
Semana 5: Aso Rito
La mañana llego con tranquilidad. El fin de semana había pasado sin muchos contratiempos, ni nada demasiado interesante. Solo la llamada de su madre preguntándole como había estado su semana y que avances había tenido con su senpai. Le pidió detalles extrañamente precisos: color de pelo, ojos, altura, padres. Por alguna razón, sintió que su madre le daba mucha importancia a aquello. Era raro, pero no se atrevía a cuestionarla.
También converso brevemente con su papá. Lo saludo y le platico acerca del baile de disfraces y que había estado con sus amigos. El la felicito, encantado de escuchar que por fin tenía amigos "reales" y de que disfrutara su vida.
Antes de que su madre volviera a tomar el control de la llamada, escucho a su padre aconsejarle que también disfrutara la amistad sincera, no solo el amor. Si bien el primer amor es el que más intensamente se siente y el que más feliz hace sentir a uno, también es el que más duele y hace sufrir. En cambio, las amistades que hiciera en esos momentos, serían las que durarían por mucho más tiempo.
Eso la dejo pensando un tiempo luego de que termino la llamada. Pero al final llego al mismo punto: esa semana seria la semana definitiva. Senpai seria suyo finalmente, ese mismo viernes.
Termino de arreglarse el uniforme y bajo a la cocina por un pequeño aperitivo. Abrió el refrigerador y vio un pequeño yougurt de manzana. Formo una pequeña sonrisa y se relamió los labios antes de estirar su mano para tomarlo, pero se detuvo estando a punto rosarlo. Retiro su mano lentamente con nerviosismo, a veces olvidaba su promesa. En su lugar, solo tomo la gran jarra de agua, vertió un poco en un vaso y lo bebió con calma antes de regresar todo a su lugar.
Su estómago rugió sonoramente, pidiéndole alimento con urgencia. Ella solo lo ignoro algo adolorida y se encamino hacia la salida de su casa. Tomo su mochila y se ató la sudadera de Osano a la cintura antes de salir. Tenía algo de tiempo antes de que empezarán las clases, podía irse sin prisa y aun tendría tiempo de sobra.
Info-kun estaba en su club, tecleando malhumorado un par de cosas en sus computadores. Aún seguía molesto por lo del viernes; había puesto a sus informantes a investigar porque Kizano había invitado a bailar a Ayano, pero aún no tenían nada. Lo más probable es que el pelimorado lo hubiera hecho por una broma, pero aun asi, prefería tener las pruebas ante el en vez de solo teorías que podían ser o no ciertas.
En eso, un globo de notificación de la página de Akademi apareció en la esquina superior de la pantalla frente a el. Basto con leer que el titulo era "La estrella vuelve a casa" para hacer clic y averiguar de qué se trataba. Aunque no le interesara, debía estar al tanto de todo lo relacionado con la escuela y sus habitantes.
Leyó con indiferencia la patética introducción acerca de los diferentes clubes que enorgullecían a la escuela, la verdad eso le importaba poco o menos de lo que le interesaba la situación sentimental de Taro (a menos que involucrara a la yandere). Sin embargo, empezó a prestarle verdadera atención cuando leyó que ese día regresaba la estrella deportiva de Akademi High School: Aso Rito. La nota hablaba de que volvía de su entrenamiento para los juegos olímpicos, listo para volver a incorporarse a las clases.
Casi hasta el final, había un comentario del mismo Aso, diciendo que se había divertido y reencontrado con buenos compañeros de otras escuelas, pero qué estaba feliz de regresar finalmente a su amada preparatoria.
Su lectura se interrumpió cuando una alarma apareció en su pantalla derecha, recordándole que debía contactar a Ayano. Cerró todo lo que tenía y tomo su celular. Entro al chat de la azabache y redacto su mensaje con el ceño fruncido. No iba a quedarse callado, iba a reclamarle cada segundo que lo dejo esperando en la pista de baile con un ramillete de rosas rosadas.
—Veo que me equivoque y alguien no quiere tener su declaración bajo el cerezo. Dime, ¿Qué hacías como para no ir a bailar cuando te lo dije?
Espero un poco, no demasiado antes de que una respuesta le llegara. Aunque, no era eso lo que esperaba leer:
—Vete al diablo, maldito traidor. Ya sé que Taro-Senpai se fue antes de que iniciara el baile. No sé cuánto te pagaron o que te dieron para hacerme bailar con ese sujeto, pero no creas que te perdonare; a menos que me traigas tu corazón servido en un plato para que lo masacre frente a tu cadáver.
