24. Meta de los incomprendidos
Que extraño. Juraba haber dejado su cepillo en el lavamanos, pero ahí no estaba y ya lo había buscado en todos los rincones donde se le podía ocurrir. En su habitación, en su escritorio o en el altar de senpai. En la cocina, por el mesón o en la nevera por accidente. Incluso en la sala, por la televisión o debajo de los muebles. Pero era una búsqueda inútil; había perdido su cepillo.
Sin más remedio, solo ocupo el enjuague bucal y se dirigió hacia su cuarto. Antes de dormir, iba a intentar hablar con esos cuatro demonios. No sabía cómo lo haría, pero el fantasma le había planteado cosas acerca de su familia que nunca había pensado. La familia Aishi no era como otros árboles genealógicos, eso era claro, pero nunca pensó que entre las cosas que los hacían diferentes estaban el poder hablar con espíritus o seres del más allá.
Apago las luces y se colocó en pose india sobre su cama. Cerró sus ojos y, sin saber cómo era hacer esas extrañas invocaciones, solo empezó a pensar en los cuatro seres. Recordaba cualquier detalle, lo que fuera para encontrarlos.
Veamos, el primero tenía humo que salía de sus manos, tampoco tenía rostro y parecía ser algo engreído. Luego, la demonio de la lujuria; de cabello largo y de color morado fuerte, casi desnuda y siempre hablaba con cierto tono coqueto, era más amable con ella. El tercero era un ente con la boca muy abierta y brazos casi inexistentes; era malhumorado y cascarrabias. La última era una chica de colores monocromos que parecía estarse desintegrando; se reía de casi todo y de vez en cuando hacia bromas.
Esos eran sus demonios, los de su familia. Abriría los ojos y ellos estarían ahí. Frente a ella.
Lentamente fue abriendo sus ojos, pero lo único que encontró fue la oscuridad de su habitación. Tal vez estaba tan oscuro como en aquel extraño lugar en donde solía aparecer, pero no veía nada de ellos cuatro. Además de que no sentía que flotara en la nada.
—No sirvo para esto— renegó mientras se tallaba los ojos con las mangas de su pijama. Tratar de ver sin luz le estaba arruinando la vista.
Se colocó bajo la sabana y se acurruco en su almohada. Ya pensaría en otra cosa para volver a verlos. Tal vez, podría volver al club de ocultismo y buscar en esos cientos de libros que tenían. Algo tendría que tener algo que le dijera...como entrar al más allá...
—Ayano-chan— escucho de una voz dulce y aterciopelada.
— ¡Baby killer, despierta!— dijo otra voz, está más juguetona y chillona que la primera.
Abrió sus ojos con pesadez, parpadeo unas cuantas veces antes de darse cuenta de que estaba frente a ambas mujeres. Miro hacia sus pies y se encontró en su lugar, flotando en la nada. ¿Eso que había hecho de verdad había funcionado?
— ¿No estoy soñando? ¿Las invoque? — pregunto mientras intentaba caminar hacia ellas, nunca antes había notado que estaba fija en ese lugar. Como si hubiera caído en papel atrapa moscas.
—No, y no— respondió el demonio de cabello morado. La súcubo chasqueo los dedos y todo el espacio oscuro fue cambiado por la imagen de su habitación. A duras penas, logro girarse un poco y se encontró consigo misma durmiendo con la sabana hasta el cuello. ¿En serio era ella? —. Creo que nunca te mostramos adecuadamente nuestra casa, pequeña Aishi. Esta es la dimensión escondida. Todos los seres sobrenaturales vivimos en el mismo mundo que los mortales, pero en un plano diferente en donde podemos verlos pero ustedes a nosotros no. Míralo como un espejo de doble vista.
—Y te vimos, baby killer— menciono la chica albina mientras sonreía —. Y vimos que nos quería hablar, ¿es sobre tu aliado ocultista?
—No es mi aliado— dijo de mala gana. Solo había tenido dos, de los cuales uno había sido temporal y el que se suponía era permanente le había mentido a la cara. No tenía interés en recibir más ayuda si esta podía traicionarla de un momento a otro.
—Alguien que te ofrece su alma a cambio de algo cuya moral es cuestionable, como un demonio fugitivo, es alguien de carácter débil y a quien se puede manejar con facilidad— la de alas de murciélago se acercó a ella y le acaricio la mejilla suavemente. Le sonrió un segundo luego de dejar de hablar y se alejó hasta quedar de nuevo con la chica de coletas.
—Asi que, ¿ya saben del demonio que busca Ruto-kun?
—Nosotros vemos todo— comento la chica de ojos negros mientras extendía su sonrisa llena de colmillos e inclinaba su cabeza a un lado. Su nariz casi rosaba con la de la yandere, eso la preocupo por un momento. Luego de unos segundos más, la demoniza parpadeo y volvió a su estado natural mientras retrocedía —. Claro, no tanto como Bill Cipher. Pero se puede con lo que se tiene.
Ayano prefirió ignorar eso y cualquier otra cosa que no entendiera. Debía concentrarse en averiguar todo lo que pudiera del demonio del fantasma. Y debía hacerlo ya si quería sacar ventaja de su situación.
— ¿Qué saben de él?
—Bueno, terroncito. Funny y yo tenemos una idea, pero antes debes decirnos ¿a qué edad tu aliado conoció al demonio?
Ayano se detuvo a pensarlo por un instante. Oko no se lo había dicho, y los dibujos no eran tan claros como para saberlo. Pero, en aquellos encuadernados el lloraba mucho. Y recordaba ver pequeños juguetes dibujados, casi como los que sus vecinos tenían a los...
—Creo que tenía seis o siete años, pero no estoy segura.
Ambas mujeres se miraron en complicidad y asintieron al mismo tiempo, confirmando que sus sospechas respecto al demonio eran, trágicamente, verdaderas.
—Bueno, dulzura. Hace doce años, es decir, cuando tu amiguito tenía esa edad, el gobernante del limbo cometió un error y dejo que miles de seres condenados escaparan— platicaba la mayor mientras fingía sentarse y cruzaba sus piernas para estar más cómoda —. Atraparon a varios y los regresaron, pero unos cuantos lograron quedarse afuera. Escondiéndose muy bien.
— ¡Mira, baby killer! Los demonios podemos verlos tanto como queramos, pero contactarlos es algo súper difícil si no se tiene un vínculo con la persona viva— dijo Fun Girl mientras parecía...nadar alrededor de ella —. Y si lo que quería era quedarse, tenía que poseer a un humano. Asi que suma, dos más dos es cuatro, cuatro y cuatro es un demonio suelto, lo multiplicas por un niño solitario, réstale el engaño para tomar su cuerpo y ¡splash! Tenemos un romance de novela entre un ocultista y un demonio...eh, no. Creo que me equivoque y era sacar raíz cuadrada en vez de restar— la chica empezó a reírse a boca cerrada, casi como si intentara contener sus carcajadas.
—Ara, ara. Lo que debes hacer, es hacerle un exorcismo a tu amigo— retomo la palabra la demoniza de la lujuria. Se le veía seria, tal vez un poco molesta también —. Sacaras al demonio que carcome su alma, y tendrás que encerrarlo en un contenedor sobrenatural. Imagino que el muchachito tendrá alguno en su club.
—Alto, no entiendo lo que estás diciendo— Ayano alzó sus manos e hizo el ademan de callar a la mujer, la cual se cruzó de brazos, atenta a escuchar lo que la azabache quería decir — ¿Tengo que sacarle esa cosa y encerrarla en un...? ¿Qué?
