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42. ¡Juguemos a ser novios!

—Los presupuestos de los clubes se mantienen estables para este punto, incluso si consideramos sus preparativos para el baile navideño; de todas formas, se les ha dejado en claro a los líderes que no se les otorgara más dinero, y que debían planear sus actividades acorde a la cantidad con la que cuentan. De lo contrario, su petición será negada inmediatamente.

—Muy bien. ¿Cómo va el ingreso del nuevo estudiante? — Megamo podía estar corriendo en su caminadora, pero eso no lo detenía de mantener un semblante serio y la mirada fija en su tableta, por donde hablaba con las chicas del consejo por medio de videollamada —Esta en primer año, ¿no?

—Asi es— confirmo Akane —. Todo va en orden. Confirmamos que esta es su segunda solicitud de ingreso, tuvo la oportunidad de repetir el examen en vez de esperar hasta el próximo año porque tiene un hermano mayor aquí y referencias de la familia Najimi.

— ¿Cuándo dicen que pidió repetirlo?

—Lo solicitó desde que se supieron los primeros resultados— habló Aoi con su ceño fruncido, como de costumbre haciéndola ver molesta, aunque en ese momento solo se concentraba en recordar datos importantes para mencionarlos a su líder—, antes del inicio de este nuevo curso. Pero igual que siempre solo se le puso en lista de espera para el próximo año; llegó la semana pasada a hablar con la consejera, y ella le permitió repetir el examen de admisión. Se le confirmó el ingreso este viernes.

—Bien. Ya que se ha integrado al curso a final de año quiero que lo vigilen, asegúrense de que no es potencial a causar problemas. ¿Que pudieron saber de él durante el recorrido de presentación?

—Rechazó el recorrido.

—Tal vez podamos pedirle ayuda a Aishi-chan con eso— murmuró Aoi de forma casual.

Su caminadora se detuvo de la nada, tomándolo por sorpresa y causando chocara contra los controles y la tableta se impactara contra el suelo. Conmocionado y molesto por el accidente, ignoró los llamados de las chicas que le preguntaban si estaba bien y empezó a ver el aparato de ejercicio en busca de algo que lo hubiera hecho fallar asi. Un silbido a sus espaldas lo hizo fruncir el ceño y juntar todo su autocontrol para no girarse y reclamar al torpe que estaba detrás de su "accidente".

Se enderezó y miro sobre su hombro, viendo con odio como su hermano giraba en el aire el enchufe desconectado de la caminadora. El menor lo vio con una sonrisa retadora que le provocaba asco, antes de que pudiera gritarle cualquier cosa, Kencho soltó el cable y salio corriendo del gimnasio.

Otro dia le hubiera pedido unos minutos a sus compañeras para poder ir a encontrarlo y llevarlo ante la ira de su padre, pero pronto recordó que habían dicho el nombre de la asesina con la que su padre parecía tan empeñado en casarlo, y por el momento eso le parecía más urgente de investigar que lidiar con su molesto e inservible hermano.

Recogió la tableta y tomó su toalla para secar el sudor que corría por su frente y cuello. Continuaría sus ejercicios al acabar la junta.

— ¿Por qué piensas que Ayano Aishi haría algo asi?

—Desde el lunes este niño ha llegado a su salón, se le ve muy cómodo cerca de ella. Demasiado empalagoso, en realidad.

— ¿Nuevo ship?— dijo Shiromi un segundo antes de tomar un bote de mostaza y añadirle un poco al té que tenía enfrente de ella —. Yan-chan, acosada es algo que no sabía que necesitaba para seguir viviendo. Y siendo su stalker un chico tan azucaroso, me veo tentada a dibujar en mi diario caperucita roja con ellos.

— ¿Hanako-kun será caperucita? — inquirió Akane sin darse cuenta de que se estaban saliendo del tema.

—Nop. Sera un lindo lobo con la cola entre las patas. ¡Oh! Nueces de chocolate, me había olvidado del cazador. Ruto-kun volverá a salir de cacería, chicas. Grr.

—Shiromi-chan— Megamo se pasó la mano por la cara y miro hacia el techo —. No hagas más grande esto metiendo a un líder.

—Él se metió solito, presidente. Encontró a Caperucita Aishi en el bosque de Akademi, y se la quedó antes de que el rey Kizano de corazones y el sombrero Aso la atraparan. Ahora vivirán felices, mientras que el lobito chiquito no vaya tras la chica que tiene tensión sexual con el líder de los gatos delincuentes con botas que roban cestas de comida.

Shiromi termino su dialogo alzando su té para terminárselo, solo después de tomar dos terrones de azúcar y metérselos directo a la boca. Megamo y las demás solo la observaban en completo silencio.

—Habla claro, por favor— suplico Kuroko a la vez que se ajustaba los lentes.

—Que aburrida— se lamentó la albina antes de hacer una trompetilla en su té para ver como de la tasa salían y explotaban burbujas amarillezcas —. Contexto: Yan-chan está saliendo con Oko Ruto. Fin

Se sentía como una niña pequeña, una que trataba de idear un plan para llamar la atención del niño que le gustaba. Todo era más o menos exacto a como seria eso; sentada en su escritorio del salón de clases, escribiendo todo lo que se le ocurriera en una libreta, con las puntas de sus pies tocando el piso mientras se mecía hacia atrás y adelante. Los únicos detalles que hacían todo diferente de ese tierno e inocente escenario, era que estaba pensando en cómo parecerle más atractiva a su novio para que no la dejara. Eso en una mitad de la hoja, del otro lado anotaba las formas en que podría matar a la persona que queria arruinar su relación.

Gimió molesta, sorprendiéndose de nuevo con los ojos cerrados y casi cayendo sobre su pupitre, no había podido dormir bien por darle vueltas a la extraña actitud que había tenido Oko luego de que salieran del café. Solo había conseguido cerrar sus ojos un rato al tratar de dormir, y aun así los tormentos de sus problemas la habían acosado al punto de no querer ver esa oscuridad que la esperaba al cerrar sus parpados. Despertándose mucho antes del amanecer, incapaz de descansar correctamente.

Al no verle en sentido a seguir en la cama, optó por preparar su desayuno y dos almuerzos de una vez para ir a la escuela más temprano.

En su camino hacia Akademi, siendo alrededor de las 5:20 de la mañana, iba de forma lenta y pensativa. Sintiendo un remolino de cosas estresantes en su cabeza.

La noche anterior, Oko de nuevo se había ofrecido a acompañarla cuando salió del trabajo. No se negó, por supuesto; lo extraño había sido que en ratos donde ella le hablaba, él dejaba de prestarle atención para ver de reojo su celular, tratando de que ella no se diera cuenta. Pero lo hizo.

Trató de asomarse para descubrir que era lo que observaba con tanto desespero, pero no había podido ver mucho, solo que parecían ser unas fotos.

Y cuando Oko tiro su teléfono por error, ella quiso usar la oportunidad para recogerlo y ver de una buena vez que era lo que lo tenía tan interesado como para ignorarla. No se esperó que su bello y tímido novio se lanzara para tomarlo antes, gritando muy nervioso que no se preocupara mientras apagaba el aparato.

Él me ha comprado fotos antes. Y no son de ti.

Esas palabras la habían seguido por el resto de la noche en todo momento, y seguían nadando en sus ideas mientras caminaba por las calles apenas iluminadas por un, todavía, débil amanecer. Y estaba tan perdida en eso, temerosa de que en verdad su novio pensara en alguien más y no en ella, que ignoro al asesino a sueldo que paso junto a ella en su motocicleta de camino a casa.

El Yakuza, sin embargo, consiguió verla andar de forma casi automática mientras sus ojos opacos y perdidos le hacían saber que pensaba en mil cosas que la atormentaban. En un acto inconsciente y de sincera preocupación, empezó a bajar la velocidad para dar media vuelta, alcanzarla y preguntarle si estaba bien. Pero se arrepintió luego de recordar la última vez que se habían encontrado; ella ya tenía lo que tanto había deseado, aquello por lo que había dejado un camino de sangre a sus pies y arriesgado su propia vida al involucrarse con criminales y delincuentes. Ayano tenía un novio. Y lo que menos queria en su vida ahora, eran dos adolescentes problemáticos y un asesino que conocían lo necesario para hundirla.

No sabía si esa era la verdadera razón, o una de muchas por las que la azabache había decidido cortar lazos con ellos, pero lo que si había logrado captar en esa franqueza con la que había respondido mientras mantenía su máscara de maid, era que ella no queria verlos nunca más. Y como un bien común para todos, le había otorgado a Ayano esa decisión.

Volvió a acelerar, y sin que la asesina se percatara de la disputa que había provocado en la mente del yakuza, este se fue rápido de ahí. Deseando prácticamente, nunca más toparse con esa muchacha en la vida.

Ayano no se enteró de esto, y pérdida en sus nuevas inseguridades, paseó por el parque durante varios minutos hasta que supuso que ya habría alguien en Akademi para recibirla. Pues sabía que antes era demasiado temprano y aun no podría entrar. Fue una suerte que las chicas del consejo junto a la profesora de deportes la vieran, dejándola pasar antes de la hora para que no estuviera sola ahí afuera.

Y así había llegado hasta ese momento, viendo la hoja de papel en donde tenía más fantasías de masacre que ideas que de verdad fueran a servirle. Solo tenía clara una cosa por el momento:

Tengo muchos secretos de tu novio. ¿No sería una lástima que los dejara salir?

Enterarse de que más le estaba ocultando Oko Ruto.

Info-kun tomo otra galleta del paquete que su hermana había olvidado sin querer. Ella odiaba que robara de su comida, pero era lo menos destructivo que podía hacer en situaciones como esa, donde estaba muy ansioso y estresado porque algo no salía como queria.

Engulló dos más de forma brusca luego de oír que otro mensaje de Ayano llegaba. Comenzó a masticar con algo de esfuerzo, buscando concentrarse en la plática que ambos mantenían desde hace ya unos minutos.

¿Cómo pudo hacer eso? Creí que le gustaba yo— leyó. Se rio un poco y en consecuencia un gran pedazo de galleta se pasó a su garganta haciéndolo toser de forma exagerada.

Era tan divertido jugar con la mente y los sentimientos de Ayano, sobre todo porque era demasiado fácil hacerlo. Ella aún tenía poca experiencia con las emociones y las personas, solo sabía que alguien era malo o que no debía confiar en una persona cuando era obvio, su hermanita se había acercado a Ayano y al resto de sus amigos sin que nadie sospechara nada, incluso había engañado a gente como las profesoras, las chicas del consejo y al mismo Kizano Sunobu.

