandes para que la uses con Kizano-san— Amao hablo lento y con cuidado, como si le tuviera lastima al creer que luego de tanto trabajo forzado estaba empezado a alucinar en su relación con el pelimorado. Un rugido provino del estómago de este mismo, cosa que lo hizo alterarse mucho hasta el grado en que su pecho empezó a subir y bajar rápido al mismo tiempo que veía a distintas partes —. Yo-Yo-Yo, tengo que ir al... baño. Sí, eso, al baño.
—Voy contigo. Mis manos están pegajosas— dijo Osano al darse cuenta de que en no quedaba mucho para volver a clases.
El estómago de Hanako rugió, cosa que lo hiso enrojecer y se retiró con una risita nerviosa mientras iba detrás de los dos mayores hacia el baño. Dejando solos a Ayano con Aso Rito. La azabache no está muy segura de dejar a esos dos solos, si algo pasaba no estaba segura de sí Hanako podría arreglárselas solo, pero debía confiar en ellos. Eso era importante para que avanzaran en su recuperación, pensó para tratar de convencerse.
No pudo seguir repitiéndose ya que un olor apestoso empezó a llegar a donde estaban.
— ¡Vuelve aquí desgraciado del mal! ¡Hare que te corten la cabeza! ¡INSIGNIFICANTE SER DEL ABISMO! — Kizano apareció subiendo por la escaleras mientras su capa roja hondeaba con fuerza tras de él, esto debido a la velocidad con la que iba mientras perseguía a alguien qué llevaba una manta blanca encima. Su coleta estaba medianamente desecha y su cara lo hacía ver como un loco qué solo queria venganza con sangre — ¡ES MI FINAL FELIZ! ¡MI REINA! ¡NO ERES DIGNO NI DE VERLA A LOS OJOS!
Ayano se cubrió la nariz, mareada por la peste qué provenía del Kizano. Se sostuvo de la pared al volver a tomar aire y sentir un leve mareo por la podredumbre qué se olía. Fue ahí cuando el actor freno en su persecución y miro a Ayano por fin luego de andar por toda la escuela buscándola. Se enderezo, levantando el mentón y haciendo sus hombros hacia atrás. Sus pasos hasta ella fueron grandes pero livianos, manteniendo su furia bajo el manto de linaje qué siempre buscaba demostrar que tenía.
Antes de que él llegara ante ella para pedirle una explicación, el mismo chico con la manta corrió de forma ciega hacia la azabache también. Al notarlo, Kizano le piso el resto de tela qué arrastraba por el piso, esto esperando qué cayera y entendiera qué no merecía estar ahí. Pero en lugar de eso provocó qué la sabana se deslizara descubriéndolo, mostrando que el perseguido era Oko Ruto.
Al tenerlo de frente y verlo directo a los ojos, el corazón de la asesina volvió a latir con fuerza y casi sintió qué todo a su alrededor se teñía de color rosa. Una sonrisa boba se dibujó en su cara, y sus parpados cayeron al ver con ensoñación y ternura al chico sombrío.
Destapo su nariz dejando qué sus brazos colgaran a ambos lados de su cuerpo, y dio un paso adelante para acercarse a su novio. Cosa qué no sucedió ya que este fue jalado desde atrás por el actor.
— ¡Te dije que no te acercaras a ella! ¡Es una diosa que no merece a un parasito como tú a su alrededor! ¡Hazle un favor y aléjate de nosotros! — gritaba enfurecido el pelimorado mientras, usando su la poca fuerza que tenía, jalaba al ocultista para sacarlo de ahí.
Kizano estaba tan concentrado en dejar ver su odio, que no pudo hacer nada para chocar contra la pared una vez que alguien lo empujo, obligándolo así a soltar al peli añil. Oko termino en el suelo, algo aturdido y temeroso de que eso volviera a suceder, pero en cuanto Ayano se le acerco y lo ayudo a ponerse de pie, pudo sonreír un poco y apoyarse en ella.
—Genial— bufó Aso al notar como Oko, tímidamente, tomaba de la mano a su chica y esta se sonrojaba de forma exagerada. Apretó sus puños, sintiendo ganas de golpear su saco de box.
