༊*· 04
Jeongin gimió al sentir las gotas frías del lubricante caer en su agujero. Chan las esparció por el rosado botón admirando la hermosa vista, con su otra mano, desenrollaba el látex sobre su pene, suspirando miró a Jeongin como esperando que le interrumpiera y que parara allí mismo, pero Jeongin solo se retorcía debajo.
Inhalando deslizó un dedo dentro de Jeongin, un calor envolvió su dedo y él gimió, lo movió unos escasos segundos cuando otro dedo lo acompañó, quería entrar y ya.
Bajando la cabeza mordió un glúteo y Jeongin casi gritó por la impresión, riendo apretó la baja espalda de Jeongin. Él presionó su mejilla contra la cama y respiró hondo un par de veces, tratando de aniquilar ese maldito temblor en todo su cuerpo. Ya tenía tres dedos en su interior, quería más. Eso no era suficiente.
Más.
—Chan... —llamó y Bang entendió el mensaje en su estrangulada voz. Él sacó los dedos del sedoso canal. Jeongin jadeó al sentir un vacío, pero este sentimiento murió cuando Chan alineó su polla en su entrada, Chan lubricó su pene envuelto en el preservativo sin dejar de ver al hermoso chico extendido sobre su cama. Guiando su polla, hasta la apretada entrada.
Jadeó con frenesí al sentir como los glúteos de Jeongin le absorbían y su estrecha entrada.
Jeongin gimió cuando Chan comenzó a moverse, a la primera embestida sintió todo su cuerpo vibrar. Su interior se sentía como millones de mariposas revoloteando violentamente, sus dedos rozaban el cielo cuando Chan dio contra su punto dulce.
Chan sonrió, sus comisuras ampliándose con cada empuje de sus caderas. Jeongin jadeó, el ambiente estaba completamente sensible y caliente. Jeongin apretaba y empuñaba las sábanas bajo suyo, sus gritos acallados por la cama, tomándolo de los cabellos castaños tiró de su cabeza hacia atrás para un duro beso, frío y cruel.
Jeongin sintió el pecho de Chan pegarse a su espalda, él quería ver las expresiones de Chan estando dentro suyo. Incorporándose, apartó a Chan con un empujón.
Chan lo miró sin entender. Él cayó sobre la cama, Jeongin subió sobre Chan entre sus manos. A horcajadas, alineó el pene de Chan y se deslizó por él con lentitud sin apartar los ojos de él que abría su boca con gemidos mudos.
Chan apretó sus dedos en las caderas de Jeongin, dedujo que dejaría marcas, pero no le importaba en lo más mínimo, aún menos quién las viera.
Jeongin llegó hasta él por otro beso. Su lengua barrió el cuello de Jeongin, mordisqueó y chupó la hermosa piel, Jeongin gemía sin dejar de montarlo, bajando y subiendo sobre su pene con los ojos cerrados disfrutando de las sensaciones que él estaba haciéndole sentir.
Observó cómo su pene se perdía dentro de Jeongin, era el jodido cielo. Con un ángel encima de él, los gemidos de Jeongin no se escuchaban por la fuerte música que seguía repitiéndose y repitiéndose. La canción, de alguna forma relatando sus atormentados sentimientos hacia el chico montándolo.
¿Hace cuánto tiempo siente esto por Jeongin?
—Más —gritó Jeongin. Una perezosa sonrisa satisfecha en su rostro. Chan vio las marcas violáceas sobre la hermosa piel de Jeongin. Chan siente ese inevitable sentimiento de posesión hacia Jeongin, y amaba poseerlo—. ¡Más, Chan! —gritó otra vez.
Tomando a Jeongin, rodaron por la cama, posicionó a Jeongin sobre su espalda, envolvió los tobillos y los extendió hasta el límite teniendo una hermosa vista del botón rosa donde enterró su polla.
Mordiendo la pantorrilla de Jeongin, salió solo dejando el glande dentro del cuerpo del castaño para volver a empujarse dentro.
—Jódeme —demandó con fuerza y voz rota.
Tiró de su cuerpo acercándolo y entró en él, una y otra vez. El sudor corriendo por su rostro y el de Jeongin, la hermosa cara contraída y excitada, le endurecía más.
Jeongin estaba tan malditamente apretado. Su mandíbula se cerró con fuerza, con una mano tomó el pene de Chan y comenzó a masturbarlo, estrellaba su pene contra la entrada de Jeongin, gritos, sudor, gemidos, jadeos, llenaban la habitación.
Jeongin estaba totalmente perdido, la estimulación dentro suyo y la mano de Chan masturbándolo le enloquecía, su punto dulce siendo golpeado duramente con cada estocada.
—Chan —sollozó. Restaba importancia si el resto de su casa los escuchaban, quería más y tendría más. Chan disminuyó la fuerza de sus embestidas molestando a Jeongin.
—Dime cuánto quieres mi pene —rio al ver la molesta expresión en el rostro de Jeongin
—Por favor —pidió. Chan no se movió—. ¡Muévete, joder! —lanzó necesitado, Chan sólo serpenteaba dentro suyo, muy lento, muy agonizante, muy despacio.
—¿Cuánto quieres mi pene? —repitió dejando suaves besos en su cuello.
—¿En serio? ¿Harás esto ahora? —asintió. Jeongin resopló, impaciente—. Amo tu pene —susurró bajito.
Chan se hizo el tonto.
—¿Qué? No te oigo muy bien.
Jeongin se ruborizó en varios tonos rojos haciéndole ver aún más follable.
—Dije que amo tu pene.
Chan sonrió victorioso.
Chan tomó los labios de Jeongin y ascendió las embestidas con fuerza. Jeongin podía decir que sentía como estaba partiéndose en dos, sus uñas recorriendo la espalda de Chan dejando marcas rojas y profundas, sus dientes atraparon el labio inferior de Chan tirando de él.
Los empujes estaban haciéndole gritar placenteramente, la neblina lo cegó y su orgasmo se hacía presente.
—Joder, joder, joder —exclamaba mientras empujaba contra Chan y profundizaba las estocadas. Su corazón latiendo a mil por segundo, su respiración errática y su aliento atrapado en sus pulmones.
Su pene convulsionó y su carga explotó dentro de la mano de Chan y sobre parte de su pecho. Sus ojos rodaron al sentir como Chan lo levantó de la cama y se estrellaba contra su culo. Sus músculos se contrajeron casi dolorosamente al pene de Chan.
Chan gruñó mientras se corría con fuerza cegadora.
Él cayó encima de Jeongin, la canción llegaba a su parte final cuando se miraron.
Su corazón resonaba en sus oídos cuando Chan peinó sus húmedos cabellos y llegó a sus labios y le besó lentamente.
Este beso fue distinto, era suave, tierno y delicado. Jeongin entrelazó su lengua acariciando el rostro de Chan, no sabía por qué, pero su corazón se aceleró en el momento en el que Chan tomó sus nudillos y depositó un beso allí.
Chan se preparó para declararse. Dándose ánimos habló.
—Jeongin, ¿sabes qué significas mucho para mí? ¿Verdad? —preguntó. Jeongin sonrió y asintió—. Tú significas mucho más para mí de lo que te imaginas. No estaba tan seguro, pero ahora lo estoy. Yo estoy enamorado de ti, pequeño —bajó la voz convirtiéndolo casi en un susurro, sonrió atontado cuando Jeongin abrió los ojos apresuradamente y le miró.
—¿Qué? —preguntó
—Estoy enamorado de ti —dijo con más seguridad. Chan, se sorprendió cuando Jeongin le empujó por los hombros, Jeongin se sentó, dándole la espalda.
Iba a preguntar si estaba bien cuando Jeongin lo volvió a mirar con cejas fruncidas.
—Deja de bromear, Chan.
Sacudió la cabeza.
—No estoy jugando, Jeongin, yo te quiero —se defendió.
Jeongin sonrió, negándose a creer lo que oía. Era estúpido pensar eso.
—Claro que no, tú... tú eres como un hermano para mí —exclamó, incrédulo.
Chan subió las cejas, sorpresa llenando su rostro.
—¿Desde cuándo los hermanos se follan entre sí? —interrogó. El enfado brotando de su boca. Estaba declarándose y Jeongin decía que eran como hermanos, esto se volvió ridículo. Chan estaba sintiéndose patético.
Jeongin se levantó, alejándose de Chan llevándose la sábana consigo y tapando su desnudez de él.
—No importa. Ni siquiera puedo verte de esa forma —hablaba con rapidez buscando su ropa por toda la habitación desesperado. Quería huir lejos de ahí, lejos de Chan. No podía estar pasándole esto a él.
Chan seguía sentado en la cama mirándole seriamente. Vio a Jeongin encontrar su camisa y ponérsela con velocidad. Él sabe que Jeongin quería correr de allí, la neblina desapareció y su cordura regresó.
¿Qué mierda había hecho?
Mierda, mierda, mierda, pensaba.
—Pero, ¿sí puedes acostarte conmigo? —Jeongin oyó dolor y reproche en los labios de Chan, la culpa acuchilló su corazón. Malditos consejos. Se mordió la uña del dedo pulgar una vez vestido.
—Eso... eso es otro tema, Chan. Sólo estás confundido. Sí, estás confundido.
Jeongin parecía querer convencerse más a sí mismo que a Chan. Chan se levantó, asustando a Jeongin. Su cuerpo entero se tensó, él tomó los hombros de Jeongin y lo sacudió.
—Te quiero —le dijo, él negó empujando a Chan.
—¡No, no puedes! —le gritó. Jeongin entrando en pánico.
—Te quiero, Jeongin —repitió Chan y Jeongin sólo negaba con frenesí.
—No podemos estar juntos. ¿Qué parte no entiendes? —lo empujó por fin deshaciéndose del agarre de Chan. Él apretó los labios con fuerza.
Esta situación era estúpida.
—¿Por qué no? —gritó también enojado—. ¿No soy lo suficiente para ti o qué carajos tratas de decirme?
—¡Eres el mejor amigo de mi papá! —exclamó Jeongin—. Tengo novio, mi padre no aceptará esto, me pasas como una puta década y yo... —tomó un profundo suspiro—. Yo no te quiero... —sentenció mirando directo a los ojos de Chan—. Yo amo a Hyunjin.
—Entonces, ¿por qué viniste a mí?
Chan sonó herido. Jeongin cerró los ojos por un momento.
—Porque necesitaba consejos, tú me arrastraste a esto. ¡Entiéndelo! —bramó. Esto estaba mal, él no amaba a Chan sólo... le gustaba, pero nada más que eso.
—¡Fuiste tú quien vino a mí! —apretó la muñeca de Jeongin. Jeongin intentó huir, pero Chan apretaba con más fuerza.
—Fue por una pelea con Hyunjin, estaba enojado y no estaba pensando —explicó.
—Me usaste, Jeongin —soltó su muñeca, los brazos de Chan cayeron a cada lado de su cuerpo aún desnudo. Jeongin se mordió los labios nervios, sintiéndose culpable.
Honestamente, sí, lo usó.
—Chan... —trató de acercarse, pero Chan retrocedió.
—Lárgate —pidió. Jeongin volvió a dar otro paso. Chan volvió a alejarse de él, definitivamente no quería a Jeongin cerca de él—. Vete —gritó asustando a Jeongin—. Vete a la mierda, Jeongin.
De pronto, Chan llegó hasta él y lo arrastró hasta la puerta. Jeongin no podía hacer otra cosa que estar con la boca abierta y estar en shock tratando de entender por qué todo se salió de control. Una vez fuera del cuarto, volvió en sí. Girando, trató de razonar con Chan, pero calló al ver los ojos vidriosos mirarlo con furia. Jeongin sintió cómo un hueco se instalaba en su pecho.
Caminando hasta su cuarto, entró, cayó en la cama junto a Hyunjin. Se sentía confundido y angustiado. Esa mirada en Chan dejó un peso sobre sus hombros que estaba rompiéndolo.
Lastimó a Chan y le dolía.
El brazo de Hyunjin se enredó en su cintura, atrayéndolo hasta él que seguía durmiendo. Jeongin apretó los dientes y se abrazó a su novio. Quizá, buscando consuelo. Esa noche, Jeongin lloró en silencio.
Simplemente sabía que lo suyo con Chan no funcionaría. Él ama y seguirá amando a Hyunjin. Cerrando los ojos dejó de pensar en todo lo que sucedió esa noche, cayendo en los brazos de Morfeo.
(...)
Al despertar, paso su mano buscando a Hyunjin pero no lo encontró. Abriendo sus ojos sintió ser golpeado por la cegadora luz mañanera. Bostezando, poco a poco recordó todo lo que sucedió anoche.
Con pies pesados, abandonó la cama, bajó hasta la cocina no queriendo encontrarse con Chan, pero sí encontró a su padre con Seungmin, ambos desayunando.
—Buenos días —les saludó. Seungmin se paró y le sonrió.
—Buenos días —dijeron al unísono la pareja. Paseando su mirada, no vio ni a Hyunjin ni a Chan.
—¿Buscas a Hyunjin? —cuestionó su papá comiendo una tostada que Seungmin le pasó. Jeongin asintió, tomando lugar a lado de la pareja. Observó a Seungmin, el hombre no le caía tan mal sólo era raro ver a su padre con otra persona. Al menos éste sí parecía importarle el cuidado de su padre.
—Se fue temprano. Chan también se fue por algo del trabajo o algo así —comentó Changbin. Jeongin le miró con ojos abiertos.
—¿Chan se fue? —preguntó desconcertado. ¿Se habrá ido por su culpa? ¿A dónde iría si su departamento estaba en remodelación?
—Él es tu novio, ¿no? —interrumpió Seungmin con una sonrisa sincera—. Hacen una hermosa pareja.
—¿Quién? ¿Chan y yo? —negó con la cabeza, se sentía un poco avergonzado. Él nunca pensó en Chan de esa manera, bueno, no pensó en aquella posibilidad—. No, es Hyunjin mi novio.
Seungmin pareció desconcertado.
—Oh, pensé que era Chan, por la forma en que te miraba y sonreía. Bueno, sólo es cariño. Supongo... —contestó haciendo ademanes. ¿La forma en que Chan le miraba?
—Yo pensaba lo mismo —habló Changbin, masticando perezosamente—. Siempre pensé que Chan sería ideal para Jeongin, pero a mi lindo chico le gustan los idiotas como Hyunjin.
¿Qué?
—¿Apoyarías una relación entre Chan y yo? —preguntó casi gritando. Changbin dejó la tostada a un lado, encogiéndose de hombros y sentando a Seungmin sobre sus piernas—. Pero él es mucho mayor que yo, papá.
—No puedo criticar eso, hijo —señaló a Seungmin—. Él apenas va por los veintitrés y yo por los treinta y cinco —rio—. No me importaría que estés con alguien mayor, siempre y cuando la ames, por mí bien.
Jeongin tragó saliva, Seungmin besó a su padre y él se hundió en su silla. La angustia carcomiéndole.
—Discúlpenme un momento —dijo a la pareja. Ambos asintieron, corrió hasta su habitación, tomó su móvil y marcó el número de Chan. Automáticamente fui redirigido al buzón, necesitaba disculparse con él. Actuó mal y lo sabía.
Probó varias veces, pero obtenía el mismo resultado, mordiéndose el labio, reprimió un grito de frustración.
(...)
Dos semanas transcurrieron desde que Chan y él tuvieron esa discusión.
Desde entonces. Chan no aparecía, preguntó a su padre, pero Changbin tampoco tenía idea de donde estaba Chan. Ni siquiera contestaba su móvil y eso le desesperaba.
Paseando por su habitación, decidió ir al departamento de Chan. Jeongin necesitaba saber que está bien.
Ahora, parado delante de la puerta del departamento, es un manojo de nervios. Suspirando, tocó la puerta, esperó, volvió a tocar y escuchó unos pasos.
Ansioso sintió volver a respirar cuando Chan abrió la puerta.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con el ceño fruncido.
Tragando el nudo en su garganta dijo:
—Vine... vine a ver cómo estabas, ya nos vas por casa y me preocupabas —Chan sonrió con sarcasmo.
—¿Mi hermanito está preocupado? —Jeongin lo miró con culpa. Él se acercó y tomó la mano de Chan entre las suyas, desesperado por tocar algo de él.
—Hablemos —pidió. Chan negó—. Por favor, yo...
—¿Chan? —alguien dentro de la casa llamó a Bang.
Una pequeña chica pelinegra apareció vestida con la camisa de Chan y unos shorts negros. Jeongin sintió una punzada de celos.
Ella se acercó a Chan con una sonrisa y él rodeó sus pequeños hombros con su brazo.
De pronto ella le vio y sonrió aún más.
—Oh, hola —saludó la desconocida.
Jeongin no correspondió su estúpido saludo. Girándose buscó los ojos de Chan, esperando una explicación, pero no la obtuvo.
—Vete, Jeongin —Chan empujó suavemente a la chica dentro y antes de que cerrara la puerta en su rostro, Jeongin interpuso su brazo entre el marco y la puerta, impidiendo que la cerrara. Necesitaba hablar con Chan y no permitiría que esa chica sea un impedimento.
—Necesitamos hablar —gruñó. Chan insistió apretando la puerta contra el brazo.
—Largo —le gritó.
—Por favor —pidió con pequeñas lágrimas formándose en sus orbes. Chan le miró por unos segundos, pero para Jeongin pareció una eternidad. Cuando pensó que le daría una oportunidad de explicarle, Chan lo empujó y cerró la puerta. Logró oír los cerrojos y la llave girar y eso hizo que su pecho doliera.
Jeongin se inclinó hacia adelante, pegando su frente a la puerta. Suspiró temblorosamente y sintió cómo su cuerpo vibraba de la ira.
Eso era su culpa. Él alejó a Chan y ahora que trataba de recuperarlo no lo conseguía.
Una lágrima corrió por su mejilla, pero no dijo e hizo nada.
Buscaría la forma de hablar con Chan y explicarle lo que sentía por él. Estaba tan confundido. Caminó hasta la salida viendo por última vez el pasillo vacío. Apretó los dientes y empuñó sus manos antes de salir del edificio.
Chan lo observó por la mirilla. Jeongin parecía en mal estado y en parte sabía que era su culpa tanto como la de él. Pero Jeongin pareció no aprender nada.
Darle una lección no siempre estaba de más.
—¿Por qué no le dijiste que era tu hermana? —preguntó Shuhua, abrazándole—. Se sentirá mal.
Chan miró a su hermana menor y trató de sonreírle, pero no lo logró.
—Ese es el objetivo, Shuhua. Que se sienta mal.
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