—Bueno, no es un exorcismo de verdad— interrumpió de nuevo Fun Girl, quien ahora estaba levitando a sus espaldas —. Solo tienes que molestar al demonio para que salga, luego, como tu amiguito lo quiere conservar, tienes que guardarlo en un lugar que sellaras con un hechizo. ¡Oh, que sorpresa! ¡Si puedo ser seria en momentos importantes! ¡¿Viste, mommy?! ¡Me tomo casi un siglo pero ya estoy madurando!
—Me alegro tanto, querida. Ara, ara.
— ¿Podemos seguir con esto? — suplico la yandere mientras se pasaba una mano por el cabello. Ambas mujeres se pusieron frente a ella y le dieron su absoluta atención —. Entonces, tengo que molestar a esa cosa para que salga de su cuerpo. Lo entiendo. Oko Ruto debe tener un lugar para encerrarlo. Bien. Pero no me han dicho como lo mantendremos ahí.
—Cuando lo estés encerrando, nosotras te susurraremos el hechizo necesario. Solo entes del más allá sabemos cómo sellar de por vida un contenedor.
—Sí, pero no somos tan tontas como para decirle eso cualquier ridículo que logra invocarnos— bromeo Funny luego de palpar la cabeza de Ayano —. Oww, me hubiera gustado jugar contigo. Pero ya pasaste demasiado tiempo aquí, baby killer.
—Es cierto. Tienes que irte ya. Y, querida, no vuelvas a invocarnos asi. Nosotros siempre estamos cuidándote de cerca, solo dinos que quieres hablar y nosotros te traeremos.
Ambas chicas se acercaron a la menor y cada una le planto un beso en la frente. Luego de eso, Ayano comenzó a ver borroso todo, hasta que un sonido irritante empezó a crecer en sus oídos.
Se movió molesta por su cama, enrollándose en las sabanas hasta que por accidente termino cayendo al suelo. Se sobo la cabeza con algo de dolor y luego busco de donde venía ese horrible sonido. Metió la mano bajo su almohada y tomo su celular: era su alarma.
—El tiempo se va volando en ese sitio— murmuro sintiendo como sus ojos se cerraban. Literalmente no había descansado nada.
Se levantó y camino casi con los ojos cerrados hasta el baño, ahí se lavó la cara y noto que unas pequeñas ojeras se habían formado bajo sus ojos. Chasqueo la lengua molesta y se estiro hasta que consiguió sentirme un poco mejor.
Necesitaba un café urgentemente.
Ayano salio de su casa y tomo el camino más largo a la escuela. El tiempo le sobraba y pensaba que tal vez un rato de caminata la terminaría de despertar. Nuevamente, y ahora con ayuda de su falta de sueño, no se dio cuenta de que alguien estaba dentro de su hogar.
El chico, luego de asegurarse de que ella ya estaba lo suficientemente lejos, empezó a caminar por el lugar como si aquella fuera su propia casa. Miro algunas fotos que colgaban de la pared, estaban los padres de Ayano y ella misma en lo que parecía ser un baile de primaria. Sonrió al verla y paso su mano por la imagen de su adorada chica. También reviso el sótano, aunque no pudo entrar ya que este tenía llave. Asi, termino yendo al cuarto de la azabache.
Una vez ahí, sintió un escalofrió que le recorrió la espina dorsal. Sonrió emocionado. Ya llevaba algo de tiempo imaginando como seria estar en ese lugar, claro, también se imaginaba estando con Ayano y haciendo cosas no aptas para menores.
Reviso cajón por cajón, viendo el contenido de cada uno y aspirando el aroma de sus blusas y sudaderas. Era agradable por fin saber con certeza el aroma de aquella chica que lo volvía loco. Sin proponérselo, llego hasta el cajón que contenía sus pantis. Al verlos sintió su corazón acelerarse y como sus manos empezaban a moverse (como si tuvieran mente propia) hasta que tomo una de aquellas prendas.
— ¿Por qué no hay panty-shots de ti, Yan-chan? Estoy seguro de que lo disfrutaría mucho, y nunca dejaría de verlas— sin atreverse a llegar más lejos, cerró rápido el cajón y se dirigió a la cocina para salir por la puerta trasera. Debía llegar pronto a la escuela.
Ayano se sentó en su mesa y se dejó caer sobre el pupitre. Necesitaba descansar, aunque fuera por los pocos minutos que faltaban para que las clases comenzaran. Se acomodó, colocando su mochila como almohada y no tardó mucho en comenzar a roncar.
Por aquello mismo, no se dio cuenta de que Taro entro a su aula y paso la mirada por los pocos que estaban ahí hasta que logro ver a Ayano. Camino hasta ella y se sentó en la silla de Osano. Estaba a punto de hablarle cuando se dio cuenta de que ella estaba dormida. Bueno, era una lástima; pensaba preguntarle si quería caminar un poco por los alrededores antes de que el timbre sonara, pero no era alguien descortés, la dejaría descansar. Aunque, no se le ocurría que podía haberla mantenido despierta toda la noche para caer rendida de esa forma en la escuela.
Poco después de que el saliera, la puerta volvió a abrirse. Esta vez se trataba de Kizano, quien portaba de manera impecable su capa y que iba acompañado por su segundo al mando y otra de sus kohais. En cuanto vio a Ayano, se acercó a grandes pasos hasta ella. El actor había reorganizado a sus estudiantes y habían convertido el club de drama en un magnifico restaurante francés con una única mesa que era solo para dos. Estaba decidido a desayunar con esa chica, y claro que lo iba a hacer.
— ¡Yan-chan! — hablo, esperando a que ella levantara su cabeza y le prestara la debida atención. Al no ver ninguna respuesta repitió aquello, un poco molesto al ser ignorado — ¡Ayano-chan!
Nuevamente, no escucho nada de parte de la menor. Se inclinó para verla desaprobatoriamente, fue entonces que se percató de que ella no lo estaba desairando, solo estaba durmiendo. Se enderezó y suspiro mientras colocaba su mano en su frente de manera agraciada.
— ¿Por qué no se fue a la enfermería? Estaría mucho más cómoda— relajo su ceño fruncido y la miro con interés cuando noto que ella empezaba a temblar. Miro el aire acondicionado del salón y noto que estaba con una temperatura considerablemente baja. Soltó un quejido pomposo y luego procedió a retirarse su capa, la cual coloco sobre los hombros de Ayano, quien al sentir la suave tela y el calor que le transmitía se removió en sueños aceptándola y formando una pequeña sonrisa. Kizano sintió su cara enrojecer, pero solo mantuvo su postura firme y volteo a ver a sus dos acompañantes —. Vámonos. El escenario se pospondrá para el almuerzo.
Asi, haciendo muestra se su elegante ser, el pelimorado se fue con la cabeza en alto y con sus alumnos siguiéndolo a una distancia prudente. No importaba cuanto tiempo le tomara, ni cuantas disculpas necesitara organizar para Ayano Aishi, seguiría haciéndolo hasta que ella se diera cuenta que verdaderamente estaba arrepentido, y que si se lo permitía, quería intentar algo serio con ella.
Y ajena a todo lo que pasaba a su alrededor, Ayano continuo descansando hasta que el resto de sus compañeros empezó a llegar y la maestra pidió que ya la levantaran. Al principio, solo se disculpó y aseguro que ya estaba mejor; la realidad es que seguía igual de cansada.
Luego, mientras anotaba algunas cosas que su profesora dejaba en la pizarra, se dio cuenta de que se sentía diferente. No sentía el mismo frio que siempre había en su salón. Al parecer una compañera suya, noto su confusión y con señas de manos le había indicado que tenía algo en la espalda. Al ver por sobre su hombro, se sorprendió al ver que tenía la misma capa que había lavado, planchado y colocado a Kizano.