— ¡¿Darling?! —Kizano se quitó de la pared y al contemplar la escena de enamorados que los dos mantenían, sintió su ira cegar el poco razonamiento lucido que le quedaba. Golpeó el muro con fuerza, y con la cara roja se acercó listo para golpear también a cualquiera de los dos si era necesario — ¡¿Cómo te atreviste a hacerme esto?! ¡Teníamos algo y solo lo desechaste como si nada! ¡Como si yo fuera nada! ¡COMO SI ESE DEMONIO VALIERA MÁS QUÉ YO, MALDITA SEA!
Sus problemas de ira habían estallado como hace mucho no pasaba, no desde que por eso se había roto un brazo semanas antes de su obra estelar. Sus palabras eran fuego que al expulsarse quemaban con dolor y decepción; no pensaba en lo que decía, solo soltaba aquellas palabras que su mente y corazón juntaban en oraciones para reclamarle a Ayano por su extraña forma de actuar en los últimos días.
Ella se había alejado de él por una razón estúpida, se ponía celosa de las demás chicas que se le acercaban, y lo seducía con besos y palabras que una dama no debería decir en público, ¡SOLO PARA QUÉ LO DEJARA PLANTADO HORAS ANTES DE SU CITA Y APARECIERA SIENDO LA NOVIA DE SU INMUNDO COMPAÑERO OCULTISTA! Podía estar muy enamorado de ella, pero incluso después del infortunado comiendo que tuvieron, él no se merecía esa clase de trato. Ni por la bella princesa que lo tenía cautivado, ni por nadie.
Se había esforzado mucho en planear esa cita. ¡Sobre todo porque era la primera que él tendría! No había tenido novias, nadie le había gustado antes, siempre celebro que el teatro fuera su único y más sincero amor. Hasta que Ayano logro enamorarlo, y había querido que esa primera cita fuera excepcional para los dos.
Había reservado en uno de los mejores restaurantes de ahí, era tan exclusivo que tuvo que utilizar su apellido para conseguir la mejor mesa del lugar. Planeo desde el viernes todo el menú, asegurándose de incluir cosas que estaba seguro a ella le gustaban o le gustarían, planificando además diferentes arreglos florales que le daría en las diferentes paradas de su cita. Al terminar de cenar pasarían la tarde en la zona privada que sus padres tenían en la playa para que nadie los molestara, había mandado a su gata al estilista para que estuviera presentable y se la pudiera presentar. Contrato músicos para que llevaran una serenata, y así cautivarla a orillas del mar mientras ambos bailaban bajo el manto de las estrellas. Y luego de llenarla de rosas y poesía que había escrito el sábado en la noche, emocionado e inspirado por todo lo que les esperaba, se pondría de rodillas ante alguien por primera vez en su vida, y le pediría que por favor le diría el placer y el honor de volverse su novia, con la esperanza de un día gobernar a su lado, como una reina.
Era la primera cita de ensueño. Un día espectacular que ambos recordarían con cariño por siempre.
Pero no, nada de eso pasó. Porqué la mañana de ese domingo, a horas de todo que todo comenzara, le llamo para confirmar que pasaría por ella temprano. ¡¿Y cuál había sido su insípida respuesta?!
"Olvídalo, ya no quiero salir contigo. Tu olor me molesta y encontré algo mejor que hacer. Adiós"
¡LO HABIA ENGAÑO Y USADO COMO UN VIL TRAPO VIEJO! Había sido humillado por la chica a la que queria complacer. ¡Y todo porque ese sucio impuro venido del mismo abismo había tomado su oportunidad! Iba a matarlo, y a Ayano Aishi, si no lograba salir de su estado fúrico a tiempo, también.
Ayano sintió el aroma apestoso llegar más a su nariz, y escuchó todas las barbaridades que Kizano les gritaba sin importarle que muchos en el pasillo, además de Aso, los veían. Molesta por no tener un encuentro tranquilo con su adorado novio, decidió encarar al actor para que se callara de una vez por todas. Pero eso fue a segundo plano cuando vio a Oko encogiéndose de nuevo en sí mismo y tratando de huir del sitio para no seguir siendo acosado.
Oko estaba incomodo por culpa de Kizano. Y a Ayano, eso no le gustó nada.
La chica pasó sus dedos con suavidad por la cara de su novio, instantes en que lo acaricio con ternura antes de ponerlo detrás de ella y ver con una mirada fría y de muerte al actor. El pelimorado, a pesar de verla así y extrañarse, no apago su enojo y siguió andando hacia donde ambos tortolos estaban mientras le gritaba que era una traidora con poca clase.
