- El TRAIDOR -
En un gran salón dorado, pilas gigantescas de cuerpos dormidos de los argandúes se mezclan con la decoración en un ambiente grotesco. Todo lo demás está intacto y sin embargo se ve diferente, tal es la abominación del Amo de los sueños. El Patrian de los arnostei se las había arreglado para dormir dos mundos atándoles con la magia de los sueños. Un rostro bajo oscuridad sonríe disfrutando su éxito, no importa a dónde voltee la cabeza, las tinieblas le acompañan. El brillo de muerte en sus ojos nos muestra un ser lleno de maldad. Mientras el fin del mundo corre desquiciado, el amo de los sueños está sentado sobre el santo trono del Gran Patrian.
Nectolofer, el Patrian que está a cargo de los sueños, no siempre fue un el ser codicioso y malvado que es hoy. Él fue creado para hacer del dormir una aventura, momentos mágicos en la vida de cada Argandú. Recuerdo que era gentil, su magia nos hacía viajar mientras dormíamos a los lugares más bellos y a vivir las aventuras más gloriosas, tanto que todos anhelábamos ir a dormir para disfrutar de sus creaciones. Tristemente, los celos, el orgullo y las ansias de poder corrompieron su naturaleza.
Cada Patrian recibió un objeto místico cuando fue creado, este objeto garantizaría sus funciones y gobierno. Nectolofer recibió "la capa de los sueños", la cual le dio poder para crear y darle vida a los sueños más increíbles nunca antes pensados. Los arnostei, su tribu, trabajaban para él. Su ambición era tanta que lo que debió ser por siempre algo personal y mágico, lo industrializó y automatizó. Todo el día, los arnostei trabajan en la fábrica de sueños, produciendo, etiquetando, empacando, almacenando y preparando los envíos. Se producían tantos sueños que un día descubrieron que al llegar cada noche en argandú, en los últimos mil años se habían producido más sueños de los necesitados, por lo que todos los almacenes terminaron tan llenos que no se sabía qué hacer con ellos.
La verdad, nadie nunca pudo quejarse del amo de los sueños, pues era muy fiel en cumplir con su propósito y no faltó a sus responsabilidades ni una sola noche. Pero cada día o mejor dicho, cada noche, fue una gota que terminó desbordando el vaso. Primero, fue una molestia sana y hasta justificada, por ser un ser reducido a las sombras de la noche. Luego la molestia se volvió enojo, pues a pesar de ser el creador y dueño de los sueños más impresionantes, él no podía disfrutar de la magia de su diseño.
Nectolofer no podía dormir, no porque no pudiera, sino porque su trabajo no le dejaba tiempo para hacerlo. Fue pensado para que durmiera de día y trabajara de noche, pero su ambición quería más. Ya no podía dejar de crear sueños, ni de noche ni de día, arrastrando con él a toda su familia. Por eso hoy los arnostei son seres muy blancos, sin nada de color, de ojos grandes y pronunciados hacia fuera, encorvados por el agotamiento, con cara de cansancio y ojeras que rodean sus ojos. Su ambición ha arrastrado a su familia y a sí mismo a más de un milenio de insomnio forzado, más de un milenio de esclavitud en la fábrica del Patrian encargado de los sueños.
Que ridículo, tanto tiempo sin dormir aún cuando pueden hacerlo. Con tantos sueños a la mano, y nunca se ha tomado un descanso para disfrutar ninguno. Claro está, que culpa a su creador por su diseño, molesto de que cada noche su creador disfrute de sus sueños mientras él trabaja. en vez de ver su culpa en ello, se esforzó en tomar venganza. El celo y el odio se encontraron su corazón y le llenaron de tanta amargura que su rostro antes totalmente dorado, fue consumido por la oscuridad.
Estando todos absortos en sus sueños, nadie notó que cada noche que pasaba, con cada persona que soñaba, él se fortalecía más y más. Absorber la energía vital de los que sueñan fue una droga para él, lo que lo llevaba a experimentar, ese sentimiento de poder y fuerza, esa vitalidad. El poder vivir dentro de vidas ajenas por medio de sus sueños, fue sumamente adictivo. Pero nunca se saciaba y volvía a necesitar más, poco a poco se volvió un devorador de mundos.
Un día descubrió a los seres humanos, tan anhelantes de enajenación por vivir en un mundo agobiante y socialmente en ruinas. Lo cautivó la capacidad de ellos para dormir, su habilidad de producir sus propios sueños y mejor aún, el poder que tienen algunos de soñar despiertos o drogarse para soñar. Nectolofer vio en ellos la oportunidad que anhelaba desde hace milenios y decide extender el poder de su capa sobre los seres humanos.
Cuando se duerme se está muerto a la vida consciente y sólo se percibe aquello que el encargado de los sueños ha decidido que se sueñe. Fue así como todo empezó a corromperse, de hecho los humanos dejaron de producir sus propios sueños, que eran muy diferentes, para tener las fantasías o irrealidades creadas por Nectolofer.
Es difícil que los humanos comprendan el poder de la capa de los sueños, pues ellos no tienen la capacidad de entender la magia de una dimensión no accesible para ellos. La capa tiene el poder de hacer que nuestros sueños parezcan reales y el amo de los sueños aprendió que no solo podía hacer esto, sino también podía convertir el sueño en la realidad que vivieran los que sueñan, atrapándolos allí mágicamente. Ellos ni siquiera saben que sueñan, pero tampoco entienden que mueren por dentro poco a poco, tal es el plan de Nectolofer para vaciar las almas de sus cuerpos y así poder controlarlos.
Fue así como, al comenzar a esparcir sueños en el mundo humano, le bastó un milenio para reunir el poder necesario para sublevarse contra el Gran Patrian. Llegó el día en que el odio era más fuerte que el sol, quemándole todo por dentro. Se creyó con el derecho de tomar lo que quisiera y, mirando al trono en un consejo de gobierno, la traición transformó su naturaleza cuando se dio cuenta de que incluso el Gran Patrian dormía.
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