Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34. Aprobada con honores

Tomó las tijeras y corto lo suficiente del vendaje como para poder dejarlo ajustado y consiguiera anudarlo sin problemas. Era difícil hacer un nudo cuando una de sus manos era la que estaba siendo vendaba, pero nada muy complicado, solo algo estresante.

Se aseguró de que las vendas no se fueran a correr y comenzó a guardar todo lo que había usado de vuelta en el botiquín. Fue hasta la cocina y lo guardo en el cajón de donde lo había sacado. Se recargo en la encimera y observo como su palma izquierda estaba cubierta, y si se fijaba bien aún podía ver la marca y el rastro de sangre debajo de todo.

Se había herido de camino a casa, pero estaba bien. Había sido por una buena causa, suponía. No, de hecho había sido por dejar sus cosas en manos de alguien más; lo anterior a lastimarse, o mejor dicho, a que la lastimaran, eso si había sido por una buena causa. Y porque su conciencia no la dejaría en paz de haber seguido caminando. Tal vez por lo mismo se sentía feliz y aliviada de haberlo hecho.

Las actividades siguieron hasta más entrada la tarde, exactamente a las seis de la tarde cuando todos los clubs y asesorías se dieron por terminados, y no podía estar más alegre y aliviada por ese simple hecho. En cuanto el profesor no tuvo nada más para retenerla justificadamente a su lado, le permitió irse. Ella anhelando ese momento, solo tomo su mochila y salió corriendo sin molestarse en guardar sus libretas ahí mismo. Solo queria mantenerse lejos de él.

Pasó a la enfermería para despedirse de Mujo, a quien encontró de lo más feliz y emocionado practicando el nuevo baile. Oculto sus nervios con una sonrisa y solo repitió que daría lo mejor de ella para conseguir bailar tan bien como él. Pero tan pronto cerró la puerta y se alejó de ahí, el pánico se instaló en su pecho.

Se apresuró a correr hasta los vestidores de chicas, en donde se dio una ducha rápida para quitarse el sudor de encima y tallar sobre todo en las partes de su brazo donde Mido la había tocado. Tenía la sensación de hormigueo y suciedad en donde él la rozara con sus dedos.

Podían llamarla loca, pero sentía algo como eso que hacia que algunos animales detectaran a las malas personas. Era en parte su intuición, y lo que era obvio para todos.

Por fin recupero su uniforme del diario y salió esperando que no hubieran cerrado con ella todavía adentro.

Llegando a la entrada de la escuela se juntó con Kizano, Oko y Aso. Este último volvió a disculparse por haberla dejado sola en la alberca, pero ella lo calmo diciendo que no estaba enojada. Luego el pelimorado le recrimino de ser tan blanda, y en exceso comprensiva, diciéndole que mostrándose así la gente la pisotearía sin siquiera dudarlo y se aprovecharían de su amabilidad como viles parásitos.

Claro que, aunque dijera eso, una de las razonas por las que Kizano sentía aprecio y cariño por ella era porque si se llegaba a enojar no lo ocultaba igual que él, ambos eran personas con su respectivo temperamento y atacaban si alguien se ponía en su contra o necesitaban ponerse sobre alguien. Pero algo que Ayano tenía más que él era la paciencia y compañerismo con los demás. Podía cambiar su semblante gélido y aterrador a una sonrisa comprensiva o un abrazo. Su estimada Julieta era el balance perfecto entre reina y consejera; algo que lo hacía admirarla y verla con mucho amor. Pero, por más que la quisiera, no dejaría que eso interfiriera en lo que era bueno para ella; no dejaría de decirle lo mal que bailaba, lo pésimo que actuaba y por supuesto no admitiría que a veces era una chica que lo estresaba. Pero ese era el drama que debía tener la mujer que lo acompañaría por el resto de su vida. Nadie queria tener a una Mary Sue como pareja, él no por lo menos, seria sofocantemente aburrido y sin el refinado sabor de lo que era lo inesperado de la vida.

Kizano sonrió con discreción y se acercó más a la yandere imaginándose lo hermoso que seria poder ir tomados de la mano, y en la escuela poder abrazarla y besarla cada vez que su corazón lo impulsara. Su semblante se convirtió en uno de tristeza al recordar que su declaración de amor había sido fallida. Ayano no correspondía a sus sentimientos, y todo lo que queria ya no podían ser más que sueños y fantasías.

Saberlo había ocasionado grietas en su corazón, oírlo de su propia boca le destrozaría el alma. Pero aunque fuera en esas terribles circunstancias, debía enseñarle a aquella chica buenos modales. Un corazón se acepte o se rompa, debía ser dicho de frente alejando la cobardía; no dar una respuesta era una falta de respeto.

Luego de que Aso hablara un poco con ella sobre la ayuda que Miyuji pudo darle, este se despidió prometiéndole que no volvería a dejarla sola en medio del agua. Oko también se fue avisándole a la chica que luego le escribiría para otras cosas, y se fue leyendo uno de sus libros de ocultismo. En cuanto ella estaba a punto de despedirse y tomar el camino a su casa, Kizano se aclaró la garganta e irguiéndose con orgullo y una mano en su pecho con otra tras su espalda, la miro buscando transmitirle con la mirada el sentimiento rechazado pero que permanecía sin titubear ni retroceder: Me gustas.

—Darling, necesito hablar contigo de algo muy importante.

— ¿Ahora? — La chica se sorprendió y saco su teléfono para ver la hora —Eh, en serio tengo que practicar esa canción y además... tengo que comprar cosas para la cena— había mentido. No en todo, pero esa excusa final había sido una pésima actuación que ni en el peor de sus desvelos llegaría a creerse.

Kizano levanto apenas el musculo de su ceja y empezó a verla con sospecha y un poco de enfado. Se arregló el cuello del uniforme y comenzó a caminar por el sendero que ella tendría que tomar si lo que decía era cierto. Lo ocuparía a su favor, nadie se burlaba o escapaba de él cuando tenía algo que decir.

—Hmp, bueno no quiero hacerte poder el tiempo conmigo entonces— soltó melodramáticamente sin dejar de avanzar.

—Oye, no hablo de-No me refería a eso— respondió molesta mientras comenzaba a seguirlo.

—Ahórratelo, darling. Es evidente que entre un deportista, un enfermero y un... extraño amante de demonios, yo soy el menos relevante en tu agenda. Bien, eh comprendido que una simple canción es, para ti, mucho más...

—Ya cállate— corrió para poder alcanzarlo y se plantó delante de él con una postura firme que lo hizo frenar para que no chocaran. La yandere mantenía sus puños a ambos lados de su cadera, y la mirada que le dedicaba a su amigo no era una linda ni pacífica. En vez de asustarse, Kizano aplaudió para sus adentros al verla mostrar una mirada que sencillamente espantaría hasta a un delincuente. A él no, nunca mostraría debilidad si podía controlar cada una de sus acciones de una manera tan fría y precisa como cualquier reloj. Eso era lo que le permitía llamarse a sí mismo actor —. ¿Siempre tienes que ser tan exagerado con todo?

—Claro que si— respondió con orgullo. Levanto la barbilla con ese aire presuntuoso que lo rodeaba y elevo su mano al cielo mientras con la otra tomaba la mano de Ayano, cosa que la sorprendió un poco —. Todo el mundo es un escenario hecho para mí, Yan-chan. No soy así por mi trabajo, soy actor porque así soy yo. El drama se encuentra de forma tan arraigada y finamente extendida en mis raíces, que es todo lo que eh sido y seré.

—Vaya, eres un dramático. Qué sorpresa— dijo ella con apatía.

Ambos se sostuvieron la mirada por varios segundos. El vanidoso morado chocando con el apático negro. Por un lado uno quería dejar en claro que su firma dramática era también su propia persona, y por el otro lado uno no podía tomar en serio que exagerar cualquier situación y hacer de todo una tragedia era en verdad su manera de vivir.

Ayano termino rodando los ojos y respondió al tacto de Kizano apretando también su mano. Soltó un quejido bajo y con su mano libre tomo el borde de su falda y se inclinó levantándola apenas un poco.

—Disculpe, alteza— habló acentuando el titulo como el actor se lo había especificado antes —. Lamento haberle dicho nada más que la verdad— lo miro levantando la comisara de sus labios y observándolo con malicia. Este solo bufo demostrando su indignación, pero la dejo continuar —. A partir de ahora me asegurare de estar más al pendiente de su actitud. Y a la menor muestra de humildad, se que debo preocuparme.

Ante aquello ultimo Kizano relajo los músculos de cara y se permitió soltar una rápida carcajada a boca cerrada. Le dedico una sonrisa más calmada a la azabache y la ayudo a enderezarse. La mano con la que antes sostenía su mano la uso para acomodar el cabello suelto de la chica de manera que la rosa del club de drama resaltara los bellos ojos de su amada. Y a su vez, le quitara protagonismo a la gargantilla de ocultismo.

El cielo en tonos naranjas y rojos comenzaba a transformarse dando lugar a los primeros vistazos azules del próximo cielo nocturno. Estaba despejado, había luna nueva y unas pocas estrellas comenzaban a verse. Ninguno noto los pájaros que cantaban a su alrededor hasta ese momento, en que parvada tras parvada atravesaban el cielo para ir a descansar. Kizano siguió observando a Ayano, y su corazón latió con fuerza, cautivado del desastre que ella era. Como una rosa con veneno en sus espinas.

Una bella flor que no pudo hacer suya.

Foto.

—Oh darling, esos no son modos de hablarle a un príncipe.

—Qué suerte que soy una princesa ¿no? — contesto sonrojándose un poco. No estaba segura de que él lo recordara, pero hace algunas semanas en su primera disculpa él la había nombrado como una princesa disfrazada de súbdita. Era algo muy cursi y del estilo de su amigo, pero si así iba a comportarse entonces debía ponerse a la par de su papel —Como iguales, puedo hablarte como quiera.

—Eso es todavía peor— exclamo llevándose la mano libre a su sien —. Una dama de tal nivel no debe hablar como cualquier campesino.

—Soy una heredera que no se apega a los estándares. No cambiare quien soy por un título.

—Qué escándalo juntarme con alguien así— volvió a reír y ahora se colocó al lado de ella asegurándose de volver a sostener su mano mientras ella no se rehusara —. Pero creo que me gusta. Entonces alteza, ¿aceptaría una invitación a cenar? Me gustaría evitar atrasos en tu canción por tener que permanecer en la cocina.

— ¿Cómo una... cita? — lo miro con extrañeza y alejo los juegos para entender a donde queria llegar. Aunque, cualquier salida podía ser considerada una cita. Como la que había tenido con Oko en sus asesorías, o con Aso cada día para practicar natación. Nunca había tenido una cita con Kizano, así que la idea realmente empezó a gustarle.

—Este, no es necesario que...

—Claro, me gustaría salir contigo.

El pelimorado la miro atónito y comenzó a sentir como los colores se le subían a la cara. Se tranquilizó tosiendo un poco y saco su teléfono para avisarles a sus padres que llegaría tarde a casa. Sus manos se separaron por defecto, pero ahora caminaban más cerca el uno del otro mientras se dirigían a ciudad.

Más que una plática, por fin podía tener algo de tiempo a solas con ella. Una cita, o algo parecido en donde las cosas por fin se aclararían.

Estaban sentados en una banca riéndose de las anécdotas que el mayor contaba mientras disfrutaban de un mismo plato deliciosos takoyakis. Ayano había sugerido comer helado, pero Kizano se negó rotundamente alegando que eso no servía como cenar, además de que un helado se lo podía dar cualquiera, Kizano buscaba obsequiarle algo más. El actor había pensado en llevarla a alguno de los elegantes restaurantes en donde a veces iba con sus padres, pero ninguno estaba vestido formalmente por lo que no los dejarían pasar sin armar un escándalo, además de que no llevaba mucho efectivo con él y si pagaba con la tarjeta luego su padre lo cuestionaría. Luego de caminar un rato encontraron un lugar en donde vendían takoyaki para llevar, y así habían terminado en una banca cerca de un jardín comiendo muy juntos.

A pesar de disfrutar la cercanía y la agradable platica qué mantenían, el propósito de todo eso era el de hablar sobre su declaración. Debía romper la burbuja del encanto y aceptar la realidad qué su adorada Aishi le diera. Sin importar cuanto dolería.

Se limpió con delicadeza las manchas fugitivas qué ensuciaron su boca y dejo el plato al otro extremo de la banca para poder girarse hacia ella y tomarla de las manos. Ante esto, la yandere inclino su cabeza sin entender que estaba haciendo y se dedicó a observarlo esperando una explicación. Se había estado portando raro desde que le había pedido hablar a solas, y eso le preocupaba un poco.

—Yan-chan, sobre lo del viernes pasado, me gustaría hablar de eso.

Podía saborearlo, el ácido y horrible sabor del rechazo. Lo repudiaba, porque sin importar a donde fuera o cuanto cambiara este siempre lo seguiría.

La azabache abrió sus ojos con sorpresa y pronto todo lo de aquella función paso como escenas rápidas frente a sus ojos. La emoción que sentía, Kizano cantando, su declaración de amor, un caos por culpa de los delincuentes. Parpadeo procesando los recuerdos con lo que su amigo le acababa de decir y se atrevió a suponer a donde queria llegar.

— ¿De tu...? — bajo el tono de su voz con cautela y apretó las manos del contrario para hacerle sentir acompañado. Luego de ese día en donde todo el mundo grito de emoción y pánico, no supo nada más de lo que había pasado con su amigo y la chica a la que se había declarado. Lunes y martes escucho a las bullys preguntar a todo el mundo quien había recibido la carta de Kizano, revelando que Musume no era la enamorada del actor. Él tampoco menciono nada y con el paso de los días lo dejaron de lado o empezaron a decir que él quizá buscaba manejar de forma discreta su relación. Eso no tenía sentido, no para alguien que disfrutaba hacer de su vida todo un espectáculo. Ahora que lo tenía de frente queriendo hablar de eso, se imaginaba lo que había pasado y sintió su corazón encogerse al entender que simplemente su amigo había sido rechazado — ¿... declaración?

El más alto asintió notándose nervioso, soltó una de sus manos para poder arreglarse el cabello y volvió a ver a la chica frente a él con una mirada que solo podía reflejar un corazón roto.

—Así es. Entiendo que el viernes pudo haber resultado mejor, pero incluso con todo lo sucedido. No eh recibido una respuesta a mi carta, casi ha pasado una semana y aún no se si mis sentimientos son recíprocos. Aunque claro, para este punto debo suponer que no, mi querida amiga.

Ayano suspiro con una furia calma y se abalanzo al pecho de su compañero para abrazarlo y reconfortarlo. Ella amaba a Taro, y no podía imaginarse el dolor de que su declaración en el cerezo fuera rechazada; un dolor como ese era algo que no queria conocer y mucho menos aceptar. Rodeo al ojivioleta con sus brazos y lo apretó escondiendo su rostro en el torso de Kizano. El chico no sabía que decir, esperaba palabras y no actos, pero tal vez Ayano solo queria asegurarse de no herir más sus sentimientos ocultándose en él mismo. Acaricio el cabello negro que quedaba bajo su barbilla y la espalda de su compañera lentamente, saboreando ese momento que le hubiera gustado llevar a cabo bajo otras circunstancias más románticas.

—Lo siento, Kizano-kun— Ayano no sabía a quién se había declarado su amigo, pero se sentía con la necesidad de hacerle saber que estaba bien expresar lo que sentía —. Sé cuánto te esforzaste, y admitir tu amor frente a todo el mundo fue algo muy lindo. Pero creo que tu corazón se equivocó de persona.

Cerró sus ojos y aferro con fuerza sus manos al cabello y uniforme de la menor. Una lagrima resbalo de su ojo izquierdo, le siguió otra del derecho y así continuaron cayendo por su quijada y hasta los hombros de la chica que aunque no lo quisiera le estaba partiendo el corazón.

—Darling, nunca había podido replicar la emoción y felicidad que obtenía en el escenario a mi vida personal. No hasta que...— calló para no soltar ningún hipido y comenzó a recriminarse para estar rogando. Había dicho que aceptaría la respuesta fuera cual fuera, pero ahí estaba tratando de hacerla comprender el cómo se sentía con ella para que reconsiderara sus sentimientos —...nunca creí que mi amor por el teatro se llegaría a comparar con el de una persona. Esto no es un error, es amor real y sincero.

—Kizano-kun— se separó para poder tomar el rostro del pelimorado. Hasta entonces lo vio llorando y con una expresión consternada. Se mordió el labio inferior y con sus pulgares limpio los ríos de lágrimas, el chico solo atino a atrapar las manos ajenas y mantenerlas ahí. Sentía que si dejaba que lo viera en ese estado tan deplorable perdería parte de su respeto, pero también que si la dejaba alejarse nunca más tendría la oportunidad de tenerla tan cerca —, sé que te duele. Pero hay otras chicas, actrices que deben amar tanto el espectáculo como tú. Encontraras a una reina con la que gobernaras en cada teatro de Japón, estoy segura de eso.

— ¡Pero yo...!— se levantó bruscamente, haciéndola tambalear ya que aún tenía sujetas su manos. Kizano pasó las manos por su cabello varias veces y comenzó a hiperventilarse. Miro a Ayano y esta se levantó tratando de controlarlo; el estado de Kizano había cambiado de un momento para otro, como si la adrenalina del momento lo estuviera volviendo loco. El pelimorado dejo de gruñir al aire mientras se tiraba del cabello y se fijó de nuevo en Ayano. La imagen de ella con una capa roja a juego con la suya y una rosa roja en su cabello reemplazo la realidad, ella sonreía y mantenía una mirada de triunfo. Pera pronto esta se distorsiono y pasó a mostrar a su Julieta con una mirada ensombrecida, una gargantilla de cráneo y mirado a todos lados como si tuviera miedo. Se talló lo ojos con fuerza volviendo a la realidad y grito antes de golpear la banca con su puño y provocarse un corte profundo en la mano — ¡No es justo!

Una bofetada corto la tensión y lo surreal del extraño momento. Mucha frustración iba cargada en ese golpe, trayendo también el dolor y la sorpresa. Un acto conocido entre ellos dos. Los recuerdos aparecieron recordando como antes él había hecho eso, golpearla en acto de ira ciega, ahora era igual, pero en este caso la ira no estaba presente y él no la había atacado. La mano de Ayano se estampo con la mejilla del actor, tenían suerte de estar en un lugar con poca gente porque de lo contrario serian la retorcida atracción de varias personas.

Kizano cerró sus ojos con fuerza al sentir el impacto en su rostro. El golpe no fue suficiente para mandarlo al suelo, pero su cara giro mostrándose de perfil y quedó así sintiendo como su mejilla comenzaba a arder. Antes de reaccionar al hecho de que Ayano lo había golpeado, quedando por fin a mano por haberle hecho lo mismo tiempo atrás, fue jalado del cuello de su uniforme haciéndolo volver la vista al frente.

...

...

...

Foto.

Su cara ardía, sobre todo en su mejilla pero pronto el calor se extendió por el resto de su cara y luego al resto de su cuerpo. Sus manos estaban en el aire sin saber qué hacer con ellas, si bajarlas o pegarlas a la cintura de Ayano. Por primera vez en mucho tiempo, el gran actor de Akademi se había quedado sin palabras y a completa merced de su enamorada. Pues aunque no era una pelea como tal, Ayano Aishi acababa de ganar en cualquier aspecto posible. Cual princesa más valiente que cualquier caballero, se atrevió a cruzar la línea que solo aquellos varones tenían el derecho de hacer en las historias que había leído desde niño.

Ayano se paró sobre las puntas de sus pies, y jalando a Kizano de su uniforme para acercarlo más a ella, junto sus labios con los del actor, y lo beso.

Kizano seguía sin reaccionar, todo lo que podía pensar era en la gloriosa sensación que los labios de la asesina brindaban sobre los suyos. Un beso casto y simple, pero que le transmitía tranquilidad y cariño. Él mantenía sus ojos abiertos debido a la sorpresa, en cambio Ayano se mostraba tranquila y con los ojos cerrados.

Los audífonos de la menor habían caído hasta su cuello, de estos aún se escuchaba música en una tonada grave y lenta haciendo el ambiente más ligero e íntimo.

(Música opcional)

https://youtu.be/8KG3HfcwtE0

Poco a poco volvió a tomar control de su cuerpo y de sus ideas. Suspiro en medio del beso y cerro sus ojos abrazando la cintura de la chica. Siguió con la simpleza que ella había iniciado, pero conforme seguían manteniendo el contacto inocente él intento llevarlo un paso más adelante. Se inclinó sobre ella y se encargó de dominar la situación profundizando el beso haciendo más apasionado.

Un jadeo sorpresivo de parte de Ayano fue lo único que se escuchó antes de que esta se separara del actor. Ambos comenzaron a respirar rápidamente recuperando el aliento, se vieron un instante con tiernos sonrojos adornando sus caras y luego de eso la menor miro a otro lado antes de enderezarse y actuar con firmeza, aunque sin atreverse a verlo.

Detecto la canción que todavía sonaba en sus auriculares y pensó con algo de sarcasmo que era la historia cantada de toda esa situación. Había besado a su amigo en un acto de desesperación, estaba demasiado alterado y fuera de sí mientras le contaba su anécdota de rechazo. Viéndolo de ese punto de vista puede que se hubiera equivocado, pero queria dejar en claro la realidad para él.

Además, un beso con Kizano no significaba nada para ella; ya había tenido su primer beso con su senpai aquella noche en que se había colado a su casa y lo beso a través de la tela de su mascarilla. El segundo beso y todos los que vinieras después dejaban de importar, además lo había hecho para que Kizano se callara y dejara de actuar como un completo demente. Para su sorpresa, parecía habérselo tomando muy bien y demasiado pronto.

—Escucha, no sé quién te gusta pero tampoco me interesa. Si decidió rechazarte luego de todo lo que hiciste para demostrar tu amor, entonces es una baka— apretó sus puños y se animó verlo de nuevo a la cara —. Cualquier chica puede besarte, así como llegar a amarte. No te pierdas por una sola cuando de seguro hay varias que desean una oportunidad contigo. El dolor te mata ahora, pero lo superaras.

