- EL PESO DEL DESTINO -
Ya en la habitación, Zuliet pensaba mucho en lo que le había dicho el Petrian Augreol. Su mente era como un pozo sin fondo que se tragaba el mundo entero. Realmente tenía tanto en qué pensar que le faltarían horas a la noche. "Zuliet la Libertadora", se decía dubitativa, ¿Cómo podía, siendo tan débil, hacer o lograr algo? Ellos debían estar equivocados, pensaba. Además, si el traidor del que hablaba la profecía logró dormir a todos, debía de tener mucho poder. ¿Cómo podían pretender que ella pudiera vencerlo?, reflexionaba. "Si tuviera superpoderes o algún poder mágico, pero siempre he sido poca cosa", balbuceaba ya estando totalmente depresiva. Su mente se rompía y arreglaba mientras intentaba encontrar una lógica en la profecía.
En horas de la madrugada, entró a la habitación aquel que la encontró en el bosque.
- Buenos días Libertadora - le dijo el argandé.
- ¡Yo no soy ninguna Libertadora, paren ya con esa broma por favor! - estalló enojada Zuliet.
El argandé se acercó a la cama y le dijo:
- De nada vale huir del destino, Zuliet.
- ¡Quiero irme de aquí! ¡Ustedes están locos! ¿Quién va a creer que yo soy capaz de liberar o vencer a alguien? - decía la muchacha hundiéndose entre sus hombros.
- Te crees débil, pero no es así - dijo el argandé- Yo te vi correr y aguantar la fatiga, mantuviste el empeño de atrapar a Bilaur cuando corriste tras él. Si quieres irte, nadie te lo impedirá, pero el traidor te está buscando y él no será bueno contigo si te encuentra.
Zuliet se sobresaltó al escucharlo.
- ¿Cómo creerá que yo puedo ser una amenaza para él? - preguntó en voz alta la muchacha- ¿Acaso no ve que no puedo ni con mi alma?
- Zuliet, eres una amenaza para él porque no duermes, ¿aún no lo entiendes? - le dijo el argandé- Él solo tiene poder sobrenatural sobre los que duermen.
- Pero ustedes no duermen, ¿acaso el Libertador no es uno de ustedes y por qué no enfrentan ustedes que son fuertes y grandes? - sugirió la chica.
- Ya lo hicimos - dijo mientras se levantaba para marcharse.
Ella lo vio levantarse tan triste que no pudo dejarlo ir.
- ¿Cómo te llamas? - le preguntó.
- Todos me llaman Velarión. Soy un Patrician a hijo de un Patrian. Mi padre fue el Patrian Mugafel.
- ¿Entonces eres algo así como un príncipe? - preguntó.
- No - respondió Velarión- no tenemos príncipe, so algo parecido a los reyes humanos pero mejor. Lo llamamos Gran Patrian, pero el traidor lo tiene prisionero - dijo mientras bajaba la cabeza y una fuente de lágrimas doradas brotaba de sus ojos.
Zuliet no quería importunarle, pero las preguntas no se le acababan. Sentía que no podía darse el lujo de esperar a que Velarion dejara de llorar y le cuestionó:
- ¿Pero ustedes me dijeron que los argandúes no duermen?
- No, Zuliet. Nosotros te dijimos que los argandés no duermen porque somos guardianes en Argandú. Pero no somos los únicos argandués. En Argandú conviven muchas familias: comenzando por la familia real del Gran Patrian, padre de todos los argandúes, diseñador de todo Argandú y guía moral de nuestra especie; existes además los sarbandes, quienes se han dedicado por siglos a servir voluntariamente a todos; más al sur encuentras a los targines, quienes producen los alimentos de toda la nación, etc. Realmente somos muchos, los zabargendis al oeste con la industria, los vargelibos con los animales, los arnostei, y muchos más.
- Entiendo, son muchos - dijo Zuliet, muy reflexiva- ¿Y qué pasó con ellos?
- Todos están dormidos, solo nosotros estamos despiertos porque no fuimos diseñados para dormir. Pero todo ser que duerma en nuestro mundo y el tuyo está prisionero del traidor.
La mira y había un incendio en su mirada, entonces con mucha seguridad le dice:
- nosotros ya peleamos contra el traidor, pero su ejército era poderoso y poco a poco aumenta su poder. Él alimenta su fuerza con los sueños que producen los seres que duermen. Pero cuando se les acabe su capacidad de soñar y quieran despertar, el traidor empezará a poner su voluntad en los sueños de ellos y no podrán. Poco a poco consumirá sus mentes hasta que pueda controlar sus cuerpos, entonces tendrá un ejército dormido. Este es su recurso para hacer del control de nuestros mundos y tomar los otros mundos, allá donde no sueñan.
Zuliet, haciéndose la que no escuchó decir: "otros mundos", pregunta: - Velarión ¿Quién es el traidor?
- Es el Amo de los sueños, el Patrian de los arnostei.
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