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33. Si, profe

Giró levantando su brazo derecho y se aseguró de terminar en la misma posición donde había empezado. Miro el sitio a su lado en donde Mujo hacia lo mismo y juntos avanzaron un paso buscando terminar en poses complementarias. La enfermería era un lugar amplio, pero eso no evitaba que tuvieran accidentes como choques o caídas, más tratándose de ellos dos.

En ese paso debían terminar uno frente al otro, sin embargo por un mal cálculo de parte del pelirosa avanzó más de lo debido y en consecuencia se confundió al chocar contra Ayano que quedaba delante suyo, luego de eso sus pies se enredaron y termino cayendo sobre ella a pesar de intentar evitarlo. Ambos todavía en el suelo y después de separarse, se quitaron los audífonos por donde escuchaban la canción que estaban bailando y se acostaron quedando con la mirada fija en el techo del lugar.

—Estuvo mejor que la anterior— opinó el más alto, quien le regaló una sonrisa tierna para no desanimarla.

—Si, al menos ahora nos caímos más empezada la canción en vez de al primer paso— dijo con sarcasmo. Ayano coloco sus brazos tras su cabeza a modo de almohada y miro al enfermero quien estaba reiniciando la canción —. No voy a poder aprender la canción y la coreografía para mañana.

—Claro que sí, yo aprendí ambos en dos días. En uno la canción porque no podía dejar de escucharla, y al siguiente la coreografía porque escucharla me daba ganas de bailar— la conforto el mayor. Este se arrastró más cerca de ella para que también pudiera ver lo que aparecía en la pantalla del celular —. No es tan complicado, y la canción es tan pegajosa que no tardaras en saberla toda.

Ayano se acercó y miro como los personajes del video se movían sincronizadamente mientras cantaban sin problema, claro, eran personajes hechos a computadora y eso era pan comido para ellos. Pero había visto a Mujo cantar y bailar exactamente igual que ellos y sabia que era posible, el punto es que no estaba segura de conseguir hacerlo bien para el viernes, el día siguiente. Y menos si seguía causando problemas con el baile de su amigo.

Aún no estaba segura de porque había aceptado grabar un dance cover de vocaloid con él, se imaginaba que sería algo tonto pero tierno que hicieran eso como despedida antes de que el pelirosa abandonara Akademi. Pero más pronto que tarde se dio cuenta de que estaba muy equivocada.

La primera vez que escucho la canción que cantarían pensó que él se había equivocado, pero no, Mujo queria hacer el cover de una canción bastante curiosa en el sentido de que podía tacharse de pervertida, y no porque se pudiera malinterpretar, si no porque lo era. Al menos la traducción que ellos llevarían a cabo no lo hacía tan explícito, pero seguía habiendo señales notorias como en los movimientos sensuales que ambos debían hacer, acercamientos coquetos y una implicación de que habían tenido sexo. Cuando le pregunto cómo es que le podía gustar una canción así, este solo le contesto que la música era hermosa.

—Mujo-kun, tú conoces esta coreografía de memoria y sabes bailarla bien sin mí, pero cuando intentamos practicar soy yo la que arruino todo. No sé si pueda hacer el dance cover, y aún no estoy segura de aprender tan rápido la letra.

No queria quedar mal con el pelirosa, pero en serio ella no tenía ni la menor idea de cómo conseguir aprender todo eso en tan poco tiempo. No era una chica mágica ni una experta, solo una amiga que queria cumplir su promesa y crear buenos recuerdos.

La puerta de la enfermería se abrió con fuerza dejando ver a Spiky, quien entro al lado de Copper ayudándola a poder mantenerse de pie. Mujo tan pronto vio que no eran visitas, se levantó dejando a Ayano todavía recostada en el suelo y corrió a ayudar a ambos delincuentes hasta llevar a la chica Streak hasta una camilla. En el momento en que ambos chicos se dieron cuenta de la presencia de la yandere ahí, brincaron bastante sorprendidos.

—Yan-chan, no sabía que estabas aquí— hablo el menor de los Pompadeour y se le acercó para verla bien ahí acostada en el suelo—. ¿Te enfermaste de nuevo?

—Me gusta estar aquí. Y hoy el suelo se ve especialmente cómodo— Ayano levanto una de sus piernas y la cruzó con otra que solo flexiono hacia arriba. Observo a la chica con mascarilla quejarse mientras Mujo le atendía una herida muy fea en la pierna. Además, logro identificar otros golpes en su cara y que mover uno de sus brazos le sacaba muecas de dolor —. ¿Qué están tramado ahora?

El chico se puso rígido y miro de izquierda a derecha tratando de evitar el contacto visual con ella. Sintiéndose contagiada por la fuerte crítica de Kizano, no pudo evitar juzgarlo al pensar que esa era la peor forma de aparentar que no pasaba nada. Parecía como si Spiky buscara todo lo contrario a la discreción, porqué en lugar de responder con alguna mentira simple, se trababa tartamudeando y señalando a puntos en donde no había nada. Pff, era un novato.

—No-No-No, todo bien aquí. Qué buen piso, muy limpio si, aja. Oh oye, ¿eso es nuevo? Te queda el cabello suelto. A-Ah sí, claro que mi hermano sabe de esto. No, espera, ah... ¡Voy Copper! Adiós, Yan-chan.

El menor de los Pompadeour escapo dando media vuelta y corriendo con dirección hacia su mejor amiga, buscando salir de esa situación antes de que el mismo se descubriera. Frunció sus labios y miro a ambos jóvenes con recelo antes de regresar su mirada al techo. Él debía aprender todavía mucho si realmente queria hacerse llamar delincuente.

Atrajo su celular de regreso y se colocó de nuevo los audífonos para no tener que escuchar a la molesta de Copper quejarse del dolor. Dio reinicio al video y la canción cuya letra y baile debía aprenderse volvieron a sonar. La música en realidad si era muy linda, no estaba segura de sí considerarla una balada o una simple canción tranquila. Pero algo que pensaba mientras veía a ambos personajes moverse en sincronía y escuchaba la letra mezclada a esa linda música, es que era una canción para pareja. Algo que un par de novios pondría de fondo para un momento íntimo, o como dedicación para el otro.

Para estar soltero y ser alguien de más de veinte años, Mujo siempre parecía ser tan cursi y sentimental como un adolescente enamorado.