El actor la había escuchado, cada palabra, pero estaba más interesado en recordar cómo se había sentido aquel dulce beso entre él y su Julieta. La hermosa historia de amor que había empezado en un baile donde el anonimato encendió los primeros atisbos de su actual enamoramiento, ahora llegaba a su clímax al recibir el tan ansiado beso de su princesa que lo liberaba de la agonizante y tediosa lucha contra el sirviente de la oscuridad. Tan solo faltaba arrodillarse, verla a los ojos y pedirle de la manera más poéticamente románticas que finalmente que le concediera el honor de ser su...

— ¿Que? — Reaccionó al creer que había escuchado mal — ¿Qué intentas decir con que no sabes quién me gusta, darling?

—Bueno, eso. Nunca me dijiste a quien te declaraste.

— ¿Pero qué diantres, Ayano? ¡Te deje una carta en tu casillero!

— ¿Lo escribiste... en una carta? — la asesina no parecía estarse enterando de nada. Finalmente luego de estarlo pensando un poco mientras veía a la nada reacciono a un detalle que había olvidado del mismo viernes — Espera, el viernes fui a mi casillero y no había ninguna carta ahí. ¿Y porque rayos me lo dirías por una carta en vez de en persona? Ahh, eres demasiado complicado a veces.

— ¿No había una carta? Pero, yo la deje ahí— el pelimorado avanzó hacia ella —. Sobre morado, mi nombre escrito. Debías verlo apenas abrieras tu casillero.

—No miento, alteza— se cruzó de brazos y volvió a sentarse alcanzando el plato con comida. Ya no estaba tan caliente —. Moví todo para encontrar mi cepillo y no había ninguna carta ahí— llevo un takoyaki hasta su boca y comenzó a degustarlo buscando saborear el sabor del pulpo. Luego de tragar y apunto de tomar otro, dio un brinco en su lugar y miro con sorpresa y algo de temor al actor que seguía de pie rascándose la barbilla pensativo —. ¡Aguarda, la carta que dijiste al terminar la obra! ¿Acaso es la misma que...?

No podía ser cierto. Kizano no podía de verdad estar enamorado de ella. ¡Ah! ¿Y si Spiky y Copper habían tenido razón? Pero era imposible, ella y Kizano solo habían pasado de odiarse a tener una entretenida amistad, eso era todo. En ningún momento él pudo haberla visto de manera diferente. Era una completa locura el simple hecho de considerarlo. Se llevaban bien, pero eran tan diferentes y opuestos hasta en el más mínimo detalle; el eres un vanidoso presumido y ella apenas estaba aprendiendo a cargar con sus emociones.

Y santo cielo, tenía a Taro. No queria que esa suposición fuera verdad porque significaría romper el corazón de Kizano, y acababa de verlo hundirse por esa razón. Sus manos comenzaron a temblar y a sudar, no queria que todo resultara cierto y verse forzada a tomar una decisión, porque siempre que debía escoger entre el amor y la amistad terminaba perdiendo mucho de ambas cosas.

—Oh, claro que no darling— respondió el más alto luego de permanecer un rato en silencio. Cerro sus ojos y dibujo una sonrisa burlona mientras regresaba a su lugar junto a ella —. Como tú habías dicho, escribí todo lo que no había podido decirte por los ensayos en esa carta, con una prosa exquisita déjame decir. Todos estos días supuse que lo sabias y solo estabas celosa de que ahora no estaría contigo todo el tiempo.

Ayano frunció el ceño y gruño mientras se dejaba caer quedando recostada en el respaldo de la banca. En serio se había asustado al creer que Kizano gustaba de ella, la idea no era desagradable pero si la ponía algo incomoda ya que además de nunca haber sentido amor o tener pareja, no estaba segura de como pasarían de la amistad a lo romántico. Eso le daba escalofríos.

—Baka, no estaba celosa y no sé por qué crees que lo estaría. Pobre de la chica que tenga que soportarte— soltó mostrándose molesta, era tedioso que pensara que todo giraba a su alrededor. Sin embargo había una cosa de todo lo que había dicho que era verdad: tal vez no lo veía de forma amorosa, pero sí de otra que lo hacía quererlo cerca y obligarlo a nunca dejarla. Lo miro y acomodo su cabello más para disimular su pena que por otra cosa —. Pero te lo advierto, si termina en tu club que le quede claro que no tendrá ningún poder sobre mí. Solo sigo ordenes de alguien y de por si es demasiado a veces.

Kizano rio con soberbia y la abrazo por los hombros atrayéndola. Descansó su mejilla en los cabellos de su amada y aspiro el aroma que emanaban, aunque solo desprendieran el shampoo de la escuela.

El momento había estado frente a él, pudo decirle que la carta era para ella y que su corazón latía de felicidad y amor cada vez que la veía. Pero a tiempo supo que no era el momento, si bien ya se había atrevido a decírselo a ella y al mundo antes, ella no estaba ni remotamente enterada de que todo había sido para demostrarle su cariño. Declararse en ese instante sería dejarse llevar por la emoción del momento, y realmente queria cumplir el deseo de ambos bajo el cerezo.

Le había herido el pensar que ella se negaba a responderle, cuando la realidad era que por alguna razón la carta había desaparecido y ella continuo su vida sin saber que él sufría en silencio a su lado. Aun debía saber cómo eso había pasado, pero lo mejor era mantener la calma y no seguir pareciendo un maniaco obsesivo. Sus problemas de ira eran un auténtico castigo con el que debía cargar, menos mal que esa vez no daño a nadie más que a sí mismo y afortunadamente Ayano logro hacerlo reaccionar. Y de una gloriosa manera que aún no podía creer que había podido experimentar.

Necesitaba volver a probar sus labios.

—Ja, claro que no querida. Seguirás siendo libre, pero me halaga que aceptes que soy más poderoso que tú.

—Oye, ¿no te volví a arruinar la cara, verdad? — la azabache de acerco un poco y toco con cuidado la mejilla en la que lo había golpeado. Esa parte ahora estaba roja y al tacto con sus dedos la sintió un poco caliente — Lo siento.

—Dolió mucho, pero me lo merecía supongo. Descuida cariño, me pondré una excelente crema antes de mi mascarilla y mañana ni siquiera se notara.

—Qué alivio, no tendré que preocuparme de ningún castigo entonces— bromeo acariciándole la mejilla.

Se sonrieron con diversión y siguieron comiendo mientras hablaban de temas menos importantes. Ella comenzó a contarle sobre el circuito de carreras y como Miyuji le había enseñado diferentes maneras de aprender la canción. Ayano rio a carcajadas cuando observo el rostro de Kizano alterarse al escuchar la letra que iba cantar.

Caminaron un rato más por la ciudad como si de verdad estuvieran en una cita planeada, pero todo continuaba siendo ameno y ambos se estaban divirtiendo al pasar un rato solos después de mucho tiempo. Entre los varios lugares por donde anduvieron, pasaron por la tienda de mascotas y desde afuera observaron cómo varios de los animalitos se pegaban al cristal para saludarlos. Ahí se enteró de que Kizano tenía un gato de mascota, lo que llevo a la asesina a concentrarse en un felino de manchas cafés que le maullaba a la vez que ponía una de sus patitas en el cristal.

El pelimorado veía atentamente como su compañera admiraba y veía con ilusión al gato y de vez en cuando a los demás animales. Ella había dicho que nunca había tenido mascotas, pero ahora que observaba lo mucho que eso llamaba su atención se preguntaba la razón de eso. Ayano sonreía y pegaba sus dedos al aparador jugando con el gatito, cosa que enterneció y conmovió el corazón del actor.

Cuando se hizo más tarde dieron la cita por terminada, Kizano insistió en llevar a la yandere a su casa, pero esta se negó diciendo que igual pasaría a comprar unas cosas y pediría un uber. No muy convencido pero aceptándolo, Kizano se despidió de ella besándole la mano y deseándole buenas noches. Ayano siguió despidiéndose de él hasta que se subió a una limusina que había pasado a recogerlo.

Dio media vuelta y empezó a caminar por donde había llegado. Si había algo que queria comprar y debía ir a buscarlo antes de que se hiciera más de noche.

Llegó a una zona en donde había muchas tiendas llamativas, como un árcade y varias tiendas de videojuegos. Pero a la que se dirigía era una tienda de regalos muy linda y de la que de su interior emergían melodías infantiles. Entrar ahí le daba un sentimiento de alegría y juventud, y por un momento se lamentó de no poder disfrutar de nada de eso cuando había sido una niña.

Fue hasta una zona en donde había peluches desde el más diminuto para llevar a cualquier lugar y otros inmensos que lograban ser más altos que ella. Había desde los típicos osos de peluche hasta unicornios, dragones y otros a los que no le encontraba tanta forma. Luego de caminar un poco entre los diferentes animales y objetos afelpados tomó uno muy grande de un conejo rosado que tenía un sobrero de enfermería, era perfecto. Corrió a pagarlo y buscando que las orejas de este no le taparan la vista del camino salió dispuesta a por fin volver a casa y seguir practicando. Se había divertido mucho con Kizano, pero ya era tiempo de volver a sus deberes.

Gracias a que el peluche era muy grande debía abrazarlo para que este no cayera, y de todas formas sus orejas rosadas le provocaban ciertos puntos ciegos pero se convenció de que era algo que podía manejar; hasta que un golpe de alguien que paso frente a ella corriendo la hizo retroceder abruptamente. No escucho ninguna disculpa, por lo que al estabilizarse miro furiosa en la dirección que el sujeto se había ido. Era un chico castaño como de su edad, con cicatrices y un estuche en su espalda; viéndolo un poco como iba vestido, por fin noto que se trataba de un delincuente de la escuela rival de Akademi: Imedaka High School.

Ella aún llevaba su uniforme, pero el conejo la tapaba lo bastante como para que no fuera obvio. Sabiendo que si un delincuente enemigo la veía por ahí sola intentaría lastimarla, opto por escapar y volver rápido a su hogar. Pero antes de poder hacerlo vio en la misma dirección que ese chico observaba con tanto recelo, y se fijó en dos personas que no esperaba ver ahí. Spiky y Copper se escabullían al interior de un callejón al otro lado de la calle y ninguno se daba cuenta de que otro delincuente los acechaba.

Se alejó un poco y aprovechándose del anonimato que el peluche le ofrecía intento ver que era lo que esos dos tontos estaban haciendo. El callejón se notaba oscuro, pero esforzándose un poco pudo distinguir a ambos chicos sacar cosas de sus mochilas. Miro la cafetería a la derecha del pasillo oscuro y observo como un empleado apagaba las luces y cerraba el local para empezar a alejarse luego de ver el cielo, pues parecía que iba a llover.

Era lo que habían dicho en la escuela, iban a asaltar esa tienda. Fingió estar escuchando música mientras esperaba a alguien y oyó cuando el delincuente de la escuela rival llamaba a otros de su grupo. Mencionaba que no habían escuchado la primera advertencia y que planeaban seguir adelante a pesar de estar en su territorio; termino su llamada diciendo que les daría una última lección y comenzó a cruzar la calle.

Copper y Spiky no solo planeaban robar, sino que lo harían en el territorio de otros delincuentes. Por eso Streak había aparecido golpeada y el chico se oía temeroso; ellos apenas eran de primer año, pero si los llegaban a descubrir tendrían a chicos de segundo y tercero golpeándolos por invadir su territorio. Y lo peor es que habían decidido hacerlo solos, no tenían oportunidad de salir ilesos y en la calle solo habían personas de paso o dentro de los locales ajenos a lo que iba a pasar, así que tampoco nadie los ayudaría.

No era su problema, solo eran conocidos con los que muy contadas veces hablaba. Había salvado una vez a Spiky, pero había sido por accidente. De todas formas ella no debía estar ahí en ese momento, si se retiraba nada cambiaria y los dos mocosos tendrían su merecido por involucrarse en cosas para las que aún no estaban listos. Eran demasiado tontos por hacer algo tan ridículo.

Comenzó a caminar en la dirección que debía seguir para volver a casa. Había mucho ruido en la calle, pero su oído se concentró en escuchar a sus espaldas cualquier cosa que saliera del callejón. Risas, golpes metálicos, quejidos y gritos. Cerró los ojos y apretó el conejo contra sí misma, se dedicaba a oír otras cosas pero los sonidos del callejón la llamaban insistentemente. No era su problema, no iría a ayudarlos. No eran sus amigos.

Espero a que algunos autos dejaran de pasar y a pocos metros de ella escucho un carrito de helado. Se fijó en como un hombre que no dejaba de hablar por teléfono aceptaba dos conos y le daba uno a un niño que parecía ser su hijo, y aun cuando seguía hablando de cosas que imaginaba eran de su trabajo vigilaba que el pequeño no se alejara de donde ambos estaban.

Si el otro delincuente no acababa mandando a Spiky al hospital, el Yakuza seguro lo haría. De seguro él pensaba que su hermano estaba en casa haciendo tarea o viendo televisión, no a punto de ser atacado en un callejón oscuro.

No era su maldito problema, pero si no hacía algo para salvar a esos imbéciles no dejaría de pensarlo hasta sentirse culpable por algo que no era asunto suyo. A veces en momentos así realmente extrañaba ser indiferente a todo, se estaba volviendo muy sentimental.

Sin llamar la atención de la demás gente giro y regreso por el camino esperando llegar a tiempo. Utilizó el peluche para que nadie viera su cara y en un instante en que nadie prestaba atención se adentró al callejón. Corrió hasta el fondo y en cuanto sus ojos pudieron ver mejor se encontró con Spiky detrás de Copper, quien intentaba golpear al otro delincuente mientras este se reía y la atacaba con su arma. La menor estaba de rodillas en el suelo sosteniéndose el estómago, pero de todas formas volvía a levantarse y correr a su enemigo buscando hacerle cualquier daño por mínimo que fuera.

Ayano centro su mirada en el chico castaño y usando a la delincuente como distracción comenzó a acercársele hasta estar tras de él. Levanto su pie y antes de que este soltara un golpe al rostro ya lastimado de la niña, lo pateo mandándolo al suelo.

Copper se arrastró hacia la pared para que el tipo no cayera sobre ella, Spiky la ayudo a alejarse y tomándola de brazo menos herido la sujeto para que no pensara en volver a ponerse de pie. Cuando ambos chicos vieron que quien había aparecido era ella, fue imposible esconder su sorpresa.

— ¿Qué diablos? ¿Muñequita? — murmuro Copper antes de quejarse y sostener sus costillas.

Dejó en el suelo su mochila y lanzo el conejo a Spiky para que lo sostuviera. Era el único que se mantenía limpio y no queria manchar el peluche con la sangre de Copper.

— ¿Quién demonios eres tú? — el castaño se levantó y retomo lo que suponía era el arma que escondía en el estuche: una palanca de metal. Este la miro de pies a cabeza mostrándose más molesto al reconocer el uniforme — ¿Qué acaso en Akademi todos son retrasados? ¡Este es nuestro territorio!

—No me interesa, solo déjalos irse y no te hare daño— estaba en el centro de la ciudad, si salía de ahí con manchas de sangre la gente se alarmaría y la policía la arrestaría. Matarlo tampoco funcionaba, pues los verían salir y al encontrar el cadáver las sospechas irían a ellos tres. Los cuatro debían salir de ahí sin demasiadas pruebas de una pelea.

El castaño solo rio burlándose de ella y levanto la palanca para golpearla también. En cuanto Ayano vio lo que él intentaría hacer, saco el cuchillo de debajo de su falda y esquivó el golpe pasando por debajo de sus brazos y quedando a espaldas de él. Pateo sus piernas haciendo que este cayera arrodillado y antes de que pudiera levantar su arma lo apuñalo en el brazo obligándolo a soltar la palanca debido al dolor.

Lo empujo golpeando su cara contra la pared y se hinco sujetándolo con rudeza del cabello mientras colocaba el cuchillo sobre la yugular. Si llegaba a intentar algo contra ella, seria él quien se mataría. Este lo entendió y más allá de insultarla y quejarse no intento nada más.

—Maldita perra...

—Cállate o saldrás de aquí sin lengua— lo amenazó haciendo más presión en su cuello —. Esto es solo una advertencia, nos iremos de aquí y tú te largaras para decirles a tus amigos que no volverán a tocar a estos niños. Si llego a enterarme de que les hacen algo, iré a su escuela o a donde sea que se escondan como cucarachas, y los dejare morir en donde nadie pueda escucharlos gritar. Lárgate.

Se levantó y sin darle la espalda camino hacia los otros dos para mantenerse delante de ellos y poder protegerlos si aquel idiota intentaba alguna otra cosa. El castaño se levantó y la miro con odio antes de guardar su arma y salir huyendo de ahí. Acaricio la yema de su dedo índice con el filo de su cuchillo y luego miro sobre su hombro para ver a ambos delincuentes que la seguían mirando sin creerse que fuera ella.

—Gracias— suspiro el chico llevando una mano a su frente y luego dejándose caer junto a su amiga.

— ¿Por qué nos ayudaste? — inquirió la menor viéndola con algo de desconfianza. Tampoco le gustaba mucho que Ayano no guardara su cuchillo y lo tuviera listo como si los fuera a atacar.

—Por qué no puedo creer que son los bastante ingenuos para tratar de robar un lugar cuando aún hay mucha gente cerca. Y siendo solo ustedes dos. Si no hubiera hecho nada probablemente se estuvieran ahogando con su propia sangre ahora.

—Uff, que bueno que no fue así. Gracias Yan-chan— Spiky se levantó y corrió a abrazarla, cosa que le sorprendió pero no se molestó en separarlo.

Al ver eso Copper se apresuró a ponerse de pie.

—Yo podía ganarle— le reclamo. Ahogo un grito y se pegó a la pared mientras mantenía presión en su abdomen —. No-No necesitábamos tu ayuda.

—Estarías de camino al infierno si no fuera por mí, así que cállate— miro al suelo y se topó con que Spiky había dejado el conejo en el suelo. Se apresuró a tomarlo y sacudió la parte de la cola quitándole el polvo que se le había pegado —. Diablos, tendré que lavarlo ahora.

—Qué conveniente— la delincuente consiguió dar un par de pasos hasta ella aunque con muchas dificultad —. Como toda niña buena vas a comprar un peluche y cruzando la calle apuñalas a alguien. Eres una chica sumamente extraña. ¡Y deja ese maldito cuchillo! — tensa y asustada de que no dejara de balancear el arma blanca, se la arrebato para que no tuviera como hacerles daño.

—Claro, porque se sabe que alguien es caníbal cuando pide filete humano en la tienda. Aish, ¿porque estoy discutiendo contigo? Ya los salve, ahora lárguense a donde te atiendan de una vez y dejes de llorar como una bebé.

—No puedo. Aún no— la chica de mechones naranja tosió y apoyándose en el muro tomo la mano de su amigo y comenzó a andar hacia la salida del callejón —, debo llevar a Spiky-kun a casa.

—Copper-chan, no— el azabache la detuvo y le obligo a sentarse sobre unas bolsas de basura —. Estas muy lastimada, tienes que ir directo al hospital. Ese malnacido puede que te allá roto varios huesos.

— ¿Y con qué dinero esperas que...?— tosió y unas gotas de sangre quedaron en sus manos — ¿...lo pague? Mierda.

— ¡Yo lo pago, maldición! ¡Tengo que...! Diablos, Yan-chan por favor ayúdame a llevarla a un hospital. Está perdiendo mucha sangre y...

— ¡Deja de llorar, baka! ¡Y no le pidas ayuda! — Copper se sujeto el brazo con fuerza y pronto la herida que cubría en su abdomen empezó a expandirse manchando su ropa de rojo.

Ella ya había cumplido con defenderlos del otro delincuente, su conciencia estaba limpia por ese camino y ya podía volver. Había perdido mucho tiempo importante para ensayar la canción y aprender los nuevos pasos. Recogió su mochila y acomodo el peluche bajo su brazo para poder seleccionar la canción y poder escucharla de camino a casa. Al estar bajando por su lista de reproducciones y a punto de encontrar la que buscaba, una mano le arrebato su teléfono. Se giró y vio a Spiky con una expresión desesperada y su celular entre sus manos.

—Dame eso— exigió estirando su mano.

— ¡No! Es decir... No hasta que me ayudes— suplico. El pecho del menor subía y bajaba a gran velocidad, todo su cuerpo temblaba y tal como la otra chica había comentado los ojos del menor estaban húmedos. Estaba totalmente desesperado por salvarla —. Por favor, es mi mejor amiga.

Miro al suelo y bajo su mano poco a poco hasta su lugar. Acomodo el peluche en su lugar y luego de ver por última vez a la menor de las Streak dio media vuelta para salir sola del callejón. Cruzó la calle, y entro en una tienda de conveniencia donde compro una gran bolsa de basura negra; volvió encontrándose al menor de los Pompadeour tratando de cargarla y guardo al conejo ocultándolo en la bolsa junto a su mochila al lado de un basurero.

—Yo la cargo— dijo dándose por vencida.

Luego de que llevaran a Copper a una habitación Spiky hablo con los padres de su amiga quienes nunca respondieron. Ayano no tuvo de otra que firmar todos lo necesario para que la atendieran quedando como responsable, y con ayuda del contrario saldaron la cuenta rápidamente. No había sido barato, así que ya se imagina lo bien pagado que debía ser el trabajo del Yakuza, o lo mucho que debía trabajar para tener tanto.

Copper quedó en observación y en espera para una cirugía, pues dos costillas estaban rotas al igual que su clavícula por el hombro además de torceduras y posibles desgarres. Eso sin mencionar que había tenido hemorragia interna. Haber recibido una paliza en la mañana y otra hacia pocas horas no pronosticaba nada bueno de su salud.

Luego de despedirse de la chica, quien se negó a devolverle su cuchillo y en cambio se lo dio a su amigo para que estuviera seguro, salieron de vuelta al callejón para que ella pudiera recoger sus cosas. Spiky la ayudo cargando el peluche y juntos emprendieron el camino fuera del centro de la ciudad.

