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capítulo 03

Apolo sonrió, entusiasmado por la idea.

-¡Eso suena genial!-dice sarcástico- Un mapa que represente nuestras ideas de manera libre y divertida. Hermes, ¿qué opinas?

Hermes, aunque aún un poco reacio, por la actitud tan desagradable que puede optar su hermano, no pudo evitar sonreír ante la energía de su sobrino.

-Está bien, pero solo si prometen que después de esto, recogeremos el desastre que hemos creado.

-¡Trato hecho!- exclamó Apolo sin dudar. Mientras que Eros comenzaba a buscar colores y materiales para dar vida a su nuevo proyecto.

El pequeño niño, con una chispa de emoción en sus ojos, junto Apolo comenzaron a abrir un pergamino en blanco. Con trazos firmes y decididos, comenzaron a dibujar un mapa de toda Grecia, mientras que Hermes, con los brazos cruzados, observaba la situación en silencio y de reojo, sintiendo que la creatividad de su sobrino era un tanto desbordante junto al caos que hace su hermano al ayudarlo.

-¿Qué tal si añadimos un camino que lleve a los templos de los dioses?"- sugirió el niño, su voz llena de entusiasmo. Apolo sonrió, asintiendo con la cabeza. -Y no olvidemos las montañas sagradas y los ríos que fluyen con historias antiguas-, añadió, mientras su mano se movía ágilmente sobre el pergamino.

Hermes, aunque un poco escéptico, no pudo evitar sentirse intrigado por la pasión que emanaba de ellos.

Apolo, Eros y Hermes mantienen un largo y solemne silencio.

Apolo para admirar el entusiasmo del niño al dispersarse de una manera tan extraña y tierna.

Eros para estar centrado hace total silencio.

Hermes, molesto aún por la infantil actitud de su hermano, está en completo silencio estudiando a Eros y Apolo junto a la situación

-Recuerden, pequeños artistas, que un mapa no solo muestra el camino, sino también atajos y "prioridades" a la hora de hacer un viaje- comentó Hermes, finalmente rompiendo su silencio.

El niño miró a su tío con ojos brillantes.

-¡Podemos dibujar leyendas! ¡Criaturas míticas y héroes que han recorrido estas tierras!- exclamó, mientras su imaginación comenzaba a volar.

Apolo, sintiendo la energía del momento, tomó un pincel y comenzó a trazar un sol radiante en el horizonte del mapa.

-Y aquí, en el centro, podemos poner a Delfos, el ombligo del mundo- dijo, mientras el niño se unía a él, añadiendo detalles de flores y árboles que rodeaban el lugar sagrado.

Hermes, viendo cómo la creatividad de su sobrino y la sabiduría de Apolo se entrelazaban, decidió unirse a la diversión.

-¿Qué tal si incluimos un camino que lleve a un mercado lleno de maravillas? Allí, los viajeros pueden encontrar todo tipo de tesoros- sugirió, mientras comenzaba a dibujar un bullicioso mercado en una esquina del mapa.

Así, entre risas y trazos, el pergamino se llenó de vida, convirtiéndose en un reflejo de la rica historia y la mitología de Grecia. Cada línea y cada color contaban con una historia, y el pequeño niño, junto a sus tíos, estaba creando un mundo donde la imaginación no tenía límites olvidando así lo de la princesa.

El ambiente estaba cargado de emoción y un ligero caos. Hermes, con su característico ingenio, se movía ágilmente entre las cosas desordenadas, mientras trazaba un plan en el mapa.

Hermes que se preocupa como los deseos del niño al ser tan puros y el tan infantil, se está desviando completamente hasta olvidarse de su objetivo.

Hermes quita a Apolo del camino al empujarlo y quitarle la silla y sentarse ahí por él. El niño extrañado por esto, su tío le quita el lápiz que cargaba entre sus pequeñas manos.

-Tendremos que pasar por aquí... aquí... y... ¡aquí!- exclamó, marcando con el lápiz un camino que parecía prometer finiquitar con el asunto.

Apolo, aún un poco aturdido por el golpe que le había dado su hermano se detuvo un momento para observarlo. La forma en que Hermes organizaba todo, incluso en medio del desorden que hizo, era admirable. Hermes sabiendo que Apolo se ha quedado anonadado le pregunta si seguirá ayudando o solo se quedará ayudando, por su puesto, su tono de voz fue totalmente pasivo agresivo.

-Claro, seguiré ayudando al pequeño- respondió Apolo, sonriendo mientras se agachaba para recoger algunos de los objetos que habían tirado hace ya un rato.

Eros, con los ojos brillantes de admiración, no podía evitar sentirse inspirado por la energía de Hermes.

-¿Vamos a navegar en barco? ¡Eso suena increíble! ¡Por favor, tío, busquemos uno- dijo, mientras se unía a la tarea de recoger las cosas. La idea de una aventura en el mar lo llenaba de entusiasmo.

Hermes, viendo a su sobrino y hermano colaborar, sintió una oleada de satisfacción.

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