—Adorarte se volvió necesidad— murmuro tan bajo como pudo. Trató de cantar apoyándose de los subtítulos, pero debido a que aún no sabía bien los cambios de ritmos, se adelantó a la música y se trabo al no saber cómo arreglarlo.

Suspiro sintiéndose agobiada y dejo el teléfono sobre su abdomen con la música aún sonando. Cerró sus ojos y por unos instantes se permitió imaginar que quienes cantaban eran ella y su amigo. En su pecho, movía sus dedos al son de las partes más sencillas. Había practicado un poco la letra luego de terminar su tarea la noche anterior, pero hasta ese momento no sabía cómo era Mujo cantando; lo había visto bailar y era increíble, pero aún no sabía que esperarse de su amigo al momento de cantar. Lo había escuchado siempre tararear muy bajo, así que lo tomaría como un misterio al resolver para el día siguiente.

Genial, más cosas por las que ponerse nerviosa.

El almuerzo llegó, y apenas fijándose por donde caminaba al estar más pendiente del video, empezó a bajar las escaleras para ir directo a la alberca. Pausaba el video y repetía las estrofas con la esperanza de que así se quedaran en su cabeza.

A veces chocaba con una o dos personas y de inmediato se disculpaba ocultando su celular y mostrándose apenada, pero tan pronto la gente se iba volvía a lo suyo. Así continuo hasta llegar a las afueras del edificio principal. El camino más rápido para ir hasta la piscina era tomando el camino de su derecha, en donde pasaría junto a los jardines; pero nunca tomaba ese ya que la obligaba a caminar frente al incinerador en donde los delincuentes siempre estaban acechando. Por eso automáticamente doblo a su izquierda, no se encontraría con nadie que le impidiera llegar; y eso le daba más tiempo para seguir escuchando la canción.

Aprovechándose de qué por ese camino no habría nadie, comenzó a moverse imitando los pasos de baile. Se sentía un poco tonta alzando sus manos y haciendo raros movimientos con estas, pero el punto era aprender a hacerlo bien para dejar de sentirse así.

Cuando se acercó a la entrada del laberinto de setos, se fijó en dos figuras qué se mantenían de pie justo al inicio de este. Eso no representaba ningún problema más allá de sentir un poco de pena en caso de qué la hubieran visto bailando, pero de todas formas reacciono al hecho escondiéndose tras un árbol y espiándolos para ver de quienes se trataba; era mejor asegurarse de qué no fuera alguien qué tuviera problemas con ella.

Pero se sorprendió al ver qué era los mismos dos delincuentes qué había visto en la mañana. Copper llevaba una venda en la pierna un tanto por debajo de su falda, también una curita en el rostro y no dejaba de sobarse el brazo izquierdo. No se había enterado de como ella se había lastimado tanto, pero fuera lo que fuera no le impedía gritarle a Spiky con un disgusto que se vería hasta Corea. El chico no se quedaba atrás, pues estaba igual que ella alzando los brazos y mostrándose molesto. Esos dos estaban peleando.

Aún tenía la música resonando en sus oídos, por lo que no sabía que era los que los hacia gritarse así. Se quitó los audífonos pero ellos comenzaron a adentrarse al laberinto impidiéndole escucharlos y averiguar de que hablaban. Guardo su teléfono y se acercó sigilosamente a la entrada del laberinto para poder seguirlos.

Llegar unos minutos tarde a su práctica de natación no sería el peor de sus actos.

Avanzó por el lugar guiándose de las voces ya algo alejadas de ambos amigos, y cuando se aseguró de que se habían quedado quietos, se detuvo del otro lado de ese arbusto para no perderse ningún detalle de lo que esos dos estuvieran tramando. Cualquier cosa que ellos hicieran era una ventaja para poder usarlos luego.

—...tarados. Esto no es nada, cálmate y no seas un blandengue ahora.

—Se que son unos tarados, pero...

Copper se escuchaba muy a la defensiva, y Spiky parecía estar nervioso; se atrevería a decir que hasta un poco asustado.

—Hey, esto es lo que habías estado esperando. Si unos golpes te detienen entonces serás un terrible Yakuza; te mataran antes de que puedas ir a llorarle a tu hermano— escupió la chica de mechones naranjas. No oyó respuesta de Spiky, pero eso tampoco era bueno —. No me interesa si dicen que es territorio suyo, iremos a esa tienda y ambos la dejaremos vacía antes de que la policía y cualquier otro puedan vernos. ¿De acuerdo?

—... ¡Si! Si... estoy de acuerdo.

Oh vaya, vaya, vaya. Quién hubiera pensado que la molesta Copper Strike ahora era quien obligaba a Spiky para ir más lejos en su faceta de delincuentes. La pequeña ratita estaba planeando robar en la ciudad y queria arrastrar a ese niño con ella; esa chica de verdad tenía ganas de ir presa, o de morir si es que el hermano mayor de su amigo llegaba a enterarse.

Pobre Spiky. La yandere y aparentemente Copper no tenían ningún problema con tomar algo que fuera de su pertenecía, pero Ayano sentía cierta empatía por el menor debido a que había crecido con una imagen poco común de la familia, igual que ella. Su madre Ryoba era una asesina, el Yakuza no era algo tan diferente, aunque pensándolo bien era alguien peor. Pero al menos el no queria que su hermano fuera por el mismo camino de corrupción y muerte.

Eso último la hizo pensar algo que nunca se le había ocurrido, ni antes de conocer a Taro ni después de haber acabado con la vida de diferentes chicas: ¿Cómo sería su vida si nunca la hubieran criado para matar? No lo sabía, y tal vez porque eso siempre había estado a su alrededor mientras crecía, no podía verse de otra forma que no fuera matando gente.

Una Ayano común y corriente, sin odio, sin dolor, sin matar, sin una falla que alguien más reparara. Era una idea un tanto extraño. Pero conforme regresaba sobre sus pasos para salir del laberinto, no dejaba de pensar en que le hubiera gustado intentarlo.

El agua hacia muchas cosas más fácil, pero al menos el baile no era una de esas.