Su compañera le entrego su sacapuntas. Al principio no comprendía nada, pero luego de procesarlo un poco y hacer memoria de cómo se llevaban las chicas populares, entendiendo el mensaje y lo abrió. Saco una pequeña nota que leyó mientras que aseguraba que la maestra no veía.
"Kizano-san vino, parecía querer decirte algo. Te encontró durmiendo y creo que noto que tenías frio, te dejo su capa y luego se fue."
Le devolvió el sacapuntas y la miro con duda, la contraria asintió, casi adivinando lo que la yandere estaba pensando. Ayano no tuvo más opción que resolver ese cuestionario con una molesta pregunta merodeando en su cabeza: ¿Por qué?
Sabía que lo que Kizano quería demostrarle era que "lo sentía", pero nunca llego a pensar que le dejaría usar su capa. Esa cosa era demasiado importante para él, incluso mientras había sido su esclava le gritaba a cualquiera que llegara a tocarla, aunque fuera un accidente. Asi que eso solo aumentaba su confusión.
¿Por qué?
No fue hasta el final de esa clase, que se dio cuenta de que aún no se quitaba esa cosa de la espalda.
Doblo con cuidado la capa asegurándose de que no tuviera ninguna arruga, un extraño tic nervioso que le había quedado luego de esa horrible semana al lado del señorito actor. La coloco bajo su brazo y salio con dirección a la azotea.
El club de videojuegos tendría una competencia de Overwatch entre Gema Taku y Mai Waifu contra Miyuji Shan y Beshi Takamine. Asi que no podrían ir ese día.
Le envió un mensaje a Taro, preguntándole si lo encontraría en la azotea con el resto de sus amigos. El respondió poco después que sí, lo que la emociono y la hizo ir casi corriendo hacia dicho lugar. No quería perderse ningún minuto que bien podría pasarlo junto a él
Al llegar, se encontró con Midori Y Ryuto hablando, mientras, Pippi jugaba en una consola portátil. En cuanto la pelo de brócoli la vio acercarse, se lanzó contra ella dándole un fuerte abrazo; el cual casi le sacaba lo poco que había comido en toda la semana. Luego de que la soltara, Midori la tomo de la mano y la jalo hasta en donde estaban todos.
Ayano se sentó junto a la de mechones rosas y la vio jugar Cuphead por unos minutos, hasta que se aburrió de ver como moría siempre en el mismo momento en que el dragón pasaba a tener tres cabezas. Asi que se dedicó a comenzar su querido manga nuevo; se moría de ganas por saber que iba a ocurrir.
Unos minutos después, sintió que alguien se sentaba a su lado y se asomaba para ver que leía. Volteo a verlo, sabiendo que se trataba de su adorado senpai. Pero casi pego un nuevo grito cuando se topó con la cara de Oko Ruto. Este, seguía tratando de leer lo que pasaba en el manga, hasta que ella cerró el libro con fuerza y lo miro con frialdad.
— ¿Qué haces aquí? — pregunto molesta. No lo quería ahí cuando Taro llegara, no sabía si él lo invitaría a quedarse con ellos. No quería volver a la semana pasada y pasar todo de nuevo, por favor que no.
—Quería saber sobre...lo que hablamos ayer— el chico de mirada sombría miro a ambos lados y se acercó un poco más a la yandere, para que solo ella lograra escuchar lo que iba a decirle —. ¿Sabes algo de mi demonio?
Con su mal humor por tener sueño, el hecho de que despertara con una capa que pertenecía a uno de los tipos que más odiaba, y que Midori le acababa de decir hace diez minutos que ya había salido Mortal Kombat 11, se había olvidado por completo de que el chico a su derecha tenía un demonio que le estaba devorando el alma (la cual ya le había regalado) y que debía decirle que lo iba a exorcizar para poder sacarlo de su cuerpo.
Rayos. ¿En qué momento su vida se había convertido en algo tan random y llena de cosas que solo pasaban en el anime?
Suspiro con frustración y con su libro y la capa aún en mano se levantó y le indico a Oko que la siguiera. Algo asi no podían hablarlo en donde parte de la escuela se reunía, si alguien los llegaba a oír creerían que estaban locos. Se despidió de su -limitado- grupo de amigos, diciendo que tenía que hablar de algo con el líder de ocultismo. Ninguno dijo nada al respecto, solo que se asegurara de regresar a su aula antes de que la campana sonara.
Cuando iban saliendo, se topó con que Taro iba subiendo con dos refrescos dietéticos. Su estómago se contrajo del miedo y ella se detuvo y cerró los ojos, como si aquello de alguna manera mágica la volviera invisible. Quería, y al mismo tiempo no, escuchar que uno de esas bebidas era para ella, porque si lo era, iba a detestar a Oko Ruto hasta que encontrara un sitio desolado para matarlo y llevara su cuerpo al incinerador.
—Hola, Yan-chan— la saludo en cuanto la vio —. Oh, hola Oko-kun. No te veía desde hace unos días.
—Si. Eh estado ocupado con el club— respondió el de cabellos añil con la mirada en el suelo. Dejo su miedo a un lado y se dedicó a ver al chico junto a ella; ese no era el mismo fantasma con el que había competido por la atención de senpai hace más de siete días. ¿Eso era alguna...reacción rara del demonio? No lo sabía, pero estaba bien por ella —Perdón. Me tengo que ir.
—Oh está bien— contesto Taro mientras se abría paso entre Oko y ella. Se giró a mirarla y su corazón latió con fuerza cuando vio que él le extendía una de las latas —. Ten. Te compre esto de la máquina.
—Gra-Gracias— dijo aceptando la bebida. Miro de manera leve a su izquierda y recordó que tenía que ir con Oko. Que fastidio —. Perdón, pero tengo que ir a...
—No, no te molestes... Ayano-chan— dijo el de mirada sombría en voz baja —. Hablamos después. Tu solo... quédate con tus amigos.
Oko Ruto empezó a bajar las escaleras, ella lo vio irse mientras su senpai avanzaba hasta donde estaban los demás. Lo siguió y volvió a sentarse junto a Pippi.
Siguió leyendo su manga y de manera lejana escuchaba que Taro decía que la había ido a buscar a su salón pero la había encontrado dormida. Le gustaba saber que el había ido a buscarla, ya que siempre era ella quien tomaba la iniciativa, pero le molestaba que no podía prestarle atención ni continuar leyendo a gusto su manga, y era porque no paraba de pensar en Oko Ruto.
El sabía de sobra que ella lo odiaba, pero aún asi llego a pedirle ayuda y le entrego su alma para que lo reuniera con su demonio. Y cuando le iba a decir que el demonio estaba nadando entre sus entrañas, lo dejo irse. No sabía cuánto tiempo le tomaba a un ser asi poseer por completo un cuerpo humano, pero algo le decía que a ese estúpido ocultista no le quedaba mucho tiempo. Era una corazonada, no sabía describirlo de otra forma.
Casi como si su cuerpo se controlara solo, se levantó y empezó a andar hacia la salida.
— ¿A dónde vas? — pregunto Taro, sorprendido por la repentina acción.
—Tengo algo que hacer, espero regresar a tiempo. Adiós— dijo de manera más cortante de lo que le hubiera gustado. Y apresurando el paso, bajo las escaleras y busco por todas partes donde podría estar Oko.
Paso por el club de ocultismo, pero sus kohais le dijeron que había preferido ir a tomar aire. Se despido de manera corta y corrió hasta la plaza, ahí estaban casi todos, pero entre ellos no estaba el de cabello oscuro. Decidio entonces ir a la pista, el único ahí debería ser Aso Rito y dudaba que el rubio tuviera interés en molestar al mayor.
