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La mujer de los lamentos

Tras el fuerte temblor, Beatriz corre con todas sus fuerzas hacia donde se encuentra Lía, mira a todos lados, pero no logra ver nada, al parecer Lía no Invocó ninguna criatura ¿Pero que causó ese temblor? ¿Por qué el lugar brilló como si de las runas hubiera salido algo? Beatriz no entiende lo que pasa, pero al no ver nada da por hecho
que la invocación fracasó.

—¿Te encuentras bien? ¡Te dije que no invocaras nada! —Beatriz revisa a Lía.

—¡Lo siento! solo quería practicar, realmente no pensé que saldría algo de ahí.

—¿Viste algo? ¿Escuchaste algo?

—No... creí que aparecería el gato que intenté invocar hace un momento, pero esta vez no apareció nada, excepto por la luz.

Ginebra se apresura y se reúne con Lía y Beatriz.

—¿Están bien? ¿Qué fue todo eso?

—No lo sabemos, todo indica que algo fue invocado, pero... no hay rastros de ninguna criatura.

—¿Qué hay de la luz? —Ginebra pregunta preocupada.

—Esperen un momento... —Beatriz cierra los ojos y entra en trance de golpe, parecía que la habían jalado al mundo espiritual con violencia.

Los ojos de la bruja se ponen blancos, Beatriz ha entrado al mundo espiritual, algo la jalado de un plano a otro con brusquedad, todo a su alrededor esta helado, un frío abrumador se siente en el entorno, Ginebra y Lía se sorprenden al ver a Beatriz
temblar de frio y sacar humo de la boca.

—¿Qué le pasa a Beatriz? ¿Por qué está en ese estado? —pregunta Lía preocupada.

—¡Espera! No la toques, está en trance, creo que entró al mundo de los muertos.

—¿Qué?

—Seamos pacientes y esperemos a que vuelva con nosotros. —Ginebra traga saliva angustiada.

Beatriz mira a su alrededor con cautela, el ambiente es extraño y el aire es pesado.

—Esto no está bien...tengo la piel erizada hasta la nuca y con cada paso que doy me siento más pesada, es... es la presencia de... un espíritu maligno. —Beatriz comienza a sudar frio y traga saliva.

De pronto Beatriz escucha unos sollozos que vienen del pantano y al desviar la mirada su corazón se acelera de miedo, una cabeza sale poco a poco del agua, negros y largos cabellos mojados cubren el pálido rostro de aquella criatura.

—No puede ser... —Beatriz está muerta de miedo este no es como los fantasmas que está acostumbrada a ver, esta criatura es un demonio, poco a poco sale del agua una mujer de vestido blanco y al levantar su demacrado rostro clava la mirada vacía he infernal sobre Beatriz y lanza unos escalofriantes lamentos y unas vagas palabras
provocando que la bruja casi se orine encima y el espíritu maligno se abalanza contra Beatriz con ferocidad y ella grita llena de terror afortunadamente logra salir del trance antes de que el espíritu pudiera tocarla.

—¡Bety! ¿Estás bien? ¡Bety! —Ginebra la toma entre sus brazos pues Beatriz comienza a gritar desesperada.

—¡Beatriz! — Lía la mira asustada.

De pronto un fuerte alarido las perturba lastimando sus oídos.

—¿Qué fue eso? —Pregunta Ginebra temblorosa.

—Es... un demonio... —tartamudea Beatriz.

—¿Qué? —Lía aprieta los puños llena de miedo.

—Lo que Lía invoco fue a un demonio...

—Dios mío... —Ginebra se estremece junto con la niña.

Beatriz se pone de pie y agarra a Lía de los hombros mientras la sacude con fuerza llenándola de preguntas.

—¿Por qué me desobedeciste? ¡te dije que no invocaras nada! Te advertí que al momento de hacer una invocación debías estar serena y mantener tu mente tranquila ¿En qué estabas pensando que terminaste invocando a semejante problema? —Beatriz le grita a Lía y esta la empuja dando varios pasos atrás.

—¡Bety! —Ginebra trata de calmarla.

—¡No lo hice a propósito! Yo... yo solo estaba frustrada.

—¿Qué querías probar, he? ¡responde! —Beatriz le habla con firmeza.

—¡No quería decepcionarte! ¡quería que te sintieras orgullosa de mí!

Lía avienta el peluche en forma de gato y se va corriendo a la mansión.