En realidad, podía decir que era una ingenua, Ayano sabía que él era un extorsionador y cínico, la había visto semi desnuda muchas veces por pedidos que no existían. Y aun después de todo eso y más, ella seguía recurriendo a sus servicios, tal vez por desesperación en un comienzo, pero en esos días había conseguido hablar más con ella y poco a poco la azabache le empezaba a dar más confianza que, sin darse cuenta, no se merecía. O tal vez si, solo porque dentro de poco más de una semana ambos podrían ser libres y volver a estar juntos.

Info-kun tampoco terminaba de comprender las relaciones humanas, menos como saber si alguien era bueno o malo. Pero no lo necesitaba, en su visión del mundo, todos eran marionetas y el un titiritero. Siempre estando en su silla, viendo como los demás creían tener el control de sus vidas cuando en realidad él movía las cuerdas como más le conviniera. No había secretos que no supiera ya. Pasado que no hubiera investigado. Debilidades que no planeara como exprimir.

Y la mayor debilidad de Ayano, era que no manejaba sus sentimientos; ellos la manejaban a ella.

— ¿Qué esperabas? Es un ser humano normal, más callado que la mayoría pero no deja de ser un hombre, Yan-chan. Y todo hombre ¿qué crees? Tiene necesidades.

¿Qué clase de... necesidades?

—Si recuerdas que es lo que vendo, ¿no? Creo que puedes responder tú sola tu pregunta, por más tonta que sea.

El mensaje fue leído, pero aun así pasaron varios segundos sin tener respuesta o ver que ella comenzara a escribir algo. Supuso que estaba demasiado decaída o enojada, procesando ese -obvio- dato que acababa de revelarle.

Pasó un minuto y siguió sin recibir otro mensaje. Por el contrario, unos golpes en la puerta a sus espaldas rompieron el silencio en el que se había sumido al iniciar esa conversación con la yandere. No era su hermana, ella no tocaba, le hablaba por radio. Nadie más aparte del director sabía que él estaba ahí. Además de ellos dos, la única persona que había estado ahí era...

Miro sobre su hombro la puerta, se giró lentamente sin despegar su vista de ahí, esperando a oír algo más. Cinco segundos pasaron y tres golpes con más fuerza llegaron a sus oídos. Se levantó y camino a grandes y livianos pasos hasta allá para que no se diera cuenta de que estaba cerca. Apoyo su sien en la pared y, por fin, un nuevo sonido le hizo saber que tenía razón sobre quién estaba ahí.

Gimoteos.

Un único golpe más, débil, como si esa chica dijera que no sabía cómo seguir de pie, como seguir luchando cuando no sabía pelear con algo así.

—Soy yo— escucho la casi inaudible pero quebrada voz de Ayano. Sorbió con fuerza y soltó unos quejidos más antes de intentar abrir la puerta. Ya estaba desesperada —. Ayúdame... por favor... Ya no quiero estar sola...

Sonrió de lado, viendo que eso podía salir mejor de lo que esperaba.

Los sentimientos eran fáciles de manejar, pero sentía algo qué podría o no ser sorpresa, siempre que estos hacían tomar acciones más atrevidas de lo que esperaba.

Tomó la venda de color negro que estaba a un lado de la puerta. Le molestaba tomarse tantas molestias para no ser visto, pero era importante guardar su anonimato para que a la asesina le fuera imposible tener como identificarlo si, en algún momento de estupidez, decidía traicionarlo. Su dulce y popular hermanita le había recalcado eso miles de veces.

Retiró todos los seguros de la puerta. Aun no era la hora de entrada y el consejo estaba encerrado en su oficina teniendo una videollamada con el presidente, así que no tenía que preocuparse de que alguien en el pasillo los atrapara. Entre abrió la puerta y tuvo que usar su peso para que Ayano no entrara de golpe por lo desesperada que se hallaba, paso dos dedos por el espacio que seguía abierto, entregándole la venda que ella ya conocía de visitas anteriores. No pudo negarse, ni siquiera supo si lo intento, solo fue consiente de cuando su novia tomó la cinta y de cuando murmuro que ya la tenía puesta para que la dejara pasar.

Abrió la puerta con cuidado, comprobó que ella ya no veía nada y la hizo entrar jalándola del brazo. Apenas hubo puesto de nuevo el primer seguro de la puerta, Ayano -quién estaba a sus espaldas- se lanzó a abrazarlo y se aferró con fuerza al uniforme del pelirrojo. Info-kun estaba por decirle que esperara a que terminara de asegurar el salón, pero el llanto volvió a surgir con más fuerza. El chico se giró entonces para tomarla de las muñecas y verla de frente en su pánico.

Ayano no lloraba un poco, sino tanto que apenas y conseguía decir algo entendible. Él la abrazó y espero a que ella se callara lo suficiente para preguntarle que hacia ahí, pero no fue necesario, porque ella luego de zafarse y colgársele de los hombros, se lo dijo:

« ¿También tú?

— ¿Yo que, Yan-chan?

— ¿... tienes esas necesidades?

Por un momento su voz dejó de temblar, lagrimas seguían cayendo por sus mejillas y mojando la venda, pero Ayano ya no lloriqueaba ni gemía. Seguía triste, abrumada al enterarse de que su novio no pensaba solo en ella. Pero algo más le pasaba, y esa extraña pregunta que había hecho, no entendía por dónde queria ir.

— ¿Eres muy lenta para entender? Excepto los asexuales, todos los demás tenemos la necesidad de sexo de vez en cuando.

—...está bien— ambos se quedaron callados. Todavía de pie a un lado de la puerta y sintiendo como Ayano no parecía dispuesta soltarlo aun. Info-kun comenzaba a desesperarse, llegando a rodar los ojos y viendo con fastidio a la chica. No terminaba de comprender que carajos buscaba al preguntarle esas cosas, e incluso siendo ella la que estaba a su lado, no tenía la paciencia suficiente para esperar a que Ayano dejara de jugar a los acertijos. Si queria decirle algo, mejor que fuera directa y no le hiciera perder más el tiempo. Retiro sus manos con fuerza, desequilibrando un poco a la asesina y obligándola a sostenerse de la pared por no saber bien en donde estaba parada. La dejo ahí y empezó a andar hacia su silla, tenía fotos intimas que vender y otros servicios que cumplir para poder quitarle dinero a esos idiotas de sus clientes —. Te dare lo que quieras. Ayúdame con Oko-senpai, por favor.

—Estoy ocupado. Si tienes más preguntas sobre la pubertad ve a molestar a la enfermera, no a mí.

— ¡Fotos! ¡Audios! ¡Lo que sea!

—Tampoco es difícil sacarte eso si lo necesito, asi que no me estás dando nada nuevo. No me interesa.

Se sentó de nuevo en su silla y se giró para comenzar a responder rápido en varios chats que había dejado de lado para mensajearse con Ayano. Comenzó a ir de su teléfono a su tecleado, buscando información o fotos que no tenía en su celular pero si en su computadora; de vez en cuando miraba hacia otras pantallas para vigilar los pasillos de la escuela. Las chicas del consejo otra vez patrullaban, hablaban juntas por teléfono de que pronto llegarían los demás alumnos y debían estar más atentas. Ninguna de ellas estaba enterada de su hermana, quien salía del club de jardinería con una cubeta y gasolina en mano.

Habían fallado el dia anterior con envenenar a Oko Ruto, asi que esta vez habían pensado en algo más entretenido: quemarlo vivo. Al final de clases por supuesto. Asi, por mucho que él gritara y suplicara ayuda, solo estarían ellos dos para verlo sufrir y luego sentarse junto a su cadáver ardiente para preparar sándwiches de malvaviscos. En caso de que el maldito se negase a irse de una vez al infierno, se encargarían de arrancarle la piel hasta que se rindiera y suplicase la muerte.

No podría torturarlo tanto como queria con ese método, pero al menos se animaba recordando que una muerte asi tardaba mucho tiempo. Asi que aún sin poder diseccionarlo para calmar sus celos, el ocultista sentiría como los demonios que tanto había alabado solo esperaban su fin con deseo y satisfacción.

—Oko-senpai y yo habíamos planeado algo.

—Una absurda y cursi vida feliz, ya se, me duele en el alma que no ya no le sirvas.

—Íbamos a hacer algo hoy en la noche, cuando saliera del trabajo.

Escuchar eso le crispó los nervios, provocando que sus nudillos tronaran y deseando poder sacarle los ojos al ocultista con una cuchara.

— ¿Y eso porque me importa?

—Porque— a ciegas, la azabache logro llegar a un pequeño sillón puff en donde se había sentado otras veces que había ido, o suponía que era el mismo debido a que tenía los ojos vendados. Con cuidado, se dejó caer sobre el bulto, y mientras alisaba su falda giro hacia donde creía que estaba su amigo —puedo darte a ti la sorpresa que le había preparado. Si me ayudas.

— ¿Mmm?— escribió unas cosas más en su computadora antes de darse cuenta de que ella empezaba a gatear por el piso hacían donde estaba él. Se inclinó para asustarla y decirle que se veía como una idiota haciendo eso, pero antes de criticarla, ella sintió la cercanía y le susurro que era lo que estaba dispuesta a darle; como si, a pesar de ser los únicos ahí, esperara evitar que alguien más lo supiese. Al terminar de escucharla, se quedó callado y olvido cualquier broma o respuesta irónica que fuera a hacerle por lo que estaba haciendo antes, y sonrió lentamente, centrando sus ojos en el rostro de su novia. Se estaba mordiendo el labio sin darse cuenta, al imaginarse en esa muy especial sorpresa que le estaba ofreciendo —. Vaya, Aishi. ¿Quién diría que el amor te pone tan cariñosa?

— ¿Me ayudaras?

—Ja, ¿a cambio de tenerte esta noche para mí? Claro.

Rio un poco más a boca cerrada, y sin pensárselo mucho llevo su mano izquierda a la cabeza de su amada para acariciarla con ternura y adoración, envolviendo sus dedos en largos mechones de la cabellera azabache desarreglándola un poco. Bajó un poco más su mano y las yemas de sus dedos se erizaron cuando tuvieron contacto directo con la mejilla. Observó sus labios con deseo, deseando el volver a probarlos como hace mucho fantaseaba. No se limitó y su abrió su mano para sujetarle ambas mejillas y estrujarlas mientras la obligaba a levantar más la cabeza.

El control emocional era divertido. Pero el físico, era excitante.

Y como si nada, la soltó empujándola un poco hacia atrás. Escucho su quejido de dolor pero se concentró en buscar información para cumplir el acuerdo de ayudarla. Él le daría todo lo que quisiera para eliminar a la inexistente persona que le queria robar al líder ocultista, aunque no era -tanto- su culpa si por eso no se daba cuenta de que a su noviecito lo acechaba la muerte.