Al dirigirse hacia allá, miro de forma rápida la fuente. Freno casi yéndose de frente y retrocedió para darse cuenta de que Oko estaba sentado en una de las bancas cerca de la fuente. Recupero el aliento después de haber corrido tanto y se acercó silenciosamente hasta sentarse a su lado, como el había hecho con ella en la azotea.
Oko pareció asustarse al sentir a alguien junto a él, pues cuando se sentó, él dio un pequeño brinco y se apartó rápidamente. Pero cuando vio que se trataba de Ayano se tranquilizó y retomo su lugar.
—Creí... Creí que te quedarías con ellos— murmuro mientras veía a sus pies.
—Tengo un mal presentimiento contigo, y no quiero ser responsable de...una muerte— se mordió la lengua, pues estuvo a punto de decir "otra" en vez de "una". Al menos consiguió darse cuenta a tiempo.
— ¿Muerte? — pregunto sin entender a qué se refería ella.
—Escucha, yo...hable con las demonizas— miro al mayor y logro ver como su semblante deprimido se transformaba en una cara de sorpresa e ilusión. Por un momento le pareció alguien diferente, como un niño que veía a Santa Claus en el centro comercial. Eso solo hacia peor lo que tenía que decirle —. Ellas me dijeron que tu demonio pudo ser parte de una fuga que hubo en el limbo hace años. ¿Cuántos años tenías cuando lo conociste?
—Creo que, tenía seis.
—Fantástico— murmuro entre dientes mientras recargaba sus codos en las rodillas y enredaba sus dedos en su cabello. Se enderezó y lo miro con seriedad —. Tu demonio escapo buscando un lugar que pudiera hacer suyo para no volver ahí, y...
— ¿Qué-Qué le paso...él...está bien? — se le veía preocupado, alterado. Incluso podía notar temor en su voz.
Lo separo un poco de ella y suspiro. No iba a ser fácil lo que estaba a punto de contarle, pero no había de otra.
—Ruto-senpai, el demonio nunca fue tu amigo— soltó sin más. Lo vio abrir sus ojos tanto como pudo, pero no le dejo decir nada —. Lo que buscaba era un cuerpo, y encontró el tuyo. Él está dentro de ti, haciendo...no sé qué para adueñarse de tu vida.
Oko se quedó en silencio. Desvió su cabeza para que Ayano no lo viera de frente y se quedó viendo fijamente la banca delante de ellos. Estaba estático en su lugar y se quedó asi por unos minutos más. La yandere empezó a preocuparse, pues no lo veía moverse, mucho menos parpadear. Y justo cuando el ocultista pareció volver en sí, ella pudo ver que los ojos del contrario se ponían cristalinos y de ellos empezaban a salir gotas que caían silenciosamente por su mejilla. Oko estaba llorando.
La intensidad del llanto fue en aumento, desde unos pequeños quejidos hasta unos gritos desgarradores y lamentos hacia su persona. Ayano no sabía qué hacer, la única vez que ella había llorado era cuando vio a sus amigos por primera vez en el hospital, ni antes ni después de eso. Recordó como estaba destrozada, pues ellos eran sus mejores amigos y los únicos que sentía que la seguirían queriendo a pesar de todo.
Esa era exactamente la misma forma en que el contrario había visto al demonio. Siguió pensando un poco más y recordó que lo único que ella quería en esos momentos en que se sentía devastada, era un abrazo y que alguien le dijera que todo mejoraría.
Con eso en mente, y sin saber si lo iba a hacer bien pues nunca antes había consolado a alguien, se giró un poco hacia Oko y lo rodeo con sus brazos, esperando que aquello se viera como un abrazo y no como que intentaba cubrirlo. El chico tímido y temeroso al contacto de hace unos minutos se había ido, ahora, el mayor se había lanzado contra la yandere, hundiendo su cabeza en el pecho de Ayano y refugiándose en el abrazo que ella le brindaba.
—Shh, shh, shh— le empezó a acariciar el cabello y recargo su quijada en la cabeza del chico —. Sé que te duele, asi que desahógate. No es bueno fingir que estas bien.
Continuo paseando su mano por la espalda de Oko, dándole su apoyo y dejándolo que llorara todo lo que quisiera. Por algún motivo, pensó en si misma cuando sintió el bullyng de sus compañeros (ya con sus sentimientos), cuando Osano la ignoro por creer que lo había cambiado, lo mal que se había sentido cuando trabajo para el club de drama. Antes nada le hubiera importado, pero ahora...sabía que todo eso era horrible.
Ayano tenía solo unas semanas sufriendo, Oko lo había hecho toda su vida. La idea de que nunca lo hubieran ayudado le causaba cierto terror. ¿Por eso era asi de reservado? ¿Todo él era resultado de ser diferente a los demás?
Nunca se había atrevido a ver las cosas asi.
— ¡Por fin! — exclamo una voz conocida a sus espaldas. Decidio ignóralo y continuar consolando al chico de mirada ensombrecida — ¿Sabes que todo el club de drama te esta...? ¡¿Qué haces de nuevo con ese andrajoso?! ¡¿Y por qué lo abrazas?!
Kizano se acercó rápidamente a ambos, pero cuando estaba a punto de separarlos, Ayano le dedico una mirada fría y amenazante que le advertía que no era buena idea hacer eso. El pelimorado, se detuvo en medio de su ataque y retrocedió un poco espantado por la actitud que ahora le mostraba la chica.
—Solo lo estoy ayudando. No se siente bien ahora— lo sintió temblar con mayor fuerza y lo apego más a ella. Recordaba haber visto en biología que los latidos del corazón ayudaban a calmar a una persona, quizá eso pudiera servirle en ese momento —. ¿Y tú ahora que quieres? Ya te dije que me dejes en paz.
—Aceptare tus términos cuando tu cumplas con mis condiciones— respondió el actor tomando asiento en la banca vacía. Veía con cierto recelo como el de ojos añil disfrutaba de los cuidados de la azabache. No lo diría en voz alta, pero tenía algo de envidia —. No tienes que hacer nada más que almorzar conmigo y escuchar mis disculpas.
—Ahh— suspiro —. Bien, pero no puedo dejarlo solo ahora. ¿Qué piensas hacer entonces?
—Para ser sincera— vio con cierta curiosidad como uno de los kohais le servía jugo de uva en la copa frente a ella, asintió cuando pensó que era suficiente y vio a la chica alejarse —, no pensé que esto sería...un poco, lindo.
Kizano sonrió complacido con el comentario. El, al contrario de Ayano y Oko -quien estaba sentado en aquella mesa entre ambos personajes- bebía un poco de vino. Sus padres le habían dicho que nunca venia mal una copa en la mañana, siempre y cuando pudiera contrarrestarlo con exquisitos manjares. Lo cual estaba cumpliendo al pie de la letra.
Sabiendo de la reticencia de Ayano respecto al ámbito alimenticio, hizo que un restaurante le llevara hasta Akademi su platillo menos saludable, el cual resulto ser pollo frito. Y aún asi, ella no comió más que una pieza.
Y Oko ruto, bueno, se había visto obligado a llevarlo con ellos para que la azabache aceptara ir con él. Al menos él podía terminarse lo que ella había dejado.
—Ayano-chan— se limpió delicadamente la comisura de los labios y llamo a la menor, quien dejo de jugar con su comida y se dignó a verlo. Se aclaró la garganta y se preparó para decir lo que pensaba —, nada llegara a compensar todo el martirio por el que te hice pasar esa semana. Estoy completamente arrepentido de mis acciones para contigo. Me encantaría que regresaras al club, pero creo que eso ya es algo imposible ¿o no?
