Al recobrar la conciencia, Zuliet fue llevada de vuelta al mismo salón donde los treinta ancianos argandeses la miraban asombrados. Hoy eran ellos quienes preguntaban, con más dudas que respuestas. "¿Cómo es que puedes leer el idioma antiguo?, ¿Cómo sobreviviste?, ¿Qué ocasionó la explosión?, ¿Cómo se cerró la herida?". A todas estas y muchas otras preguntas, Zuliet solo respondió: "No sé". Tras el debate sobre la llave, nadie pudo aportar información nueva. Para ellos, esto era algo nuevo. Solo conocían la profecía de la venida de la Libertadora, pero nunca se había mencionado nada sobre una llave y su propósito. Por eso, Zuliet pidió el Libro de la Sabiduría, considerándolo crucial para entender el papel de la llave perdida en la profecía.

El Patrián trajo el libro y, para asombro de todos, Zuliet pudo manipularlo, leerlo e interpretarlo fluidamente. Días después, escudriñó el libro hasta encontrar una breve alusión sobre la llave que decía: "Los sentimientos más puros son como la llave de la libertad, que abre todas las puertas". Con esto, tuvo la certeza de que para la victoria que necesitaban, debían encontrar la llave. Tras leer, tenía casi todas las respuestas; la magia del libro le mostró el camino a seguir y las puertas que debía franquear. Pero lo que más le preocupaba era el caos que había en el mundo de los humanos. El Amo de los sueños había levantado un ejército con los seres humanos dormidos, y Zuliet sabía que todos ellos estaban siendo controlados. Los que ya servían al traidor eran suficientes para destruir a los argandeses.

Zuliet sufría al pensar en lo que pasaría si ellos caían y si la Espada de la Fidelidad caía en manos del traidor, ¿podría usarla para matar al Gran Patrián? En este momento, su ejército de sonámbulos buscaba el último refugio de los argandeses y el destino no es algo que se pueda dejar para el futuro, sino que es una prioridad del presente.

Finalmente, Zuliet acepta su destino y decide ir sola hacia Gargandelom, la capital de Argandú, donde se encuentra el palacio del Gran Patrián, rechazando firmemente toda compañía. El Patrián intenta darle la espada a Zuliet, pero al tocarla, la chica es lanzada de nuevo y queda inconsciente nuevamente por tres días. Definitivamente, hay cosas que no deben tocarse sin importar quiénes seamos o quiénes creamos ser. Una vez consciente, decide que nunca volverá a tocar esa espada en su vida.

Zuliet parte hacia su destino sola, llevando solo un mapa y su fe. Después de ser introducida a la dimensión de Argandú, despide a los argandeses que la acompañaban. Ir sola era lo mejor, pues no soportaría ver morir más humanos en manos de argandúes ni tampoco sería de gran utilidad un argandé si eran atacados por los arnosteis. Por todo esto, era mejor ir sola. Muchas veces tuve que andar a tientas, esconderse justo a tiempo y hasta enmascararse para pasar los grupos de arnosteis apostados o en la búsqueda. Mientras más se acercaba a su destino, menos duraban los días, pues el poder del encargado aumentaba con cada sonámbulo que levanta y las tinieblas que brotaban de él estaban engullendo toda la luz. 

Así, Zuliet avanzó poco a poco, hasta que vio desde lejos la Torre de Luz de Gargandelom luchando contra la oscuridad del Amo de los sueños. Una ciudad que se negaba a ser devorada por las tinieblas, mantiene su luz aunque ya casi moribunda, en una enorme montaña. En ella se han apostado las tropas del Traidor, acceder parece una locura, pero volver atrás no es una opción. El mundo la necesita, aun no sabe cómo hará o qué hará para vencer, pero tiene fe.