Capítulo LXIII: "¡Tengo que ir por él!"
Cabalgaban y a Karel le parecía escuchar detrás el rumor de cascos. Se estremeció al recordar las cruentas batallas contra los soldados modificados por el nareg. Apretó las riendas y pensó en Jonella y en el inocente ser que crecía en su vientre, no podía dejar que nada malo les pasara.
En medio del camino, varios jinetes aparecieron. El caballo que el príncipe montaba se encabritó cuando él jaló hacia atrás las riendas para detenerlo. Karel desenvainó la espada, pero antes de que pudiera atacar, la voz madura de un hombre habló en la oscuridad.
—¡Altezas, esperad! ¡Soy yo, el consejero Percival!
Que fuera Percival para Karel no quería decir nada, en la corte era difícil saber quién estaba de qué lado. La energía en su mano brilló hasta cubrir con ella a Gefa sik.
—Alteza, estoy de vuestra parte, me arriesgo al venir aquí.
—¿Cómo sabíais que estaríamos aquí? —preguntó Arlan, también desconfiado.
—Durante este tiempo siempre he estado de parte de lara Bricinia vigilando al príncipe Viggo, yo ayudé a vuestras madres a escapar. Príncipe Karel, fui yo quien quitó de vuestra puerta a los guardias para que Gerd pudiera sacaros del castillo.
Karel no bajó la guardia, por el rabillo del ojo veía que Arlan también había desenvainado.
—¿Qué queréis? —preguntó secó.
—Deciros que estoy con vosotros, Altezas. Tenéis aliados dentro del castillo. —Si Percival afirmaba estar con su madre, debía ser cierto y ella jamás se aliaría con Viggo. El savje de Karel se apagó, aunque él no bajó la espada —También que el rey ha muerto, vuestro hermano se coronará mañana.
—¡¿Qué?! —exclamó Arlan—. ¡El maldito de Viggo mató a nuestro padre, a nuestros hermanos, se ha apoderado del reino del reino a la fuerza!
—¿Mi padre ha muerto? ¡Viggo será el rey! —No podía creer que su hermano mayor fuera tan perverso. El miedo lo invadió al pensar en Lysandro, añadió en un tono lúgubre—: ¿Dónde está Lysandro, Arlan?
—Sé poco más que tú, hermanito. He estado huyendo, tratando de poner a resguardo a mi madre.
—Y vos, Percival, ¿sabéis algo de mi escudero o del general Jensen?
El consejero a caballo inclinó la cabeza antes de responder:
—Alteza —comenzó a hablar Percival luego de removerse sobre la montura—, ayer por la mañana hubo una audiencia frente a los sacerdotes de Oria, vuestro escudero era el acusado.
—¡¿Acusado?! ¡¿De qué?! —preguntó Arlan, asombrado.
—El príncipe Viggo ha mostrado pruebas de que...—Percival se mostraba indeciso de continuar hablando, volvió a acomodarse sobre el caballo—. De que vuestro escudero y vos erais amantes.
De pronto el mundo de Karel se oscureció. ¿Cómo era posible que Viggo se hubiera enterado de algo así? Y lo peor, ¿qué había pasado con Lysandro luego de esa audiencia? Oria no perdonaba la homosexualidad.
—¡¿Qué?! ¡¿Cuáles pruebas?! —preguntó Arlan.
—Hubo testigos, entre ellos un sirviente suyo, Alteza —le dijo Percival a Karel.
—¡Ese maldito! —exclamó Arlan—. Tenía infiltrados en tu castillo, Karel.
—Por fortuna vuestro escudero asumió toda la culpa —dijo Percival—. Con un pasado como el suyo es comprensible que lo sedujera, Alteza, no lo juzgo.
—¡¿Qué?! —gritó Karel perdiendo la calma—. ¡¿Qué estás diciendo?! ¡¿Cómo que Lysandro asumió toda la culpa?!
Karel arreó el caballo para darle la vuelta y regresar al castillo de inmediato.
—¡Cálmate, Karel! —trató de tranquilizarlo Arlan—. ¡No hagas una estupidez!
—Lo siento mucho —susurró Jonella, sentada detrás de él en el caballo.
—¡¿Qué no haga una estupidez?! —le gritó Karel a Arlan cada vez más alterado—. ¡¿Acaso no sabes lo que le hará Oria?! ¡Lo van a matar, Arlan!
—Alteza —lo llamó Percival mirándolo sin comprender su arrebato—, el escudero fue juzgado, pero su sentencia no será cumplida. Su dueña apareció y se lo devolverán a ella.
—¡¿Su dueña?! ¿La dueña del Dragón de fuego apareció? ¡Eso es todavía peor! ¡Tengo que ir por él! ¡Además Viggo es un maldito sanguinario! ¡No sé qué pueda hacerle como represalia mientras está preso!
—Sí, iremos por él, pero no ahora, Karel —le contestó Arlan con voz pausada—. Acabamos de salir de ahí, si volvemos encontraremos soldados modificados buscándonos. En este momento, Viggo tiene todo el poder, debemos pensar antes de actuar. Además, recuerda que estás con Jonella.