—Tienes razón— menciono jugando un poco con la copa de plástico, que gracioso que utilizarán su utilería para cosas asi —. No creo soportar ser tu asistente de nuevo. Y ser tu kohai no mejoraría las cosas.
—Comprendo— el más alto comió un poco del salmón con mantequilla que había pedido para él. Miro con enfado a su lado izquierdo, donde Oko Ruto estaba degustando otro salmón del mismo tipo, el cual también debía ser suyo —. Y dime, ¿Qué era lo que tú y... este, hacían en la fuente?
Ambos menores dejaron de comer y se vieron, buscando como responderle al pelimorado. El más alto golpeaba rítmicamente sus dedos contra la mesa, ansiando que la azabache le contestara.
—Es un secreto— fue todo lo que dijo. Para no verse obligada a decir nada más, tomo otra pieza de pollo y empezó a comerla lentamente.
Kizano dejo de mover sus dedos y miro seriamente a Ayano. Chasqueo los dedos llamando la atención de todos sus estudiantes; hizo un movimiento de manos indicándoles que los quería fuera del salón. Ninguno se negó y se fueron rápido, aunque de manera ordenada. Una vez que los tres se quedaron solos, el actor se inclinó hacia adelante y miro con atención pasiva a la bella chica frente a él.
—Soy todo oídos, darling— dibujo una sonrisa calmada y dio un sorbo más a su vino.
La yandere se mostró algo preocupada. Se limpió la grasa que estaba alrededor de su boca y desvió la mirada de los ojos morados del actor. Si llegaba a decírselo pensaría que ambos habían perdido la cabeza; no le interesaba lo que el pensara de ella ni de Oko, pero él era un líder y uno de los alumnos favoritos de Akademi High School. Por más egocéntrico y molesto que fuera, nadie dudaría de su palabra.
—No pienso decírtelo— dijo cruzándose de brazos. No se iba a arriesgar, y que hubiera aceptado esa invitación no significaba que ahora le diría todo.
—Yan-chan me ayudara con un exorcismo— soltó Oko Ruto antes de comerse el ultimo pedazo del salmón. Kizano escupió el vino y empezó a toser descontroladamente.
— ¡Aish! ¡¿Por qué le dices eso, baka?! — Ayano se levantó de la mesa y golpeo al chico con fuerza en la cabeza. En serio que Oko Ruto era o muy tonto, o alguien tan lastimado para decir esas cosas sin pensar en las consecuencias.
Luego de que Kizano terminara de toser y se recuperara, golpeó la mesa con ambas manos y miro indignado al ocultista.
— ¿Cuál es tu vil plan, sucio impuro*? ¿Usas a Ayano-chan como venganza porque sabes que me importa? ¿Es por todas las veces que te puse en tu lugar? ¡Dime, maldito renacuajo!
Oko agacho la mirada y se levantó de la mesa.
—Creí que ella podía ayudarme. Pero...
— ¡No digas más! — grito la azabache. El acato la orden y no volvió a hablar luego de eso. Ayano miro con enojo a Kizano y se levantó para poder tomarlo del uniforme. El pelimorado, sin tomar en cuenta la situación, se sonrojo al ver la cercanía que tenían —. Vine para que te disculparas. No para que fueran un niñito mimado que no soporta a los que son diferentes a él. Si quiero hacer un exorcismo o invocar demonios no es tu asunto, es mío.
Lo soltó y camino hacia la salida. Se detuvo antes de tomar la perilla y gruño para que el Oko la siguiera. Ya con él a su lado, estaban por irse hasta que un suspiro y una extraña frase los detuvo:
—Yo también lo hare— dijo el ojivioleta con seguridad. Camino a donde estaban ellos dos y cerró la puerta para que nadie escuchara —. Este sucio impuro parece no entender que los demonios son algo con lo que no se debe jugar como si fueran naipes; su ignorancia me provoca una horrible jaqueca. Pero si te involucra en sus perversiones de seres malignos y entes del mas allá, no pienso dejarte sola con este.
— ¿Tú crees... en demonios? — pregunto Oko mientras se empezaba a esconder tras la azabache.
—Agh— Kizano rodo los ojos y formo una mueca de asco e incomodidad —, claro que sí, sucio inmundo. Es normal que si existen seres buenos como los ángeles, también allá maldad representada en demonios. Pero tu mente es tan pequeña que crees que por adorarlos no te harán nada.
— ¿Y por qué te dejaría unirte? — dijo cruzada de brazos. No tenía sentido lo que él decía.
—Aunque lo dudes, darling. Mi mamá me enseñó a ser un caballero, pero no uno que rescata a la princesa del dragón, sino el que la acompaña para ser su apoyo moral y en batalla. Aunque deteste a la sanguijuela que cobardemente se esconde a tus espaldas, no dejare que hagas esto tu sola...menos con él.
Ayano entrecerró sus ojos con desconfianza. Era difícil saber si el mentía o no, su talento era fingir y que eso no se notara. Una mano le pico el hombro y se giró, encontrándose con la mirada curiosa (y algo tierna) de Oko.
—No podrás hacerlo sola. Un exorcismo es agotador y más si tienes que atrapar al demonio. Tampoco me gusta que el este ahí, pero no quiero que Nebalie** te lastime mientras me salvas.
— ¿Nebalie? — preguntaron los dos al unísono.
—Asi se llama el demonio... que está dentro de mí— dijo de forma decaída.
— ¡¿El demonio esta en...?! Oh, Doug Jones***, ayúdame a soportar esto— exclamo Kizano mientras se recargaba en una de las paredes. Respiro hondo y pareció hacer un ejercicio de confianza en donde, por alguna razón, parecía que jugaba a las manitas calientes — ¡Bien! ¿Cuándo haremos esa cosa?
—Mis padres celebraran su aniversario el lunes— dijo el chico con timidez —; saldrán y podremos hacerlo en mi casa.
—Entonces será la próxima semana. ¿De acuerdo? — corroboro la yandere viendo con desconfianza al actor. Este asintió mientras colocaba una mano en su cintura y miraba a otra parte. Ayano suspiro y recordó que aún no le había devuelto su capa. Regreso a su asiento y la tomo para después entregársela al actor —. Gracias, pero no necesito tu lastima. Sunobu-san.
Kizano acepto su adorada prenda y se la coloco con su característica elegancia. Sonrió al tenerla de nuevo, no se sentía él mismo si no la usaba. Sin que ninguno de los otros dos se dieran cuenta, aspiro la capa encontrándose con un poco del aroma de Ayano.
En ese instante, la campana sonó y los tres supieron que debían irse antes de que se metieran en problemas.
Luego de que ambos chicos dejaran a Ayano en la entrada de su salón, subieron a prisa hacia la tercera planta. Para Oko era extraño regresar en compañía de Kizano, pues siempre que estaban juntos el solía humillarlo. Para el contrario, estar junto al más bajo era molesto; de por si lo odiaba por ni siquiera disimular sus defectos y pasarse el día entero hablando de cosas que, en secreto, le aterraban. Si. Odiaba a Oko Ruto porque los demonios le causaban pavor y el los aclamaba con una pas que nunca alcanzaría demostrar en escena.
Antes de entrar a su aula, Kizano lo tomo del ante brazo y lo obligo a verlo a la cara. Tenía que saber una cosa y no esperaría hasta el momento de limpieza para averiguarlo. Lo vio retadoramente y soltó la pregunta que lo carcomía:
— ¿Te gusta Ayano Aishi? — pregunto esperando que su ceño fruncido no estuviera lo suficientemente marcado como para dejarle futuras arrugas.