Estaba en medio de su práctica de natación y, en un momento en que Aso se alejó para hablar con los chicos de su club, intento replicar los pocos pasos que ya conocía bien para sentirse más tranquila con la movilidad que le daba el agua. Los primeros pasos salieron relativamente bien, pues no contaba con que el agua la haría un poco lenta, de todas formas continuó sin problemas. Eso hasta que llego a la parte en donde ambos personajes cantaban y unían su baile, pues al intentar hacerlo resbalo perdiendo el equilibrio. No estaba lejos de la orilla, así que con patalear un poco pudo sostenerse de Kizano, quien al verla en problemas salto de su silla aventando todo para ayudarla a salir.

Se sentó todavía asustada en una de las sillas de playa, había sentido como sus pies se movían hasta dejar de sentir el suelo y a como había podido con sus dedos escalo el muro para volver a la superficie. Había sido horrible, y le había quitado las ganas de seguir nadando por ese día.

Oko también la ayudo llevándole una toalla y tapándola con esta para que no tuviera frio. Pippi junto con Ryuto se acercaron para preguntarle si estaba bien. Todos sus amigos estaban ahí para apoyarla y verla practicar, bueno no todos, Mujo se había quedado en la enfermería para atender a un paciente y no lo podría ver hasta que las clases acabaran. Se reconforto pensando que al menos él no la había visto así, quizá luego de verla resbalarse él se tropezara al intentar ayudarla y serian dos los casi ahogados.

Todas las preguntas y los movimientos de la toalla que secaba su cabello se detuvieron al escuchar desde el otro lado de la alberca una risa burlona, claro, dirigida a ella. Aún con el susto presente y temblando por la brisa que se sentía alrededor suyo, levanto la cabeza para ver quién era el que se atrevía a burlarse de ella, y bufó al ver como Itachi incluso se doblaba de la risa por verla fallar. Como odiaba a ese tipo.

Aso regresó junto a ella y comenzó a disculparse por no haber podido estar con ella y no evitar que se lastimara. Vio como Kizano estaba listo para empezar a reclamarle, pero levanto la mano para darle a entender que no estaba para eso y mejor se lo reservara. Ya tenía algo que la irritaba y solo queria deshacerse de eso para poder dejar pasar su pequeño accidente.

—Qué alguien lo saque de aquí, no soy un payaso— susurro viendo con desprecio a Itachi, quien desde la lejanía le sonreía con sarna y seguía burlándose de ella.

Por fin cuando hicieron que se fuera junto al resto de su club, dejo de aparentar firmeza y volvió a temblar presa del frio. Soltó un estornudo y con ayuda de Pippi y Midori fue a darse una ducha para evitar que contrajera un resfriado. Ambas se quedaron del lado de los casilleros mientras se bañaba, en caso de que se sintiera mal o necesitara algo.

Al salir les pidió a sus amigas que guardaran sus objetos de cada club y se los devolvieran antes de volver a clase. Todo el mundo las estaban esperando en la alberca en donde de todas formas iban a almorzar, así que una vez estuvo con su uniforme de nuevo y ya sin olor a cloro en el cabello se encamino con las dos gamers de vuelta a allá.

Estaba sentada en una silla con su recipiente de comida en el regazo, y aunque hacia movimientos para tomar del sushi que había preparado como desayuno, sus ojos y concentración estaban por completo dirigidos a la canción que aun intentaba aprenderse. Aunque por momentos se quedaba en blanco, ya se había aprendido casi todo los versos del primer minuto, pero ya que era una canción de cuatro minutos eso no la ponía muy contenta. En su mente leía los subtítulos con determinación y movía sus brazos torpemente buscando parecerse a la bailarina. Pero al final era lo mismo, el pensamiento de no podía lograr hacer todo eso la hacía fallar y preocuparse más.

Unos golpes suaves en su cabeza la interrumpieron de sus ideas de pánico. Aparto la mirada del video y miro hacia arriba antes de que otros tres golpes le dieran en la nariz. Cuando el puño se apartó vio como unos grandes ojos verdes la observaban tan abiertos como estos podían estarlo, estos acompañados por una cabellera del mismo color.

— ¿Qué vas a bailar? — pregunto Midori inclinándose cada vez más sobre ella.

—Nada, solo quiero aprender esto— respondió con simpleza cerrando sus ojos y deslizándose hasta quedar acostada en su asiento. No se avergonzaba de hacer algo así con su enfermero favorito a modo de regalo de despedida, pero tampoco queria que todo el mundo supiera que mañana luego de clases grabaría un video cantando y bailando.

— ¿Mmm? ¿Y qué es lo que llama tu atención, Yan-chan? — Aso que hasta ese momento había preferido seguir nadando un poco antes de comer, salió del agua para descansar y se le acerco con una enorme sonrisa lleno de curiosidad por lo que había escuchado.

— ¿Es una... especie de ritual? — pregunto Oko inclinando su cabeza y rascándose con timidez el cabello —Solo en ellos eh visto movimientos tan extraños.

Auch. Eso había sido una puñalada a sus sentimientos.

—Agh, claro que no sucio inmundo— reclamo el actor cruzándose de brazos y moviendo con indignación su cabeza hacia arriba, logrando que su cabello saltara en el acto —. Mi darling esta tratando de bailar, pero querida, de la forma más amable que puedo decirlo, te falta mucha práctica. Demasiada. Un año en clases profesionales...

—Sí, sí, ya entendí— lo corto antes de que continuara aplastando más su, de por sí, magullada confianza —. El baile es lo de menos— mintió —, solo quiero aprender a cantar, y esta me gusta mucho así que ¿porque no usarla para empezar a practicar?

Se cruzó de brazos y miro a otro lugar en donde ninguno de los presentes notara su sonrojo. Cantar era para la gente que le gustaba la atención, para los que tenían voces hermosas de oír; Ayano no era ninguna de esas cosas, solo queria tener un lindo recuerdo con Mujo y cantar era necesario para ese momento tan importante. El confiaba en ella y no queria decepcionarlo, aunque por momentos en que todo parecía imposible se preguntaba en qué diablos había estado pensando al aceptar tal propuesta.

Los chicos se pusieron a pensar en lo curioso que era que el que Ayano de repente estuviera interesada en aprender a cantar. Pero claro, también aceptaban que no la conocían enteramente, todavía existían secretos de la azabache que ansiaban conocer. Y saber que en cierta medida le interesaba el canto era un punto a favor.