— ¿Qué tonterías estas diciendo? Deja de bromear y respóndeme— lo envió, pero no recibió nada de regreso. Lo siguió intentando insistentemente hasta que comprendió que la azabache simplemente lo había bloqueado —. Maldita sea.
Ayano guardo su teléfono y se adentró a la escuela, los únicos alumnos ahí eran los líderes y las integrantes del consejo. Dejo su mochila en su aula y salio para caminar un poco. Sus amigos aún no llegaban, y aún estaba demasiado enojada con Info-kun, de lo contrario seguramente hubiera intentado tener una "platica normal" con él. Se topó varias veces con miembros del consejo, algunas la saludaban y otras solo la ignoraban.
Salio hacia la cancha. En realidad no sabía qué hacer. No tenía pasatiempos más que dibujar chibis gore, ver anime y manga con Osano y cocinar con Amao. Sus gustos estaban limitados a lo que sus amigos quisieran. Tampoco tenía ánimos para ir al laboratorio de computación y jugar Mortal Kombat; lo amaba por su violenta forma de ser, pero pesaba más de un gigabyte y necesitaba espacio para otras cosas, como fotos de su futuro esposo, asi que tampoco lo tenía en su teléfono.
Sin darse cuenta, llego hasta el cerezo y se sentó bajo los hermosos pétalos rosas que este desprendía. Se acomodó en pose india y sujeto sus pies mientras clavaba su mirada en el césped.
Era extraño. Se sentía sola, abandonada, ¿pero por qué? Prácticamente había crecido asi. Sin una relación verdadera con su familia. Amistades fingidas. Una vida entera estando rota. Los sentimientos la confundían mucho. Era lo que siempre había querido, pero ahora todos se removían con fiereza en su interior intentando ser oídos y expresados.
—Es demasiado— murmuro.
— ¿Aún duele? — levanto la cabeza y se encontró con Taro, de pie frente a ella. Se veía triste y herido. Su corazón se rompió al verlo asi —. Pareciera que fue ayer que ambos seguían aquí.
Osano y Amao. De eso hablaba él. Ella simplemente ladeo su cabeza y se recargo en el tronco del bello árbol a sus espaldas. El mayor no tardo en tomar lugar a su lado. Eso le gusto, pero no estaba con verdadero ánimo como para intentar un "movimiento", como lo había descrito su mamá.
—Es complicado, más de lo que creí— susurro para sí misma, refiriéndose a sus sentimientos.
—Oye, perdón por no despedirme e viernes— menciono de repente, girándose hacia ella —. Mi hermano menor se quedó solo en casa y tuvo un problema al querer ponerse su disfraz. Entro en pánico y solo pensó en llamarme a mí.
—Descuida, entiendo— respondió con tristeza. Aún no podía creer que había bailado con ese desconocido, y además despedirse con un beso en la mejilla. A su madre no le gustaría oír eso; casi era una infidelidad.
—Y... ¿quieres hacer algo ahora? Tengo que seguir leyendo, pero te ves muy mal estando aquí sola.
—Me gustaría, pero no se hacer muchas cosas en realidad.
—Eso no es necesariamente un problema: podemos hacer algo nuevo. Aprendamos algo los dos.
Aquello llamo la atención de la azabache. Aprender algo significaría pasar tiempo con él, que era justo lo que quería desde hace tiempo. Lo miro con un sonrojo formándose en sus mejillas y lo miro fijamente mientras sentía los latidos de su corazón acelerarse.
Él se preocupaba por ella. Él quería verla feliz. Él era tan lindo con ella, y por eso cada día lo amaba más.
—Senpai— dijo débilmente. Era el momento perfecto para confesarse. Estaban bajo el cerezo; estaban solos; lo tenía frente a ella. Nada podía ser más perfecto. Lo único que faltaba, era que tuviera el coraje suficiente para decirle sus sentimientos —, hay algo q-que quiero de-decirte.
—Adelante, te escucho— respondió sonriente.
Ayano junto sus manos y las apretó mientras agachaba su cabeza y centraba su mirada en el pasto. Respiro hondo y se preparó para soltar todo lo que pudiera tan pronto exhalara. Se preparó con una cuenta regresiva.
Uno. Se enderezó.