Y así provocó que el choque entre ambos fuera más rápido y abrupto.
—Cierra tu boca de una vez, imbécil — murmuro enfurecida con su voz en tonos bajos y graves. No fue necesario gritar para dejar ver lo enojada que estaba con el más alto. Lo empujo otra vez, golpeándolo en el pecho y luego tomándolo de los bordes de su capa para atraerlo a su altura y encararlo frente contra frente. Su nariz y garganta ardían por el escozor que el mal olor le daba, pero su amor la hacía tolerar cualquier cosa —. Vete y déjanos en paz, ¿es tan difícil para ti entender eso, idiota?
La llama enardecida que era el espíritu vengativo de Kizano se vio aplacada por la oleada de cosquillas que invadieron su estómago al ver de esa forma a la azabache. Apretó sus labios, conteniéndose de suspirar o de mostrar una expresión que delatara su disfrute por verla así. Por más sexy que ella se mostrara estando así de molesta, no podía dejarse manipular por los encantos de la chica. Gruñó, recuperando un poco de su propia ira y tomo las manos de Ayano para que lo soltara, no dejando que ella se liberara.
—Tú tienes demasiado que explicarme ahora, mujer. ¿Ese bicho es tu novio? ¿Qué pasa conmigo entonces? No soy un juguete con el que te puedes entretener, soy un actor, un príncipe en el escenario. Si quisiera, podría usar quien soy para destruirte en esta escuela y en todo este lugar. Pero solo porqué algo debe estar mal contigo, no lo hago. Porqué en serio tienes que estar demente para salir con ese asqueroso parasito infernal...
¡PAF!
Aso, junto con los presentes que se asomaban de las esquinas para ver lo que ocurría, sintieron sus mandíbulas descolocarse y dejaron oír gritos de asombro al presenciar como la chica, harta de escuchar esos insultos hacia Oko, logró zafar su mano derecha de un tirón y sin perder tiempo la levanto y azoto contra el rostro de Kizano.
Kizano sintió cada latido de su corazón, escucho sus respiraciones con una claridad espelúznate y luego de sentir como su mejilla izquierda ardía por el golpe. Parpadeo dos veces mientras, de forma lenta, veía atónito y hasta algo asustado a la chica Aishi. No se había dado cuenta antes, pero no tenía el broche de rosa negra que la mostraba como miembro honorario del club de drama; solo llevaba puesto esa gargantilla que el ocultista le había dado.
Inhalo y exhalo con fuerza, viéndose aterrado de repente. Ni el golpe que ella le había dado antes, en esa "cita" donde quiso enfrentarla por no aceptarlo o rechazarlo, había sido tan doloroso. Porque en ese momento sabía que ella no había querido hacerle daño de verdad. Ahora la historia era diferente. No solo porque protegía a su rival, sino porque era claro que en esa guerra, él era quien había perdido todo. El amor. La amistad. La compañía.
Había perdido a su bella darling, porque esa chica que tenía en frente, no era la misma Ayano con la que había hablado el viernes. No era la mujer con la que había soñado todo el fin de semana.
No se dio cuenta de que había empezado a llorar hasta que Ayano, luego de verlo de forma aburrida dio media vuelta para volver a donde Oko se mantenía encorvado y encogido en sí mismo. Estaba sonriendo, de forma muy discreta pero el muy desgraciado sonreía. Contento de que luego de todas las humillaciones e insultos que había tenido de su parte en tiempo pasado, ahora tenía algo que él deseaba y amaba. Algo que ya no podía tener.
Maldito.
Ayano dejo toda mueca de enojo cuando llegó al lado del ocultista. Su mirada se suavizó y hasta se dejó ver sonrojada y muy tímida aunque feliz. Oko le respondió de la misma forma, sonriendo tímidamente y tomándole de la mano para que el dolor de Kizano fuera aún mayor.
