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Capítulo 17.

¡Hola mis bonitos lectores! Creo que a pesar del año que llevo escribiendo fics para este fandom, este es uno de los capítulos que más energía me ha tomado hasta hoy, no es la gran cosa, no sé por qué me succiona tanta vida, pero lo hace. Muchas gracias a las personas que se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

Ash...

Gracioso ¿verdad? Eras mucho más grande, inteligente y fuerte que yo, pero siempre sentí que debía protegerte. Me pregunto de qué quería protegerte, creo que del destino. El destino que intentaba alejarte llevándote a la deriva, cada vez más lejos de mí. Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía volver atrás, y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino. No estás solo, Ash. Estoy a tu lado.

Y tú estás conmigo.

El gélido de las paredes se había impregnado a mi piel, gotas de suciedad caían desde el techo hasta mi cabeza, la demacración carcomía mis huesos, mis párpados se hallaban tan hinchados que habían empañado mi visión. El aroma a moho era nauseabundo, el roce del concreto me lastimaba, un imponente portón de metal era el hilo de locura que me separaba de la realidad, tenía las uñas abiertas y las manos heridas de tanto rasgar el suelo, unas mortuorias ojeras me estaban devorando. ¿Días?, ¿horas?, ¿meses? Imposible saberlo. Una maldita luz artificial se encontraba encendida todo el tiempo. Había empezado a sentir mis propias costillas y a hablar con la nada. Parpadeé, el techado me estaba mareando, pude vislumbrar un mísero aliento al frente de mi nariz. Pude observar a un moribundo cadáver en un charco de agua. Débil, en agonía, carente de voluntad y de vida. Reí, pero si era yo. Mierda. Contuve contra mi palma vómito entremezclado con sangre. Un estruendoso crujido de bisagras me informó la presencia de un nuevo visitante.

—Tú no puedes seguir de esta manera. —Aunque él trató de clamar por suavidad, la fricción entre sus dientes lo delató—. Debes comer algo. —Él estaba sosteniendo una bandeja de plástico en sus manos, me volteé entre la inmundicia y el remojo de lo que pretendía ser una cama. Marchito. Ido. Hueco.

—No tengo hambre hoy. —El eco de su suspiro retumbó dentro de mi pecho, el tiempo asido en esa prisión era una espejo quebrado de locura.

—No eres el único atrapado en este lugar. —Sus pasos resonaron a mis espaldas, él se sentó al borde del colchón—. Si no cooperas Dino Golzine puede desquitarse con tu amigo. —Las heridas en mis manos se volvieron a abrir tras convertirlas en puños. Había llorado tanto que ya no era capaz ni de reaccionar, las pupilas me ardieron, el alma se me comprimió, no me pasó la respiración. Shorter. Mierda.

—¿Me estás tratando de amenazar con él? —Me levanté solo para ser víctima de unas putrefactas náuseas—. Ni siquiera lo he visto. —Arthur me acarició la cabeza como consuelo, el tacto fue repulsivo. Tirité, humillado. Yo le confié mi amistad pero a él no le importó dejarla caer, era pequeño y frágil.

Inútil y estúpido.

—Él sigue con vida, si eso es lo que quieres saber. —No pude sostener una mirada con él. Estaba paralizado, su peste era desagradable, contuve una arcada bajo sus caricias, esto no se parecía a la dulce esencia de mi Aslan.

—Me estás tratando de manipular. —Eso era lo único que él hacía. Pensé que éramos amigos, creí que él era bueno, juré que la gente podía cambiar. Sí, solía pensar tantas cosas, pero no.

—Solo te estoy contando un hecho. —Cada noche él regresaba para morderme la nuca como si estuviese tratando de probarnos algo—. No tienes que tomártelo tan a la defensiva. —Temía que un día mi cuello se quebrase entre sus dientes y mi voluntad se deshiciese entre sus garras. Suspiré, lo peor de esta transgresión fue que lo conocía.