Dos. Alzó la mirada, viéndolo fijamente.
Y tres, movió los labios, soltando la primera de muchas palabras.
— ¡Y-Yo te...!
Tristemente para ella, su frase se quedó en el aire, pues un balón de futbol salio disparado directo hacia ellos y había terminado dándole fuertemente en la cabeza, causando que no solo se callara, sino que también terminara en el pasto. Fue un verdadero milagro que no se diera contra el tronco del cerezo.
— ¡Wow! ¿Estas bien? — inquirió el azabache levantándose y yendo con ella para asegurarse de que no se había lastimado más de lo obvio.
— ¡Hey! — una voz que nunca había oído se escuchó al mismo tiempo que el césped crujía, seguramente porque el dueño de aquella voz se acercaba corriendo hacia ambos —Perdona. ¿Estás bien?
La yandere abrió uno de sus ojos y vio con molestia al chico que se disculpaba. Cabello verde; ojos anaranjados; googles en la cabeza. No tardó mucho en reconocerlo: Unagi Denkashiza, aquel delincuente que en primer año atemorizaba a todos y ahora juraba estar reformado. Con ayuda de Taro se levantó, y sin dejar de sujetarse la parte lastimada lo encaro.
—Pudiste sacarme un ojo. Ten más cuidado la próxima vez— hubiera querido gritarle mil y un cosas peores, pero no podía hacer una escena frente a Taro ni frente a los demás miembros del club de deportes -quienes habían llegado para ver cuál era el problema-, los cuales se sabía de sobra que eran de los más queridos en la escuela.
Estaba dispuesta a dejar todo eso asi. No tenía ánimos para nada más, a menos que fuera encajarle al peliverde un cuchillo entre los ojos, y claro que no podía hacerlo. Tomo al azabache de la mano y empezó a alejarse del cerezo mientras los jalaba con ella. De nuevo, su plan era dejar las cosas como estaban. Pero Itachi Zametora al parecer no pensaba igual que ella.
—Como todas las chicas, quejándote cuando no guantas un simple golpe— dijo molesto mientras se cruzaba de brazos —. Si no quieres salir lastimada no te acerques mientras practicamos. Creo que hasta una chica puede adivinar eso.
Y sí, eso la saco de sus casillas.
Soltó al mayor y se giró, viendo con el ceño fruncido al peli naranja y acercándose a grandes pasos hasta quedar frente a él.
—O sería mejor que tengan más cuidado. Que sean un club "importante" no les da permiso a ser asi— gruño mientras se paraba de puntas para poder encararlo bien.
—Nosotros siempre estamos aquí y nadie viene porque saben lo que les conviene, que tú lo hayas hecho hoy no significa realmente nada, solo que no eres muy lista.
—No. Eso significa que no me importa que me gruñas como un gorila a quien le han robado sus bananas, porque yo no tengo miedo ni de una pelota, ni de tu mal aliento, imbécil.
Itachi gruño furioso y apretó su puño izquierdo con fuerza. A pesar de todo, no era partidario de golpear a las mujeres, pero si ella seguía crispándole la paciencia asi, no sabía de lo que podría será capaz.
— ¿Cuándo se besan para romper la tensión?— hablo de la nada una chica albina y con ambas manos unidas tras su nuca, quien además portaba una bufanda con diseño de cebra. Era Shiromi Torayoshi, la integrante más...eh...peculiar del consejo. Tan pronto ambos escucharon su comentario se alejaron del otro mostrando muecas de asco —De haber tenido palomitas con salsa de tamarindo me hubiera quedado a ver como se mataban en medio de la tensión sexual. Pero como no las tengo me veo obligada a venir a preguntarles: ¿Qué hay de nuevo, viejos?
Tanto la yandere como el deportista se vieron molestos. ¿Besarse? ¿Tensión sexual? Agh. Esa tipa sí que estaba mal de la cabeza para sugerir cosas tan disparatadas.
—Él se molesta porque "no aguante un golpe". ¡Que lo golpeen con una pelota en la cabeza y que entonces me diga eso! — reclamo Ayano señalándolo acusatoriamente.
—No fue para tanto. Ella no sabe manejar un pequeño accidente.
— ¡¿Pequeño?! Si me hubiera golpeado contra el árbol estaría yendo al hospital en vez de pelear aquí contigo— menciono apretando el puente de su nariz.