«Este bien, Aishi Desempolva tu cuchillo y dame un espectáculo digno de retrasar a la policía— desde su computadora término de redactar un par de cosas y empezó a enviarlas a su chat con Ayano. Se levantó de su silla y la tomó de la blusa, levantándola entre tropezones y llevándola hacia la salida —. Para ser alguien muy reservado, Ruto-kun tiene gustos bastantes raros. Un demonio, Taro Yamada, tu que eres una asesina, y ahora... parece que tres chicas son las que tienen su atención ahora.

— ¡¿Tres?! Dijiste que solo pedía fotos de alguien. No de tres chicas.

—Es porque solo me compra de una de ellas, de la única que no se ha animado a darle sus fotos directamente. Asi que, no tienes solo una rival, sino tres.

Al escuchar eso, todo rastro de tristeza y desesperación que Ayano pudo sentir momentos antes, quedó sepultado por la ira y los celos que empezaron a quemarle desde el corazón hasta terminar acaparando todo su pecho y razón. Apretó sus dientes furiosa, al punto de que estos rechinaron y su cuerpo comenzó a temblar por la fuerza que ponía en sus manos al apretarlas como puños.

Tres chicas. Tres malditas zorras que iban tras su hombre. Tres... Tres personas que le enviaban fotos de sus cuerpos a su novio, y por las que él parecía estar lo bastante atraído como para no prestarle atención cuando le hablaba. ¿Oko Ruto siquiera se había fijado en su cuerpo? ¿Ella le atraería de esa forma? Aparentemente no porque estaba ocupado viendo a tres brujas.

Pero muy pronto, serian solo tres cuerpos desfigurados y llenos de gusanos que servirían como abono al club de jardinería.

Hacía mucho que no mataba. Y bajo su falda, casi sentía como el filo de su cuchillo le cortaba la piel por las ansias de volver a estar cubierto de sangre.

— ¿Quiénes son?

—Tus amigas— murmuró Info-kun, divertido y muy excitado por verla en ese estado, sedienta de sangre y con de ganas de matar a quien fuera con tal de defender lo que le pertenecía. Uff, nada sería mejor que tenerla sobre él, desnuda y solo vestida con la sangre goteante de alguien más mientras lo besaba. Ese sería su paraíso.

— ¿¡Midori, Pippi y Miyuji-chan!? — gritó incapaz de seguir aguantando su enojo. Esas tres. Todavía con los ojos vendados, levanto uno de sus puños y lo bajo con fuerza esperando a darle a una pared, cosa que consiguió pero al estar más cerca de lo esperado el dolor para el que estaba preparada fue peor. Aún asi, teniendo el punto ubicado, siguió golpeando el muro con todo su rencor.

—No, tus otras amigas— reveló entretenido. Dio un vistazo a sus monitores y vio como poco a poco los primeros alumnos llegaban y llenaban Akademi con sus pláticas y lamentaciones. Quitó el único seguro que había podido poner y empujo a la asesina fuera de la habitación. Manteniéndola de espaldas, estiro su brazo para quitarle la venda y cerró lo suficiente para que lo siguiera escuchando pero no pudiera verlo —: Hana Daidaiyama, Kashiko Murasaki y Hoshiko Mizudori.

No solo eran tres chicas. Eran tres, de las cinco bullys.

Regresó a su salón varios minutos después, solo luego de esconderse en el baño y gritar libremente hasta que su mal humor y enojo bajaron lo suficiente para fingir frente a los demás que no deseaba encontrar a esas tipejas para romperles el cuello y seguir apuñalándolas aunque ya estuvieran muertas. ¡Nadie le quitaría a su novio! Mucho menos unas chicas como ellas.

Claro que se preguntaba en que momento habían dejado de ver a Oko como objeto de burla, y empezado a ser objetivo de sus coqueteos y mensajería erótica. Pero sabía que si lo pensaba más, no se contendría y acabaría yendo a buscarlas para matarles de una buena vez sin importarle quien estuviera cerca.

— ¡Buenos días, Ayano-senpai! — cerró sus ojos con cansancio cuando reconoció la voz de Hanako.

Ni Osano ni Amao habían llegado todavía cuando ella regresó a su aula, por lo que supuso que el saludo del menor servía también como aviso de que sus mejores amigos habían llegado. Cosa que confirmo cuando se giró para responderle y vio como este empujaba a Osano hasta su lugar junto a ella.

—Buenos días, Hanako-kun— le regaló una sonrisa algo floja, pero eso igual alegró al menor al nivel de que empezó a contarle de forma apresurada lo que había hecho el dia anterior luego de clases, por alguna razón. Con esa plática como ruido de fondo, se giró hacia Amao quién acababa de ser dejado a su derecha por Taro, saludo a su senpai con un simple movimiento de mano antes de volver a concentrarse en su amigo pastelero —. Buenos días, Amao-kun. ¿Cómo te sientes hoy?

—Bueno, sin muchos cambios, en verdad. Mis piernas aun no pueden sostenerme por mucho tiempo, pero apenas iniciamos con la rehabilitación asi que no quiero ser pesimista, jeje— Amao la miraba con los parpados delicadamente caídos y un leve sonrojo en sus mejillas. Ayano comprendía que eso era uno de sus desbalances en la emociones, por lo que más que tranquilizarla al verle asi de tranquilo... se sentía mal por no entender bien como se sentía él. No fue hasta ese momento cuando bajo los ojos con tristeza, que notó como él jugaba con un recipiente pasándolo de mano en mano —. Ah, este... mamá hizo tartaletas y te envió unas.

Y ahora Amao se veía triste. Comenzaba a temer en serio lo grave que fuera ese daño cerebral, y se preguntaba cómo él se recuperaría de algo asi.

— ¡Oye, tonta, yo también estoy aquí! — se quejó Osano a su izquierda, añadiendo un tirón a su coleta para conseguir que le prestara atención. En cuanto se volteó para verlo, le sonrió más animada al reconocerle que estaba avanzando en cuanto a recuperar su actitud tsundere de siempre. Una noticia buena para variar — ¡Eso! ¡También salúdame a mí, baka! A-Ah, pero... no lo digo porqué estoy celoso. No, espera ¿q-quién dijo algo de celos? ¡Yo no estoy celoso!

Foto.

Rio por lo bajo, enternecida por la pelea personal que él mismo se daba. Osano no queria demostrarlo, pero era muy adorable y un encanto de persona. Solo que parecía muy avergonzado de dejarse ver asi y por eso siempre estaba molesto. Oh demonios, amaba en serio a ese lindo tsundere como nadie tenía idea.

Amar.

Borró su sonrisa y repitió en su cabeza lo que acababa de pensar. Había pensado que lo amaba, ¿por qué? ¿Cómo se ama a un amigo? Si era asi, ¿por qué ahora se estaba haciendo tantas preguntas? Y entre esas dudas, Imágenes del dia anterior pasaron veloces, recordándole lo que Amao le había revelado: Osano creía que estaban juntos, Osano había querido declarársele el dia de la gran obra de Kizano. Osano estaba enamorado de ella.

Hasta el dia de ayer, nunca se había imaginado con su mejor amigo en esa situación. Mucho menos porqué... ya tenía novio.

— ¡Yo también estoy celoso! — Replicó Hanako, tomándola por sorpresa —Quiero pasar tiempo contigo, senpai. Conocerte mejor y que tú me enseñes la escuela. ¿No te gustaría?

— ¿Taro-baka no te ha dado el recorrido? — bufó Osano al ver su momento con la azabache interrumpido. Hanako se estiro exageradamente con expresión aburrida y rodeo los asientos para poder apoyar sus codos en el escritorio de Ayano.

—Dijo que lo haría, también el consejo, pero les dije que no.

— ¿No se supone que te cambiaste porqué querías pasar tiempo con tu hermano? — pregunto Osano con obviedad.

Llevaba meses escuchándolo quejarse de que odiaba su escuela por qué no podían estar los tres juntos, y antes de su accidente todavía iba a su casa para pasar tiempo con él, donde lo veía estudiar desesperadamente con el objetivo de repetir su examen de ingreso para Akademi. Fue un alivio despertar a tiempo para enterarse de que su pequeño amigo estaba cumpliendo su sueño, sobre todo fue lindo poder acompañarlo en su primer dia de clases.

Osano siempre pensó que cuando consiguiera novia, iba a ser difícil convencer a Hanako de que ella no arruinaría la amistad que tenía con él y con Taro, menos que la aceptara sin antes hacerle notar qué le molestaba su existencia y de ponerla a pruebas imposibles y capciosas para ver si era adecuada para ser novia de Osano. Hanako era un mocoso bastante receloso con él y Taro; y, si sería difícil para el peli naranja mismo tener novia, ya sabía que para su ex-mejor amigo sería imposible.

—Claro que sí. Pero también quiero que mi senpai venga con nosotros— el menor junto sus manos y miro con anhelo a la chica que ahora veía de frente —, ¿vas a venir verdad, Ayano-senpai? Por favor, quiero que me muestres tus lugares favoritos.

Osano nunca se esperó que Hanako aceptara a Ayano tan rápido, mucho menos que insistiera tanto en pasar tiempo con ella para volverse cercanos. Pero también era algo que lo aliviaba mucho, aún estaba luchando con sus secuelas del coma y una preocupación menos era lo que necesitaba para calmar sus nervios.

Pero no iba a mentir, también le gustaría que Hanako y Amao se perdieran un rato para poder estar a solas con su novia.

—Lo siento Hanako-kun, tengo que quedarme aquí para cuidar de Osano-kun y Amao-kun— Ayano se acomodó el cabello y se disculpó de forma lo bastante creíble para que ninguno dudara de ella. No estaba de humor para acompañar a Hanako, con el tema de Osano y de las bullys que iban tras Oko, no podía sentirse tranquila y, sobre todo, la importancia de no saber cómo resolver cada cosa la hacía sentirse como una basura.

Tenía que matar a Hana, Kashiko y Hoshiko definitivamente, pero además de sus fantasías escritas en una hoja medio arrugada en su mochila, aun no tenía idea de cómo alejarlas de su novio. Y Osano, no sabía cómo decirle la verdad sin herirlo y hacer incomoda su amistad; ayer no había dicho nada, esperando que los rumores se encargaran de hacérselo saber sin que ella interviniera. Pero no, asi que tenía un novio real, potencialmente seducido por unas bullys, y un novio falso al que solo veía como su mejor amigo.