Sin embargo, ninguno de ellos sabía cantar, no de manera aficionada y mucho menos profesional. Oh bueno, casi ninguno. En ese instante, Kizano se sintió con la ventaja principal para obtener un poco más de tiempo al lado de su amada Julieta, el sabia cantar debido a sus obras con musicales, y como todo un caballero que peleaba por conseguir el corazón de una bella damisela, el ofrecería su ayuda para demostrar sus habilidades e impresionarla, así como poder mantenerse a su lado como mentor y apoyo incondicional. La sola idea de una velada mágica en donde ambos cantaran al son de sus latidos y luego sellaran su amor eterno con un beso, era suficiente para despertar la ferocidad y pasión de su espirito actoral.

¡Ya podía verse! Ambos frente a la luna, con las estrellas siendo testigos de sus sentimientos, y el famoso cerezo dejando caer pétalos sobre ambos enamorados mientras sentían el latir de sus corazones como la música más profunda y romántica que nadie más que ellos tendrían el placer de escuchar.

Oko se acercó al pelimorado extrañado de que este no dejara ver al cielo con una sonrisa triunfante. Se paró un poco detrás de él y miro en la misma dirección tratando de descifrar que era lo que veía con tanta determinación su compañero. Al no encontrar una explicación lógica a su actitud, se empezó a plantear la posibilidad de que alguien que lo odiara y tuviera un amplio conocimiento de la magia negra le hubiera lanzado un conjuro para mantenerlo paralizado. Eso en realidad no le molestaba, pero ya que Ayano seguro buscaría su ayuda para sacarlo del trance era mejor descongelarlo de una vez. Para eso, según recordaba, necesitaría un cabello del afectado.

— ¡Auch!— se quejó el pelimorado al sentir como una mano le arrancaba algo de la cabeza. Mira a su lado y encontró con el chico ocultista guardando algo en su bolsillo, se apartó un poco haciendo mueca de disgusto. ¿Cómo se atrevía a tocarlo? Estuvo a punto de gritarle, pero se dio cuenta de que su amada ya no estaba ahí como según recordaba —. Un segundo, ¿en dónde está darling, impuro?

—Ella se fue— clavó su mirada en el suelo y luego se enfocó en la cristalina agua de la piscina —. Aso-kun la llevo con Miyuji-chan, él... dijo que ella podría ayudarle.

¡¿Cómo había dicho, en el nombre de Dante?! Ese ingenuo deportista le había robado su oportunidad de brillar ante los ojos de Ayano. Eso no se lo perdonaría ni en diez vidas. Se arregló en cabello con soberbia y miro al horizonte con un ánimo de venganza; eso no se quedaría así, podía jurarlo por su honor como actor, y por el futuro que estaba dispuesto a trazar al lado de su bella dama. Por las estrellas, por la luna, el sol y el mar. Por aquel cerezo en donde su declaración los uniría para toda la eternidad.

Miyuji golpeaba los dedos contra sus caderas al ritmo de esa famosa canción que Ayano ya conocía y que había repetido miles de veces sin resultados favorables. La yandere veía a la rockera sin ocultar su inquietud. La líder de música ligera le había pedido su teléfono para escuchar la melodía que queria aprender a cantar, y desde que había dado play y la música volvió a comenzar, la chica se mantuvo con los ojos cerrados limitándose a marcar el ritmo de la melodía con sus dedos. La naturaleza de la música era fácil de reconocer la primera vez de oírla, y por eso temía que su senpai la viera como una pervertida por escuchar cosas así y querer replicarlas en voz alta.

Cuatro minutos después que parecieron una horrible eternidad, la mayor se quitó los audífonos y girándolos en torno a su dedo la observo con una sonrisa de campeona a la vez que un poco curiosa.

—Es buena, la música es suave y no por eso lenta. Me gusta. Solo dime, ¿Cuándo? Y ¿Quién?

— ¿Eh? ¿De qué hablas? — fingió no comprender de que hablaba e incluso frunció el ceño molesta como si lo hubiera tomado como broma. La realidad era que por dentro había gritado asustada de que ella supiera lo que planeaba hacer y un rumor se hubiera filtrado.

Miyuji rodo los ojos sin perder su sonrisa y levanto el teléfono de la asesina como si fuera algo obvio a lo que se refería. Ayano permaneció callada y la guitarrista opto por darse a entender. Dio media vuelta y llevo el aparato hasta un reproductor con bocinas, le desconectó los audífonos y coloco el celular en su lugar correspondiente para que pudieran escuchar la canción en alto para poder comenzar lo básico.

—Yan-chan, si alguien quisiera aprender a cantar solo por gusto no pediría ayuda, o no al principio. Lo que cualquiera con tiempo libre haría es escuchar sus canciones favoritas sin presiones y buscar tutoriales en internet para preparar la garganta— se explicó la chica yendo hacia la puerta con un pequeño panfleto negro y con letras rosas. Consiguió identificarlo como uno de esos mini carteles que se colocaban en las puertas de los hoteles y hospitales; las letras mostraban una frase que la hizo titubear de nervios y esperanza: Ensayo en proceso —. Pero, si vas a cantar con alguien sin tener experiencia y no te queda mucho tiempo, estas en serios problemas y acudes a quien te pueda ayudar.

—... Bien, sí. Es para cantar con alguien. ¿Cómo supiste todo eso?

—No nací siendo una experta. Yo también tuve conciertos en los que si mis piernas no temblaban por el miedo de fallar una nota, lo hacia mi voz cuando llegaba mi turno de cantar— la cantante se acercó hasta un cajón del que tomo papel y bolígrafo, se los entregó a la yandere sin explicar nada y camino hasta el amplio sillón donde se sentaba para practicar su instrumento. Se sentó cruzada de piernas y volvió a ver a la chica de segundo con una expresión confiada —. Te ayudare. Pero necesito saber para cuándo debes saberla y con quien cantaras. Luego de eso podremos comenzar.

Ayano apretó sus puños en señal de nerviosismo y comenzó a frotar su pie derecho contra el suelo en lo que pensaba como responderle. Las mentiras eran lo suyo, pero dijera lo que dijera estaba segura de que Miyuji ahondaría hasta obtener cada detalle. Además, si queria que entendiera su urgencia por aprender a cantar debía contarle la verdad, la versión completa y sin ocultar nada. Aun cuando eso significara que ella sabría ese secretito suyo con su adorable enfermero.

