
41. Notice me, senpai
Ayano siguió tecleando varias muy rápido sin borrar su expresión de molestia, y solo dejo su teléfono a un lado cuando empezó a oler que algo se quemaba. Casi que lo lanzó a la encimera y volvió a tomar la espátula de plástico para dar vuelta al sándwich de queso que freía para su desayuno.
Lo sirvió en su plato y tomando también el cartón de jugo y su celular bajo el brazo camino con dificultad a la mesa para sentarse y comer. Miro la silla a su derecha y relajo su mueca de enfado al sentirse triste de que Oko no hubiera podido quedarse con ella otra vez. Pero ya lo podría ver en la escuela, y lo primero que haría sería correr a darle muchos besos para que viera cuanto lo había extrañado.
Sintió calor sobre sus mejillas y dejo salir una pequeña risa nerviosa. Adoraba a su novio.
Pero su felicidad volvió a ser interrumpida por otro mensaje. Se deshizo de su sonrisa y mientras daba mordidas grandes y enfurecidas a su desayuno, revisaba que le había respondido Info-kun esta vez.
Ahora sabía que su aliado tenía insomnio, o tal vez un sueño muy ligero, pues la despertó poco después de las cinco de la mañana con un montón de mensajes que no tenían sentido. Lo ignoro al principio, buscando seguir durmiendo el poco tiempo que le quedaba antes de escuchar su primera alarma. Pero entonces, al tomar su teléfono para silenciar el chat, pudo ver como el interrogatorio había tomado un giro más invasivo que, aunque lo negaba, comenzó a preocuparla:
¿Cuánto tiempo creíste que me esconderías tu trabajo con los Yakuza?
Se que eras niñera y lo dejaste, fue por él ¿no?
¿Por qué tú y emo-kun pasaron la noche juntos? ¿Sabes que es un pervertido?
Tengo muchos secretos de tu novio. ¿No sería una lástima que los dejara salir?
Emo-kun es bisexual. ¿No te da miedo que un chico le guste más que tú?
Él me ha comprado fotos antes. Y no son de ti.
Tuvo que decirle adiós a su sueño y empezó a hablar con Info-kun antes de que siguiera llenándole la cabeza de dudas.
Se quejó al sentir que su lengua se quemaba por el queso, tragó rápido y tomó un poco de jugo para calmar el dolor que se le extendía por toda la boca. Un nuevo mensaje llegó mientras bebía y casi termino escupiendo el líquido encima de ella, cosa que por fortuna no pasó pero comenzó a ahogarse.
A él le gusta alguien más. Solo te usa para que no lo molesten.
Volvió a respirar con dificultad, y mientras se sostenía el cuello, releyó varias veces ese último mensaje, sintiéndose furiosa y dolida a la vez. No podía creer la cantidad de cosas que ese imbécil se estaba atreviendo a decir sobre Oko, eso era lo que le había estado reclamando durante horas luego de tanto acoso. Pero el idiota no se callaba, casi parecía incitarlo a hablar más.
Por otro lado, estaba dolida con la baja posibilidad de que lo que estuviera leyendo fuera real. Pero era imposible ¿no? Oko la amaba, habían pasado el domingo juntos y durmieron en la misma cama, tenía que estar mintiéndole. No podía ser otra cosa además de mentiras.
—Oko-senpai me ama. No puede estar con nadie que no sea yo— respondió, queriendo convencerse a sí misma de eso.
—Yo solo digo lo que veo. Cuida tus espaldas, porque puede que ese alguien sea igual a ti y prefiera ver sangre antes que dejarlo estar contigo— apretó el aparato entre sus manos y rechinó los dientes al pensar en alguien cazándola para estar con su amado. Nunca. Ella no sería la presa de nadie. Y menos se dejaría engañar, por un desconocido... o por Oko Ruto —. Cuando veas a tu novio, pídele que la próxima vez me pague por adelantado antes de darle más fotos. Le encantan las inner-shots, ¿sabías?
Puso más presión sobre el teléfono, haciendo que sus nudillos tronaron y de forma lenta se fueran poniendo blanquecinos. Tomó lo que quedaba de su sándwich aun tibio, y se lo metió de una sola vez a la boca. El queso le quemaba, podía sentir como le lastimaba la lengua y todo lo que tocaba; pero eso no importaba ahora, cualquier dolor o tortura era más soportable que el hecho de descubrir que podía haber alguien que su novio deseara más que ella. Un chico o chica en quien pensaba, alguien que no le dejaba amarla por completo.
Tragó su desayuno y bebió directamente del cartón un poco más antes de azotarlo contra la mesa. Sin guardar nada, recogió su mochila y empezó a caminar hacia la salida con toda la intención de romperle el cuello a alguien.
Todo Akademi sabía que ella le pertenecía al ocultista, lo loca de amor que estaba por él. Pero era hora de hacerles entender algo más importante. Qué él también era suyo. Y que no pensaba dejárselo a nadie más. Ni permitir que él la abandonara.
— ¡Ayano-senpai! — corazones aparecieron en los ojos de Hanako cuando vio a la azabache llegar junto a Osano y Amao, quienes debían ser llevados todos los días debidos a sus condiciones actuales. La señora Odayaka la había visto a medio camino y la invito a ir con ellos, Ayano no pudo negarse tan pronto vio lo ilusionados que eso puso a sus mejores amigos. ¿Amao realmente había mostrado eso o era otro cambio? Hanako se descolgó del brazo de su hermano mayor y corrió ella, casi tirándola por el abrazo que con mucha alegría y emoción le otorgo —Buenos días, ¿dormiste bien? ¿Ya desayunaste? Puedo invitarte de mí almuerzo si aún no lo has hecho.
—Gracias, pero si desayune. Quédatelo tú— se negó amablemente al tener a ambos chicos todavía a sus lados. Intentó separarse del pequeño y solo lo consiguió cuando este se aferró a su brazo derecho, quitándole su lugar a Amao para que pudiera estar a su lado.
Ayano no se dio cuenta de cuando Hanako volteo a ver con burla al repostero, además de sacarle la lengua en un gesto de odio infantil.
Al acercarse a la entrada del colegio, Taro se les unió tratando de saludar a Osano, quien solo se cruzó de brazos y volteo a otro lado para no tener que verlo. El mayor de los Yamada se acercó a Ayano para saludarla y hacer que su hermanito fuera a su casillero para cambiarse los zapatos; ella le respondió igual, sin verlo de frente ni importándole que la semana pasada creía amarlo más que a nadie.
Hanako se fue, arrastrado por su hermano y gritándole a Ayano que aún no se fuera sin él. Pero para la asesina, ese era el aviso de que debían escapar ya. Corrió hasta las escaleras, donde se preparó mentalmente para lo que iba a hacer, y poniendo toda su fuerza en aquello comenzó a tirar de la primera silla de ruedas para llegar al segundo piso. Osano era con quien estaba intentándolo, y aun si su amigo era un poste de luz muy delgado, él junto con toda la tecnología de la silla volvía algo difícil que ella lo cargara. ¿Y debía hacer lo mismo con Amao? Dios y seres demoniacos, que alguien la ayudara.
Llegando al tercer escalón y con Hanako de vuelta a su costado, vio como Aso Rito llegaba saludando a quienes pasaban junto a él. Podía pedirle ayuda, era muy fuerte y seguro no le costaría nada. Pero cuando abrió la boca para llamarlo, recordó lo ocurrido el día anterior y volvió a quedarse callada.
En cuanto el deportista volvió a tomar su mochila para dirigirse a su salón, vio a la chica que le había roto el corazón interponiéndose en su camino. Ella estaba luchando por subir la silla de ruedas de uno de sus amigos; si hubiera seguido en el club de deportes, hubiera ganado más fuerza y eso sería pan comido. Una voz en su cabeza -su sentido de buena persona, quizá- le decía que se acercara para ayudarle. Pero otra más fuerte le decía que se fuera por otro lado, no queria escuchar que otra cosa odiaba ella de él, aunque solo fuera por querer ser de ayuda.
Pero ya sabía que Ayano lo veía como un estorbo.
Rompió el contacto visual antes de que su ex amiga lo notara, y empezó a caminar hacia las otras escaleras que se encontraban al otro extremo del pasillo. Mejor evitar más peleas con esa chica.
Cuando vio de reojo como Aso se alejaba, Ayano se sintió más tranquila de no tener que hablar con él; era un gran alivio saber que no lo tendría que soportar nunca más.
— ¡Yo te ayudo, Ayano-senpai! — dijo Hanako con determinación, a la vez que la abrazaba desde atrás y jalaba para que juntos subieran a Osano.
—Déjame ayudarte también— Taro se puso a su lado y tomo la silla de Amao para empezar a subirla. El pelinegro le sonrió con amabilidad e indico hacia arriba de las escaleras con un movimiento de cabeza —. Es demasiado solo para ti, o para los dos.
Ayano frunció el ceño y le dijo que no necesitaba su ayuda, no se dio cuenta de que Taro ya estaba adelantándose y había cargado sin problemas la silla de su amigo castaño hasta el descanso de las escaleras. Se quedó callada unos instantes, solo para volver rápido a lo que hacía gracias al esfuerzo y los quejidos que Hanako hacía por ser muy débil. Se resignó a que ambos chicos la ayudaran y siguió con su trabajo de subir al tsundere para que llegaran de una vez a su salón.
Aun siendo dos, les costó llevar a Osano hasta el segundo piso, pero en todo momento se negó a la ayuda de Taro, queriéndose ver fuerte y capaz de hacerlo "sola". Hanako decía lo mismo todavía estando aferrado a Ayano, y lanzaba patadas al aire para que Taro no se acercara. Juntos lo consiguieron, dándose un momento cuando llegaron a piso nivelado para descansar y recuperar el aire.
Al ver eso como una oportunidad de lucirse y ser amable, Hanako le dijo que él se encargaría de llevar a Osano hasta su salón. El cansancio y su rápida respiración no la dejaron decir que no, así sé que se quedó ahí mientras apoyaba las manos en sus rodillas y veían como el menor se iba junto a los tres chicos. Se pasó una mano por la cara, acomodándose el cabello y recargo su hombro en la pared para tener un soporte extra.