—Pensé que éramos amigos. —La frustración me cercenó la garganta—. Él confiaba en ti. —Una carcajada sarcástica fue su patética respuesta, la escarcha dentro de sus ojos me congeló el alma—. Yo también confiaba en ti. —Yo solía querer a esta persona, pensaba que él era diferente. Yo creía que él...

¿Qué?

¿Yo?

Ja.

No.

No, Eiji.

Solo no.

—¿Ash? ¿Confiar en mí? —Él negó, dejando que su espalda se apoyase en una de las grotescas paredes de la celda.

—Él creía en ti. —Otra risa fue pronunciada, sus dedos delinearon cada uno de sus dientes escritos sobre mi cuello. Apreté mis rodillas con impotencia. La atmósfera tenía aroma a azufre y descomposición.

—Él siempre me vio como un inferior. —Su burla se ahogó por el rencor. Él me agarró de la cintura para acomodarme contra el muro. La violencia de su amor había pintado una noche estrellada de Van Gogh en mi espalda—. Él es esa clase de basura. —No, no lo era.

—Tú eres esa clase de persona. —Aunque me había negado a beber líquido y me profesaba a punto de desfallecer, le escupí—. Una basura. —Una lánguida mueca fue su respuesta. Daba igual, me concebía como una muñeca de trapo usada, podía sentir a su saliva escurrir por mi nuca. Quería llorar.

—¿Ves? —Sus palmas acariciaron mis mejillas, no pude retroceder—. Fuiste lo que marcó esa diferencia. —Él no me permitió pedir una explicación, sumiso e inútil el terror me convirtió en un ovillo mientras él me tocaba—. Antes de conocerte él no era más que un asesino, ni siquiera parecía importarle su pandilla o dejar de ser la puta del viejo.

—Es mentira. —Agonicé en la crudeza de la realidad.

—Tú lo cambiaste. —Apoyé mi mano sobre su hombro, apartándolo—. Tú despertaste algo en él.

—¿Me estas echando la culpa de esto?

—Quiero que hagas eso conmigo. —Parpadeé, perplejo, mis preguntas no fueron más que una tos polvorienta. Tenía agujas en el corazón y sangre en lugar de lágrimas—. Quiero que me vuelvas más humano, tal como lo hiciste con él. —Esto debía ser una jodida broma, retrocedí, tenía el suéter empapado de sudor y mugre.

—No serás mejor que él solo por robarte a su amante.

—Tal vez no. —Él jugueteó alrededor de mi nuca—. Pero si lo pudiste salvar a él... —Sus palmas apretaron las mías con violencia, la sensación contra mis heridas fue áspera, casi sanguinaria—. Puedes hacerlo conmigo también. —Un desagradable burbujeo subió desde mi vientre hacia mi cordura. Mi mandíbula estaba trepidando, no veía bien.

—Estás loco. —Él no me soltó tras escuchar mi respuesta, solo se encogió de hombros.

—Él te trató como la mierda. —La tensión fue sofocante dentro de aquella habitación. Esto sería todo, moriría aquí y ahora—. Yo te puedo cuidar mejor. —Mantener pensamientos coherentes fue imposible al estar sumergido en el aislamiento y la locura—. Yo seré tu alfa. —No tenía miedo pero estaba tiritando, sabía que no estaba sucio, no obstante, fue repugnante cuando me besó la mejilla.

—Dijiste qué harías esto por mi bien. —La rigidez fue implacable—. ¿Dónde quedaron esas palabras? —No lucía desesperado, sin embargo, había comenzado a olvidar su sonrisa—. Arthur... —No estaba solo pero su alma no estaba conmigo.

—O aprendes a amarme o te prostituyes para Dino Golzine. —Apreté mis labios con fuerza, estaban resecos y quebrados, las mejillas me punzaron al estar famélico. Era carne y hueso—. Solo resígnate a convertirte en mi omega y podrás salir de aquí. —Era memorias y lamentos. No era Eiji Okumura sin Ash Lynx. No podía. No quería. Yo...