—No— respondió el chico de cabello revuelto con simpleza. Era verdad, además de admiración, no sentía nada más por ella. Dicho eso, vio como Kizano se mostraba relajado para luego soltarlo y entrar al salón. Él se quedó un poco más ahí, recordando que Nebalie nunca se había ido, sino que estaba devorándolo de adentro hacia afuera. Una nueva lágrima consiguió escaparse y le nublo la vista de dicho ojo. Dolía. Dolía demasiado —. Solo eh amado a alguien...y acabo de saber que me está matando.
¿Por qué? Si habían jurado estar juntos por siempre.
El resto de las clases pasaron sin nada que valiera la pena mencionarse. Lo único sobresaliente fue que el director anuncio la cancelación de las actividades extracurriculares para ver una muestra atlética con Aso Rito y dos compañeros de este de la escuela de deportes. Todo empezaría luego de la hora de limpieza.
Cuando Ayano termino su parte, salio con dirección a la pista. Ahí se harían las dos primeras partes del triatlón y era en donde las maestras habían puesto varias gradas para que vieran a gusto el evento. Ella no tenía las suficientes ganas de ir, pero todos asistirían y no quería ser la única "freak" que se perdiera de tal acontecimiento.
Al salir, se encontró con las chicas del consejo viendo que todo se mantuviera bajo control. Shiromi fue la única que se acercó a saludarla, claro que con su típico y original humor. Comento algo acerca de lanzarla a los tiburones y un banana split que no llego a entender. Luego de eso la albina la dejo pasar y siguió con su trabajo.
Empezó a ver los lugares sin saber en dónde sentarse, aunque termino optando por la penúltima fila más alta. No pasaron muchos segundos antes de que Midori, Pippi, Ryuto y Taro llegaran y se sentaran con ella. Comenzó a hablar con ellos de varias cosas sin importancia hasta que escucho una voz dulce llamándola.
—Yan-chan, han pasado días desde que nos vimos. Me alegra volver a saber de ti— era Uekiya, quien venía acompañada de los demás líderes, entre ellos Kizano y Oko —. Me extraño no verte en el baile hasta que este acabo. Te veías muy feliz con ese chico. ¿Te molesta si nos sentamos aquí? Me gustaría ponerme al tanto contigo.
—Eh...claro, siéntense— vio como todos se colocaban en la última fila, quedando hasta arriba y a espaldas de ella y sus amigos. Uekiya quedo justo tras ella, lo que la castaña aprovecho para seguir platicando con la yandere.
Sin saber cómo, había terminado en una plática grupal con todos los líderes; discutían sobre lo que planeaban para las vacaciones de invierno, que aunque aún faltaban varias semanas, sus padres ya estaban alistando todo para llevarlos a sitios increíbles. Algunos incluso pasarían las fiestas fuera de Japón.
Entonces, el sonido de un micrófono llamo la atención de todo el mundo. El director y la consejera se encontraban sobre un pequeño escenario desde donde agradecían la presencia de todos y presentaban a los tres competidores.
El primero fue Aso, quien recibió miles de vitoreos de parte de todos, incluso de ella para no quedarse atrás. El segundo fue un chico pelirrojo que pertenecía a la escuela rival, algunos abucheos se oyeron desde las gradas, pero los demás se limitaron a aplaudirle sin mucho ánimo. Y el último era una chica castaña perteneciente a una escuela femenil; era linda, eso mismo le gano varios halagos de chicos.
La primera etapa empezó: la carrera. El objetivo era que dieran diez vueltas y terminaran pateando balones de futbol a unas porterías que ya estaban colocadas para cuando el momento llegara. Aquel que consiguiera terminar su recorrido y anotar más goles ganaría aquella competencia.
Vio con cierta diversión como Geiju comandaba a sus kohais desde su asiento para que elevaran algunos carteles de ánimo que habían hecho. No podía ver que decían, pero parecía ser algo raro, pues algunos eran elevados y luego volvían a bajarse.
Cuando la carrera iba por la vuelta siete, escucho entre los gritos del público la música de su teléfono. Lo saco de su falda y se topó con una llamada de su madre. Sintiendo un repentino terror, se levantó y bajo del sitio mientras contestaba la llamada y se alejaba de ahí tanto como pudiera.
—Hola, Yanni— escucho la tranquila y amorosa voz de su progenitora — ¿Llamo en un buen momento? Son casi las cinco y pensé que debía llamarte para que me dieras la buena noticia.
— ¿Cuál buena noticia?
—La de que ya eres pareja de tu senpai, cariño— respondió Ryoba mientras de fondo podía escuchar también a su padre —. Tu papá igual tiene curiosidad. Asi que dinos, ¿Por qué no llamaste antes?
Ayano se detuvo y miro el teléfono sin saber que responder. ¿Cómo decirle que aún no era la novia de Taro? No existía forma de hacer eso, pues tarde o temprano lo notaria. A su madre no se lo podía ocultar absolutamente nada.
Muy a su pesar y con las manos temblorosas, volvió a acercar el celular a su oído y soltó las palabras que más temía decirle.
—Aún no somos novios.
Ryoba estaba ahí, escuchándola, pero en cierto momento supo que se había alejado pues la escuchaba hablando desde lejos y no comprendía que decía. No fue hasta unos segundos después que volvió a escuchar su respiración contra la bocina.
— ¿Mamá...?
— ¿A él le gusta alguien más? — dijo la mujer desde el otro lado. Lo que le espanto fue que la había escuchado demasiado seria, nunca la había oído hablar de esa manera.
—N-No. A él no le gusta nadie.
—Entonces has algo pronto para hacerlo tuyo, hija— respondió molesta —. Hazlo antes de que tu padre y yo volvamos. No me decepciones Ayano, o las consecuencias que tendrás, no vendrán de mí. Piensa eso y has lo que sea necesario.
Se quedó muda al oír eso. Iba a preguntar a qué se refería, pero Ryoba cortó la llamada antes de que pudiera hacerlo.
Guardo su celular y suspiro completamente agotada, siempre terminaba asi de cansada cada que hablaba con ella. Quien sabe, tal vez se preocupaba de más.
Se dio medio vuelta y comenzó a caminar de regreso a la pista, sin embargo, se detuvo al notar que Spiky Pompadour estaba de nuevo en la piscina, ahora arrastrando una enorme bolsa de color rosado hasta la orilla de la alberca. Camino hasta donde él estaba y consiguió ver que lo que contenía la bolsa era un potente cloro. ¿En que estaba pensando ese niño?
—Hola, otra vez— hablo.
El chico se giró rápidamente y le apunto con su arma. Sin embargo, el chico se tranquilizó al ver que solo era ella. Dejo su bate en el suelo y tomo la bolsa con ambas manos, arrastrándola hasta el inicio del trampolín.
— ¿Qué hay, Yan-chan? Creí que todos estarían viendo "al mejor deportista del mundo" patearles el trasero a esos dos— menciono con dificultad debido a lo pesada que se veía esa cosa. Cuando la dejo en su sitio, el chico suspiro con fuerza y se giró a verla con una sonrisa —. ¿Qué haces aquí?
—Solo recibí una llamada de mi madre; allá no podía escuchar nada— se excusó mientras caminaba hasta él y miraba las ondas que el viento provocaba en el agua —. ¿Otra vez intentas chantajear a Aso-kun?
—Si. Antes de que el evento iniciara, le deje una nota en su casillero donde le decía que si no perdía apropósito, él y los otros dos pagarían.
— ¿Tu plan es quemarlos con claro? — inquirió no muy convencida con el plan que el delincuente decía.
—Bueno, tal vez no sea algo muy malvado. Pero lo que me interesa es tener dinero fácil— menciono con una sonrisa maliciosa al mismo tiempo que abría la bolsa con una navaja.
— ¿Tu hermano está de acuerdo con eso? — se acercó al chico y vio como aquel costal podía llevar casi treinta kilos de cloro en polvo.
—A él no le gusta que haga estas cosas. Dice que "no es la vida que quiere para mí" y un montón de mierdas más— conto el chico de mala gana mientras se recostaba en las escaleras de la estructura. Luego de unos segundos el chico pareció reaccionar y se giró hacia la yandere —. Por favor, no le digas de esto.
—Tranquilo, ya ni siquiera hablo con él. Acabó el trabajo que le pedí y hasta ahí quedo todo.
— ¿En serio? Wow. Lo normal es que cuando una chica conoce a mi hermano no deja de enviarle mensajes ni de coquetear con él. Por eso dude en recomendártelo, bueno, y porque podías acusarlo con la policía.
—No soy de hacer ese tipo de cosas. A propósito, ¿tu amiguita molesta no está por aquí, cierto?
—Cooper-nii san esta por el incinerador. Tampoco quiere que haga esto, asi que lo estoy haciendo a sus espaldas.
Ayano rio en voz baja. El mejor amigo de esa maldita estaba haciendo cosas a sus espaldas; eso, de manera juvenil, se parecía a un tipo de traición. Sonaba algo interesante.
Borro su sonrisa y se concentró en el agua cuando escucho un pequeño chapoteo seguido de una maldición.
—Rayos, mi bate se cayó— y si, parecía que Spiky había pateado su arma por accidente y está ahora flotaba cada vez más lejos de la orilla —. Yan-chan, ¿me ayudas a alcanzarlo? Solo sostenme del uniforme y yo me estirare para tomarlo.
Se encogió de hombros y se colocó tras él, tomándolo con fuerza desde una parte de la manga. No le molestaba ayudarle con eso, podía decir que era como decir "Gracias" por lo que el Yakuza hubiera hecho con Himari. Se sujetó de la escalera y empezó a reír un poco cuando el delincuente casi terminaba cara a cara con el agua. Sin embargo, lo divertido acabo cuando una voz chillona se escuchó desde lo lejos:
— ¡Suéltalo, maldita zorra! — cuidando de no dejar caer al chico, se giró con dificultad para confirmar que era la chica que creía, y si: Cooper Streak.
La delincuente llego corriendo y casi como un toro, la embistió, causando que los tres cayeran a la piscina.
— ¡Cooper-chan! — grito el chico enojado. Tomo su bate con enojo y nado hasta la orilla, siendo seguido por la de mechón teñido — ¿Qué rayos te pasa?
— ¡Esa loca estaba por ahogarte! — grito enfurecida mientras salía de la alberca completamente empapada.
— ¡Estaba ayudándome! Tire mi bate y ella me sostenía. ¿Verdad, Yan-chan? — pero aquella chica que esperaba le apoyara no dijo nada. De hecho, nadie le contesto y el lugar se mantuvo en un silencio abrumador — ¿Yan-chan?
Ambos menores vieron la alberca con duda, ¿en dónde diablos estaba Ayano? La respuesta les llego casi de golpe cuando la yandere salio con dificultad de la zona profunda entre pataleos y gritos desesperados.
El asunto por el que dudaba unirse al club de deportes, era que ella no sabía nadar.
— ¡Ayuda! — gritaba completamente asustada al no sentir que sus pies tocaran el suelo. No sabía cómo debía acercarse a la orilla, y que estuviera en medio del lugar no le ayudaba mucho. A veces sentía como se hundía y el agua la cubría por completo, lo que la desesperaba más — ¡Sáquenme de aquí! ¡Ayu...!
Llego un momento en que no importaba cuanto se retorciera y tratara de subir por aire, no podía hacerlo. Aguantar la respiración mientras se veía en el fondo de aquel sitio lo sentía como el peor de los infiernos; se desesperaba, y sentía que quería hiperventilarse.
El terror fue tal que su pecho empezó a subir y bajar con el poco aire que mantenía acumulado. No sabía que hacer o como salir de ahí, sus manos temblaban y todo su cuerpo se movía con lentitud, lo que la angustiaba más.
Tal vez porque no aguanto eso más, o por error al buscar aire, pero de la nada sintió como el agua entraba por su garganta y su nariz, haciendo que quisiera toser pero solo consiguiendo empeorar la situación.
De un segundo a otro, todo se volvió oscuro, y sintió como su cuerpo se ponía liviano y empezaba a flotar mientras su última visión era los azulejos del piso.
Ayano no sabía qué hacer. Sabía que bajo el agua no podía respirar y de llegar a intentarlo se ahogaría. Solo estaba de pie hasta el fondo de la parte honda de la piscina de su primaria. Sentía como de apoco perdía la conciencia, y sus pulmonías exigían más aire.
Intento imitar a sus compañeros, moviendo sus manos y piernas para llegar a la superficie o al menos a la orilla, pero era inútil. Algo estaba haciendo mal porque no conseguía moverse de ahí.
Casi a punto de perder la conciencia, escucho como alguien entraba con una bola de cañón. Ese alguien era un chico de su misma edad de cabello rubio, ojos azules y piel empezando a broncearse. Era su compañero de curso Aso Rito.
El la tomo por las axilas y la saco de ahí. Una vez afuera, respiro tan hondo como pudo y se tiro junto a la alberca, en donde todos sus compañeros y niños de otros grupos y grados se acercaban para ver qué pasaba.
El pequeño rubio se hinco frente a ella y la tomo de los hombros para empezar a zarandearla. Ella lo vio, y aunque no estaba segura, pensaba que él estaba triste y preocupado.
— ¡Yan-chan! Somos compañeros, ¿Por qué no me dijiste que no sabes nadar? — pregunto pareciendo que estaba por empezar a llorar.
La pequeña azabache, de entonces ocho años, fingió ponerse triste y empezó a soltar lágrimas de cocodrilo, como decía su mamá. Soltó unos cortos quejidos y miro al chico frente a ella.
—Yo-Yo...no quería ser una molestia— mintió mientras empezaba a sollozar falsamente. No le gustaba fingir que sentía cosas, pero era el precio para que sus compañeros dejar de molestarla.
Aso sintió empatía por la niña y la ayudo a levantarse mientras la llevaba con el maestro de deportes, quien la llevaría a la enfermería y llamaría a sus papás.
—No vuelvas a ocultarme nada, Yan-chan. Tenía miedo de que te pasara algo— le dijo en voz baja, como si quisiera que solo ellos lo oyeran —. Nos importas a muchos aquí. No queremos...no quiero que te pase nada.
Empezó a toser con fuerza sintiendo como el agua pasaba por su garganta, se giró para no ahogarse y escupió todo en una parte, la verdad ni siquiera sabía en donde estaba ya que por el cloro sus ojos le ardían y no podía abrirlos sin que le doliera.
— ¿Estas bien? ¿Yan-chan? Respóndeme, por favor.
Con esfuerzo y un horrible ardor, abrió sus ojos y se encontró a unos metros de la piscina. Sus amigos, el consejo completo y el director junto a la consejera la observaban desde una distancia prudente. Pero a su lado vio tres sombras: Kizano, Oko y Aso. Este último fue más veloz que los otros y la tomo en brazos sin importarle que terminara empapado.
— ¿Por qué entraste? — pregunto con cierto dolor sin dejar de abrazarla —. Si tenías un problema pudiste haberme dicho o a tus amigos, no tenías que hacer eso.