—¡Niña! ¡aun no terminamos de hablar! —grita Beatriz molesta.

—Déjala, necesita su espacio. —Ginebra la detiene.

—¡Ahhhg! No quise gritarle, no tienes idea de lo peligroso que es tener a una criatura como esa suelta ¡ella va por los niños!

—¿Ella?

—El demonio tiene forma de mujer, es... es horrible, la maldad se le nota en sus ojos hundidos.

—¿Qué fue exactamente lo que viste? —pregunta Ginebra temerosa.

Beatriz le cuenta todo con lujo de detalle dejando a Ginebra preocupada.

—Lo que esa cosa pronuncio fue que se llevaría a sus hijos con ella...

—¿Es el espíritu de una madre?

—No, los demonios de su tipo nunca fueron humanos, es un demonio de alta categoría, se alimenta del miedo, pero más aún del amor de los niños, sus víctimas son mayormente huérfanos o niños maltratados, va por ahí lamentándose y llamando a sus hijos, los niños son hipnotizados con su voz y les crea un espejismo, ellos ven a su madre y la siguen hasta el fondo de un rio y ahí sus almas desaparecen con ella, solo quedan los cuerpos vacíos de aquellos pobres niños que escucharon su endemoniada voz.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Lo sé porque vi sus ojos...no logro comprender como Lía pudo invocar esta cosa con tanta facilidad, ¿En qué estaba pensando? ¿Qué estaba sintiendo? Primero el espantapájaros y ahora a esta roba niños.

—¿Qué podemos hacer para detenerla? ¡Debemos impedir que ataque a los niños del pueblo!

—La única manera de encontrarla es esperar a que aparezca, lo más seguro es que el demonio ataque a partir de las tres de la mañana, estoy segura de que la escucharemos cerca de los lugares donde haya agua, El lago alcatraz, el rio o incluso aquí en el pantano.

—No puede ser... tenemos que organizarnos, hacer grupos y vigilar estas tres áreas y así impedir que la mujer de los lamentos se lleve algún niño.

—tendremos que esperar a que Alejandro y Leonardo lleguen, espero no tarden demasiado. —dice Beatriz preocupada.

—Vayamos a dentro no es bueno que Lía este sola.

Ginebra y Beatriz entran a la mansión y se disponen a buscar a Lía y después de varios minutos Ginebra la encuentra escondida debajo de unas escaleras.

—Ahí estas ¿Cómo te sientes? —Ginebra le acaricia el cabello.

—¿Están enojadas conmigo? —pregunta Lía con la cara apoyada en sus rodillas.

—No, claro que no, solo estamos preocupadas por ti, teníamos miedo de que te hubieras lastimado.

—¿Y ella está bien?

—Sí, Beatriz está bien, de hecho, te está buscando.

—No era mi intención hacerla ir al mundo de los muertos, sé lo mucho que la asusta ir a ese lugar, no quiero que piense que es mala enseñando o que yo soy una tonta que no puede hacer las cosas bien.

—Ella no piensa eso —Ginebra se sienta a su lado.

—Beatriz me dijo que debía mantenerme concentrada al momento de invocar algo y
que no debía tener cosas en mi corazón para que no fuera a invocar espíritus malignos como este, pero no fui honesta, mi mente y mi corazón hace mucho que no están serenos, constante mente pienso en mi padre y en lo mucho que lo extraño y desde
que Beatriz se hace cargo de mí, no dejo de compararla con mi madre y me pregunto si
ella me hubiera cepillado el cabello igual o si al enterarse de mis habilidades me hubiera apoyado tal y como lo hace ella —Lía comienza a llorar.

—Ni siquiera recuerdo a mi mamá ... pero me habría gustado tener una y cuando te vi acariciando tu vientre me sentí celosa ¡quiero ser igual de amada que tus bebés! ¡Quisiera que Beatriz fuera mi mamá de verdad! ¡quisiera no estar sola! —Lía llora
amargamente en los brazos dulces de Ginebra.

El llanto desesperado de Lía estremece los corazones de Ginebra y Beatriz, la bruja escucha todo desde el otro lado de las escaleras, Lía solo tiene cinco años, pero la vida la ha obligado a vivir y pensar como una adulta de manera temprana y brusca, pero es
tan pequeña he indefensa que al fin y al cabo la niña necesita a alguien que la ame.

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