—No creo que pueda serte de utilidad si lo que buscas es un omega. —Un escalofrío me paralizó. Como si él hubiese estado esperando esas palabras, él me soltó, una relajada sonrisa pendió en la altanería. Temí. No supe la razón pero me sentí aterrado.

—Eiji... —Me juzgué usado cuando me llamó—. Banana fish es una potente droga alucinógena, lo sabes ¿verdad? —Me limité a asentir.

—Lo sé. —Mis piernas subieron hacia el colchón, me aferré a ellas, el estruendo de la mugre cayendo hacia una poza fue irreal.

—Ese vejestorio estuvo manipulando a los trabajadores de sus prostíbulos para que ellos asesinaran a quienes le estaban estorbando. —La noche que me infiltré al burdel me golpeó como un balde de agua fría. Abrí la mandíbula, dejando que el hálito escapara.

—¿Y los suicidios? —No hubo reacción humana, él solo estiró sus piernas sobre un charco de barro. Hipócrita.

—Las personas no pueden soportar el efecto, cuando se aniquila al objetivo el dolor es tan grande que no les queda más opción que matarse. —Sus huesos crujieron—. Pero Dino Golzine está trabajando en un nuevo derivado del banana fish que puede resolver nuestro pequeño problema. —Me sostuve la frente cuando me traté de mover. Estaba afiebrado. Con náuseas. Con hambre. Con ira. Con sed. Con temor. Era tanto que no era nada.

—¿Nuestro pequeño problema? —Él asintió.

—Que seas un beta ya no será importante. —No tuve la cordura suficiente para replicar, poco me importó ser descubierto. Ash—. La nueva droga potenciará tus genes especiales. —Su discurso fue una espesa neblina en mi mente, negué, confundido. Mareado. Moribundo.

—No comprendo. —No quería hacerlo.

—Es fácil. —Él se inclinó, el aire fue tan sofocante que tuve que sostenerme de la pared para evitar desfallecer—. Se potenciarán las características especiales de los géneros, lo que volverá a los alfas perfectas máquinas de asesinatos y a los omegas muñecas sexuales. —Aunque su boca se estaba moviendo yo estaba alejado de ese lugar. Era como mirar una escena extraña.

—Pero...

—Toda la agresividad de los alfas se verá intensificada hasta convertirlos en animales, lo mismo ocurrirá con los omegas, serán perfectos para el comercio. —Esto no estaba sucediendo. No. Esto no era real. Yo estaba durmiendo entre sus brazos, ¡sí! Aún estaba acurrucado con Ash—. Es un derivado que aún está en faceta de prueba, pero tiene alta probabilidad de funcionar. —Me sentía tan mal que había entendido la mitad.

—Eso no es. —Él no me dejó continuar al apoyar sus dedos contra mi boca, sabían a sangre y carne podrida.

—Esto te dará la posibilidad de convertirte en mi omega. —Su nariz se acomodó sobre mi cuello, me paralicé en el tacto. No. Esto no era verdad. No lo quería—. Siempre me pareció curioso que desprendieras un aroma tan agradable, es casi dulce. —Su aliento me quemó la piel.

—No puedes crear un útero de la nada. —Mi respiración se convirtió en un trémulo tartamudeo de aire.

—No lo sabremos hasta probarlo, si tienes genes recesivos de omega esa droga los potenciará para que te conviertas en uno completo. —Sus dedos se volvieron a acomodar sobre las hendiduras de mi nuca.

—Yo no. —No podía estar ocurriendo—. Por favor no. —Parpadeé, ido.

Pero qué película más larga nos habíamos quedado viendo, ya deberíamos encaminarnos hacia nuestro nuevo apartamento, tenía que decirle a Ibe que no podía regresar a Japón porque necesitaba quedarme a su lado. Mañana lo escucharía quejarse porque he preparado natto de desayuno en lugar de ensalada de camarones con aguacates. Al despertar le diría lo mucho que lo amaba y lo besaría como si fuese la última vez.

Porque así se sentía.

—Y si eso ocurre —¿Por qué se sentía de esa manera?—. Esta marca te convertirá en mi omega para siempre. —Y en ese momento lo comprendí—. Será divertido acompañarte en tu primer celo. —Reí, aunque no podía llorar tenía el rostro empapado de pena. Esto era real.