—Aww, ¡pero yo queria estar contigo también, senpai! — Hanako infló sus mejillas, molesto cual niño al no tener lo que queria, y empezando a hacer un berrinche, se lanzó sobre el escritorio de la azabache y empezó a patalear mientras la tomaba con fuerza de la blusa — ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Ven conmigo!

Osano, avergonzado por la actitud tan infantil de su amigo, le gritó a Taro, quién se había puesto a hablar con Amao, para que tomara a Hanako y se encargara de él. El mayor de los Yamada al darse cuenta del espectáculo que estaba dando Hanako, entro en pánico y se apresuró a tomar a su hermanito por las piernas y a sacarlo de ahí mientras lo llevaba a cuestas sobre su hombro. Eso no detuvo a Hanako, quién además de patalear también comenzó a lanzar golpes a la espalda de Taro para que lo bajara.

Una vez que los hermanos se fueron, los tres amigos se vieron al mismo tiempo, todos ninguno sabía que decir después de tal escena. Amao no comprendía como había empezado todo, y esperaba que alguno de los otros dos se lo explicara mejor. Osano estaba rojo de la vergüenza, buscando las palabras para tratar de explicarle a su novia que, Hanako no es que estuviera molestándola... sino que él era asi. Por su parte Ayano, solo pensaba en la diferencia monumental que había entre el Hanako que había conocido el viernes, con él que hace unos segundos hacia un escándalo para que ella cediera a pasar tiempo con él.

—Ahh— Osano fue el primero en emitir sonido, ganándose la atención de la azabache y el castaño. Al verse como el centro de atención, se sonrojo más y frunció el ceño mientras desviaba la vista a otro punto del salón —. B-Bueno, ¡es genial que Hanako-kun te quiera tanto! Él... no tiene muchos amigos además de Taro-baka y yo. Y la conexión que ha logrado contigo... es más de lo que había logrado con sus antiguos compañeros. Sé que puede ser muy fastidioso a veces-siempre, pero es genial que le agrades tanto. Es bueno para él tener nueva compañía, y conociéndote... serás una buena primera amiga para Hanako-kun.

Rojo como un tomate por dejar ver su aprecio y cariño por el pequeño, Osano siguió sin voltear a verlos. Se removió incomodo en su lugar, apoyando su mejilla en la mano derecha, cosa que también uso para que ni Amao ni Ayano lo vieron a la cara.

Amao fue testigo de cómo Ayano, luego de escuchar el inesperado y sincero pensamiento del tsundere, agachaba la cabeza mientras jugaba con sus manos. No como si estuviera deprimida o algo asi, más bien como si estuviera pensando en algo. Quizá, considerando la mistad con Hanako como una responsabilidad más que como algo selectivo. Es que, luego de escuchar todo lo que Osano pensaba, era imposible decirle que no a él y al niño que no terminaba de caerle bien por su actitud tan caprichosa e infantil.

Pero Ayano no necesitaba opiniones asi, sino apoyo de su parte para que ella misma decidiera lo que fuera mejor a su parecer.

También, tenía que admitir que Osano le hacía sentir algo de envidia, y eso no era propio de él.

Aunque el peli naranja había sido el más afectado en el incendio, podía notar que se esforzaba para volver a ser él de antes; luchaba contra sus secuelas, entre las he estaban la pérdida de memoria y el odioso sentimiento de haber sido dejados de lado. Pero contrario a su situación, Osano incluso sin recuperar por completo su lado tsundere, parecía mostrar que mejoraba más rápido. En cambio, Amao aún no se atrevía a participar en su club por miedo a estropear el trabajo de sus kohais.

Una de sus secuelas era la falta de coordinación; se confundía al tratar de hacer una receta y terminaba haciendo algo que nunca podría ser llamado comida. Y ese estrés junto a su frustración le quitaban el apetito. ¿Qué se podía esperar del líder del club de cocina, cuando este ya no podía hacer ningún postre? Solo que entregara su banda roja y dejara de estorbar a quienes antes aprendieron de él. Claro que no podía volver hasta que pasara esa fase de su recuperación.

Pero todavía podía estar junto a Ayano y permanecer a su lado. Desde su despertar hasta que volviera a ser el Amao Odayaka de siempre, era lo único que necesitaba ahora para ser feliz. Le bastaba la sola presencia de su mejor amiga para sentirse bien.

—Hanako-kun se ve agradable— susurró intentando ser amable y comprensivo. Pero entonces rodo los ojos y miro a su derecha poniendo cara de malestar —, cuando está lejos.

¡No queria decir eso! ¡Y menos como si le asqueara la idea! Sus emociones no solo lo hacían expresarse mal, sino que lo hacía actuar diferente a como planeaba. No controlaba sus palabras ni gestos. Si pensaba en decir algo, algo muy distinto saldría de él.

Tal vez, era mejor seguir callado. Lo último que queria, era que sus dos amigos acabaran odiándolo por decir las palabras incorrectas.

Ayano alargo un bostezó y estiro los brazos sobre su cabeza antes de tomar los dos almuerzos que había hecho y dejarlos sobre su mesa. Era hora del almuerzo, y tener ambos recipientes frente a ella le hacía recordar en lo que había hablado con Info-kun unas horas atrás:

"Antes, tu novio competía con la atención que le dabas a tus amigos. Pero ahora que estas sin el actor y el deportista, Oko-kun sabe que él es lo único que tienes. Te da por sentado, y mientras se aprovecha de tu reputación, él prefiere fijarse en otras chicas.

Si quieres llamar su atención de nuevo, demuéstrale que tampoco es irremplazable. Dale celos"

Celos. Un sentimiento que aunque dolía, le parecía extrañamente poderoso y manipulador. Era amor, pero también ira, tristeza; parecía como una enfermedad, entraba por ojos u oídos, avanzaba hasta el corazón, y entonces invadía el cerebro haciendo que todos fueran capaces de hacer cualquier cosa, no para dejar de sentirlo, sino para que la persona que les gustaba no encontrara su camino al lado de alguien más. Eso la había hecho matar a varias chicas, culpables e inocentes de su contagio por celos.

¿Oko ruto hasta donde llegaría por sus celos? ¿Y con quién debería "engañarlo"?

—Hey, tonta— unos golpecitos en su hombro la hicieron voltear a su izquierda, donde Osano intentaba no verla pero le extendía un recipiente envuelto en su típico pañuelo naranja con puntos blancos —. Mamá también te envió algo, este... me dijo que lo compitiera contigo. Asi que es mi almuerzo pero te voy a invitar, no seas abusiva.

Foto.

Osano pensaba que eran novios, y se esforzaba por empezar a actuar como tal. Podía ser a quién usara para darle celos a su verdadero novio, y como Oko sabía que el peli naranja era muy importante para ella, no dudaría de la relación falsa. Si, Osano era el candidato ideal para causarle celos a Oko Ruto.

Pero nunca le haría eso a su mejor amigo. Él recuperaría la memoria y sabría que nunca fueron pareja, y que lo habría utilizado. No. Era incapaz de lastimar a Osano para su propio beneficio.

—Jóvenes— murmuró en tono fuerte y claro una voz femenina que pronto se destacó sobre las voces de los estudiantes que seguían en el aula, causando un silencio que llevó todas las miradas a ella. La enfermera Nasu, con su postura recta y sus manos apoyadas aun en los marcos de la puerta, se encontraba paseando su mirada analítica por todo el lugar asegurándose de forma rápida de que todo estaba en orden, confirmándolo con la fila de estudiantes que se formaba a su lado para dejar el salón —. Daidaiyama-chan, la espera la consejera.

La rubia de mechas rosas y amarillas rodo los ojos con fastidio, limitándose a darle a la enfermera un asentimiento antes de concentrarse en su celular y salir para encontrarse con sus amigas. Antes de irse, tuvo la escalofriante sensación de sentirse en una película de terror, como si estuviera en la escena cliché donde el asesino en serie espiaba a su víctima de lejos. Se olvidó de eso al recibir un mensaje de su Musume, solo le respondió una última cosa a la enfermera y desapareció de la vista asesina de Ayano.

La enfermera, luego de preguntarle a Hana en donde estaban Osano y Amao y confirmar que estaban en donde la chica había indicado, se aproximó a los últimos asientos del aula, firme y segura de sí misma dando esa imagen de superioridad que daban todos en la facultad. Por lo mismo, los tres amigos fueron incapaces de verla a los ojos, y cuando esta se detuvo frente a ellos, bajaron las cabezas como si fueran niños que serían regañados.

Se notaba que esta enfermera eficaz y estricta, contrastaba con el Mujo adorable y torpe que había cuidado de Ayano por dos semanas.

—Buenos tardes, enfermera— murmuro Amao, algo titubeante y tratando de sonar lo más neutral que le fuese posible.

—Hola, chicos. Como sus madres debieron haberles dicho, tengo orden de sus médicos para hacerles una revisión de rutina siempre que lo vean necesario. Y ya que ayer ambos tuvieron inconvenientes con sus rehabilitaciones, hoy tendré que trabajar con ustedes— ambos asintieron con desgano. La mujer entonces se fijó en la fémina de ojos grises, y cruzándose de brazos le hizo un movimiento con la cabeza hacia la salida —. Lo siento, Aishi-chan. Necesito que te retires.

—Claro. Vendré cuando acabe el almuerzo— se despidió de sus dos amigos, revolviéndole el cabello a Osano mientras este hacia mofletes, y sonriéndole con cariño a Amao para que se animara un poco más.

Salió cerrando la puerta a sus espaldas, y fue en ese momento que su sonrisa comprensiva se deshizo en un gruñido. Como aún no tenía claro cómo -ni con quién- causar los celos de su novio, se había convencido de que evitándolo ese dia con excusa de querer pasar ese tiempo con sus mejores amigos sería bueno para empezar a demostrarle a Oko que ella también podía aburrirse de él, pero después de que la enfermera la echase, ese plan se había arruinado.

Miró los dos almuerzos que tenía, uno en cada mano. Uno para ella y otro para Oko. Claro, lo había hecho con la idea de pasar el almuerzo con él y que siguiera disfrutando de su cocina para que viera lo buena esposa que llegaría a ser para él. Pero ahora solo lo veía como diez minutos de su mañana que no cumplirían su objetivo; o en su defecto como un sándwich monte cristo que acabaría guardando para su descanso en el café.

—Yan-chan— sus hombros se pusieron rígidos, la boca se le seco en un instante y un escalofrió naciente en su estómago le hicieron saber que la voz que había escuchado era justo de quién creía. Con una necesidad de verle, se giró hacia las escaleras y vio cómo su amado Oko Ruto se acercaba a ella mientras jugaba con sus manos —, hola. ¿Y tus amigos?

