- LA BÚSQUEDA SIGUE -
- "¡Grüft el ta!" - anunció el arnostei que custodiaba el acceso a la gran sala del trono.
- "¡Grüft el ta!" - exclamaron los demás presentes y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. Maxnioct, máximo mayoral de los arnostei, entró a la sala y se acercó con paso tan firme que parecía que el suelo gemía en sus pisadas. Se acercó al Patrian Nectolofer, quien se mostraba interesado en su llegada. Se incorporó y, alejándose del santo trono, descendió los escalones de oro para acercarse al mayoral.
- "¡Grüft el taxmi!" - exclamó Maxnioct, mientras hacía una gran reverencia ante su señor.
- "¡Grande eres máximo señor!" - fue lo que dijo Maxnioct.
- "¡Maxnioct, hoy es el día en que te quedarás sin lengua si no traes buenas noticias!" - le increpó el Patrian.
- "¡Oh señor!" - tembló la voz del mayoral -, ¡córtame la lengua entonces, porque noticias buenas no traigo!"
El Patrian apretó sus puños con violencia, jadeó profundamente y sus ojos rojos eran fuego en la piel del mayoral, tanto que hubiera deseado desaparecer. La cuestión es que Nectolofer también conoce la profecía. Un día descubrió que todo lo que hizo estaba profetizado y que la profecía hablaba de un libertador sobre el cual sus poderes mágicos no tendrían efecto. Desde entonces decidió encontrarlo y eliminarlo. Ahora, ¿Cuán difícil podría ser encontrar en un mundo de dormidos a un ser que nunca duerme? Sin embargo, ya van para siete años y no lo ha encontrado.
La búsqueda del Patrian ha sido intensa. Buscó al libertador por todo Argandú. Estaba seguro de que no sería un arnostei, ya que ellos le son fieles desde el primero hasta el último, esto no porque sean seres malos o quieran el mal, sino porque en su naturaleza está ser obedientes a su Patrian. Imaginan que los arnostei tuvieran libre albedrío, ¡seguramente habría una huelga en la fábrica de sueños! Por eso, la estrategia más lógica era buscar al libertador entre los Argandé, al fin y al cabo ellos son los guerreros que fueron diseñados para proteger a los argandúes. Fue así como los persiguió y eliminó a todos los que pudo. Solo unos pocos han logrado sobrevivir, pero no irán muy lejos, pues cuando fallaron en proteger al Gran Patrian, asumieron su deshonra cortándose las alas.
Los argandés fueron masacrados por el amo de los sueños. Todo su esplendor y orgullo fueron abandonados el día en que se privaron de sus alas. Toda su existencia se trastornó cuando fallaron a su propósito. ¿Y qué podían hacer? Ninguno de ellos podía pelear contra Nectolofer, él era un argandúe y los argandé fueron hechos para protegerlos, no para destruirlos. Por diseño, no podrían atacar a otro argandúe, aunque ese fuera el traidor que trajo la ruina sobre Argandú. La única ofensiva de ellos, ha sido defender a todos los argandúes dormidos de cualquier cosa que amenace sus cuerpos mientras duermen, con el peligro de ser atrapados por el Patrian de los sueños, en cuyo caso serían eliminados.
- "¿Y los objetos místicos?" - preguntó el encargado.
- "Hemos recuperado seis de los doce, más el suyo, siete..." - respondió Maxnioct.
- "¿La llave?" - interrumpió impaciente Nectolofer.
- "Bueno... recuperamos "la copa del servicio", el "casco de la creación"...".
- "¡¿La llave?!" - gritó el Patrian y todo el edificio crujió.
- "No... no, gran señor" - dijo temblando de miedo el mayoral, intentando sobrevivir a la ira del Patrian.
- "¡Haaa! ¡Estoy hastiado de tanta incompetencia!" - estalló el amo de los sueños, todos huyeron del salón, incluso la luz se escondió delante de su ira.
- "Pero señor, nadie sabe nada de tal objeto, ninguno de los doce patrianes la tuvo o supo de ella jamás" - se excusó rápidamente Maxnioct, sin poder ver nada más que los ojos rojos de su amo.
- "Eso es cierto" - aceptó de mala gana el Patrian. Se alejaba del mayoral, regresando velozmente a sentarse en el trono, tan rápido que un humano común no le hubiera dado tiempo a pestañear.
- "Es verdad que hasta que descubrimos la profecía nadie en Argandú sabía de ese objeto místico" - reflexionó en voz alta el Patrian, mientras tímidamente la luz regresaba al salón. Continúa hablando consigo mismo por unos instantes, lo que el mayoral aprovechó para que su alma le regresara al cuerpo. Entonces el Patrian miró a su subordinado y le dijo: "Refuerza la búsqueda, porque al parecer nunca podré dominar el sueño del Gran Patrian sin La Llave".
- "¡Necesito la llave!" - gritó el amo de los sueños, mientras se alejaba de la sala del trono-, ¡No quiero más excusas!" dijo en tono amenazante. Mientras se marchaba, hablaba consigo mismo: "Parece que ya es hora de que levante el ejército sonámbulo" y sonriendo se sumergió en sus planes mientras Maxnioct seguía en su lugar, paralizado, buscando fuerzas para poder irse.
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