22. Animadora y no reina
Se terminó de colocar el uniforme y empezó a sujetarse el cabello. Se había levantado antes de lo normal para hacer un par de cosas importantes, entre ellas pasar al hospital antes de ir a la escuela.
Luego de terminar de hacer su coleta, salio de su habitación y se fue directo a la cocina. La noche anterior había hecho un pastel de triple chocolate, planeaba llevarles un poco a las mamás de sus amigos y a Taro. Sabía que ambas mujeres se pasaban las noches enteras cuidando a sus hijos, esperando que cuando menos hicieran una mínima reacción o movimiento para saber que estaban bien. Pero no pasaba nada de eso.
Un pastel no desaparecía su dolor, ni el de ella, pero esperaba por lo menos distraerlas de todo eso un rato.
En cuanto a Taro. Él iba a estar entrenando con el club de deportes, cosa a la que se había negado varias veces. Pero nada le impedía estar ahí solo para verlo y darle ánimos. Si lo veía de una forma a su favor, sería como su animadora personal. ¡Que romántico!
Tomo tres recipientes y partió tres rebanadas. Guardo un pedazo en cada uno de ellos y luego los acomodo en su mochila. Estaba guardando el pastel en el refrigerador, y por accidente se ensucio el dedo pulgar con un poco del glaseado. Cerró la puerta y miro con molestia su mano; se acercó al lavaplatos para limpiarse, pero el dulce aroma llego rápido hasta su nariz. Acerco su mano a su cara y olfateo la cobertura con una pequeña sonrisa. Eso parecía estar delicioso.
Sin poder evitarlo, chupo su dedo y saboreo encantada el sabor de su pastel, cosa que no había hecho durante todo el tiempo que lo había estado preparando. Le había quedado fantástico.
Mentirosa
Traidora
Dejo de saborear el chocolate y se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Corrió hacia el baño y se agacho frente al escusado, donde tosió tanto como pudo hasta que sintió ganas de vomitar, lo cual paso no mucho después.
Se levantó tambaleándose y apenas consiguiendo sostenerse de la pared. Se lavó las manos y se hecho un poco de agua en la cara, obligándose a reaccionar y a seguir alerta. Se miró en el espejo, se notó algo pálida, incluso más de lo usual.
—No. Estoy bien. No me pasa nada— se repitió mientras se daba pequeños golpes en la frente. Volvió a ver su reflejo, mostrándose enojada con ella misma. Se señaló y empezó a reprenderse —. No arruines esto. Si rompes tu promesa, no sabemos si ellos despertaran. Además de senpai, ellos dos son lo único que debe importarte. Les prometiste que no comerías nada nutritivo hasta que se despertaran, tienes que hacerlo. O no sabes si ellos te lo perdonaran.
Toco la puerta, esperando escuchar de alguna voz que podía entrar. Pero no oyó ninguna. Entre abrió un poco la puerta de la habitación, en el sillón que estaba frente a la entrada vio a la madre de Osano, durmiendo sentada mientras una almohada mantenía su cabeza recta y una manta descansaba en sus piernas.
Entro intentando no hacer ruido. En el sofá al otro lado de la habitación, estaba la mamá de Amao, recostada sobre el antebrazo del mueble y tapada casi hasta el cuello con un cobertor. Decidio no molestar a ninguna; dejaría sus porciones de pastel y pasaría a verlas saliendo de clases.
Camino a un lado de la cama de su amigo tsundere, se descolgó la mochila y saco ambos recipientes y un pequeño paquete de post it que tenía. Escribió rápidamente que lo había hecho pensado especialmente en ambas y en sus amigos, que esperaba que les gustara. Luego de dejar uno sobre la mesa al lado de Osano, se giró para ver al pelirrojo. Sonrió enternecida al verlo "dormir", se veía tan tranquilo. Acaricio su mejilla y le dejo un pequeño beso en la cabeza.
—Por favor, vuelve pronto. La escuela no es igual sin tus insultos— susurro acercándose un poco a él.
Luego de eso, fue hasta la mesa que estaba junto a Amao e hizo lo mismo con el pedazo que era para su madre. Se acercó un poco a él y beso su mejilla cuidando que no tocara ningún cable.