—Oko-senpai, ellos— carraspeó, empezando a ponerse roja porque su voz temblaba de la emoción por tenerlo tan cerca. Consiguió equilibrar los almuerzos en un brazo y se intentó ver normal pasándose la mano libre por el cabello —... e-están con la enfermera.

—Oh, ya veo. Bueno, al menos vamos a poder estar un rato juntos antes de ir a... ya sabes— escuchar que los amigos de Ayano no podrían entrometerse esta vez lo alivio mucho. Ese era el dia para el que ambos habían planeado cumplir "la fantasía" qué él le había confesado. Estaba muy emocionado, y no podía esperar a que llegara la noche para qué ambos fueran a casa de Ayano y ella lo consintiera. Aún asi, estaba preparado con conjuros qué alejarían a Osano y Amao si los veía como molestias, pero le alegraba qué esta vez no podrían quedarse con la atención de la chica. Ayano estaría todo el receso solo para él, besándolo y diciéndole que lo amaba. Un poco sonrojado por sus ideas, se acercó a Ayano para abrazarla y poder unir sus labios como había deseado desde que había abierto los ojos esa mañana — ¿Quieres que comamos en mi club? Nadie nos molestara allí. Y... estaremos solos...

¡Ahh! Ayano se estaba derritiendo en los brazos de Oko Ruto luego de ese beso. ¡Claro que queria ir y estar a solas con él! Nada mejor para poder besarlo cuanto deseara sin preocuparse de los comentarios de la gente, y de poder decirle sin pena cuanto lo amaba y que queria estar con él para siempre. Pero no, debía mantenerse firme a su idea de demostrarle que no estaría siempre dispuesta a lo que el queria, era como había dicho Info-kun: si el veía que ella nunca le haría falta, se sentiría con derecho de hacer lo que quisiera.

Pero era tan difícil, si, sobre todo cuando miraba esos bellos ojos y le parecía perderse en ellos tanto como para aceptar todo lo que él le dijera, aunque no se fijara tanto en sus palabras porque solo necesitaba verlo directamente y saber que eso hacia latir su corazón con desenfreno. Y perdida en esa mirada de color morado claro, comenzó a acercársele para besarlo y dejar que la llevara a donde quisiera...

Foto.

— ¡Hermano, tengo hambre!

Aquella voz infantil, aunque débil en su burbuja de inmenso amor por Oko, consiguió que sin apartarse del peliañil mirara a espaldas de este, hacia la escalera. Taro y Hanako estaba ahí, hablando, o tal vez discutiendo porque el menor saltaba repetidas veces como si hiciera una especie de berrinche.

Hanako. Él le había pedido que le mostrara la escuela. Había insistido bastante en que fuera, al punto de no conocer la mayoría del lugar hasta que fuera con él y Taro.

—Vamos, Yan-chan— Oko tomó la iniciativa, besándola durante unos segundos antes de tomar los dos almuerzos y sujetarla por la cintura, jalándola hacia sí.

...demuéstrale que tampoco es irremplazable. Dale celos.

Celos.

Celos

Celos.

Ya lo tenía claro, usaría a Hanako para darle celos.

Se quedó quieta, sorprendiendo a Oko al darse cuenta de que esta no avanzaba con él. Ayano trago con dificultad y se quitó los mechones que se le pegaban a la frente debido al sudor que tanta emoción le hacía transpirar. Miro a Oko a los ojos, cosa que la hizo flaquear un momento, pero las palabras de Info-kun volvieron a resonar en su cabeza haciéndola resistirse a la fuerza que la obligaba a complacer al ocultista.

—No-puedo— apretó su falda, tratando de darse valor por una razón que no terminaba de comprender. ¿Por qué era tan difícil decirle que no podía estar con él? ¿Y porque verlo a ojos la hacían casi caer de rodillas? Es cierto que eran hermosos, incluso con ojeras y ese semblante sombrío que su amado daba; era un encanto tras una fachada de oscuridad ¡No! ¿Por qué se volvía tan boba con lo que tenía que ver con él? Vamos, era hora de ser firme y decirle de una vez que no —. Y-Yo... acompañare a Hanako-kun a ver la-la escuela. Y almorzaré con él y su hermano.

— ¿Ah...? ¿Iras con... Taro-kun? — pregunto el líder, con un tono que la extrañó. ¿Sonaba asustado? No, tal vez algo sorprendido. Pero eso no la detendría, ya había dado su excusa y tenía via libre para irse. Estiró sus manos para tomar los almuerzos que Oko todavía cargaba, pero las contrajo al sentir un ardor en su dedo, se apretó la mano con fuerza y reprimió quejidos de dolor. Oko también se estaba sosteniendo la misma mano, pero seguro era una coincidencia — ¿N-No te gustaría mejor estar conmigo? Puedo mostrarte más sobre demonios... o, podemos hablar de lo de esta noche... haremos lo que tú quieras.

—Lo siento, cariño. Se lo prometí— su mano ardía tanto como si estuviera envuelta en fuego, pero el verla completamente bien le hacía darse cuenta de que nada le estaba pasando de verdad. Se decidio a irse de ahí antes de que la ansiedad la hiciera imaginarse cosas peores, consiguió arrebatarle los dos almuerzos y, permitiéndose un último contacto con él, le acaricio la mejilla y lo beso de forma tierna y rápida antes de darle la espalda y empezar a andar en dirección opuesta —. Te habló después, amor.

—Ayano...

— ¡Ayano-senpai! — la asesina casi se alejó huyendo de su pareja, por lo que no termino de escucharlo. En cambio, cuando Hanako se dio cuenta de que Ayano estaba dirigiéndose hacia él, explotó de emoción y dejando a la mitad su plática con su hermano mayor, corrió hacia ella atrapándola en un abrazo.

—Hola, Hanako-kun... Taro-kun— los saludó con el poco aire que le quedó luego de ser apretada por el menor. Para ser un chico muy bajito y con pinta de niño bueno, podía esconder más fuerza de la que se esperaba. Consiguió quitárselo de encima, y al ver que Hanako pensaba abrazarla de nuevo lo mantuvo en su sitio tomándolo de los hombros —. Osano-kun y Amao-kun tienen que estar en revisión con la enfermera. No me necesitaran por un rato y pensé que...

— ¡Almorzaras con nosotros y me mostraras la escuela! — todavía sujeto para que no volviera a chocar de forma brusca contra ella, Hanako junto sus manos a la altura de su pecho y abrió sus ojos mostrando un brillo de alegría incontenible. Sin darle opción a la azabache de responder, consiguió zafarse y le arrebato los dos recipientes de almuerzo para aventárselos a Taro — No seas grosero y cárgalos tú. Ayano-senpai es nuestra invitada especial en el paseo, no tiene que hacer nada que la moleste.

—Gracias Hanako-kun, pero no es necesario y tampoco me molesta, es mi comida después de todo...

—Descuida, Yan-chan— le interrumpió Taro con una sonrisa amable —. A mí tampoco me molesta ayudarte, además, es muy difícil negarle algo a Hanako.

El menor inflo su pecho con orgullo y asintió repetidas veces, afirmando lo que su hermano mayor decía. Sin seguir perdiendo el tiempo, se puso junto a la mayor y le tomo de la mano entrelazando sus dedos. Contento y un poco rojo por conseguir ese contacto con ella, empezó a tirarla para que siguiera junto a él y empezaran el recorrido.

Los tres empezaron a hablar mientras bajaban las escaleras. Sin que ninguno de ellos se diera cuenta, Oko los observo desde el mismo punto a la mitad del pasillo donde Ayano lo había dejado. Al verlos irse escaleras abajo, se aproximó para verlos en su conversación. No había perdido detalle del momento en que Hanako tomaba a su querida súcubo de la mano, pero no era él quien más le preocupaba, sino Taro.

Semanas atrás, antes de que su corazón latiera por Ayano y el poder oscuro que emanaba de la familia Aishi, ambos peleaban por la atención y el amor de su compañero de clases. Oko había dejado de ver a Taro de esa forma hace mucho, cuando comprendió que la oscuridad y la calidez que necesitaba se encontraban en Ayano; enamorándose perdidamente de ella. Pero sabía que ella nunca había dejado de querer a Taro, aun cuando se besara con Kizano o pasara tiempo con Aso, sabía que el amor de ella era solo para el mayor de los Yamada.

El hechizo del hilo negro era poderoso, tanto que la única forma de que alguien que no fuera él lo rompiera, era que le cortaran el dedo o le arrancaran el corazón. Porque incluso si Oko llegaba a morir sin cortar el hilo que lo ataba a Ayano, el amor que embriagaba a la chica le obligaría a seguir a su novio hasta la otra vida. Es decir, que si algo le pasaba, Ayano no sería capaz de resistirse al hilo que la obligaría a suicidarse.

El hilo negro con el que retenía a Ayano empezaba a debilitarse y aun no sabía porque. Temía a la posibilidad de que si ella pasaba tiempo con su verdadero amor, este fuera roto de alguna manera.

Antes de seguir detrás de ellos tres, varios mensajes le llegaron arruinando su ventaja de pasar desapercibido. Molesto, saco su celular y reviso de que se trataba, extrañándole que todos fueran de su chat con Info-kun. No le había comprado nada desde la semana pasada, y ya no lo necesitaba, siendo novio de Ayano, podía verla y besarla cuando quisiera.

O eso había creído.

Abrió el chat, y su labios se entreabrieron un poco en señal de sorpresa, se cubrió rápido la boca y miro a ambos lados del pasillo y a las escaleras para asegurarse de que nadie había visto lo que tenía en su teléfono. Empezó a caminar y siguió observando el chat, viendo con sorpresa y escalofríos los mensajes que Info-kun le había mandado.

Mejor dicho, las imágenes.

Apenas abrir la conversación, saltaba a la vista una panty shot de Hoshiko, había logrado reconocerla porque en la imagen conseguida verse su cara. Al bajar, cuatro fotos más de ella en el mismo contexto provocativo, variando otras panty shots con bra shootings y hasta una inner shot. Lo último que había después de las fotos era un mensaje, en donde como si él hubiera ordenado esas fotos, el hacker le decía que disfrutara de su pedido.

Se acercó a una esquina, para evitar que alguien lo descubriera con eso y empezó a escribirle a Info-kun para que le diera una explicación de porqué le había mandado todo eso. Pero el desconocido se le adelanto.

Eres de mis mejores clientes, Oko-senpai. Me agradas, asi que toma estas fotos de cortesía. Si las bullys vuelven a ir contra ti, mejor que tengas con que extorsionarlas ¿no? Tal vez asi por fin te dejen en paz. Y sino, al menos tendrás algo nuevo para ver durante la noche.