— ¿Que está pasando contigo, Yan-chan? Así no eres tú— Aso se acercó en donde los novios se daban miradas furtivas y tomo a su amiga del hombro para llamar su atención. Lo ignoro. Molesto por no entender a que jugaba ella, hizo lo que sabía que no le gustaría pero conseguiría llamar su atención. La cargo, sacándole un grito de sorpresa y que por lo repentino del acto esta se aferró a su cuello —. Esto no es gracioso. Kizano-san y yo somos tus amigos, ambos sentimos cosas por ti y lo sabes. Se que nunca lo lastimarías, que no serías así con ninguno de tus amigos a menos que algo te esté pasando. Dinos ahora que pasa, porque como te estas portando y tu actitud son demasiado horribles como para que lo hagas en serio.
Aso estaba dolido por no tener la oportunidad de decirle sus sentimientos a Ayano de forma correcta. Él se había atrevido a decirle como se sentía, y hasta a robarle un beso; lo decepciono ver que ni siquiera se había atrevido a decirle que no en persona, o a contarle antes de saber por los chismes que ya estaba saliendo con otro chico. Pensaba que le gustaba Taro, pero Oko parecía haber logrado encantarla hasta hacerla cambiar de opinión. Si tan solo no se hubiera acobardado, si no hubiera temido el rechazó él se habría declarado primero y esos podrían ser ellos dos.
Y a pesar del dolor que sentía y del odio por Kizano, ella seguiría siendo su primer amor y mejor amiga. Esperaba al menos mantener esa amistad luego de hablar un poco para terminar ese tema para siempre. Pero todo eso se había ido a la basura cuando comenzó a verla actuar distinto, con Osano y Amao se había visto igual que siempre, incluso con ese chico nuevo podía ver que estaba siendo amable como era ella en verdad. Pero de un momento a otro era una chica sin corazón y fría, capaz de lastimar a uno de sus amigos más cercanos y queridos. Uno que estaba consiente estaba enamorado de ella.
Necesitaba saber qué pasaba, pero todo lo que parecía importarle a su amiga era bajar y volver a los brazos de Oko Ruto.
— ¡Suéltame! Por cosas como estas es qué no te soporto— escupió mientras lo golpeaba y pataleaba en sus intentos por escapar. Aso se sorprendió por lo que ella decía, pero no aligero el agarre. Así no era Ayano —. ¡Bájame, idiota! Entiende qué aunque me hayas dicho todo eso el viernes, no me importa. No me gustas, y ahora tampoco me agradas. ¡Eres un maldito empalagoso qué tiene miedo qué me muera si no estás junto a mí, y odio eso de ti!
Ayano abrió su boca para morderlo ya qué era la única forma de qué el chico la soltara, pero al darse cuenta de lo que pretendía, Aso la soltó para evitando así ser lastimado. Ayano de verdad iba a hacerlo. La vez pasada le había golpeado la mano, pero ella misma se encargó de sobarle la palma y hasta darle un beso como perdón; ahora estaba lista para morderlo. ¿Qué estaba sucediéndole?
Viéndose liberada, la azabache corrió a donde estaba su novio y este, sin verse alterado sino contento por todo lo que ella hacía por defenderlo y volver a su lado, la abrazo por la cintura y acerco más a si mismo donde pudo juntar sus narices en un gesto juguetón.
—Ayano... ¿qué es lo qué te pasa? — habló asustado, no sabía si por verla así o por la respuesta qué tendría.
—Me enamore, y no fue de ninguno de ustedes. Nunca podrían gustarme— exclamó con la mirada entornada en ambos chicos y sin mostrar señales de arrepentimiento, en realidad, no parecía sentir nada —. ¿Y saben qué? No quiero qué sigan molestándonos, así qué dejo sus clubs para unirme de forma real a dónde está mi novio. Él es único con quien quiero estar. No necesito nada, ni a nadie más.
Oko sonrió más, contento de escuchar lo que había esperado desde esa mañana. Una confirmación de qué el hechizo había conseguido anular los demás rastros afectivos qué ella tenía por los otros. Ahora el corazón de Ayano solo lo pedía a él. Las expresiones de dolor y confusión en los rostros de sus rivales eran gratas, luego de ser menospreciado por tanto tiempo, aun de forma indirecta o como broma, por fin se sentía mejor qué los populares. Él tenía a la chica, y el amor era tan lindo como peligroso. Mejor qué una disculpa, y más crítico qué un golpe.
Pero siempre le habían dicho que la magia no le daría nunca lo que deseaba, ¿porque no darles una muestra final de lo fuerte qué era su poder?