—Arthur. —La puerta se volvió a abrir, la luz del exterior fue cegadora, me tuve que cubrir el rostro con la palma para evitar desfallecer—. Es hora de la prueba de campo, sácalo. —La aflicción trazada en sus facciones me dio un presentimiento de mierda.

—No es necesario que él vaya. —Él se acomodó al frente mío. Sus feromonas inundaron con agresión la celda—. Él es mi pareja destinada, ya lo acordamos. —La figura de Dino Golzine se hizo presente en la habitación.

—Es necesario que vaya para que entienda su posición. —Una frívola sonrisa me fue regalada, la mandíbula de Arthur se tensó. Perdí el aire cuando él me volvió a mirar, aquel tormentoso azul era una oda para el pánico.

—Prometo que estarás bien. —Con esa mentira él me ayudó a levantarme para salir del cuarto.

Arthur se aferró a mi muñeca mientras cruzábamos un pasillo hermético, decenas de puertas iguales a mi celda se encontraban acomodadas en una infinidad de hileras, mis piernas se movieron con pesadumbre al ser la primera vez que las estiraba, los huesos me crujieron, los músculos me ardieron, contuve fiebre y mareo. Su palma se hallaba sudorosa, sus ojos me buscaron entre las luces artificiales y la putrefacción del olvido, nos detuvimos frente a la última habitación, el portón era imponente, golpes fundidos con gritos se escuchaban del otro lado. La saliva me pasó con dificultad. Con un gesto de mano Dino Golzine les pidió a sus hombres que acercasen a otro prisionero hacia donde nos encontrábamos. Perdí el aire tras reconocerlo. Un enfermizo color blanco había poseído su piel, él estaba delgado, su cabello era una maraña grisácea, sus labios carecían de lozanía, él no era un hombre, él era un cadáver. Un amargo mohín me fue obsequiado apenas me vio, huesos era lo que él tenía en lugar de clavícula, succión era lo que había reemplazado sus mejillas. Tan cruel.

—Yut... —Miré a Arthur, él presionó mi muñeca cuando un guardia se paró al frente de aquella gigantesca celda—. ¿Por qué está aquí? —El omega suspiró antes de acercarse.

—¿Recuerdas cuando le dije a tu novio que fuese más cuidadoso porque el clan Lee estaba sospechando? —Su voz estaba reseca.

—Lo recuerdo. —Él se acarició las ojeras, colérico.

—Mis hermanos me descubrieron y me entregaron a este bastardo sin pensarlo. —El aludido sonrió, sus brazos se acomodaron detrás de su espalda, su caminar fue petulante.

—Wang-Lung siempre ha sido un perro fiel. —El rencor envenenó a la luna—. Pero debemos enfocarnos a lo que vinimos. —La atmósfera cambió—. Como ya deben saber, estoy trabajando en una nueva droga cuyo objetivo es amplificar los rasgos más instintivos de cada género. —Arthur me hizo retroceder a sus espaldas, tenía una extraña sensación dentro del pecho. Sudé frío.

—Dijiste que Eiji no sería parte de esto. —Angustia—. ¡Dijiste que él no tendría que verlo! —Una asfixiante desolación.

—Es necesario que lo vean porque serán nuestros siguientes sujetos de prueba. —Sus manos se acomodaron encima del azabache—. El joven Lee será un éxito en mis prostíbulos una vez sometido a los efectos del B1.

—¡No lo toques! —Su atención se enfocó en mis luces, la expresión de Arthur fue un triste poema de impotencia.

—Una vez se compruebe que los betas pueden cambiar, te podrás quedar con él. —Con un gesto él indicó que abriesen la puerta—. Estoy ansioso por ver las reacciones de los otros géneros. —La mirada del omega escurrió rencor. No pude respirar.

—¿Otros? —Su pregunta fue escupida con desdén—. ¿Ya la has probado en alguien? —El portón se alzó para dejar a la vista una serie de barrotes mugrientos.