Le hacía falta mucho ejercicio.
—Hola, Yan-chan— inhalo y exhalo para ponerse correctamente de pie y miro a la chica peliverde que la veía muy sonriente. Midori. Habían hablado un poco el fin de semana, pero ayer no se habían visto en lo absoluto —. Buenos días, ¿Cómo están Osano-kun y Amao-kun? Escuche que volvieron y pensé que era mejor dejarte tener tiempo de amiga con los dos.
Sonrió con nuevos ánimos e imito a Midori que se sentó en el primer escalón.
—Están... bien. Algo. Eso creo. Pero estoy contenta de que hayan vuelto. Es mi culpa que estuvieran en coma— exclamó con tristeza y miro a las personas que subían y bajaban cerca de ellas para distraerse —. Se que tomara un tiempo que vuelvan a ser ellos mismos, pero estaré ayudándolos. Estoy segura de que así mejoraran pronto.
— Aww, ¡qué bueno! Me gusta oír a Osano-kun llamándote baka— Midori se sonrojo un poco y rio mientras acunaba su teléfono con emoción —, es tierno. Oh, ¿tu crees que cuando Amao-kun vuelva cocinar me deje estar ahí para comer? Su comida es deliciosa y ese día no tendría que hacer mi desayuno, jiji.
—No creo que le moleste. Pero solo ven tú.
— ¿No puedo invitar a Pippi-chan, Ryuto-kun y Miyuji-chan? Casi no te hemos visto desde que dejaste el club de videojuegos— lloriqueó inclinándose sobre el hombro de la pelinegra. Sorbió por la nariz y suspiro lamentaciones de que ya no pasaba tanto tiempo con ella —... ya no nos quieres. Fu, fu, fu.
—No seas exagerada— bufó. Le dio un zape en medio de los ojos y logro que Midori se alejara sentándose bien otra vez. Cruzó sus brazos y estiro sus piernas para disimular su enojo —. Recuerda que Gema-kun me echo. "Se debe tomar en serio el club". Blah, es un idiota. Ya ni siquiera me importa eso.
—Aja, es muy tontito a veces. Sobre todo cuando una chica le gusta— murmuró al recordar que su líder solo había hecho eso por culpa de Musume. Miro tras de ella al oír gritos de los amigos de Ayano, pronto también se escucharon las voces del par de hermanos y supo que ya debía irse —. Ups, creo que hablamos mucho. Vete. No quiero que me culpen por robarles tiempo contigo. Si que es extraño que Osana aleje a Taro.
— ¿Que?
—Qué me gusta la banana en el helado. ¿Comemos banana split hoy? Descargue una aplicación el fin de semana y tiene todo tipo de restaurantes— emocionada, desbloqueó su celular y de forma ágil por su continuo uso del aparato, encontró el icono de la app antes dicha y entro a una heladería muy bien calificada y con fotos que hacían agua la boca —. Este sitio es genial. Pueden traerte lo que quieras en diez minutos. Si el helado se derrite, nos dan un pastel de oreo gratis. ¡Súper increíble!
—Gracias, Midori-chan. Tal vez eso me sirva.
— ¿Algo te molesta?
—Lo normal, ya sabes— se mordió el labio y pensó rápido en otra cosa que pudiera decir —. El semestre va a terminar pronto y tengo que estudiar para los exámenes. Además de seguir cuidando la casa hasta que mamá y papá regresen.
—Ah, yo puedo ayudarte si quieres. No a estudiar porque no llevamos las mismas materias, pero puedo ir a dormir contigo el fin de semana y te ayudo a limpiar. Sera como una pijamada y podemos invitar a las otras chicas para que volvamos a ser un grupo grande y feliz— chilló emocionada. Tomó a Ayano de las manos y se levantó comenzando a saltar llena de alegría como si se hallara en un trampolín.
Comenzaron a dar vueltas y a dirigirse entre saltos hasta la entrada del salón 2-1. Al separarse, Midori siguió brincando mientras aplaudía por su propia idea. Cuando el piso dejo de dar vueltas para Ayano, se despidió de su mejor amiga quien continúo en su teléfono y se fue mientras escribía cosas. Midori le respondió con la promesa de verla más tarde, antes de apresurar el paso y perderse de su vista yendo escaleras abajo.
Quedándose sola, se dio media vuelta para entrar a su aula y por fin descansar mejor del esfuerzo que había hecho para ayudar a su mejor amigo. Para la salida tendría que pedirle ayuda a las maestras, hacia abajo podría ser más fácil, pero no queria ser ella quien lo hiciera.
—Hola, cariño.
Volteo emocionada al reconocer el tono bajo y arrastrado que escuchaba desde hace varios días en sus sueños. Apartó sus manos de la puerta y las junto en su pecho al ver como Oko aparecía por las escaleras y se acercaba para saludarla. Agrando su sonrisa y con dos saltos logro llegar frente al mayor y tomarlo del rostro, lo miro a los ojos apenas un instante y entonces lo jaló para darle un beso como saludo.
Foto.
Los besos de Oko Ruto eran extraños, en un buen sentido. Ella era quien casi siempre tomaba la iniciativa de besarlo, y cuando eso pasaba, podía sentirlo nervioso ante el primer contacto, permitiéndole que ella mandara y marcara el ritmo. Luego de unos segundos, él tomaba más confianza y empezaba a corresponderle con ansias y desesperación; era un sentimiento amargo y dulce a la vez. No apasionado como Kizano, no cuidadoso como Aso, era... necesitado, hambriento por sentir amor.
Las palabras de Info-kun aparecieron como un flash en su mente, obligándola a apartarse de su novio por lo repentino del recuerdo y la confusión que acarreaba. Oko se mostraba confundido por eso, por lo que lo abrazó antes de que le preguntara cualquier cosa, diciéndole además lo lindo que se veía esa mañana.
Ella le dio un último beso en los labios antes de que este tuviera que ir a su salón para dejar su maleta. Oko le había preguntado si lo acompañaría al club de ocultismo, pero se negó diciendo que se quedaría a cuidar de sus amigos, pero le prometió que estaría con él a la hora de comer. Oko, sonrojado, se acercó para devolverle otro beso de forma fugaz y empezó a correr escaleras arriba mientras se cubría el rostro con una mano.
Suspiro encantada por lo romántico que era el ocultista, quien parecía tan tímido y nervioso pero con ella era alguien lindo y que nunca dejaba de observarla. Oko era un fantasma que había atrapado para que solo la amara a ella.
Su felicidad y ensoñación empezaron a bajar cuando recordó que había alguien más que le queria robar a su novio. Gruñó al imaginarse a alguien más que no fuera ella tomándolo de la mano, besándolo y coqueteándole. Tuvo que apretar su falda para no hacer un escándalo frente a todos los que pasaban ahí en ese instante.
Ya descubriría quien era esa alimaña, hasta entonces, solo debía concentrarse en satisfacer el amor de Oko Ruto y mantener afilado su cuchillo. Luego de tanto tiempo descansando, una yandere siempre debía volver a la acción. Y estaría lista cuando eso pasara, muy pronto.
En el Info-club, la hermana menor del hacker veía con angustia como el pelirrojo no hacia otra cosa que mirar fijamente y repetir las grabaciones del día anterior. En todas las pantallas pasaba lo mismo, en diferentes tiempos y otros ángulos, pero se trataba de la misma escena que, al igual que a actor-san y deportista-kun, le había golpeado de forma directa a su ego y sentimientos.
Lo que su hermano mayor veía desde hace horas en sus monitores, era la grabación del beso de Oko Ruto y Ayano Aishi.
Ella entendería que él estuviera molesto por eso, gritando groserías y tirando todo como en su cuarto la noche que se enteró que ellos dos salían. Pero eso no era nada como lo que ocurría frente a sus ojos; su hermano estaba furioso, echando humo por las orejas y creando en su mente miles de formas con las que podría asesinar al ocultista.
Verlo perder el control era aterrador, porque significaba que su enojo era mucho como para tenerlo encerrado. Pero cuando estaba así, callado y planeando cosas horribles y retorcidas en el caos que era su cabeza, era porque estaba guardando todo para más tarde. Una paz que escondía el desastre. Su silencio, eran los gritos y risas que escucharía en la noche; el suave tacto con el que acariciaba las teclas, el ruido de carne siendo arrancada y golpes huecos que la perseguirían hasta las pesadillas; su semblante muerto, frio y apático, un rostro que más tarde lloraría y echaría fuego contra el pobre pero tonto líder que había tocado lo que era de su hermano.
Su hermano estaba loco, no se comportaba como las personas normales y había aprendido eso desde muy pequeña al verlo manipular a otros niños e incluso adultos. Incluso, al descubrirlo muchas veces queriendo poner veneno en el comedero de aves que ella había hecho porque le gustaba ver a los pájaros de cerca.
Info-kun era una mezcla de cosas podridas y malas intenciones. Aun con todo eso, su padre y ella lo querían mucho, cuidándolo y defendiéndolo de quienes lo señalaban como un bicho raro. A él nunca le importo ser tachado de esa forma, pero si era molesto que no pudiera hacer lo que queria por su reputación; con solo verlo cerca, el resto de personas sabía que algo malo estaba planeando, y que cosas terrible podían pasar. Así que comenzó a ocultarse, quedándose encerrado en su cuarto y haciendo que ella hiciera el trabajo sucio por él. Pocas veces lo había visto tan molesto como en esa calma demencial; la última vez había sido en secundaria, cuando un ladrón entro a su casa mientras no había nadie y se llevó el dinero que él había ahorrado de formas poco éticas.
El ladrón murió. Decapitado, con todos los dedos rotos doblados en formas que le desfiguraban las manos. Y su cuerpo, casi irreconocible por las ratas que habían empezado a comer todo lo que Info no había sacado con sus propias manos. Siendo más grande supo, gracias a su padre, que la autopsia había revelado que antes de todo le habían cortado las cuerdas vocales. La masacre había sido en un callejón en plena luz de día, pero al no ser escuchado, su hermano pudo hacer todo lo que su mente ideo sin nadie que lo molestara.