Aunque la idea de ver a una de sus acosadoras asi lo incomodaba, tuvo que admitir que luego de pensarlo lo acepto como una buena idea. Si Hoshiko llegaba a molestarlo, bastaría con mostrarle las fotos que tenía de ella para que lo dejara tranquilo, y si era otra, mostrarle las fotos que circulaban de su amiga haría que la bully de mechas verdes se convirtiera en el nuevo blanco de burlas.

Respondió agradeciéndole la ayuda. Volvió a guardar su teléfono y, reconociendo que no sabía a dónde ir a buscar a Ayano, comenzó a andar a la primera planta para dirigirse con los demás líderes. Le entristecía y molestaba no poder pasar el almuerzo junto a su novia, pero podía dejarlo pasar. De todas formas, lo mejor vendría esa noche, cuando ella saliera de trabajar y ambos fueran a pasar la noche en su casa.

— ¡Hola! — respondió Ayano con una sonrisa y un ademan luego de que los lideres la saludaran desde sus lugares en la zona de los populares, le pareció un tanto vacía, y luego comprendió que era porque Kizano, Oko y Aso no estaban ahí. La azabache se dirigió entonces a Hanako, quién aun la tenía de la mano —Este es el comedor exterior, solo comen ahí los líderes de los clubs, el consejo estudiantil y el resto de los populares.

—Ah, entonces mi hermano mayor, Osano-kun y tú debían comer ahí todo el tiempo. Estoy seguro de que los tres son de los más populares aquí— comento Hanako totalmente seguro de sus palabras. Desde su punto de vista, los tres mayores eran geniales y de las mejores personas que conocía. Según lo que Ayano acababa de decirle, era imposible que no se sentaran en esa zona.

—Jeje, lo siento Hanako— habló Taro con un leve rojo en sus mejillas por lo mucho que su hermano era capaz de admirarlo —. No creo ni ser uno de los más populares en mi salón, sobre todo porque siete de los líderes son mis compañeros y son más interesantes que yo. Ah, pero Yan-chan ha comido ahí varias veces. Ella sin duda si se está volviendo muy importante.

—Solo pude entrar porque fui invitada— dijo restándole importancia y viendo a donde los lideres hablaban de tal forma que cualquiera que los interrumpiera se sentiría mal por hacerlo. Estando juntos tenían la imagen de ser gente tan poderosa e inalcanzable que una sola mirada de uno de ellos bastaría para convertir el momento fugaz en una anécdota para presumir. Y tal vez esa idea no estaba tan equivocada, todo el mundo sabía que esos mismos líderes que hoy eran estudiantes, en unos años dominarían el mundo en su respectiva área —. Y no es nada del otro mundo. Casi es como una comida cualquiera en el jardín.

— ¿Pero qué dices? ¡Eres una chica súper linda y amable, Ayano-senpai! ¡Claro que eres alguien popular que merece comer ahí! Yo digo que mañana vayas allá, y entres sin esperar una invitación.

Hanako hablaba muy en serio. Durante esos meses de arduo estudio para ingresar a Akademi con Taro y Osano, siempre escucho de estos dos, historias increíbles de los líderes de club y los miembros del consejo estudiantil. Sus favoritas -y personas que queria conocer al menos de vista- eran de Miyuji Shan, líder de música ligera y quien sorprendió a toda la escuela reapareciendo como una persona diferente para su último año; Uekiya Engeika, más que solo la líder del club de jardinería, la segunda persona con más influencia en los demás líderes; Akane Toriyasu, la responsable miembro del consejo que con su simple belleza y amabilidad resolvía problemas; y, bueno, también queria conocer a Amao, pero luego de la primera impresión ese lunes, estaba fuera de su lista de personas admirables.

En la mente de Hanako, la dulzura de Ayano con su forma de manejar cualquier situación, la hacían capaz de volverse una leyenda como las otras chicas de las que tanto había oído. ¡Incluso mejor que ellas! Tal vez no fuera una líder, y el apellido Aishi no lo ubicaba aun como otros de gran importancia, pero podía apostar su colección de peluches y todos los dulces de un mes a que ella estaba hecha para la popularidad. Aún no la conocía mucho, pero estaba seguro de eso con el poco tiempo que compartieron juntos bajo la lluvia de estrellas.

Después de todo, ella había conseguido flecharlo en cuestión de minutos. Algo que en sus casi dieciséis años nunca había pasado. Aun se ponía rojo y sentía cosquillas en su estómago al recordar su primer amor, había surgido bajo el brillo de las estrellas fugaces gracias a una linda osita de peluche.

—Gracias, Hanako-kun— sonrió por la forma tan inocente en que el menor pensaba. Ser popular en Akademi no era tan fácil, y su reputación había dado tantas subidas y bajadas como para no estar segura de en qué punto de la pirámide social situarse. Pero eran cosas que Hanako aprendería con el tiempo. Le pasó una mano por el cabello como gesto de que le causaba dulzura, pero no supo que el pequeño azabache entendió el acto de otra manera —. Si logro pasar, te dare una invitación para que entres conmigo.

— ¿En serio? ¿Cómo una cita?

—Claro, como la del viernes— murmuró mientras giraban hacia los vestidores —. ¿Tú también vendrás, Taro-kun? Te advierto que si respondes que sí, tendrás que traer un postre.

—Por supuesto— Taro había captado pronto las intenciones de la chica, pues él también sabía que era imposible pasar por encima de la reputación solo porque había sido invitada unas veces al comedor: no habría ninguna cita. Dejar que Hanako soñara no era nada nuevo, asi que sin problemas le empezó a seguir la corriente —. ¿De chocolate?

— ¡No! Mi hermano estará ocupado estudiando para sus exámenes— saltó de inmediato, tapándole la boca a su hermano mayor y sonriéndole a su senpai como si nada —, que tontito, siempre se olvida de estas cosas. Él no es nada sin mí. Pero yo te puedo traer el postre que quieras, Ayano-senpai. ¿Lo quieres de fresa? ¿Vainilla? ¿Chocolate? Ohh, ¿qué es eso de ahí?

—Es el área donde tenemos la clase de deportes— tomó a bien el repentino cambio de tema, después de todo, debían ver todavía mucho —. Estan la pista, el gimnasio y la piscina. Y más lejos en esa colina, está el cerezo de confesión.

— ¿El que de qué?

—Cerezo de confesión— respondió Taro, dándole a su vez una manzana a Hanako. Estaba tan emocionado por ver todo que ni siquiera había comido nada aún —. Tiene una leyenda muy famosa aquí: si una chica o chico se confiesan bajo este a la persona que les gusta un viernes a las seis de la tarde, está asegurado que él o ella corresponderá a sus sentimientos y estarán juntos para siempre.

— ¡¿Qué?! ¿Por qué no me habías contado eso antes? — Hanako se quejó mientras inflaba sus mejillas y jalaba a su hermano mayor del uniforme —Es del tipo de historias que me encantan, y tú solo te quedaste callado. Que mal hermano eres.

—Tal vez él queria que fuera una sorpresa— intervino la asesina apartando con a Hanako. De forma juguetona, Ayano le guiño el ojo y llevo uno de sus dedos a sus labios para que se volteara a verla —. ¿No es mejor asi? En vez de solo oír historias, tú también las estas descubriendo.

Al verlo de esa forma (e influenciado por las palabras de su crush), el niño calmo su molestia y siguió devorando su manzana mientras veía hacia el horizonte, enfocándose más en apreciar el bello cerezo. Viéndose libre de otro berrinche, Taro le murmuró un agradecimiento por conseguir calmar a su hermanito, cosa que ella respondió con broma al sacarle la lengua.

El siguiente lugar a mostrar era el incinerador, pero supuso que no era lo mejor, asi que darían la vuelta para ir directo al club de jardinería. Tenía la sensación de que ese lugar de gustaría a ambos hermanos.

Hanako empezó a quejarse de que tenía sed, por lo que él y Taro se adelantaron para comprarle un refresco y ella acordó verlos por los casilleros dentro de unos minutos. Viendo ese corto tiempo antes de seguir con la muestra, empezó a dirigirse a uno de los baños para ver si no le había salido ojeras luego de no haber podido dormir bien esa noche.

— ¿Qué hay, gatita?

Con una expresión neutra, giró lento hacia su derecha y vio como Osoro se acercaba a ella, empezaba a parecer una costumbre encontrárselo lo buscara o no. Sus golpes en la cara empezaban a sanar, asi que no tenía ganas de pelear y que su compañero los volviera a dejar visibles. Consiguió ver que Kitty venía detrás de él, cosa que le hizo girarse por completo y ver al delincuente cara a cara.

— ¿Otra vez vienes a burlarte de que le meto la lengua hasta la garganta a Oko-senpai? — una risita burlona se le escapo cuando vio al rubio mostrar una expresión incomoda. Se .o había imaginado, que tonto.

—Acabo de arrepentirme de lo que te iba a decir, pero ya que eh venido hasta aquí... gracias por salvar a Kitty ayer. Eso era todo, enana.

Osoro volvió a cruzarse de brazos y empezó a caminar de regreso a donde estaban sus amigos. Luego de pelear casi todos los días que se veían, había tratado de acercarse para decirle una sola cosa y retirarse sin problemas. Pero estaba hablando de Ayano Aishi, ella solo queria provocarlo para que le diera una paliza.

—Veo que le gusta estar mucho cerca de ti— Osoro se detuvo, miro hacia sus pies y confirmo lo que ella había dicho: Kitty se estaba frotando de nuevo entre sus piernas mientras enroscaba la cola —. Asi que solo fíjate bien donde pisas.

—Siempre me fijo. Lo de ayer fue un accidente. Y aun asi, fue por tu culpa que ella bajo la guardia.

— ¿Mia?

—Kitty ha visto muchas de mis peleas, es muy lista, y sabe de inmediato que con quien peleo no es alguien a quien deba acercarse. Desconfía de la gente por eso. Pero parece que tú le caes demasiado bien, y no entiendo que te ve.

— ¿No es obvio? Vive aquí de todas formas, sabe que mi reputación es mejor que la tuya— bromeó girando la cabeza y moviendo su cabello presuntuosamente en una imitación de las bullys, añadiendo una entonación como la de Kizano pero más exagerada —. Tal vez la gata delincuente solo prefiere pasear en otros lugares más limpios que el incinerador.

— ¿Cómo el club de tu novio o el comedor de los populares?

—Me gusta cocinar, y casualmente siempre la encuentro a esta hora pidiéndome algo de comer. Podría ser eso por lo que le caigo tan bien.

