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17. Consecuencias malditas

Ya era miércoles.

La escuela acabaría en un par de horas y entonces podría a su casa para seguir planeando como deshacerse del molesto fantasma que estaba tras de su Senpai.

Aún le extrañaba no recibir ningún mensaje de Info-kun. De vez en cuando le mandaba mensajes preguntándole si algo pasaba, pero nunca tenía ningún tipo de respuesta. Las primeras veces les daba importancia, pero con el paso de los mensajes también fue olvidándolo. Él no era su problema, y por su propio bien esperaba que lo que sea que le pasara acabara pronto, tenía que ayudarla o de lo contrario hallaría descubriría su identidad y tiraría todo su teatro.

Olvidando ese tema. A veces pasaba cerca del club de cocina para ver cómo estaban todos; los observaba de lejos, pero nunca se acercaba mucho. Veía como los kohais de su amigo siempre hacían comida para regalar a los demás estudiantes. Todos seguían tristes por lo que le había pasado a su líder, a su amigo. Lo extrañaban. Y ella también.

Durante el almuerzo, una de las integrantes del consejo estudiantil la fue a buscar y le indico que la consejera quería verla. Una vez en la oficina con la mujer, esta le conto que era consciente del estado de ambos chicos y también de lo cercana que era con ellos; le dijo lo mucho que lamentaba los acontecimientos del viernes pasado y las horribles consecuencias. Antes de dejarla irse, le entrego la chaqueta que Osano se había quitado antes de ir por ella, y unos guantes que Amao había dejado guardados en su banca. Ayano abrazo ambos objetos con fuerza y agradeció a la docente por aquello.

Al verla a punto de volver a romper en llanto, la consejera le permitió irse antes a casa. La yandere asintió agradecida y fue hasta su salón, en donde guardo sus cosas, las de sus amigos, y se hizo un rápido recordatorio mental de que debía pasar a comprar más helado; quería tirarse en su sillón y no hacer nada más que desahogar sus penas en compañía de aquel postre.

¿Eso era lo que hacía? Recordaba haber visto algo asi en la televisión un día.

Estaba caminando hacia la salida cuando paso junto a un club. No quiso saber cuál era, solo perdería el tiempo en algo sin importancia.

Baby killer

Se detuvo y vio a su alrededor. Había escuchado algo, estaba segura.

Acércate, baby killer.

Ahí estaba de nuevo. Extrañamente, le parecía algo que ya había escuchado antes, si, estaba segura de haber escuchado ese nombre y esa voz en otro lugar. Retrocedido unos cuantos pasos y presto mayor atención a su alrededor, permaneciendo quieta a la espera de que eso se repitiera.

—¿Estás buscando algo?

Se giró y vio como un chico de cabellos añil, ojos morados ensombrecidos, y unos cuantos centímetros más bajos que el fantasma. Lo reconoció rápidamente como Shin Higaku, quien la miraba deprimentemente a la espera de su respuesta. Ella se arregló un mechón del cabello y lo miro con un semblante no tan duro.

—No. Solo creí escuchar a alguien.

— ¿Aquí? — asintió. Un extraño brillo se hizo presente en la mirada del chico.

La azabache no entendía su reacción, hasta que recordó que era un miembro del club ocultismo; formo una pequeña sonrisa de burla que logro ocultar perfectamente y se despidió antes de seguir su caminando hasta la salida. Al ver de reojo el club en el que había oído aquella voz se dio cuenta que se trataba del club de ocultismo. Ahora todo tenía sentido: él había pensado que se trataba de un espíritu o alguna de esas cosas raras en las que creían.

Torció un poco su sonrisa y negó al mismo tiempo que cruzaba la salida de Akademi.

Todos en ese club eran patéticos que se dejaban engañar con cuentos de terror para niños. Los entes sobrenaturales no existían.











Se quitó la mochila y la dejo caer a un lado del sofá que había en esa habitación. Tomo una silla y las arrastro hasta colocarla en medio de ambas camas. Tomo asiento y centro sus ojos negros en el pelirrojo a su derecha, quien respiraba pausadamente subiendo y bajando su pecho con calma; y descansando tan apaciblemente y, para su tristeza, sin ninguna señal de despertar pronto.