—Descuida. Sigo cumpliendo mi promesa. Nada sano hasta que despiertes. Por favor hazlo pronto.
Se alejó de ambas camillas y se preparó para salir de ahí. La escuela empezaría dentro de poco y seguro que las puertas ya habían sido abiertas. De todas formas no se apresuró mucho, la escuela no se iría a ninguna parte. Dejo de pensar asi en cuanto recordó que Senpai entrenaría en la piscina. Si lo pensaba a fondo, era su oportunidad para verlo sin camisa.
Rio en voz baja mientras un sonrojo se pintaba en sus mejillas. Con eso en mente, acelero el paso y llamo insistente el elevador. Tenía que llegar ya.
Midori le había enviado un mensaje preguntándole en donde estaba, respondió de manera corta que estaba haciendo algo importante. Es decir, claro que ver a Taro practicar su natación era algo importante, sobre todo si ella era su porrista y lo animaba siempre que terminaba cada ronda.
En ese momento, estaba sentada en una de las sillas junto a la alberca, viendo emocionada como Taro daba todo su empeño para destacar entre todos. No podía evitar pensar en lo lindo que se veía con el cabello mojado; ese chico era capaz de enloquecer sus emociones.
— ¡Muy bien hecho, chicos! — empezó a gritar Aso, luego de salir de la piscina y colocarse junto a ella — ¡Hoy sin duda hemos dado un gran comienzo! ¡Espero ver esa misma energía en la pista durante el almuerzo! Ahora salgan y séquense, lo hicieron genial.
¡Si! Ahora Taro y ella podrían pasar tiempo a solas y le podría entregar su pedazo de pastel. Empezó a preguntarse, ¿él le dejaría dárselo en la boca? Eso sería hermoso, y a su madre le encantaría escucharlo.
—Me sorprendió que vinieras— miro a su izquierda y se encontró con Aso todavía ahí. Le hubiera gustado verlo con indiferencia, pero su alegría por Taro era tanta que su sonrisa no quería irse —, pero fue bueno verte por aquí ¿alguna razón importante?
—Taro-Senpai— respondió sintiendo su cara arder —. Si a él le importa esto, pensé en darle ánimos.
—Que linda— el rubio se llevó una mano a su nuca y le sonrió de forma rara. No podía identificarlo bien ¿era pena, o incomodidad? — ¿Sabes? La oferta de unirte sigue en pie. ¿Por qué no lo intentas? Puede que te guste y asi estarás más tiempo con él. Y nunca se sabe, podrías encontrar buena compañía aquí.
Borro su sonrisa y llevo un dedo índice hasta su barbilla. En realidad, esa no era una idea que le disgustara. Podría pasar mucho más tiempo con su querido amor justificadamente, y además, eso le permitiría vigilarlo para que ninguna chica se le acercara. Vaya, aquel deportista le había terminado sirviendo para algo después de todo.
Pero, aún había un problema si en serio se uniría a ese club.
—Lo pensare. Si me disculpas— se levantó y fue hasta donde Taro se estaba poniendo su uniforme.
Lo espero cerca del trampolín, con el pastel en sus manos y ansiosa por poder hablar con él, cosa que no le habían dejado hacer mientras el entrenaba con los demás. Acepto solo porque no quería que terminara herido por su culpa.
Cuando lo vio acercarse, comenzó a caminar hacia él para acortar la distancia. Una vez lo tuvo frente a frente, para su horror, no tuvo voz para poder hablarle, lo que le sorprendió y le hizo entrar en pánico. Su garganta se había secado y no podía pronunciar nada. No entendía, creía ya haber superado esa etapa.
—Hola, Yan-chan— la saludo con simpleza —. ¿Querías decirme algo? Bueno, te quedaste toda la práctica y supuse que era por eso.
Sin más opción y dejándose llevar por la presión, estiro sus brazos y le entrego silenciosamente el recipiente. Se sintió un poco más tranquila cuando él lo tomo y exclamo felizmente.
— ¡Oh, gracias! ¡Me encanta el pastel! Aunque, creo que tiene mucho glaseado.
—S-Sí. Eso pensé lu-luego de terminarlo— murmuro mientras empezaba a jugar con sus manos.