—A eso me refiero. Está diciendo "si...". Realmente no tiene nada pero se esmera en hacer un escándalo. Al parecer terminaste congeniando muy bien con Kizano-san— refunfuño contraatacando con la mención de su trabajo de la semana antepasada.
— ¡No me compares con ese creído hijo de mami y papi! ¡Al menos yo se tratar bien a los demás! Contrario a ti, que pareces buscar pelea en quien sea y como sea.
—Para mí eso es una invitación a compartir la cama— murmuro Shiromi a la par que codeaba a uno de los miembros del club; este formo una sonrisa divertida, aunque se empeñó en no dejar oír su carcajada.
— ¡Torayoshi-chan! Di de una vez como resolver esto para que no vuelva a ver esta chica hasta la graduación de último año.
La albina -sin cambiar su típica postura- se encogió de hombros con una sonrisa y los vio con una mirada felina e inquisitiva.
—No podemos hacer nada si no está el líder de su club presente. ¡Jaja! No me mientas, Itachi-kun. Todos sabemos que Aso-kun regreso, asi que tu título de líder suplemente ya no sirve— respondió divertida al ver como el peli naranja estaba por cantar victoria a su favor —. ¿En dónde está el, exactamente?
— ¡Shiromi-chan! ¡Ya estoy aquí! — Y como si lo hubiera invocado por arte de magia, un chico bronceado con hermosos ojos azules y una mata rubia apareció corriendo hacia donde todos ellos estaban, deteniéndose junto a la chica del consejo —. Perdona por no llegar antes. Hablaba con la consejera de mi regreso a clases.
—Tenemos código problema, señorito— canturreo Shiromi ignorando la excusa de Aso. Señalo a Ayano y a Itachi, y centro sus ojos en el apuesto líder de hebras doradas —. Tu numero dos está en desacuerdo con la ex-asistente de Sunobu. Arréglalo.
Ayano bufo molesta al escuchar su designación. ¿Es que acaso lo que había ocurrido esa maldita semana con el divo de cuarta la marcaria por el resto de su vida? Ojala que no, porque lo último que necesitaba era la estruendosa risa de Kizano burlándose de ella cada que se lo topara por los pasillos.
Por el lado de Aso Rito, él se había acercado con sus amigos para saber que había pasado; luego de que todos ellos le hubieran explicado las situaciones: la del balón y la de la pelea, se había acercado de nuevo con la chica albina que miraba con sumo interés a la nada. Ella termino por irse, dejando la situación ahora en manos del rubio.
El ojiazul se acercó a Ayano y Taro y se rasco la nuca mientras sonreía algo nervioso.
—Por favor, disculpen todo lo que paso. Unagi-kun no lo hizo con mala intención. E Itachi-kun solo daba su opinion, y...todos somos conscientes de que no siempre la expresa de la mejor forma.
Ayano había inflado sus mejillas y se giró cruzada de brazos -actitud que había adquirido de Osano-. No le importaba lo que aquel líder le dijera. Nunca le había dado verdadera atención al club de deportes -como a los otros- pero ahora se daba cuenta de que era uno lleno de chicos molestos; estaba segura de que Aso Rito no era tan amable como todos creían. Nadie podía ser tan agradable y tener como suplente a un idiota como Itachi.
—No hay problema— menciono Taro con una sonrisa —. Después de todo, Yan-chan seguramente esta mejor ahora, ¿no, Ayano-chan?
Ella bajo la mirada apenada. El golpe aun le dolía un poco, pero si contradecía a su senpai lo dejaría en ridículo y probablemente se enojaría con ella. Pero, si le daba la razón y decía que estaba bien, el tonto peli naranja se reiría de ella y volvería a decir que todo lo que ella hacia era para llamar la atención. Se tragó su orgullo y apretó sus puños antes de asentir lentamente. Rechino los dientes al escuchar la risa contenida del anteriormente mencionado. Listo. Lo odiaba.
—Nos iremos ya. Y no le diremos nada a la consejera— mascullo en voz baja antes de tomar a Taro de la muñeca otra vez y empezar a caminar lejos del cerezo.
— ¡No! Esperen— los detuvo Aso corriendo hacia ellos y colocándose frente a ambos, impidiéndoles seguir avanzando —, no quiero que se lleven una mala imagen de nuestro club. No somos chicos problemáticos ni nada, esto solo fueron accidentes que se pueden ver muy mal. ¿Qué tal si nos dan una oportunidad para demostrarles que no somos asi?