Karel inclinó el rostro y miró la cabeza cubierta de hebras doradas de su esposa. Ya ella había pasado por mucho, no era justo exponerla a más.
—Lo siento mucho. —Volvió a sollozar ella.
—También lo siento mucho, Jonella.
Karel apretó la mandíbula, sentía el corazón apretado y una rabia ciega contra Viggo. Que se atreviera a usar a Lysandro para sacarlo del camino era deshonroso y desalmado. Pero tal como decía Arlan, en ese instante no podía hacer nada por Lysandro, si volvía se ponía en riesgo y si lo apresaban, entonces ya no podría salvar al escudero. Antes tenía que elaborar un plan para rescatarlo.
—Percival, os agradezco mucho lo que estáis haciendo y el riesgo que corréis al estar aquí —dijo Karel, finalmente bajando la guardia—. Me gustaría que me mantuvierais informado de cuanto suceda con Lysandro y, como os he pedido antes, averigüéis donde está el general Jensen.
—¡Oh, Alteza! —volvió a hablar Percival cuando ya él se ponía en marcha—, el general fue ejecutado hace tres días.
Karel se tambaleó en el caballo.
—¡Dioses! ¡No puede ser! —exclamó Arlan.
—¡¿Cómo es posible que lo hayan ejecutado?! —preguntó Karel sin dar crédito a lo que oía.
—En el salón del festejo fueron encontradas plumas de cuervo, Alteza. —Empezó a explicar Percival—. Todo indica que La sombra del cuervo fue quien cometió el envenenamiento masivo. El general Jensen fue apresado, confesó ser el líder de La sombra del cuervo, aunque negó haber sido el autor de la masacre.
Jensen muerto.
Ni por un momento Karel creía que hubiera sido Jensen quien envenenó el vino. La jugada de Viggo fue perfecta, hizo creer que había sido La sombra del cuervo y de esa forma sacó de en medio a Jensen. ¿Pero cómo supo que Jensen era el líder de la sombra del cuervo? ¿Qué prueba había usado contra él? ¿El general le habría dicho que él planeaba hacerse con el trono? Si era así, Viggo tenía más razones para querer a Karel fuera del camino. A esas alturas, su hermano ya debía haberlo puesto ante todos como un conspirador junto con Jensen, además de homosexual indigno.
—Nuestro hermano —preguntó finalmente Karel—, ¿qué le ha dicho a la corte de Arlan y de mí?
—Su Alteza Arlan ha sido acusado de conspirar junto al general Jensen. El príncipe Viggo presentó pruebas de que os mensajeábais con mercenario en Brion y de vos que sois homosexual. Ninguno puede aspirar al trono hasta que comparezcáis en Oria, neguéis todas las acusaciones y probéis vuestra inocencia.
—Sí, y arriesgarnos a que Viggo nos mate —dijo Arlan—. No regresaremos hasta tener un plan.
—¡Maldita sea! —exclamó Karel. Luego se dirigió a Percival con un tono más suave—: Aprecio mucho toda esta información, Percival. Nos pondremos en contacto con vos.
—Vuestra madre sabe cómo, Alteza —contestó Percival.
Karel volvió a tomar las riendas, pero todo había cambiado. Un peso inconmensurable le aplastaba el pecho. Ante sí se erigía un negro camino, tal parecía que Viggo había ganado. Sin Jensen y el Tercer Regimiento, no podían contar con apoyo militar, solo les quedaba Augsvert como opción, como quería su madre. Pero lo que más lo atormentaba era la situación de Lysandro.
Galoparon en silencio siguiendo las indicaciones de Gerd. Él los llevó a una pequeña aldea perdida en el bosque, un conglomerado de casas miserables, con lámparas de aceite en los umbrales y alféizares, que parpadeaban azotadas por el viento. Siguieron el camino principal hasta llegar a una de las casitas más alejadas, allí descendieron de los caballos.
Karel tomó de la mano a Jonella y entró junto a ella en la vivienda.
—¡Madre! —exclamó Karel al ver a lara Bricinia dentro.
La mujer desentonaba por completo en la escena frente a él. El interior de la vivienda era humilde y rústico: Una cama hecha de paja y mantas de lana, la mesa cuadrada, cuatro sillas rústicas y el fogón apagado que en otras condiciones aportaría calor a la vivienda. Pero en ese instante estaba allí su madre en el centro de todo eso, con sus ropas espléndidas, rodeada de luminarias de Lys hechas con su savje dorado, que llenaban el espacio de luz y agradable calor
—¡Gracias a Surt, tejedor de hilos! —La mujer abrazó a su hijo y luego besó a Jonella en la mejilla—. ¿Están ambos bien? —Después giró hacia Arlan—. Gracias por traerlos a salvo.
Arlan hizo una reverencia frente a la dama y luego se sentó a la mesa de madera.
—¿Tú planeaste nuestro escape, madre? —preguntó Karel ayudando a Jonella a recostarse en una de las sillas que parecía la más confortable.