Así mismo, nunca lo había visto más feliz y normal que cuando estuvo con Ayano. Seguía siendo él mismo, retorcido y maquiavélico, pero al lado de la azabache, podía verse como cualquier otro niño: infantil, tranquilo, espontaneo.
Salvado. Reparado.
Ayano Aishi era la vida y el corazón de su hermano mayor. La única que lo hacía sentirse bien, querido, completo. Y supo entonces que la vida de él no sería nada sin ella. No fue fácil, Info-kun pero se adaptó a una sola regla, no porque tuviera un gran plan de película que le tomaría todo ese tiempo. Sino, porque era la única forma de que las dos familias que manejaban los hilos de la yandere, aceptaran soltarla, y no se entrometieran nunca más en su felicidad.
Como todo hacker, consiguió colarse en los archivos de la mejor empresa del mundo, la que escondía los secretos de la familia modelo y más perfecta de Japón. Obtuvo un documento, escrito para dejar prueba de todo así como evitar que cualquiera de las partes se retractara; firmado por una asesina y un líder corporativo, líderes en sus familias, dueños de secretos de los cuales ni su hermano ni ella sabían en su totalidad.
Dos personas, tan poderosas como temidas, acordaron el destino que no existió en sus vidas, en dos niños que para entonces aun no nacían:
Ayano Aishi, próxima y legitima heredera de la dinastía Aishi -quien a partir de este punto será nombrada, la novia- por parte de su antecesora Ryoba Aishi; se unirá en matrimonio con el heredero de la fortuna Saikou, Megamo Saikou -quien a partir de este punto será nombrado, el novio-, sucesor del actual líder y propietario Ichirou Saikou.
Ambos padres aceptan cada término estipulado en este documento, marcando cualquier queja o futura negación como una falta que llevara a la revelación de todos los sucesos ocurridos en Akademi High School en el periodo escolar del año 1989.
Ambos primogénitos serán juntados diez semanas después de que la novia obtenga de manera justa y orgánica el despertar de sus sentimientos, al conocer a su senpai. Si el novio ha de ser quien repare a la novia, el tiempo de unión queda desestimado y ambos líderes de familia dan su consentimiento para el inicio de la relación.
a) Si esto llega a suceder mientras ambos tienen una edad menor a diecisiete años, se les dejara estar en una relación sin mayor inconveniente. Alentándolos a permanecer juntos pase lo que pase.
b) Si esto llega a suceder mientras tienen diecisiete años o más, de manera inmediata se toma el permiso de matrimonio y la boda entra en estado de planeación. Permitiendo que el líder Saikou o la matriarca Aishi agreguen condiciones de ser tomadas como medida preventiva para la consumación del acuerdo.
En cambio, si el novio no resulta ser el senpai de la novia, esta usa el plazo antes dicho de diez semanas para conseguir que la tercera parte se enamore de ella.
c) Si la novia consigue entrar en una relación con la tercera parte antes de la finalización del plazo expedido, el contrato queda anulado y tanto el novio como la novia quedan libres de cumplir con su compromiso.
d) Si la novia no consigue entrar en una relación con la tercera parte antes de la finalización del plazo expedido, de forma inmediata los primogénitos serán presentados como pareja y su relación se formalizará para dar pie a la planeación de la boda.
Esperaron años para que Ayano se enamorara. Muchas veces Info trato de ser él quien la reparara, pero su padre al tener un gran temor por Ryoba le prohibió estar cerca de la hija de aquella mujer. Su padre era un pobre diablo, aunque le doliera decirlo así, pero era muy necio y sumamente protector con ambos. Haciendo imposible que Info y Ayano pudieran volver a estar juntos.
El tiempo acordado casi terminaba, y hasta ahora Info-kun había logrado que Taro no se fijara en ella, maquinando las cosas muy bien para que Ayano solo asesinara de forma banal alimentándolo en su morbo del dolor ajeno, manipulándola para que creyera que cada chico que se acercaba a su senpai era un rival.
Tanto tiempo esperando, resistiéndose a hacer ellos mismos el trabajo, para que ahora ella empezara a salir con un ocultista.
Qué pérdida de tiempo. Al final, ella igual tendría que sufrir un poco a pesar de los esfuerzos de los dos.
—Está en su club— se espantó al oír la vacía e inerte voz de su hermano. Torció los labios en un gesto de incomodidad y miró a las pantallas, donde descubrió que por un monitor vigilaba al peliañil quien leía otro libro sobre demonios —. Envenena su comida, que vaya a vomitar y entonces sédalo.
—No puedo robar una jeringa a la enfermera, me notara si entro.
Retrocedió hasta la pared cuando su hermano se giró en su silla y la observó como si solo por existir la odiara y pensara en cortarle la lengua. No era odio por ella, era por Oko Ruto; se repetía para no caer en el miedo a su propio hermano.
Info-kun tomó su teléfono y sin mostrarse alterado o afectado por lo que su hermana había dicho, escribió un mensaje seguido de uno más corto. Bastaron unos segundos para que tuviera una respuesta, incluso más corta que lo que el había enviado.
—Kaga Kusha tiene. Quién me pide sus fotos le robara una y te la dejara cerca de la bodega sureste en el segundo piso. Toma el veneno de cobertizo, se que abrirlo no será otro problema ¿cierto?
Tragó con dificultad y recordó la llave que mantenía guardada en el interior de su mochila, la llave del cobertizo de jardinería. Claro que la tenía, ¿Cómo no? De algún lado Copper y Spiky habían podido sacar todo de ahí muchas semanas atrás, una traición por la que había cobrado muy bien, eso sí.
Negó escondiendo sus manos detrás para que él no notara su temblor. Las palabras no le salían, él podía explotar de la nada antes de tiempo si algo lo molestaba, entonces mejor que ese algo no fuera ella.
Su hermano no le dijo nada, solo volvió a darle la espalda y siguió concentrado en ver las grabaciones de ese profundo y duradero beso. Inclinó su cabeza a un lado, tratando de ver cómo es que Ayano y Oko se podían casi comer de esa forma; vamos, que ni con Kizano había usado la lengua.
El actor había tenido suerte, de no ser por ese odio repentino de Ayano hacia él y que gracias al posible hechizo de Oko ya no tenía ninguna relación furtiva con la yandere, seria él a quien Info-kun se prepararía para matar. Podía imaginarse como: colgado sobre el escenario, ahorcado con su propia capa y con sus labios cosidos mientras aun hubiera estado consiente para que sufriera el no decir nada nunca más. Sin últimas palabras memorables, ni último suspiro. Nada magnifico que decir o hacer antes de convertirse en nada.
Info-kun estaba loco. Pero ella tampoco era una santa. Asustadiza si, amable también. Pero ella e Info compartían sangre, ADN, venían del mismo maldito hueco podrido. A veces eso le hacía sentir algo de lastima por su padre; un pobre hombre viudo encerrado con dos monstruos.
Un sociópata como hijo mayor, y una psicópata fingiendo ser su blanca e inocente hija menor.
Era por eso y mucho más, que no dudaba que Ayano estuviera hecha a medida para ellos. ¿Qué mejor que una loca formada, para dos locos de nacimiento? Nada. Nadie sería mejor para su hermano. Y por eso, nadie se la iba a quitar. De eso se encargaba ella. Aunque aún no tuviera permiso de ensuciarse las manos.
Llevar a Oko al café con ella había sido arriesgado, más porque Mali-san estaba triste al enterarse de que no llevaría más a Copper y Spiky después de lo que había ocurrido el viernes; si le hubiera dicho que había invitado a su novio, estaba segura de que la hubiera regañado. Así que mantuvo la verdad como su secreto.
Lo había tratado con más cariño y atención que a sus demás clientes, por suerte nadie lo había notado. Y es que era imposible estar tanto tiempo lejos de él, tanto que se olvidó del miedo de qué los demás se enteraran de su faceta como maid y lo llevo para atenderlo y mimarlo. Le alegró saber qué Oko no tenía problema con su trabajo, hasta le había preguntado si le dejaba tomarle una foto para verla cuando no estuvieran juntos.
Oko era perfecto.
Y gracias a eso, se le había ocurrido algo para ayudar a qué sus mejores amigos volvieran a ser como eran antes. O al menos algo qué los haría empezar a mejorar, esperaba.
Aprovechó qué se había levantado temprano para poner en marcha su plan. Empezando por sacar un cortador de galletas que había tomado prestado del café, y sacando de su estante los mangas de Kuroshitsuji que empezaban a llenarse de polvo.
Sus gustos y pasatiempos debían ser los mismos a pesar de todo, así que pensó en mostrarles algo que les gustara con el fin de animarlos y que dejaran de pensar en sus heridas y complicaciones. Para Amao, había horneado galletas en forma de corazón como las que él una vez le había regalado; su amigo necesitaba comer más, así lograría un avance y de paso sabría si le gustaba como cocinaba, era gracias a Amao que se había animado a aprender a cocinar, así que su opinión le importaba mucho.
Y para Osano, había limpiado los siguientes tomos que el debía leer para estar al corriente de la historia del conde Ciel Phantomhive y Sebastián, la trama había tomando un giro sorprendente y sabia que una vez que su tsundere favorito descubriera lo que estaba pasando en la historia, recobraría sus ánimos y volvería a ser tan brusco y mandón como siempre. De no ser por Osano, nunca se hubiera puesto a leer con verdaderas ganas un manga, ahora conocía un mundo nuevo y le encantaba.
Se pasó toda la clase pensando en su idea, sonriendo para sí misma e imaginándose lo genial que seria todo cuando las cosas empezaran a mejorar. Ella con sus mejores amigos hablando de cualquier cosa entre pequeñas discusiones de ambos chicos, organizando maratones de anime y salidas para comprar nuevos mangas con Osano, aprender nuevas recetas en el club de cocina junto a Amao mientras este le enseñaba. La pijamada que no pudieron tener.