—Lo he hecho. —Me cubrí la boca, Yut-Lung Lee perdió el mundo en esa imagen—. En un alfa.

—Shorter...

Él no reaccionó.

Él se encontraba tan encorvado que se le había comenzado a marcar la columna vertebral, sus nudillos hallaban molidos de tanto golpear las paredes, él no podía mantenerse de pie, caminaba como un animal, espesos chorros de saliva escurrían entre sus dientes, carne y costras colgaban desde sus mejillas hasta su barbilla, espuma brotaba hacia el suelo, un gutural alarido escapó de lo más profundo de su garganta cuando nos vio, él comenzó a agitar los barrotes, sus ojos parecían idos, la pestilencia de sus feromonas fue insoportable. Él ya no era más una persona. No. El mentón de Yut-Lung Lee se vio empapado por una infinidad de lágrimas, él se apretó la boca contra su muñeca para contener una arcada, él cayó sobre sus rodillas. Parpadeé, yo ya me encontraba sobre las mías, reí. Esto no era verdad. Sus pupilas estaban rojas e hinchadas, él parecía completamente perdido, él mordió las barras hasta desencajarse la mandíbula. Me toqué la cara y comprendí la razón por la que la mirada me estaba ardiendo como si tuviese agujas clavadas. También estaba llorando.

Qué sueño más extraño.

¿Por qué no me despertaba Ash?

—Esta es una perfecta máquina asesina. —Yut-Lung Lee arremetió contra el guijarro del suelo, la fricción rompió su piel—. Esto es lo que hace la nueva versión de banana fish. —Odio fue todo lo que quedó.

—¡Lunático de mierda! —Dino Golzine sonrió con prepotencia cuando él se levantó para golpearlo—. ¡Acabaré contigo! ¡Juro que te mataré!

—¿Eso es lo que crees? —Uno de los guardias lo agarró de los cabellos para frenarlo, un quejido fue contenido entre dientes—. Métanlo a la celda.

—¡No! —Antes de que pudiese reaccionar Arthur ya me había frenado.

—Veamos qué tanto te dura esa determinación. —Me retorcí entre sus brazos, lo golpeé, lo traté de apartar, no obstante, era débil. Mi cuerpo no era más que pellejo y huesos.

—¡Yut! —El nombrado fue arrojado hacia la habitación—. ¡Yut! —No podía ser real.

¿Dónde estaba Ash?

—Regresaremos en un par de minutos para sacarte. —Me liberé para aferrarme a los barrotes de metal. No. No. ¡No! Esto no podía estar pasando, la atención de Shorter fue puesta sobre el más joven—. Aún tenemos que preparar la sorpresa para el beta. —Ni siquiera me importó, mis palmas se incrustaron en el óxido en vano, jalé con fuerza.

—Eiji, lo lamento. —Tiré y tiré, sin embargo, nada se movió—. Esto no debía ser así.

—Arthur, vámonos. —Él ni siquiera dudó en abandonarme otra vez. Cerré los ojos, tratando de mover aquellas barras. Por favor, él no.

—¡Shorter! ¡Reacciona! —Yut-Lung Lee se encontraba apoyado contra el hierro, su mano se entrelazó a la mía por los barrotes, los gruñidos del alfa fueron ininteligibles, su atención fue robada por esa fatídica belleza. Lo tiré con fuerza del brazo, me aferré a él como si mi vida dependiese de esto. ¡Su vida lo hacía!

—Eiji... —Él era todo lo que tenía en este lugar. No podía perderlo, nosotros hace poco estábamos riendo en un café. Nosotros...Lo miré, vacío, este era otro adiós, ¿verdad? Si lo era no lo quería—. Él no me hará nada. —No obstante, Shorter ya no era humano dentro de esa jaula. Apoyado en sus cuatro extremidades él se acercó, sostuve su muñeca con desesperación, él no cabía. Él no llegaba a mi lado. Estaba temblando.