—Pero muchas gracias de todas formas. Lo comeré ahora, no creo poder almorzar luego, vendré a seguir practicando con ellos. El club de deportes es genial.
— ¿E-En serio te gusta mucho? — inquirió. Si era importante para él, se uniría, pero sino era asi, no veía motivo para hacerlo.
—Si. Me mantiene ocupado y Aso-kun dice que pronto podría llegar a un nivel considerable.
—Me alegro que te e-este gustando— sonrió con timidez. Bueno, entonces su decisión estaba tomada. Solo debia trabajar en su pequeño problema y le daría su respuesta a Aso Rito.
—Mejor vámonos. La campana sonara pronto y no quiero llegar tarde a clases. Vamos te acompaño a tu salón.
Casi cinco semanas, pero pronto Taro por fin seria suyo. Él ya se mostraba interesado en ella, y no importaba cuantas chicas o chicos más se metieran en su relación, él siempre tendría solo ojos para ella. O sino entendían el mensaje, los mataba.
Mientras subían las escaleras, lo escuchaba hablar acerca de unas vacaciones que había tenido con su familia el verano pasado. Habían viajado a Sapporo y tomado miles de fotos familiares. Era entretenido, aunque omitía los detalles que decía de sus padres y su hermano, solo le interesaba lo que tenía que ver con él, y solo con él.
Tenía que actuar ahora. Antes de que volviera a quedarse sin voz. Clavo su mirada en el suelo y se detuvo, apretó sus puños con fuerza. Con los nervios a flor de piel, se atrevió a decirle por fin sus sentimientos.
—T-Taro-senpai. ¿Pue-do decirte a-algo?
—Claro, ¿pero por qué te pones asi?
—Yo, desde ha-hace mucho. Estoy ena...
Pero su confesión no llego a terminar, pues una chica rubia y con una flor en el cabello se acercó, concretamente, a su senpai.
—Hola, Taro-kun— saludo la chica ignorando por completo la presencia de la yandere.
—Hola, Himari-chan. ¿Paso algo?
—Solo...quería agradecerte de nuevo por prestarme ayer tus apuntes de ciencias. Por cierto, me entere que estas en el club de deportes.
—Bueno, no es algo seguro todavía. Pero me gusta mucho, en realidad.
—Bueno, yo siempre estoy en el jardín. Asi que ven a verme si tienes tiempo, seria lindo— comento la rubia con un sonrojo que Ayano logro ver perfectamente.
— ¡Si! Lo hare. Cuídate.
Vio a la chica irse escaleras arriba. Rápidamente se encargó de memorizar su rostro, su cabello y cualquier cosa que le ayudara a encontrarla para asesinarla más tarde. No iba a permitir que esa metiche se metiera en su camino. Ya tenía suficiente aguantando su inseguridad. No dejaría que una chica cualquiera le quitara al único que la hacía sentir completamente viva.
—Bueno, Yan-chan, me dirás luego que era lo que me quería decir. Tengo que ir clases. Pero, nos vemos luego. ¿Volverás a ir a verme o te quedaras con los chicos?
—Eh, si, iré contigo— respondió alegremente. Ocultando la ira y los pensamientos sombríos que tenía hace menos de un minuto.
—Bien. Entonces creo que mejor comeré el pastel en el almuerzo, para decirte que me parece. Hasta entonces, Yan-chan— se despidió subiendo las escaleras y dejándola ahí, sola en el pasillo.
—Hasta entonces, mi amor— murmuro sintiéndose la chica más feliz del mundo, solo porque él tomaba en cuenta su asistencia en lo que él hacía.
Empezó a caminar hasta su salón, y casi llegando a la entrada, su teléfono empezó a sonar. Lo tomo viendo que se trataba de un número desconocido, ya se imaginaba de quien se trataba, pero aún asi, rodo los ojos y acepto la llamada. Permitiéndose recostarse en la pared para descansar un poco, por alguna razón se sentía algo mal.
—Aishi.
—Vaya, vaya, vaya— suspiro agotada, Info-kun siempre molestando —. Por lo que veo tu berrinche no tiene fin ¿verdad? Solo espero a que llegues tocando a mi puerta, suplicando que te ayude con algún veneno, un arma o quieras saber quién más es tu enemigo en esta guerra del amor.