— ¿Ah sí? ¿Cómo? — inquirió el azabache verdaderamente interesado en las palabras del rubio. Eso alarmo a Ayano.
— ¿Qué les parece una semana de muestra? Ambos pueden ser parte del club hasta el viernes y asi llevarse una mejor imagen de todos nosotros— respondió con una sonrisa mientras señalaba a sus compañeros, quienes se mantenían a sus espaldas —. Quien sabe, puede que terminen amando el deporte como nosotros.
Antes de que la yandere pudiera darse cuenta, Taro se alejó de ella, soltándose del agarre que ella mantenía en su brazo. Ella quedo sorprendida y muda ante aquella acción, aunque fácilmente lo oculto con un rostro inexpresivo que nadie pudo leer.
—Eso suena genial— respondió Yamada mientras se acercaba al rubio ojiazul —. Estas últimas semanas han sido agotadoras; tal vez un poco de ejercicio me vendría bien.
— ¡Grandioso! — festejo Aso con su típica alegría. Luego de eso se giró a ver a la azabache y camino hasta quedar frente a ella. Por un momento, a Ayano le pareció ver que en el más alto se formaba un ligero sonrojo — ¿No quieres venir también? Entrenar es bueno para todos. Además de que aquí nunca no aburrimos, y siempre hay espacio para nuevos miembros. ¿Te animas, Yan-chan?
—Perdón, pero creo que no— respondió tajante pero con una voz no tan brusca. Sin decir más nada, se alejó con calma de ahí. Viendo de reojo como su amado senpai se iba hacia la piscina con todos ellos.
Entro de nuevo a la escuela y camino hasta su salón con la cabeza gacha. Por ende, al girar en la esquina de la escalera no se percató del chico con el que iba a chocar, quien además tiro su teléfono al no darse cuenta de la yandere.
— ¡Agh! ¡Fíjate por donde...!— Kizano grito enfurecido, pero al ver que se trataba de Ayano relajo su mirada y se enderezo con cierto nerviosismo, el cual oculto perfectamente con una falsa mirada indiferente y un movimiento discreto para arreglar su cabello —. Ah, eres tú.
En cuanto la más baja vio que se trataba del pelimorado rodo los ojos e intento rodearlo, cosa que no logro porque él se puso frente a ella. Ella alzó la vista molesta y lo vio con ojos fulminantes.
— ¿Qué? Ya te dije que no pienso volver a ser tu asistente. Siento lastima por tus kohais, aunque no entiendo porque te siguen tolerando.
—Escúchame ¿sí? Quiero decirte que...
— ¡Kiza-kun! — ambos giraron en la misma dirección y vieron a Musume correr hacia ellos con una gran sonrisa. Sin embargo, al ver a Ayano junto al pelimorado se detuvo y se quedó estática en su lugar —Kiza-kun, vámonos a otra parte. Por favor.
La azabache gruño por lo bajo y se fue sumamente molesta. No estaba de humor para lidiar con ambos, ya tenía suficiente con esa mañana hubiera discutido con Info-kun y que otro chico nuevamente le quitara la atención de Taro. Parecía casi estar maldita o algo parecido.
— ¡Ayano! ¡Vuelve aquí, no me dejes hablando solo! — pero era tarde, de nada serviría seguir gritando. Sabía eso, pero su actitud vanidosa y arrogante no le permitiría mostrarse comprensivo ni amable. ¿Pero que podía hacer? Asi era él y, francamente, se adoraba tal y como era.
Un roce en su mano lo saco de sus pensamientos y vio a quien lo había tocado. Era Musume. Casi en acto reflejo, aparto su mano y se alejó unos dos pasos de ella.
No podía tolerar estar cerca de alguien como ella. No desde lo que había visto el viernes, durante el baile.
Miyuji había empezado a tocar junto a su banda. El ni loco se rebajaría a parecer un simplón que brincaba y gritaba descontroladamente solo porque disfrutara la música. No señor. Antes permitía que sus hermosos risos se alisaran, a que lo vieran compartiendo "costumbres" con la plebe.
Al no tener nada que hacer entonces, empezó a buscar a su querida mejor amiga, la cual resulto no estar en medio de ese apestoso mar de gente. Sin mayor remedio, salio de la plaza para buscarla por su propia cuenta. No era algo que le gustara, pero mejor salir que seguir allí.