—¡Shorter!, ¡Shorter!, ¡somos nosotros! —Sin embargo, él no vaciló. Él se arrastró como si fuese un depredador. De su boca escurría un espeso líquido blanco, sus pupilas lucían muertas—. ¿Qué puedo hacer? —Las palabras se habían convertido en alaridos. Este no era mi amigo—. ¿Qué hago? ¡Yut! —Este no era el Shorter Wong con quien solía carcajear.

Esto no era verdad.

—Él no me hará nada. —Sin importar que tan fuerte lo llamara o que tan violento golpeara los barrotes esto seguía pasando—. Solo mantén la calma. —No obstante, Shorter se abalanzó hacia el omega para arrojarlo con violencia contra el suelo.

—¡Maldición! —Él se acomodó sobre Yut-Lung Lee, saliva escarlata empapó su rostro, él sonrió, extendiendo una de sus manos para acariciar aquel opaco mohicano. No hubo reacción. El pecho me presionó de manera destructiva, me mareé en fiebre, sentí náuseas, me dejé caer frente a esa imagen, apreté mis párpados con fuerza, ya no tenía corazón.

Por favor, no más.

No más.

No...

—Shorter. —Él presionó el cuello del omega, sus colmillos se asomaron desde sus fauces, y...

—¿Qué? —Él se detuvo—. ¿C-Cómo? —Parpadeé, perplejo, me dejé ahogar en el piso frente a la celda, viendo como aquel agresivo semblante cambiaba a uno cariñoso, Shorter se restregó sobre el vientre de Yut-Lung Lee antes de dejarse caer. Su sonrisa fue una oda a la melancolía.

—Te lo dije. —Él se sentó sin moverlo de su regazo—. Aunque la droga amplifique sus instintos, un alfa no puede hacerle daño a su pareja destinada. —Él se recogió los cabellos para develar una mordida en su nuca por primera vez. Perdí la respiración en escarcha.

—Una marca. —Me sentí tan aliviado al observar aquella cicatriz. Sus dedos se enredaron en una infinidad púrpura, Shorter también parecía agotado—. ¿Cuándo pasó esto? —Pude respirar en aquel nauseabundo retazo de realidad. Me llevé la mano hacia el tórax, aún tenía un temeroso y tiritón palpitar en mi interior. Seguía vivo.

—Lo supimos apenas nos conocimos. —Sus cabellos se deslizaron desde su hombro hacia su espalda, su atención se enfocó en el alfa.

—¿Cuándo él aún trabajaba para tu familia? —La atmósfera era extraña.

—Sí. —Melancólica y fría—. Comenzamos una relación creyendo que estábamos enamorados y que estaríamos juntos por siempre. —La nariz del moreno se hundió en el suéter del omega, sus brazos lo rodearon con recelo. Esto no era instinto, no, no lo era—. Querer que me marcara fue natural, ni siquiera lo pensé. —Este era el poder de un vínculo destinado. Estaba demasiado mareado para saber lo que sentía. Estaba perdido.

—¿Por qué terminaron si se correspondían? —Sus movimientos cesaron.

—Porque él escogió a Ash Lynx sobre mí. —La ira floreció en la desesperanza, necesité tiempo para procesar lo que estaba ocurriendo en este lugar. Tiempo, qué curioso, cuando había pasado tanto, ¿verdad?—. Mi orgullo nunca lo pudo perdonar. —Un gruñido escapó de la garganta del alfa.

Shorter.

—¿El efecto de la droga es permanente?

—No lo sé. —Él se acarició el entrecejo, la preocupación había teñido la beldad—. Pero como cualquier droga debe generar algún grado de adicción y tolerancia. —Aunque preguntar era redundante.

—¿Lo que significa? —Yo no estaba pensando bien. Medio vivo. Medio muerto. Medio olvidado. Medio beta.

—Tenemos que salir pronto de aquí. —No existió vacilación en esa afirmación—. Y tenemos que evitar que le den más de esa mierda. —Su mirada fue un despecho ferviente a través del polvo y la descomposición—. A cualquiera de nosotros, no podemos arriesgarnos a tomar de más, hay que ser inteligentes. —Esto era real. Esto estaba sucediendo.