—Puedo arreglármelas sola. Quien se ha encargado de tantas personas he sido, ¿lo olvidas?
—Pero quien te ha dado la información necesaria para todo eso, eh sido yo. Admítelo, Yan-chan: sin mí, no hubiera podido siquiera identificar a tu primer rival, quien por cierto, se está muriendo sin que se dé cuenta.
— ¡Cállate! ¡No hables asi de él! ¡Ni de Amao-kun!— había gritado en medio del pasillo, casi segura sé de qué sus compañeros dentro del aula la habían escuchado. Pero no le importaba, no iba a dejar que nadie, y mucho menos Info-kun, hablara asi de sus amigos. Ellos no estaban para defenderse, asi que ellas lo haría por ambos.
Un silencio se extendió desde el otro lado de la línea por segundos que parecieron eternos. Podía escuchar la respiración del otro, asi que estaba consciente de que la llamada no había terminado.
—Ayano-chan. Sé que estas enojada conmigo, aunque no entiendo porque, asi que ¿me explicarías por qué?
—Por favor, tú sabes lo que ocurrió. Me dijiste que Taro-kun estaba vestido como el fantasma de la ópera, por razones que no pienso decirte llegue solo a la última canción, alguien con el mismo disfraz llego y bailo conmigo. Me despedí de él creyendo que era Taro-kun y resulta que él se había ido poco antes de que él baile empezara.
— ¿Qué? ¿Había otro fantasma de la opera? — realmente se escuchaba sorprendido, tal vez un poco molesto incluso. Pero eso no cambiaba las cosas.
—Eso no importa— se quejó —. Tu dijiste que le habías dado el disfraz, pero el ya no estaba. Me vendiste a alguien por, no lo sé, información, dinero, no importa por lo que haya sido. El punto es que te burlaste en mi cara. Tal vez no seamos amigos, y tampoco sé cómo eres, pero hasta cierto punto creía ciegamente lo que me decías. No me importaba que estuvieras con mil espías por la escuela viéndome. Pero me mostraste que soy solo una, rara clase de marioneta, no sé para qué, pero ya no quiero saberlo.
—Escucha, no era eso lo que quería que creyeras...
—Olvídalo. No me sigas marcando, o sino esa estúpida puerta no me detendrá para...cosas que no puedo decir en voz alta— y colgó. No quería estresarse de más con cosas inútiles antes de empezar las clases.
— ¿Cosas que no puedes decir en vos alta? — la azabache se estremeció y guardo su teléfono al mismo tiempo que se giraba para ver a la chica que la había escuchado: Aoi Ryugoku, la miembro del consejo más peligrosa. Aoi frunció el ceño y se acercó un paso más a ella, intentando mostrarse amenazante — ¿Qué quisiste decir con eso? ¿Y con quien hablabas?
—Solo...me pelee con un amigo que no estudia aquí. Y, me refería a ir a su casa y golpearlo.
La peliazul miro con sospecha a Ayano. Algo le decía que no debía fiarse de lo que le estaba diciendo; pero si le tomaba la palabra, no era nada relacionado a la escuela, por ende no le involucraba. De todas formas, quiso indagar un poco más, solo para saber si su sexto sentido estaba en lo correcto.
— ¿Sobre qué pelearon?
Ayano se tomó un minuto para recordar la llamada, hasta que llego al punto en donde él había hablado despectivamente de sus amigos. Volvió a enojarse un poco y apretó los puños conteniendo su furia. Aoi noto eso y se preparó para cualquier cosa.
—Él dijo que Osano y Amao-kun se estaban muriendo sin que se dieran cuenta— confeso —. No iba a dejar que hablaran asi de ellos.
Aoi se deshizo de su semblante de cazadora y también relajo su pose atacante. Ahí estaba, era algo creíble y verdaderamente solido; sabia por los acontecimientos pasados que ella era muy unida a ambos chicos, incluso la consejera les había comentado que tuvieran cierto tacto con ella ya que el dolor permanecía fresco. No lo creía posible, pero ahora podía confirmarlo.
—Bien, Aishi-chan. Estas libre— y sin nada más que decirle, la paso de largo y entro a su aula.