Recorrió varios pasillos como tonto sonámbulo hasta que le pareció oír su voz dentro de un aula. Se acercó con su característico paso elegante, lo que le atribuyo el pasar disimuladamente. Pronto se dio cuenta de que su amiga no era la única que estaba ahí, sino también el resto de su grupo. Parecían estar discutiendo algo.
Se acercó a la puerta y la abrió un poco para averiguar que era el escándalo que estaban haciendo. Todas ellas estaban ahí junto con Ayano, lo cual le extraño. Aparentemente le estaban gritando y diciendo barbaries de su disfraz. El cual, a su pesar, debía admitir que era hermoso.
Por accidente, causo un pequeño ruido con la suela de sus botas. Nadie además de Aoyance pareció darse cuenta, pues fue la única que miro en su dirección.
— ¡¿Qué miras, estúpida?! ¡Te estamos hablando! ¡Aprende a respetar a los que están por encima de ti! — grito Musume antes de soltarla con fuerza y hacer que se golpeara la cabeza contra la pared. Oh, solo eso. Bueno, prefería que su amiga usara su tiempo para algo más productivo, pero debía admitir que molestar a Aoyance era algo muy entretenido.
Pudo haber entrado, formar parte de esos innombrables abusos. Pero su traje del fantasma de la opera estaba tan perfectamente hecho, sin mencionar lo pulcro que se veía. No iba a adentrarse y arruinar su inmaculada imagen, oh Dios, claro que no.
Su "show privado" fue interrumpido por el sonido del rugir de un estómago. Alzo su ceja confundido y se acercó más a la pequeña abertura de la puerta para ver de qué se trataba.
— ¿Fue ella? ¡Oh por Dios! ¡Aoyance es bulímica!
¿Qué? No podía creer semejante tontería. Aoyance era un sinfín de cosas burdas y simples; pero no era bulímica, eso era para gente de mente frágil y autoestima por el subsuelo. Incluso creería que el inmundo gusano de Oko Ruto tendría problemas alimenticios, asi como de autoestima. Pero la azabache no era el caso. Ella parecía más bien ser una especie de animalillo...callejero que...simplemente quería huir de los maltratos y personas que la lastimaban.
Parpadeo un par de veces y se recargo en la puerta. Ayano no había renunciado porque no soportara el ritmo y la responsabilidad que exigía el mundo del espectáculo. Lo había hecho porque no era su mundo. Había estado en la escena equivocada, en una obra que no era la suya. Y el había tomado ese error para atarla a un camino que no era el de ella.
Su personalidad codiciosa y empedernida no era tan flexible como para hacerle partícipe de la acción "ponerse en los zapatos de alguien más". Pero a veces, un lado de su antiguo yo, de ese niño que adoraba actuar sin saber absolutamente nada de eso, volvía a asomarse cuando menos lo esperaba y le hacía malas jugadas como esa.
Dios. Como odiaba recordar a esa niño.
Golpeo su cabeza contra la puerta. Reacciono tarde al recordar que debía permanecer en silencio.
— ¡Estoy harta! ¡Sujétenla! — escucho de Musume nuevamente. Volvió a asomarse, esperando que no lograran verlo y vio sorprendido, y algo asqueado, como Ayano estaba en medio de trozos de comida. Entonces, las amigas de Musume sujetaron a la más baja y empezaron a tirar de ella como si trataran de hacerle algún castigo de la santa inquisición —Kokoro, graba todo y no pierdas detalle. Hare que esta asquerosa vomite y se trague todo lo que saque.
Abrió los ojos impactado y vio con horror como Musume sacaba un lapicero de su bolsa y se acercaba con calma hasta la azabache. Presencio sin poder creerlo como ella torturaba a Ayano provocándole el vómito. Retrocedió espantado y salio corriendo de ahí.
¡¿Cómo era que Musume era capaz de algo tan horrible?! ¡Todos tienen un límite! ¡Incluso él sabía que esa era una línea que no debía rebasar! ¡¿Cómo podría volver a estar junto a la rubia sabiendo que ella era capaz de cosas tan innombrables como hacer que alguien se trague su propio vomito?!
¿Quién diría que aprendería la misma lección por segunda vez? Las personas nunca eran lo que aparentaban.
— ¿Kiza-kun? — hablo la rubia sin entender porque su mejor amigo la había apartado asi.
—Déjame— murmuro antes de dar media vuelta y caminar hacia las escaleras que lo llevarían al tercer piso.