—Lo entiendo. —No había sabido nada de mi novio en días, en semanas, quizás en meses.

—Eiji. —Su tono me erizó el alma—. Sin importar lo que te hagan ahora. —Esas amatistas extintas me paralizaron la razón—. Sin importar en lo que te conviertan. —Mis dedos recorrieron las marcas en mi nuca—. Debes mantenerte fuerte. —No era más que un ovillo tembloroso en ese lugar. Me profesaba pequeño y frágil, temía no volverlo a ver.

Le dije que lo esperaría por siempre.

—Lo sé. —¿Ash me seguiría esperando donde acordamos?—. Tenemos que encontrar una forma de arreglar a Shorter. —Él se pondría triste si veía a su mejor amigo en ese estado, me apreté con fuerza el pecho, tirando de aquel suéter. Él se preocuparía si veía a Yut-Lung Lee tan flaco, él...Agua cayó hacia mis manos, el dolor me estaba asfixiando.

—No podemos hacer nada por el momento. —La verdad fue cruel—. Solo tener paciencia. —Pero habíamos estado esperando meses y seguíamos acá, me tiré el flequillo, desesperando, ¿acaso habíamos sido olvidados?

¿Quién le daría un beso en la frente por las mañanas? ¿Quién sostendría su mano cuando todo el mundo le diese la espalda? ¿Quién le cocinaría natto? ¿Quién le bajaría el ego cuando necesitase un golpe de realidad? ¿Quién lo abrazaría en medio de sus pesadillas? Mis lágrimas corrieron sin piedad hacia mi mentón, quemando todo a mi alrededor, tenía el corazón en pedazos, la boca me tembló para que solo escapasen aullidos de dolor.

¿Quién le diría todos los días lo mucho que lo amaba?

Él se pondría triste sino lo escuchaba.

—¿Realmente solo podemos esperar? —Y yo moriría de tristeza al no ser capaz de entregárselos. El más bajo asintió, con amargura y seriedad.

—Esperar hasta que aparezca alguna oportunidad. —El alfa se acurrucó en su regazo—. Necesitamos una brecha. —Esto se sentía tan mal. Pasos y un chirriar metálico se escucharon a través de la infinidad de pasillos, el aire estaba helado.

—Vivo con temor a despertar y que ya no estés a mi lado.

Perdón por romper nuestra promesa.

—Yut... —Los finales felices no eran reales—. ¿Crees que él esté bien? —Y el mañana en Japón se había convertido en un imposible. Tuve alguien a quien amé.

—Lo creo. —Tuve alguien con quien fui infinitamente feliz—. Eiji. —Dino Golzine y sus hombres regresaron a mi lado, una camilla los acompañaba.

—¿Si? —Tuve un alma gemela.

—Mantente fuerte. —Así que esto estaba bien.

—Tú igual. —Porque mientras Ash no fuese quien estuviese en esta celda no me importaba perecer.

—El tiempo se acabó. —Los guardias me levantaron del suelo para acomodarme sobre la camilla—. Es hora de la siguiente prueba. —La mueca de Arthur fue una despiadada traición. Solíamos ser amigos, sí, él solía ser importante—. Vamos. —No más.

Mis muñecas y mis tobillos fueron inmovilizados con correas de cuero contra una rígida estructura de metal, mi cabeza se acomodó sobre una roñosa almohada, lo único que pude hacer fue observar inerte las luces del techo y sentir el movimiento de las ruedas contra los pasillos. Un par de puertas fueron abiertas. Perdí la cuenta de las vueltas que dimos en aquel lugar. Tenía un mal presentimiento atorado en la garganta. Me concebí mareado y agotado, los ojos de Arthur fueron una tortura durante aquel trayecto. Mentiroso. Llegamos a un laboratorio, fui dejado bajo un intenso reflector, decenas de máquinas cuya función no conocía y vitrinas con muestras humanas me rodearon. Un hombre en una bata blanca había comenzado a preparar una inyección. Tomé aire, ya conocía el final. Cerré los ojos.