Levantó sus manos para sostener el rostro de la azabache y qué esta lo mirara a los ojos. Al hacer contacto, ella suspiro y vio sus pupilas dilatarse a la vez qué sonreía de forma cálida. Ella era su novia, su súcubo mortal; la chica cuya alma era suya hasta qué el rompiera el conjuro. Feliz de todo lo que tenía ahora, de la felicidad que tenerla a su lado le brindaba, se inclinó al mismo tiempo que ella también se acercaba más.
Y frente a ambos chicos cuyos corazones oyó romperse, se besaron de forma lenta y apasionada. El gesto empezó simple, tierno y con cuidado por los nervios que los dos tenían, pero tan pronto vio de reojo como ambos chicos miraban con asombro y tristeza, se encargó de ir más lejos y hacerlo más excitante para su novia. Quién prácticamente se deshacía en sus brazos por el temblor que atacaba sus piernas.
Siguió besándola aun luego de que Kizano salió corriendo, y de qué Aso se fue con la cabeza gacha. No solo había sido una advertencia, queria recordarse a sí mismo qué Ayano Aishi, era totalmente suya. Y qué la idea de qué se fuera con alguien más, solo estaba en su cabeza.
Como Ayano prometió, no se apareció por donde pudieran estar ambos líderes. Aunque tampoco fue al club de ocultismo, pues tuvo volver al de cocina porque Amao queria supervisar los avances qué habían tenido en esas semanas donde había estado ausente, así qué se quedó junto a Osano en el comedor del club donde ambos probaron todos los postres qué los kohais de su amigo castaño hacían.
Ya siendo las seis, las madres de sus amigos llegaron para buscarlos. Se despidieron con dolor, pues al abrazarse los tres, todos se quedaron más tiempo del necesario porque no querían despedirse aún, pero ella necesitaba ir al trabajo ya o se le haría tarde.
Hanako tampoco queria irse, y eso quedó claro cuando se lanzó contra ella diciéndole lo mucho qué le alegraba tenerla como senpai, y qué esperaba pudiera ayudarle en sus tareas o con clases privadas cuando tuviera tiempo. Se necesitó qué Taro y la señora Najimi jalaran con fuerza al menor para qué este por fin se despegara de ella. Parecía como un koala aferrado a su árbol favorito.
Oko se quedó dentro de la escuela viendo como su Ayano se despedía de los dos chicos, los únicos con los qué no se comportaba de acuerdo a como el hechizo indicaba. También se dio cuenta muy rápido qué Hanako se había fijado en ella y queria llamar su atención de una forma u otra. Solo era un niño, no le preocupaba tanto como Osano y Amao.
Que suerte qué aún conservaba esos mechones qué les había cortado en el hospital. La magia negra estaba de su lado, pero uno o dos hechizos más solo por precaución no estaban de más. Con Kizano eso seguía funcionando bien.
Una vez los tres chicos se fueron dejando a Ayano sola, el salió de su escondite para camina hacia ella. Al tenerlo a su lado, la azabache sonrió y se acercó dándole un beso en la mejilla, motivo por el qué Oko se sonrojo y dejo de pensar en conjuros y maleficios que pudieran servirle.
Le pregunto a ella si queria acompañarlo en otra investigación paranormal, pero esta se negó pidiéndole qué la acompañara a un lugar. No dijo mucho sobre eso, solo qué era una sorpresa y que de seguro le gustaría mucho.
El día anterior habían hecho todo lo que el queria, así qué lo justo era qué esta vez ella lo guiara. Sus ansias y nervios eran visibles, temiendo qué a donde fueran no lograra encajar o no hiciera bien algo. Solo le quedo respirar hondo y confiar en su novia, quien cada tanto volteaba a verlo para decirle cuanto lo queria.
La mejor decisión de su vida. Al igual que la mejor novia qué podía imaginar.
Tomo el último de sus oniguiris y lo saboreo con gusto mientras revisaba su teléfono, estaba hablando con Shin sobre los preparativos del baile de navidad. Por la llegada de Amao, todos decidieron tomarse el día libre de sus responsabilidades para estar junto al castaño, pero mañana tendrían qué volver a trabajar en eso. La próxima semana el presidente volvería y era alguien demasiado perfeccionista y estricto para tolerar qué aún no supieran qué hacer.
No podría estar con Ayano, eso lo entristecía.
