Universos
Una de mis cosas favoritas de este mundo, es sentir las caricias del viento suave y fresco acariciando mi piel, es como la caricia de una madre amorosa que va por ahí repartiendo su amor, disfruto cada cosa que ven mis ojos, todo lo que puede sentir mi cuerpo, para mí es todo nuevo, la aspereza de este tronco y el cosquilleo del pasto en mis pies, me recuerda que soy parte de este hermoso universo.
Sé que pareciera que quiero olvidarme por completo del mundo espiritual, hacer de cuenta que nunca estuve ahí, pero es imposible borrar de mi memoria todas las cosas traumáticas que viví en ese lugar, he estado reflexionando mucho sobre mi postura con
el otro reino, pues aunque no me guste, soy parte del inframundo como lo soy de aquí, últimamente...cuando duermo, despierto en el mundo espiritual, es como si hiciera una especie de viaje astral, ese mundo me llama, me reclama, puedo trasladarme de un plano a otro con libertad, esto no se lo he dicho a nadie, pero tengo la teoría de que puedo viajar a otros universos, mientras estaba en el plano de los muertos, tuve un ataque de pánico, estaba tan estresada y agotada por la persecución que estaba
teniendo, que desee con todas mis fuerzas escapar de ese lugar, estaba tan desesperada que ante mí se abrió un portal, estaba muy confundida, nunca había
escuchado que eso fuera posible, así que metí mi mano, el aire era muy cálido y denso, cuando decidí asomar la cabeza me encontré con algo aterrador, ante mi estaba una tierra apocalíptica, había criaturas enormes, eran como reptiles de cuellos muy largos y otros de gran tamaño y brazos pequeños, con una cola prominente, las pobres
criaturas corrían despavoridas ante los meteoritos que golpeaban la tierra aniquilando su mundo, me dio una gran pena y me sentí tentada a intervenir, quería ayudarlos de alguna forma, aunque fuera a uno solo de ellos, pero rápidamente el portal comenzó a encogerse y salí antes de quedarme atrapada ahí, lo último que escuché fueron sus
gritos de auxilio, mi corazón se estremece al recordarlo, en otra ocasión concentré mis
pensamientos y mi magia para abrir otro portal, esta vez visité el mundo de mi querido dragón Hordreck, una tierra medieval donde su especie abunda y reina sobre los cielos, nunca vi seres tan soberbios y majestuosos, mi Hordreck estaba herido, cansado,
tendido en un terreno pedregoso, su sangre formaba ríos carmesí que brillaban como la lava, sus preciosos ojos rojos me miraron con intensidad, había tenido un enfrentamiento con otros dos dragones de cola de flecha, esos invasores habían
asesinado a su pareja y a sus crías, Hordreck llegó demasiado tarde, su compañera había dado su ultimo respiro, furioso peleó hasta vengar a su familia, el cuerpo de sus enemigos estaba tendido a unos metros de él, había llamas por todos lados, era como un infierno ardiente, pude ver en su mirada que ya no tenia deseos de vivir, su cuerpo reposaba al lado de sus crías y lo que quedaba de su pareja, él me enseñó que hasta las criaturas como él, sienten amor y odio, mi corazón se entristeció al verlo en ese
estado, no podía concebir como un rey como él podía desear morir así, Temblando me acerqué a él y puse mi frente en su nariz, el humo que exhalaba era tan caliente que me quemaba la piel, pero hice lo que jamás imaginé, pude ayudarlo a despedirse de su
familia, ese día descubrí que todos los seres vivos tienen alma y Hordreck pudo darles el último adiós a sus seres amados, pude curar sus heridas, aunque eso me dejó muy cansada, no podía ni ponerme en pie, una vez que se recuperó, se puso de píe y se
acercó a mí imponente, creí que iba a devórame, pero se quedó a mi lado hasta que me recuperé, me cubrió con su cuerpo para que ningún otro dragón me viera, en ese momento se convirtió en mi familiar, viviría los años que yo viviera y moriría el día que yo muriera, eso es lo que me dijo.
—Hechicera de cabellos de fuego como el mío, déjame servirte a cambio de tu bondad, viviré los años que tú vivas y moriré el día en que tú mueras, mi libertad la obtendré el día que pueda reunirme con mi familia, pero mientras esto pase, te serviré con gratitud hasta que tú lo decidas, este dragón servirá a una humana como si fuera de mi misma
especie.
Hardreck fue mi primer familiar, después de Lilith, claro, después de eso, no volví a crear otro portal, haber viajado tan osadamente me consumió mucha energía y eso casi me cuesta la vida en el mundo espiritual, además de que Lilith me regañó como por tres semanas seguidas, cuando viaje a esos universos solo tenía quince años.
—No debería huir de mi destino, ni de mis poderes, mucho menos del mundo espiritual, pues ese lugar me forjó, me hizo quien soy, solo debo tratar de seguir dominando lo que he aprendido, no dejaré de entrenar, no voy a seguir huyendo de quien soy. —se
dijo así misma Lía mientras bajaba de ese hermoso árbol.
Lía tenía mucha curiosidad por saber a lo que se dedicaba su madre, sabía que era la bruja principal y más importante hechicera del reino sobrenatural, que era la comandante en jefe de las fuerzas especiales de los dioses gemelos, formaba equipo
con cinco criaturas más, a las que hasta ahora Lía no conocía.
Durém, el guerrero sombrío, un elfo que dominaba el arte de las sombras, ágil con las dagas, soldado al servicio de los dioses gemelos, Calipso, una bruja nigromante, hábil en las artes oscuras, Adonis, un híbrido, mitad ogro, mitad humano, con una fuerza descomunal, Cicero, un demonio que cambia de formas y Berserker, el devora humanos, una bestia que arrasa con todo lo que se le interponga en el camino, es enorme y muy temido y Freya, un mago de los elementos, amante de la ciencia y los experimentos.
Todos ellos fieles verdugos de los dioses gemelos, ellos junto con Beatriz componen el grupo de soldados de elite de los reyes vampiros.
Para poder cumplir con la promesa que le había hecho a Valeska y a Emir, ella debía formar parte de la elite de estos soldados, pero nadie creía que ella, una simple humana, pudiera siquiera ser una bruja con poderes promedio, por eso se burlaban de ella y la discriminaban diciendo que ni siquiera de concubina podría servir a los dioses, pues su
cuerpo humano y frágil no soportaría la virilidad de semejantes deidades.
Beatriz la había llevado al bosque negro, pero solo a la parte más cercana al castillo, sabía que los seres sobrenaturales no la querían, mucho menos los vampiros y las criaturas que trabajaban ahí no se atreverían a discriminarla por temor a ella, pero si
Lía decidía ser más curiosa y moverse en el castillo y sus alrededores por su cuenta, seria atacada de todas las formas posibles.
—Debería darme una vuelta, se supone que, con este collar, nadie debería atreverse a comerme, además tengo el permiso de Leonardo para defenderme, aunque... causar problemas es lo menos que debería hacer, trataré de ser lo más invisible posible.
Lía se dispuso a recorrer el lugar por su cuenta, estaba llena de curiosidad, deseaba con desesperación conocer a alguien a quien pudiera llamar amigo, pues aun que tenia a sus familiares y a sus padres, se sentía sola.
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