Sin embargo, Ayano no se tranquilizó, intentaba hacerlo, pero le estaba costando. Intento respirar profundo y luego soltar el aire, era lo que su mamá hacia cuando quería mantener bajo control su instinto asesino frente a demasiadas personas.
Su teléfono volvió a sonar. No dejo siquiera que la música alcanzara un volumen alto y lo tomo con fuerza para responder bruscamente:
— ¡¿Qué quieres ahora?!
— ¿Mal momento? — escucho de una voz profunda desde el otro lado. Se descoloco por un momento; se separó del teléfono y vio que la llamada era de "Yakuza". Se golpeó la frente y gruño en voz baja.
—Disculpa, yo...acabo de hablar con un idiota que no deja de molestar. Pero eso no te interesa, supongo.
—Depende. ¿Ese "idiota" es a quien debo eliminar? — inquirió el mayor ignorando que ella le había gritado hace tan solo unos minutos.
—No. De él me encargare luego yo misma. Ahora, a quien quiero que elimines es— un recuerdo fugas de aquella chica rubia y el encuentro que tendría con senpai durante el almuerzo pasó por su cabeza. En ese momento no pensaba estratégicamente, solo se dejaba guiar por la ira del momento —Himari Fujita. Va en el club de jardinería de la escuela, si pudieras quitarla del camino antes del almuerzo te debería una.
—Creo que por salvar a mi hermano yo soy el que sigue en deuda. De acuerdo, me encargare de ella antes de esa hora. ¿Datos importantes?
—Es rubia. Con unos mechones en la cara y una coleta del lado izquierdo. Se supone que deberá ir al jardín de la escuela.
—Lo tengo. ¿Algo más que deba saber?
—Solo que espero que la hagas sufrir— murmuro entre dientes.
—Entendido, Aishi-chan. Supongo que eso es todo entre nosotros. Adiós.
—Adiós— no lo había pensado, pero era verdad: en cuanto él se llevara a la rubia, no tendría nada más que ver con él. Por un lado era un alivio, asi no tendría que preocuparse de que la relacionaran con un criminal.
La campana sonó y se apresuró a entrar a su salón, gracias al cielo, la profesora apenas y estaba por iniciar la clase.
El almuerzo había llegado. Midori había ido a buscarla para que almorzaran juntas, pero se negó diciendo que iría al club de deportes con Taro. La peliverde lo acepto rápidamente y corrió a la azotea para encontrarse con Pippi y Ryuto. En cuanto a Ayano, ella se paró junto a la escalera esperando a que su adorado senpai apareciera, lo cual sucedió unos dos minutos después.
—Hola, Yan-chan. ¿Vendrás conmigo a la zona de deportes, no?
—Si. Yo, eh...espero que disfrutes el pastel de chocolate.
—Lo hare, gracias— dijo el con una sonrisa mientras se dirigía escaleras abajo —. Antes tenemos que ir por Himari-chan. Dijo que estaría en su club.
Era el momento de saber si el tal Yakuza había cumplido su palabra y había sacado a esa metiche de sus vidas. Asintió con una sonrisa y comenzaron a ir hacia el jardín de la escuela.
Al llegar, preguntaron por Himari, pero Uekiya les aviso que se había retirado por una emergencia y que aún no sabían si iba a regresar. Taro acepto aquello sin ningún inconveniente, pero la yandere luchaba por ocultar su sonrisa psicópata. Al menos algo había salido bien para ella.
Al cabo de unos minutos, llegaron a la cancha, en donde se encontraron con los demás miembros del club ya almorzando y viendo como varias máquinas constructoras reparaban el gimnasio.
Aso los recibió entusiasmado, mientras que a su lado, Itachi refunfuño al ver de nuevo a Ayano. A ella tampoco le gustaba estar con él, pero mientras se tratara de estar cerca de su futura pareja, soportaría hasta al mismísimo Satanás.
—Eso se ve delicioso, Yamada— adulo Iruka con algo de timidez, refiriéndose al pedazo de pastel de chocolate que el mayor aún ni había empezado a comer.
—Oh, gracias. ¿Quieren un poco? — pregunto extendiendo su rebanada a los demás chicos, quienes como bestias hambrientas se lanzaron a comérselo, dejando casi nada para él.