Ya eran pasadas de las nueve de la noche y aunque todavía varias personas seguían en la calle cada vez eran menos. Habiendo comprobado que el hermano menor de su amigo era incapaz de cuidarse solo, opto por terminar el día con una última buena acción y llevarlo a su casa.

Como usualmente veía a los tres en el parqué no tenía idea de en donde vivían ellos dos, así que Spiky la guio por una zona en la que nunca había estado pero que tampoco quedaba lejos de su casa. No era como el lugar donde ella vivía, ahí las casas se veían con un aire más moderno. No era un área de gente rica, pero si era un lugar en donde se notaba que había personas con más dinero que el promedio. Por fin Spiky se detuvo en una casa de colores blanco y negro, dos pisos igual que suya pero esta aparentemente tenía una terraza techada y un jardín trasero más amplio así como uno delantero. Era una casa muy linda.

—Gracias de nuevo por ayudarnos. Me siento terrible que por mi culpa Copper-chan este tan herida— habló una vez estuvieron frente a la entrada.

—No es tu culpa, oh bueno, no te veías muy convencido de estar ahí para robar— sabia gracias a lo que había oído en el laberinto de setos que él no queria robar, Copper lo estaba obligando a base de chantajes. Pero no era necesario que el supiera que los había espiado —. ¿En serio lo ibas a hacer?

—Sí, este... creo que sí. Soy un delincuente después de todo— respondió rascándose la cabeza y desviando la mirada a la calle para no verla a los ojos.

Existían muchos tipos de personas en el mundo, y entre esos grupos entraban las personas como ella y el Yakuza que mataban y causaban daño sin importarles a quien afectaran. Spiky no era como ellos, queria serlo porque admiraba a su hermano, pero no era un asesino, un ladrón o un auténtico delincuente. Algunos lograban convertirse en lo que su familia era, y a pesar de que lo único que el conocía era el trabajo sucio y a escondidas de la ley, él no sería capaz de ser parte de ese mundo reservado para gente inmoral y sin corazón.

Pero aparentemente, Copper podría encajar muy bien en ese mismo mundo.

—No voy a decirte que hacer, pero con una amiga así que te mete en problemas no estarás seguro todo el tiempo. Y tampoco puedo estar en todas partes para llegar a salvarte.

El azabache la miro con una mueca de extrañeza y luego negó unos segundos antes de entregarle el peluche y cruzarse de brazos con enojo.

—Suenas como mi hermano, dices exactamente lo mismo que él.

—Si tanto te molesta deja de hacer tonterías— se acercó y puso su mano sobre el hombro del menor, este la observo todavía molesto —. Matar y hacer ese tipo de cosas no es un estilo de vida.

— ¿Entonces por qué lo hacen? — La atacó encarándola y quitando su mano — ¿Por qué mi hermano y yo vivimos tan bien si no es algo bueno? ¿Tu porque querías matar a alguien ese día que nos conocimos?

Retrajo su mano y acaricio las orejas del conejo. Mantenía sus ojos negros en los del niño frente a ella y solo bajo la cabeza apenada. Se giró y comenzó a andar hacia la salida del jardín delantero.

—Cada quien tiene sus razones. No se las de él, y no te diré las mías. Tú no tienes nada porque hacer lo mismo— se detuvo y miro sobre su hombro recordando un último detalle. Extendido su mano y entrecerró sus ojos —. Dame mi cuchillo.

El más bajo bufo y camino hacia ella sacando el arma de su uniforme. Lo tomo del mango y lo lanzó al aire jugando un poco con este antes de devolvérselo a la chica. En cuanto notó que ella se estaba desesperando lo atrapo por última vez y lo extendió mostrándose indignado. Un bajo y aguado grito lo hizo volver a verla y entro en pánico cuando se dio cuenta de que al bajar y darle el cuchillo había pasado el filo por la mano abierta de su compañera.

— ¡Yan-chan! — grito espantado al ver la sangre brotar. La yandere le arrebato el cuchillo y entre bajos lamentos lo guardo bajo su falda — ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!

—Tranquiló, solo es una cortada. Auch, pero si arde— agito su mano herida para disminuir el dolor. Agarró con fuerza al peluche con su única mano libre y comenzó a irse —. Adiós, entra ya o tendrás más problemas.

Había sido una tarde bastante entretenida. Apretó su mano vendada y aunque obviamente seguía sintiendo el dolor, ya no era igual a cuando el filo dejo expuesta su carne. Spiky era un poco idiota, pero también un niño que no sabía qué hacer con su vida. No podía culparlo por intentar seguir lo que conocía.

Tomó una manzana y se colocó los audífonos poniendo la canción que casi se tenía memorizada más allá de la mitad. Ya había superado el lio de la melodía, pero la letra aun le daba algo de lucha. Bueno, tenía una noche entera para practicar y tanto sus audífonos como su teléfono estaban completamente cargados para seguir escuchando la famosa canción con la que seguro soñaría cuando se fuera a dormir.

Dio un vistazo al área de lavado para asegurarse de que el conejo enfermero siguiera su camino en la secadora y continúo comiendo su manzana. En la sala ya tenía todo listo, había movido los muebles para que tuviera espacio para bailar y en su televisión ya tenía puesto el video de la nueva coreografía. Estaba lista para aprender todo y dar lo mejor de sí en ese dance cover.

Dejo la manzana sobre la mesa y se fijó en la hora marcada en su teléfono. Las diez con trece de la noche. Tronó sus dedos y se estiro un poco como si fuera a hacer ejercicio. Era hora de comenzar y ser una cantante y bailarina para la mañana siguiente.

Se dejó caer en su lugar y luego de tallarse los ojos con fuerza cayó en el pupitre sintiéndose horriblemente cansada. Acomodó sus brazos bajo la cabeza y cerro sus ojos unos segundos mintiéndose de que solo los queria descansar.

Bailo y canto sin descanso durante seis jodidas horas. Apenas deteniéndose un par de minutos para tirarse al piso y sobarse las piernas las cuales le dolían como nunca antes, se sentía como si hubiera corrido un maratón de cinco kilómetros. Había bebido mucha agua y té buscando que su garganta no se lastimara. Y el baile por más simple que fuera había sido una pesadilla, aún no lo sabía por completo pero las partes más importantes estaban más que marcadas en su cabeza y en el piso de su sala. Con la letra era igual, la había repetido sin parar y aunque ya podía cantarla había frases o palabras exactas que de la nada se desvanecían de su memoria.

Se terminó durmiendo en el suelo en uno de sus descansos y despertó alterada al ver que se le había hecho tarde. Se bañó lo más rápido que pudo, se vistió entre saltos casi terminando de ponerse la falda afuera de su casa, y tomo su mochila echando todos sus objetos de clubs adentro. Ya se los pondría más tarde. Desayuno un yogurt bebible mientras corría hasta la escuela y por fin había llegado unos dos minutos antes de que las clases comenzaran.

Suspiro y empezó a escuchar cualquier ruido del salón para no quedarse dormida. Y tal vez para no olvidarlo, o porque era lo único en lo que podía pensar, empezó a repasar sus pasos de baile en la mente mientras movía uno de sus pies indicando cada paso. Más que recordar los pasos recordó esos agotadores momentos en donde trataba de moverse al mismo ritmo del personaje que debía actuar; antes admiraba a Kizano y a sus kohais por como conseguían hacerla olvidar que estaba viendo una obra, ahora los respetaba por lograr memorizar sus diálogos y acotaciones de algo que podía durar hasta dos horas. Eran increíbles.

Se acarició con el pulgar su mano vendada y se empezó a preguntar como estaría Copper luego de su cirugía, y si Spiky no habría tenido alguna pelea con el Yakuza por llegar muy tarde, aunque estaba casi segura de que el mayor estaría trabajando todavía.

La maestra entro saludando a todos y sintiendo lastima de sí misma se levantó con pesadez y se sobo las sienes para alejar un posible dolor de cabeza. Saco la libreta que correspondía a la primera clase y empezó a garabatear cualquier cosa para no empezar a cabecear. Se sentía capaz de caer dormida en pleno caminar, pero solo debía olvidarse un poco de eso y todo estaría bien.

—No estoy bien— lloriqueó recostada en el sofá del club de música ligera. Sus lamentos se detuvieron solo para bostezar y buscando sentirse más cómoda se quitó los zapatos para levantar los pies y extendió un brazo para apoyar la cabeza —. Voy a dormir un...

Sus palabras se volvieron balbuceos y antes de que el sueño la dominara la misma canción que la había perseguido toda la madrugada se escuchó en el volumen más alto que se podía imaginar. Brinco de su lugar asustada por el repentino ruido y por si eso no fuera todo, Miyuji la tomo de las manos jalándola para ponerla de pie.

— ¡Plus ultra, Yan-chan! Hoy es un día lleno de emociones, no te las puedes perder— grito la rockera con toda la energía que podía ofrecer. Tomo un rociador como los que se usaban en las peluquerías o en el club de jardinería para limpiar las hojas de las plantas y lo utilizó para mojarle la cara a la asesina —. Hoy es solo para ti y el enfermero.

—Si—se limpió la cara con la manga de su uniforme y se dio leves y suaves golpes en la mejilla para terminar de espantar el sueño —, hoy tiene que irse. Lo voy a extrañar.

—Yo también, es una buena persona. Extrañamente uno de los pocos que eh conocido que mantienen su inocencia— Miyuji dejo a Ayano para acercase a una de las bocinas donde aún se escuchaba la canción. Levanto unos carteles blancos y regreso con su amiga mostrándole los espacios en blanco —. Escucha, tienes casi todo en la mente ahora, y para tu suerte no tendrás que cantar todo en una sola pista.

—Pero el video es...

—Shh, ahora te explico— dejó los carteles un momento y acerco su computadora para poder modificar el video que se reproducía en la gran pantalla —. El punto es que al haberte aprendido todo en tan poco tiempo, habrá momentos en donde tu mente solo se pondrá en blanco y no sabrás que sigue. Por eso tenemos estas.

—Y son para...

—Ahora mismo— el fondo de la animación de estrellas se detuvo y comenzó a reproducirse el video con la segunda coreografía de la canción —vas a cantar para mí y yo escribiré las partes en donde más te trabes para ayudarte mientras se graba el video. ¿Estas lista?

—Yu-chan, quiero comer— se quejó sosteniéndose el estómago.

En cuanto el descanso comenzó se encontró con Oko y Kizano para ir juntos a su entrenamiento de natación. Pero Miyuji apareció de la nada diciéndoles que debía concentrarse y practicar algunas cosas con ella; no la había dejado ni comprar algo de las maquinas todavía y poco a poco sentía su estómago querer devorarse a sí mismo.

—Yo igual— volvió a lanzarle agua con el rociador y dio play al video —, démonos prisa.

Se quejó en voz alta e hizo un nuevo puchero en donde golpeo su pie contra el piso. Se cruzó de brazos y fijo su vista en la pantalla reconociendo ya todos los cambios de ritmo y esperando el momento marcado para que comenzara su parte.

—Corre por mi cuerpo la llama que despierta la pasión, y sin darme cuenta llegaste adentro de mi corazón— comenzó sin problemas. Seguía los versos de la misma forma que lo había hecho hace unas cuantas horas, se sabía hasta las partes que solo debía cantar Mujo y eso le servía para saber con exactitud cuando debía entrar de nuevo. Aun así, Miyuji la acompañaba haciendo las partes de su amigo y en donde debían cantar ambos. Ya más entrada la canción comenzó a tener sus primeros errores, pero en vez de criticarla Miyuji le hacía saber que estaba ahí para ayudarla y tomaba en cuenta todo —. Ven acaríciame otra vez, ven y convénceme otra vez de que a tu lado está la felicidad. Si te acompaño- ¡Conejo!

Gritó elevando su voz a un tono agudo que consiguió espantar a Miyuji, quien al estar muy metida en la música dicha interrupción la asusto haciéndola tirar lejos el papel donde anotaba las partes que debía escribir para ayudar a su amiga. Ayano mira a todas partes sin saber cómo arreglar su error y salió corriendo del club sin prestarle atención a la chica de mechones salmón que le gritaba que volviera.

El conejo. El peluche que había comprado luego de su cita era un regalo de despedida para Mujo. Bastaba con conocerlo un poco para darse cuenta de que era alguien que gustaba de los peluches, tal vez no tantos ya que parecía más fan de la música que de juguetes. Lo había pensando como la clave para demostrarle cuanto lo queria y que no se olvidara de ella; lo pusiera donde lo pusiera, siempre que viera al lindo conejito rosa se acordaría de ella, y al abrazarlo... recordaría cuando la abrazaba a ella.

Pero había dejado el conejo en la secadora. Había salido con tanta prisa que no se había acordado de tomarlo antes de ir a la escuela. No podía ir a buscarlo ahora, no le daría tiempo de regresar antes de que acabara el receso y terminando las clases debía ir a las asesorías con Mido, además Mujo y ella habían planeado que él solicitaría su ayuda luego de media hora para que pudieran grabar el video sin problemas en la enfermería. Mujo se iría de la escuela cuando las actividades de los clubs acabaran, y luego debía salir para su universidad y entregar los papeles antes del tiempo límite que le habían dado. No tenía ningún momento libre para ir a casa y recoger el conejo.

Se detuvo en medio del pasillo, ni siquiera sabia hacia donde se dirigía cuando salió huyendo del club de música. Se dejó llevar por la desesperación y sus piernas reaccionaron por querer solucionarlo, pero era imposible. La sorpresa se había arruinado y ahora tenía un peluche que cada vez que lo viera le recordaría su falla y a ese torpe y lindo enfermero que nunca volvería a ver.

Su celular sonó avisándole de un mensaje y supo que se trataba de Miyuji para saber qué diablos le había pasado. Lo saco de su falda y abrió el chat sin ver que decía antes. Se recargo en la pared y se pasó una mano por la cara mientras hacía círculos invisibles en la pantalla.

¿Problemas, Yan-chan? Creo que ya te has divertido mucho tiempo— le extraño el mensaje y antes de escribir una respuesta preguntándole de que estaba hablando se fijó en la parte superior donde debía salir el nombre con el que la tenía registrada y se percató de que era un numero privado. Un nuevo mensaje llegó —. ¿Dejaras tu rabieta sin sentido ya?

¡Info-kun!

Sonrió sintiéndose inmensamente feliz y se apresuró a teclear su respuesta. Él podía ayudarla, o eso esperaba. No estaba segura de sí el aceptaría trabajos como ese pero estaba lo bastante desesperada como para intentarlo.

Necesito tu ayuda.

Vaya, parece que solo aceptas comportarte cuando necesitas algo de mí. ¿Qué es lo que quieres y porque debería hacerlo si te has portado tan mal conmigo?

Deje algo importante en mi casa y lo necesito urgentemente para el final de clases. ¿Podrías traerlo, por favor?

¿Qué es? Debo saber si vale mi tiempo y recursos.

Es un conejo de peluche.

... ¿estas bromeando? Estos son negocios, Yan-chan. Tu solo estás jugando a una rara versión de la casita y no pienso ser parte de tu extraña forma de convivir con quienes dices son tus amigos.

Por favor, y dejare de ignorarte. Volveré a tomar panty shots.

Tendrás que ofrecer algo mejor. Tampoco eres la única que me da las fotos que necesito — apretó el teléfono sintiéndose impotente y estaba llegando a considerar si lanzarlo contra el piso, el enojo y el remordimiento poco a poco empezaban a controlarla. Suponía que eso era todo, por eso se sorprendió cuando vio un nuevo mensaje llegar —. ¿Sabes? Creo que podríamos hacer un trato si tanto quieres ese conejo.

Dime.

Como sabes, desde hace un tiempo mercancía sobre ti se ha vuelto muy rentable— se sonrojo recordando que hace un tiempo había dejado que él le tomara una foto de sus bragas. No sabía quién había podido pedirla pero si llagaba a enterarse se aseguraría de cortarle cierta parte en específico —. Pero las personas no se conforman con una sola vista, necesito más.

¿Otra panty shot? — aceptar tomarse la primera foto había sido algo que hirió su dignidad. Info-kun la había visto de ese modo tan penoso y era algo que nunca en la vida podría olvidar.

Más que eso, Yan-chan. Esto es una prueba de que tan bajo es posible que caigas para aceptar que sin importar como, volverás de rodillas a pedirme algo.

¡Responde¡

El cliente está en lista de espera desde que dejaste de responder mis mensajes, pero estoy seguro de que aún aceptara las fotos sin ningún problema— observo los puntos suspensivos en la parte baja que la hacían saber que él estaba escribiendo. Detuvo de golpear el piso con la punta de su pie y comenzó a preocuparse por su privacidad cuando leyó el último mensaje que era lo que necesitaba por obtener el peluche de Mujo —. Le gustas mucho, pidió todo lo que pueda obtener de ti. Por lo menos una foto de cada uno. Así que... ¿te parece bien dos panty shots, un inner shot y tres bra shooting?

Se dejó caer en la pared para no terminar en el suelo e instintivamente uso un brazo para cubrir sus pechos y bajar un tanto más su falda. Miro a ambos lados del pasillo y se aseguró de que nadie sospechoso pasara por ahí, sabía que Info-kun tenía a muchos fotógrafos bajo su mando. No le sorprendería que las fotos que le estaba pidiendo se las tomaran casi de frente ahora que estaba de manos atadas.

Sentía que podría llegar a llorar. Pero todo era simple y horrible al mismo tiempo: si aceptaba dar las fotos, obtendría el regalo de Mujo a tiempo y este seguiría dependiendo de ella mientras el conejo hiciera acordarse de ella; pero si no, ella tendría ese regalo que solo la haría sentirse mal por no poder conservar al enfermero con ella.

Necesitaba un seguro de que Mujo algún día volvería, pronto o mucho después, pero cuando lo hiciera se encargaría de no dejarlo ir nunca más. Era capaz de matar por amor, de cambiar por sus amistades. ¿Cuál era su límite para conseguir lo que queria?

Respiro hondamente y escribió un respuesta que servía para esa pregunta y para Info-kun.

Te dare un panty shot nuevo, una inner shot, un bra shooting y olvídate de tener alguna foto sin ropa. Solo tráeme a ese conejo y yo te dare las fotos.

Ella no tenía un límite. Y a partir de ahora, tampoco ninguna pena de exponerse.

Sentado en su silla y siendo únicamente iluminado por la luz de sus monitores, sonrió ampliamente y acaricio la pantalla de su celular antes de escribirle una respuesta a la yandere y rápidamente enviarle otro mensaje a uno de sus fotógrafos para que se escapara y fuera a la casa de Ayano.

Se aseguró de que su teléfono tuviera suficiente carga y tomo la misma venda que le había puesto en los ojos aquella vez para tomar la primera foto a sus pantis mientras era asistente de Kizano. Presiono un botón y pronto los seguros que impedían abrir la puerta de su salón se retiraron.

La puerta está abierta y el conejo ya viene saltando. No olvides sonreír a la cámara.

Estaba sentada en el salón de asesorías viendo con frialdad las fotos que su desconocido informante le había tomado. El muy idiota se las había enviado también a ella a modo de recuerdo de su reconciliación de negocios. Y para asegurarle de que el cliente seria informado de que ella estaba narcotizada por el mismo Info-kun en el momento de la sesión fotográfica para no arruinar su reputación; como un mensaje extra que solo la hacía rodar los ojos con fastidio, era en donde él le decía el buen cuerpo que tenía.

La panty shot se había tomado con ella sentada y con las piernas abiertas desde un ángulo que permitía ver demasiado. Para el bra shooting ella se había quitado la blusa del uniforme y quedado con su brasier negro, por órdenes de Info-kun había posado como si estuviera dormida. Y el inner shot era el peor de todos, estando ella sentada en una silla giratoria frente a muchos monitores mientras solo llevaba su falda y medias, sus ojos permanecían vendados para no ver al misterioso Info-kun y había actuado casi como si estuviera desorientada.

Miro a su derecha y observo con una mirada indescifrable al lindo conejo enfermero sentado en una silla, esperando a que fuera el momento para ser entregado a su verdadero dueño.

— ¿Qué estamos viendo? — pregunto Mido colocándose detrás de ella. Desde que los demás alumnos se habían ido para estudiar la había notado un poco consternada viendo fijamente su celular. Se acercó con cautela a sus espaldas y no demostró que estaba ahí hasta que hablo haciéndola reaccionar.

—Nada— Ayano se apresuró a salir de su chat con Info-kun y se trasladó a su red social para fingir que estaba viendo publicaciones de sus compañeros. Siguió bajando sin prestarle atención a nada, solo pensando en lo que había hecho y esperando que no hubiera más extraños pedidos de ella.

—Mmm, ¿escondiendo secretos, Aishi-chan? — murmuro colocando sus manos en los hombros contrarios y descendiéndolas por lo largo de sus brazos. Se inclinó tras su oído y soltó un sonido muy similar entre gemido y gruñido —Ya sabes lo que puede pasar si no me complaces.

Foto.

Cerro sus ojos un momento y ahogo un suspiro.

—Solo alguien que me molesta. ¿Otra pregunta?

— ¿Me extrañaras? Hoy termino de suplir a su maestra y me iré de aquí. En serio es una pena que tú y yo no hayamos podido conocernos más— devolvió sus manos hasta los hombros de la menor y comenzó a masajearlos sabiendo que con eso la relajaría —. Yo si te extrañare mucho. ¿Sabes por qué?

Foto.

— ¿Por qué, profe?

Pego su nariz al cabello de su alumna y aspiro al mismo tiempo que poco a poco colaba sus dedos un poco por debajo del escote de la azabache.

Foto.

—Porque nunca nadie se había resistido a mi tanto como tú— con su otra mano afirmo su agarre en la cintura de Ayano y se apegó más al respaldo de la silla. La estaba acorralando —. Y eso me hace desearte más.

Se hartó.

La mano de Ayano tomó la suya que estaba en la cintura y la apretó rudamente mientras lo apartaba de ella. Y se levantó liberándose de que él siguiera avanzando hacia su sostén. Se giró manteniendo la silla entre ambos y lo fulmino con la mirada a la vez que sostenía con fuerza su falda estirándola hacia abajo.