—Ok— se rindió encorvándose y caminando rendida a sentarse junto a ella. Se colocó junto a la de mechas salmón y dejo caer su cabeza en el respaldo del sofá —. Ayer luego de volver a mi casa, Mujo-kun me llamo para proponerme algo.

— ¿El tierno enfermero con el que sales? — pregunto con un toque pícaro y juguetón.

—N-No salgo con él— la miro furiosa pero solo consiguió mostrarle sus mejillas que se habían vuelto rojas y revelaban lo incómodo y raro de siquiera pensar en algo así —. Como sea, mañana es su último día aquí; terminara sus prácticas y volverá a la universidad.

—Aww, eso es muy triste. No quiero que se vaya, es como un unicornio que busca el final del arcoíris— opino la mayor inflando sus mejillas y aguantando la risa por esa rara descripción. Dejo salir el aire inhalado por la nariz y se inclinó sobre su compañera para seguir escuchándola —. ¿Y porque te llamo? ¿Acaso te invito a un karaoke? Eso sí es adorable. Sabía que le gustas.

— ¡Qué no! — grito completamente roja por tener que repetir lo mismo. Levanto sus piernas al sofá sentándose en pose india y sujeto sus piernas fijándose en el aterciopelado entapizado del mueble —A él le gusta mucho vocaloid, y me pidió que antes de que se fuera lo acompañara en un dance cover de la canción que te enseñe. Debo cantarla y bailarla, y no se hacer ninguna de las dos. Anoche escuche la canción hasta quedarme dormida, y hoy temprano practicamos los pocos pasos que me aprendí. Pero nada sale bien y debemos grabar ese video mañana. ¡Estoy asustada de fallarle ahora cuando se tiene que alejar de mí!

Cerró sus ojos y encajo las uñas en sus medias negras lastimando hasta la piel que había debajo. No queria alzar la cabeza y ver a su senpai, no queria abrir los ojos, y mucho menos aceptar que por ese pensamiento había aceptado participar con él en primer lugar.

Dos semanas juntos conociéndose y convirtiéndose en amigos había sido para ella como la infancia que no pudo vivir. Se permitió jugar, bromear, conocer a alguien en una situación ridícula y comenzar a relacionarse con él con cada vez más confianza. Pudo guardar los secretos que nunca escucho, ir a las pijamadas que antes no entendía, comer en casa de un amigo que nunca tuvo, defender a ese alguien de los bullys. Mujo, sin saberlo, le regalo la vida que había deseado en solo catorce días, quedándose a su lado para cuidarla.

El debía irse, se alejaría y seguiría su vida sin ella. Tal vez recordándola como su paciente de las prácticas, pero nunca significando tanto para él como lo que ella sentía. Era solo un tonto enfermero, un bobo que no podía cuidarse a sí mismo y estudiaba para ayudar a salvar vidas. Solo un ingenuo niño en un cuerpo de adulto. Solo una persona más. Y aún con eso, queria significar mucho más para él, que la tuviera en mente siempre y solo la recordara a ella de su tiempo en la escuela; queria que la extrañara, que la necesitara, y quizá que luego buscara encontrarla de nuevo.

Y si un baile y una canción, junto a un video que los mostraría felices cada que se volviera a reproducir era lo que necesitaba para llegar más hondo en el corazón de su amigo, entonces debía hacerlo perfecto para que el vacío que sentía por la despedida, también lo sintiera Mujo.

Una mano sobre su cabeza comenzó a acariciar con lentitud su cabello suelto. Abrió los ojos apenas algo, pero permaneció mirando fijamente el espacio del sillón entre sus piernas.

—Una canción, al menos tarda tres días en aprenderse bien. Y un baile no puedes saberlo de un día para otro— empezó a hablar Miyuji con tono despreocupado y manteniendo su mimo con la yandere. De un instante a otro, su voz se tornó más seria manteniendo un tono cálido —. Hiciste un compromiso absurdo, Yan-chan. Pero, creo que estamos de acuerdo en que ese enfermero merece una buena despedida. Tenemos menos de un día para hacerte una experta en esta canción, y del baile, ya veré como lo resuelvo. ¿Aceptas dar lo mejor de ti para lograrlo e incluso ir más allá de tu límite?

Ayano volteo a verla y notó que su sonrisa se había ensanchado un poco, le estaba extendiendo la mano y estaba esperando a que ella la tomara. No lo dudo más y acepto el apretón de manos tomando también todas las consecuencias que llegaran a ser necesarias para conseguir estar lista para el día siguiente.

¿De verdad lo lograría?

—Lo haré.

— ¡Genial! — inmediatamente Miyuji regreso a su forma de ser normal. Coloco sus manos tras su cabeza y con la punta de su zapato izquierdo toco el papel que le había dado hace rato —. Existen muchas formas de aprenderse una canción, y casi siempre una te ayudara mejor que las otras. Pero como tenemos prisa tú usaras tres métodos a la vez: escuchar, escribir y entender. Enciende esa bocina donde deje tu teléfono, sube el volumen al máximo, y sigue escuchando la canción sin parar aunque te quedes sorda o te sangren los oídos, cualquiera esta bien. Siéntate y escucha mientras anotas la letra; no creo que anotes muy rápido así que por eso déjala repetirse. Además, cuando la hayas escrito toda es importante que en cada párrafo entiendas lo que sucede; la música te cuenta una historia, una vez que la conozcas recordar la letra será pan comido— Ayano pronto se vio jalada por la guitarrista y también arrastrada junto al aparato antes dicho. Miyuji le ofreció un libro como soporte y reviso la hora en su teléfono antes de guardarlo en su falda y sobarse el estómago —. El almuerzo acabara pronto y aún tengo hambre, empieza a hacerlo y mientras iré por unas papitas. No tenemos tiempo que perder.

La de mechas salmones aplaudió llena de energía. Le guiño un ojo y levanto su dedo para darle ánimo. Cuando vio que su amiga comenzaba a escribir la letra que ya conocía se encamino hacia la cafetería para comprar algo de la máquina expendedora.

Luego de recoger sus papitas de crema y especias, abrió la bolsa llevándose rápido dos de estas a la boca. Degusto su botana adorando el sabor pero sintiendo rápidamente el exceso de sal. Imagino que una botella de agua sería perfecto, pero al intentar ir a la otra máquina se topó frente a frente con una sonrisa maniática y dos ojos que la veían desorbitados con una atención que asustaría a cualquiera. La chica solo atino a sacar otra fritura y comerla rápidamente, regresando la mirada a aquél peculiar chico.

— ¿Qué hay, Kaga-kun?

—Un testeo para que mi cabello vuelva a su pigmentación real y avances de la investigación que me llevara a la cima— respondió teniendo un tic en uno de sus ojos y manteniendo juntas las yemas de sus dedos. Comenzó a caminar alrededor de su compañera y a jalar uno por uno los dedos de sus guantes, creando un ambiente tenso y extraño para muchos. Pero la chica ya estaba acostumbrada a que él fuera así —. Me pareció ver desde el club de Geiju-kun que Ayanshi estaba contigo. Si, interesante cómo evoluciona su recepción de apego pero te sugeriría como el más calificado en este país que mantengas tus ayudas lejos de la fémina con aumento de reputación.

— ¿Por qué? Ella me agrada, me recuerda a mi yo del año pasado— contesto borrando su sonrisa un instante por la sorpresa de aquella petición. Luego de pensarlo un poco volvió a su faceta confiada y siguió comiendo —. Vamos, que sea muy feliz y más sociable no es algo malo, ni la hace espía de nadie; sé que ese tipo de gente prefieres tenerlas lejos pero ella es genial. A todos nos cae bien, y quiere aprender a cantar. Hasta tú debes ver que alguien con tantos clubs honorarios no es mala persona. ¿O qué? ¿Estoy metiéndome en un experimento tuyo?

Termino riéndose por su broma final y por fin avanzo para comprar su agua embotellada.

—Es parte de una prueba y no representas cambios, Miyushan— murmuro con normalidad deteniéndose junto a ella. Se ajustó los guantes y de su bata saco un recipiente pequeño y cilíndrico junto a un hisopo —. Ella es tan inestable como la primera prueba de cualquier rayo aniquilador. Y la solución es tan simple que alguien con baja IQ lo sabría por si solo: que Geiju-kun y tú nunca vuelvan a hablarle.

El peligris se acercó y sin que ella hiciera algo más que verlo con extrañeza por lo que acababa de decir, pasó el hisopo por el interior de la boca de la chica para luego guardar la muestra en el recipiente.

—Hey, una cosa es que no te agrade cualquiera y otra que me prohíbas estar con una amiga. No soy un...

—Claro que no, eres mucho mejor que eso. Tú eres el espécimen que demuestra la superioridad de mi intelecto— Kaga extendió su sonrisa mostrando su dientes y alzo sus manos al más puro estilo del doctor Frankenstein. ¿Cómo no hacerlo? Esa chica era el reflejo de las infinitas posibilidades que la ciencia podía darle. Termino el proceso que ella había comenzado y presiono el botón de las botellas con agua y luego solo se escuchó como esta caía para ser recogida —. Nadie pasa de ser un don nadie de perfil bajo a convertirse en un popular amado por cuestión de suerte, y tú sabes eso a la perfección, Miyushan.

La chica apretó su bolsa de frituras, comenzando a temblar sin poder articular ninguna palabra. Abrió sus ojos con sorpresa y un deje de pánico al escucharlo decir aquello. No respondió nada, solo lo miro como si ahora fuera un extraño sin corazón con quien estaba hablando. A ella le agradaba Kaga, se atrevía a pensar que eran amigos; pero en momento como ese cuando el científico parecía desconocer a quien fuera para validar su punto, le aterraba y le hacía pensar que comenzaba a hablar con otra persona.

«Tienes razón, ambas son muy parecidas; sujetos de pruebas con mismas características y situaciones. El asunto es... que no fue a Ayanshi a quien modifique. Y en un ambiente controlado en donde la metamorfosis y evolución son orgánicas, el historial no puede revelar nada científicamente adecuado para los demás especímenes. Y aunque la reacción de sujetos similares llegados al punto B con diferentes métodos me interesa, prefiero protegerte como mi prueba alfa, y a Geiju-kun como persona útil. Solo apártate y mi plan seguirá como lo planee.

Kaga tomo la mano de la chica y con muy poca delicadeza le arranco una bendita que tenía en los dedos debido a un accidente con los instrumentos horas antes. Se aseguró de que esta tuviera sangre fresca y se fue sin despedirse camino al tercer piso.

Miyuji permaneció aún un tanto asustada, quieta en su lugar y sin atreverse a recoger su botella de agua. Sabia por experiencia que cuando Kaga decía cosas así, aunque fueran descabelladas, tenía razón porque antes de hablar se aseguraba de corroborar los detalles. Y si bien no entendía del todo su forma científica de hablar, había comprendido que le ordenaba estar lejos de Aishi. También había mencionado el parecido de ella en términos de personalidades, y gracias a eso la duda e incertidumbre se sembraron en su cabeza.

¿Qué era lo que había hecho cambiar a Ayano? ¿Qué había de diferente pero igual en su vida como para llegar al mismo punto ambas? No lo sabía, pero una tercera pregunta era la que se llevaba el premio: ¿Aún la ayudaría?

Ven y convénceme otra vez, de que a tu lado está la felicidad.

Esperándome.

Ven y quiéreme.

Y con un beso dime ya, de qué a tu lado está la...

Rayos, casi lo tenía. Pero estaba teniendo mejores avances, aun no estaba ni cerca de la mitad de la canción, pero con escucharla unas veces más y seguir haciendo planas de la letra estaba segura de qué lo conseguiría.

Sin embargo, el baile todavía le preocupaba demasiado. Pero tenía que dejar de pensar en eso, solo por un rato, acababa de terminar el circuito de deportes qué no había logrado hacer el día anterior y estaba exhausta de pie junto al profesor Mido esperando a que les dijeran su calificación. No es como que le gustara tenerlo ahí, pero había insistido en acompañarla y la profesora no se lo había negado.

Realmente estaba agotada y podía sentir el sudor resbalar por su frente y cuello. Incluso su blusa de deportes estaba húmeda. Y había estado pensando tanto en lo del día siguiente que había dejado su jugo de naranja en el salón de asesorías. Estaba cansada y sedienta.

Un silbido llamo su atención haciéndola ver hacia adelante, se fijó detrás de la profesora que seguía revisando el rendimiento y su forma de superar las pruebas y encontró al club de deportes en el área de la piscina. Desde su lugar a lo lejos, Aso la saludaba enérgicamente. Ella le devolvió el gesto y a pesar de demostrar cansancio en su expresión, lo saludo con la misma efusividad.

Un crujido de plástico la sobresalto apartando su vista del rubio y viendo con molestia al hombre parado a su izquierda. Abrió sus ojos con ilusión y quedó boquiabierta al punto de babear mientras observaba al castaño, sus piernas temblaron y estiro una de sus manos hacia él aunque pronto la retrajo de nuevo junto a ella. El maestro al verla tal y como queria, sonrió satisfecho y se pasó una mano por el cabello para disfrutar un poco más el momento.

Mido tenía una botella de agua fría y sabia que Ayano moría de ganas por algo de beber, pero antes de entregársela quiso jugar un poco y llamar su atención para que lo volteara a ver. Cuando ella se percató de que lo que bebía era lo que más ansiaba, no pudo evitar mostrarse ansiosa y crear la ilusión como si lo que tanto queria era al sujeto mismo.

— ¿Quieres, linda? — preguntó Mido con su típico tono coqueto. Se paso la lengua por los labios tomando las gotas fugitivas y mostrándole la bebida todavía un poco más arriba de la mitad.

—Si. Démela— casi rogo con necesidad de rehidratarse. Pero al intentar tomarla, el aparto la botella.

— ¿Cómo se dice, preciosa? — el mayor llevo uno de sus dedos hasta la barbilla de la yandere y la acaricio con suavidad antes de sujetarla y hacerle verlo a los ojos. También se inclinó quedando su rostro sobre él de ella. No lo hacía solo para molestarla, aunque era una ganancia colateral, sino para asegurarse de que ella haría lo que habían acordado antes de salir del aula. Meneo el agua mineral entre ambos haciendo suspirar a su alumna-asistente y sonrió con malicia—. Dilo.

—Ahh— suspiro, sintiendo como podría morir ahí mismo solo por la vergüenza —. Si, profe.

La sonrisa seductora de Mido se volvió victoriosa y luego de apreciar a la menor desde esa perspectiva, en donde su cara estaba roja por el calor y su anterior esfuerzo en la práctica de deportes. Ella era mucho más baja que él, por lo que verla así le parecía bastante divertido por parecer que hacia pucheros por tener que decirle así, aunque también podía verla como una alumna nerviosa y apenada de estar tan cerca de él y tener la oportunidad de hablarle así.

Finalmente se separó para dejarla calmarse y le entrego la botella sin perder detalle de su desesperado beber.

—Felicidades, Aishi-chan— se acercó la maestra observando una última vez sus anotaciones antes de poner su mano sobre el hombro de la asesina —. Tienes un diez en el circuito.

La menor suspiro aliviada y dejo caer lo último de agua sobre su cabeza para refrescarse, el agua recorrió su cabello que tuvo que volver a agarrar para no tener tanto calor y termino mojando un tanto de su blusa; pero estaba bien, luego se iría a dar una ducha y volvería con su uniforme de siempre. No contaba con que luego de que la entrenadora se fuera de regreso a la oficina de la facultad, Mido la detuviera diciéndole que la queria tener así por el resto de la tarde. Intento negarse gritándole que no tenía derecho a eso, pero este sabiendo lo que pasaría se adelantó informándole de que había arreglado todo para que solo tuviera dieces hasta el final del año.

—Pero, como mañana es mi último día— continuo hablando mientras caminaba junto a ella de regreso al salón de tercer año —le dije a la maestra con la que hice el acuerdo que me diera hasta mañana en caso de cambiar de opinión. Así que, ¿aun piensas irte a cambiar?

Era un maldito tramposo. Gruño en voz baja y solo se acomodó un mechón tras la oreja antes de avanzar molesta delante de él para no tener que seguir a su lado, no imagino que eso solo ayudo al profesor a obtener una mejor vista de su parte trasera.

Mido se mordió el labio y camino manteniendo la misma distancia entre ambos para no perder detalle de ningún movimiento. Oh, claro que iba a disfrutar de toda esa situación entre ambos. Porque ella le debía más que solo un favor, y lo iba a gozar hasta el último segundo.

Al diablo la dignidad, había cosas más importantes que debía hacer. Se repetía eso mil veces por segundo con la esperanza de poder creérselo, pero en realidad se ahogaba en su propio coraje por tener que llegar a esos límites.

Todo por Mujo. Todo por Mujo. Maldita sea, tenía que hacerlo por Mujo.

Del otro lado del salón, Mido simplemente se mantenía recargado en su silla con los pies sobre el escritorio disfrutando del entretenido show que tenía solo para él. Luego de un rato en el que Ayano lo había ignorado para escuchar música, se había recluido en la esquina más alejada del salón para empezar a practicar su baile. Más allá de verlo divertido y torpe, le gustaba ver como el uniforme de deportes se marcaba mucho más a sus curvas y lo mojado de este igual le permitía ver el color negro de su sostén.

El teléfono de la chica sonó avisándole de un nuevo mensaje, interrumpiendo el video de la coreografía. Ayano gimió a modo de queja y se acercó para pausarlo y luego se sentó en una silla para descansar un poco de la danza. Era un mensaje de Miyuji en donde le decía que se olvidara de esa coreografía, había hablado con Mujo y este había aceptado cambiarla a otra más simple y que seguía siendo de la misma canción.

Su primer pensamiento fue de odio y frustración, había estado practicando esos desgraciados pasos desde el día anterior y ahora debía aprender otra cosa totalmente nueva, ¿y en que jodido momento le había dicho que hablara con él? Pero luego de reprimir un grito y seguir pensando en ese cambio, y claro, de ver también la nueva coreografía, se empezó a tranquilizar al confirmar que de hecho si era algo más simple. Aún no era algo como para aprender en quince minutos, pero disminuía el peso que antes tenía sobre sus hombros.

