En el salón del trono de Argandú, un gigante azul de barba blanca y vestido de oro y plata es el centro de atención de todos los presentes. El Gran Patrian observa el reino sentado desde su trono, y de vez en cuando sube a la torre para ver también qué sucede en otros mundos. Hay gran actividad en el salón de los Patrianes, con los sarvandes yendo de un lado a otro y embajadores de las distintas familias consultando disímiles asuntos con el Creador de Argandú. Velarión habla con su padre a las puertas del salón, mientras Nectolofer lleno de odio hacia el Gran Patrian, acecha en una esquina.

De repente, el Gran Patrian parece distraído y cierra los ojos. Cuando los abre, se levanta y se dirige a su habitación. Allí, en secreto llama a Cargel, Patrian de los urgremes, para compartir con él una visión que ha tenido: "el sueño eterno invadirá a los vivientes cuando el traidor usurpe el lugar que le pertenece al Gran Patrian". Cargel escribe la profecía en el "muro del destino" y la sella en un libro. Solo los ancianos de Urgrerom podrán estudiarla.

Más tarde, el Gran Patrian toca su espejo y atraviesa un portal a una calle oscura, donde encuentra a una bebé llorando. Ahora él comprende todo, y mientras la lleva a un fantasmal orfanato humano, le cuenta cuan grandioso será su destino en Argandú y al regreso de los Adalides. A pesar del dolor que siente al dejarla, sabe que a largo plazo es lo mejor para todos. Al regresar, una estrella brilla en el cielo y él murmura agradecido: "gracias, Madre".

FIN