—Hola, Osano-kun— lo saludo acercándose más a su cuerpo.

Tomo una de sus manos y junto su frente con la cabeza de su mejor amigo. Deposito un corto beso sobre su sien y empezó a mirar a la nada con nostalgia.

—Te eh extrañado mucho. No ha pasado nada interesante en la escuela estos días. Solo que ayer el estúpido actor me abofeteo porque no quería seguir trabajando para él; me hubiera gustado volverle a arruinar la cara, pero mi reputación ya bajo mucho la semana pasada y aún no logro recuperarla por completa— contaba al mismo tiempo que jugaba con el cabello de su amigo; lo enrollaba entre sus dedos y se dedicaba a sentir la textura de este —. Y hoy Midori-chan y Pippi-chan quisieron que me iniciara en el mundo de los videojuegos ¿raro no? Creo que casi no las conoces, empecé a juntarme con ellas desde el lunes; son raras, pero parece que les agrada mi compañía. Asi que, ambas intentaron que jugara un juego de citas, se llama Corazón de melón. No entendí nada y me dijeron que encontrarían uno más adecuado para mí.

Se levantó y miro a su amigo, esperando cualquier reacción de su parte, pero no encontró nada. Se levantó para luego hincarse en el suelo y tomar a su amigo con cuidado de la cabeza y los hombros. Lo atrajo hacia ella y paso ambos brazos por los hombros de su amigo tsundere.

Escondió su cara entre los cabellos naranjas del más alto y empezó a llorar sin poder contenerse más tiempo. No podía soportar más tiempo sin él, no podría seguir manteniéndose cuerda si él no estaba ahí para insultarla y ponerse celoso. Verlo asi, mataba una parte de su corazón.

Foto.

Permaneció asi unos pocos minutos más hasta que recordó que no debía mover los cables que estaban en los brazos, pecho y cara de su amigo. Lo soltó y se puso de pie para arreglar su equivocación. Lo tomo con cuidado y empezó a acomodarlo; una vez termino de ponerlo bien en su cama tomo la manta y lo cubrió hasta los hombros. Al terminar, dejo un beso en su mejilla y apretó su mano con fuerza. Quería hacerle saber que siempre estaría allí para el siempre que la necesitara.

Otra foto.

Se separó de él y camino hasta donde había dejado su mochila. De ahí saco dos peluches: un emoji enojado y una zanahoria sonrojada con una tierna sonrisa. Los había visto en una tienda de regalos a una cuadra del hospital. Cuando iba caminando y los vio en la vidriera, pensó automáticamente en sus dos amigos, con eso en mente entro y los compro sin pensarlo mucho. Se los iba a dar para que tuviera algo de ella con ellos todo el tiempo.

Después de acomodar el peluche rojo entre los brazos de su mejor amigo, camino hasta volver a quedar entre ambas camillas, solo que ahora poniendo su atención en el castaño. Su semblante entristecido decayó más al ver como el rostro del cocinero permanecía neutro y sin mostrar ninguna emoción. Ese no era él. No era lo mismo verlo si este no sonreía.

Al igual que con Osano, tomo la mano de Amao con delicadeza y lo vio de arriba abajo sintiéndose impotente y más culpable por su estado. Dejo el peluche de zanahoria junto a él y empezó a acariciarle el rostro y el cabello.

Foto...Eliminada.

—A ti también te extraño mucho. Me haces tanta falta, Amao-kun— cerro sus ojos con fuerza. Sentía más lagrimas acercarse y ya no quería llorar, la desesperaba y la hacía sentirse débil. Respiro hondo y procedió a seguir conversando con su amigo —. Por favor, despierta pronto. ¿Te levantaras de aquí si digo que eh estado comiendo mal a propósito? En serio. No tengo apetito de nada desde que me dejaron sola; y cuando como, lo hago muy poco o elijo cosas llenas de grasa y malas para mí.

Dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Respiro torpemente y continúo hablándole entre sollozos y tartamudeos.

Foto. Eliminada. El fotógrafo apretó con furia su teléfono y empezó a inquietarse.

— ¡Lo-Lo hago p-para que-que des-pierten! ¡Para que me ha-hagas esa mi-misma sopa de ve-erduras que me enseñaste a ha-hacer! ¡Y para que O-Osano-kun me grite p-por ser a-asi!

Cayó de rodillas y se aferró con fuerza al brazo del ojimenta. Lloraba a rienda suelta dejando salir todo el dolor que tenía; el de su corazón, el de su estómago, el de su alma, el de todo su ser.

Odiaba ese sentimiento. Aún no sabía cómo se llamaba, pero lo odiaba más que a cualquier otra cosa.











Siguió llorando por unos minutos más hasta que termino dormida, aun hincada en el suelo y sujetando el brazo del castaño. Ayano parecía estar profundamente dormida, lo cual sirvió de mucho cuando el fotógrafo que la había estado siguiendo entro a la habitación.

El chico caminaba de un lado a otro con fastidio. De vez en cuando veía la hora en su teléfono y en otras veces se aseguraba de que la azabache siguiera durmiendo. Le preocupaba que de un momento a otro ella fuera a despertar y lo descubriera, por lo que para estar más calmado tomo un tranquilizante que había encontrado después de buscar un poco, y se lo inyecto a la yandere para asegurarse de que permaneciera asi un buen rato más.

Unos minutos más tarde, la puerta se abrió dejando ver a una chica desesperada. Esta miro en todas partes hasta que dio con su compañero, quien estaba sentado en el sofá revisando la mochila de Ayano como si nada. Él, sin molestarse en verla, le señalo en donde estaba la escena a la que debía fotografiar.

La chica saco su teléfono y empezó a tomar la misma foto desde distintos ángulos. Cuando termino, camino hasta el sillón y se dejó caer junto al chico. De su mochila saco un pequeño recipiente que tenía mini tartaletas, tomo una con relleno de piña y la comió sin mucha prisa.

—Perdiste varias fotos. Al jefe no le gustara nada.

Ella rodo los ojos y lo vio con fastidio antes comer otra porción.

—No soy como él. Yo si tengo una vida fuera de Akademi; además, nunca le eh fallado con ninguna foto, eso debe bastar para que no exagere con esto.

— ¿Estamos hablando de la misma persona? Él puede arruinar toda nuestra existencia en menos tiempo del que nos sacara a patadas. No sé tú, pero prefiero perder mí tiempo siguiéndola en vez de cometer un error que me puede costar la vida.

Ambos se vieron con fastidio antes de apartar las miradas y permanecer en silencio por varios minutos más. Luego de estar un rato más allí, se fueron para evitar que alguien los fuera a descubrir. Pues sabían que dentro de poco llegaría alguien en específico a esa habitación.











Una hora y media después. Ayano seguía durmiendo hincada entre ambos de sus amigos.

—Yan-chan, despierta— susurro una voz a la par que sacudía con cuidado el hombro de la chica para despertarla.

Era Taro, quien había decidido pasar a visitar a su amigo. No se esperaba encontrar a la chica ahí también.

El mayor vio con compasión a su compañera, entendía su dolor, aunque en realidad pensaba que lo que ella sentía no se podía comparar a como se encontraba el, después de todo, él había conocido a Osano por muchos más años que ella.

Dejando esas ideas en segundo plano. La tomo con cuidado en sus brazos para poder cargarla hasta el sofá. La acomodo cuidadosamente, le coloco una almohada bajo la cabeza y paso rápidamente su mano por el oscuro cabello de su compañera. No la odiaba, pero si le tenía un poco de envidia por tener a quien había sido su mejor amigo desde siempre.

Se giró para ver al pelirrojo en cama, se entristeció mucho al verlo conectado a un gran número de cables. Se acercó hasta quedar a un lado, en donde logro ver el peluche que Ayano le había dado horas antes; lo tomo mirándolo con duda y un poco de gracia, aquel muñeco tenía mucho en común con Osano.

— ¿Estás bien? ¿Taro-kun?

Sonrió con un poco para sí mismo y volteo a ver al chico que había insistido en acompañarlo; en un principio no estaba seguro de llevarlo, pero ahora estaba agradecido de tenerlo ahí. Debía aceptarlo, Oko Ruto era un chico tímido pero muy agradable. Solo esperaba que con el no pasara lo mismo que con Osano, Amao o Kizano.

—Sí, solo...no me gusta verlo asi. ¿Sabes que hemos estado juntos desde el jardín de niños?

Oko Ruto dibujo una pequeña sonrisa al mismo tiempo que un tenue sonrojo se formaba en sus mejillas.

—Sí, lo sé.

Ambos permanecieron asi por varios minutos en los que Taro se dedicó a hablarle a su ex-mejor amigo. Antes de que se fueran, el azabache le comento a su amigo que debía ir al baño; Oko le dijo que lo vería en la recepción, ya que antes debía pasar a ver al doctor de su padre para renovar una receta médica.

Una vez que el chico de mirada sombría sintió la presencia de su amigo desaparecer del ambiente, vio con una mirada afilada a la azabache que aún dormía en el sillón. Clavo su mirada morada en ella como si fuera un demonio queriendo devorar su alma. No entendía las intenciones de esa chica, pero si sabía que sería un potencial estorbo para llegar al corazón de su compañero de clase.

De su uniforme saco unas tijeras oscuras, las elevo hasta tenerlas frente a su cara y las abrió y cerró repetidas veces para ver que siguieran tan afiladas como las había dejado antes de irse del club. Volvió a mirarla, pero solo para cambiar su mirada al castaño que descansaba vegetativo en la cama al otro extremo de la habitación.

Camino hasta quedar junto a él. Tomo un pequeño mechón de los suaves cabellos que caían en la cara de Amao y lo corto rápidamente con ayuda de sus tijeras. Camino hasta quedar junto a Osano y repitió el mismo procedimiento, consiguiendo un poco de su cabello anaranjado.

Guardo ambos mechones en diferentes bolsillos de su uniforme y camino hasta quedar frente a Ayano nuevamente. La vio con molestia y junto sus manos tímidamente a la altura de su pecho.

—No sé qué es lo que planeas, pero no pienso dejar que me quites lo único que me hace sentir la felicidad que hasta ahora solo había logrado tener sumergiéndome en la más profunda de las oscuridades. Taro-kun en mi alma gemela, y no pienso dejar que me lo quites— acomodo su mochila en su hombro y se giró hacia la salida. Volvió a observarla de reojo y frunció el ceño —. Ya hice un hechizo para que Taro-kun se aleje de ti, por tu bien, espero que no me obligues a hacer el hechizo de distanciamiento. Ya tengo todo lo necesario.

En su mente recordó los dos mechones que acababa de conseguirse. Sonrió un poco, aunque no lo suficiente para que se notara. Centro su mirada en el piso y camino hasta la puerta. Una vez afuera, saco su teléfono; debía mandar un mensaje importante a alguien de la escuela.

Hola. Disculpa, necesitare unas fotos...extrañas. ¿Tienes alguna inner-shot de un chico del aula 3-2? Se llama Taro Yamada. Y, también necesito una foto cualquiera de una chica llamada Ayano Aishi.

Esperó varios segundos hasta que su teléfono sonó indicando un nuevo mensaje. Entro al elevador y reviso lo que el conocido "Info-kun" le había respondido. Estaba nervioso, nunca le había hablado antes.

Tengo la foto de Yamada-kun, pero la foto de Aishi-chan es tu problema.

Bajo un poco y se topó con una foto de Taro semidesnudo de la cintura hacia arriba, parecía que estaba saliendo de la clase de deportes, pues llevaba puesto el pantalón de dicha materia. Se sonrojo un poco y siguió viendo la foto un rato más hasta que tuvo que salir del ascensor.

Se juntó con su reciente amor platónico y ambos salieron hablando de diversos temas, entre ellos, el de juntarse con él y sus amigos durante la fiesta de Halloween el pasado mañana. Eso lo había emocionado mucho, tendría la oportunidad perfecta para estar junto a él y también de conocer a su círculo de amigos -con excepción de Aishi-; era la oportunidad perfecta para pedirle que lo siguiera y llevarlo hasta el cerezo, en donde le declararía sus sentimientos en medio de la frialdad de la noche y la soledad del momento. Perfecto.











En un cuarto oscuro, un chico de cabellos rojizos se encontraba desplomado en su silla mientras observaba con recelo el mensaje que Oko Ruto le había enviado unos minutos atrás. Para ser franco, ambas peticiones le habían dado ganas de vomitar ¿un inner-shot de Yamada? ¿Una foto de Ayano?

Para conseguir la primera tuvo que invadir la base de datos del club de fotografía, algo bastante fácil, incluso un estudiante de secundaria hubiera podido descifrar su contraseña. En cuanto a la foto de la azabache, no había mentido, no la tenía. Su trabajo consistía en dar panty-shots u otras fotos reveladoras de estudiantes, no tenía imágenes normales de ninguno de ellos. Claro, pudo haberla conseguido de la misma forma que con las de Yamada, pero no estaba con ánimos de hacerlo.

Arrojo su celular a su escritorio y roto su silla para que mirara a la pared a su derecha, había una foto de cada rival adherida en la pared, todas con tachas y rayones en sus rostros. Sin modificar su postura, movió la silla hasta quedar frente a una mesa, en donde había fotos de distintas alumnas. Tomo una al azar y la miro con poco interés. Dejo todo en su lugar y -otra vez con ayuda de su asiento- se movió hasta el otro extremo de la mesa, en donde había algo cubierto con un pañuelo; debajo había un pequeño muñeco vudú idéntico a Taro, lo tomo descuidadamente de un brazo y lo balanceo frente a sus ojos antes de tomarlo con su otra mano. Tomo otro muñeco, esto con la apariencia de la yandere. Soltó el peluche del azabache y tomo el de Ayano de ambos brazos, lo hizo girar un par de veces y acaricio un corazón bordado que se hallaba en el pecho de la muñeca.

Del mismo sitio de donde había sacado los muñecos, tomo una afilada aguja y la paso amenazante sobre las costuras de los labios de la muñeca, delineando casa pequeño milímetro que formaba aquella sonrisa.

—Hetlijkt erop dat je een beetje hulp nodig hebt, ¿ne, mi amo?

















Y hasta aqui el capitulo. ¡Feliz dia de muertos mis Purpuras y Lilas! Y para quienes lo celebren, ¡feliz Haloween hermosas criaturas de la oscuridad! Perdonen por tardarme mucho, pero que sepan que nunca dejo de pensar ni en ustedes ni en este fanfic, siempre estoy pensando en como continuarlo y en que les gustaria ver.

Ahora me encuentro sin internet, por lo que no vere mucho sus comentarios, pero estoy en casa de mi prima y mientras siga aqui recibire y vere las notificaciones, luego, el lunes las revisare en la escuela, donde me colgare del internet xD.

Intente que este capitulo quedara bien, y como se daran cuenta, tambien intente jugar un poco con la idea de que todo el problema sigue aún afuera de la escuela. Tambien, en los fics de male rivals, eh visto a Oko muy sumiso y timido, me encanta verlo asi, pero quise hacerle algo nuevo y lo volvi alguien un poco más decidido y confiado en que la magía negra puede ayudarlo a resolver sus problemas, y por supuesto, aqui el es bisexual.

Bueno, son casi las 2 am y quiero escuchar musica para tener inspiración. Espero de corazón que les allá gustado el capitulo; cualquier duda no sean penosos y diganmelo en los comentarios o por mensaje privado, les respodere tan rapido como pueda. Nos leemos luego.

¡Dulce o truco y feliz dia a nuestro difuntos!

¡Votos y comentarios se agradecen!

¡Hasta el proximó capitulo!

¡MoriDark19, fuera!

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