Ya queria vivir todo eso con sus mejores amigos. No deseaba nada más ahora que por fin volvía a tenerlos con ella. Sus queridos amigos. Sus chicos. Suyos.
No escucho el timbre del receso cuando sonó. Lo que la hizo volver a la realidad fue que ambos chicos la tomaron de un brazo para sacudirla y que reaccionara. Al salir de sus pensamientos, se disculpó con una risa nerviosa y empezó a guardar sus cosas, haciendo tiempo para que los pocos compañeros que quedaban salieran del salón.
Sacó su almuerzo, y junto a este tomó el otro recipiente cilíndrico en donde había guardado sus galletas para que se mantuvieran calientes. Así mismo, sacó los tres números de Kuroshitsuji que había llevado y los dejo sobre su falda para que el peli naranja no los viera aún.
—Oigan, sé que ya les dije cuanto los extrañe. Pero quiero demostrárselos. Les traje unos regalos para que, este... vean lo importantes que son para mí. Gracias por eso en el gimnasio, pero, por favor... no hagan algo así otra vez— suspiró y mostró el bote de galletas, abriéndolo para mostrárselo a Amao mientras en su cara con un tono rojizo delataba sus nervios —. Una vez me diste unas como estas, y aprendí la receta para regalártelas también. Espero que te gusten; con un toque de amor, como me ensañaste.
Amao miro el contenido del bote, asomándose con una expresión neutral que ponía más ansiosa a Ayano. Luego de captar el aroma de las galletas y el leve calor que aun salía de estas por estar guardadas, entorno los ojos a la vez que dibujaba una sonrisa de lado. Tomó una galleta y rio sin disimulo antes de darle una mordida a la mitad del corazón. Mastico con lentitud, frunciendo los labios después de tragar y rodando los ojos como si aquello no le importara.
—Esta deliciosa, gracias Yan-chan— mencionó con desagrado a la vez que dejaba la otra mitad de regreso en el recipiente. Se sacudió las migajas que le habían quedado en la mano y no se permitió ver a su amiga a los ojos —. Te estas volviendo muy buena. Se nota que has practicado y eso es... si, genial.
Ayano se dejó caer en el respaldo de su silla y sonrió con entusiasmo al oírlo decir eso. Tal vez la forma en que la había alagado sonaba muy seca y él se veía molesto, pero sabiendo que Amao solo no podía actuar conforme a lo que sentía, comprendía que lo importante era escucharlo para entender que su amigo estaba agradecido, y que le gustaba que siguiera practicando en la cocina. Esas pocas y significativas palabras la habían hecho en serio feliz. Amao, un repostero maravilloso, había disfrutado de lo que con mucho cariño había horneado para él.
Se estiro un poco sobre él pare dejar el bote sobre su pupitre, lo miro con una sonrisa y le toco la mano izquierda para hacerle saber que entendía lo que había querido decirle, y que eso significaba mucho para ella. Ante aquél acto, Amao solo se sacudió la mano para apartarla, todavía en ese estado en el que parecía reacio a aceptar que le gustaba el avance que Ayano había tenido con los postres.
A pesar de eso, el brillo en los ojos mentas de Amao demostraba lo que en realidad sentía su corazón. Su alma siempre hablaría con sinceridad, aunque por fuera todo estuviera en desorden. Y es que saber que Ayano, su querida amiga, se había tomado el tiempo de buscar la misma receta y aprenderla por él, le hacía sentirse feliz y acompañado como no le pasaba desde el viernes, cuando pudo volver a ver a su madre una vez que despertó; o cuando sus amigos líderes fueron a visitarlo. Aun así, el que ese gesto viniera de Ayano lo hacía emocionarse más, no entendía que diferencia existía, pero, comparando la idea de que Uekiya, Miyuji o alguna de sus kohais hiciera eso mismo, no despertaban la misma calidez que Ayano. Y se sentía mal por actuar como un orgulloso patán frente a ella, cuando en realidad... le ilusionaba que Ayano hubiera cocinado eso, por él.
Ella se acomodó un poco mejor en la silla y tomó los tres mangas antes de girarse hacia Osano y abrazar estos mientras lo veía llena de emoción y con mil ganas de decirle todo lo que los spoilers le habían dado a conocer. Pero no debía apresurarse; aun tenia que abarcar mucho para llegar a la trama que de desarrollaba en los mangas y el anime.
— ¿Sabes? Esto se ha puesto cada vez mejor— le dijo levantando los tres libros y mostrándoselos con un aire de tentación, acercándoselos y luego retirándolos de nuevo hacia ella. Sonrió un poco más cuando lo notó interesado en los números que tenía en las manos —. Son los tres que nos faltaban para ver la película.
— ¿No-No los leíste aún?
—Empecé este— respondió señalando con su mentón el primero de los tres tomos. Agacho un momento la cabeza y luego volvió a verlo —, pero no me gusto seguir avanzando sin ti. Mientras leí otras cosas, pero ya que estas de vuelta... ¡vamos a acabar esto para ver la película!
— ¿Una película? — todos voltearon al oír la voz de Hanako, quién entro poniendo su mano sobre sus ojos como si imitara ver algo a la distancia, pasando su mirada por todo el salón hasta que encontró a Ayano. Avanzó entre pequeños saltos a donde ambos estaba y se abrazó al cuello de la azabache desde atrás —Yo también quiero ir, ¿puedo acompañarlos verdad, senpai?
—Es de Kuroshitsuji, Hanako-kun— respondió Osano mostrando una débil sonrisa que hizo latir frenéticamente el corazón de la asesina. Ambos mejores amigos se vieron un segundo, felices. Al instante siguiente, Osano aparto la cara avergonzado —. Y-Ya sabes, el anime que te mostré y no te gustó.
Al conocer ese nuevo dato, Hanako soltó una trompetilla y froto una de sus mejillas con suavidad contra la cabeza de Ayano.
Era cierto, a Hanako no le gustaban ese tipo de animes o historias donde había mucha acción o crimines. Un poco de eso no le molestaba, pero cuando era algo con temática tan oscura y fría como pactos con demonios y shinigamis solo podía decir: no, gracias.
El prefería ver shōjo, esas lindas historias de comedia romántica que podían pasarle a cualquiera en la escuela. Imaginaba lo increíble que sería vivir un romance de esos, ¡o tener poderes mágicos! Lo mejor que podría pasarle seria conseguir dones con los que salvar al mundo o toparse con algo que le haría descubrir mundos de fantasía, todo mientras trataba de ganarse el amor de la chica de sus sueños.
—Tal vez otro día, Hanako-kun— habló Ayano dando por concluida la interrupción del menor. Volvió a mirar con emoción a su amigo y dejo los tres mangas sobre el pupitre de este —. Ten, si los empiezas a leer ahora podríamos ver la película en el laboratorio de computación después de que limpiemos. Ah espera, no podemos subir el tercer piso. Bueno, si alguien nos presta una computadora podríamos verla en el club de cocina. ¿Podemos, Amao-kun?
—Ugh, si claro— contesto el castaño deteniendo la galleta que estaba por comerse y haciendo una mueca de asco. Le dio la espalda a Ayano y continuo comiendo sus galletas de forma acelerada mientras empezaba a verse enojado.
— ¡Ahí esta! Podremos ver book of the Atlantic— celebró entusiasmada cerrando sus puños y bajándolos con fuerza. Los deshizo poniendo uno sobre su falda y usando la mano que ahora estaba libre para tratar de apartar un poco a Hanako, podía sentir como este le estaba oliendo el cabello.
Mientras empujaba al niño que insistía en aferrarse y hasta término sentándosele sobre las piernas, no se dio cuenta de que la alegría y sorpresa de Osano habían disminuido. Ahora su cara demostraba miedo combinado con un gramo de tristeza. Quiso tomar el primero de los nuevos mangas, pero a punto de sujetarlo su mano comenzó a temblar y sus dedos ni siquiera pudieron rosarlo por la agitación que empezaba en su pecho y avanzaba por su brazo hasta dominarlo, impidiéndole tocarlo.
Su inquietud empezó a afectarlo tanto, que de pronto sintió un nuevo mareo y se inclinó hacia adelante apartando su escritorio para evitar que si vomitaba no lo hiciera sobre sus cosas. Ese acto llamó la atención de los otros tres, también fue lo único que hizo que Hanako se quitara del regazo de Ayano; al quedarse libre, la azabache casi se cae al buscar hincarse al lado de su amigo para retirarle el cabello que le caía sobre la cara y ponerle la mano en la espalda.
Luego de estar seguro de que el mareo había pasado y que no regresaría nada, Osano se enderezó con ayuda de su amiga hasta terminar de nuevo recargado en el respaldo de su silla automática. Soltó una gran cantidad de aire y cruzó sus brazos sobre la cintura para tratar de volver a la normalidad, cada una de sus manos se agarró a un codo. Haciéndole pensar que aquella técnica que le había enseñado su madre parecía más un abrazo, ahora estaba avergonzado por hacerlo ver como un mocoso convaleciéndose.
No queria pensar en lo mal que estaba. Y tampoco que Ayano conociera la peor de sus secuelas del coma.
Tomó los tres mangas y sin verla a los ojos los extendió para devolvérselos.
—Sigue leyéndolos tú.
— ¿Ah? Pero si no los lees hoy, no podremos ver la película— dijo negándose a tomarlos. Los empujo hacia él, pero Osano insistió.
— ¿Quieres verla? Hazlo, no me importa. La veré después.
—Baka, el punto es que quiero verla contigo.
—Qué molesta eres, Yan-chan. ¿No puedes hacerlo sin mí? Bien— el peli naranja rodo los ojos y se inclinó hacia adelante, apoyando su mentón en ambas manos.
Miró a Hanako que ahora estaba a su izquierda y le dio un billete para que fuera a comprarle una soda, necesitaba que ese pequeño metiche estuviera lejos para evitar que divulgara el secreto que había recordado horas después de despertar. En cuanto lo vio cruzar la puerta, se sonrojo por completo y miro a Ayano a los ojos, quien todavía estaba pendiente de él y con el ceño fruncido. Entonces Osano se cruzó de brazos y entorno los ojos, sintiendo que sus mejillas cada vez adquirían más temperatura
—Es lo que habíamos acordado, tonto. Ver la película juntos. ¿Por qué crees que esperaría hasta ahora en vez de ponerla un día cualquiera de estas cinco semanas? Prometiste que...