—¡Claro! —contestó lara Bricinia frotando uno de sus brazos—. Tu padre empeoró a pesar de todo lo que hice para evitar su muerte. Viggo me ponía nerviosa, entraba cada cuarto de vela a preguntar por la salud de Daven, era evidente que estaba ansioso porque muriera y así usurpar el trono.
Lara Bricinia lo miró de frente. Debía ser esa la primera vez en su vida en que contemplaba a su madre así: con el rostro pálido y con sentidas lágrimas brotando de sus ojos verdes.
—Creí que morirías, hijo. Siempre que preguntaba por ti a alguno de los sirvientes me respondían lo mismo, que seguías inconsciente. ¡Oh, Jonella! nunca os agradeceré lo suficiente por haber cuidado de mi hijo. —Lara Bricinia se limpió el rostro con el dorso de la mano—.Tu padre era un caso perdido y yo tuve que huir del castillo, era cuestión de tiempo para que Viggo decidiera asesinarme. Gracias a Surt, recibí tu flor antes de irme, por eso hablé con Percival y le encomendé la misión de sacarte lo más pronto posible de allí. Cuando salí del castillo me encontré a Arlan que también huía y accedió a ayudar.
Karel giró a ver a su hermano, quien le obsequió una flagrante sonrisa.
—Creo que Jonella y tú deben irse de inmediato a Augsvert, madre. En Vergsvert corren peligro.
Lara Bricinia en un instante dejó atrás la expresión compungida comenzó a reír con incredulidad.
—¿Cómo que regrese a Augsvert? Iremos a Augsvert, todos, y pediremos apoyo para sacar al malnacido de tu medio hermano del castillo.
Karel tragó. Sabía que era la única opción que tenían, aunque no le gustaba para nada.
—¿Augsvert? —preguntó Arlan—. Podemos comprar mercenarios en Briön.
Lara Bricinia iba a replicar cuando Karel la interrumpió.
—Debo regresar al castillo, mi escudero fue tomado como prisionero.
Su madre abrió muy grande los ojos verdes y lo miró como si de pronto le hubiese salido otra cabeza.
—¿Estás loco? Acabamos de sacarte de allí, ¿Cómo quieres volver? ¡Y para rescatar a tu escudero!
—¡No puedo dejarlo ahí, madre! Viggo ha hecho acusaciones terribles en mi contra, Lysandro asumió toda la culpa. ¡No puedo dejarlo!
Lara Bricinia se llevó la mano a la frente y resopló enfadada.
—¡Lysandro! —Ella giró y fijó en él la mirada verde ámbar—. Dime, Karel, ¿las acusaciones que hicieron ante el tribunal de Oria, son ciertas? ¿Qué tú y ese soldado son...?
—Lara Bricinia. —Se levantó Arlan—, no creo que...
—¡Sí, madre! —interrumpió Karel a Arlan. No negaría lo que sentía por Lysandro—, ¡es cierto y no voy a dejarlo después de que él asumió toda la culpa!
—¡Eres un insensato! —lo recriminó lara Bricinia—. ¿Tenías que exponerte? ¿Costaba mucho que lo mantuvieras en secreto?
Karel miró sorprendido a su madre. Había esperado que gritara y se enojara por su preferencia sexual, pero en lugar de eso lo que a ella parecía molestarle era que la relación de ambos se hubiera descubierto. Lara Bricinia resopló y negó un par de veces con la cabeza.
—¡Discreción, Karel, discreción, o si no nada de esto tendrá sentido!
De pronto Arlan soltó una carcajada, lara Bricinia dirigió hacia él su enojo:
—¿De qué te ríes? ¿Te parece gracioso que Oria cuestione el reclamo al trono de mi hijo?
—¡Oh, no, para nada, mi señora! —contestó Arlan con los últimos rescoldos de risa en los labios—. Estáis en todo el derecho de enojaos con el nada disimulado de mi hermano.
—¡Lo hecho, hecho está, madre! ¡Iré por Lysandro así te molestes!
—¡Veo que sigues siendo un insensato testarudo! —lo reprendió, de nuevo, lara Bricinia—. Al menos espera hasta mañana, que las aguas se hayan aquietado.
—Estoy de acuerdo con tu madre, hermanito. Podemos rescatar mañana a Lysandro, yo iré contigo. Lo haremos durante el cambio de guardia.
Karel asintió, impaciente en ir por Lysandro. Luego giró y miró a Jonella, sentada cabizbaja donde él la había dejado. Se sintió otra vez culpable y el resto de la noche se esforzó en atenderla e insistir en que descansara.
*** Hola a todos! Este capítulo surgió como un imprevisto. Algunos lectores como Apoloderojo y yo misma sentía que algo faltaba, que había un hueco en cómo Karel luego de salir del castillo rescata a Lysandro. Así que aquí parte de esa explicación. El capítulo que sigue a este fue publicado el fin pasado, así que no tienen que volver a leerlo.
Espero me perdonen, pero como saben, estoy escribiendo la historia, así que hay errores (como haberme saltado toda una secuencia de acontecimientos, pido perdón). Nos leemos el viernes con el penúltimo capítulo y el sabado con el final. Besitos.
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