Inconvenientes
La noche había avanzado, Emir había regresado a sus aposentos y se había encontrado a Magnolia llorando, él sintió pena por ella y la abrazó toda la noche, le tenía un gran aprecio, pues ella lo amaba realmente, era tan devota a él que la consideraba importante en su vida.
Magnolia nunca se había atrevido a preguntarle a Emir si la amaba, pues tenía miedo de escuchar una respuesta equivocada a la que ella deseaba, la preciosa Magnolia era la segunda concubina con más poder en el reino, pues al ser la favorita de Emir,
también era considerada de gran valor para los vampiros, pero Freya seguía teniendo la ventaja en poder y siendo el objeto de deseo de ambos dioses, era muy probable que ella algún día fuera nombrada reina.
Al día siguiente Leonardo recibió un mensaje alarmante por parte de los encargados en la sección de esclavos del sector de madera, le habían comunicado acerca de lo que Lía había hecho, estaban furiosos y exigían que la bruja fuera castigada en presencia de todos los capataces.
—No puede ser ¿En qué te metiste? —se dijo Leonardo agarrándose la cabeza, tratándose de Lía, Leonardo era sobre protector y muy cuidadoso, pues para él, ella era su hija.
¿Quiere que mandemos llamar a la bruja señor? —le preguntaron los guardias con seriedad.
—No, iré yo mismo por ella, vayan de tras de mí.—les ordenó Leonardo con su típico semblante sombrío.
Leonardo y Lía se dirigían al lugar de los hechos, el ambiente era demasiado incomodo, como acusaban a Lía de algo muy serio, Leonardo iba callado y con el ceño fruncido, pero lo hacía para no mostrar preferencias por ella, pues debía tratarla con
Imparcialidad.
—Cielos, no sé por qué se ve tan enojado, los guardias también me miran con molestia, me pregunto qué castigo me darán por lo que hice. —se decía Lía a si misma mientras caminaba insegura.
—Escucha, no sé qué te hayan dicho, pero, no es tan grabe lo que les hice a los que cuidan ese lugar jeje. —le dijo Lía con una sonrisa nerviosa.
—Dejaste inconsciente a un grupo de minotauros que te doblan el tamaño y la fuerza corporal, además el vampiro encargado del sector, asegura que lo mandaste a una tierra desconocida.
—Pero lo hice volver, eso es lo importante, yo pensaba dejarlo ahí jeje, digo, no para siempre claro.
Leonardo la miró con molestia y Lía se puso sentimental pues la última vez que la miró
así, fue cuando casi quemaba su cabello por accidente, así que agachó la mirada y siguió caminando, estaba agradecida de que su madre estuviera fuera del castillo, si no la habría regañado con severidad, tenía la esperanza de que Leonardo fuera más suave con ella.
Una vez que llegaron al sector de los esclavos de madera, Leonardo se quedó boquiabierto, no podía creer lo que estaba viendo.
—¿Qué pasó? —se preguntó incrédulo.
—¡Mi señor! ¡Qué bueno que está aquí! Le dije que esta mujer se había pasado de la raya, por su culpa pasé demasiado tiempo en una tierra árida y desconocida ¡se atrevió a pasar mi autoridad! ¡es una amenaza para el reino! ¡una defiende esclavos sin
vergüenza!—dijo el capataz entre gritos y quejas.
—¡Usted los estaba matando de hambre! —le recriminó Lía mirándolo con enojo.
—¡Guarda silencio humana! —le dijo el capataz con rabia. —¿Acaso no es un destre mi señor?—añadió el capataz convencido de que ganaría su favor.
—Lía ¿tu hiciste esto? —le preguntó Leonardo con seriedad.
—Sí, lo único que quería era evitar que este vampiro les hiciera más daño, mató a un elfo y no tenía piedad de los ancianos y los niños.
—¡Los esclavos mueren todos los días! Ahora los dejó saludables y ordenó este lugar a su manera, sin consultarme nada ¿Que se ha creído este intento de bruja?
Leonardo pudo observar lo bien que estaba organizada la madera, por secciones de tamaño, calidad y grosor, los esclavos rendían más gracias a la energía de sus cuerpos saludables, así que el trabajo era mejor y más rápido, el sector se encontraba en mejores condiciones que antes, pues no se habían reportado bajas en todo el día.
—¿Qué castigo le dará mi señor? ¿Le quemará las manos? ¿los pies? Creo que lo más indicado seria que yo la castigara jeje, he planeado esto todo el día.—aseguró el capataz emocionado y añadió.—que opina señor?
—El trabajo de Lía es mejor que el tuyo en un año.—respondió Leonardo mirándolo fijamente.
—¿Disculpe?
—Las fallas que cometió no son tan graves como el bien que ha causado, parece que es más eficiente que tú y eso que ella no conoce cómo trabajar en este campo.
—Pero mi señor...yo.
—Los decesos de tu sector eran de veinte muertos por día, el trabajo era más lento y la calidad cuestionable, tu trato era demasiado duro y eso afectaba los bienes del emperador, que bueno que sucedió esto. —le dijo Leonardo mirándolo con desprecio.
—¡Pero los esclavos deben ser tratados con dureza! por algo son esclavos, se rehusaron a servir a los dioses ¡deben ser castigados! —dijo el capataz furioso.
—Es verdad, toda criatura que se niegue a servir a los dioses deberá convertirse en esclavo o deberá ser condenado a muerte, pero he escuchado rumores de que muchos de aquí, fueron raptados de manera ilegal, solo para aumentar la mano de obra
¿realmente unos niños prefirieron ser esclavos a servir a los dioses gemelos?
El capataz se quedó callado y comenzó a temblar de miedo.
—Además ¿No crees que los dioses prefieran ganancias a muertes injustificadas solo por tu crueldad?
—Yo... yo no...
—Dejemos las cosas como están, en lugar de querer castigar a la bruja, deberías agradecerle por mejorar tu trabajo, así serás reconocido y subido de rango, y todo gracias al trabajo de una humana, porque, de haberme enterado de tus acciones estúpidas, te
habría castigado a ti y te habría torturado con tal violencia que habrías deseado morir.— externó Leonardo con aspereza.
El capataz agachó la mirada para luego mirar con odio a Lía, la cual estaba sorprendida de la forma en la que Leonardo había actuado y lo admiró aún más.
—Así que sin más, nos retiramos. —Leonardo se dio la vuelta y comenzó a caminar y antes de irse le dijo al capataz.
—Ah, y una cosa más, si es que en ti hay algo de inteligencia, no divulgues lo que pasó, porque habrá consecuencias. —Leonardo lo miró de forma intimidante y el capataz tragó saliva asentando con la cabeza, pero por dentro quería vengarse de esa
bruja entrometida.
Después de caminar un rato, Leonardo le ordenó a la guardia que regresaran al palacio, pues ya no era necesario que los escoltaran, así que él y Lía se quedaron solos.
—¿Estas muy enojado? —le preguntó Lía cabizbaja.
—Nunca estuve enojado contigo, solo estaba asustado, tenía miedo de que hubieras hecho algo de lo que no podría salvarte, pero me sorprendió lo que vi, en tu deseo de ayudar a esos esclavos, hiciste un bien mayor, nadie debería castigarte por eso.—expresó Leonardo con dulzura.
—¿Por haber hecho un buen trabajo en el sector?—le preguntó Lía con esos ojos brillosos que la caracterizaban cuando está contenta.
—No, por haber ayudado a los necesitados. —le dijo Leonardo con una sonrisa, se sentía orgullosa de ella.
—¿Crees que la esclavitud es correcta? ¿Por qué los dioses han ordenado esta atrocidad?—le pregunto nuevamente Lía confundida.
—Por supuesto que no, la forma en la que el rey Valeska gobierna es dura, es un conquistador severo, ama el poder y detesta a quienes se niegan a servirle, el destino de los que se atreven a revelarse contra él es la muerte o la esclavitud. —expresó Leonardo con tristeza.
—¿Alejandro era igual que Valeska? ¿Era un rey despiadado? —le preguntó Lía llena de dudas.
—Eran iguales, pero mi amigo tenia bondad dentro de su corazón, cuando conoció a Ginebra, su mentalidad cambió y sin querer se convirtió en el socorro de los humanos, recuerdo con cariño todas nuestras aventuras. —exclamó Leonardo con añoranza.
—Yo también recuerdo esos momentos, le tenía mucho miedo, no podía comprender como una dama tan amable y buena podía estar casada con un monstruo como él, pero el señor Alejandro resultó ser un héroe para mí, si no me hubiera dado un
propósito de vida, no habría luchado por dominar mi magia, el me permitió estar cerca de los dioses gemelos.
Lía miró detenidamente a Leonardo y se sorprendió al ver que los ojos de su querido protector estaban inundados de lágrimas.
—Leonardo...
—Me pregunto que estarán haciendo mis amigos en estos momentos...
—¿Extrañas al señor Alejandro?
—Sí, todos los días, sé que les juré lealtad a sus hijos, he intenté criarlos como si fueran míos, pero mi corazón siempre se inclinará a Alejandro, no importa que me haya librado de mi mayordomía, un amigo es siempre un amigo, pero ahora que se ha convertido en humano...no puedo volver a verlo, ese fue el acuerdo.—dijo Leonardo con pesar.
—¿Y si le escribes una carta? Yo no he hecho ese juramento, yo sí puedo verlos, si mantenemos el secreto yo podría ser tu mensajera y mantenerlos comunicados, mañana mismo partiría a su encuentro ¡es una gran idea!
—¿Enserio harías eso?
—¡Claro que sí! Yo también muero de ganas por volver a verlos, seguro que siguen igual de jóvenes gracias al hechizo que mi madre puso en el lago, sabré llegar sin problemas.
—Una carta... podré hacerle saber que no lo he olvidado.—pensó Leonardo emocionado.
—Leonardo, mañana partiré al alba rumbo al lugar donde viven nuestros amigos, no creo que nadie te pregunte por mí, solo inventa algo para mi madre si es que regresa antes que yo, te traeré buenas noticias.
Hola hermosas lectoras, les dejaré el primer maratón del año jeje, espero les guste, les mando un abrazo 🤗
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