—Tenga más cuidado, amo— murmuro esa voz qué lo hacía sonreír como retrasado. Vio hacia su derecha y miró como la azabache, vestida con un uniforme de maid qué la hacía ver muy provocativa y sexy, se inclinaba sobre él para limpiarle la comisura de los labios con una servilla. Al terminar, ella sonrió de lado y movió sus caderas lentamente mientras parpadeaba, llevando uno de sus dedos de forma insinuante hasta sus labios —. ¿Necesita algo más de mí?
Lo que queria era entrar a su galería y ver las fotos qué había comprado. Luego de verla así, necesitaba recordar cómo se veía lo que había debajo de todo eso. Diablos, pensaba qué Sakyu Basu era una súcubo por tener la facilidad de gustarle a los chicos. Pero ahora creía que el que Ayano lo fuera era una teoría más acertada; era maid en un café donde recibía miradas y suspiros de los clientes, además de encantar el corazón de muchos más hombres en la escuela, incluyéndolo. Era el novio de una hermosa y seductora súcubo, ¿que podía haber mejor que eso?
Aunque, estaría más tranquilo si supiera porque el temido Osoro Shidesu estaba viéndolos con odio desde otra mesa al otro lado del lugar.
La puerta del local se abrió entonces, y él miro de forma tímida, más por reflejo que por verdadera curiosidad. Al ver a esa persona recién llegada, se espantó más que al descubrir a Osoro viéndolo de lejos; quién acababa de llegar era un hombre alto, cabello negro y musculoso. En realidad era alguien muy atractivo, y se hubiera permitido verlo un poco más de no ser por los tatuajes en sus brazos que mostraba sin pena. Un yakuza.
—T-Ten cuidado— susurro temiendo que ese tipo fuera a fijarse en Ayano. Siempre escuchaba historias horribles que hacían los miembros de la mafia, sobre todo de cómo algunos secuestraban chicas que iban solas por lugares solitarios. Si alguien como él estaba ahí, en lo que menos debía estar interesado seguro eran los postres.
La azabache miro también hacia allá, atenta a quién entrara para saber si había alguien ahí para recibirlo. Reconoció al yakuza de forma inmediata y se apartó de Oko para dar una reverencia de despedida.
—Llámeme si necesita algo, amo. Estoy para servirle— le sonrió con cariño y comenzó a dar ligeros pasos hacia el recibidor.
— ¿A-A dónde vas? Él es un...
—No se preocupe, amo. Es uno de mis clientes.
Tuvo que casi correr para llegar antes de que Mali-san la regañara por hacer esperar a un cliente, tal vez tratándose del yakuza no le hubiera importado, pero la imagen que daban a los demás era muy importante.
Llego frente al mayor y se inclinó igual que todas las noches, esquivó sus ojos oscuros y se apresuró a pedirle que la siguiera hacia una mesa. Ya habiéndolo sentado, abrió el menú delante de él y sabiendo ya cuales eran los gustos de su amigo, paso las hojas de forma directa a lo que, suponía, él pediría.
— ¿Listo para ordenar, amo?
— ¿Qué diablos te pasa, Aishi? — pregunto con seriedad mientras su mirada estaba clavada en la adolescente más que en la carta. Sus labios estaban fruncidos y golpeaba la mesa con la punta de sus dedos en busca de paciencia para no gritar en medio de ese lugar.
—Amo, le suplico que no use mi apellido aquí— murmuro con una sonrisa, ocultando el tono brusco con el que se había quejado —. Mi nombre es Aya-chan, y no entiendo que quiere decir...
—El sábado y domingo tuve encargos que no podía cancelar; estaría fuera todo el fin de semana y necesitaba que alguien cuidara a mi hermano.
—Que lastima, debió contratar a una niñera.
—Eso creí haber hecho, pero renuncio el sábado sin darme ninguna maldita explicación— gruñó viendo a ambos lados asegurarse de que nadie les estuviera prestando demasiada atención. Al ver que todo estaba bien volvió a fijar su enojo en la estudiante —. Spiky me contó de los yakuzas y los delincuentes que vinieron. ¿Por qué carajos no me dijiste nada? Habías dicho que tenías algo que contarme, pero lo siguiente que supe fue tu renuncia por mensaje de texto.
—Lamento causarle problemas, amo. Pero ya no tengo tiempo para seguir con ese trabajo, las horas del día son limitadas y tengo otras prioridades. Entonces, ¿le gustaría un expreso y unos rollos de canela?