— ¿Que? ¡No juegues! — rio creyendo que el pelimorado bromeaba y se lanzó a él, guindándose desde atrás de su cuello.
Kizano se retorció de mil maneras para liberarse del agarre. Cuando por fin lo hizo, la vio totalmente furico y manteniendo la mayor distancia entre ambos.
— ¡Aléjate de mí! Entiende, Musume. No pienso seguir relacionándome contigo. Simplemente...ya no puedo seguir aceptando tu compañía. Asi que solo no me molestes. Adiós— y se fue, recordando los momentos que lo llevaron a tomar esa decisión.
Todo el que se lo buscaba necesitaba un escarmiento digno de su falta; pero nadie merecía ser tratado como un simple contenedor de vida.
Musume se quedó en el mismo lugar, con ambas manos cubriendo su boca sin creerse del todo que él, Kizano Sunobu, aquel chico que amaba en secreto prácticamente desde que lo conocía, ahora la rechazaba sin darle una autentica explicación.
El timbre sonó, pero ni eso sirvió para hacer que se moviera de ahí. Simplemente permaneció en el mismo estado, recordado todos los bellos momentos que había compartido con el actor. Unas lágrimas brotaron de sus ojos y resbalaron por su rostro, causando que su sombra de ojos se corriera y arruinara todo su maquillaje en general.
Cuando reacciono por fin, salio corriendo hacia el baño mientras el llanto se hacía más presente en ella. No quería que nadie la viera asi de mal, desmoronándose poco a poco porque el hombre al que amaba –y podía jurar que más que todo el dinero y los regalos que le daba su papi- la había alejado y cortado de raíz toda conexión con ella. Dolía, y mucho.
Tan pronto se fue y dejo aquel lugar solo, una silueta encorvada y con un aura sombría salió dejándose ver. Aquel chico, dueño de una melena de color añil y rostro ensombrecido levanto la cabeza, dejando ver una mirada llena de curiosidad.
—La nueva demoniza empieza su dominio de la oscuridad rompiendo la alianza de entre mi verdugo y su enamorada— Oko junto sus manos sobre su estómago y una pequeña sonrisa fue dibujándose en sus labios—. ¿Acaso su alma busca lo mismo que yo? Interesante.
— ¿Estás seguro de esto, Spiky-niisan? — inquirió Cooper Strike al mismo tiempo que terminaba de beber una lata de cerveza, la cual lanzó a un bote de basura tan pronto acabo el contenido.
—Claro que sí. Mañana lo haremos luego de la escuela. Y todo saldrá como lo hemos acordado. ¿Estás conmigo? — pregunto el chico para después estirar su brazo en un extraño ángulo de "V" hacia la chica de mechón marrón.
—Ahh— suspiro y respondió al saludo con fuerza —. Sabes que si amigo. Pero no me metas en más problemas.
—Tranquila. Con esto estaremos más cerca de ser parte del negocio familiar— murmuro formando una sonrisa confiada.
Y hasta aqui el capitulo. Wuu, si, al fin esta listo. Bueno, se que casi no salio Aso, mil disculpas, pero en conpensación les dire algo muy genial. ¿Listos? Ahi va:
ESTA SEMANA TRAE DOS RIVALES.
¡Ahhh! ¡Al fin viene el ultimo rival extra! Porque, jaja, ya saben que el primero es Info-kun. Cabe mencionar, que amo con mi vida al rival que viene, y espero que ustedes igual lo amen. Bueno. Tambien les presente a la segunda pareja de rivales: Kizano vs Oko. Me duele un poco decir que por ellos puse en coma a la primera pareja (Osano vs Amao), pero espero que igual estos dos nuevos adversarios reciban amor.
Lo que me lleva a que, Dios...tengo que hacer que Ayano se vuelva amiga de estos dos tipos, sera complicado, pero cuento con sus animos para hacerlo.
¡Casi lo olvido! Mañana, martes 19 de marzo is my birthday. Cumplire 19.Wow, cumplo 19, el dia 19, del 2019...aqui hay algo. Sorry, solo queria que lo supieran. Ya siendo todo. Nos leemos luego.
PD: Les deje una pista del pasado de Kizano. Suerte, Purpuras y Lilas. Los amo.
¡Votos y comentarios se agradecen!
¡Hasta el proximo capitulo!
¡MoriDark19, fuera!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro