- OTRO MUNDO -
Es difícil saber cuánto tiempo pasó allí fingiendo dormir, hasta que varios soldados vinieron a buscarla. Fue conducida hasta un salón enorme que hacía estallar los ojos de tanta luz y tanta belleza. Una habitación tan grande y alta que te hacía preguntarte cómo se sostenía el techo de las paredes. Allí sentados ante una gran mesa, colocada horizontal a la puerta, la vieron entrar unos treinta de aquellos seres, quienes la observaban como si Zuliet fuera la última de su especie.
Ya cerca de la mesa, le acercaron un asiento y aquel que presidía la mesa la miró tan profundamente que ella sintió que era como si penetrara en su mente. Si Zuliet callaba por la incertidumbre que le agobiaba, más mudos se habían quedado ellos por el asombro de encontrar despierto a alguien del exterior.
- Hemos estado observándote y creemos que, aunque cierras los ojos y finges dormir, en realidad nunca duermes, ¿es cierto? - le preguntó el que presidía la mesa.
- Sí, es cierto - asintió Zuliet.
- ¡Hurf ya term lo hüferca! - exclamó aquél y todos detrás de él hicieron eco con un destello de alegría acompañando sus ojos.
Todo el salón estalló en inmenso júbilo, el escándalo atrajo a los guardas del pasillo, que se unieron en celebración. Las palabras de Zuliet fueron para todos los presentes como el sonido más hermoso que habían escuchado en años. Esa afirmación fue como un susurro de esperanza en sus oídos.
El que presidía se puso de pie, Zuliet pudo ver colgando en su cintura uno de los objetos místicos, "La espada de la fidelidad". Majestuosa, bella, era imposible apartar la vista de esa espada, pero había llegado su momento de hacer las preguntas que se habían atrincheras en su cabeza.
- ¿Quiénes son ustedes y por qué no están dormidos? - fue la primera pregunta que Zuliet consideró debía hacer.
- Somos Argandúes, como ya te han dicho antes. Nosotros los de las líneas verdes y doradas nos llaman los Argandés. Venimos de una tierra lejana inaccesible a los seres humanos. Su belleza no podría ser disfrutada a plenitud por el ojo humano, pues está llena de colores imposibles para ustedes ver, de sabores que sus paladares no lograrían disfrutar y de formas que sus sabios no sabrían explicar.
En ese momento Zuliet nota el cambio de ambiente en el lugar, la tristeza lo cubrió todo y no dejaba avanzar la densidad de la angustia en el pecho de los argandeses.
- Argandúm es el nombre de nuestro mundo que actualmente está destruido e irreconocible. Yace en las más tristes ruinas - dijo el argandé con gran pesar en sus palabras. De pronto, fue como si se tragara su dolor porque mirándola con gozo, le continuó respondiendo su pregunta-. Estamos despiertos porque los argandeses no duermen. Somos responsables de proteger Argandúm, sirviéndole a los argandúes como sus guardianes día y noche. Por eso no existimos para dormir.
A Zuliet le va a estallar el cráneo, cada respuesta le llena de más preguntas, cada solución le genera nuevos conflictos. Aún así trata de concentrarse en la lista que preparó mentalmente mientras descansaba. Así que pregunta:
- ¿Qué les pasa a todos allá arriba, por qué no despiertan?
- Esa es una larga historia - le dijo el argandé colocándose frente a ella, le explicó- Mi nombre es Augreol, soy el último Petrian en libertad. Los petrianes una vez fuimos comandantes en Argandúm, sirviendo a nuestro reino con los dones que nos asignó nuestro creador. Pero ahora solo quedó yo, y lo más que puedo hacer es cuidar de los refugiados hasta que se cumpla la profecía...
- ¿Qué profecía? - interrumpió Zuliet.
- Estaba profetizado cada hecho que ha ocurrido hasta hoy - afirmó el Petrian para proseguir explicando-. Está escrito que: "El sueño eterno invadirá a los vivientes cuando el traidor usurpe el lugar que le pertenece al Gran Petrian". Por eso te afirmo que lo que has visto hasta hoy es el cumplimiento de la profecía...
- No entiendo nada - volvió a interrumpir la muchacha - ¿Quién es el Gran Petrian, de qué traidor me hablan? -, entrando así en un estado de conflictos mentales.
Por eso, el Patrian le mira fijamente, comprendiendo que es demasiada información para que ella procese en tan poco tiempo. Sin embargo, como tampoco hay tiempo que perder, le dice:
- No intentes entender siglos de historia en un día, solo concéntrate en lo importante - le dice mientras la mira fijamente a los ojos, y a Zuliet le parece que se va a ahogar en el azul de esas pupilas. Pero no tuvo tiempo de distraerse pues el Patrian siguió diciendo: - lo importante en lo que debes concentrarte es que tú eres "Zuliet la Libertadora". No lo sabías, pero tú eres la única esperanza para Argandúm.
- ¡¿Cómo?! - exclamó Zuliet colocándose de pie de un salto. Ella acaba de recibir un impacto tan fuerte que apenas reacciona. Es como si miles de caballos salvajes corrieran dentro de su mente. Tras unos segundos, con ojos desorbitados, retrocede veloz caminando hacia atrás - ¿Yo? ¿Qué voy a ser yo la esperanza de qué? No, discúlpeme usted está equivocado de Zuliet -, y se da la vuelta intentando marcharse del salón.
Por lo que el Patrian le gritó:- ¡No estamos equivocados! Estamos seguros de que eres tú.
Zuliet no sabe cómo, pero al voltearse, el Argandé está justo detrás de ella, le toma fuertemente por los hombros y mirándole con firmeza le dice:
- La profecía dice así: "La que nunca duerme, la que no es prisionera del amo de los sueños, ese salvará a todos."
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