— ¿Te das cuenta de que solo trabajaste para mi dos días? Aun con lo que te pague junto a tu salario de aquí, no basta para mantenerte mucho tiempo.
—Amo, me gustaría que hablara en clave como solemos hacer. Es riesgoso que hablemos de algo así en medio de tanta gente— se apresuró a decir tan pronto vio que su jefa y Osoro se dedicaban a verlos desde la mesa en donde el rubio estaba solo —. Le traeré su pedido.
—No tendríamos que hablar de esto ahora si contestaras mis llamadas— gruño cruzándose de piernas y haciendo tronar sus nudillos. Suspiró y rodó los ojos momentos antes de volver a verla mientras cerraba el menú y se inclinaba para poder retirarse —. Ellos dijeron que estabas con un muchacho. ¿Esa es tu gran razón para dejarme sin niñera? Me encargue de alguien por ti, para que tuvieras a ese chico. Lo menos que podrías hacer ya que fue gratis seria seguir cuidando a estos dos.
—Con todo respeto, eso es mi vida personal. No niego que el dinero me seguirá haciendo falta, pero en estos momentos solo tengo que preocuparme de algo. Me gustaría tener tiempo para disfrutarlo ahora que por fin lo tengo. Si no le gusta mi decisión, lo lamento mucho. Ya traigo su comida.
Ayano conecto sus ojos grises con los de él, lo bastante rápido como para que sus piernas reaccionan sacándola de ahí para no decir algo más hiriente. No le importaba haber renunciado luego de que el hiciera eso como un favor para ayudarla, tampoco dejar a Copper y Spiky solos. Solo queria tener que cuidar a Oko, así que no tenía que distraerse con dos mocosos.
El yakuza negó lentamente, viéndola pasar la barra para pedir algo que no había dicho; pero había acertado, esperaba poder quedarse ahí un rato y encontrarse con ella cuando saliera para poder hablar, y hubiera pedido un café expreso con unos rollos de canela. Pero ya todo lo que tenía que decir se había dicho.
Se levantó tomando su saco y tirándolo sobre su hombro, saco dinero para pagar la orden que no se quedaría a comer y el último pago que le correspondía a la chica por el viernes pasado. Oficialmente, dejaba a Ayano Aishi libre de responsabilidades con su hermano menor y la mejor amiga de este.
Salió del café, sin mirar atrás para saber si ella ya estaba de vuelta, y se adentró en el callejón frente al local para ir con su jefe y concentrarse en su siguiente trabajo. Era eso, o divagar sobre la decepción que había sentido al confirmar por cuenta propia que la azabache ya no queria seguir con ellos.
Esa pequeña felicidad de parecer una familia, aun solo fuera por conveniencia, había acabado muy pronto.
Y hasta aquí el capítulo. Ok, me pase por 5,000 palabras, solo espero que no esté tan largo el capítulo. Y es que ¿tienen idea de lo complicado que es hacer que estos once rivales hablen con Ayano en un mismo capítulo sin que quede largo? Y no es solo que hablen, son las explicaciones, ambientación, que todo tenga su coherencia. Yo los quiero hacer de una hora como máximo (porque que flojera para ustedes leer tanto de algo que ni es un viernes), pero es difícil compactar todo lo que quiero poner en solo 11,000 palabras (si, este tiene poquito más de 16,000). Tuve que quitar las escenas de Info y Osoro, pero ahí estuvieron, calladitos pero estuvieron.
¡¿Que hare cuando llegue Megamo?!
Y no sé por qué, pero siento que estos capítulos cada vez me quedan más feos. Ay no que pena con ustedes.
Hilo de F's por Kizano, Aso y el Yakuza. ¿A quiénes les romperé el corazón el martes?
Mi cumpleaños se acerca, él es 19 de marzo, veamos si este año se puede lograr que otra vez me guste como antes. Cumpliré 21, si alguien que siga leyendo esto le interesa xD. Me gustaría subir el martes en esa madrugada para pasármelo leyendo comentarios, ¡animo para que se logre! Nos leemos luego.
PD: Este es el capítulo 40, we. Fanfic largo.
¡Votos y comentarios se agradecen!
¡Hasta el próximo capítulo!
¡MoriDark19, fuera!
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