Ayano oculto su tristeza bajo una capa de indiferencia mientras jugaba con el césped bajos sus piernas. Ella ansiaba que Taro probara su comida para saber si le gustaba como cocinaba, después de todo, debía ser una gran chef para cuando ambos se casaran, algo que se esperaba de cualquier esposa y que Ryoba le repetía hasta el cansancio durante sus llamadas.
—Mmm, esta delicioso, Taro-kun— menciono Aso luego de tomar una última porción — ¿Dónde lo compraste?
—Gracias, y de hecho, lo hizo Yan-chan.
—Ugh— se quejó Itachi luego de escuchar eso —. ¿Por qué no lo dijiste antes? Seguro le hecho algo para que todos nos enfermemos.
— ¿Por qué haría algo asi? — se defendió Ayano, asomándose lo suficiente para lograr verlo —Tengo problemas contigo, no con los demás. En dado caso, te hubiera hecho unos cannolis con relleno sorpresa.
— ¿Qué quieres decir con eso? — bramo el mayor mientras se ponía de pie. Se mostraba molesto, un poco más de lo normal para ser exactos.
—Nada, ¿o que pensaste en ese cerebro de maní? Seguro que le haría algo horrible y asqueroso.
— ¡Yo sé lo que quisiste decir! ¡No me trates como un tonto!
—Es algo difícil cuando en verdad lo eres— sonrió divertida, eligiendo no seguir prestándole atención y seguir comiendo una de las frituras saladas que había conseguido de la máquina expendedora.
Las risas de algunos miembros no se hicieron esperar, incluyendo la de senpai. Eso le agrado. La hizo sentir feliz de nuevo.
— ¡Basta! ¡Estoy harto de ti!
Itachi se levantó y camino hasta ella, en donde la levanto tomándola fuertemente la muñeca y formo un puño listo para golpearla. Ayano borro su sonrisa y sintió el dolor en su brazo ante aquel acto tan rudo del contrario. Debía defenderse, pero si lo hacía quedaría mal frente a senpai y no solo su reputación estaría en juego, sino que Taro podría llegar a pensar mal de ella. El esperaba que una chica fuera tierna y femenina, no alguien que podía asesinar a miles de personas y dejar inconsciente a un deportista con un par de golpes.
A su pesar, no haría nada para evitar el golpe. Pero se sentía un poco mejor sabiendo que sería el peli naranja quien arruinaría su reputación. Nadie vería bien que uno de los mejores estudiantes golpeara a una chica.
Podía escuchar las voces de los demás intentando detener al chico, claro que sin conseguir nada. Ella solo fingió sentirse asustada e intento cubrirse vanamente para evitar el ataque.
Pero antes de sentir el puño del peli naranja, el lugar se quedó en silencio, con solo una voz femenina tarareando de manera baja una melodía que se le hacía conocida.
—Oh-oh-oh-oh! Caught in a bad romance— Ayano abrió sus ojos y vio como tras su agresor estaba Shiromi, deteniendo el puño de Itachi y mirándose las uñas con una sonrisa traviesa —. ¿Problemas en el paraíso, chicos?
Itachi la soltó y se enderezo en cuanto la peliblanca le devolvió su mano. Shiromi se quitó los audífonos, que hasta entonces no se dio cuenta que tenía, y con una sonrisa se detuvo a verlos a ambos.
—Ustedes dos son tan entretenidos ¿díganme porque no habían hablado antes? Me responden el próximo sábado a las tres de la mañana, ahora vengo por algo importante.
— ¿Sucede algo? — pregunto Aso con curiosidad.
—Un cisne de plumaje morado le pidió a todo el consejo que si alguien veía a Yan-chan la llevara con él. Y vaya sorpresa que me tope, Itachi-kun casi golpeando a su todavía no-novia. Sabes lo que significa lindo cabeza hueca, un boleto de clase turista hasta la oficina de la consejera.
El más alto resoplo molesto, pero sin objetar nada se encamino hasta llegar al lado de la peliblanca. Esta silbo para que la yandere también se les uniera, cuando logro captar el mensaje se colocó a su otro lado y la siguieron mientras cruzaba sus brazos tras su cabeza y seguía cantando "Bad romance".
Luego de unos minutos de caminar y que Shiromi empezará a cantar "Circus", se detuvieron en un pasillo. Señalo el aula del club de drama y mientras bailaba al ritmo de la música se encargó de darle unas indicaciones a Ayano:
—Aquí nos separamos. Solo entra, pero mejor apúrate, el almuerzo solo durara menos de lo te llega una pizza de atún a casa— y dicho esto, siguió caminando con Itachi hacia la oficina de la consejera.
Ayano no entendía porque tenía que ir ahí. ¿Acaso Kizano seguiría con lo mismo de que volviera a ser su asistente? Dios, ese niño mimado no sabía diferenciar entre una deuda y un capricho.
Entro al club y casi de inmediato las luces se apagaron. Un reflector ilumino el pequeño. La yandere sintió como cerraban la puerta a sus espaldas y luego dos chicas aparecieron frente a ella, repetíendole que las siguiera hasta la única silla puesta frente al telón. Tomo asiento sin saber que pasaba y se concentró en que todos se iban tras la gran cortina roja.
Luego de dos segundos, Tsuruzo salio y se aclaró la garganta antes de salir y que otro reflector lo iluminara.
—Hace casi tres años— empezó a narrar de forma dramática —, el príncipe del escenario y la gloria, cuyo fino linaje y pilar alcanzaba el de los reyes más reconocidos, se adentró al proclamado cielo de los nobles. Aquel lugar en donde eran preparados para triunfar y llegar más alto que las estrellas.
«El príncipe estaba listo para salir del cielo y triunfar en el mundo de los mortales, donde los deleitaría con sus asombrosos actos e historias. Pero al príncipe le faltaba algo para triunfar en aquel plano terrenal; no era un sequito, pues ya lo tenía; no era fama, pues ya la tenía; mucho menos respeto, pues aquello le sobraba en cualquier lugar que su fino calzado pisara. Lo que al príncipe le faltaba, era una bella dama con quien compartir aquella gloria y el glamur del escenario.
Al mismo tiempo que decía todo eso, Kizano había aparecido con su capa y siendo casi alabado por sus kohais. Irónicamente, como un dios. Todos actuando -aunque no le gustara decirlo- perfectamente lo que el chico iba contando.
—Un día. El príncipe regreso de su lucha contra la peor de las pestes: la enfermedad. Y cuando estaba dando acto de presencia frente a sus fieles y al resto de nobles, alguien tropezó con el— una chica, que imaginaba que estaba actuando que era ella, mostro que chocaba con Kizano y este caía al suelo —. El príncipe, encolerizado por aquella falta de respeto se giró ante la plebeya y le ordeno servirle hasta que el fin de los tiempos llegara.
—Las cosas no pasaron asi, en verdad— se atrevió a comentar, interrumpiendo la obra.
—Oh bueno, si la dama lo prefiere— dijo Kizano. Dio un chasquido y todos cambiaron de posición rápidamente; ahora, una de sus kohais estaba haciendo el papel de la consejera —. Prosigamos.
—Debido a la magnitud del alboroto, recurrieron a la condesa de condesas, encargada de los nobles que ahí residían. Ella comento con su infinita calma que ambos buscaran un arreglo para aquella situación, asi, el príncipe del escenario le ordeno a la chica que fuera su cierva, la que lo seguiría de sol a sol y acataría todas sus órdenes sin pero alguno que valiera.
«Los días pasaron, y mientras el gran debut del príncipe se acercaba, la plebeya guardaba un secreto, que aunque era imposible de callar, ella lo mantenía fríamente resguardado tras su apariencia inocente y su complaciente ser.
«El día del debut ocurrió, y junto a él, una tragedia que dejo muy afectada a la plebeya. Fue un golpe emocional demasiado brusco para ella, y se alejó de todo y todos para recomponer en soledad su corazón que se había quebrantado.
Ayano desvió la mirada, entendiendo perfectamente esa referencia.
—Pero el príncipe no lo entendió, y fue tras ella, buscando la misma disposición y el clamor, que aunque falso, ella le daba. No entendió hasta mucho después, que aquel accidente no era lo único con lo que cargaba esa bella doncella.
«El príncipe de la gloria noto entonces, que no era una plebeya, sino una princesa que debido a las circunstancias, se quitó su corona y empezó a cargar con las responsabilidades que no le correspondían.
Dos de las kohais de Kizano la tomaron de los hombros y la llevaron hasta el escenario, donde tomo el lugar de la actriz que la estaba interpretando. Entonces, alguien más se acercó con un cojín en mano y se arrodillo entre ella y Kizano. Se dio cuenta de que en el cojín había una pequeña tiara que combinaba con la corona que usaba el pelimorado.
El segundo al mando cerró el cuaderno de donde leía todo y se apartó. Todos los demás igual salieron de la parte trasera del telón y se hincaron en el suelo, queriendo admirar el que parecía ser el final de aquella extraña obra.
—Fui alguien muy despiadado contigo antes— admitió Kizano —, lo que te hice esa semana antecede mi reputación, pero incluso yo, puedo darme cuenta cuando eh...actuado mal.
—Algo tarde ¿no crees? — dijo ella, causando las risas de algunos kohais. ¿Acaso era un tipo de comediante o porque siempre se reían de lo que ella decía?
Kizano tomo la corona, dejando que el chico se fuera y se juntara con el resto de su grupo. El pelimorado se acercó a ella y por lo que noto, se preparaba para colocarle a ella esa tiara.
—Me he dado cuenta de mi error, y hoy, frente a mis fieles estudiantes, mismo a los que ayudaste el tiempo que estuviste aquí, te pido por favor que vuelvas y reines junto a...
—No— dijo ella, dando un paso atrás y rechazando la tiara.
— ¿Qué? — pregunto el ojimorado, realmente sorprendido por lo que ella había respondido.
—No sé qué piensas sacar de mí por hacer todo esto, pero con una obra de fantasía no lograras nada. Todos esos "castigos" fueron horribles, ¿sabes lo que fue estar pegajosa de agua de pepino y no sé qué más? ¿Estar cubierta de notas adhesivas? ¿Aguantar a Musume-chan y a sus amigas? ¡¿Y acaso olvidas que me golpeaste e intentaste hacerlo de nuevo?! ¡Una corona de plástico no hará que olvide eso! ¡No me conoces tanto como dices y nunca lo harás!
Sin decir una palabra más, se bajó del escenario y salio corriendo de ahí. Todos quedaron boquiabiertos, menos Kizano. El ya suponía que no funcionaria, pero quería intentarlo. Hacerla sentir un poco mejor en el mismo sitio donde la había hecho perder parte de su dignidad.
Desde afuera, en el pasillo. Oko había visto todo, viendo con horror como su enemigo común intentaba conquistar el corazón de su demoniza. Pero gracias a la oscuridad, ella no se dejó engañar y salio de ahí antes de que la ira la colmara y mostrara su verdadera naturaleza.
Aunque, debía darle algo de crédito al líder dramático, le había dado una idea. Ayano tal vez no era un demonio en su totalidad, pero no dejaba de significar que estuviera relacionada a ellos. Y esa era justa la conexión que buscaba.
—Espero...tener una mejor respuesta...que él— dijo retirándose y viendo de reojo como Kizano se quedaba de pie, pensando en cómo conseguir el perdón de Ayano.
Y hasta aqui el capitulo. Jaja, sorry chicos, pero en serio queria avanzar unos capitulo de mi libro original "Felicidades Byron, me quiero morir" que por cierto, esta buenisimo y ya estamos entrando a cosas más interesantes. No sean timidos y pasen que mis personajes no muerden...a menos que tengan mucha hambre.
Bueno, lo prometido es deuda. Comenzare ya el siguiente capitulo. Hoy volvi a la escuela asi que espero poder seguir haciendolos mientras no entre en conflicto con las tareas.
Por cierto, Yakuza no se fue, volvera pronto pero el punto es que su trabajo termino. Hay que conseguir otra situación para volverlos a unir, y ya la tengo pensada.
Los amo chicos, mejores lectores no puedo pedir, gracias por su paciencia, comprensión y apoyo. Nos leemos luego.
¡Votos y comentarios se agradecen!
¡Hasta el proximo capitulo!
¡MoriDark19, fuera!
PD: Hice estos dibujos de mi personaje principal de FBMQM. Se llama Lila y ayer fue su cumpleaños. ¿No es un amor? xD
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