Estando un poco más al tanto de la situación, se giró hacia el trampolín en busca de los dos pequeños delincuentes. Nos los encontró, ni a ellos ni al gran saco que Spiky pensaba tirar a la piscina. Esos dos casi la habían dejado morir.
Se enderezó e intento levantarse. El ojiazul no tardo en tomarle un brazo y pasarlo por sus hombros, ayudándola a sostenerse.
—No— tosió una vez más y luego que se sintió mejor miro a la consejera —, no me tire. Cooper Streak me empujo.
— ¿Una de los delincuentes? — pregunto la mujer, interesada al escuchar eso. Se arregló los lentes y miro a la azabache mientras se cruzaba de brazos —. El lunes a primera hora la tendré en mi oficina, si esa es la verdad. Sera mejor que vayas al hospital para asegurarnos de que estas bien. La enfermera tuvo que salir de improviso a su ciudad natal y no hay quien te atienda.
—Yo te llevare— dijo Aso mientras se preparaba para cargarla como princesa.
—No— dijo el director acercándose al chico —, todos esperan que termines el evento, y sería una grosería dejar a tus amigos luego de que se tomaron el tiempo para venir y participar contigo. ¿Al quien más puede llevarla?
—Yo— dijeron el pelimorado y el peli añil al mismo tiempo. Kizano lo vio molesto mientras que Oko solo agacho la cabeza.
—Bien, ustedes acompáñenla y asi continuaremos con la competencia— sentencio el director mientras tomaba al deportista del hombro y lo empujaba hacia los vestidores donde debía ponerse el traje de baño para el ultimo evento —. Avísenos como resulta todo. Hasta el lunes, jóvenes.
—Hasta el lunes, director.
Y asi, los tres salieron de la escuela y comenzaron a caminar hacia el hospital. Kizano resoplo en voz alta y por segunda vez en el día se quitó la capa y volvió a ponérsela a la azabache. Ella estaba por renegar y decir que no la quería, pero el actor le gano la palabra.
—No es por lastima, es porque si no te cubres te dará un resfriado y el lunes no quiero ser el único que extraiga el demonio del sucio inmundo. Quédatela y devuélvemela llegando a clases la próxima semana.
Ayano no estaba de humor para pelear. Había sentido como la muerte casi se la llevaba y lo último que necesitaba era discutir con un engreído. Se acomodó más la prenda y se abrazó esperando recibir un poco más de calor.
—Gracias, alteza— respondió sarcásticamente.
Los cuatro demonios se hallaban observando como los dos chicos dejaban a su linda yandere en manos de una enfermera, quien la ayudaba a subirse a una camilla y les decía que podían quedarse en la sala de esperas o en la cafetería.
Pero aún asi, algo que mantenía la completa atención de todos era que Fun Girl no estaba volando por el lugar ni diciendo ridiculeces a diestra y siniestra, como era su costumbre. Muy por el contrario, estaba quieta en lugar dándoles la espalda y lo llevaba haciendo horas. Harto de esa situación, y también algo curioso; el demonio del sufrimiento se acercó hasta ella, dispuesto a saber que rayos era lo que le pasaba.
— Amor, ¿Qué es tan importante que te tiene pensando?
—Es que... hasta el demonio más débil se toma un mes en devorar el alma de un humano y poseerlo. Pero "Nebalie" lleva dentro del chico bonito más de diez años. Por muy buena que la fiesta este ahí adentro, yo no aguantaría tanto tiempo encerrada.
Y por primera vez desde que la conocían, los tres se quedaron callados e inquietos. Para variar, la demente de su extraño grupo tenía un punto lógico y un hueco en la teoría de su madre.
¿Por qué ese demonio no había acabado ya con Oko Ruto?
-
Semana 5: Terminada
Rival: Osano Najimi Estado: En coma
Rival: Amao Odayaka Estado: En coma
Rival: Kizano Sunobu Estado: Enemigo (interferencia) Conocido
Rival: Oko Ruto Estado: Enemigo (interferencia) Aliado
Rival: Aso Rito Estado: Conocido
— ¿Qué? — El pelirrojo no podía creer lo que estaba leyendo — ¿Me reemplazo por...ese idiota de ocultismo?
Cerró su mano en un puño y golpeo su escritorio hasta que una punzada más fuerte que las demás le dio a entender que era suficiente si no quería estropearse la mano.
Se pasó ambas manos por la cara y se levantó. Estaba agotado. Pero sobre todo molesto. Había descubierto que el maldito impostor con el que Ayano había bailado no había sido nadie más que Kizano. Y para arruinar su día, Aso Rito repetía la "hazaña" de tercer año: salvar a Ayano de ahogarse. La misma que le había dado su fama de deportista y buen compañero.
Parecía no importar que el tsundere y el cocinero estaban a punto de dar su último respiro, pues ahora también tenía a otros tres idiotas que le hacían una competencia muy reñida. Su trabajo por llegar al corazón de la asesina se complicaba más de lo que había previsto.
Tomo su celular y abrió en su monitor derecho una nota en donde tenía varios números guardados. Escribió dos mensajes que, en ese momento, eran urgentes.
El primero era para el contacto que había guardado con el emoji de una princesa:
"El actor que admiras no resistió el hechizo de la bruja. Tu trabajo empieza ahora. Hazlo bien y yo lo liberare."
Y el segundo y último para el que mostraba un dibujo de mareo:
"Ayano-chan está confundiendo al líder ocultista. Dame lo que te pedí y me encargare que el vuelva al camino de la oscuridad".
Una vez que envió los mensajes, se fue con un fotógrafo más que había conseguido el día anterior. Abrió su chat y escribió tres simples palabras que harían que su nuevo trabajador entendiera que era su entrada para empezar:
"Comienza el juego."
*Como saben, Kizano le pone un apodo único a cada quien, dependiendo de lo que piense de esa persona. El apodo de Oko es "Sucio inmundo".
**Nebalie es el nombre de un personaje de mi libro original "Felicidades Byron, me quiero morir". La diferencia es que aquí Nebalie es un demonio y en mi libro es (un ya retirado) Dios de la muerte.
***Kizano le pide a Doug Jones que le de fuerzas para seguir. Y para quienes no sepan, Doug es el Johnny Depp de Guillermo del Toro (? okno xD. Ya en serio, él es un actor muy versátil y multifacético. Con decirles que es quien hizo del fauno y el hombre pálido (El laberinto del fauno), de la criatura anfibia (La forma del agua), Abe Sapien (Hellboy), The Bye Bye man (No digas su nombre), Slenderman (Always watching: Marble Hornets story), Silver Surfer (Los 4 fantásticos), entre un montón más. Yo amo a este hombre.
Y hasta aquí el, bendito, capitulo. ¡Wey me duelen las manos! No inventes. Esta cosa llego a las veintinueve hojas de Word y al momento de escribir este párrafo, unas nueve mil setecientas sesenta y tres palabras. Con razón mis manos están entumidas.
Chicos, aquí debería decirles más cosas, pero mejor veo que todo esté bien escrito y coherente. Igual, ya vieron de donde salen los sentimientos de cercanía y protección de Aso, desde aquel suceso él la mira de lejos, pero no se atreve a hablarle directamente. Bueno, a seguir trabajando. Nos leemos luego.
¡Votos y comentarios se agradecen!
¡Hasta el próximo capítulo!
¡MoriDark19, fuera!
PD: Sorry por hacer esto demasiado largo. ¡Los adoro, no lo olviden!
PD2: Ya termine de editar esto y les digo el resultado final: 30 páginas de Word y 10,241 palabras.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro