26. Recordar cura el alma
Ayano estaba sentada en la mesa del comedor, con una mirada angustiada, fija e inmersa en el plato con cuatro hot cakes frente a ella. Aún podía ver el humo saliendo de estos, había terminado de prepararlos apenas unos minutos atrás. El pequeño pedazo de mantequilla de la cima se estaba deshaciendo lentamente, por lo que el pequeño aroma de este se mezclaba con el de la comida en sí.
Eso se veía delicioso, y sabía que tenía que comer algo si quería evitar esas horribles punzadas. Sintió su estómago rugir, implorándole un poco de alimento. El tenedor en su mano golpeaba de vez en cuando la mesa por el movimiento nervioso en sus dedos, haciendo un ruido entre hueco y agudo.
La noche anterior, luego de regresar del exorcismo y hacer sus deberes y algunas tareas de la casa, se preparó un pastel de carne, del cual más de la mitad permanecía en el refrigerador esperando a la tarde para ser calentado. Había cenado un poco de eso, sintiendo como su estómago dolía por recuperar sus debidas atenciones, aunque luego corrió al baño para vomitar; le apenaba decir que había devuelto toda su cena, pero aquello desaparecía al recordar que había vuelto a servirse y comer una porción más pequeña.
Casi se cubrió la boca con cinta para no vomitar, lo cual sirvió muy bien. Pero antes de dormir y aún en sus pesadillas, las voces de sus amigos decepcionados la atormentaban.
Con algo de miedo, como si su desayuno de repente fuera a cobrar vida y a devorarle la mano, acerco el tenedor y partió un poco de hot cakes en los que escurría miel de maple. Acerco el alimento a su cara, abrió y cerró su boca muchas veces, vacilando con nerviosismo si debía hacerlo o no. Al final termino cediendo por su bien, y luego de masticar y tragar las tres capas de su desayuno, lo que temía llego.
¡Lo prometiste!
No puedo confiar en ti.
Me das asco.
Que débil eres.
Empezó a sentir como las arcadas se abrían paso por su garganta. Por lo mismo, se cubrió la boca e intento no vomitar nada de eso. Tenía que seguirlo intentando, tenía que tratar de alejar esas punzadas de ella, claro que era muy difícil con el atosigamiento constante de sus amigos en su cabeza.
No lo soporto más, salio corriendo al baño y saco todo lo que pudo. Tal vez y hasta un poco de lo que había logrado cenar.
Rayos. Regresar a sus antiguos hábitos no iba a ser fácil. Menos porque no dejaba de pensar en lo que había ocurrido el dia de ayer con el tema de exorcismo. Aún no podía creer que asi había acabado todo.
Las luces se habían apagado segundos atrás. Estuvo a punto de hacer igual que Kizano y soltar un pequeño grito por la sorpresa, pero a tiempo una voz juguetona en su mente comenzó a reírse.
—Jajaja, espantar a un demonio es más divertido cuando no puede ver bien. Y ahora... ¿en dónde estás? Es que, jaja, no veo nada.
Ayano negó para sacar la voz de Fun Girl de su cabeza. No podía distraerse con nada. Al menos ya sabía porque el lugar estaba asi de oscuro, ¿ella habría tenido que ver igual con el color neón de sus ojos? Se lo preguntaría después.
La azabache empezó a caminar en dirección contraria a las manecillas del reloj alrededor del círculo de velas negras en el que Oko Ruto estaba encerrado. Kizano la siguió al instante, ambos manteniéndose frente y a la espalda del tercero por igual. Cuando una ráfaga de viento amenazo con apagar las velas, ella y el pelimorado supieron que debían empezar a recitar el hechizo.
La segunda parte entraba en acción.
—Demonio, ex convicto del rio de fuego y odiado de Dios y Lucifer; sal de este cuerpo y enfréntanos cara a cara. Oh demonio, tu que no supiste expiar tus pecados y terminaste sumido en el abismo oscuro del dolor; deja este cuerpo y pelea por tu libertad.
«Deja de esconderte, no seas un cobarde. Sal de su cuerpo y tendremos piedad. Tú perdiste tu vida en consecuencia de tus actos, no se la quites a alguien que no ha cometido altos pecados. Te escondes queriendo ganar, solo terminaras humillado y una prisión de carne y hueso que se pudrirán.
Al tiempo que ellos recitaban el conjuro, Oko no se atrevía a levantar la cabeza. Sentía miedo, pero no porque algo llegara a salir mal, simplemente... no sabía cómo sería ver a Nebalie de nuevo después de tantos años. Era cierto que el amor que le tenía no podría irse de manera tan rápida, pero eso mismo era lo que lo atormentaba: que lo manipulara para dejarlo libre. Ese demonio siempre había logrado convencerlo de aceptar cosas de las que nunca estaba seguro, Nebalie había sido alguien muy persuasivo, no se detenía ni paraba de acosarlo hasta conseguir lo que quería.
Oko sabía que era débil, pero cuando se trataba de ese mismísimo ente podía serlo mucho más. Simplemente, nunca había sabido decirle que no a Nebalie.
Mientras tanto, la yandere y el actor iban aumentando su andar alrededor del peli añil. Ambos lo hacían estupendamente, parecían dos lobos hambrientos acechando a un pequeño mapache. Inclusive, el miedo de aquel chico en medio de ellos también se incrementó debido a las frías miradas que Ayano y Kizano le dirigían.
—Deja esta alma tranquila, sal y vete de aquí. No importa la conexión o el trato que hayan hecho, nosotros lo anulamos y te retamos. Atrévete a salir y lucha con ambos, vil criatura condenada a arder.
« ¡Lárgate, asqueroso ser! No nos enfurezcas ni nos engañes, sabemos que lo intentaras y si lo haces nosotros te llevaremos al limbo. Ese sitio en donde se pudre la basura como tú y de donde nunca debiste haber salido.
Ayano y Kizano se vieron mutuamente sin saber qué más hacer, a ese punto del ritual esperaban que algo ya hubiera pasado. Habían terminado de decir el hechizo y aún no había rastro alguno de que el demonio saliera de Oko. Detuvieron su caminar y suspiraron con molestia. Permanecieron ahí unos minutos a la espera de alguna reacción sobrenatural, pero no pasó nada. Absolutamente nada.
La azabache sentía, a pesar de todo, que algo no iba bien. Salio de su zona del ritual y encendió las luces. Aún todavía asi, algo no encajaba. Ignoro que a lo lejos el actor estaba empezando a quejarse por perder su tiempo o cualquier otra cosa absurda que el tomara como importante, y prefirió concentrarse en ir a una esquina del lugar para no llamar tanto la atención. Tenía que hablar de eso con sus consultores del otro lado.
— ¿Qué pasa? — preguntó en voz baja luego de cerciorarse que ninguno de los chicos la veía — ¿Por qué esto no funciono?
—Ara, ara. No entiendo que pudo haber salido mal, baby killer. Tú y el lindo actor dijeron el hechizo correctamente; cualquier demonio debería estar molesto con ustedes dos, de hecho...— la súcubo hizo una pausa, durante la que Ayano no supo que pasaba. Volvió a escucharla claramente cuando la escucho suspirar pesadamente en su cabeza —. El hechizo salio bien, querida. Pero había otro demonio en el área, y ese demonio tomo la amenaza como algo personal... a pesar de que ELLA ya sabía que no lo era.
— ¡Déjenme ir! — escucho gritar a Fun Girl. Retrocedió un paso, bastante sorprendida y casi cayéndose por lo inesperado de la situación. Por primera vez la escuchaba enojada, y de no ser porque consiguió identificar el tono de voz, hubiera pensado que era alguien más — ¡Suéltenme los tres! ¡Voy a enseñarles de lo que es capaz una "odiada de Dios y Lucifer"! ¡Y solo me odia Dios! ¡Lucí me invito a jugar croquet hace una semana! ¡YA SUELTENME!
Ayano se apretó el puente de la nariz con molestia. Maldita Fun Girl. Esa cosa les había salido más que perfecta, ignorando el hecho de que habían parecido unos tontos haciéndolo. Se giró para ver de reojo a los otros dos chicos, cuando menos ya no estaban peleando tanto; Oko se había puesto a revisar el libro que minutos antes les había dado y Kizano estaba caminando de un lado al otro evitando el pentagrama, el pobre parecía un león enjaulado.
—Bueno, viendo que mi hija se ha visto inmersa en la trampa de mi esposa— escucho al demonio de fuego, con su típico tono formal y profundo —, yo me ocupare de tomar el mando de la situación, tengo una teoría que me gustaría comprobar.
Luego de eso no escucho nada más además de un silencio hueco. Supuso que la conversación se había terminado, por lo que se encogió de hombros y se giró para ir con ambos chicos, tendrían que intentarlo de nuevo.
Acto seguido, vio con sorpresa como alrededor del de mirada sombría (y sin que nadie más que ella pudiera verlo, aparentemente) aparecía una pequeña nube de humo que empezaba a rodearlo, solo para luego adentrarse desde su pecho y salir unos segundos después por el mismo lugar.
A lo mucho, Oko pareció sentir solo un poco de frio.
—Listo— volvió a escuchar al demonio, espantándola de paso. Aún no entendía que acababa de ver, pero se decidio que era buena idea prestarle atención por el momento —. Hice lo que, en mi opinion, mi estimada súcubo debió haber hecho desde el principio en vez de sacar sus propias teorías. Baby killer, tu aliado no tiene ningún demonio que lo esté tratando de poseer. Esta libre, y siempre lo ha estado.
— ¡Oh que me suelten, les voy a partir su ma...! ¿Qué? ¿El niño bonito no esta poseído? — y Fun Girl, siendo tan imprevista como siempre, se calmó de un segundo a otro.
—Asi es, y me temo que la negatividad depresiva que vieron no es más que solo su forma de ser. Qué pena, Aishi-chan, lamento decirte que todo el tema del exorcismo, fue en vano.
Vaya pérdida de tiempo.
Pero volviendo a su desayuno, no sabía que más podía hacer para comer aunque sea un poco de eso. Tenía que hacerlo, aunque fuera un poco. Tomo otra porción, ahora más pequeña, y se la comió sin pensarlo mucho. Cuando empezó a escuchar las voces corrió a la sala y prendió el televisor, asi como todo lo que pudiera causar ruido. Asi al menos se engañaría con que las voces no estaban ahí.
Luego de eso, se sirvió unos cuantos vasos de agua y luego se encamino a la salida, si no salía en ese momento llegaría tarde a la escuela, y aún debía pasar a recoger un pedido de postres a la pastelería de la mamá de Amao.
Ese dia en especial no tenía muchas ganas de asistir a clases, pero al menos se animaba diciendo que podría ver a Taro y pasar tiempo con él. Los avances en su relación eran lentos, pero al menos iban sucediendo. Además, debía ir porque se iba a encontrar con Kizano al final de clases, y estaba segura de que Oko Ruto le insistiría con el tema de Nebalie, aunque sinceramente esperaba que no lo hiciera.
Por primera en vez en su vida, no sabía que estaba haciendo en la oficina de la consejera. Simplemente había pisado la escuela y antes de que pudiera cambiarse los zapatos, Akane Toriyasu apareció junto a ella diciéndole que la consejera quería verla. ¿Se habría enterado del exorcismo? No. Eso iba de acuerdo al club y debía aceptarlo. Entonces ¿qué era lo que quería hablar con ella? Bueno, mientras no se tratara de los antiguos asesinatos en la escuela no tenia de que preocuparse.
Finalmente, la mujer entro por la puerta de su oficina con una humeante taza de café en manos. Esta se sentó en su silla y acomodo unos cuantos papeles antes de mirar fija y calculadoramente a la yandere.
No sabía bien porque, pero se sentía en problemas.
—Buenos días, Aishi-chan. Te mande a buscar porque recién me entere de un asunto delicado en el que estas ligada— la mujer hizo una pausa momentánea, como si buscara la mejor forma de averiguar algo o pensara en algo que exigía importancia —. Cuéntame, veo que traes un paquete de cupcakes. ¿Un motivo especial?
Ayano miro rápidamente los cupcakes que había conseguido para el club de videojuegos. Ya se imaginaba que ese no era exactamente el problema, pero ella era una mujer lista. Solo estaba mirando el terreno para poner en marcha el verdadero plan. Lo sabía.
—Son para mis amigos. Ayer pasamos un desacuerdo, y le prometí traerles algo especial.
—Entiendo. Ayano-chan, ¿serias tan amable de darme uno? Usualmente tomo mi café con un cuernito, pero hoy se acabaron antes de que llegara.
La azabache, sin entender por dónde iba el asunto, asintió lentamente y abrió la caja viendo los veinticinco pastelillos que había pasado a ordenar la tarde anterior luego de irse de la plaza. Tomo uno que tenía cobertura verde con chispas de chocolate. Se lo entrego y ella pronto le dio una mordida seguida de un sorbo a su café.
—Muchas gracias. En serio me moría de hambre. Pero, ¿Por qué no me acompañas? Estoy segura de que a tus amigos no les molestaría que te comas uno antes de ir a verlos.
Y ahí estaba. La estaba invitando a comer, cosa que no ella no podría hacer. Aún asi, necesitaba guardar las apariencias y tratar de engañarla. Tomo otro cupcake, ahora uno de glaseado amarillo y chispas de colores. Un aroma delicioso a vainilla llego hasta su nariz y se relamió disimuladamente los labios. Quería comerlo.
Estaba a nada de darle una gran mordida que casi lo dejaría a la mitad, pero pronto escucho murmullos nada claros en su cabeza. Alejo el pastillo lentamente y lo dejo en el escritorio.
—Creo que desayune mucho— se excusó mientras se rascaba un brazo.
La mayor se arregló los lentes y luego dio una mordida más a su panecillo, dándole fin a este y dejando su taza todavía por la mitad.
—Aishi-chan. Me llego un informe anónimo de que sufres de bulimia. Por alguna razón no comes bien desde hace unos días, y cuando lo haces vomitas. Necesitas ayuda. Y para qué podamos brindártela, necesito que me digas a raíz de que es esto.
...se quedó muda. No sabía que decirle. Para empezar, ¿Cómo ella se había enterado? Nadie lo sabía. Ni los del club de videojuegos, ni Taro (¡Que él no se enterara!), ni Oko, ni Kizano, ni siquiera... oh no... maldito desgraciado.
¡Iba a matar a ese enfermero!
—Aishi-chan— repitió la consejera —. La bulimia en una enfermedad muy grave, asi que debo suponer que algo muy duro pasó últimamente para que la consideraras como una opción. ¿Fue el accidente de tus amigos?
Se cruzó de brazos y se dedicó a ver fijamente el suelo. Si. Esa era la razón, pero no tenía ganas de decirlo. Pero debía suponer que la consejera no aceptaría esa respuesta, lo cual confirmo cuando la mujer empezó a verla por sobre sus gafas y a golpear su zapato contra el piso.
La azabache suspiro y asintió con pena. Sabía que ella no entendería la importancia de esa promesa, pero si no comenzaba a hablar podría irle muy mal. Porque en ningún caso, estar en esa oficina era motivo de cosas buenas.
Genka relajo su semblante y vio comprensivamente a la chica frente a ella. Se giró un poco para poder tomar correctamente el teclado de su computadora y empezó a teclear un par de cosas a gran velocidad. Ayano mientras tanto se mantenía centrada en el suelo, a veces levantaba un poco la mirada, pero no llegaba a ver más allá de la engrapadora sobre el escritorio.
Tenía miedo de que hablara con sus padres y les dijera todo; su padre seguro se preocuparía demasiado y querría regresar cuanto antes, en cuanto a su mamá seguro se enojaría por hacer promesas que no tienen nada que ver con Taro, era probable que también le dijera que abandonara a sus amigos. No quería eso.
La consejera volvió a prestarle atención, ahora con un rostro más tranquilo y esperando que Ayano aceptara lo que iba a ofrecerle.
—Aishi-chan. Lo que haces con tu cuerpo no es una solución, en ningún caso. Supe de los fuertes dolores estomacales que sufriste ayer, te hicieron faltar a un dia completo de clases asi que, creo que me enteraría igual tarde o temprano. Antes de que llegaras hable con el enfermero suplente— que sorpresa —. Él ya tiene conciencia de tu estado, asi que entre los dos nos propondremos a ayudarte.
«Sé que durante los recesos, pasas tiempo en el club de videojuegos. También recibí una queja en contra de que te nombren miembro honorario, pero creo que es algo bueno para esta situación. Es crucial que tengas a tus amistades cerca para recibir apoyo. Sin embargo, ahora pasaras los almuerzos aquí, vendrás para un sesión de terapia conmigo. Y luego, el enfermero se encargara de monitorear tu alimentación y tus nuevos medicamentos. Te aviso que esto se quedara asi hasta que vea mejoría en ti.
A la azabache no le daba ninguna gracia que se metieran en su vida privada, pero sabía que contra la consejera no podría hacer nada. Por algo estaban seguros de que ella algún dia seria directora. Asintió sabiendo que no podía hacer nada para cambiar eso.
Tomo su mochila y la caja de pastelillos, se levantó de ahí para ir tan rápido como pudiera a su salón y luego a su club. Esperaba que al menos ellos pudieran alegrarle la mañana, pues hasta ahora todo le estaba yendo de lo peor.
Sin embargo, esperaba con cierta emoción que llegara el receso. Porque en ese entonces, podría matar a ese bocón de cabello rosa.
Dios, había sido horrible pasar quince minutos escuchar hablar y hablar a la consejera. Se había visto obligada a hablar de todo: la promesa, el esperar que asi ambos despertaran, comer cosas poco saludables para no desmayarse los primeros días. Genka le mostró su apoyo, pero término yendo por el camino que ella había querido evitar desde el inicio: reconocer que eso estaba mal y que debía volver a cuidarse.
Ahora, tenía que ir a la enfermería para que Mujo la viera comer y le diera unas pastillas, según había dicho Genka. La buena noticia, es que con lo despistado que era ese sujeto no sería muy difícil poner algo de veneno para ratas en su café, todos creerían que lo confundió con el azúcar.
Entro a la enfermería y vio el lugar vacío, a excepción del enfermero pelirosa que les estaba dando la espalda. Sin muchos ánimos se le acerco y miro por sobre su hombro que era lo que estaba haciendo. No pudo distinguir muy bien, pero parecía ser que escribía en una libreta en donde había varias fórmulas y algunas notas adhesivas.
—Veamos, ¿Qué pasa si le administro la cantidad de morfina equivocada a un paciente? — se preguntó el mayor mientras movía débilmente sus rodillas, como con cierta ansiedad.
—Se muere— respondió Ayano sobre su hombro. El más alto lanzó un corto grito agudo, pero lo peor fue que cuando quiso girarse para verla este término cayéndose de la silla. La azabache se cubrió la boca para ocultar su risa.
—Oh, eres tú. Creí que no vendrías— menciono Mujo mientras se levantaba, sosteniéndose del escritorio y sacudiendo un poco su cabeza para despabilarse. Casi como un pequeño cachorrito que se acaba de mojar.
— ¿Qué es eso? — inquirió la yandere, quien señalaba la libreta de pasta rosa con stickers médicos.
—Es mi tarea— respondió mientras tomaba la libreta y la cerraba antes de meterla a una mochila que no había visto antes —. Oh, creo que no te lo había dicho. Aún no me graduó de enfermería. Voy en mi tercer año de carrera.
— ¿Cómo conseguiste trabajo aquí? — pregunto la azabache mientras se dirigía a una cama y se sentaba al borde de esta.
Mujo, una vez que dejo sus cosas debajo del escritorio, tomo una bolsa de papel y fue a sentarse junto a la azabache. Él se sentó de forma que sus pies pudieran colgar un poco para poder mecerlos, en cuanto a Ayano ella tenía perfectamente sus pies en la tierra.
—Bueno, mi escuela tiene un arreglo con Akademi. Estaba haciendo mis prácticas profesionales en el hospital de la ciudad, pero mi supervisor me reporto con el director de carrera. Le dijo que era yo era muy torpe y que no iba a permitir que siguiera allí— Ayano se giró a verlo y lo noto algo decaído, casi hasta parecía un niño pequeño al que habían regañado por decir "Idiota". Mujo suspiro decaído, solo para que unos segundos más tarde volviera a sonreírle —. Mi director me hablo el viernes y dijo que podría terminar mis últimas dos semanas de prácticas aquí.
—Que bien— dijo sin muchos ánimos. En ese instante, su estómago rugió de manera traicionera. Eso llamo la atención del enfermero, quien pareció recordar algo de repente y volvió a tomar la bolsa.
— ¡Es hora de comer! — exclamo con una gran sonrisa mientras rebuscaba en el interior de la bolsa que podía darle. Saco un yogurt bebible de fresa y una manzana verde.
—Oh, por favor— suplico Ayano casi intentando alejarse de él. No quería seguir comiendo, sentía que ya había sido suficiente con su desayuno, si comía un poco más seguro que ni siquiera podría dormir por las miles de voces —, no quiero más.
—Vamos, no es mucho. Incluso si bebes el yogurt y le das una pequeña mordida a la manzana será suficiente— Mujo se acercó un poco a ella y le extendió la bebida mientras le sonreía con ternura. En su mente, el mayor pensaba que tal vez ella se sentirá más cómoda si veía que todo estaba bien —. Es solo un poco, por favor Yan-chan.
Ayano sabía que no le quedaba mucho tiempo para cumplir su plan de matarlo, la única manera de llevarlo a cabo seria haciendo lo que él le decía y luego distrayéndolo.
Juntando todas sus fuerzas, tomo el pequeño bote de seiscientos mililitros y lo abrió de un lado consiguiendo el aroma de la frutilla se liberara. Llevo el recipiente hasta sus labios y con los ojos fuertemente cerrados lo bebió hasta la última gota. Una vez comprobó que ya no había nada más de eso, le arrebato la manzana al pelirosa y dio una sonora mordida. La mastico rápidamente y trago con fuerza. Incluso, y aunque no era necesario, abrió su boca para que el mayor viera que ya no tenía nada.
En cuanto Mujo vio la velocidad con la que Ayano devoraba la comida, se sorprendió casi al punto de creer que la comida había desaparecido sola. Pensó que la chica por fin había entrado en razón y estaba lista para volver a la normalidad. Eso lo alegro mucho, por lo que cuando ella le enseño que había comido lo acordado, el no puedo evitar aplaudirle, estaba muy emocionado. ¡Estaba ayudando a alguien!
Ayano lanzó un suspiro agotado al darse cuenta de que había comido más de lo que eran su cena y su desayuno juntos. En cierto momento, eso le gusto y la hizo sentirse a gusto, pero luego empezó a escuchar otra vez las voces, cada vez más hostiles y crueles con ella. Intento cubrirse los oídos, pero eso solo la hacía sentirse más indefensa y las escuchaba con más intensidad.
Sintió arcadas que iban con fuerza desde su pecho hasta su garganta, casi sentía la comida mezclada con jugos gástricos regresar por el camino que acababan de cruzar. Se inclinó desesperada hacia el frente, lista para expulsar todo lo que se venía. Sin embargo, unas manos le tomaron de las mejillas con cuidado y unos labios se colocaron por encima de sus ojos, plantándole un beso casto y lento... el cual sintió bastante cálido y confortante.
Y asi, con aquello acaparando gran parte de su mente y de sus emociones, la comida dejo de resistirse y se dejó llevar nuevamente por la rutina estándar del sistema digestivo. Mientras tanto, Ayano sentía su cara arder debido a aquel repentino acto. Levanto la vista y vio como Mujo también estaba sonrojado, sin atreverse a abrir los ojos y con ambas manos juntas sobre su regazo.
La yandere se sentía incapaz de cerrar la boca, estaba sorprendida, impactada... no se esperaba que él hiciera eso.
— ¿Por-Por qué hiciste eso? — pregunto, aún bastante atónita.
—Yo, estoy bastante feliz de que quieras recuperarte. Y, mis papás siempre me daban un beso en la frente, la nariz, o en ambas mejillas cuando hacía algo que los hacía sentirse alegres. Oh, ¿tu... querías una estrella en la frente? No creo tener pero puedo preguntarles a las maestras.
— ¡No! Es-Es decir, no-no hay problema. Solo... no lo esperaba— admitió mientras se acomodaba un mechón suelto tras su oreja.
— ¿Te molesta que haga eso? A varios de mis compañeros tampoco les gusta, dicen que soy muy raro y que no debería hacerlo.
—Des-cuida, solo... avisa si lo vuelves a hacer— el sonrojo en sus mejillas se volvió mucho más fuerte. Había visto varias veces como su mamá le daba besos asi a su padre cuando lo felicitaba por algo, o solo cuando quería mimarlo. Nunca se había imaginado recibir un beso asi, ni siquiera con Taro.
Se giró un poco a verlo y lo encontró almorzando el resto de la manzana que ella había mordido. Bajo la mirada un poco y recordó que tenía listo el veneno para ratas en el bolsillo de su falda; ahora también tenía otro motivo para matarlo. Pero antes de hacerlo, tenía que preguntarle una cosa:
— ¿Por qué le dijiste a la consejera que soy bulímica? — inquirió con tono molesto y con el ceño fruncido.
— ¿Yo? — Mujo parecía confundido, sabía que era olvidadizo y algo desastroso, pero no recordaba hacer eso, es más, estaba seguro de no haberlo hecho —. No, no lo hice. Pero, bueno— de la nada se mostró algo nervioso e inseguro, por lo que empezó a jugar con sus dedos índices —, se supone que debo decirle a la consejera cualquier cosa que le pase a los estudiantes. Pero, creí que era bueno guardar tu secreto...no lo sé, creí que asi te evitaría ir a terapia. De hecho, aun no me dices porque haces esto.
— ¿No fuiste tú? — dijo ignorando lo último que Mujo le había dicho. Eso no tenía sentido, él era el único que sabía de su bulimia. O, ¿era de esas cosas obvias de las que Midori se daba cuenta y luego decía sin querer?
— ¡Oh, ya recordé! — Exclamo el mayor pegando un pequeño brinco en la camilla mientras abrazaba una almohada —Estaba en la oficina de la consejera para que marcara mi asistencia al primer dia de práctica, entonces empezamos a hablar de cómo me había ido desde que me gradué de Akademi, y me pregunto que había pasado contigo. Yo no sabía que decirle, pero cuando le iba a decir que no me acordaba de ti, llego una chica que dijo ser tu amiga y que le conto que estaba preocupada contigo porque eres bulímica.
— ¿Una amiga? — ¿alguna de las chicas se había dado cuenta? ¿Midori? Tal vez, ella parecía darse cuenta de varias cosas. ¿Pippi? No, ella le había preguntado porque había estado ahí todo el dia, no le hubiera preguntado si sabía la verdad — ¿De qué color era su cabello? ¿Verde o negro?
—Eh, creo que de ninguno— respondió un poco apenado mientras jugaba con uno de sus mechones largos. Entrecerró un poco sus ojos con incomodidad mientras trataba de hacer memoria —. Tenía el cabello rubio, una sudadera atada a la cintura... ¡ah! Y afuera de la oficina la estaban esperando otras cuatro chicas que se parecían a ella.
Ayano se llevó una mano al mentón y se dedicó a pensarlo por unos minutos. Luego de darle vueltas al asunto por un rato, un foco se encendió en su cabeza. Sus puños se empezaron a apretar y a temblar, pero ahora era por el gran enojo que tenía. Rubia, sudadera y con cuatro chismosas siguiéndola cuales malditas sombras. Y además, sabía que era bulímica.
—Musume-senpai— gruño sintiendo como le hervía la sangre hasta casi sentirse un volcán en explosión. Golpeo con fuerza la camilla, casi sintiendo que había roto algún resorte —. Esa hija de...— no acabo su sentencia, pues vio como a raíz de lo que iba a decir, Mujo se cubrió los oídos. Rodo los ojos y continuo hablando consigo mismo —Hija de su... papá, va a pagarme por esto.
— ¿Ya dijiste la frase con PM? — pregunto el enfermero, aún sin destaparse los oídos. Ayano asintió y le hizo señas de que ya podía quitarse la manos de la cabeza — ¿Ella y tú se llevan mal?
—Me golpeo y quiso hacerme vomitar para que me lo volviera a tragar. Llevarnos mal no sería la etiqueta correcta, creo.
Mujo agacho la cabeza y se quedó en silencio un rato. Se entretenía meciendo sus pies de adelante hacia atrás y de vez en cuando viendo de reojo a la jovencita a su izquierda; noto a Ayano molesta, pues estaba cruzada de brazos y no dejaba de resoplar por la nariz. Él se enderezo un poco y se puso a pensar en algo que mejorara el ambiente.
— ¿Vas a vengarte? — dijo de la nada. La azabache dejo su rutina de enojo y lo miro con una ceja alzada, luego puso de nuevo su vista al frente y recargo su mejilla en una de sus manos.
—Si. Y espero que le duela mucho— soltó con odio. Tal vez no era buena idea hablar de eso con alguien de la facultad, pero... ¿sino con quién? Él había preguntado y ella solo fue amable y le respondió seriamente.
— ¿Por qué no lo olvidas y recuerdas otra cosa? — Dijo el pelirosa de nuevo, esperando que ella cambiara de opinion —Recordar es bueno, incluso si no son... cosas bonitas las que recuerdes. Porque eso te muestra lo mejor que es todo ahora.
¿Recordar? ¿Y qué podía recordar? No tenía ganas de ir al pasado y rememorar esos días en que era una piedra insensible andante. Tampoco cuando perdió a sus amigos, ni cuando se estaba ahogando en la piscina. Bueno, si iba a recordar algo...tal vez sería el dia anterior, al menos ese dia, a pesar de odiarlo porque había estado atada a una cama todo el dia, pudo tener un buen final.
Se golpeó la frente, sin poder creer lo que el demonio le había dicho.
Oko estaba a salva, nunca había corrido peligro en realidad. Nebalie nunca había estado dentro de él y nunca había intentado poseerlo. Y ahora, toda la preparación, todo el alboroto, todo ese tiempo junto a ambos idiotas había sido inútil. Dio una patada al aire, estaba enojada, y la verdad sería un milagro que no fuera asi porque sería la única en esa habitación que no estuviera decepcionada por lo ocurrido.
Se llevó ambas manos a la cabeza con frustración y se desordeno el cabello mientras trataba de ver cómo podía sacarle provecho a ese desastre, pero no se le ocurría nada.
—Baby killer— le hablo el mismo ente, gruño para darle a entender que lo escuchaba. Mientras, ella se dejó caer en una de las sillas del club y se cruzó de brazos —, no encontré ningún rastro de acercamiento demoniaco en tu aliado. Puede que este se haya borrado con los años, pero también puede que "Nebalie" no haya sido más que un producto de su imaginación.
—Estaba solo, sufriendo el desprecio de los demás— menciono el otro demonio, creía recordar que ese que sus brazos eran muy cortos y que parecía un monstruo —. Es fácil en esos momentos caer en desesperación y crear tu propia compañía. Oh, en otro caso. ¿Él ya ha visto otros demonios?
—Yo, creo que un dia dijo que había fantasmas en su sótano, y que un hombre lobo había escarbado en su patio trasero.
— ¿Has pensado que él no esté bien? — le murmuro uno, no supo diferenciar cuál de los dos —Quizá, no sabe que algo malo está pasando en su cabeza, y piensa que deben ser cosas del otro mundo. Tiene sentido para nosotros.
Ayano se quedó en silencio por unos segundos. Se giró para ver a Oko, él estaba leyendo el libro, buscando desesperadamente una forma de conseguir que el exorcismo funcionara. Tal vez, lo que ellos decían era verdad... no era algo que creyera mucho, pero un demonio no busca una víctima y luego se va sin hacerle nada. Eso no encajaba.
No los volvió a escuchar, por lo que se levantó y camino hasta quedar en el centro del pentágono. Miro a ambos chicos, cada uno en sus asuntos. Soltó un poco de aire, casi se sentía triste de que no pasara nada. Pero asi eran las cosas.
—Hey— dijo llamando su atención. Ambos la miraron, aunque el único que se le acerco fue el pelimorado —, esto no tiene caso. No hay ningún demonio.
— ¿Qué? ¿Ahora que tonterías dices? Vinimos a exorcizar a este asqueroso porque tiene un demonio que lo está matando. Eso dijiste— se quejó Kizano colocándose frente a ella.
—Piensa, baka. Hicimos bien todo esto, pero no salio nada, Oko-kun no tiene a su demonio matándolo.
— ¿Y en donde esta entonces? — Renegó mientras ponía una mano en su cintura —No creo que esas criaturas sean del tipo que se toman vacaciones, precisamente.
—No sé en dónde está, ¿sí? Ahora no podemos hacer nada, asi que solo larguémonos y olvidemos que hicimos esta tontería— dicho eso y dispuesta a que fuera su última palabra, camino a la salida y volvió a apagar las luces —. Hasta luego.
— ¡Alto! ¡Tú no te vas! — el actor detuvo la puerta, impidiendo que esta se abriera y tomo a la azabache de la muñeca, jalándola con cuidado para que le diera la cara —Tú eras la que acepto hacer este tonto ritual, acepte venir a este basurero solo para asegurarme de que estuvieras bien, no puedes dejar esto al primer intento.
—Es inútil que sigamos insistiendo— respondió molesta. Solo quería llegar a casa y olvidar que ese dia casi murió por sus propias entrañas.
—Lo mismo piensan mis kohais cuando les digo que no teman expresarse, que lo hagan como si sufrieran el momento. Y es cierto que al principio son unos fracasados que no logran llegar a alguna parte, pero terminan haciéndolo lo suficientemente aceptable como para que pisen el escenario conmigo— el más alto la tomo de ambos hombros, sosteniéndola firmemente para que ella no se fuera ni dejara de verlo —. No interesa si ese idiota tiene o no a una bestia del más allá que, por alguna razón, quiere su alma. Lo que interesa es que sigas con esto, ¡ya estamos aquí, en un sitio que nunca creí pisar y que está lleno de cosas absurdas y horribles! Solo quiero que nos des una razón para que no hagamos hecho esto en vano, incluso aceptaría que ese bicho apareciera y se llevara a alguno de nosotros, con tal de no haber perdido mi tiempo.
—Chicos...— Oko apareció tras Kizano, a quien apenas alcanzó a tocarle el hombro para llamar su atención.
Ese leve roce, basto para dejar a Kizano pálido cual papel y que no pudiera moverse por casi cinco segundos.
— ¡LLEVATELO A ÉL Y DEJANOS EN PAZ!— grito asustado mientras tomaba la mano de Ayano y se pegaba a la puerta, buscando la forma de salir de ahí para que el demonio no se llevara su alma.
Luego de unos momentos en los que Kizano se dio cuenta de que no pasaba nada, se giró lentamente, viendo como solo estaban Ayano y Oko aparte de él. Para su disgusto y vergüenza, vio como ambos menores se veían mutuamente antes de soltarse a reírse. Fantástico, ahora parecía más una gallina que un caballero.
— ¡Jajajaja! — se carcajeaba Ayano al mismo tiempo que se inclinaba y se abrazaba el estómago, la risa le causaba un poco de dolor, pero eso no importaba. Kizano Sunobu, el líder más egocéntrico y odioso de Akademi ¡se había asustado y había intentado huir! Ese recuerdo valía oro sin duda alguna. Una idea llego a su mente, haciéndola frenar con sus risas —Alto, Oko-kun ¿la cámara sigue grabando?
—Nunca la apague— respondió el chico con una pequeña sonrisa, entendiendo lo que su musa de la oscuridad estaba pensando.
— ¡Esto es genial! — exclamo la azabache, en serio no esperaba nada de eso al ir y realizar un exorcismo fallido. Corrió a quitar la cámara de su lugar y guardo la grabación — ¡Tenemos grabado tus gritos! ¡Jajaja!
Ella y el de mirada ensombrecida siguieron divirtiéndose un rato más, en el cual ella molestaba al pelimorado pidiéndole que actuara ese miedo una vez más para ellos o que al menos colocara una escena como esa en su próxima obra.
Antes de que dieran las seis de la tarde y todos empezaran a retirarse, los tres salieron del club de ocultismo y se encaminaron hacia las afueras de la escuela. Las casas de cada uno quedaban en diferentes direcciones, por lo que en cierto punto estos se separaron y continuaron por su cuenta.
En un momento del trayecto hacia su casa, Ayano se sostuvo el estómago al sentir un poco de hambre. Estaba por ignorarlo y seguir andando, hasta que un carraspeo a sus espaldas la hizo girarse.
— ¿Eh? ¿Qué haces siguiéndome? — pregunto ella a la defensiva.
—No te sigo, solo quiero hablar contigo de algo importante— dijo Kizano, quien ya no portaba su capa roja. Seguro la había guardado en su mochila.
—Ahh— suspiro —. No me disculpara por reírme en el club, solo me estaba divirtiendo un poco. No tienes que tomarlo todo tan personal ¿sabes?
—No me refiero a eso, es que...— Kizano se veía, de cierta forma, contrariado. Tal vez hasta un poco culpable, ¿pero por qué? — ¿Vamos por algo de beber? No es algo sencillo lo que quiero decirte.
Ayano sentía cierta desconfianza, pero al final de cuentas acepto. Se desviaron unas cuadras del camino y se detuvieron en una pequeña plaza, lugar donde el compro bebidas para los dos. Eligieron una banca en donde quedarse y él le extendió un vaso con naranjada, mientras que el disfrutaba de un poco de jugo de uva.
—Bien, ya me trajiste hasta aquí. Di algo que me interese o me llevare esta, deliciosa bebida, y la tomare de camino a mi casa— aclaro la yandere mientras dejaba su maleta en el suelo y comenzaba a beberse el contenido de su vaso.
Kizano levanto la mirada hacia el cielo, aún estaba azul y con nubes, pero igual pronto empezaría a atardecer. Si no llegaba antes de las siete a casa sus padres lo castigarían, ¿con que? No sabía. Hacía mucho que no recibía uno.
—Ayano-chan, te vi en el baile de Halloween.
—Wow, yo no te vi a ti. Tal vez porque no me interesaba buscar a un idiota— dio un ruidoso sorbo con ayuda del popote, ¿adónde diablos quería llegar Kizano con eso? Y más, con el baile.
—No entiendes, te vi... cuando Musume-chan y sus amigas te estaban molestando.
Ayano se quedó de piedra al oír eso. Era un recuerdo lejano al que no le daba importancia, sobre todo porque las había puesto en su lugar y estaba segura de que esas cinco nunca se volverían a meter con ella. Pero, si Kizano la había visto. ¿Ahora él sabía que ella era...?
— ¿Lo viste todo? — pregunto con voz calmada, aunque verdaderamente sentía que le iba a dar un ataque de pánico.
—No. Solo llegue y vi que te estaban gritando, pero no logre oír nada de lo que decían— mintió. Había escuchado todo claramente, pero entre las cosas que ahora sabía era que Ayano era bulímica; él tenía su propio secreto vergonzoso, algo que si se llegaba a saber lo humillaría a niveles escénicos nunca antes vistos. Asi que, lo menos que podía hacer por ella, era que siguiera creyendo que nadie más sabia —. Me fui luego de ver que te estaban provocando el vómito, aunque no sé porque lo haci...
— ¿Tu les dijiste que lo hicieran? — inquirió ella con una voz profunda y dolida. Era como ese tono que él debía poner ante sus padres para darles a entender que realmente hablaba en serio.
— ¡Claro que no! Sé que te eh lastimado mucho y te he hecho cosas horribles, pero tengo un límite y es nunca hacer algo que tu no puedas soportar.
—Puff, si claro— renegó la azabache sin creerse ni una sola palabra —. Musume-senpai es tu mejor amiga ¿no? Siempre te sigue y te ve como si fueras un dios, pero solo eres un actor muy engreído y odioso.
—Musume-chan y yo ya no somos amigos— dijo poniendo justo la voz que necesitaba para hacer notar su seriedad. Miro de reojo a la yandere, la miro con pena y vergüenza —. Luego de verla asi, no me sentía capaz de volver a verla a la cara. Le deje las cosas en claro y, ahora ni siquiera nos volteamos a ver.
— ¿Y aun si eso fuera cierto? ¿Por qué me trajiste y me dices todo eso? ¿Es por lo mismo que no paras de disculparte?
—Darling, como te dije antes. No doy castigos que no puedo soportar, por ende, yo estuve en tu misma posición hace ya mucho tiempo. Ese entrenamiento me ha hecho el actor que soy y seré, es la vida y las circunstancias en las que nací y crecí. Pero me di cuenta de que tú no eres como yo. Me criaron para estar bajo los reflectores y recibir aplausos, tu no estas destinada a aplaudirme, ni a dirigir mis reflectores...no se a lo que estés destinada Ayano Aishi, pero no es a lo que yo seré... esa es la razón por la que frene todo. Porque lo que se ama y se sufre para llegar al escenario, no es lo que tú debes amar o sufrir. Me di cuenta de mis errores y los acepto. Solo quería decirte de nuevo que yo, lamento lo que paso.
Un silencio se formó entre ambos jóvenes. Ayano repasaba las palabras que el pelimorado le acababa de decir, él pensaba si sería buena idea decirle que el había sido el fantasma de la opera con el que había bailado. Tal vez era mejor esperarse al estreno de su obra, después de todo, planeaba confesarle sus sentimientos frente a todo el mundo ese dia.
—Es horrible ¿sabes? — dijo ella. Kizano se giró y le presto toda su atención —Nunca creí que todo eso llegara a afectarme, creí que solo pasaría y lo olvidaría. Pero, duele más de lo que creí. Viví esa semana en el club de drama temiendo el próximo castigo que se te ocurriera, sino era apestoso, será vergonzoso, y tú adorabas humillarme.
—De nuevo, lo siento. Te prometo que, de ahora en adelante, podemos ser amigos si quieres, porque yo no me quiero separar de ti. Eres, tantas cosas raras e impresionantes que no puedo pasar por alto, no más. Es como si la Ayano Aishi que antes conocía hubiera muerto y renacieras en algo mejor cual ave fénix.
La azabache dio una pequeña sonrisa y dio un sorbo más a su bebida.
—Tal vez eso paso. Entonces ¿quieres que seamos amigos? Creo que sería raro que te vieran conmigo; tu solo estas con tus kohais, los populares, y los líderes. No soy ninguno de ellos.
—Aún no— dijo regresando a su tono arrogante mientras se recargaba en la banca y le regalaba una extensa sonrisa —. Tengo una idea para mañana, ¿iras al club de drama antes de ir al de videojuegos?
—Mmm— pareció pensarlo un poco, incluso se rasco la barbilla fingiendo que lo estaba considerando con profundidad —, no tengo nada que perder. Toda mi dignidad quedo en ese mismo club.
—Brillante— el pelimorado se levantó y se quitó los restos de polvo casi invisible que ahora estaban en su uniforme. Qué asco que sus padres pudieran verlo asi —. Entonces, my lady. Nos vemos mañana— tomo la mano de Ayano y se inclinó lo indicado para besársela.
Foto.
Luego de eso, él se había ido directo a su casa. Ella se quedó un poco más ahí, pensando en que, por primera vez, había estado en paz con Kizano. Él no era alguien malo, solo muy egocéntrico, divo y con el mismo complejo de ser una deidad. Eso nunca cambiaria y quizás eso era bueno hasta cierto nivel.
¿La vida sin un dramático poco original y que se creía un príncipe de la más alta estirpe? Ugh, que aburrida seria la vida.
Una sonrisa surco sus labios. Inclino un poco la cabeza hacia el enfermero y luego volvió a recargarla en su mano.
—Que buena idea, Mujo-sensei. Acabo de recordar algo agradable. Gracias.
La escuela había terminado, al igual que la hora de limpieza. Junto al resto de sus compañeros habían dejado el aula impecable, luego de devolverlos los utensilios de limpieza a su lugar todos se despidieron para ir a sus respectivos clubs.
Por su parte, tenía que ir al club de drama, tal y como lo había acordado con Kizano el dia anterior. En compañía de Riku Soma, se dirigió hasta el dichoso salón. Cuando ambos entraron, todos los demás kohais ya estaban ahí, y cuando el resto de actores la vieron, dejaron sus pláticas y se acercaron para saludarla.
Ayano se sentía considerablemente más a gusto con ellos, ahora que no debía cumplirles sus caprichos ni encargarse de los pleitos que estos tuvieran referente a sus papeles.
—Atención todo el mundo— y entonces, el famoso pelimorado salio de la parte trasera del escenario portando con orgullo su capa rojo y con el pecho inflado, eso le dio risa a la azabache —, tomen sus lugares. Hoy hare un anuncio vital para el club.
Y dicho y hecho, todos se fueron hacia la pared y se sentaron en el suelo, expectantes y ansiosos de lo que su líder tuviera que decirles. Ayano estaba a punto de ir y sentarse con ellos, pero a tiempo Kizano se colocó junto a ella y la tomo suavemente de la mano, guiándola hasta el escenario junto a él y un pilar que simulaba ser de mármol.
—No harás otra obra exprés ¿verdad? — dijo burlonamente, unos cuantos kohais se rieron, otros murmuraron cosas que no entendió.
—Jaja, claro que no, darling. Esas son, exclusivas de los viernes— respondió con un gesto presuntuoso y una sonrisa divertida —. Ahora. Todos sabemos que la única semana que nos acompañaste, fue una llena de altibajos. Pero, enteramente, puedo decir que llegaste a simpatizar con mis estudiantes.
Los mencionados alzaron sus manos y en coro la ovacionaron, confirmando lo que el líder dramático decía.
—Puedo decir, sin más pena, que tú fuiste una pieza clave para el éxito de mi más importante obra. Y, aunque no seas asistente o estudiante, siempre serás bienvenida aquí, darling. Quiero que consideres el club de drama, como un escape del mundo banal que hay tras la puerta. Aquí, siempre te esperaremos, con una fina y merecida reverencia.
Acto seguido, del pilar tomo un objeto negro que ella no había notado antes. Al tenerlo más de cerca, vio que se trataba de un broche de rosa, como el que los demás kohais y él mismo usaban, pero esta era negra. El más alto aprovecho la situación de altura para ponerle el broche del lado izquierdo de la cabeza. Listo, ahora ella también tenía un segundo club.
—Damas y caballeros, aclamen a Ayano Aishi. Apoyo de nuestro magnifico club, y miembro honoraria.
Todos aplaudieron en sus lugares; no se alborotaron ni gritaron de más. Lo hicieron tan armoniosamente como pudieron. Y ahí estaba de nuevo, volvía a ver la fama del club desde la primera fila. Eso sería entretenido.
Sintió un brazo pasarse por su espalda y detenerse con una mano en su codo izquierdo. Cuando se fijó, Kizano le estaba entregando una copa de vino, para luego tomar una para él.
—Un brindis, mis estudiantes. Por la vida y sus tan intensos planes que tiene para nosotros.
—Por la vida y sus intentos planes para nosotros— repitieron todos y cada uno para luego dar un sorbo de su bebida.
Ayano los imito, sintiendo por primera vez el sabor del vino. Algo fuerte, pero no estaba mal.
Foto
Había ido al club e videojuegos para explicarlos lo que Kizano había hecho, y aclaro que para ser justa, estaría cada dia en un club distinto. Y, debido a que el dia anterior y muchos otros los había pasado en el club de videojuegos, ese dia se quedaría en el de drama.
Estaba sentada en una cómoda silla que Kizano había pedido a la facultad para que ella tomara asiento mientras veía a todos ensayar "El fantasma de la ópera". De vez en cuando, algunos chicos se arremolinaban a su lado y le preguntaban que le parecía. Ella siempre respondía lo mismo:
—Me gusta, pero espero verlos más decididos el dia del estreno. No queremos que alguien se salga de sus casillas— siempre seguido de un guiño de complicidad.
Mientras bebía un poco de naranjada, su teléfono vibro haciéndole saber que tenía un mensaje. Dejo su vaso en la misma columna de mármol falsa (el mismo Kizano la movió junto a ella) y reviso de que se trataba.
De: Oko Ruto
Hola, Yan-chan.
Perdona si te molesto o estas ocupada con tu club, pero... ayer no lo mencione y hoy no pudimos vernos. Asi que, decidí preguntarte por aquí:
¿Me seguirás ayudando a encontrar a Nebalie?
La azabache bufo algo incomoda. Esperaba que Oko se hubiera rendido de ese tema y siguiera el trato de darle su alma, pero se había equivocado. El seguía decidido a encontrarlo, fuera como fuera.
No podía arriesgarse a hacer más cosas que no funcionarían nunca. Si lo que los demonios le habían dicho era verdad, Oko nunca encontraría al demonio.
Con esa primera idea en mente, comenzó a redactar una respuesta. Sencilla, clara y, sobre todo, franca.
Para: Oko Ruto
Hola, Oko-kun.
Escucha, puede que esto no te vaya a gustar pero, hable con mis demonios y ellos creen que Nebalie es solo un producto de tu imaginación.
Alguien que creaste para no sentirte solo.
Perdona, no puedo hacer nada más, pero espero que cumplas tu trato.
Cuando termino, no estaba convencida de que eso sería lo mejor. Ella lo había consolado y limpiado sus lágrimas cuando le hizo creer que Nebalie lo estaba matando, ¿Cuánto seria su dolor si le decía que nunca había existido?
Borro aquello rápidamente y empezó a redactar una nueva respuesta. Intento tener tacto y ser tan clara como pudiera, esperaba que eso funcionara mejor:
Hola, Oko-kun
Bueno, ayer charle con mis demonios y ellos me dijeron que encontrar a Nebalie puede ser algo imposible. Lo siento.
En cuanto a ti, pues... creo que lo mejor será que busques ayuda de algún doctor o de la consejera. Ya que puede que todas las cosas paranormales que vez sea porque tu estas...
Ni siquiera pudo terminar de escribir eso. Lo borro y siguió pensando.
Nebalie no existía realmente. Ya fuera porque su aliado lo imaginara o porque algo en su cabeza lo hacía verlo, el punto era que ese demonio no existía y por más que lo buscaran, nunca la hallarían.
Sin mayor opción, redacto el tercer y último mensaje. Antes de siquiera revisarlo lo envió. Fin. Ese sería el punto final del tema, y ojala todo pudiera quedar asi.
Hola, Oko-kun
Hable con mis demonios acerca de eso al llegar a casa. Descuida, si te seguiremos ayudando.
Ellos están yendo por todo el más allá en busca de cualquier pista que los guie a él. Pero recuerda, esto puede tardarse un poco, asi que debes ser paciente. Cuando allá algo nuevo yo te lo dire, pero mientras, relájate y piensa que pronto volverás a verlo.
Cuídate.
Las cosas en el club de drama se habían vuelto un poco locas luego de que la luz se fuera por error alrededor de las cinco y media. Cada club tuvo un problema respecto a eso.
El club de jardinería no pudo triturar unas ramas que estorbaban en el cobertizo.
El club de deportes perdió la calefacción de la piscina, asi como las luces que les alumbraban la pista y la cancha.
El club de ciencias se volvió loco cuando todo su equipo dejo de funcionar en medio de varios experimentos (Kaga Kusha no paraba de gritar que evacuaran la zona mínimo a un kilómetro de distancia, por precaución).
El club de fotografía perdió el wifi que la escuela les brindaba, y por ende, no podía ver videos ni escuchar música.
El club de artes marciales no podía ver casi nada sin las luces, asi que no podían combatir.
El club de música ligera quedo completamente inutilizable, pues además de algunos cuantos instrumentos, todos los demás necesitaban ser conectados.
El club de arte tampoco podía trabajar sin luz. Sin mencionar que era imposible calentar las figuras de arcilla que habían fabricado ese mismo dia.
El club de ocultismo probablemente fue el único que no tuvo problemas, pues en ese momento realizaban un ritual y usaban velas. Después fueron dejando varias por los clubs para que la gente no estuviera tan a oscuras.
El club de drama, haciendo honor a su nombre, actuaron exageradamente ante la falta de energía. Pues no podían acceder a bocadillos ni al aire acondicionado.
Y el club de cocina estaba en problemas, pues en ese instante tenían galletas a medio cocer y tenían otras tres bandejas listas para cocinarse.
Un auténtico caos. La energía volvió casi hasta las seis y media, y nadie se fue de ahí hasta las ocho de la noche, hora en que todos acabaron con sus actividades pendientes.
Kizano y Ayano se encontraron con Oko y Aso al ir saliendo de la escuela, por lo que parte de la ruta fue entre ellos cuatro. Cuando llego el momento de separarse, Ayano se dio cuenta de que el sendero que la llevaba a su casa se veía muy oscuro y aterrador de noche. Y el hecho de que viera a varias personas reírse mientras subían y bajaban de sus autos no mejoraba el ambiente.
Se armó de valor y termino pasando por ahí, ignorando las burlas que todas esas personas le hacían. En un intento por evitarse la incomodidad y acortar el camino a su hogar, entro por un callejón que creía la llevaba a una calle cerca de su casa. Para su desgracia, parecía que justo en donde estaba era el nido de varios delincuentes; algunos la ignoraban, otros le gritaban que hacía ahí, y el peor de los casos, algunos le decían lo linda que estaba.
Sabía defenderse y era una asesina, sí. Pero una chica de diecisiete años no era competencia contra adultos que iban en pandillas. Estaba tan ansiosa y asustada que la idea de llamar al novecientos once le parecía cada vez mejor; pero justo antes de hacerlo, escucho una voz conocida desde lo lejos la salvo del patatús. Corrió como si su alma dependiera de ello, y cuando creyó que había encontrado el origen, lo vio:
Spiky Pompadour se hallaba sentado en la acera de esa calle mientras arrojaba piedras contra el patio de alguno de sus vecinos. Parecía murmurar algo entre dientes, aunque a veces también le gritaba a alguien dentro de una casa.
— ¡Spiky-kun! — lo llamo mientras caminaba hacia él. En cuanto el chico vio a la yandere, se colocó de pie rápidamente y corrió a su encuentro.
— ¡Ayano-senpai! Perdón por lo del viernes, en serio— se apresuró a decir, casi parecía temeroso de lo que ella le dijera sin antes oír sus excusas —. Yo iba a ir por la consejera a pedir ayuda, pero Cooper-nii san me tomo y me saco de ahí antes de que pudiera hacer algo. Perdón, perdón, perdón. Por lo que más quiera, no le diga a mi hermano.
— ¿Qué hiciste ahora, Spiky? — pregunto Yakuza quien se hallaba a espaldas de su hermano pequeño. El hombre borro su ceño enfadado cuando choco miradas con Ayano, se limitó a endurecer su semblante e hizo a un lado al menor para quedar frente a frente con ella —. Un gusto verte de nuevo, Aishi-chan. Pero dime, ¿Qué haces en esta zona? ¿Mi hermano está en problemas?
Ayano estaba dispuesta a contarle la historia que conocía: esa en donde ambos delincuentes casi hacían que se ahogara. Pero logro ver como a espaldas del yakuza Spiky le suplicaba que no le contara nada. Cerró su boca un segundo y la volvió a abrir dispuesta a contestar ambas preguntas.
—No— respondió sin prisa —, se estaba disculpando de parte de parte de su amiguita Cooper; ella me tiro a la alberca de Akademi, donde casi me ahogo. Pero descuide, Spiky-kun no tiene problemas, no que se sepa en la escuela. Y, aunque me da pena, debo admitir que estoy perdida. Nos quedamos hasta tarde los de los clubs, tal vez ya lo sepa. Y termine aquí mientras buscaba un atajo.
El Yakuza se alivió al oírla decir que su hermanito estaba libre de problemas. Y si, Spiky había llegado a la hora de siempre y le había contado como los demás se habían quedado a esperar a que volviera la luz.
Por otra parte, desconocía por donde era la casa de su ex-cliente, pero ya iba saliendo de regreso a "la oficina"; ayudarla a llegar a un lugar menos hostil que ese no era ningún inconveniente.
—Puedes venir con nosotros. Iba de regreso de un trabajo y llevaba a Spiky a casa, dejarte cerca de la tuya no sería un problema. Además, es mejor que no te vean sola; este lugar está repleto de malnacidos y desgraciados aprovechadores.
—Te recuerdo que mi amiga vive justo en frente, gracias— se quejó el más bajo mientras se encaminaba un poco molesto hasta una motocicleta que estaba estacionada.
Ignorando el berrinche del delincuente, el mayor le indico a Ayano que lo siguiera hasta el vehículo. Luego de que él se montara en la moto, dejando a su hermano en frente y que Ayano quedara a su espalda, le entrego a la chica su casco (solo tenía dos, pero era mejor proteger a su hermano y a su antigua clienta). En cuanto ambos menores se mostraron listos, arranco rápidamente para que no tuvieran que seguir ahí un minuto más.
El Yakuza veía divertido como su hermano jugaba diciendo que estaban en la siguiente entrega de Rápidos y Furiosos y que serían reclutados para ser parte del equipo de Dominic Toretto. Mientras tanto, se fijaba en que la chica apenas y se había sujetado a él, Ayano parecía preferir mantenerse sujeta con ayuda de sus piernas; algo que le llamo la atención de ella es que miraba en todas direcciones. Tal vez nunca se había subido a una moto.
Cuando volvieron a estar en las calles normales, condujo junto al parque en donde a veces encontraba a Spiky y a Cooper cuando no iban directo a casa después de la escuela. Ahí, su hermano llamo su atención.
— ¡Espera! Me bajo aquí. Debo comprar revistas para mañana en la escuela.
Dicho eso, se acercó a la acera del parque y bajo la velocidad hasta que se hubieron detenido por completo. En cuanto su hermano le devolvió el casco, lo miro seriamente.
—Luego de eso quiero que vayas directo a casa. Harás tus deberes. Comerás algo que en serio sea comida. Y te dormirás antes de medianoche. Llegare cerca de las cuatro, pero tratare de ir antes para ver que cumplas lo que te digo.
— ¿Puedes relajarte un poco? Ya no soy un niño, puedo cuidarme solo. Además, no tienes porqué salir de tu trabajo para vigilarme. No soy un bebé, hermano— y con eso, Spiky se arregló la mochila en el hombro y salio directo hacia una tienda de revistas que podían ver desde ahí.
— ¡Y cuando llegue revisare lo que hayas comprado! — le advirtió el asesino desde su moto. Sonrió levemente al oír el lejano reclamo de su hermanito. Reacciono cuando vio a la azabache bajarse de la motocicleta y quitarse el casco.
—Mi casa me queda a casi dos minutos desde aquí. Creo que puedo seguir sola, pero gracias. No sé en dónde estaría si no me hubieran ayudado— agradeció mientras le entregaba de nuevo el casco.
—Probablemente en una fosa común— murmuro el más alto luego de aceptarlo.
—O atada en un sótano— agrego ella misma mientras buscaba algo en su mochila. Acto seguido, saco uno de los cupcakes que le habían quedado del club de videojuegos y se lo entrego —. Es lo único que puedo darte como agradecimiento, pero te aseguro que esta delicioso.
El Yakuza miro el cupcake con cierta duda. No había comido nada desde que su hermano había llegado de la escuela, y el trabajo siempre era cansado si no consumía algo con azúcar de vez en cuando.
Dio una mordida al postre. Sus ojos se abrieron un poco con sorpresa y luego continuo comiéndolo.
—Tienes razón, es delicioso. Siendo asi, es más que suficiente— termino de comerlo y volvió a colocarse su casco. Se giró a verla una última vez y arranco la moto —. Hasta luego, Aishi-chan.
Sin más que decir, arranco y dio una vuelta en U, yendo directo hacia el centro de la ciudad.
—Suerte arruinando vidas— murmuro Ayano antes de ponerse en marcha para llegar a su casa. Estaba cansada y, porque no, un poco hambrienta.
Y hasta aquí el capítulo. Bueno, me tome un poco más de tiempo, pero al fin el capítulo del martes está aquí. ¡Por fin!
Y tal como lo dije, el Yakuza volvió. Aparecerá regularmente, asi que les recomiendo que se acostumbren a su presencia. Y creo que Ayano coleccionara los objetos de miembro honorario de cada club, jaja. Solo espero que tenga tiempo para asistir a todos.
Bueno, algunos no lo saben y por eso lo dire aquí. Eh actualizado muy seguido porque esto es parte de un tipo maratón, pero este termina con el siguiente capítulo: el del miércoles. Luego, me iré a mi libro original "Felicidades Byron me quiero morir" y le adelantare unos cuantos capítulos antes de volver a este fic.
¿Qué les ha parecido? ¿El ritual estuvo chido? ¿Se esperaban lo de Nebalie o si creían que iba a aparecer el canijo demonio? ¡Díganme! ¡Díganme! Nos leemos luego.
¡Votos y comentarios se agradecen!
¡Hasta el próximo capítulo!
¡MoriDark19, fuera!
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