Bloqueó su celular y se levantó en busca de un asiento en donde el aire acondicionado le llegara de frente, este resulto ser casi frente al profesor que no se molestaba en ocultar el hecho de que la veía con morbo. Suspiro al sentir la brisa helada y se desplomo quedando recostada en la silla.

—Eso fue muy entretenido— dijo el mayor bajando sus pies y recargando sus codos en los papeles revueltos de las asesorías frente a él. Ayano no dijo nada —. Pero me gustaría saber, ¿a qué se debe que hayas tenido que bailar frente a mí? ¿Y cómo hago que lo hagas más cerca de mis piernas?

La azabache frunció su ceño, pero continúo sin decir nada. No iba a gastar sus pocas energías lidiando con ese sujeto que solo ansiaba ver pechos y otras cosas; esperaba que luego de entender que no le dirigiría la palabra se aburriera y se metiera por fin en sus propios asuntos.

El silencio se expandió por toda el aula en lo que suponía habían sido dos minutos, sonrió aliviada de que todo se hubiera calmado, o lo fue hasta que Mido le soltó algo que simple y sencillamente la obligo a levantarse y tropezar en el intento.

—Tu promedio final será nueve.

Se levantó del suelo entre más tropezones y golpes accidentales con las sillas y camino hecha una furia hasta llegar a donde él estaba y golpear con ambas manos su escritorio. Se impulsó para quedar más cerca de él y le dedico una mirada asesina y cargada de odio apuntándolo acusadoramente.

—Dijo que solo tendría dieces.

—Así era, pero no estás jugando conmigo.

— ¿Jugar?

—Así es, linda. Tu y yo hicimos un trato ¿recuerdas? Ahora, todo el tiempo estamos jugando verdad o reto— le conto sin borrar ni aflojar su sonrisa coqueta. Y en un acto juguetón le sujeto la nariz a la contraria —: si te hago una pregunta, la tienes que responder. Si no, aceptaras un reto. Y ese es que aceptes tu baja de promedio.

—Pero, ¡eso es jugar sucio!— se quejó golpeando su puño en la madera.

—Cariño— las manos del mayor acariciaron las mejillas ajenas y en un acto rápido tomándola desprevenida, la tomo con fuerza de la nuca obligándola a subirse al escritorio. Ayano quedó en una posición comprometedora en donde sus rodillas descansaban sobre varios documentos y sus manos se aferraban al borde del otro extremo para no caer sobre el maestro, quien por cierto la tenía viéndolo desde abajo para demostrar que él mandaba en esa situación —, no habría nada de divertido si no nos ensuciamos a veces.

La soltó.

Ayano se apresuró a bajar de la mesa y retrocedió hasta chocar con una silla. Veía con horror y asco como el mayor seguía sonriendo y se recargaba para poder sentarse de manera cómoda. Le hizo un además de que la queria sentada junto a él, no tuvo más opción que ir y colocarse en el asiento que era para su asistente, ella.

— ¿Si respondo mi promedio seguirá siendo diez?

—Lo juro.

Rodo los ojos con fastidio y se mordió la lengua para no decir nada cuando él se apegó más a ella y paso su brazo sobre sus hombros. Atrayéndola de vez en cuando hacia sí mismo.

—Nunca bailare en sus piernas— respondió tajante y con un gran sonrojo por imaginar esa horrible escena. Mido también lo imagino, pero solo ronroneo y comenzó a sobar el brazo de la chica —. Y estoy practicando para algo mañana.

— ¿En serio? ¿Y qué es? Porque me encantaría ir y verte bailar así, Aishi-chan.

—No creo que pueda— contesto con un poco de burla que intrigo al castaño —, es algo que hare con Mujo-kun después de clases.

Toda la emoción y el calor que sentía Mido bajo a cero en cuanto escucho el nombre de su ex-compañero. Mostro una mueca de sorpresa y dejo toda sensualidad a un lado para soltar a la menor y alejarse. Cosa que Ayano aprovecho para escapar de ahí.

El maestro se acercó al escritorio y junto sus manos mientras veía a la nada preguntándose una y otra vez que rayos intentaría hacer aquel tonto con esa chica luego de clases. Podría ser algo sin importancia, conociéndolo a él. Pero luego de observar los insinuantes movimientos de baile que su alumna practicaba, pasando sus manos al contorno de su cuerpo con lentitud, agitando sus caderas acentuadamente y moviendo su cuerpo con una fluidez provocativa que levantaría cualquier...

¡¿Qué demonios iba a hacer ese imbécil?!

Y hasta aquí el capítulo. Aquí aprovecho a decir que las personas que están en el grupo de Facebook ya saben que canción va a usar la pareja...Ayajo...Muno... Kishi ¿Aishujo? ¡No sé qué nombre darle al ship, decidan ustedes! El punto es que es una idea que compartí en el grupo hace tiempo y antes de la cuádruple actualización publique la canción que usaran en el siguiente capítulo. Ustedes igual la tendrán pero ellos la escucharon antes, jeje.

Como ven me está gustando eso de dejar a Ayano con el cabello suelto, necesito un dibujo de ella así con sus objetos de los clubs; se vería hermosa. Voy intentando poner a Mido cada vez más a un modo pervertido, igual su semana acaba mañana (ay me la creí, acaba apenas cambien de capitulo xD) y hasta luego, en el que sigue se despiden del profe que ya no vuelve en este fanfic.

En otras noticias, ay ya se va a ir Mujo también. Voy a extrañar a ese dulce inocente, escribirlo fue muy lindo y hacerlo quedar tierno me daba vida. También despídanse de él que se nos va. Ahora solo voy a poder volver a escribir a alguien así de tierno hasta la semana de Hanako.

Y como hay dos capítulos más después de este dudo que alguien allá leído todo esto. Así que dejare un montón de spoilers sin contexto que nadie con prisa sabrá. Si tú has leído esto sáltalo porque si esta fuerte: ¡Extra, extra! Ayano tendrá dos citas (ninguna es con Taro), Ayano informante, aprendiz de Yakuza, primera vez, las fotos se envían, las cartas llegan a Ayano, revelo a los fotógrafos y Kaga caga todo (y se declara a su crush). Nos leemos en un rato.

¡Votos y comentarios se agradecen!

¡Hasta el próximo capítulo!

¡MoriDark19, fuera!

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