—Ja, mamá le prepara pescados enteros de un kilo para ella sola. Búscate otra excusa.

—Wow, para ser tu gata, está más mimada de lo que espere.

—Darle un salmón no es mimarla— reclamó volteándose para verla —, es asegurarse de que coma bien por si no puedo darle otra cosa antes de irme.

—Ok, lo que entendí con eso es Kitty desayuna mejor que yo— se encogió de hombros y se hinco para poder acariciarla, la minina no se negó y mientras recibía las caricias enrollaba su cola en la muñeca de Ayano.

—...Aishi.

— ¿Qué?

—Acabamos de hablar como dos compañeros normales.

Ayano levanto la mirada para verlo, dándose cuenta de que a pesar de cómo empezó la conversación, ahora incluso bromeaban y ambos se veían más relajados que en días pasados cuando lo único qué hacían era pelear.

—Qué raro. No significa que nos llevemos bien ¿o sí?

—Espero que no. Eres insoportable.

—Bien— suspiró aliviada y se levantó del suelo cargando a Kitty con ella. Le acaricio un poco más el estómago antes de dar dos pasos hacia Osoro y extendérsela para qué la tomara —. Ya pensare como cobrar el favor después.

— ¿Quién dijo algo de un maldito favor?

—Salve a tu mascota, hasta tú sabes que me debes algo— para molestarlo un poco más antes de irse, se paró de puntillas y le pico la nariz con la fuerza suficiente para que la arrugara. Rio burlona un poco más y empezó a alejarse para irse a encontrar con Taro y Hanako. Un movimiento a sus espaldas casi la hace tropezar, al voltear para ver de qué se trataba, notó que era el delincuente sosteniendo el sándwich que planeaba guardar para comer en su descanso —. ¡Dámelo!

—No juegues conmigo, gatita— río mientras lanzaba y atrapaba el recipiente en el aire. Lo sacudió con cinismo y después dio media vuelta para regresar con los demás —. Ya veré que tan bien cocinas. Pero dudo que puedas impresionarme.

—Baka.

—No iré al café hoy, asi que espera nuestra opinion mañana— levantó una de las patitas de Kitty y, para su extrañeza, la sacudió como si esta se estuviera despidiendo —. Piérdete ahora.

Sin que la asesina ni el delincuente se dieran cuenta, apenas unos metros de donde estaban, Aso Rito salio del vestidor de hombros luego de escuchar accidentalmente la plática de su ex amiga y del chico al que había golpeado por ella. Todavía sentía esa vibra de disgusto entre ambos, pero destacando datos que ellos habían dicho, podía ver que se conocían más de lo que había sospechado antes.

No sabía que Osoro Shidesu tenía un gato, por ejemplo. Ni que esta mascota en cuestión le tenía aprecio a Ayano. ¿Eran cosas que se había perdido o que no había notado antes?

Había entrado ahí para ponerse el traje de baño y despejar su cabeza con un poco de natación. Pero luego de escuchar como la chica que le gustaba congeniaba mejor con un delincuente que con él, ya no estaba de humor. Salio del vestidor con la cabeza gacha, las manos en los bolsillos y arrastrando los pies. No diría que se sentía abatido, pero el dolor del rechazo y la humillación que Ayano había vociferado en los pasillos aquel no se iban; y cuando menos queria, el recuerdo del beso de ella con Oko se repetía como bucle frente a sus ojos.

No lo diría, pero si, estaba abatido.

Volvió a entrar al edificio principal y avanzó hasta el final del pasillo para pasar al baño antes de regresar a su aula. Al caminar junto a la enfermería, el sonido de gimoteos lo hizo ver de reojo con curiosidad, pero rápido pensó que sería alguien con congestión nasal o algo parecido. Siguió viendo el piso hasta que la puerta de la enfermería se abrió y choco con alguien que salía de esta como si estuviera huyendo.

—*Sniff* ¡Quítate de mi camino! — le gritó esa persona. Aso se apartó por inercia y rodo los ojos al pensar de nuevo que ese no era su dia. Estaba por continuar cuando un segundo grito de la misma persona se distinguió más lejos en el pasillo — ¡Pour l'amour du...! ¡¿Qué parte de dejarme solo en mi recinto teatral no entienden!? ¡Desaparezcan de mi vista! ¡AHORA! ¡ES UNA ORDEN!

Kizano. Y al parecer con otro ataque de ira.

El actor tampoco estaba pasándolo precisamente bien. Estaba preparando su obra para la llegada de Megamo y a su vez lo que su club haría para el baile de Navidad, pero según había escuchado, tenía alguna clase de bloqueo creativo y solo se pasaba el dia desquitándose con sus alumnos.

Kizano era uno de los líderes más dedicados de Akademi, y antes de que ambos tuvieran sus diferencias por estar enamorados de la misma chica, trataba de ignorar su lado petulante y egoísta para admirar su talento nato para la actuación. Y aun cuando ahora aun no fuese alguien de su agrado, tal vez era el único en Akademi además de él que entendía como su corazón había sido arrancado y pisoteado.

Con ese deje de empatía, y fiel a su personalidad amistosa, comenzó a andar sobre sus pasos para ir al club de drama y verlo.

Tocó la puerta dos veces sin tener respuestas. Luego de tocar una tercera vez y que fuera el mismo resultado, entro cuidadosamente pidiendo permiso en voz baja. A primera vista no había nadie, entró cerrando la puerta con cuidado y camino en busca de su senpai. No pudo verlo en ningún rincón a la vista, pero pocos segundos pasaron hasta que los mismos gimoteos que había escuchado en la enfermería se oyeran con más fuerza tras el telón que había en medio de la sala. Camino despacio, y aparto las cortinas asomando apenas su cabeza para ver si era su compañero quién estaba ahí o no.

— ¿Kizano-san...?

— ¡Largo de aquí! — gritó enfurecido para luego tomar una secadora de pelo y arrojársela.

— ¡Hey! — muy apenas consiguió esquivarla, volteó enojado hacia él. Un corazón roto no justificaba que lastimara a otras personas — ¡¿Que rayos te...?!

La frase que salio llena de enojo y fastidio pronto flaqueó por un golpe de sorpresa, y las palabras terminaron en un hilo murmurado por el susto que la visión en frente suya le daba. Nunca, nunca en toda su vida, ni cuando eran niños, o estaban en secundaria, e incluso en sus imaginaciones más egoístas, nunca pensó que esto que veía realmente podría pasar.

Kizano estaba tirado -siento esta la palabra más correcta- en el sofá que tenía en el backstage de su club, con una taza humeante de té entre manos mientras sus piernas descansaban una pegada a la pared y otra arrastrándose por el suelo. Varios pañuelos se juntaban sobre su cuerpo y caían al piso dejando el lugar como un basurero. Junto al sofá, varios paquetes de pañuelos permanecían apilados para cuando Kizano fuera a necesitarlos. Su nariz roja sorbía con hipidos cada cinco segundos. Su labio inferior temblaba y sobre sus ojos una sombra de dolor y agonía le robaba todo el brillo que desfilaba cada dia por los pasillos.

Kizano Sunobu, estaba hecho un mugriento y desolado mar de lágrimas.

El pelimorado tomó un pañuelo usado cualquiera y se sonó ruidosamente la nariz a la vez que retomaba su llanto. Soltaba gritos desgarradores y sus manos se aferraban a su cabello con fuerza, desarreglándolo y jalándolo al no saber qué más hacer para dejar ir su dolor. Incluso su capa estaba tirada lejos de él, y aparentemente esta había servido como pañuelo de lágrimas y mocos un rato atrás.

— ¡Solo...!— tan entrecortados eran sus sollozos, que con trabajo conseguía formular bien las palabras. Estaba desecho — ¿Qué...? *snif* *snif* ¿...le hizo?

— ¿Hablas de Oko-kun?

— ¡MALDITO INFELIZ! — gritó con todas sus fuerzas, tosió después de eso y dejo caer su cabeza sobre una de sus manos para seguir llorando —Me amaba *snif*— acomodó sus dos piernas para que estuviera al mismo nivel de los asientos, las atrajo de tal forma que sus rodillas estuviera frente a su mentón y las abrazo, sintiendo que su mundo se caía y desgarraba con cada segundo —*snif*... se... que ella me amaba *snif*

—Kizano-san, hay que aceptarlo— lo dijo tanto para el chico frente a él y para sí mismo. Apenas iban dos días desde que todo se había acabado, pero sabía que debía tratar de superarlo antes de terminar tan mal como el pelimorado —: ella solo ama a...

— ¡NO LO DIGAS! — Kizano le aventó uno de sus zapatos esta vez. Con su puño, comenzó a golpear la pared sin descanso, gritaba como loco y repetía la misma frase de formas que Aso casi se sentía asustado y preocupado por su seguridad. De repente, Kizano se paró y camino a grandes pasos hacia él, haciéndolo dar hasta cinco pasos atrás antes de que el actor lo tomara de la camisa —Él hizo algo, ¡yo lo sé! ¡MI PRINCESA NO ES ASI! ¡UN TITUTULO NO LA CAMBIARIA! ¡ELLA ME LO DIJO!

—¡¿Algo como qué?¡ ¡¿Gustarle más que alguno de nosotros?¡ ¿Enamorarla sin que nos diéramos cuenta?¡ ¡Reacciona, el amor cambia a la gente¡ ¡Él la cambio para mal pero no hizo nada que incluso tu no fueras a hacer¡

— ¿¡Como osas compararme con ese...?!

— ¡Te escuche, idiota! — soltó entonces, molestó y dejándose llevar libremente también por el dolor que Ayano había dejado en él —Con Tsuruzo-kun en el pasillo el viernes pasado... dijiste que si Yan-chan te aceptaba, la separarías de nosotros.

Kizano se quedó mudo, pero pronto dominó la situación cruzándose de brazos y sosteniéndole la mirada con desprecio al deportista. ¿Cómo se había enterado? Bueno, eso ya no importaba. A él no le agradaba Aso, y al rubio ojiazul tampoco le agradaba él; estaban a mano. Pero eso no bastaba, necesitaba ayuda para descubrir qué maleficio le había echado el sucio impuro a su querida darling para qué ella ahora lo odiara de inconmensurable.

Sin apartar la mirada, de un bolsillo de su uniforme saco el broche de rosa de negra, girándolo entre sus dedos a la vez que recordaba el dia en que se lo había entregado a su amada. Ayano lo había tirado, pero él lo recupero. Conocía a su damisela de brillante armadura a la perfección, incluso mejor que ella misma; cada vez que la maquillaba para cubrir sus golpes, podía ver en sus ojos lo mucho que significaban sus objetos de miembro honorario.

Desde una burda bandana, hasta una nefasta gargantilla. Cada objeto era como un tesoro para su princesa. Asi que esa rosa volvería con ella, cuando consiguiera que dejara de tener la cabeza llena de sombras y mentiras.

Solo rompió el contacto visual cuando, con una calma sepulcral, fue hasta un baúl donde guardaba algunas de sus pertenencias privadas. Y fue en ese momento en que agradeció haber guardado la cordura lo suficiente como para quedarse con esa otra cosa también.

—Darling es un libro abierto para mí. Ambos empezamos mal con ella, y aún asi conseguimos romper sus murallas de hielo y rencor para ganarnos un espacio en su vida. Sabes que nos quiere, y yo sé que en alguna parte de su alma se lamenta de habernos lastimado. ¿Me ayudaras a despertarla del hechizo, Aso-kun?

— ¿Por qué debería?

Con un rostro imperturbable, mostro su mano que se mantenía en el baúl, alzándola frente a la cara de Aso para que viera los googles de la azabache. Su objeto del club de deportes.

—Porqué él impuro hiso trampa. Y si nos quieres que se siga burlando de ti, besando a Ayano delante de tus narices y tocándola cuando, sabemos, que él no se la merece, me ayudaras a acabar con Oko Ruto. Lo harás, o acostúmbrate a verlos juntos... hasta que la muerte los separe.

Ayano estaba regresando a su casa tan rápido como podía, había salido de trabajar unos minutos más tarde de los esperado, pero contaba con llegar a tiempo a su casa y tener todo listo para la sorpresa que le había prometido a Info-kun.

Con algo de trabajo y mucha fuerza de voluntad, le había dicho a Oko que ese dia no era necesario que la acompañara al café; el peliañil aceptó luego de ver la insistencia de querer ir sola. Y una hora antes de que terminara su turno, le envió un mensaje diciéndole que cancelaba su plan. Desde entonces, su teléfono explotaba de mensajes y llamadas perdidas. No era fácil resistirse a su amado ocultista, pero tenía que seguir las reglas de Info-kun para reconquistarlo: demostrar que no era el único chico a su alrededor, y hacerle ver que si la descuidaba, podía perderla.

Para un primer dia, sentía que había avanzado mucho; aún tenía que ver como asesinaría a esas perras que andaban detrás de su novio, pero eso incluso podría hablarlo con su aliado después de dejarlo satisfecho con la sorpresa. Ya no debía distraerse, solo debía pensar en hacer de esa noche inolvidable para su desconocido amigo.

Nada de errores. Era el momento de llevar sus niveles de seducción lejos del café, hasta quizás, sacar mayor provecho de lo que sabía de él.

—Yo queria quemarlo vivo— se quejó su hermana al mismo tiempo que jugaba con un encendedor, hincada en el sillón de la sala mientras veía a su hermano mayor prepararse para salir.

— ¿Y cómo iba a saber que aun asi se irían juntos al final de las actividades? — respondió harto el pelirrojo. Su plan de quemar aún con vida a Oko Ruto falló en el momento en que lo vieron salir de Akademi con Ayano, no fue con ella a su trabajo, pero si se acompañaron hasta el punto en donde debían ir en direcciones opuestas. Sin embargo, aunque su plan se había ido al caño, Info-kun era incapaz de borrar su sonrisa por mucho tiempo. Se colocó una chamarra con capucha, tomó su teléfono qué nunca le debía faltar estuviera donde estuviera, y se colgó una mochila al hombro. Eran casi la una de la mañana —. Ya me voy. Espérame temprano en el salón, no volveré esta noche.

— ¿En serio vas a pasar la noche con Yan-chan? Vaya qué pensaba consentir al rarito. ¿Me llevas algo para desayunar a la escuela?

—Ya veré. No llegues tarde mañana. Encárgate de los pedidos simples y solo reenvíame los más importantes.

—Lo sé, lo sé. Ya lárgate, tu novia te está esperando. Ah, ¿pero cómo entraras si no te pueden ver por la puerta principal?

—Lo dices como si fuera mi primera vez yendo a esa casa. Tengo todo controlado. No hay nada de qué preocuparse, ¿o piensas que es una trampa?

—Al contrario, creo que ella es demasiado estúpida por no considerar que podrías llevar las cosas demasiado lejos. Pero bueno, sabe usar los cuchillos y tú no eres tan tonto como para asustarla. Aun asi, siento que será como tu noche de la purga, hermanito.

— ¿Ah sí?

—Si. Podrás cometer tu ansiado delito, y mañana seguirás libre. Benditas sean nuestras familias, una más podrida que la otra. Siendo asi, que Lucifer y Dios los amparen.

Igual que en sus visitas anteriores, Info-kun consiguió entrar a la propiedad de la familia Aishi sin ningún problema, hackeando cámaras de seguridad y pasando por los jardines traseros poco iluminados de los vecinos. Por fin en la casa de su asesina, se escabulló entre los arbustos altos junto a la cerca para conseguir llegar a la puerta trasera, era donde Ayano le había especificado que fuera para que no lo vieran.

Se paró frente a la puerta, tomándose su tiempo sin hacer ningún sonido, tampoco quiso asomarse por las ventanas para poder llevarse una verdadera primera impresión de su sorpresa. Le envió un mensaje a su hermana que ya estaba ahí, y siguiéndole el juego, aviso que en ese momento empezaba su depuración de ira y deseo carnal. Como única respuesta, ella le envió emoji de diablo sonriente.

Guardó su teléfono y retrocedió un poco para ver el jardín; muchas veces había entrado a ese lugar, pero nunca se había puesto a apreciar lo que había a su alrededor. Solo con ver la mesa de jardín, las flores cercadas y hasta un columpio con pasamanos donde recordaba ver a Ayano cuando ra una niña, podía sentir ese toque hogareño que no existía en la casa de su padre desde hace años.

Por fin, sabiendo que no estaban ni su padre ni Ryoba Aishi para prohibirles nada, sabía que no estaba en cualquier lugar. Estaba en su casa. Su lugar junto a Ayano.

—Hogar, dulces hogar.

Sacó de la mochila una máscara que había tomado a último momento del club de drama, era una de zorro blanco con detalles rojos. Se la puso y se aseguró de que estuviera bien ajustada y que la capucha se trabara en las orejas para que no se le fuera a caer. A pesar de ser una ocasión especial, no podía dejar que ella le viera el rostro.

Respiro de forma lenta, sintiendo como el aire llenaba sus pulmones y luego soltándolo todo para dar paso al siguiente momento. Tocó tres veces la puerta, muy ansioso.

Luego de no más de diez segundos después, la puerta se abrió lentamente de tal forma que la luz de la cocina terminó por iluminarlo en su totalidad. El olor de la comida, como si conociera el camino hasta su nariz, lo golpeó haciéndole saber que no comer nada desde la mañana de ese dia había valido la pena. Olía delicioso.

Pero lo mejor de todo, el inicio de su fantasía, era esa hermosa yandere que estaba delante de él con un traje de maid muy diferente al que usaba para trabajar; este tenía una falda que apenas le cubría parte de los muslos, encaje que se traslucía en los bordes del vestido negro y el delantal blanco, y un escote en forma de corazón que atravesaba la tela dejándole ver mucho mejor sus pechos. Todo eso, junto a las medias blancas que llevaba, le daba la imagen mental con la que había fantaseado desde hace días.

—Bienvenido a casa, amo— hiso una reverencia, y le saludo con una vos muy diferente a la de esa mañana cuando le había suplicado. Tenía un toque de dulzura, a la vez que un predominante tono sensual. Luego de que la asesina volviera a enderezarse, se acercó con una sonrisa juguetona y le paso los brazos tras la cabeza, colgándose de él para abrasarlo asi. Info-kun no perdió el tiempo, e hiso lo propio tomándola con firmeza de sus costados, pegándola más a su cuerpo —. Lo extrañe mucho, mi señor.

Y hasta aquí el capítulo. Si, aquí confirman que tengo mi lado pervertido y raro a la hora de escribir. No vayan a decir nada, mi mamá no sabe xD.

Les pido perdón por tardarme y que este largo este capítulo, pero queria traerles una sorpresa que no pude terminar y espero poder mostrarles junto al siguiente capítulo en 800 años, aparte de que el final se acerca, es ahora o nunca el momento de soltar toda la sopa.

Bueno, quiero hacer esta nota muy corta porque hace meses me nominaron a algo y pues, es hora de cumplirlo y si esta medio larguito. Si ya te cansaste de leer, puedes irte no hay problema, pero si quieres saber más sobre mi sigue pa 'bajo que ahí está todo para que sepan que pedo con mi vida.

1.- Hannah_dark

2.- Ericka

3.- 19 de marzo

4.- México

5.- Morado en todas sus tonalidades, verde manzana y negro

6.- Comida normal: Empanizado - Comida chatarra: Hamburguesa - Postre: Flan napolitano

7.- ¡El murciélago! Es hermoso.

8.- Duermo todo el dia, y cuando no, estoy leyendo o escribiendo

9.- Quiero ser escritora, y animadora.

10.- (Lee abajo)

-Me gusta, sobre todo, lo picante y lo salado.

-Eh escrito relatos eróticos.

-Team Burger King, y Team Pepsi. Si me ven alguna vez, o me dan una Whopper, o una Pepsi de 600 ml (no se crean xD)

-Estoy por graduarme como publicista, y quiero estudiar como segunda carrera artes visuales

-Cuando era pequeña (del verbo, me lo contaron porque no me acuerdo) estuve muy grave de bronconeumonía. Esa fue mi primera cuarentena.

-Soy muy tímida, y no hablare en público si puedo evitarlo.

-Me gusta oír covers metal de canciones que me gustan.

-Puedo escuchar música como cualquiera, pero si empiezo a imaginarme una de mis historias con la música, tengo que pararme, caminar, y a veces hasta correr. (Mamá dice que reboto en las paredes).

-Me arrepiento de algo en esta historia: haber dejado a Mujo y Mido como primos, puta madre, debí ponerlos como ex.

-Ni una sola vez, eh jugado Yandere Simulator

11.- (Abajo)

thewxitch

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JaquiiAleWorld

JhuletWorld

YeahBasaez

xNympadoraPotterx

FIXY_777

Stevegtz

Lita-Bonnie_Ari

Ya hasta ahí, espero que les haya gustado el capítulo. Nos leemos luego.

¡Votos y comentarios se agradecen!

¡Hasta el próximo capítulo!

¡MoriDark19, fuera!




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