—Aish, ya entendí. Deja de quejarte. Se lo que dijimos ese día, cállate. Aún recuerdo c-cosas ¿ok?— respondió rojo de vergüenza todavía. Tragó saliva y se inclinó hacia ella para encararla mejor; estaba muy nervioso, pero tenía que enfrentar todo lo que había dejado atrás para retomar su vida. Porqué, queria disfrutarlo ahora que estaba con ella de vuelta —S-Seré un buen novio y leeré los mangas para ver esa película ju-juntos.
Apenas termino de decir eso, se inclinó acortando la distancia que los separaba y dejo un beso mal acertado junto a la boca de la yandere. Al percatarse de que se había equivocado, retrocedió de forma rápida a su lugar y se cubrió el rostro con un brazo, impidiéndole ver a la chica y al castaño lo sonrojado que se había puesto. Más que una manzana madura.
Foto.
Ayano, petrificada y con la pupilas contraídas por la sorpresa, sintió como su estómago se revolvía, ahora siendo ella la que sentía un mareo atacándola. Sintió un ardor quemarle la base del dedo anular en su mano izquierda, cosa que empeoro su malestar. Miro de forma rápida a Amao, preguntándole con la mirada a que se refería Osano, pero su otro amigo solo se rio un poco mientras se sonrojaba. ¡No entendía nada! ¡¿Qué rayos estaba pasando ahora?! ¿En qué momento había empezado a ser la novia de...?
Oko.
Era la novia de Oko Ruto, él si era su novio y lo amaba con todo el corazón; pero ahora Osano pensaba que estaban saliendo y había tratado de besarla en la boca, si él creía que eso era verdad podría intentarlo de nuevo, y con más personas que pudieran verlos. ¡Y alguien podría decirle a Oko que ella lo estaba engañando!
Bueno, tal vez estaba dejándose llevar por la sorpresa, pero entonces ¿por qué tenía el presentimiento de que algo malo iba a pasar? Demonios, tenía que aclarar eso con Osano antes de que algo más pasara entre ellos, y hacerle ver que esa idea que tenía de ambos junto no llegaría más lejos.
— ¡Ya estoy de vuelta!— dio un pequeño salto en su sitio al ser sorprendida por Hanako apareciendo atrás de ella. El pequeño azabache le hizo ojitos cuando paso a su lado, y luego de darle la lata de soda a Osano regresó y se le aferro al brazo, poniéndose sobre las puntas de sus pies para darle un beso en la mejilla.
¡Ahh! ¡No podía lidiar con esos dos a la vez! Tenia que hacer algo pronto para que ese niño dejara de estar encima de ella y para que Osano recordara que no eran novios.
—Hey, ¿Cómo están? — se quejó al oír una voz nueva llegar, se movió tanto como Hanako le dejaba hacerlo y vio con desinterés que se trataba de Taro. Bueno, tenía que empezar a salir con Oko para que este ahora apareciera siempre. Qué broma de la vida.
— ¡Hermano! ¿Te quedas a almorzar con nosotros? — le saludó el menor mientras deshacía su agarre. Retomó la bolsa que había llevado con él donde tenía su comida y saco un pastelillo que levanto poner frente a Ayano —. Podemos compartir mi postre, Ayano-senpai.
— ¡No lo invites! No quiero comer cerca de este tipo— Osano refunfuño y miro con molestia a Taro antes de girar con indignación. Tomó su bentō dejándolo sobre sus piernas y tomando el control de su silla de ruedas empezó a andar hacia la salida —. ¡Hanako-kun! Deja de molestar a Yan-chan y acompáñame, no puedo comer y dirigir esta cosa al mismo tiempo yo solo.
Al ver que debía irse con su amigo, Hanako se negó haciendo un berrinche de que queria quedarse a comer con su senpai; pero como también queria que Osano y Taro dejaran de estar peleados para que volvieran a ser mejores amigos todos, no tuvo de otra más que obedecer al peli naranja y acompañarlo para pudiera comer estando "solo".
Al menos así podría preguntarle como enamorar a su linda senpai.
Se despidió de Ayano inclinando su cabeza y sonriéndole mientras hacia el gesto de amor y paz con sus dedos. Salió del aula siguiendo las instrucciones de Osano de a donde llevarlo. Y Taro, al ver Osano y su hermano menor se iban, se disculpó por lo incomodo de la situación y se fue a seguir tratando de razonar con su ex-mejor amigo.
Viendo que solo quedaban ella y Amao, se giró hacia este que ya había comido tres galletas de las veinticuatro que había hecho para él. De haber visto eso antes de todo el alboroto que había armado en su cabeza, lo hubiera felicitado y animado a seguir comiendo, pero como estaba preocupada por el bien de su relación real, fue directo al grano:
— ¿Por qué Osano-kun cree que somos novios? — no sabía explicar cómo había soltado la pregunta, si enojada o con miedo. Pero cualquiera que hubiese sido, había bastado para que Amao dejara de masticar y le desviara la mirada. Como vio que no tenía respuesta, empezó a preocuparse más —No me digas que olvide algo importante. Él no me pidió que fuera su novia ¿verdad? ¿O fue la noche del estreno? ¿Fue antes de que entráramos al incendio? ¿Cuándo estábamos adentro del gimnasio? ¡¿Olvide que acepte?! Oh rayos, soy terrible por no saber nada de esto...
—Relájate— murmuro Amao poniéndole un dedo en la boca para que dejara de palotear. Ella obedeció, quedándose quieta y aun con rostro de espanto. El castaño se rio suavemente y apartó su mano. Suspiró sin dejar de observarla y tomo otra galleta, admirando esta vez la forma de corazón mientras suspiraba —. Está confundido, recuerda todo del accidente, pero me contó que tiene recuerdos incompletos de horas antes del incendio— hizo una pausa en donde acerco la galleta al rostro de Ayano, invitándola a que comiera también. Sabiendo que eso era solo por el cambio de actitud errático, no se negó y dio una mordida. Luego, el ojimenta le limpio los restos de migaja que tenía en la comisura de la boca —. Creo que por eso se molestó cuando insinuaste que no recordaba lo de esa película de Kuroshitsuji.
—Yo no quise decir eso— gruñó cruzándose de piernas y echando su cabeza hacia atrás —; lo dije para que entendiera que es algo de nosotros dos y que por eso había esperado, es decir, de los tres. También vendrías a la pijamada de esa noche.
—Gracias— parpadeó lentamente, dejando sus parpados algo caídos y comenzó a jugar con el cabello de su amiga enrollándolo en sus dedos —. Ahh, tu cabello está más suave de lo que recuerdo.
—Kizano-kun me dio instrucciones para cuidarlo hace un tiempo— imitándolo, se pasó una mano por el cabello y sintió un extraño vacío cuando las puntas de sus dedos no tocaron ni los goggles del equipo de deportes, ni la rosa del club de drama. Bajó su mano y se concentró de nuevo en el tema de Osano —. Entonces que le hace creer que estamos saliendo, que somos novios... eso.
—Ah, si— dejo de mostrarse interesado -en sentido romántico- para dejar ver su faceta alegre y feliz. Le soltó el cabello y comió lo que sobraba de la galleta que le había invitado antes de continuar explicándole —. Me dijo que recuerda dos cosas antes de entrar al gimnasio; aparte de la obra. Pero, no sé si es correcto decírtelo.
— ¿Por qué?
—Es algo privado. Y aunque se que no le caigo bien, me lo dijo en un momento de confianza. No lo puedo traicionar hablándote de lo que me repitió toda la noche que no te dijera.
—Por favor, Amao-kun. Ambos son mis mejores amigos; no le diré que lo sé, pero necesito entender porque cree eso, debe saber que no es verdad. Sino, el seguirá creyendo que somos novios y yo estaré involucrada sin saber porque.
—Sí, pensándolo así, tienes razón— aceptó sin dejar de sonreír. La miró de nuevo y pareció pensar algo antes de que sonriera más y le preguntara otra cosa. Al mismo tiempo, sus ojos se dilataron y parecieron verla con auténtica duda —. Pero Yan-chan, ¿tu sientes algo así por Osano-kun?
Al procesar la interrogante, Ayano se sonrojo y cerró sus ojos ante el dolor que apareció de nuevo en su dedo. Lo miró un poco antes de confirmar que no tenía nada extraño; y mantenido la vista en sus manos empezó a recordar las pocas semanas en donde se había vuelto la mejor amiga de Osano. Como se conocieron por accidente, cuando se habían copiado las tareas, el momento en que supo que no podría matarlo, la reconciliación luego de explicarle que ser amiga de Amao no significaba reemplazarlo. Solo se conocían de tres semanas, y cuando vio que esa viga le cayó encima, sintió como si una gran parte de su mundo se hubiera acabado. Él mundo lleno de color y de sentimientos que empezaba a conocer. Y Osano era el naranja tsundere que la acompañaba desde su casa a la escuela, quien se mantenía todos los días sentado su lado y le traía comida.
Osano fue la segunda persona que le enseño a sentir. Cuando vio que le quitaría a Taro, y luego cuando se volvió su amigo. Después de su senpai, siempre estuvo él. Siempre estaría Osano.
—Él es muy importante para mí, lo sabes— observó sobre su hombro a la silla de su amigo y recordó los aviones de papel que solían intercambiar en las clases para seguir hablando. Suspiró, volvió a ver hacia adelante y tomó las manos de Amao —. Luego de Midori-chan, él fue mi primer amigo en mucho tiempo. Y gracias a eso, luego fue más fácil conocerte, y al resto de los chicos igual.
Foto.
«Creó que... amo a Osano— su dedo ardió con tal intensidad qué tuvo qué separarse de su amigo para sostener su mano y apretarla —, pero del mismo modo en qué te quiero a ti. Solo como un amigo. Y estoy enamorada de alguien ahora; no quiero dañar a Osano-kun, a nadie, pero tampoco qué mi novio piense algo equivocado de esto.
El poco brillo qué quedaba en los ojos de Amao se desvaneció, su alma se sentía triste y sola sin qué el mismo entendiera porque, pero por fuera siguió sonriendo y asintió ante la respuesta de su mejor amiga. Necesitaba saber qué tomaría en cuenta los sentimientos de Osano para actuar correctamente... o quizá, buscaba escuchar qué ella no sentía amor de esa forma por el otro.
Aunque ahora conocía el hecho de qué estaba con alguien más. Y no estaba seguro de cómo se debía sentir por eso.
—Dejó una carta en tu casillero ese viernes— soltó como si nada, con un nuevo tonó brusco y molesto. Se cruzó de piernas y miro a Ayano quien no parecía estar comprendiendo, o aceptando lo qué oía —. Se iba a confesar luego de la obra. Eso es de lo poco qué recuerda, y qué después de dejar la carta llegaste tú.
— ¿Qué? — dijo en un susurro. Se llevó una mano a la frente y luchó por recordar tanto como fuera posible de eso. Tendría que haberse dado cuenta, algo tan serio y planeado como los nervios de una confesión no podían esconderse como si nada.
— ¡Oh, estas aquí!
— ¡Ba-Baka! ¿¡Que estás haciendo aquí!? ¡Te dije que nos veríamos en el gimnasio, torpe!
—Solo vine por algo, deja que saque un guion de mi casillero y nos iremos juntos allá.
La más baja se acercó a su locker dispuesta a abrirlo y tomar lo que necesitaba, sin embargo, se giró al escuchar de nueva cuento la música de su teléfono.
—Aishi. ¿¡Qué!? ¡Voy para allá! — Cortó la llamada y volteo en todas direcciones en busca de su amigo tsundere, cuando lo encontró en el piso sobándose la nariz lo tomo de su mano libre y lo empezó a jalar obligándolo a levantarse — ¡Deja de hacerte el tonto y vámonos! ¡Engreído-Senpai esta como loco buscándome!
Nunca se hubiera dado cuenta. No, nunca hubiera pensado qué por eso estaba ahí y tan nervioso cuando llegó de la nada. Era porque acababa de dejar una carta qué ella vería por error antes de tiempo. Esa era la verdad.
—No recuerda qué pasó luego de eso. Se quejó de qué recordaba toda la obra pero no sabía qué pasó después de qué fueras hacia tu casillero. Pero su segundo recuerdo, es de todo antes de entrar al gimnasio hacia el incendio— siguió hablando Amao entre gruñidos y golpes a su mesa —. Qué cuando te vio aparecer se sintió más tranquilo y aliviado, pero qué cuando volviste adentro por mí, pensó... pensó en...
—Dilo, sea lo qué asea dilo— suplicó con las pocas palabras qué pudo decir.
El suspenso la estaba matando.
—Él pensó en ti, como su novia. Por eso cree qué están juntos— Amao suspiró, casi sonando a que ya estaba fastidiado y pareció querer salir de ahí cuando tomó el control de su silla y comenzó a andar hacia afuera del salón —. Corrió tras de ti, porque queria salvar a su novia.
Ayano estaba saliendo del edificio principal, todavía muy sorprendida de lo que acababa de enterarse. Luego de que Amao se fuera, pensó que lo mejor para distraerse seria caminar un poco, respirar algo de aire y tratar de pensar en cómo decirle a Osano que estaba equivocado sin que eso afectara su amistad y el empezará a evadirla. Evitaba a Taro que era su mejor amigo desde primaria, no dudaría en apartarla por estar avergonzado.
Decirle de frente sería lo mejor, pero sería entonces donde Osano pondría distancia para evitar incomodidades. Qué la viera con Oko tampoco parecía ser buena idea, lo más seguro era que antes de comprender todo, pensara que lo estaba engañando, así era él. Entonces, solo podía funcionar una cosa, o eso creía: que alguien más le dijera.
Si el intentaba algo con ella donde alguien más los viera, esa persona le diría que aquello nunca pasó. Y el comprendería eso, la pena igual aparecería, pero esperaba que al no decirlo de frente, él no se alejara con tanta fuerza.
Pero el único detallara era: ¿Cómo esa persona sabría que él intentó declararse sin lograrlo?
Un ronroneo se escuchó a su lado, pero no se dio cuenta de hasta que sintió algo afilado enterrarse por su pierna. Miró hacia el suelo para ver de qué rayos se trataba y lo primero que vio fue a Kitty sentada sobre sus piernas traseras mientras que con las de adelante se aferraba a ella para llamar la atención.
Se inclinó tomándola en brazos para que dejara de lastimarla. Bastó con acunarla igual que siempre había avisto que lo hacia Osoro y la minina no dudo en acomodarse y volverse más dócil. Sonrió enternecida por lo adorable que era y con uno de sus dedos empezó a jugar con ella, tratando de picarle la nariz y ella evitándolo al cubrirse el rostro con sus patitas.
Aww, Kitty era una ternura.
—Hasta que te atreves a volver por aquí— dijo una voz a su derecha que conocía desde la semana anterior, rodo los ojos y no se molestó en verlo. En su lugar, lo ignoro y siguió jugando con la mascota de quien le hablaba —. ¿Qué? ¿Tú novio te comió la lengua, gatita?
Cerró su mano hasta hacerla un puño y se giró para ver de frente al rubio que ahora la veía con una sonrisa de haber ganado. Qué lastima que el dueño de una gatita tan linda fuera un chico que detestaba.
—Cierra la boca, imbécil. Mi novio no tiene nada que ver contigo— lo defendió, todavía cargando a Kitty y ahora acariciándole el lomo ahora que se había volteado.
— ¿En serio?, porque han estado tan ocupados compartiendo saliva y siendo un espectáculo en donde pareces ser su fantasía de maid— se sonrojó al oír eso, sabiendo que era verdad. Ayer se habían besado de forma intensa frente a todos en los pasillos, y luego lo había llevado al café donde uso su nuevo nivel de seducción para coquetearle con su uniforme de sirvienta —, que me parece divertido que trates de aparentar ser correcta por él.
—Puedo besarme con él cuanto quiera sin tener que explicar nada. ¿Y en que se supone que estoy fingiendo?
—Pff, la semana pasada no dejaste de venir por una paliza diaria. Pero ahora que tienes novio creo que no quieres que te vea caer tan bajo. Jeje, ¿crees que tu patético novio seguiría contigo si sabe que te gusta venir a dar problemas?
Gruñó de nuevo y bajo sus brazos dejando que Kitty cayera al piso. Aterrizó sin problemas y luego de pasarse la lengua por la pata y así poder limpiarse las orejas, saltó para llegar de nuevo a donde estaba su verdadero dueño.
—Deja de hablar así de Oko-senpai, o te...
— ¿Qué? ¿Me piensas golpear como lo hiciste el viernes? Aún no creo que puedas ni hacerme cosquillas, gatita— se burló a la ver que podía darle un zape la frente, luego deteniéndola con facilidad cuando esta quiso darle un golpe.
—Yo no digo nada de la mala suerte que tuvo tu madre por tenerte de hijo, así que mejor solo cállate ¿sí?
Aquello hizo que Osoro dejara de sonreír y la empujara, obligándola a dar varios pasos hacia atrás para evitar caer. El delincuente tronó tanto su cuello como sus puños, aprovechándose de que Shiromi acababa de pasar y tenía tiempo de darle una lección a Ayano. Ella no se quedó atrás, levantó sus puños y lo encaró con odio antes de acercársele con la intención de darle un golpe en el estómago.
Al ver lo que ella intentaría hacer, intercepto el golpe sosteniéndole la mano derecha antes de que lograra tocarlo. En ese instante vio que ella trataba de confundirlo y alzaba la rodilla para dar el verdadero ataque que, si calculaba bien, le daría en las bolas. Dio un paso atrás, haciendo que el rodillazo fuera al aire e hiciera perder el equilibrio a la azabache. Aprovecho eso para golpearla en la pierna y que esta acabara en el piso.
Muy fácil como siempre.
Aún así, vio a Ayano levantarse entre quejas del golpe y se lanzó otra vez lanzando golpes rápidos. Debía admitir que lo hacía muy bien, atacando y sacando el brazo antes de que él pudiera sujetarla, pero de todas formas eso no era suficiente para vencerlo. Bloqueaba los golpes como si nada, a lo mucho retrocediendo para que ella adquiriera un poco de confianza y entonces poder golpearla en el estómago para que la "pelea" de ese día terminara.
Hubo un momento en que la vio distraerse con algo atrás de él, pero viendo lo que había intentado antes supuso que sería otra distracción para conseguir darle un golpe. Sonrió de nuevo, sintiendo la confianza de que como siempre ganaría dándole su merecido. Pero entonces, ella fallo al volverse muy lenta con los ataques y consiguió tomarla de las muñecas. Continuo yendo hacia atrás, teniendo la idea de que si les mostraba a Copper y Spiky como ella caía tan fácil en una pelea que ni siquiera era en serio, dejarían de estar hablando tanto de ella cuando creían que no escuchaba. Ellos comenzaban a admirarla, así que debía acabar con eso antes de que terminaran siendo decepcionados.
—Kitty. Kitty. Kitty— Ayano comenzó a repetir mientras seguía siendo jalada a donde estaban los demás delincuentes. Empezó a poner fuerza para frenar y a quedarse quieta, siendo entonces arrastrada por él que no entendía porque nombraba así a su mascota. ¿Es que esperaba que si su gata aparecía no la pondría en su lugar por decirle que era un mal hijo?—. Kitty. ¡Kitty! ¡KITTY!
— ¡Basta! ¿Qué carajos intentas...? ¡Mierda! — gritó lo último al sentir como era jalado hacia adelante, deteniéndose casi estando nariz con nariz frente a la azabache. Él todavía la tenía firmemente tomada de las muñecas, y supo que ella había tenido que sacar una gran cantidad de fuerza de la nada para frenarlos y tirarlo hacia ella. Por lo repentino ambos estaban muy cerca del otro respirando agitadamente, sentía el aliento temeroso de la chica Aishi chocar contra su cara.