—Por si no se ha dado cuenta en esta semana, profesor, tengo diecisiete años y usted más de veinte; si intenta convencerme de acostarme con usted puedo acusarlo de acoso. Y si quiere quitarme el promedio de diez por no abrirle mis piernas ¡bien! Pensaba luchar para tenerlo sea como sea, menos desnudándome.

Mido se retrajo sorprendido por el nivel de odio que podía ver en la mirada de la chica, y lo peor es que era dirigido hacia él. Era verdad que a veces incomodaba a chicas que se hacían las difíciles, pero nunca le había pasado que una de ellas realmente se negara a tener ese tipo de acercamiento con él. Pero lo que mas le choco es que estuviera dispuesta a perder su acuerdo de un promedio ideal, era lo que ella anhelaba y aceptaba dejarlo si eso implicaba que la tocaría y se acostarían.

No lo entendía. ¿Por qué se rehusaba?

La puerta del salón se abrió de forma abrupta seguido de un grito lleno de emoción. Ayano aprovecho ese instante para tomar su teléfono y bloquearlo, pues se dio cuenta de que este seguía encendido e Info-kun estaba enviándole nuevos mensajes. Lo dejo sobre el pupitre y volteo junto con Mido para fijarse en quien había entrado de tal forma.

Miyuji se acercó hasta ellos con toda la intención de dirigirse a Ayano, pero en cuanto se topó con la mirada de su maestro sobre ella disminuyo su alegría y comenzó a reír nerviosa sin dejar de verlo.

—Hola de nuevo, Mido-Sensei. Disculpe, ¿puedo pedirle prestada a Yan-chan? Sera solo un rato.

Mido regreso a su faceta seductora y sonrió ladinamente para luego pasarse una mano por el cabello.

—Claro, Yu-chan. Solo asegúrate de que a mi querida asistente no le pasa nada— le guiño el ojo y Miyuji se sonrojo inmediatamente.

—Gracias, Sensei. ¡Yan-chan, vámonos esto sería genial! — la de mechas salmón no lo dudo y antes de que la yandere terminara de guardar sus cosas la tomo de la muñeca y la saco corriendo del salón.

Al verse solo, Mido suspiro aburrido y se encamino hacia su escritorio. Ya que no tenía a Aishi para entretenerse y lograr su cometido de seducirla, lo próximo que podía hacer era averiguar quién de sus muchas mejores amantes estaban disponibles para una grandiosa sesión de sexting.

No fue que en un vistazo hacia el asiento que Ayano había elegido ese día, y que se mantenía junto al que ocupaba el curioso conejo enfermero, vio que esta había dejado su teléfono. Lo tomó pensando en usarlo para que ella aceptara regalarle un beso, pero al girarlo descubrió que este se hallaba desbloqueado; supuso que antes de ser raptada por su alumna lo había hecho sin querer por huella digital. El primer pensamiento que tuvo fue bloquearlo y seguir con el plan original de chantaje. El segundo fue averiguar qué era lo que había estado observando con tanta atención y apatía antes de que se le acercara. No había logrado ver mucho pero si distinguió que se trataban de fotos. ¿A caso la prudente Ayano Aishi jugaba de forma caliente con alguno de sus amigos?

Se sentó sobre su escritorio y con una sonrisa astuta entro a los mensajes de su alumna. Se atención de inmediato fue al primer chat en el primero el cual tenía mensajes sin leer de un tal ''Info-kun''.

Sabiendo que era con quien se mantenía hablando y que de entrar se delataría, solo se ocupó de encender el modo avión para que las notificaciones permanecieran intactas.

Habiendo hecho todo presiono el chat y lo primero que llamo su atención fueron tres fotos escandalosas de la azabache. Las abrió para poder verlas bien y no cabía del asombro por ver aquello. Era su asistente en poses muy comprometedoras, mostrado sus bragas, sus pechos y por ultimo una pose que podía fácilmente encontrarse en una página porno. Su cuerpo reacciono sonrojándose y sintiendo una presión en sus partes bajas. Ayano era hermosa, pero en esas fotos podía apreciar lo sexy que podía llegar a ser.

Pero a pesar de la mina de oro que parecía haber encontrado, hubo ciertos detalles que luego de seguir viendo le llamaron más la atención. Empezando que en donde su rostro era visible sus ojos siempre estaban vendado y en ninguna se le mostraba feliz, ni siquiera excitada o coqueta. Solo estaba ahí como si fuera un maniquí.

Salió de las fotos y entonces se dio cuenta de que ella no se las había enviado al chico, sino al revés. Todo parecía muy extraño por lo que guiado por su curiosidad empezó a leer la conversación comenzando por los tres ultimo mensajes:

''Tienes talento, Yan-chan. Ojala nos peleáramos más seguido para que cuando me busques de nuevo consiga más cosas tuyas. ''

''Pero en verdad, no tienes de que preocuparte por las fotos. El cliente no hará nada con ellas más allá de lo que ya sabes. Y sabes que no es personal, no tanto, solo piensa mejor las cosas antes de hacerme a un lado. No olvides que entre los dos yo soy quien más daño puede hacer, daño permanente y del que se sabe muy rápido. ''

''Una cosa más, no tengo idea de para quien es ese conejo, pero debe ser muy necesario como para que hagas esto. Te doy un consejo que no pediste y no quieres saber: olvídalos a todos, ahora te siguen y te invitan a sus clubs, pero cuando se enteren de cómo eres en verdad solo sentirás desprecio de su parte. De un fenómeno a otro, deja a esos chicos ahora o terminaras dañándote otra vez. ''

Soltó el teléfono asustado y miro el conejo que Ayano había traído entre brazos y en el cual se escondió los primeros minutos de las asesorías mientras él organizaba a los alumnos. La dejo tranquila porque estaba ocupado, pero le había parecido muy extraño que, como niña pequeña, se hubiera alejado a un rincón lejos de todos y se mantuviera aferrada con fuerza a ese enorme conejo en donde escondía su rostro.

Luego de eso solo se movió y entro a su estado ensombrecido cuando empezaron a llegarle mensajes, y aun así la notó muy preocupada de que el peluche se mantuviera bien y limpio estuviera bien.

Ayano había tenido que hacer algo para tener ese peluche, y eso había sido exponerse ante una cámara aun cuando no queria hacerlo.

Recorrió la conversación hasta casi el comienzo dándose cuenta de que todo había pasado ese mismo día. Luego de leer solo un poco, un nuevo mensaje del mismo chat se hizo sonar sacándole un pequeño susto. Estaba por irse para que no lo fueran a descubrir pero al hacerlo consiguió ver el nuevo mensaje que había llegado, y este lo dejo frio al punto de soltar el teléfono.

''Aléjese de ese celular, profesor Mido Rana. ''

Se levantó de su lugar y empezó a mirar a todos lados, se acercó a las ventanas y se fijó que nadie estuviera espiándolo desde ahí. Se asomó por la entrada y tampoco se encontró con alguna persona cerca. Sin tener pruebas de que alguien lo observara, regreso a su escritorio y encontró un nuevo mensaje también dirigido para él.

''Y también de Ayano-chan. Lo estoy vigilando. ''

—Con permiso— se escuchó de repente casi hasta el otro extremo del salón. Fue tan repentino que cayó sobre su silla y casi sintió que le daba un infarto. Mujo, quien era quien había entrado, se acercó hasta su escritorio no sin antes ver embelesado al conejito enfermero. Se asomó para ver al castaño sosteniéndose el pecho y respirando rápidamente, pasó a observarlo con tristeza y suspiro decepcionado —. ¿Sigues tocándote en el trabajo? Eso no está bien, alguien podría descubrirte y te meterás en problemas.

—Mierda— se sostuvo el pecho y se retorció en su lugar quedando desparramado en su silla casi al borde de caerse. Una vez se hubo calmado se sostuvo el puente de la nariz y frunció el ceño al ver que solo era el peli rosado —. Cállate, pinkfool. Si alguien me ve solo lo invito a participar.

—Deja de decir cosas tan sucias— se quejó poniéndose rojo y cubriéndose los oídos —. Eres un pervertido.

—Y tu un mojigato— retomo el teléfono de la azabache y borro los mensajes que eran dirigidos a él antes de apagarlo y dejarlo de nuevo en el escritorio de la menor —. Como sea, ¿qué quieres?

—Ah sí, vengo a buscar a Yan-chan— Mujo junto sus manos y mostrando una radiante sonrisa empezó a mecerse hacia adelante y atrás buscando a su amiga, pero entonces se dio cuenta de que no estaba —. ¿Y Yan-chan?

— ¿Qué es lo que piensas hacer con esa chica? Estuvo practicando un baile muy curioso ayer y nada bueno e inocente se consigue de esa clase de movimientos.

— ¿Crees que quiero acostarme con ella? — pregunto horrorizado. Sin embargo, se calmó un momento y miro hacia el techo poniéndose en pose pensativa, solo para luego chillar muy sonrojado y cubrirse el rostro.

Mido olvido su miedo y mal humor para sostenerse del escritorio y reírse ampliamente en burla.

—No puede ser, ¿en serio te lo imaginaste? — Se dobló de la risa y paso de solo carcajearse a burlarse del enfermero, quien seguía sonrojado pero lo veía molesto y cruzado de brazos — ¿Al menos sabes lo que es estar excitado? Wow, creo que eres la única persona en el mundo que a sus veinte tiene su primera fantasía sexual. ¿No se te paró también de casualidad, pinkfool?

— ¡Cállate, yo no soy un pervertido como tú! — Mujo se mostró enojado y se irguió inflando sus mejillas. Lo miro con seriedad y also la voz tratando de verse amenazante — ¡Deja de molestarme o te acusare con la consejera!

—Oh, qué miedo— rio bajo y agito sus manos fingiendo terror —. Mujo-kun eres un adulto, o aparentas serlo porque ambos sabemos que aun eres más un niño que nada. Tienes que dejar de amenazarme como si siguiéramos en la escuela.

—Ya no soy un niño, Mido-kun. Y no metas a Yan-chan en tus bromas, ella es muy importante para mí y no quiero que la molestes.

Los mensajes volvieron a su mente y borro su sonrisa dándose cuenta de algo. Se fijó de nuevo en el peli rosado, viéndolo cruzado de brazos pero observando el peluche de reojo ocultando sus ganas de saltar e ir a abrazarlo. Comenzó a preocuparse y otra vez vio hacia las ventanas y a la salida antes de atreverse a hablar de nuevo. Volvía a estar un poco paranoico.

—Mujo-kun, esa chica...

— ¡Aquí esta! — Miyuji se asomó por la puerta y entro jalando a Ayano con ella. Ambas se dirigieron con Mujo y la líder levanto su mano para que el enfermero le respondiera. Tardo en comprender, pero repitió el gesto chocando cinco con la menos, cosa que lo hizo sentirse muy feliz —Lo hemos estado buscando, ya tengo todo preparado para el video.

— ¿Video? — Mido se extrañó, no entendía nada. Luego de juntar las cosas que ya sabía cómo el baile, Mujo, Ayano y ahora un video termino tomando al contrario de los hombros y agitándolo con fuerza — ¿Qué demonios piensan hacer y cuando te volviste un actor de lugares públicos?

—Eh, bueno podemos hacerlo adentro, pero Yu-chan nos contó su idea y nos pareció genial hacerlo por tomas en uno de los jardines japoneses ya que a estas horas nadie esta ahí— sonrió sin comprender lo que el otro estaba insinuando.

— ¿Tú los vas a ayudar? — pregunto casi con espanto al ver a la rockera murmurar cosas sobre ángulos y planos.

—Claro, profe. Yo me encargare de que ese dance cover sea una maravilla audiovisual. Tranquilo, ya eh dirigí otros videos para mi banda, con mi ayuda y la de Fureddo esto será genial.

— ¿Dance cover? Ah, es de tus cosas de vocaloid— se tranquilizó un poco pero rodo los ojos al saber la verdad de que iba todo —. Claro, ya decía yo que no podías ser ningún exhibicionista.

—Bueno, bueno— irrumpió Miyuji tomando de los brazos a Ayano y a Mujo. Salto emocionada y comenzó a arrástralos a la salida —, hagamos temblar este sitio.

—Esto tengo que verlo. No tengo ánimos de algo mejor— comento el docente guardando sus manos en los bolsillos y siguiendo a los tres que juntos hablaban en voz baja y se reían de aparentemente todo. Era curioso, nunca había visto que Mujo tuviera amigos. Y Ayano se veía indudablemente más animada que hace un rato cuando estaba viendo su celular casi sin ningún rastro de sentimiento —. Aishi-chan, su teléfono sigue aquí.

Fue testigo de cómo su alegría y risas cesaron para mostrarse preocupada y soltarse de su amiga para salir corriendo por su celular. Antes de ir a donde Miyuji y Mujo la esperaban para seguir hablando del dance cover, tomó el conejo de peluche y volvió corriendo con sus amigos.

Los vio irse escaleras abajo y cerro el aula esperando lo menos peor de todo eso. Como siempre, cuando a Mujo se le ocurría hacer sus cosas frikis de baile no había nada más gracioso y penoso que verlo moverse como gusano de tierra.

Estaban, así como Mujo había dicho, en el jardín japonés más cercano al incinerador, pues el otro estaba siendo usado por el club de artes marciales en ese momento. Miyuji le empezó a indicar a los chicos de fotografía en donde queria cada cámara y discutía con Fureddo sobre unas hojas en donde parecía haber dibujos. Y es que a pesar de ser llamado dance cover todos estos días, hablando entre los tres se había aclarado que más bien seria como replicar el video musical más conocido de la canción, fue así que a tiempo (o eso esperaba Miyuji) le había avisado a Ayano que debía aprenderse el segundo baile que era el que se usaba en dicho video. Así que lo que ambos líderes veían en esas hojas eran las indicaciones que debían tener para que todo se hiciera tal y como en el video.

Mujo y Ayano se habían apartado un poco para practicar su baile juntos antes de comenzar a grabar. Esta coreografía era mucho más sencilla pues varias tomas serian de ambos en posiciones estáticas y solo necesitaban bailar en los coros y otras partes iniciales y finales. Pero sobre todo, había una parte al final en donde ambos debían tomarse de las manos y acercarse al rostro del otro como si fueran a besarse. Ella no tenía problema con eso pues realmente no sucedería un beso, aunque de ser así lo tomaría como algo normal; ya había besado a Kizano después de todo. Por otro lado cada vez que intentaban hacerlo a modo de práctica, Mujo se ponía rojo y se retiraba chillando y cubriéndose la cara. Se veía tan lindo siendo tan inocente.

Todos hacían algo para participar en la preparación del video, excepto Mido quien estaba coqueteando con Dafuni y Beruma posando para que estas le tomaran fotos. Las dos fotógrafas habían tenido que entregar sus cámaras para que se acomodaran en los lugares necesarios, por lo que las fotografías que le sacaban al mayor era por medio de sus teléfonos. A pesar de estar disfrutando de la atención, tuvo que irse unos minutos por algo de beber.

Mujo y Ayano lo vieron irse, sintiéndose aliviados y esperando que preferiblemente no volviera. Dejaron la parte del beso para después y se concentraron más en las partes del baile, pues Ayano aún tenía problemas con este. Si no chocaba contra Mujo, se quedaba quieta al no recordar que seguía.

Miyuji, quien se había autoproclamado como directora y hasta tenía una gorra que lo decía y unos lentes oscuros, les comento a ambos que no tenían nada de qué preocuparse, había pensado en todo. Aprovechándose de que su teléfono tenía la opción de proyectar, había traído una sábana en donde el video del baile se repetiría para que ella lo viera si necesitaba ayuda. Después de todo aprenderse una canción y un baile en dos días era imposible y tenían permitido hacer ese tipo de trampas.

Fureddo se les acerco para informar todo sobre los ángulos que tomarían y en qué momentos las cámaras se desplazarían para seguirlos. Miyuji les aviso que si terminaban a tiempo ese día, antes de se fueran a las seis de la tarde ya tendrían el video editado y final para que lo vieran juntos. El líder de fotografía les agradeció mucho que lo dejaran participar, pues el año ya casi acababa y su club era el único que no había hecho nada interesante en esos años que él llevaba como líder. Y contar dentro de unos años que habían ayudado a grabar un video musical entre el enfermero suplente y una alumna reconocida no era algo muy importante, pero si gracioso.

—Todo se ha vuelto más profesional y elaborado de lo que esperaba— comento Mujo en su oído una vez los otros dos se fueron para discutir por cuales tomas empezarían.

—Si, tal vez es mi culpa por pedirle a Yu-chan que me ayudara— se acercó más al mayor comenzando murmurar igual muy cerca de él —. No sabía que se iba a emocionar más que nosotros con todo esto.

—Pero es muy lindo de su parte aun así, tal vez sea demasiado pero aprecio que nos quieran ayudar.

—Y tal vez sea divertido, solo espero no equivocarme demasiado.

—Seguro lo harás bien, ¿me das un abrazo? — pidió abriendo sus brazos y sus ojos muy grande para verse adorable.

—Aww, claro que sí.

Se abrazaron como siempre lo hacían, ella recargando su cabeza en el pecho del más alto y él descansando su quijada en el negro cabello de la chica. Aunque el acto comenzó simple y cariñoso, ambos afirmaron sus brazos apretándose más para sentir más contacto y la cercanía del otro. Era su último día juntos y en verdad no querían separarse, no querían que el otro se apartara de su lado y probablemente no volvieran a saber nada de aquella persona con la que había compartido dos semanas enteras. Ella sabía que él se ocuparía y se concentraría en sus estudios, olvidándola si todo lo del video salía mal. Y Mujo podía ver lo popular que era Ayano, tenía cientos de amigos que siempre buscaban estar con ella y llamar su atención. Con tanta gente a su alrededor no era extraño su temor de que ella lo olvidara o pensara que después de todo no era tan importante.

Pero el mayor temor de Mujo era que teniendo Ayano a tantos chicos lindos y que podía ver todos los días, ella no aceptara su confesión de amor bajo el cerezo por esperar a alguien mejor.

Estaba motivado a citarla bajo el cerezo antes de que tuviera que irse a las seis de la tarde y así confesarle que estaba enamorado de ella, y así pedirle si le daba la oportunidad de hacerla feliz. Además de practicar para su baile de ese día, había estado escribiendo y reescribiendo una carta en la que le decía todo lo linda persona que era y que la citaba en el ya conocido árbol al atardecer. Había pasado mucho tiempo reescribiéndola antes de meterla a su sobre porque sentía que no lograba hacer sentir el cariño y el amor que sentía por ella. Pero por fin antes de que las clases terminaran, pudo sellar todo y un sobre rosa estaba en su escritorio esperándolo a que regresaran para dejarlo en el casillero de la azabache.

No queria ilusionarse por si ella llegaba a decirle que no, pero no podía evitar imaginarse a ambos tomados de la mano y comiendo de un mismo algodón de azúcar en un parque de diversiones. Estaba nervioso, pero también muy emocionado. Y algo que solo él sabía y no le había dicho a nadie, era que todo el tema de la canción era una excusa para decirle de frente sus sentimientos así como en una película de princesas. La canción que había elegido trataba sobre dos enamorados en una relación prohibida, y como él era un adulto y ella apenas tenía diecisiete años también lo suyo se trataba de un romance mal visto por muchos.

Queria, antes de recibir un sí o un no, vivir otra fantasía de cuento de hadas con la chica que lo hacía ver todo de rosa y con corazones. Además en un acto egoísta, necesitaba escuchar de la boca de ella cuanto amor le tenía aunque fuera por medio de una canción. Si al verla a los ojos notaba que todo lo que decía venia del corazón, entonces se sentiría más seguro de entregarle la carta al final de todo.

Seguían juntos, transmitiéndose cuanto lamentaban la despedida que los obligaba a separarse. Si fuera por ellos dos no tendrían que decirse adiós nunca y estarían felices pasando los momentos de la mañana juntos, y eso era algo que todos los presentes podían confirmar; amor o simple cariño, ellos dos tenían una relación bastante unida y hermosa. Una como muy pocas veces se podía ver hoy en día.

Pero fue el teléfono de Ayano lo que los obligo a alejarse. Cabizbaja y apenada por ser cosa suya que deshicieran su abrazo, reviso de quien se trataba y descubrió que era el nuevo número de Info-kun.

—Perdón, debo contestar.

No espero una respuesta y salió corriendo lejos del jardín acercándose hacia la esquina en donde se doblaba para volver a la escuela. Ya estando ahí, lejos de sus amigos y compañeros, confirmo una última vez que se trataba de su aliado y acepto la llamada apegándose con resignación a la pared.

¿Compraste ese peluche para el enfermero? Cielos Yan-chan, te creía más ruda.

— ¿Desde cuándo debo mantenerte al tanto de todo en mi vida?

Desde que aceptaste mi ayuda a inicios del ciclo escolar y hace unas horas cuando por fin terminaste una pelea inútil. Me dedico a la información por si no lo recuerdas, es divertido que todavía creas que tienes la opción de pelear contra mí.

Se sintió levemente vulnerable al volver a escuchar su voz de su aliado y se incomodó más al notar que inconscientemente bajaba más su falda. Pues horas atrás cuando había ido a que le tomara las fotos, este no pronuncio nada y se limitó a reír de vez en cuando. Comenzó a jugar con uno de sus mechones e intento ignorar su repentino latir acelerado.

— ¿Llamaste para algo importante o solo para molestarme?

Es sobre tus fotos— cerró los ojos un momento para respirar hondo y se sostuvo el pecho buscando no alterarse —. Se que no son imágenes que te gusten recordar, así que llamaba para decirte que podría enviar un virus al teléfono de mi cliente y hacer que, misteriosamente, las fotos se borren.

— ¿Que? ¿Puedes hacerlo? — dio unos pasos adelante y sonrió sin poder creer lo que estaba escuchando.

No sería correcto ya que aceptaste hacer lo que fuera para que te hiciera el favor del conejo, pero supongo que podría hacerlo como un regalo de paz entre ambos. Así, los únicos con esas fotos seremos tú y yo.