—Te amo.

Esto estaba bien.

Era yo.

No era él.

—El efecto de la droga se verá con la mantención de la marca. —La voz del doctor me martilló los tímpanos, no pude evitar temblar contra la camilla, me traté de calmar, no obstante, mis articulaciones estaban haciendo presión involuntaria contra las correas. Tenía miedo. No, no lo tenía. Calma.

—¿Lo escuchaste? —Su pregunta fue altanera, él me acarició el flequillo con una escalofriante suavidad—. Si en un par de semanas la mordida de Arthur sigue en tu nuca es porque te has convertido en su omega. —Quise vomitar, no obstante, había olvidado mi última comida. Ácido me destrozó la tráquea, mi piel fue cubierta por una gélida capa de miedo.

—¿Y si no tiene genes de omega? —No fue necesario abrir los párpados para saber que Dino Golzine estaba sonriendo.

—Puede ir a trabajar con su amigo a un burdel. —Como si fuese algún consuelo Arthur me dio la mano, negué, esto era una maldita mierda. Abrí los ojos—. Ya no te sientes tan valiente, ¿no es así? —Claro que no lo hacía, esto era una jodida tortura. Estaba agotado, mi estómago se había comenzado a devorar, me mareaba apenas caminaba, había llorado hasta quedarme sin lágrimas. ¿Valor? Que broma.

—Sin importar lo que me hagas a mí. —Pero pasara lo que pasara, me hicieran lo que me hicieran—. No lo tienes a él. —Él estaba a salvo. Sonreí, por eso esto estaba bien. Su entrecejo se tensó con violencia, la luz les dio una apariencia enfermiza.

—Me desafías hasta en estos momentos. —Una intravenosa atravesó mis venas, me encogí bajo el filo y el temor—. Supongo que por esa razón le gustaste. —Mareado. Perdido. Olvidado. Asfixiado. Medio muerto. No pude ver más. No pude sentir. Solo. Mi cabeza cayó sobre la almohada.

—No te preocupes Eiji. —Un espeso líquido fue conectado del otro lado. La voz de Arthur se perdió en un eco lejano—. Yo estaré aquí cuando todo esto se acabe. —Imposible fue describir tan dolorosa sensación.

—Ash... —Fue como si miles de agujas se incrustaran en mi sangre para destrozarme desde el interior, las extremidades se me hincharon ante lo bruscos que fueron mis movimientos contra la camilla, el corazón me sangró, se me estaba escurriendo la vida. Estaba agonizando, porque no tenía sentido seguir sin él.

—El proceso ya ha comenzado. —Presioné mis párpados con fuerza, no podía articular ni siquiera mi respiración, mis dientes chirriaron, forcé mi mandíbula hasta que supo a óxido. Estaba bien. Lágrimas secas se me amontonaron en las mejillas.

—Nos vemos del otro lado. —Esto estaba bien.

Ash...

Gracioso ¿verdad? Eras mucho más grande, inteligente y fuerte que yo, pero siempre sentí que debía protegerte. Me pregunto de qué quería protegerte, creo que del destino. El destino que intentaba alejarte llevándote a la deriva, cada vez más lejos de mí. Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía volver atrás, y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino. No estás solo, Ash. Estoy a tu lado.

Y tú estás conmigo.

Sin importar lo que ocurra.

Mi alma siempre estará contigo. 

¿Qué es esta trama que no se entiende? Nunca estoy segura de haber dejado las cosas claras, así que aquí vamos otra vez.

Las personas en este universo tienen genes dominantes y recesivos, lo que hace esta droga es amplificar los genes más raros que sería los de alfa y omega, como Eiji es beta, tiene la posibilidad de tener tanto gen de alfa como de omega en el recesivo, pero como el beta es el dominante no se manifiesta hasta que le inyectan esa cosa. Quizás lo es. Quizás no. Se sabrá más adelante. Pero en el siguiente capítulo iremos con Ash.

Muchas gracias a quien se tomo el tiempo para leer.

¡Cuídense! 

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