—Casi... casi pisas a Kitty... idiota— murmuró entre respiraciones la más baja.
Sorprendido por eso, vio hacia atrás tanto como pudo y consiguió ver que Kitty estaba descansando donde él estaba a punto de pisar. Estaba dormida, por lo que no iba a quitarse a pesar de lo cerca que estaba de ser lastimada. Se enderezó, espantado de lo que estuvo a punto de hacerle y la levanto de suelo, despertándola y viéndola de todas partes para estar seguro de que no le había alcanzado a aplastar nada.
Ayano no estaba tratando de distraerlo, le estaba advirtiendo. De no ser por ella, hubiera lastimado de forma horrible a Kitty. Ayano Aishi había salvado a Kitty de él mismo. Y era tan raro aceptar algo como eso.
«Ten más cuidado con ella— volteo a ver a su compañera y la halló de brazos cruzados, molesta —. Aún es una bebé, y si en serio crees eso de las nueve vidas, pobre de ella. Como sea, dejémoslo aquí por ahora. No quiero perder lo que queda de receso estando aquí contigo. No deje que le pasara nada así que cálmate. Hasta luego, idiota— se despidió dándole la espalda y volviendo su ademán de adiós en una seña obscena en donde le mostró el dedo medio.
La siguió viendo hasta que ella volvió a entrar al edificio. Frunció el ceño ante la falta de miedo que ella tenía, cosa que era molesto pero agradable a la vez. Dio un último vistazo a la entrada y dio media vuelta para volver a concentrarse en su gatita y asegurarse de que estaba completamente bien.
Demonios, ahora le debía algo a esa enana.
Ayano estaba revisando su almuerzo, viendo que de todo lo que había llevado podía comer mientras seguía paseándose para pensar en su asunto con Osano. No se detuvo hasta que una mano la tomó del brazo, obligándola a parar y a ver quién la queria molestar ahora. Tan pronto vio que solo era Midori, bajo el puño que ya estaba preparando.
—Yan-chan, al fin te encuentro. ¿Sabes? Te busque por toda la escuela. Hasta fui a la cafetería de los populares para preguntarle a Aso-kun y a Kizano-san por ti, pero... luego recordé que los odias. Así que seguí buscando y buscando hasta que te vi con Osoro-kun. ¿Todo está bien? ¿Te molestó? Si es así tenemos que decirle a alguien del consejo o a...
—Cállate— puso su mano cubriendo la boca de la peliverde y esta asintió como si nada, ni negándose a el hecho de que tenía la mano de su amiga en frente —. Estoy bien, puedo cuidarme sola de ese imbécil, ¿pero por qué me buscabas?
— ¡Almorcemos juntas! — gritó emocionada extendiendo sus brazos hacia el techó. Negó con la cabeza, sabiendo que debía regresar con Osano y Amao aunque aún no supiera como llevar a cabo su idea, pero antes de decirle que no, Midori siguió hablando —Ya invite a Pippi-chan y a Ryuto-kun; Miyuji-chan no puede porque está escribiendo una nueva canción. ¡Ah! Pero le dije a Oko-kun que lo esperabas en la azotea— comento lo último con una sonrisa y un tono con el que insinuaba que eso era de interés para su amiga.
Ayano escuchó el nombre de su novio, y de inmediato todo lo que rondaba su cabeza fue olvidado para empezar a imaginar en lo que sería poder comer en la terraza junto a Oko Ruto. Estrujo su almuerzo contra sí y se dejó llevar por Midori quién la había tomado de la mano para llevarla a donde todos las estaban esperando.
Después de tantas sorpresas, estar con Oko sería un alivio bien recibido.
Las dos amigas llegaron a las bancas en donde los otros dos miembros del club de videojuegos hablaban de teorías sobre Mono y Six, ensañándose cosas en sus teléfonos; apartado de ellos dos y vigilando de forma discreta a las hermanas Basu, estaban Oko con su comida a un lado de donde estaba. En cuanto las vieron llegar, las saludaron de forma rápida antes de que cada quién tomara su camino.
Midori se sentó al lado de Pippi, uniéndose a la conversación y diciendo sus teorías favoritas donde mostraba en su celular varias pruebas que había visto en los comics y el videojuego para móvil. Por otro lado, Ayano se sentó en el lugar vació tomando la comida de Oko para entregársela de vuelta. Ambos se saludaron con un beso que duro lo suficiente para que empezaran a sentirse con poco aire.
Los cinco estaban juntos, pero nadie se daría cuenta de eso ya que los gamers almorzaban rápido hablando entre ellos, mientras que la pareja se coqueteaba sin importarles que ignoraran a los demás.
Pero nadie sabía ahí, era que Info-kun observaba a ambos tortolos desde una cámara de vigilancia que su hermana había movido para darle un visión perfecta de Ayano y Oko juntos. Rechinaron sus dientes cuando los vio besarse, apretó su mouse con fuerza y luego deseo que él ocultista tuviera un fuerte aguante al dolor, porque estaba planeando muchas cosas dolorosas para hacerle antes de dejarlo morir.
Se fijó entonces en el momento en que la azabache y el peliañil descubrieron sus alimentos. La ensalada de atún del líder ocultista había sido envenenada desde hace horas, con una gran cantidad para que hiciera efecto rápido y saliera cuento antes para el baño. Su hermanita solo estaba esperando esa señal para ir tras él e inyectarlo con el sedante. Las bolsas de basura estaban escondidas ahí y solo tendrían que esperar a que las clases se reanudaran para ir y esconderlo en el Info-club.
Hiso zoom sobre Oko y juntó sus manos a la espera de que diera el primer bocado a su comida. Una probada, y estaría muerto.
—Cariño, te hice el almuerzo hoy también— dijo de pronto la asesina al sacar de su bolsa de papel un sándwich de pavo. Eso perturbo la ansiedad del hacker, haciéndolo que su pie comenzara a golpear frenéticamente el suelo.
— ¿En serio? Wow, gracias— le sonrió con cariño a Ayano y estiro su mano para tomar el obsequio de su novia, pero entonces vio con pena la comida que él estaba a punto de comer y se sintió nervioso —. Lo siento, mi madre me hizo el almuerzo y no creo comer tanto.
—Ah, ¿en serio? Puedo comérmelo yo, estoy segura de que cocina delicioso— se le acerco con cuidado, mostrando una sonrisa pícara mientras entrelazaba sus dedos con los de Oko, y le susurró al oído. Info-kun tuvo que ajustar el audio del par escuchar que era lo que le decía —. Y así guardo mi comida para más tarde, amo.
Vio como Oko se ponía rojo y empezaba a sonreír como loco mientras juntaba sus rodillas y asentía rápidamente. Al pelirrojo le dio un tic en el ojo y deseo más que nunca borrarle esa estúpida sonrisa de la cara; golpeó su mesa con ambas manos cuando lo vio sacar su teléfono luego de separarse y ver algo ahí mientras Ayano no se daba cuenta, el muy maldito estaba viendo las fotos.
Pero ahora el asunto se había complicado, mientras Oko babeaba por las poses eróticas que veía de la yandere en su teléfono, le entregó a Ayano el sándwich envenenado para después aceptar de ella el que le había llevado.
¡Le había dicho a su hermana que echara tanto veneno como para destruir un estomago! ¡Ayano no podía comer esa basura!
Lanzó una patada contra la pared y tomó con desesperación su teléfono, entrando rápido al chat con su único familiar de momento y escribiéndole rápidamente y sin preocuparse de escribir casi todo mal que le quitara la comida envenenada a Ayano de prisa. Al enviarlo, volvió a fijarse en la cámara y observo como ella parecía estar leyendo el mensaje; a su vez, su novia comenzó a retirar el plástico del emparedado y a acercarlo a su boca para empezar a comerlo.
Era una cuestión de segundos, si ella tragaba el primer bocado, casi de inmediato correría a un sanitario para vomitar. Pero si comía más que eso, necesitaría un lavado estomacal de emergencia para no comer solo líquidos por el resto de su vida.
Comenzó a mecerse en su silla cuando vio a Ayano metiéndose el sándwich a la boca, comenzó a marcar el número 911, suponiendo que la patética de su hermana no se lo quitaría a tiempo. Presionó llamar y siguió presenciando como Ayano habría más su boca para comer, pero en ese momento, se alivió al ver que el alimento le era arrebatado de sus manos y tirado al piso.
—L-Lo siento— se disculpó una chica de cabellera azabache que le llegaba a la altura de los pechos. Esta hizo una reverencia como disculpa, y al levantarse, dejo ver el flequillo amplio que le tapaba la mitad de la cara. Horuda Puresu.
Se deslizó en su silla, aliviado de que Ayano estuviera a salvo, pero molesto de que Oko Ruto se hubiera salvado de la muerte, por ahora. Colgó antes de que alguien atendiera a su llamada y volvió a enviarle un mensaje a su hermana menor, diciéndole que había sido muy lenta y que era una buena para nada. Lanzó el aparato lejos, a otro lado de su escritorio y se recargo en su asiento cerrando los ojos y comiendo el pollo frito que la menor le había llevado para que almorzara.
Ayano estaba muy pendiente del ocultista, y en parte debía ser por haberle dado todas esas dudas en la mañana, podía suponer que seguiría dándole comida y llevándolo consigo al café maid después de clases. Ese desgraciado tenia suerte, él solo podía imaginarse lo que seria si Ayano apareciera en frente suyo con un uniforme de sirvienta comportándose seductoramente. Carajo. Debía matar a ese friki antes de que intentara... oh no, eso no lo iba a permitir.
—No era mi intención, senpai— continuaba disculpándose Horuda, casi llorando —. Solo queria saludar pero...
—Patética— pensó en voz alta antes de acomodarse los lentes y minimizar la imagen de la cámara de seguridad a una esquina para seguir viendo la información que había conseguido del niño que, obviamente, estaba enamorado de Ayano. Se sorprendió un poco al enterarse de que era el hermano menor de Taro Yamada, pero no le importo demasiado.
Nueve rivales ya era un número ridículo. Kizano, Aso, Mujo y Mido podían tomarse como nada ahora. Pero aun tenia que encargarse de los dos vegetales, el pervertido de closet, y ahora un precoz que de seguro aún se comía los mocos. Agh, eso sin mencionar que tenía al gran heredero Saikou a la vuelta de la esquina.
Tronó sus nudillos, concentrándose en como debía salir de ese hoyo. Osano y Amao eran complicados, en esos momentos la salud mental de Ayano dependía de ellos, si hacia algo muy escandaloso para deshacerse de ellos ahora, Ayano muy seguro acabaría haciendo una tontería. Oko, debía pensar en cómo matarlo a pesar de siempre estar con una asesina tras de él y que lo defendería de cualquier ataque directo. Necesitaba concentrarse de lleno en esos tres para saber cómo quitarlos de camino. En cuanto a Hanako Yamada...
Él estaba ocupado, y ninguno de sus fotógrafos aceptaría hacer un asesinato. Así que, sin más remedio, tendría que resignarse a su última opción. Una que no le convencía tanto, pero bueno, también serviría para ver si su hermana podía sorprenderlo.
Ella desde hace mucho le había rogado que la dejara matar a alguien, negándoselo porque entonces sería difícil tenerla como apoyo exterior. Aunque siempre había tenido esa duda de si ambos serian tan brutales al masacrar gente. Ahora por fin lo sabría.
El día anterior había pasado a comprar un segundo manga hentai para seguir aprendiendo a como coquetear con los clientes. Sus compañeras le decían que había dominado el nivel de inocencia muy bien, animándola a probar su lado más atrevido con el siguiente paso: seducción. Ya no sería una encantadora boba, gracias a ese nuevo tomo, Ayano sabía cómo ser más suelta y provocativa ahora. Era como pasar de niña, a la pubertad.
Dejó los platillos que llevaba frente a su cliente y le guiño el ojo antes de preguntarle si deseaba algo más de ella. El chico, aparentemente de alguna universidad, titubeo un poco al decirle que no, agregando además el decirle que era muy linda. Sonrió agradecida y se pasó una mano por el cabello; dio una última reverencia para despedirse y se retiró pensado que podía actuar mejor.
Pasó junto a la mesa de Oko, rozándole la mano como si hubiera sido accidental y deteniéndose para pedirle disculpas. Se acercó mucho a él, más de lo que debía hacerlo con los clientes y lo invito a seguir tomando su chocolate antes de que acabara enfriándose. Antes de irse, ambos se vieron con complicidad; recordando lo que habían hablado en el camino hacia su trabajo. Le lanzó un beso antes de irse y siguió caminando hasta otra mesa que debía limpiar.
Ahí, mientras recogía los platos y tazas sobre su charola, vio de reojo a alguien pasar a su lado. Casi de inmediato sintió un mal presentimiento, se giró para ver a su espalda y lo halló frente a otra mesa, sin prestarle ningún tipo de atención a ella. Aún no se sentía tranquila, pero como vio que Mali-san estaba a dos mesas de distancia discutiendo en voz baja con Osoro, supuso que nada le pasaría. Regresó su atención a los platos sucios, recogiéndolos todos esta vez y encaminándose hacia la cocina para que los lavaran.
—Hola— frenó, casi chocando con el mismo sujeto que ahora estaba en frente de ella. Era un chico con sudadera, ojeroso y que no dejaba de verse los pies. Guardo la compostura y se enderezó para contestarle con amabilidad.
—Un placer verlo, amo. ¿Necesita ayuda?
—Yo, este...— el chico comenzó a ponerse rojo y se rasco la nuca. Comenzó a sudar y se limpió las manos en el pantalón en un intento de disimular sus nervios.
Ayano no veía que eso fuera a alguna parte, y al fijarse en la mesa de donde este chico venia, notó que iba con otros dos estudiantes que se estaban levantando para irse. Entonces creyó que le estaba intentando pedir su número o algo así. Sonrió cautelosamente y respondió.
—Disculpe, amo. Pero no me siento cómoda al...
—Hola, gatita— Osoro llegó de repente y la tomó de por la cintura alejándola del sujeto, quién en cuento vio lo alto y fuerte que demostraba ser el rubio retrocedió asustado. Ayano trato de apartarse, pero el delincuente se encargó de no soltarla, además de quitarle la charola con trastes sucios y dejarla de nuevo sobre la mesa —. ¿Quién es tu fisgón?
— ¿Fisgón? — dijo confundida. Al oír eso, el chico empezó a temblar y se llevó las manos tras la espalda. Intento irse, pero Osoro se apresuró y lo detuvo sosteniéndolo de la gorra de la sudadera.
—Sí, este imbécil estaba tratando de tomarte una foto— de un jalón, lo obligo a retroceder y le tomó la muñeca del brazo derecho, alzándolo y dejando ver que había tenido su celular ahí todo el tiempo, en la cámara que mostraba todavía el temporizador de treinta segundos avanzando hacia el cero. Viéndose descubierto, el chico volvió a tartamudear, ahora tratando de dar una excusa. Pero antes de decir algo entendible, Mali-san llegó arrebatándole el celular.
—M aquedare con esto. Y tú, no volverás a entrar aquí— de forma perfecta, la mujer enfoco al chico con su propio teléfono y este dio un brinco cuando el flash le salto en la cara, tomándole una foto. Luego de eso, Mali-san le dio la señal a su hijo de que ya podía sacar a ese pervertido del café. Ayano cerró sus ojos, asqueada con solo pensar de lo que habían tratado de hacerle. Recordó las fotos que le había dado a Info-kun, y se sintió igual de vulnerable que aquella vez en que había dejado que la viera de formas tan vergonzosas para que alguien se tocara con sus fotos. Qué asco —. ¿Estás bien? Es la primera vez que te pasa algo así, si quieres tomarte unos minutos...
—No es la primera vez— dijo en voz baja. Casi sin darse cuenta de que había dicho eso. Retomo la bandeja y con una expresión neutra se encamino hacia la cocina de nuevo. No se esperó que Mali-san la acompaña —. Olvide lo que dije.
—Está bien. Entonces dime ¿paso con Kitty?
— ¿Usted sabe de Kitty?
—Claro, ¿de qué otra forma Osoro gastaría tanto en cosas de gatos si no lo supiera? — respondió como si fuera obvio. La pelitricolor le ayudo a dejar todo en el fregadero y salieron quedándose unos momentos en el pasillo para continuar hablando —Se que es raro que ella no esté en nuestra casa, como cualquier mascota. Pero soy alérgica y, ok, la última vez que estuvo ahí destrozó mi sala afilando sus uñas. Por su seguridad, es mejor que yo no esté cerca si hace algo así otra vez. Adoro a Kitty, pero cuando me enfado no reconozco ni a mi hijo. En fin, sea lo que sea que hiciste por ella, Osoro te lo agradece. Y le caes bien, aunque no lo demuestre ni quiera aceptarlo.
— ¿En serio? — inquirió escéptica. Maleni se llevó las manos a la cintura y asintió.
—Salvaste a su gata. Y me cuenta todo sobre esas peleas que tienen. Le gusta que no te rindas, y con cada derrota trata de que aprendas a defenderte bien.
—Él me hizo esto— se quejó señalando su mejilla maquillada, pero sabía que Mali-san recordaba que ahí abajo tenía un golpe. Al oír eso, la sonrisa de la mujer se fue, dando paso a un ceño fruncido y a su puño contra la pared.
—Maldito mocoso. Se nota que aun esconde lo que no le conviene— la mayor empezó a caminar de regreso al restaurante, dejando a Ayano atrás. Abrió la puerta dispuesta a salir y buscar a su hijo para pedirle una explicación, pero antes de hacerlo, todavía con una cara de enojo, se giró hacia la yandere y le dijo algo mas —. Él defendería a cualquiera de lo que ese chico trato de hacerte, pero por ti hizo algo único.
— ¿Qué cosa?
—Te cuidó. Él no hace eso, solo echa a los idiotas y a veces se pelea con ellos. Pero además de mí, no protege a ninguna maid como hoy lo hizo contigo— suspiró y después de eso le sonrió un poco con diversión —. Así que, en serio hiciste algo muy bueno con Kitty para que pasara eso. Tómalo como un "gracias" porque no lo dirá de frente. Y ambos trabajen en su paciencia, una amistad como la que ambos pueden tener no se encuentra todos los días.
—No quiero ser su amiga, sin ofender— respondió de forma clara, aunque temiendo que su jefa lo tomara a mal.
Mali-san entonces se rio, llevándose una mano al pecho, viéndola con un curioso brillo en sus ojos. Al terminar de carcajearse, soltó la puerta y se recargo en esta mientras suspiraba enternecida. Inclinó su cabeza, observando a Ayano con paciencia. Practicante sintiendo un deja vu.
—Ahh, que adorable— murmuró cerrando sus parpados y concentrándose ahora en el piso de madera. A veces la vida podía ser muy curiosa, llegando a repetir cosas sorprendentes de los padres en sus hijos —. Fue lo mismo que Ryoba-chan respondió cuándo no quiso ser mi amiga. Tal vez nuestra historia se esté repitiendo, Aya-chan. Y si es así, solo digo, que tal vez tú y Osoro se vuelvan inseparables. ¿No sería gracioso?
Y hasta aquí el capítulo. ¡Wuju! Pude hacerlo corto y me gusta. No lo subí tarde, el tiempo fue muy rapido jeje. ¡Espero que les allá gustado! Nos leemos luego.
PD: ¡IT'S MY BIRTHDAY¡ TENGO 21 AÑOS AHORA, CHINGADA MADRE xD! ¡Los quiero y gracias por estar aquí conmigo! Queria dejar un dibujo pero ya lo estoy subiendo con retraso, a ver si luego lo pongoen el glupo de facebook entonces. Los amo.
¡Votos y comentarios se agradecen!
¡Hasta el próximo capítulo!
¡MoriDark19, fuera!
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