—Si, por favor. Bórralas y todo entre tú y to volverá a estar bien. Gracias, Info-kun.

Sí, pero...

— ¿Quieres algo a cambio? — Se adelantó sonando más desilusionada de lo que esperaba —Un regalo se hace sin esperar algo ¿sabes?

Vamos, eso es una mentira. Es como una inversión a largo plazo y una deuda para la otra persona; le das un regalo a alguien y luego este debe asegurarse de darle al primero algo igual o mejor. Y si, quiero otra cosa por mi regalo.

— ¿Y qué es? Si piensas que serán más fotos puedes irte al diablo por qué no lo hare— reclamo volviendo a pegarse a la pared, no queria que por error alguien la viera ahí.

Tranquila, lo que quiero es realmente algo muy sencillo. No creo que tengas problemas en cumplirlo. Escucha, lo que quiero es: tu tiempo.

— ¿Mi... tiempo? — repitió sin comprender a que se refería.

Sí, ¿no te gustaría tomarnos un tiempo los dos para en verdad conocernos? Para tener una plática sin necesidad de nuestros teléfonos. Saber tu color favorito podría ser un buen inicio.

—Amm, sí, creo que puedo darte eso.

Bien, así solo falta que vayas con tus amiguitos y les digas que tienes algo más importante que hacer. Entonces, puedes venir a mi salón y hablaremos.

—Espera, ¿tengo que dejar plantado a Mujo-kun? Pero hemos estado practicando mucho para hoy.

Solo fueron dos días, y ya tendrá un conejo de tu parte. No creo que le moleste si le dices que ya no quieres bailar con él.

—Pero... se va a ir y no lo veré más.

Es eso o puedo simplemente dejar de ser tan amable y no quitarle tus fotos a mi cliente. Tal vez si le gustan tanto, termine pidiendo más.

Era un cretino.

—No puedo hacerle eso— aclaro su garganta al darse cuenta que su voz comenzaba a temblar. No era justo lo que Info-kun estaba haciendo, el no entendía lo importante que era para Mujo hacer ese video, y sobre todo para ella —. Y tú no puedes pedirme que haga eso. Nuestros amigos nos están ayudando con el video y tampoco puedo decirles que se vayan.

— ¿Entiendes que todo estos problemas que pareces tener no existirían si te hubieras concentrado desde un principio en matar a cada uno de tus rivales?

—Él no es mi rival, es mi amigo.

¿Y de donde han venido todos tus amigos? De donde no fuiste capaz de enterrarlos antes.

— ¡Cállate, tu no entiendes nada de esto porque no tienes amigos! ¡Nadie te quiere cerca porque eres un pervertido y un traidor, por eso te la pasas jodiendome a mí! Deja las malditas fotos entonces donde están, publícalas en la página de la escuela si quieres y véndelas en internet; no me importa. Arruina mi vida pero no hablare contigo y no dejare plantado a mi amigo.

¡Ayano...!

Colgó y apago su teléfono para evitar que este siguiera molestándola. Dejo salir todo el aire que había guardado y pateo el muro para poder deshacerse un poco de la frustración que ese idiota le había causado, llegando a gritar de la frustración. Estaba muy feliz junto a todos allá y la había sacado solo para ponerla de mal humor.

Guardo su teléfono en la falda y comenzó a trotar de regreso al jardín japonés mientras se golpeaba con cuidado la cabeza para apartar su mente de la discusión con Info-kun. No queria ni recordar que existía al menos por el fin de semana.

Una vez se alejó de ahí, Mido se retiró del muro en donde se había escondido para poder escuchar la conversación de la chica. Se había quedado intrigado por las fotos y la conversación que la menor mantenía con el tal Info-kun. Sabia con leer todo el chat entre ambos que ella no había aceptado tomarse esas fotos de buena manera, había sido para conseguir ese conejo que no dejaba de cargar para todos lados. ¿Tanto lo necesitaba?

Pero ahora había escuchado algo muy importante, ella no solo estaba decaída por lo de sus fotos, sino que las odiaba tanto que aceptaba casi lo que fuera para que fueran eliminadas. Y aun teniendo esa opción a cambio de dejar de lado todo lo que tenía con Mujo, ella se negó a abandonarlo y dejo en claro que estar con él era más importante que limpiar su imagen.

Desde el primer momento había sabido que Ayano tenía algo distinto, no sabía si eso era bueno o malo pero algo la afectaba de tal manera que no caía igual que todas en sus encantos, y eso era el amor que le tenía a su alumno de la clase 3-1 y las amistades que tenía con los otros muchachos. Pero ahora y no sabía desde hace cuánto, otra cosa -persona- la estaba usando de una forma retorcida para complacer los gustos de alguien más.

Tal vez, y solo estaba suponiendo, el problema no fuera que ella no lo encontrara atractivo, sino que solo estaba harta de ser devorada con la mirada. Y después de todo, no a todas las personas les gustaba de inmediato, debía darse el tiempo y coqueteo necesario para que hasta la más dura y fría mujer cediera a sus encantos. Él no era ningún morboso ni patán, solo un caballero rompecorazones que no perdía la oportunidad de alagar y complacer a bellas señoritas. No un pervertido cualquiera.

Ya entendía que en una semana no lograría llegar al clímax con Ayano, para hacerla caer en sus brazos tendría que hacer muchas cosas antes. Quizá, su plan más elaborado de conquista hasta ahora para ganarse la atención de una mujer. No sabía cómo lo haría, pero no estaba preocupado; el amor que Ayano sentía por Taro era notable, pero también su nerviosismo y eso le aseguraba poder encantarla antes de que ella encontrara el valor para confesarse. Y siendo franco y realista, ninguno de los muchos amigos que ella tenía eran rivales para él.

Entro de nuevo al jardín mientras seguía pensando en cómo doblegar la hostilidad de Ayano, y casi de inmediato pudo ver como entre aplausos del club de fotografía y gritos emocionados de Miyuji, la azabache le entregaba con una radiante sonrisa y un sonrojo leve el conejo enfermero a Mujo, quien lo acepto dando un salto y enterrando su rostro en el afelpado cuello del animal.

El pelirosa tomo desprevenida a la menor por la espalda y la abrazo fuertemente sin darse cuenta de que sus brazos apretaban los pechos de esta, ni que por el modo en que se inclinaba para estar a su altura terminaba juntando su pelvis contra su espalda baja. Todos se mostraron sorprendidos por ambas acciones, pero Ayano solo rio nerviosa y elevo sus brazos para tratar de abrazar a Mujo del cuello a pesar de su posición. Solamente Mujo podía tocarla así porque sabia que no era malo, no le molestaba y hasta había empezado a sentir algo extraño pero no desagradable cuando sucedía. En cambio con Mido, era algo muy diferente y mientras sus manos estuvieran más lejos de ella mucho mejor.

El castaño observo atónito como su ex-compañero lograba todo lo que él no había podido en una semana con la misma chica. Mujo podía tocarla, juntarse de más y además tener toda su atención con lujo de detalles y regalos. Observo con severidad la situación de esos dos y, además de enterarse que el conejo era para Mujo, empezó a notar que posiblemente si tenía un rival después de todo.

Las mismas chicas que antes estaban sobre él tomándole fotos, ahora revoloteaban alrededor de Mujo y Ayano fotografiándolos sin parar. Ni pasando de nuevo junto a ellas consiguió que lo notaran más allá de una mirada rápida, pues luego siguieron viendo al par de estrellas que pronto comenzarían a bailar y cantar. Perfecto, solo queria ver a ese tonto hacer el ridículo y humillarse solo. Porqué su ternura y mucho menos su torpeza nunca lo llevaría a nada con nadie. Podía superarlo por poco, pero nunca llegaría lejos siendo así de ingenuo y distraído.

La escena más difícil fue dejada para el final, una en donde ninguno debía cantar y solo necesitaban hacer un acercamiento en el que sus rostros se acercaban lentamente mientras se miraban fijamente a los ojos. Era la escena del casi beso. La habían dejado hasta el final debido a que en los primero intentos de grabarla Mujo se apartaba demasiado avergonzado y a veces decidían mejor parar pues parecía que terminaría desmayándose.

Todo lo demás estaba hecho, toda la canción estaba grabada y las escenas de baile habían sido finalizadas hace no mucho. Eran las cinco y media, eso daba como resultado que su amiga líder de música no tendría tiempo de acabar de editar el video antes de que Mujo se fuera de la escuela. Ya sabían que no podrían ver el resultado final de su video estando juntos, y tal vez era por eso que nadie se molestaba en terminar rápido las grabaciones. Pero aún así, el tiempo corría y ambos protagonistas sabían que los demás tenían cosas que hacer. La escena del casi beso debía quedar ya.

Mujo se sentía muy nervioso, si bien no besaría de verdad a Ayano no podía dejar de pensar que sus labios si se acercarían mucho. Era verdad que le gustaría besarla, estar cerca de ella y juntar sus narices de forma juguetona; pero imaginarlo era distinto a hacerlo realmente, y eso lo avergonzaba porque no tenía ninguna experiencia siendo romántico o siendo novio. Y por si fuera poco, no era como otras veces en que se abrazaban y dormían juntos, ahora tenían a muchos chicos viéndolos fijamente y a Mido burlándose de él por no poder ni fingir un beso.

Se estaba cubriendo la cara para que nadie viera su sonrojo y de pronto una mano se puso en su hombro llamando su atención. Se giró y apenas movió unos dedos para ver que se trataba de Ayano quien le miraba con comprensión y una tierna sonrisa. Se destapo la cara y la miro con ojos cristalinos y una expresión de niño regañado.

—No puedo hacerlo. ¡No puedo hacerlo!

—Está bien— lo calmo mientras le arreglaba un poco el cabello —. Todos entienden que no es una escena fácil. Hasta Miyuji-chan y Fureddo-kun lo intentaron y ya ves cuanto tiempo tardaron en dejar de reír.

—No es lo mismo— se lamentó dejándose caer en el piso —. Queria demostrar que no soy torpe en todo, pero ahora no puedo ni acércame a tu cara.

—Yo también estoy nerviosa— dijo sentándose a un lado suyo. Era mentira y un poco de verdad a la vez, no tenía problema en actuar esa escena o en besarlo de verdad, pero desde el primer momento que lo intentaron comenzó a sentir como le sudaban las manos y su cuerpo empezaba a temblar. Le gustara o no, sentía un poco de nervios. Dejo caer su cabeza en el hombro de su amigo y este le correspondió bajando también su cabeza —. ¿Y sabes qué? Ahora mismo solo me gustaría estar en la enfermería contigo. Me gustaría ser tu paciente una vez más antes de que te vayas. Es lo único por lo que mataría ahora.

Sonrió enternecido y froto su cabeza con la de ella, también sujeto su mano y suspiro encantado con esa idea. Los dos solos en la enfermería, tal vez escuchando música o durmiendo una última vez juntos en una de las camillas. Si, definitivamente así queria pasar sus últimos minutos en Akademi con Ayano.

—Estoy listo. Esta vez lo hare bien— se levantó y ayudo a su amor platónico a pararse. Tomándose de las manos, regresaron al lugar donde habían estado parados más de quince minutos y todos comprendieron que era hora de seguir trabajando.

— ¿Seguro? Aún tenemos tiempo.

—Sí, creo que ahora saldrá bien.

Contenta de verlo tan motivado, se paró de puntillas y en juego le pico la nariz sacándole bajas risillas.

Miyuji grito el famoso '' ¡Acción! '' y volvieron a unir sus manos lentamente y a mirarse a la cara. Y mientras sus dedos más se entrelazaban, sus rostros se movían hacia adelante dando la ilusión de que lo que más querían era besarse. Mujo se concentró en los ojos grises de Ayano y recordó esas veces en que se miraban al estar recostados en la camilla, en medio de los abrazos y cuando ella le curaba alguna herida. Comenzó a dejar de lado esos escenarios y se imaginó que donde se estaban tomando de las manos e iban a besarse era bajo el cerezo luego de declararle su amor. Solo ellos dos juntos, con él para atenderla siempre que se sintiera mal y ella dispuesta a curarlo cada vez que tuviera uno de sus accidentes.

Sonrió como bobo al imaginar todo eso y logro así pasar toda la escena hasta completarla. Incluso después de que Miyuji gritara ''corte'' este siguió avanzando hacia el rostro de la menor provocando que todos los miraran con ternura, pues en vez de impactar contra sus labios, en el último segundo se desvió besando la nariz de la más baja. Quién luego de eso se cubrió la cara apenada ante los murmullos y halagos de los demás que los veían.

Mido observaba todo desde atrás, viendo al peli rosado que veía con ojos enternecidos a la chica y como demostraba su cariño más allá de la amistad entre abrazos y besos como ese en la nariz. Rodo los ojos, molesto de que estuviera perdiendo contra alguien como él y porque este parecía no saber que debía ser más discreto cuando en el asunto había una menor de edad.

— ¡Eso es todo! ¡Terminamos! — grito la chica de mechas salmón emocionada. Todos los demás del club de fotografía comenzaron a guardar sus cosas y desde su lugar siguió viendo a esos dos sonrojarse y hablar entre sonrisas —Lo hicieron genial, y esperen a ver el video. Les prometo que va a encantarles. Ahora creo que ya debo volver a mi club, deje a mi banda ensayando y quiero ver que tal todo antes de irme.

—Gracias por ayudarnos tanto con esto, Yu-chan— hablo el mayor aferrándose al brazo de Ayano manteniéndola junto a él.

—Sí, no esperaba que hicieras todo esto— agregó Ayano arrastrando a su amigo hasta donde había dejado el conejo de peluche.

— ¡Claro! Hago lo que sea por mi pareja favorita— respondió quitándose sus lentes de sol y dándoles un guiño de complicidad a ambos. Mujo solo sonrió mientras que Ayano la miro mal, haciéndola reír —. El video estará listo en unas horas, ya se los envió. Mucha suerte en la universidad, Mujo-kun. Ojala pueda volver a verlo cuando tengo que ir al hospital.

Luego de eso Miyuji junto con todo el club de fotografía se empezaron a ir hablando animadamente entre todos ellos. Al pasar junto a Mido los muchachos solo le dieron un adiós rápido mientras que las chicas se lanzaron sobre él despidiéndose y rogando que en cuanto se graduara consiguiera trabajo ahí para seguir viéndolo.

Quedándose los tres solos en el jardín japonés, volvió a concentrarse en los dos tortolos, viendo como su alumna jugaba con las orejas del conejo de peluche que era sostenido por el enfermero. Se acercó a ambos y solo con permanecer callado y viéndolos fijamente consiguió que estos dos los voltearan a ver.

—Muy entretenido todo, sobre todo cuando tenías que repetir todo— se burló logrando su cometido de deprimirlo, pues el contrario borro su sonrisa y planto su mirada en el suelo —. Pero si me permites, tu compañera de baile y yo debemos volver a las asesorías.

—Sí, lo entiendo— acepto el enfermero liberando a la azabache de su agarre para que ahora Mido pusiera su brazo sobre los hombros de ella —. Te veré más tarde, Yan-chan. Antes de que me vaya.

—Sí, te veré entonces Mujo-kun, cuidado tu regalo.

—Lo hare.

Ambos se acercaron para darse un último abrazo, el cual no fue posible ya que Mido jalo a Ayano manteniéndola lejos del peli rosado. Los tres salieron de ahí con rumbo al edificio principal. Donde sus caminos se separaron con Mujo yendo de regreso a la enfermería y con Mido llevándose a Ayano hasta el tercer piso.

Ya dentro del salón de tercero, el celular de la yandere comenzó a sonar no mucho después de haberlo encendido. Al revisar el identificador se extrañó al ver que era del hospital. Le hizo saber esto al profesor y este le permitió responder.

Se alejó hasta la ventana y recargándose en el marco para conseguir algo de privacidad contesto más curiosa que preocupada.

—Aishi.

Buenas tardes, ¿señorita Ayano? — escucho de parte de quien supuso era una recepcionista.

—Sí, ¿pasa algo?

Sí, disculpe, es para notificarle que la paciente Copper Hogo* desapareció de su habitación aquí.

— ¿Qué? — miro rápidamente a Mido y se acercó más a la ventana para que no escuchara nada de lo que decía — ¿Cuándo paso? Creí que estaba muy lastimada como para poder caminar.

Así es, señorita. Ella salió de cirugía hace pocas horas y nos preocupa mucho que se allá ido en un estado tan delicado— la mujer hizo una pausa en la que la podía escuchar de fondo preguntando unas cosas —. Las cámaras de vigilancia muestran que se escapó hace como una hora y lo hizo escabulléndose por la salida de emergencia trasera, por eso nadie noto su ausencia hasta hace poco. Señorita, no sabemos si usted sepa donde pueda estar pero es sumamente importante que vuelva para seguir atendiéndola.

—Yo no sé en donde puede estar, esa niña solo...— bajo la mirada viendo hacia la salida y se encontró con Spiky saliendo de Akademi de manera sigilosa. Se fijó más adelante en el camino que lo llevaría a la calle y entre los pétalos rosas consiguió ver a quien parecía ser Copper, pues usaba su uniforme le parecía creer qué también su arma. Dejo de dudarlo cuando Spiky la abrazo y esta comenzó a arrastrarlo afuera de los límites de Akademi. Tenía la leve sospecha de hacia dónde iban —... esta con su amigo. La buscare y la regresare al hospital. Gracias por avisarme, adiós.

Gruño viendo como ellos dos se alejaban con dirección al centro de la ciudad y golpeo su frente en el cristal maldiciéndose por tener que ir de nuevo a salvarlos.

— ¿Todo en orden? — y todo empeoro al oír la seductora voz del profesor detrás de ella. Levanto un poco la cabeza y pudo ver su reflejo sonriente por tener una buena vista de su trasero.

—Tengo que regresar a una niña al hospital.

— ¿Regresar? — pregunto confundido.

—Si. La muy graciosa se escapó y ahora tengo que encontrarla antes de que se desmaye en el peor momento. ¿Me da permiso para salir?

—Mmm, si por supuesto— Ayano asintió a manera de agradecimiento y corrió a tomar su mochila. Se dirigió hacia la salida pensando en las miles de torturas que le haría a ese par tan pronto los tuviera frente a ella, eso esperando que no se metieran en problemas antes de que ella llegara. De todas formas, Copper debía seguir muy débil y así no llegarían muy lejos. Antes de salir, un brazo la detuvo —. Debo suponer que ya no regresara.

—Aja, ¿aun tendré mi promedio de diez? — tenia que estar segura de que el cumpliría su parte del trato y que sus humillaciones no habían sido para nada.

—Claro que si— comento inclinándose y acariciando su mejilla —, es lo menos que le debo a mi alumna favorita. Pero ya que esta es nuestra despedida por el momento, no te iras sin antes darme un beso ¿no?

Su calificación estaba en juego y los delincuentes cada segundo se alejaban un poco más. Si queria salir de ahí tendría que ser bajo las reglas de ese pervertido de pacotilla.

Se paró sobre las puntas de sus pies y de forma rápida para que no se le fuera a ocurrir ningún truco, le planto un beso en la mejilla que no tardo más del segundo y pudo volver a verlo con odio. El castaño sonrió con suficiencia y dejo de bloquearle el camino.

—Gracias, profe— murmuro entre dientes antes de salir disparada hacia las escaleras.

—A ti, Yan-chan.

Sonrió malvadamente y se permitió reír un poco a boca cerrada mientras regresaba a su escritorio. Con la prisa que ella parecía tener, no la culpaba de olvidar despedirse del bobo enfermero que tenían también hasta ese día. Pero claro, tampoco se molestó en recordárselo. Y ya que hablaba de recordar cosas, tomó el sobre rojo en el que ya había metido la carta que había escrito mientras ella hablaba por teléfono y sin prisas siguió el mismo camino que ella había tomado hacia la planta baja.

Siguió andando con calma y una sonrisa hasta quedar frente al casillero de Ayano. Jugo un poco con su propia carta y observo como alcanzaba a ver a la chica perderse de vista. Era un encanto en verdad, no al grado de ser una belleza exótica, pero si una que representaba un gran reto para él. Y en serio amaba los retos, hacían todo más emocionante.

— ¿Mido-niisan? — rodo los ojos y ahogo un quejido antes de voltearse y ver a Mujo con un sobre rosa en sus manos — ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dejaste a Yan-chan sola allá arriba?

—Lo siento pinkfool, pero tu hermosa paciente acaba de irse.

— ¿Que? — miro a la salida de la escuela y aunque ya no podía verla, no dudaba de que fuera cierto. Se encorvo dejando sus brazos colgar al suelo y empezó a lamentarse en vos alta —Aww, pero-pero yo queria...

— ¿Querías verla una última vez sin ropa? Sí, yo también queria eso— miro divertido a su opuesto y extendió su sonrisa con sorna, sabiendo que el comentario no le gustaría. No solo amaba a las mujeres y llamar su atención, su segunda cosa favorita en la vida siempre seria arruinar la alegría de Mujo.

Este último levanto la cabeza y lo miro mostrando su enojo. Dio un pisotón en el suelo y comenzó a temblar en un intento por pararse firme y mostrarse intimidante. Lo señalo acusatoriamente y camino hasta el para picarlo en el pecho. Más qué verse intimidante y dar miedo, provocaba ternura y risa.

— ¡Cállate! ¡Eso fue un accidente y nunca me aprovecharía de ella! ¡Eres un pervertido que solo sabe... solo sabe...!

— ¿Que? — Pregunto más divertido que molesto —Anda, dilo.

—Co-Co ¡Coger con todo lo que tenga tetas! — grito teniendo la cara roja del coraje.

— ¿Disculpen? — una voz profunda y seria hizo que Mujo se callara y se cubriera la boca espantado. Se giró y vio como la consejera los veía cruzada de brazos y golpeando el suelo con su zapato.

— ¿Lo escucho? Él dijo coger y tetas— hablo entre risas empujando a Mujo hacia la profesora —. Es tan malo, jajá. Póngale un reporte, consejera.

—N-No, yo no... yo no queria— decía tratando de defenderse casi al borde de las lágrimas.

—Ahh, claro. Son ustedes— comento la mujer arreglándose los lentes y viéndolos mejor. Mido le sonreía con coquetería y Mujo había juntado sus rodillas en un intento de parar de temblar —, mis dos estudiantes favoritos: los primos Taikou**.

—Profesora...— resoplo Mido volteando los ojos.

—Sí, aún recuerdo que nos les gustaba qué los llamara por su apellido en común— dijo sonriente. Camino hacia ambos y puso sus manos en los hombros de cada uno —. Es tiempo de superarlo y aceptar la realidad: son primos, y seguirán siendo familia aunque no les guste. Ya son adultos y muy pronto empezarán a trabajar y formar parte de la sociedad, no pueden seguir peleando como un par de jovencitos.

—Lo sentimos— se disculpó Mujo mientras jugaba con un remolino de su cabello.

—Seremos más responsables ahora— lo secundo Mido poniendo su mano sobre la que estaba puesta en su hombro.

—Muy bien. Qué gusto tenerlos aquí de nuevo, ojala no sea la última vez— la consejera los miro una última vez y continuo su camino hacia la segunda planta ya que iba al salón del consejo estudiantil.

Una vez volvieron a quedar solos, se vieron de mala manera y Mujo avanzó hasta quedar frente al casillero de Ayano. Vio el sobre rosa con temor y se lamentó cuando sus manos comenzaron a temblar. Respiro hondo y finalmente y ante la mirada de su primo logro deslizar el sobre por las rendijas del casillero. Una vez hecho, espero cinco segundos quedándose estático y suspiro aliviado al reconocer que por fin lo había hecho.

Si ella no veía la carta ese día, la vería el lunes. El cerezo era parte de su sueño, pero lo importante era poder ser sincero con ella y decirle como lo hacía sentir.

Ya estando calmado, vio una última vez a Mido y le saco la lengua antes de dar media vuelta y regresar a la enfermería. Aunque luego se dio cuenta de que estaba yendo por el lado contrario y paso de nuevo por ahí corriendo.

El castaño negó agobiado con la idea de que en verdad venían de la misma familia. Saco el sobre rojo de su bolsillo y sin mayor problema también lo deslizó al interior del locker. Si Ayano Aishi queria más de él para darle su atención, está bien, él le daría mucho más hasta llegar al punto en que esa misteriosa chica solo tuviera ojos para él.

Era un reto, y una cuestión de hasta dónde podía llegar por una mujer. Era un límite que no conocía, pero le causaba curiosidad saber.

Corrió hasta llegar a la calle, miro el camino que la llevaba hacia el centro de la ciudad y no vio ni a Copper ni a Spiky a la lejanía. Siguió corriendo esperando verlos más adelante, pero nada, ellos ya no estaban por ahí. No entendía como se habían podido esfumar tan rápido, si había corrido con todas sus fuerzas para alcanzarlos y apenas los había visto dirigirse a la salida.

Bufó al darse cuenta de su error; esperaba que con la menor de los delincuentes recién salida de una operación no pudieran llegar allá tan rápido, pero fue tan ingenua de no pensar que ellos eran capaces de tomar un taxi o un uber hasta allá. Qué estúpida.

Miro el cielo y observo como los tonos rosas y anaranjados de la tarde avanzaban. Dentro de poco oscurecería y ambos acabarían haciendo una estupidez. Tenía que apresurarse para llegar a ellos antes que la policía. Lo único malo era que no tenía dinero para llegar rápido, le tocaría caminar o casi correr para evitar que esos dos acabaran muertos.

—No soy una maldita niñera, y aun así tengo que cuidar a un par de niños— gruño acomodándose la mochila y empezando a correr hacia la tienda de regalos.

Ella no había sido hija única para terminar preocupándose de dos mocosos que además terminaban despreciándola o hiriéndola a punta de cuchillo. Si su madre la viera, ja, seguro se encargaría de matarlos ella misma solo por hacerla perder su tiempo.

Mientras tanto y a varias calles de Akademi, Spiky sostenía a su amiga del antebrazo mientras esta evitaba hacer muecas de dolor. Pero aun con eso, todos los que pasaban cerca de ellos los miraban con rareza por la inusual palidez y caminar de Copper. Parecía estar a punto de morirse, o a una zombi, ya que con su mano sosteniéndose las costilla rota y cojeando por su operación parecía que acababa de salir de su tumba.

Minutos atrás él estaba con los demás delincuentes discutiendo por centésima ves porque él y Copper no se pintaban el cabello, y era por dos razones: no se veían como rubios oxigenados y su hermano terminaría matándolo por teñirse sin su permiso. En eso su amiga le marco avisándole que pasaría por él a la escuela. Lo tomo por sorpresa pues imaginaba que ella tendría que seguir en el hospital unos días más por lo menos, pero entonces pensó que a lo quizá ella no estaba tan grave como había pensado el día anterior. Con eso en mente, salió antes para encontrarse con ella; se sentido muy aliviado al verla de pie por su propia cuenta. Fue a abrazarla y antes de poder preguntarle como había estado su tiempo en el hospital o de invitarla a comer antes de irse a casa, Copper comenzó a arrastrarlo diciéndole que seguía en pie el robo a la cafetería.

Intentó detenerla, o hacerla cambiar de opinión, pero entonces su mejor amiga se desmayó frente a sus ojos. Entró en pánico y se lanzó al piso con ella para sacudirla y hacerla reaccionar. Detuvo al primer taxi que pasó y le pidió que los llevara lo más rápido posible al hospital.

Volvió a respirar tranquilo cuando la vio despertar y poco a poco recuperar el conocimiento, cuando ella le pregunto en donde estaba, empezó a contarle lo que había pasado y que la estaba llevando de vuelta al hospital. Copper de repente se mostró enojada y obligo al taxista a detenerse. Apenas él auto disminuyo de velocidad, su amiga salto fuera del taxi y no tuvo de otra que ir tras ella, corrieron hasta perder al conductor que no dejo de gritarles para que le pagaran.

Y así habían acabado de nuevo en la ciudad y encaminándose al mismo callejón.

Todas las cosas que habían reunido para entrar por la fuerza a la cafetería debían seguir ocultas entre los basureros, pero aún así se sentía nervioso de si de verdad su mejor amiga entraría a robar estando todavía muy débil. Ni siquiera podía caminar bien sin necesitar su ayuda.

—Copper-chan, no estoy seguro de esto— murmuro asustado al comenzar a reconocer varias tiendas. Se estaban acercando.

—Cierra la boca Spiky-kun— tosió un poco y siguió caminando —, no seas un maldito gallina. Tienes que tomar cada oportunidad para ser más que un simple delincuente antes de que alguien te las quite.

—Lo sé, pero tenemos que hacerlo los dos y tú no estás...

—Puedo caminar, eso es lo que importa.

—Carajo, Copper— se quejó luego de que le diera un tirón accidental para evitar caerse —. Te hicieron cirugía y aun tienes una costilla rota.

—Ah sí, ya se me estaba olvidando— se pararon y la menor hurgo en su mochila hasta sacar un bote de pastillas y una botella de agua. Conto que cuatro pastillas cayeran en su mano y se las metió a la boca para luego beber toda el agua que pudiera antes de tener que respirar. Exhalo agotada y guardo todo de nuevo —. Ahh, listo. Espero que eso me calme un poco el dolor, que siento como si me clavaran algo en las tripas.

— ¿Qué son esas cosas?

—Una medicina que me daban para el dolor, dijeron que solo debía tomar una cada que sintiera mucho dolor pero que se jodan, una no es ninguna— tan pronto termino de decir eso, se cubrió la boca y cerró los ojos fuertemente antes de volver a estabilizarse —. Ay, casi vomito lo que comí ayer.

—Te ves terrible, ¿y no comiste nada en el hospital?

—No, esos idiotas me dijeron que no podía comer nada, solo beber— chasqueó la lengua molesta y al sentir que no podía caminar más se sentó en una banca. Mostrándose aliviada de poder descansar —. ¿Tú piensas que estaré bien tomando solo agua y eso? No, auch, nadie puede vivir solo con eso. Aww, y justo ahora que se me antoja de todo. Igual tampoco es que me pueda comprar algo decente. Oh, y ya que hablamos de dinero, ¿el matón de tu hermano no dijo nada sobre la cuenta del hospital?

—Agh, casi parte la puerta de mi habitación para despertarme y preguntarme si estaba bien— respondió dándose un momento de calma entre todos los sustos que su compañera le había dado. Se deslizo en la banca quedando con la espalda en el asiento —. Llegó haciendo un escándalo y casi me lleva en pijama a una revisión para ver si no le estaba mintiendo y el hueso roto era mío.

—Ah, ¿le dijiste que estábamos...? — pregunto moviendo sus dedos de forma rara para hacerle entender que se refería al robo.

— ¡Claro que no, imbécil! — respondió levantándose y cruzándose de piernas — ¿Te imaginas que le dijera que iba robar una cafetería contigo? Ahh, me hubiera encerrado en el sótano terminando el semestre en línea.

—El en serio me odia— se lamentó la contraria recostándose en el hombro de su amigo. Tosió de nuevo y se sostuvo las costillas con dolor.

Spiky miro a otro lado y más que preocuparse por el sonrojo que empezó a aparecer en su cara, se sentía mal por la verdad que ella había dicho. Su hermano mayor no se limitaba a solo mostrar su disgusto por Copper, sino también su odio y cuanto la detestaba. Siempre que él lo encontraba junto a su mejor amiga se encargaba de apartarlo y llevárselo de ahí. A veces aceptaba que se juntaran pero estando él presente para vigilarlo. Su hermano no confiaba en Copper, y muchas veces le había dicho de frente que no aceptaba su amistad con la delincuente.

Copper sabía que no era muy querida por el mayor, y por eso miles de veces le había hecho favores a ambos hermanos y buscaba verse confiable y útil frente al Yakuza. Había jurado ante el criminal que ella misma acompañaría a Spiky todos los días de la escuela hasta su casa y que le cobrara como quisiera si este llegaba con un solo rasguño. Pero a pesar de todo lo que la chica hacía para agradarle, el hermano mayor de su mejor amigo seguía viéndola por encima y como si en cualquier momento fuera a secuestrar a su hermano menor. No importaba que hiciera ella, nunca lograba ganarse ni una sonrisa falsa del Yakuza.

Esa era otra razón por la que detestaba a Ayano. ¿Cuánto tiempo tenía esa entrometida conociendo al criminal? Apenas unas semanas y aun siendo una tipa que buscaba la muerte de alguien, tenía la tolerancia y el agrado que debía ser para ella. Copper había luchado con sudor y lágrimas para ser aceptada en esa familia, y de repente una estudiante cualquiera llegaba y le robaba como si nada su lugar. ¡La odiaba con todo su ser!

Y si no estaba adentro por las buenas, seria por Spiky ayudándolo a crecer en lo ilegal. Asaltar esa cafetería era como un juego de niños para la mafia Yakuza, pero para ellos dos como simples delincuentes de escuela sería un gran paso en su vida para ser tomados como futuros criminales. Y de eso a formar parte de los Yakuza, los siguientes pasos no serían ningún problema y así podría estar junto a su amigo sin necesidad de la aprobación de nadie.

—Hey, pero no te pongas así— Spiky intento animarla moviendo su hombro —. El tampoco salto a su trabajo siendo muy bueno, y te consta que exagera por todo. Como esa vez en que no me dejo salir de la casa porque creyó que me daría gripa.

—Es cierto— respondió divertida al recordarlo —. Toda esa semana me cole a tu cuarto subiéndome por una escalera desde tu jardín.

Ambos se rieron a carcajadas y suspiraron nostálgicos por esos días cuando su reciente amistad era apenas un respiro en sus complicadas vidas. Spiky con un hermano que vivía atento a él y haciendo trabajos sucios para que pudieran sobrevivir, y Copper prácticamente cuidándose sola por tener unos padres que olvidaban que existía y si la recordaban era para desquitarse con ella por ser una buena para nada.

La de mechones naranja miro a todas las personas que pasaban frente a ella y sonrió con tristeza al ver a tantas personas felices y sin problemas en sus vidas. Hubiera dado lo que fuera por ser como cualquiera de ellos. Pero ya no importaba, ahora tenía la oportunidad de tener una mejor vida junto a su mejor amigo, y si tenía que jugar sucio para poder conseguirla estaba dispuesta a hacerlo.

Entre quejidos y maldiciones se volvió a poner de pie y tratando de ignorar el dolor en su costado que gracias a la medicación ya había disminuido, siguió caminando hacia la cafetería que ya no quedaba tan lejos. Spiky la alcanzó poniéndose a su lado y por un raro todo fue silencio entre ellos dos hasta que llegaron al callejón donde se ocultarían para dar el gran golpe.

Spiky debía llegar a casa máximo a las diez, así que debían hacerlo rápido y huir sin ver atrás. Esperarían hasta que casi no hubiera nadie en la calle, momento en que entrarían forzando la puerta de empleados para no llamar la atención. Contaban con que el lugar tenia alarma y cámaras de vigilancia, por eso llevaban máscaras y tenían medido que habían treinta segundos antes de que la alarma llamara a la policía y dos minutos antes de que estos llegaran.

Tenían ya todo planeado, y nada podía salirles mal.

—Aún podemos irnos— insistió Spiky sin dejar de ver tras de ellos para asegurarse de que nadie los hubiera visto meterse en el callejón.

—Ya, haremos esto hoy o no será nunca— replico harta de las negativas que su propio amigo ponía. Se sostuvo las costillas y se agacho para verificar que su mochila con las herramientas y máscaras siguieran ahí. La saco y aventó a un lado de la puerta por donde entrarían —. Deja de temblar y esperemos a la hora acordada. Con costillas rotas o no, esto será pan comido.

Copper camino hasta el fondo del callejón y se recargo en la esquina abrazándose el estómago. Tenía mucha hambre y volvió a sentir ganas de vomitar, pero igual que antes se aguantó. Comenzó a sentir mucho sudor bajar por su frente a pesar de no tener calor, se limpió con la manga de su uniforme y cerró los ojos para descansar un poco.

— ¿Segura de que estas bien? — Spiky se acercó a su amiga y al verla sudando le toco la frente, el colmo de todo sería que tuviera fiebre —. Copper-chan, estas fría.

—Ja-ja, que gracioso— rio lentamente y con sarcasmo. Aparto la mano del contrario a manotazos y saco su teléfono para ver la hora. Apenas darían las seis dentro de poco. Rodo los ojos y jalo su mochila para volver a buscar las pastillas; conto cinco esta vez y antes de poder tomárselas una mano tomo su muñeca impidiéndoselo —. ¡Hey! ¿Qué diablos haces?

— ¿Es que piensas tomar más?

—Pff, claro. Si apenas se me quito el dolor con cuatro pastillas, con unas cuantas más me aseguro que esta cosa rota no me dará problemas cuando tenga que correr— de un empujón aparto a su amigo y se metió las pastillas a la boca. Estaba destapando la botella de agua cuando el otro intento arrebatársela de las manos. No pudo hacer más que quejarse a boca cerrada.

—Estás loca si crees que dejare que te tomes todo eso— gruño su amigo al tomar con más fuerza el bote y seguir tratando de quitárselo de las manos.

Ambos pelearon por el agua jalando la botella y tratando de desestabilizar al otro, pero al final Copper en un acto muy arriesgado empujo en vez de jalar logrando tirar a Spiky al piso. Aprovecho el momento y bebió toda el agua que pudo hasta terminar lanzando la botella casi vacía lejos de ella. Se limpió la boca con su antebrazo y exhalo tan pronto paso las pastillas.

— ¿Qué rayos te pasa, imbécil? — se quejó una vez recupero el aliento.

— ¿Qué es lo qué te pasa a ti? ¿Tienes una maldita idea de lo qué te puede pasar si tomas tantos analgésicos juntos? ¡Escúpelos!

—Aish, te estas portando igual qué tu hermano. Estaré bien ¿sí?

— ¡No! No pienso robar esta tienda hoy, y menos contigo. No puedes correr y seguro terminaras vomitando en medio de todo. Además no quiero problemas con esos idiotas de ayer.

— ¿Con esos delincuentes buenos para nada? No seas ridículo— se defendió tomando su bate y golpeándolo contra su palma para verse amenazante —. La entrometida esa se encargó de hacerles creer qué no volveríamos. Ninguno de ellos vendrá a detenernos ahora. Tenemos el camino libre para robar y hacerles ver qué aunque sea su territorio nos importa un comino y haremos lo que queramos.

— ¿Ah sí? — inquirió una tercera voz. Ambos se fijaron en la entrada del callejón y vieron con asombro y terror como seis chicos con estuches en la espalda y las manos en los bolsillos bloqueaban la salida —Porqué yo creo que para hablar mucho, es realmente fácil hacer qué te tragues tu parloteo.

Los seis avanzaron un poco más y de los estuches sacaron sus armas mostrándose listos para pelear.

Spiky trago saliva y se preparó para tomar su arma también, pero antes de poder hacerlo fue jalado desde atrás y aventado al fondo del callejón. Copper se apresuró a tomar su lugar y se enderezó colocando su bate sobre su hombro derecho para demostrar que no tenía miedo, comenzó a caminar hacia los demás y sin demostrar el dolor que punzaba por sus costillas rotas se paró frente a ellos deteniéndolos a la mitad del camino.

Golpeo la punta de su arma contra la pared y luego abaniqueo quedando está casi tocando la nariz del líder de los delincuentes. Estaba consiente de que estaba tratando de detener a Kakure Fan, el enemigo jurado de Osoro. Era un chico pelirrojo con una cicatriz que empezaba en su mejilla y bajaba hasta su hombro perdiéndose de vista por su uniforme. El delincuente era conocido por su facilidad para crear planes y su brutalidad al momento de pelear.

Estaba nerviosa porque tendría que enfrentarse a todos ellos y muy seguramente saldría más muerta que viva de ese lugar, pero ocultaba su miedo con una máscara de frialdad y orgullo. Estar recién salida del quirófano, pero por ningún motivo se rendiría sin antes dar pelea, aun si eso significaba entregar su vida en ese mismo y apestoso lugar.

—Lárguense de aquí— ordenó sin moverse un centímetro. Sabía que era inútil decirles eso ya que ella y Spiky eran los que estaban invadiendo. Pero no sabía que más decir.

Los seis chicos se rieron de ella y el segundo al mando de Kakure dio un paso adelante y bajo el bate sin que ella se opusiera. Mantuvo su imagen ruda, pero por dentro supo que eso les daba el camino libre para saber que realmente no queria pelear. Estaba a punto de estar más jodida si no se le ocurría algo rápido.

—Tenemos un asunto que arreglar con ustedes tres— ¿tres? Se mostró confundida, no hizo más que alzar una ceja y mantenerse en guardia para no dejarlos avanzar —. Mi amigo me dijo que ayer su compañera lo amenazó con matarnos si no los dejaba irse. Aunque también dijo que ya no regresarían y vaya, yo los encontró aquí... en mi territorio.

Gruño y haciendo uso de toda la fuerza que le quedaba, levanto su bate y en un movimiento cargado de ira abaniqueo su arma acertándole un golpe en el rostro al líder de la pandilla. Luego de hacerlo retroceder, apenas pudo defenderse de un ataque por la mano derecha de este, pero un segundo golpe que le llego de su derecha no fue capaz de esquivarlo. Cayó de rodillas y se quejó entro un nuevo ataque de tos y una opresión en el pecho, le estaba faltando el aire.

Kakure se limpió unas gotas de sangre que deslizaban de su labio roto y sonrió con cinismo. Tronó su cuello y dejándole su arma a otro de sus amigos se acercó a donde Copper seguía tirada y comenzando a temblar, lo que él no sabía era que ella no lo hacía por miedo o impotencia, ni siquiera sabía por qué pues su cuerpo solo empezó a temblar y eso no hizo sino confundirla.

El chico se hinco frente a ella, fue que noto a Spiky dirigirse hacia él con su arma en manos, con una sola mirada sobre su hombro mando a dos de sus subordinados para que lo retuvieran en su lugar al final del callejón. Volvió a prestarle toda su atención a la de mechones naranjas y se fijó como esta mantenía sus manos sobre sus costillas, donde su segundo al mando le informo haberla lastimado más. Sabía a simple vista por su palidez y su rápida derrota que ella no estaba en condiciones para estar de pie, y si estaba pensando en ponerse a pelear con él y el resto de su grupo era como si hubiera elegido suicidarse.

La sujeto del mentón y levanto su cara para que lo observara a los ojos.

—E-Ella no es de nosotros— gruño entre dientes a pesar de la presión que le estaba dando —. No me emparejes c-con esa idiota.

Rio con ironía y la soltó volviéndose a poner de pie.

—Eres muy tonta al negar a quien te salvo de morir— tomó de vuelta su arma que era una bokken: katana de madera. La empuño y fijo su mirada en las que era las costillas sanas de la delincuente —. Pero eso está mejor, porque entonces nadie te salvara de pagar la cuota por entrar a mi territorio.

—Anda— lo reto levantándose apenas un poco para verlo hacia arriba —. Intenta matarme, luego yo volveré a arrancarte esa maldita sonrisa.

El pelirrojo dejo su postura un segundo para reírse y verla muy entretenido. A pesar de estar en el peor estado, esa chica seguía viéndolo con un profundo odio que de no estar tirada en el suelo en su sentencia de muerte estaría seguro de que le daría una muy buena pelea para seguir su plan de robo. Le mostraba una fuerza de voluntad inmensa, pero realmente era alguien muy débil. Y ese tipo de persona, era el que más le gustaba aniquilar.

Dejo el suspenso a un lado y luego de levantar su katana por encima de su cabeza, la bajo en un golpe crítico que impacto con fuerza en el costado de Copper. Antes de que ella gritara, otro delincuente ya le había cubierto la boca con un trapo. La menor cerró sus ojos con fuerza y de estos salieron lágrimas al recibir un segundo golpe. De fondo solo podía escuchar los gritos de su mejor amigo pidiendo que la soltaran.

Abrió sus ojos apenas algo para ver entre lágrimas al tipo que ya tenía la katana en alto para darle un tercer golpe. Solo pudo apretar sus manos en puños y esforzarse lo suficiente para apoyarse en un brazo y con su mano libre golpearlo en la rodilla. Logró hacerlo caer al piso y tenerlo más cerca de ella; se lanzó impulsándose hacia él y consiguió poner sus manos alrededor de su cuello para intentar ahorcarlo. Apretó con insistencia y gruño mientras sus mejillas se mojaban por las lágrimas.

Debía ganar, debía salir bien de eso. No tenía ninguna oportunidad contra seis a la vez, menos contra un líder como Kakure. Pero debía vencerlos, debía demostrar que era fuerte, que valía la pena, que nada de lo que planeaba para su ilícito futuro eran simples fantasías. Tenía que dar luchar y, aunque fuera vendiendo su alma al diablo, ganar esa pelea.

Un golpe en la mejilla la regreso al suelo y se quejó al sentir su cara raspar contra el pavimento.

Intento insultar al que la había empujado, pero se sorprendió al no poder articular ninguna palabra. Abría sus labios pero su lengua se trataba impidiéndole decir algo. No podía hablar. No hacer ningún ruido.

Kakure tomo su katana que uno de sus amigos le estaba devolviendo, y ahora el tomo el lugar de Copper se colocó entre manotazos y forcejeos encima de ella. Sujeto su arma con ambas manos y presionándola contra el cuello de la menor, intentaba ahorcarla así como ella lo había querido hacer con él. La idea del líder no era matarla, solo dejarla inconsciente y luego encargarse del otro delincuente que había llegado con ella.

— ¡Jefe! — le gritó uno de los dos que mantenían inmovilizado al menor de los Pompadeour. Kakure los volteó a ver y estos que en un principio se mostraban atónitos, pronto reaccionaron demostrando que algo los había asustado — ¡Es ella! ¡La que nos amenazó!

Tan pronto terminó de hablar, un golpe seco del otro lado ocupo toda su atención, y al girarse para ver se encontró con una chica azabache que usaba el uniforme de Akademi y avanzaba hacia él con una mirada ensombrecida.

La recién llegada acababa de noquear a uno de sus subordinados azotando su cabeza contra la pared. Otros dos amigos iban a atacarla pero los detuvo a tiempo. Se levantó dándole la espalda a Copper y dejo que la nueva chica continuara hasta donde estaba él.

Si había llegado a ser líder de los delincuentes había sido porque sabía hacer las cosas bien. No tenía por qué apresurarse en atacarla, solo dejar que se confiara un poco y cuando estuviera delante suya no se habría dado cuenta de que se había dejado acorralar por cinco delincuentes. Era un plan perfecto y en el que no tenía que hacer nada más que dejarla engañarse sola.

—Déjalos irse— fue lo primero que dijo mientras se cruzaba de brazos y lo miraba sin ningún rastro de temor. No usaba ninguna mascarilla y tampoco tenía pinta de ser una delincuente como los otros dos.

—Dime una razón por la que debería— la miro de pies a cabeza y bufo divertido. Era probablemente un año menor que él, y una idiota por creerse capaz de hacerle frente —, y por la que no debo ponerte en tu lugar a ti también.

Ayano sabia gracias a las sombras que se proyectaban en el piso que los otros dos que había dejado atrás se le habían acercado para encerrarla. Guardo silencio unos segundos y en vez de pensar en que responderle al idiota pelirrojo que tenía en frente suyo, comenzó a enlistar las armas que tenía en su falda-inventario: su cuchillo, una nava y unas tijeras. Podía defenderse de uno o tal vez dos, pero sabiendo que ellos eran más fuertes que los otros alumnos que ya había matado sería bastante complicado enfrentarlos a todos juntos. Miro a Copper apunto de desmayarse y se asomó encontrando a Spiky casi suplicándole con la mirada que los sacara de esa situación.

Exhalo y parpadeo mientras lentamente acercó su mano bajo su falda para tomar la navaja. Le sostuvo la mirada al líder para distraerlo, aunque eso significara levantar un poco la cabeza.

—Porque estoy de mal humor— y era verdad. Luego de llegar a la ciudad recordó que no se había despedido de Mujo. Su querido amigo al que no sabía si vería de nuevo algún día; había olvidado todo por perseguir a Spiky a Copper, y aun cuando regresara a la escuela ya sería tarde y él ya se habría ido.

La tristeza y el vacío pronto se convirtieron en ira y en sed de sangre, y si no era de esos torpes que se creían por encima de ella, seria de los tontos niños por los que estaba haciendo todo eso.

El pelirrojo se rio a carcajadas que pronto calló para no llamar la atención de las pocas personas que seguían en la calle. Empuño su bokken y la señalo con está colocándosela casi en la frente. Deteniéndola de cualquier otro paso que quisiera dar hacia él.

Dio la orden a cada uno de los subordinados que estaban a espaldas de Ayano y estos empuñaron sus armas, listos para golpearla. Ayano sujeto con fuerza la navaja y antes de que estos llegaran a tocarla, se agacho y retrocedió para lanzarse contra el que tenía a su derecha. Inmovilizó su brazo con el que sostenía su palanca y enterró la cuchilla repetidas veces en su brazo opuesto, y justo cuando el segundo iba a atacarla, invirtió los papeles con el chico al que atacaba para usarlo como escudo, haciendo que el golpe fuera para este y terminara inconsciente y desangrándose en el piso.

Lo lanzó lejos y fue contra el siguiente que ya iba contra ella. De la misma forma detuvo su ataque, pero muy apenas logro esquivar un golpe a mano limpia. Lo empujo lejos y antes de que pudiera reaccionar a intentar golpearla de nuevo, corrió hacia él tacleándolo hasta el contenedor de basura y dándole un rodillazo seguido de un golpe a la cabeza que lo dejo algo atontado y cayendo al suelo.

Estaba relajándose por haber superado a dos delincuentes cuando un golpe sorpresa en la espalda la hizo abrir sus ojos hacia el cielo y por un momento ver todo de color blanco. Cayó de rodillas y mientras una mano la tomo con fuerza del cabello otro par comenzó a atarle las manos tras la espalda. Con la cabeza en alto de esa forma forzada, pudo ver que Spiky ahora estaba libre y tratando de ayudar a Copper. Kakure se paró frente a ella y entonces supo por la forma como movía su arma que había sido él quien la había atacado.

—Eres más fuerte de lo que esperaba— comento distante mientras se encorvaba para verla de rodillas. Mientras, sus dos amigos restantes la sostenían para evitar que se levantara —, me gustaría probar si resistes igual.

Y de ese modo, los tres delincuentes la amordazaron para que no hiciera ningún ruido. Levantaron sus armas a la vez que dibujaban sonrisas siniestras y empezaron a golpearla en la espalda, estómago y costados.

Nunca había sentido un dolor tan grande como lo eran esos golpes, sus gritos eran silenciados y su sufrimiento era visto por los dos chicos a los que había ido a detener. Y todo comenzó a ser peor cuando los tres chicos decidieron que era muy injusto golpearla con sus armas estando ella desarmada, por lo que las tiraron al piso muy lejos; a continuación, un puñetazo en su cara la hizo caer de lado. Manos y patadas impactaban contra ella acallando sus gritos con otros que tampoco terminaban de sonar.

Un grito a espaldas del líder llamo su atención y observo como Spiky sostenía su arma en alto y corría hacia él para que la dejaran en paz. Para este fue cosa simple detenerlo y mandarlo también al piso con un simple golpe en el ojo. Copper, con una voz rasposa y una notable desesperación, aulló el nombre de su amigo mientras se arrastraba para ir con él.

Todo era un caos. Había ido para detener a esos dos antes de que acabaran muertos, y ahora además también ella moriría por entrometerse. Se había sentenciado a cuando menos ir al hospital por dos mocosos que no le interesaban. Pensando en cómo no era capaz de cuidar a nadie y tampoco a sí misma, comenzó a llorar, divirtiendo a sus agresores y provocando que fueran más rudos y la golpearan en la cara para que guardara silencio.

Los siguientes golpes que esperaba nunca los sintió, y todos los sonidos también se detuvieron; risas, suplicas, golpes, pasos, todo. Un poco temerosa abrió uno de sus ojos, aguantándose el dolor que le provocaba solo hacer eso, parpadeo y con cierta dificultad se trató de enderezar un poco para observar sin poder creerlo como todo estaba detenido. Miro a los tres delincuentes y observo con horror que uno estaba a punto de herirla con la misma navaja con la que había apuñalado a uno de los dos que seguían en el suelo.

—Hola, baby killer— escucho de una voz chillona y algo distorsionada. Miro más arriba y se sintió tranquila y a salvo tan pronto vio como Fun Girl flotaba de cabeza arriba suyo. La chica de color blanco miro a los delincuentes de Akademi a cierta distancia de ellas y luego a los que estaban por seguirla golpeando —. Uh, todo esto se ve como los castigos del limbo. Me encanta ir a verlos. Pero... creo que nunca había visto a una Aishi ser parte del show. Yo llegue y dije ¿Me equivoque de canal o esta cuando se murió? Jajaja. Pero no veo que te estés divirtiendo mucho.

— ¿Es broma? — pregunto con enojo luego de que ella le quitara la mordaza de la boca. Se dejó caer de nuevo en el piso agotada. Fun Girl se colocó boca arriba y se acercó flotando a Copper y Spiky.

— ¿Eso es un no? Bah, los prisioneros del limbo tampoco.

—Fun-chan, ¿puedes ayudarme? — pidió viéndola con ojos esperanzados. La peliblanca se giró a verla con la lengua de fuera y también detecto una gran desesperación en sus ojos.

Fun Girl giro sobre su eje y en el sentido de las manecillas del reloj unos instantes hasta que por fin se detuvo alzando una mano en alto elevándose más para ver todo el escenario de rehenes y delincuentes. Se puso las manos en la cintura y comenzó a mover su cabeza de un lado a otro.

— ¿Pero esto como te ayuda a tener a tu senpai? — preguntó algo dudosa. Ayano se mostró nuevamente sorprendida y se sintió terriblemente mal al no acordarse de Taro, es decir, siempre lo tenía presente, pero con el asunto de Mujo y el problema de Mido realmente no había hecho nada por verlo en la escuela y tratar de declararle sus sentimientos. Se sentía terrible —Ahh, ¿estos delincuentes lo molestaron? ¿Le hicieron algo?

—No, no le han hecho nada— fijo su mirada gris en los chicos que debía ayudar y una idea llego a su mente —. Mi reputación, ellos son delincuentes y nadie se les acerca por miedo. Entonces, ¿no me haría quedar bien ayudarlos?

— ¡Ah, sí! Tu corazón en tan grande que incluso te preocupas por ayudar a los malos. Eso es súper fun— grito emocionada mientras soltaba patadas. Finalmente junto sus manos y sonrió inmensamente a la azabache, aunque por un segundo Ayano juro ver una distorsión por medio de glitch que convirtió la sonrisa de Fun Girl en un rostro serio y molesto, pero un instante después volvió a la normalidad —. Este es un trabajo para mi amorcito, pero tengo mucha hambre así que se lo robare. Jiji, no creo que le moleste.

Ayano no comprendió a que se refería al decir que tenía hambre, pero antes de preguntárselo Fun Girl se teletransporto frente a ella quedando cara a cara. La peliblanca paso un dedo por los labios de la yandere recogiendo un poco de sangre, acto seguido lo llevo a su boca probando el líquido vital. Casi de inmediato tuvo un enorme glicheo en su cuerpo, algo parecido a un escalofrió que comenzó por sus pies y acabó con sus coletas dando un pequeño brinco.

Fun sonrió abiertamente mostrando unos colmillos por los que empezaron a escurrir más tinta negra y entonces se colocó detrás de Ayano tomándola de la cabeza y obligándola a ver directamente a sus ojos que también lloraban el mismo líquido.

«Más poder... más energía para divertirnos... ríe con maldad y juega... rompe sus mentes y que empiece la diversión.

En ese instante, el nudo que mantenía atadas sus manos se rompió y en lo que pareció un parpadeo ya se encontraba de pie detrás de los dos subordinados del pelirrojo. Miro a todos lados y se fijó en que Fun Girl ya no estaba, sintió un extraño escalofrió y al mirar sus manos se sorprendió al verlas glitchearse. También estaba flotando y el tiempo seguía detenido. Ahora lo entendía, Fun Girl le había prestado sus poderes; ahora podía hacer todo lo que la veía haciendo siempre en el plano de los demonios.

Se visualizó de vuelta en el centro de los tres delincuentes y sintiendo como su cuerpo se descomponía y volvía a armar consiguió teletransportarse. Deseó que el tiempo volviera a correr y a penas los sonidos y el movimiento volvieron a recuperarse empujo de una patada a Kakure, enviándolo hasta el final del callejón. El tiempo volvió a su ritmo normal y se giró para ver a ambos chicos que terminaron pateando a la nada porque ella ya no estaba ahí.

Sonrió macabramente e inclino su cabeza mientras alzaba sus manos hacia ellos. Algo en ella había cambiado, pues cuando la vieron se mostraron espantados y empezaron a retroceder. Soltó una carcajada y con pasos vacilantes comenzó a caminar hacia ellos.

—Esta va a ser muy... divertido— habló luego de sentir como sufría un nuevo glitch.

No tuvo que hacer más que verlos a los ojos y en un silencio agonizante salieron huyendo por su propia cuenta del callejón. Ese era el poder de Fun Girl, el núcleo de su fuerza y la razón de todo su ser: la locura. El destruir mentes, el confundir la realidad de todos los mortales y las pobres almas en pena era lo que ponía esa sonrisa en su cara, adoraba el dolor que les causaba su locura.

Al verlos correr despavoridos, entorno sus ojos en un gesto aburrido y las comisuras de sus labios se bajaron mostrándola como si hiciera un puchero. Bajo sus manos a sus costados y levanto una de sus piernas para luego dar una patada al aire.

«Eso fue aburrido. Esperaba algo más fun— se giró y encontró a dos menores aferrados entre sí sin atreverse a verla; había unos nombres en su mente, pero con un glitch más estos desaparecieron. Pero lo que la hizo volver a sonreír fue el chico pelirrojo que la miraba atónito y extrañado. Tal parecía que no era tan asustadizo como los demás, eso hacia que se volviera a emocionar. Comenzó a avanzar hacia el final del callejón mientras preparaba sus manos y ensanchaba su sonrisa —. Hola, ¿tienes miedo?

Su voz sonaba entrecortada y comenzó a sentir algo caer de sus ojos. Se sentía más fuerte que nunca, los recuerdos de porque estaba peleando se desvanecían pero no le importaban, solo queria divertirse haciendo un baño de sangre. Queria reír sin parar y jugar a lo que fuera y con quien fuera. Sus ideas se dispersaban solo dejando en claro que debía matar y jugar. Matar y Jugar. Matar y jugar. Matar y Jugar.

Matar.

Jugar.

—S-Spiky-kun— una voz lejana.

Despego sus ojos de su presa para ver a su derecha, había dos niños cuyos rostros sentía que había visto antes, pero no recordaba en dónde. El de cabello negro se acercó a la chica que tenía mechones naranjas pero esta no pudo decir nada más pues se arrastró hacia la pared y comenzó a vomitar. Estaba pálida, casi pareciendo muerta.

— ¡Copper-chan! ¿Estas bien? ¡Háblame, por favor! — le suplicaba su amigo mientras le sostenía el cabello y trataba de que ella formulara otra palabra. Pero ella no podía hablar ahora.

Cerró sus ojos un instante y se forzó a aclarar su mente, alejando sus deseos y buscando algo importante. Copper y Spiky, había ido hasta allí por ellos. Y ese poder no era suyo, era prestado. No... no podía dejarse llevar, no podía dejarse manipular por Fun Girl.

''Bu, no tienes sentido del humor'' escucho en su cabeza antes de volver a sentir el dolor de los golpes en todo su cuerpo. Dejo de flotar y se llevó una mano a la cara, quejándose al sentir su ojo doler.

Volvió a mirar al líder manteniendo su mano sobre el ojo que más habían lastimado, y en vez de continuar hacia él doblo su caminar a donde Spiky trataba de ayudar a Copper. Lo aparto con cuidado y sujeto a la menor cargándola a pesar de lo mucho que le dolía hacerlo. Le indico al chico que tomara su mochila y la siguiera lejos de ahí.

Miro sobre su hombro al pelirrojo y solo frunció el ceño como amenaza antes de por fin irse de ese condenado lugar.

—Y más les vale, par de mocosos estúpidos— comenzó a decir en voz baja para evitar que las últimas personas en la calle pudieran oírla. Aunque su apariencia golpeada de por si llamaba su atención —, que no vuelvan aquí otra vez. O juro que los dejo morir.

—Sí, Yan-chan— habló Spiky sin atreverse a levantar la cabeza —. Lo prometemos.

—Y-Yo... no— alcanzó a decir entre murmullos Copper, luego empezó a toser.

—Tú cierra la boca— Ayano escupió furiosa. Quería dar el tema por terminado.

Luego de caminar un poco consiguieron salir del centro de la ciudad y comenzaron a andar por una calle tranquila e iluminada. Si seguían por esa ruta pronto llegarían hasta su casa, pero no era eso lo que planeaba. Le ordeno a Spiky que le enviara un mensaje al Yakuza pidiéndole que fuera a buscarlo al parque que les quedaba de camino, no acepto excusas de que él estaba trabajando ni suplicas, fue muy clara y no dejo de mirarlo con ganas de matarlo hasta que por fin le dio el mensaje.

—No, por favor— suplicaba Copper tratando de jalarle el pelo a Ayano para demostrar su negativa, pero ni siquiera podía levantar por completo sus extremidades —. No hagas que nos vea así.

—La culpa es tuya por salirte del hospital y ponerte a pelear contra seis malditos delincuentes. No entiendo tu terquedad, ¿o estás buscando suicidarte y de paso llevarte a este tonto al otro mundo contigo?

— ¡No! — Bajo la mirada para verla, su expresión era de una chica desesperada — ¿No lo entiendes?

—No, y no quiero entenderte.

Estaba cansada de cargarla todo el camino, así que no mucho antes de llegar al parque se detuvo en una banca y pidió a ambos su ayuda para poder bajar a Copper; la dejo sentada a su lado y se dejó caer haciendo que su cabeza colgara hacia atrás. Suspiro cansada y se abrazó a su mochila buscando un poco de tranquilidad.

Spiky le pidió permiso para ir a un bebedero y limpiarse la ropa, no queria que además de golpeado su hermano lo viera sucio. Lo dejo ir y saco de su mochila una pequeña botella de agua. Bebió desesperadamente y no se detuvo hasta sentir una mano caer en su antebrazo izquierdo. Miro a su lado y vio como Copper intentaba ponerse de pie, sin conseguirlo obviamente, pero siguió tratando hasta que en una ocasión resbalo cayendo de sentón en el suelo. Le toco ayudarla y acomodarla de nuevo en su lugar.

— ¿Qué le dirás? — Inquirió Copper mientras se sostenía las costillas — ¿Qué fue mi culpa?

—Claro, si no hubieras insistido tanto en ir a robar esa cafetería tú no estarías sin poder caminar y él no tendría problemas ahora con el Yakuza.

— ¡No! No lo entiendes, todo esto lo hice por él— se defendió volteando a ver a Spiky que estaba palpando su ojo golpeada —. El quiere demostrarle a su hermano que puede cuidarse solo.

—Vaya, y eso les salió muy bien— respondió con ironía.

—No me estas entendiendo, boba— grito empezando a frustrarse —. Spiky-kun quiere ser un Yakuza, pero no le dejan hacer nada para demostrarlo. Por eso planeo el robo a esa cafetería, llevamos semanas yendo a ese lugar con la fachada de hacer tarea para aprender todo sobre el sistema de seguridad.

—Alto, ¿me estás diciendo que él planeo todo? Vamos, todo esto tiene tu nombre escrito por donde lo veas.

— ¡Es en serio! A él se le ocurrió robar para probarle a su hermano que no es un niño, pero como es un nene consentido se vuelve un cobarde cuando el momento de actuar llega— rodo los ojos y volvió a fijarse por si su amigo volvía—. Por eso me dijo que si llegaba a echarse para atrás yo lo arrastrara aunque fuera en contra de su voluntad, que era su oportunidad para comenzar a ser un verdadero criminal. Yo no planee nada, solo hice lo que me dijo.

Movió un poco la botella de agua y se puso a pensar en lo que la pequeña delincuente decía. Ella aún no sabía que los había espiado en el laberinto de setos, y menos que estaba enterada que volverían a intentar robar la tienda. Así que no se estaba justificando con mentiras. Y recordando ciertas cosas, era Spiky a quien siempre descubría tratando de chantajear a alguien en la escuela y Copper solo estaba detrás de él ayudándole.

Realmente había sido Spiky quien los había metido en ese problema aun sabiendo que era territorio de los delincuentes de la escuela rival. Pero eso no resolvía todo, de hecho, le provocaba una duda más.

—Y si todo lo que paso es su culpa, ¿por en las dos peleas solo tú te enfrentaste a ellos? ¿Otra cosa que él te dijo que hicieras?

Copper se asomó una tercera vez y al confirmar que Spiky aún no acababa inflo sus mejillas con duda mientras se debatía entre si decirle o no la razón, pero en cuanto vio que su mejor amigo estaba terminando bufo con resignación y soltó todo revelándole la verdad de una vez por todas.

—Porqué me gusta ¿sí? — Se sonrojo fuertemente y bajo su cabeza mientras se cruzaba de brazos —Spiky-kun... me gusta mucho, y si después de estar conmigo llega a casa lastimado, aunque sea solo con un miserable raspón, su hermano es capaz de ir a mi casa para amenazarnos o secuestrarme y hacerme parte del programa involuntario de donación de órganos— la miro escéptica al creer que estaba exagerando, pero algo en su mirada le hizo entender que si bien era una exageración, la verdad tampoco estaría muy alejada de todo eso —. Por eso... cada vez que tenemos que pelear lucho por los dos, para que él no salga herido y su hermano mayor no tenga más razones para querer alejarlo de mí. Realmente lo quiero, y prefiero casi morir por él que vivir sin mi mejor amigo. En verdad no sé qué haría sin él.

Suavizó su semblante y, por primera vez desde que habían iniciado las clases, miro a Copper diferente a la molestia y el problema andante que siempre le había parecido, y comprendió una cosa; tal vez no idénticas, pero Copper tenía algo parecido con ella: era una chica enamorada y era capaz de llegar a mucho por cuidar a su verdadero amor y asegurarse de que él se mantuviera a su lado. Copper era aún una niña muy malvada y violenta, pero ahora entendía que varias de las veces en que ella la había tratado mal e incluso lastimado eran porque había estado cuidando a Spiky o se encontraba celosa.

Copper solo cuidaba lo que veía como suyo. Y la entendía. Gracias a todo eso ahora entendía un poco a esa niña; y podía decir que al menos un poco de su odio había disminuido, no todo, solo un porcentaje muy pequeño.

Spiky volvió y ya habiendo descansado mucho retomaron su camino, dejaron la calle atrás y siguieron andando por el sendero del parque que los llevaría directo hasta los juegos infantiles, el cual ya era conocido como el punto de reunión entre los dos delincuentes con el Yakuza.

Pasaron los sanitarios y pronto dejaron las áreas verdes para encontrarse en un lugar con arena, columpios, toboganes y más juegos coloridos. Ayano acomodo mejor a la menor entre sus brazos y miro hacia la misma mesa de piedra en donde ellos cuatro se habían sentado a comer helado la vez pasada; ahí se encontró con el hermano mayor de su compañero tecleando algo en su celular.

Se le acercaron por la espalda y con una mirada a Spiky le pidió que aguardara unos pasos atrás. Llego tras el mayor y aclaro su garganta llamando su atención, el más alto se giró y su mirada severa pero formal cambio en un parpadeo a una expresión de asombro.

—Hola, buenas noches— lo saludo apáticamente y viéndolo directamente a los ojos.

El Yakuza vio sin saber cómo reaccionar a las dos chicas en frente suyo. Copper estaba pálida cual hoja de papel y con unas grandes ojeras que la hacían ver terrible, por como la traían suponía que no podía caminar y no pasó desapercibido que se sostenía y sobaba las costillas derechas con mucho cuidado. Pero más allá de la pequeña delincuente, lo que realmente salto a su vista fue el lamentable estado de Ayano, quien tenía un ojo volviéndose morado junto a una herida en cada mejilla y un labio roto que se empezaba a oscurecer. Y había visto a muchas chicas maltratadas como para darse cuenta cuando alguien se encorvaba por dolor y por pereza, y Ayano definitivamente lo hacía por estar lastimada. También sus brazos tenían golpes además de ya tener una mano vendada, algunas heridas seguían rojas y otras ya estaban volviéndose moratones. La azabache apenas y podía abrir bien sus ojos por los golpes que debía haber recibido en su cara.

— ¿Ayano-chan? ¡¿Pero qué demonios les paso?! — respondió exaltado y dejó el teléfono sobre la mesa para sostener a Ayano, pero ella se movió a un lado para que su hermano menor quedara a la vista.

—Lo siento, Copper-chan hiso todo lo que pudo para protegerlo y yo intente ayudar, pero aun así Spiky-kun salió un poco herido.

Miro a su hermanito y pronto reparo en el golpe en su ojo. Se acercó a él y lo tomo del rostro para ver bien la herida. Había sido muy fuerte y seguro no desaparecería por completo hasta dentro de unos días, una semana a lo mucho.

— ¿Solo recibiste este golpe? Dime la verdad— pregunto preocupado de que le estuviera ocultando un daño más importante.

—Sí, hermano. Copper-chan y Yan-chan se encargaron de todo, descuida— dijo apenado, no era machista ni nada de eso, pero le daba vergüenza que siendo el único hombre de los tres, fueran las dos chicas quienes se hubieran encargado de defenderlo. Ahora por su culpa ambas estaban muy heridas.

— ¿Pero cómo paso esto? — inquirió manteniendo su postura de hermano intranquilo. Al mismo tiempo, Spiky le pidió a Ayano que le entregara a su amiga pues no queria además causarle más molestias. Al no obtener más que miradas desviadas de los dos menores se giró para ver a la yandere — ¿Ayano...?

—Ya ellos te lo dirán— dijo tocándose con cuidado el ojo amoratado y caminando hacia la mesa para poder sostenerse —. Ahora te toca a ti llevarte a esa niña de regreso al hospital de donde se escapó, yo estoy demasiado cansada y adolorida. Quiero ir a mi casa.

—Pero Ayano-chan, estas muy lastimada— dijo todavía sorprendido de verla en ese estado —. Tienes que ir también al hospital, al menos para una revisión general y te den algo para el dolor. Es que te ves, se ven... ¿contra quién pelearon?

—Contra unos sujetos de nuestra escuela rival, unos imbéciles— comento distraídamente. No queria mencionar que habían sido delincuentes porque entonces los otros dos no tendrían como defenderse —. Iré al médico mañana, ahora no quiero nada más que un té y una bolsa de hielo. Auch— se quejó al sentir una horrible punzada alrededor de su ojo.

—Al menos déjame llevarte a tu casa, ya cuidaste de mi hermano y su amiga así que es lo menos que puedo hacer— se ofreció sacando su billetera y entregándole un billete a su hermano para que pagara un taxi y se fuera solo a casa. Quién además había terminado de pedir una ambulancia para que pasaran por su mejor amiga.

La asesina miro con su único ojo sano al hombre frente a ella y mentalmente recorrió el camino desde el parque hasta su casa. Se quejó al pensar en su gran dolor de espalda baja y piernas, llegaría muerta o se desmayaría a medio camino. Ladeo su cabeza un poco y sin descubrirse el ojo morado asintió con lentitud.

—Está bien, gracias.

El Yakuza estaciono su moto en donde la menor le indico y este se bajó primero para tomar con cuidado a la chica de la cintura y ayudarla a bajar para que no le doliera tanto. Ahora que no cargaba a nadie, también se daba cuenta de que sus muecas de dolor eran por lo que le hubiera pasado en la espalda baja y que cojeaba un poco.

Se sentía mal con ella por involucrarla en la seguridad de su hermano, si bien nunca le había dicho abiertamente que su vida era un castigo que aceptaba pagar para mantener la integridad y comodidades de su hermano menor, ella entendía que el hecho de que Spiky estuviera a salvo era algo muy importante para él. Y entre ese pena, se sentía sorprendido y agradecido de que ella aun sin tener nada con él y su hermano más allá de una relación de conocidos, se hubiera arriesgado a tanto solo para que Spiky estuviera bien.

Por segunda vez en su vida, le debía el salvar a su querido hermano menor.

Caminaron hasta la puerta de su casa y la más baja se inclinó levemente para darle las gracias por llevarla hasta allí, aunque intento reprimir un nuevo gesto de dolor. El Yakuza miro brevemente la casa de la chica y aprecio lo linda y acogedora que se veía, aunque era un tanto más pequeña que la suya, pero ese era un detalle sin importancia.

—Gracias por traerme.

—No, gracias a ti por cuidar de nuevo a mi hermano— respondió ahora inclinándose él. Al enderezarse le extendió la mano y esta la acepto respondiéndole de la misma forma —. No se cómo agradecértelo. A menos que quieras...

—Lo pensare. Por ahora no tengo a nadie que quiera fuera de mi camino— dijo adivinando que le ofrecería asesinar a alguien más. Él asintió y se dio la vuelta para comenzar a irse, pero en el último instante Ayano lo llamo haciendo que se volviera para verla —. Espero que controles más a tu hermano, si sigue metiéndose en líos como ese muy pronto terminara con un hueso roto o cinco metros bajo...

— ¿Qué es lo me intentas decir? — regreso el mismo camino a grandes pasos y la miro enfurecido por lo que estaba insinuando. Apretó sus manos y uso su altura para mostrarse intimidante, y si era necesario, amenazársela. La acorralo contra su cuerpo y la puerta de su casa, poniendo su brazo como obstáculo a una posible huida.

Ayano dejo entonces su expresión seria y vacía para mostrarle una sonrisa maliciosa. No se mostró asustada, ni mínimamente intimidada, pero si se dejó caer contra la puerta para apoyar su adolorido cuerpo. Levanto su cabeza para verlo de frente y parpadeo dos veces antes de cruzarse de brazos y volver su mirada astuta una de suficiencia.

— ¿Verdad que no es agradable cuando alguien intenta dar una lección? Estamos a mano— pregunto confundiéndolo en un principio. Ella solo le dio la espalda y abrió la puerta con normalidad. Ya adentro y antes de cerrarla, lo miro una última vez y se despidió con un ademan —. Así que no me vuelvas a decir que no hacer. Buenas noches.

Luego de eso ella cerró la puerta. Él se quedó unos segundos más ahí tratando de entender que había pasado o a que se refería con eso. Fue que recordó la ocasión en que decidió asustarla con su moto para enseñarle a no escuchar música mientras caminaba. Negó formando sin querer una pequeña sonrisa divertida y vio la ventana que daría a la sala un segundo antes de caminar hacia su moto e irse de ahí de vuelta al trabajo.

Desde adentro y viendo cautelosamente por la misma ventana, estaba Ayano sonriendo también, aunque no sabía porque razón. En cuanto lo vio irse y lo perdió de vista, cerró sus ojos con cansancio y camino hasta la cocina entre jadeos y lamentos que ya podía soltar por no tener a nadie que la viera y se compadeciera de ella.

Puso agua a calentar para su té y del congelador tomo una charola con cubitos de hielo. Del mismo cajón donde guardaba el botiquín saco la típica bolsa para colocar frio en las lastimadas. Ya habiéndola rellenado con todos los cubitos que pudo, se encamino cojeando hasta la sala donde se recostó sintiéndose terrible y colocó la bolsa sobre su ojo. Luego se encargaría de su espalda.

Encendió la televisión solo para que no tuviera que encender las demás luces y que hubiera ruido de fondo en su casa. Cerró sus ojos sufriendo y disfrutando del frio que recorría y entumecía su cara, dejo salir un suspiro de cansancio y decidió tratar de dormir un poco. Estaba tan cansada que no queria pensar en bañarse y subir a su cuarto, quizá cuando despertara, pero ahora queria olvidarse de todo por un rato y hundirse en la oscuridad y soledad de los sueños. Solo eso pedía.

Pero su teléfono no la dejo.

Su celular que hasta ahora había mantenido en su mochila para que no se dañara ni se le cayera, comenzó a sonar avisándole de una llamada. Lo mando al diablo e ignoro el sonido hasta que este término avisándole a quien la llamaba que no estaba disponible, sonó una segunda vez y también lo ignoro hasta el final. Pero cuando ocurrió una tercera vez grito desesperada y se levantó yendo a grandes pasos hasta su maleta, de donde saco el teléfono y contesto de mala gana.

— ¡Aishi!

Hola, cariño— la saludo una voz madura y suave. Se sintió palidecer y todo el enojo fue olvidado al reconocer la voz de su mamá — ¿Cómo estás? Te noto algo alterada.

—Este, hola mamá— regreso al sillón pero esta vez quedándose sentada y volviendo a ponerse la bolsa en la cara —. No, es que... estaba tratando de descansar un poco.

Oh, ¿estuviste muy ocupada hoy? — su tono dulce demostraba felicidad y sabia a que se debía eso. Se mordió el labio descubriendo que hacerlo le dolía mucho — ¿Ya conseguiste la atención de tu senpai?

Sintió pena por sí misma y luego de no decir nada por varios segundos se animó a decirle la verdad.

—No, mamá; aún no me eh declarado. Es que, hoy tuve una pelea y bueno...

¿Pelea? ¿Con alguna rival?

—No exactamente, más bien... con unos delincuentes de la escuela rival.

¡¿Qué?! — tuvo que alejar el teléfono de su oído por el grito que su madre había dado. Luego de eso la llamada se terminó pero recibió la solicitud de una videollamada, igual de su mamá. No tuvo de otra que aceptarla y ahí pudo verla a ella y a su padre listos terminando de acomodarse para salir ambos en la pantalla —Oh mi cielo, Ayano. ¡Pero que te hicieron!

Hija, ¿te encuentras bien? ¿Ya fuiste al médico? Ryoba, tal vez debamos volver antes para asegurarnos de que este bien— agrego su padre mostrándose desesperado y muy preocupado por cómo estaba Ayano.

—Papá, estoy bien. Mañana iré al doctor y esto no volverá a pasar, en serio. Yo me metí a la pelea por algo importante, ahora tendré más cuidado.

¿Y por qué estas entrando a peleas, Ayano? — Respondió molesto —Tu salud no es una broma, no puedes simplemente decidir pelear con alguien y... y... ¡Solo mira como terminaste!

Bueno, si fue por algo importante supongo que ya hablaremos de eso luego— comento Ryoba malinterpretando lo que queria decir y calmándose por eso mismo. Tomó el teléfono para solo enfocarse ella y le sonrió a Ayano —. Descansa, cariño. Mañana ve a que te revisen y luego nos informas lo que te diga el doctor, ¿está bien?

—Sí, mamá. Lo hare.

Perfecto. Dulces sueños, Ayano. Te queremos— y con eso ultimo como despedida, la videollamada se acabó dejándola de nuevo sola con el sonido de la televisión.

Se quejó en voz alta por tener que cumplir las expectativas de su madre, sabia que era por querer verla feliz y arreglada, pero tanta presión la hacía sentir un poco obligada a confesar ya sus sentimientos cuando aún no se sentía lista para hacerlo.

Miro la hora antes de dejar el teléfono en la mesa de centro y volverse a acostar. Eran apenas pasadas de las siete con treinta de la noche, no era tan tarde y seguro podría descansar al menos unas pocas horas antes de tener que dormir de verdad.

Se levantó y trató de estirarse un poco a pesar de los dolores, camino de vuelta a la cocina y preparo su té eligiendo uno de catnip para tratar de aliviar su dolor en general y conseguir dormir bien. Bebió un poco cuidando de no quemarse, aunque el ardor en su labio roto se lo complico un poco. Dejó la taza sobre la mesa y decidió tomar una pequeña siesta de tres horas. Se recostó de nuevo en su querido sillón y programo una alarma para que la despertara alrededor de las diez de la noche. Si el pervertido profesor Mido había cumplido dejándole un promedio perfecto, no debía matarse por hacer todas las tareas y podía darse el lujo de hacer los deberes mañana.

Acomodo su cabeza en uno de los cojines y cerro sus ojos esperando poder sumergirse en un relajante sueño después de todo. Lo cual consiguió casi de la nada, cayendo exhausta y dejando que las horas y el té le ayudaran a recuperar un poco las fuerzas.

Luego de dos horas, a las nueve treinta y tres de la noche, su teléfono sonó repetidas veces haciéndola despertar, haciéndole creer que ya era lo bastante tarde para ahora si irse a su cama. Pero al tomar el teléfono para apagar su alarma se dio cuenta de que era más temprano de lo que esperaba, aun le quedaba una hora de sueño en realidad. Se fijó en sus notificaciones y cayó en cuenta de que los sonidos eran por mensajes nuevos. Los abrió permaneciendo acostada en todo momento y se topó con que eran de su buena amiga Miyuji.

''Hola, Yan-chan, ¿estas dormida? ''

''Espero que no, como sea ¡¡¡ya termine de editar el video!!! ''

''Se está renderizando, falta poco pero en cuanto acabe te lo envió''

''Perdón por no poder mostrártelo junto a Mujo-kun en la escuela, pero acabamos de grabar muy tarde''

''Por cierto, ¿por qué te fuiste antes? El profe Mido dijo que tuviste una emergencia o algo así. Mujo-kun dijo que esperaba volver a verte. Es una ternura ese hombre, mujer''

'' ¡YA ESTA, MIRALO AHORA Y DIME QUE TAL! ''

''Si, estas despierta, ¡MIRALO YA! ''

Y justo antes de ese último mensaje que le acababa de llegar, había un video de cuatro minutos y como imagen de previsualización se podía ver a si misma junto a Mujo en medio de uno de sus pasos de la coreografía. Atrajo otra almohada a la que se abrazó y sin esconder la emoción que le provocaba verlo lo selecciono y giro su teléfono subiendo el volumen al máximo.

(¡Hora del show!)

https://youtu.be/4DVgWmqjT7c

El video era hermoso y le encantaba ver como sus esfuerzos por aprenderse la letra y el baile de Magnet habían valido la pena. Al principio no entendía el porqué de tantos ángulos diferentes, pero ya que veía el resultado final no podía estar más sorprendida y encantada con el resultado. Y la escena del casi beso entre ambos había quedado sensacional, Mujo no se veía nada nervioso.

Magnet de vocaloid era su canción, solo para ellos dos, la melodía y la letra sonarían en su cabeza para siempre haciéndola recordar a ese tierno y lindo sujeto que en dos semana se había vuelto uno de sus mejores amigos. Ahora tenía ese video para recordar que lo que los había unido ese lunes y ese mismo viernes, seguiría ahí cuando se volvieran a encontrar. No sabía cuándo seria, pero fuera pronto o mucho después, esperaba que él siguiera siendo exactamente igual para así poder protegerlo y cumplir su promesa de atenderlo cuando tuviera un accidente.

Suspiro al recordar a su querido enfermero y llevo su teléfono con la canción aun de escuchándose a su pecho. No se había podido despedir de él y se arrepentía tanto de eso. Y en ese estado en el que estaba casi sin poder caminar por los golpes en su espalda y sus piernas, no podía desear más que nunca que Mujo pudiera seguir con ella para cuidarla de nuevo.

En el peor día había perdido a su enfermero y entrado a pelear con delincuentes. Su suerte era tan cómica que no sabía si reír o llorar, pero en lo que lo descubría, volvería a dormir.

-

Semana 7: Terminada

Rival: Osano Najimi     Estado: En coma

Rival: Amao Odayaka     Estado En coma

Rival: Kizano Sunobu     Estado: Amigo

Rival: Oko Ruto     Estado: Amigo

Rival: Aso Rito     Estado: Amigo

Rival: Mujo Kina     Estado: Amigo (interferencia) Eliminado

Rival: Mido Rana     Estado: Neutral (interferencia) Eliminado

Info-kun observaba con frialdad la tabla que con cada semana se hacía más larga, por lo menos en esa se había deshecho de dos de sus rivales más fuertes.

Acariciaba los botones de su mouse mientras leía los nuevos datos que se ingresaban de forma automática; finalmente despego su mirada para arreglarse los lentes y minimizó todo abriendo luego una carpeta llamada ''VIP'' al igual que su aplicación de mensajería para escritorio.

Mientras adjuntaba varios destinatarios para un solo mensaje, comenzó golpear los dedos de su mano libre contra dos sobres que descansaban a la izquierda de su teclado, específicamente uno rosa y otro rojo. Estaba de más decir que los había sacado del mismo casillero en cuanto la escuela quedó solitaria. En cuanto termino de asegurarse de que todos los teléfonos que queria estuvieran ahí, se paró para guardar esas cartas junto a otras de sobres naranja y morado. Ahora tenía un total de cuatro cartas que no habían cumplido su camino hacia la yandere.

Volvió a su lugar y reviso la carpeta buscando las fotos que necesitaba. Las selecciono y en distintos de sus monitores aparecieron las fotos que esa mañana le había tomado a Ayano. Las miro detenidamente unos minutos, atreviéndose a pasar sus dedos en la última donde se apreciaba mejor el rostro de la asesina. Apretó su mano y volvió a concentrarse en el trabajo.

Arrastró las tres imágenes a la casilla de archivos adjuntos de su aplicación y sin meditarlo más de tres segundo presiono el botón de enviar. Se recargó en su silla giratoria y con una mirada cruel y molesta continúo apreciando las imágenes indecentes de aquella chica a la que queria recuperar más que a nada en el mundo.

—Si c'est ce que vous voulez, laissez tout le monde vous voir— murmuro con enfado y golpeo su escritorio haciendo saltar su teclado. Acomodó sus lentes de nuevo y deseo que la bomba estallara cuanto antes, Ayano estaría acabada en cuestión de minutos y ni siquiera lo sabría hasta el lunes.

*Hogo es el apellido qué invente para Copper, pues siempre creí que Streak era uno falso qué usaba con las demás delincuentes para qué su verdadero nombre no se involucrara en crímenes. Además de qué si todas usaban el mismo apellido (igual que los chicos qué era Pompadeour) no podía ser real. Como dato extra, su apellido se traduce como: protectora, pues como ven ella se preocupa de cuidar a Spiky.

** ¡Si, Mujo y Mido son primos... aquí! La consejera los llama por su apellido Taikou porque ambos son primos por parte de madres (qué a su vez pues son hermanas), por eso aunque son familia, cada uno usa su apellido paterno. Su apellido se traduce como: opuestos.

Y hasta aquí el, muy largo, capitulo. Descuiden, prometo no volver a escribir algo tan desquiciantemente largo como esto... espero poder cumplirlo.

Ok, anotaciones que nadie leerá por ir a ver el inicio de la semana de Osoro: Por fin revele la relación que tienen Mujo y Mido, y déjenme decirles que realmente lo pensé mucho, pues las opciones de su pasado eran muchas para elegir, desde hacerlos pareja, vecinos, hermanos, etc. Pero al final la historia de tras fondo en donde los visualizaba como primos me convenció un poco más.

Qué por cierto me falta soltar a dos hermanos todavia, ustedes ya los conocen y a quien adivine quienes son le dedico una semana entera, ya escrita o por escribir. Jaja, seguro nadie leerá esto. Y lo dejare válido hasta que termine este fanfic, por si acaso. ¡Vamos, Osoro los está esperando! A no ser que se hayan cansado con este capítulo y ya quieren descansar un rato de la lectura. Sea como sea, el capítulo los estará esperando. ¡Muchas gracias por leer! Nos leemos ahora mismo.

¡Votos y comentarios se agradecen!

¡Hasta el próximo capítulo!

¡MoriDark19, fuera!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro