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Huellas en la arena

Mientras imitaba sus movimientos, se le hizo más fácil sacudir la espada. Sin embargo, Taehyung lo esquivó hábilmente una y otra vez hasta que pareció que en definitiva no importara lo mucho que lo intentara. Era invencible.

Un paso.  

Dos pasos.

Tres y así sucesivamente.

Las piernas de Jungkook avanzaron tanto que Taehyung parecía no tener más remedio que sonreír ante la derrota.

—Como me lo esperaba.

—¿Como te lo esperabas?

—Has mejorado muy rápido. Incluso parece que lograste aprender mis movimientos.

—¿Sí?

—Así es. Para la próxima vez, solo muévete más rápido, sigue el tiempo y ataca libremente desde la izquierda y la derecha. No me dejes leer cuáles serán tus próximos movimientos.

—Ah. —Jungkook terminó con la punta de su espada en la garganta de Taehyung.

—Perfecto, me siento orgulloso, dulce Omega.

Taehyung decía que Jungkook era dulce, pero ante sus ojos de asombro, la espada volteó y golpeó el escudo del gladiador hasta aventarlo contra el suelo. Fue tanto así que su arma salió volando hasta el otro extremo.

—Nada mal, Aunque aún te queda un largo camino por recorrer. —Felicitó mientras se ponía de pie con una sonrisa en los labios.

—¿Puedes enseñarme ya esas técnicas para matar gente?

—Ese tipo de cosas... Ya te lo dije. No las necesitas, eres el elegido por los Dioses después de todo. —Dijo Taehyung casi de inmediato. Jungkook frunció el ceño.

Se decía que un Faraón era escogido por el cielo así que seguramente no necesitaba matar a nadie porque el camino se abriría ante él para lograr que se convirtiera en el elegido. Pero, aún así no le agradaba la idea de tener que depender de alguien más para defenderse. —Creo que lo necesito para cuando llegue el momento de ver a mi hermano en persona.

—Si los Dioses te guían, entonces no necesitas pelear. Además, tienes la ayuda del ejército romano. —Taehyung puso su espada de nuevo en su cadera, acomodó su cabello para atrás y se acercó a Jungkook para extender la mano en dirección a la suya. —Pero si hay algo que me gustaría decirte al respecto.

—¿Qué cosa?

—¿Por qué no vives como mi esposo?

—¿Tu esposo? —Jungkook miró a Taehyung a la cara. —No creo que sea posible para el bienestar de nuestros reinos.

—Bueno, no quiero ser el esposo del Faraón del Reino de Egipto. Quiero ser el esposo de Jungkook, me gustaría que pudiéramos vivir, recorriendo el mundo como simples seres humanos.

—¿... Quieres algo como eso, conmigo? —Preguntó, mirándolo directamente a la cara con sorpresa, Taehyung hizo exactamente lo mismo con él. Su cabello rubio brillaba intensamente a la luz del sol y el calor abrasador que caía sin piedad sobre las ruinas, que grababan sus sombras superpuestas en el suelo y cada vez que soplaba el viento y la ropa de ambos  comenzaba a moverse, su reflejo también parecía  haberse puesto a parpadear.

—Por supuesto que quiero estar contigo. Solo tú y yo, sin nadie más, después de todo llevas mi marca en tu hermoso cuello.

—Taehyung...

—No deseo que tomes venganza de tu hermano y no es mi intención completar mi misión. Que se joda todo eso. Solamente... Quiero que seamos un par de humanos libres, viviendo solos en un mundo donde no haya nada más que nosotros y nuestra pequeña familia. —Con el brazo en la espalda de Jungkook, se acercó tanto que parecía estar a punto de besarlo. —También olvídate de los Dioses. Está claro que su plan para tí es una basura.

Un aroma a cítricos comenzó a salir de la piel de Jungkook, era un olor igual al de una naranja. Además de eso, comenzó a sentir la manera exacta en la que empezaba a empaparse entre las piernas y como su corazón pareció doler dulcemente. Pero a estás alturas, ya no era un secreto para él que ese hombre lo ponía en celo, tampoco que le atraía en demasía. Por eso se llenaba de felicidad cuando le decía que lo amaba y que quería estar con él para siempre.

Únicamente los dos en un lugar en el que no fueran un gladiador o un Faraón. Nunca había amado a nadie. Nunca había sido amado y tampoco pensó que fuera necesario.
Nacido como el sucesor del Faraón, se enorgullecía demasiado de tener un género especial llamado Omega y de que, para gobernar el gran Reino de Egipto, tuviera que tomar a un Alfa como su esposo y tener un hijo con él. Es decir, le parecia que simplemente era su destino. No tenía ninguna duda al respecto, pensó que su misión de vida era algo bastante maravilloso y de repente, a últimas fechas resultó que había comenzado a sentirse solo.
Comenzó a sentir que nadie lo entendía, que nadie lo amaba y que no había nada más que su pueblo para él.

Porque era un Faraón elegido por la Diosa Isis, era su hijo reencarnado, así que era su deber obedecer, pero...

¿Qué pasaría si pudiera vivir en el fin del mundo solo con este hombre? Trató de visualizar un futuro así, pero nada le vino a la mente. No pudo ver lo que pasaría porque no tuvo ninguna visión. Un Faraón Omega perdía su poder antes de su ascensión al trono cuando amaba a alguien más. Por ejemplo, cuando el objeto de su amor, cambiaba al quedar  embarazado y comenzaba a esperar con ansias la llegada de su bebé. Después de todo, se decía que cuando un Faraón quería a alguien, más que a su reino, aunque fuera su propio hijo, automáticamente perdía su poder y él se enamoró de ese hombre, así que era lógico pensar que sus visiones desaparecerían y perdería su poder.

Sin embargo, el desconcierto de Jungkook debió haber sido transmitido a Taehyung, a través del lazo, porque su mano tembló mientras tomaba la suya.

—Está bien... No te preocupes. Sé que es solo un sueño así que no estoy esperando nada de ti. Además, me enamoré porque estás tratando de vivir una vida extremadamente noble como Faraón. Me gusta como eres y no quiero cambiarte.

—Taehyung…

—Nadie puede arrebatarle, un gran gobernante al reino de Egipto. Ni siquiera yo.

—No es eso...

—Eres una persona maravillosa. Me enseñaste la preciosidad del amor en una vida que estaba llena solo de... Emociones negativas de lucha y vacío. —Taehyung intentaba consolarlo con sus palabras, pero él podía decir exactamente lo mismo de Taehyung. Ese hombre le enseñó lo que era el amor y que podía llegar a tener sentimientos mundanos y terrenales en su vida. En lugar de responder a sus palabras de consuelo, agarró su mano con fuerza.

—Pero no importa cuáles sean las circunstancias, no importa cuál sea la relación que tengamos tú y yo. Te juro que estaré a tu lado. Dedicaré mi vida a ti, aunque borres nuestro lazo, aunque te entregues a otro Alfa en matrimonio, aunque vayas a parir los hijos de otro hombre, yo seguiré a tu lado para cuidarte.

—Taehyung... —Jungkook presionó sus labios en sus dedos —Va a ser muy difícil para mi tener a Lord Galba como mi compañero. Pero si es necesario para que pueda vivir como un Faraón del Reino de Egipto, entonces puedo hacerlo. No hay nadie en Roma que sea más poderoso que Lord Galba y no tengo más remedio que aceptar. No es por mi. Tampoco es porque no te ame, es por el bien de mi pueblo.

—Nunca he tenido nada más que sentimientos de venganza en mi corazón, pero ahora siento amor también y si puedo vivir con el objetivo de cuidarte, entonces voy a ser muy feliz. —Los brazos de Taehyung sujetaron los hombros de Jungkook y luego, pareció que su rostro se acercaba suavemente al suyo. —Ya te lo dije. No tienes idea de lo mucho que te amo. —Pero después de mirar a Jungkook con una mirada terriblemente triste, levantó la cabeza alejándose y observó a su alrededor.

—Es el enemigo.

—¿El enemigo?

La trompeta sonó desde la orilla del mar, debajo de la colina. Era el ruido de un cuerno que significaba un asalto enemigo.

—Príncipe, tenemos que regresar de una vez.

—¿Qué pasó?

Agarrandolo por el brazo, Taehyung se dirigió al campamento que habían construido en el malecón. Aparentemente eso significaba que el enemigo iba a aparecer en cualquier momento.

¿Eran Junghyung y el ejército Libio?

Cuando llegaron a la carpa, entonces descubrieron que los soldados ya se estaban preparando para pelear.

—¡Taehyung, estamos en problemas! —Gritó un soldado con armadura.

—¿Qué pasa?

—¡La unidad de élite fue atacada por soldados Libios!

Mientras jadeaba pesadamente, el soldado, dejó caer sus rodillas frente a él y comenzó a darle los informes pertinentes.

—... El príncipe Junghyung está destruyendo las aldeas a lo largo de la frontera, una tras otra.

—¿Una tras otra? ¿En dónde?

—Está atacando a todos, señor, incluso a su propia gente. Destruyó varios lugares del Reino de Egipto.

—¿... Egipto? —Jungkook se puso pálido. Pensó "Tengo que derrotar a Junghyung lo antes posible". Y "Tengo que evitar que siga haciendo esto." Eran sentimientos tan fuertes que tuvo que sujetarse el pecho para no gritarlos.

—Reúne a los soldados. Atacaremos tambien.

El soldado asintió, le dio a Taehyung lo que tenía en la mano y se fue junto con los otros.

...

Después de revisar el paquetito que le entregó, Taehyung suspiró, se acercó a Jungkook con una expresión inusualmente solemne y extendió los dedos junto a los suyos.

—Esto es lo que me dio.

Y le mostró algunas hierbas.

—... Es un supresor de celo.
Te va a hacer mucha falta.

Mientras el barco estaba amarrado en el puerto y esperaban un cambio en la condición del viento, Taehyung envió docenas de tropas de élite para explorar la frontera. Allí encontraron hierbas medicinales y a Junghyung y a los soldados del ejército de Libia atacando pequeños poblados.

—El ejército de Libia se ha enterado de que nuestra flota está aquí y parece estar preparándose para venir por nosotros. Esta noche habrá una batalla a gran escala.

—Dios...

Taehyung se arrodilló y tomó la mano de Jungkook —¿Qué quieres hacer? Todavía podemos escapar y vivir en un mundo solo de nosotros dos.

...

—Escápate al fin del mundo conmigo, o vive como un Faraón con el cónsul Galba como compañero. Es la última oportunidad que tienes para decidir.

Jungkook cerró los párpados. ¡Que feliz sería si pudiera tomar esta mano y aceptar vivir a su lado como un humano real! Pero entonces, Junghyung se iba a convertir en Faraón y ¿Qué pasaría con el Reino de Egipto cuando un hombre que atacaba a su propio pueblo y les robaba, los gobernara? A este ritmo, Egipto se convertiría en un estado absorbido por Libia y sería completamente destruido.

Taehyung soltó la mano de Jungkook como si entendiera su silencio.

—Esa es tu respuesta. Ser un Faraón es mi destino. —Dijo Jungkook en voz baja, apartando la mirada de la de Taehyung. —Voy a romper nuestra unión ahora.

—Príncipe Jungkook...

—Te quiero muchísimo. Te he llegado a amar como no tienes idea. Pero... Si tomo tu mano no voy a poder hacer nada por mi gente. Soy el Faraón de la Diosa Isis. No puedo hacer eso. —Le respondió, pero ya no sentía el dulce calor en su pecho como el que experimentó cuando lo marcó. Lo único que sentía en su interior, era una desesperación impresionante. No había nada allí más que ardor y ni siquiera eso podía compararse a lo que tenía en el pecho.

—Ah... Lo siento.

¿Por qué le estaba doliendo tanto el pecho? ¿Por qué estaba sintiéndose tan solo otra vez y por qué demonios estaba llorando? Jungkook estaba sujetando el brazo de Taehyung, quien se aferraba a su pecho como si tuviera miedo de dejarlo ir y es que ¿Rechazarlo fue lo correcto? ¿Era esta la respuesta que tenía que darle a los Dioses? No lo sabía, pero cuando sus labios lo tocaron, imágenes del futuro, que no había visto en días, pasaron por la mente de Jungkook otra vez: Sentado en lo que parecía un antiguo anfiteatro, el hombre que previamente había coronado a Taehyung con una corona de laurel, sostenía a un bebito rubio entre sus brazos como para examinar su cara y después de bajar al niño y acariciar su frente, Galba besó la cabeza de Jungkook y le dijo "Está bien."

Pero en el momento en que ese pensamiento llegó a los ojos de Jungkook, grandes gotas de lágrimas cayeron más y más y más por sus mejillas. “(Ese es mi futuro...)”

Iba a tomar al cónsul Galba como su compañero y a dar a luz a su hijo. El hecho de que pudiera ver tal imagen era porque se trataba de un futuro que sucedería a partir de ahora y del que no podía huir y sabiendo esto, su pecho no pareció dejar de subir y de bajar en grandes sollozos.

—... Mi amor, mi dulce Omega.

—No pelees contra el ejército libio.

—¿Qué quieres decir?

Convencido de lo que pasaría a continuación, Jungkook le ordenó a Taehyung que dejara de luchar.
A este ritmo, Junghyung sería derrotado por el ejército romano y eso solo significaría que el Reino de Egipto perdería muchos más de los hombres que él necesitaba.

—Voy a negociar con mi gemelo.

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Jungkook  no quería que el amado reino de su madre se convirtiera en un estado vasallo de Roma. Incluso si hacía de Galba su compañero, comprendió que el poder real estaria en sus manos únicamente. Su existencia debía mantenerse como la del representante de una gran nación. Un hombre leal a lo que era.

—Espera, no puedes negociar. Ellos quieren asesinar, no escuchar. —Intervino Taehyung. Sin embargo, sabía que tenían que encontrar una solución antes de que llegara el cónsul Galba.

—Te dije que tenía la protección de la Diosa, así que estaré bien. —Estaba convencido. El iba a vivir como Faraón y daría a luz al hijo del cónsul Galba.

—No puedo desobedecer las órdenes de Galba solo para ir a negociar. Debemos atacar.

—¿Órdenes? ¿Las de atacar Egipto? —Jungkook frunció el ceño.

—¡Eso es lo que significa una guerra! Tenemos que esperar su llegada y marchar de regreso por el Nilo para destruir el gobierno de tu hermano. Esa es la orden. No puedes ir para allá por tu cuenta solo porque decidiste ser un pacifista a último momento.

—Eso no tiene nada que ver conmigo, no voy a derramar la sangre de mi pueblo en ninguna guerra.

—Jungkook...

—No soy un hombre bajo las órdenes de Galba. Soy el Faraón de Egipto. —Dijo Jungkook con firmeza.
—Haré las cosas a mi manera.

—No tienes autoridad para eso estando aquí.

—No escucharé las órdenes de Galba, y no apruebo su estrategia. Tú y yo estamos en diferentes bandos al parecer. Estoy aquí por el bien del Reino de Egipto, quiero la paz con los países vecinos. No solo con Roma, sino también con Libia, Siria y Numidia. Todavía haré al cónsul Galba mi esposo como condición para la paz. Le daré el estatus de esposo del Faraón. ¿No es ese el más alto honor? ¿¡Qué más quiere!?

—¡No entiendes lo peligroso que es él!

—Lo entiendo. A menudo escucho historias horribles por todos lados y he visto la muerte en persona. Es por eso que me niego a dejar que mi nación sea gobernada por un país extranjero. El Reino de Egipto es un país que solo  depende de mí, su Faraón, para gobernarlo.

—¿Eso significa que intentas dejar de lado a Roma? —La voz baja y distorsionada de Taehyung hizo eco en la tienda.

—No. Solo estoy diciendo que esto es algo que puedo manejar. Con la muerte del Faraón anterior, solo nosotros, los gemelos Egipcios, permanecemos para ejercer el poder. Todos están desesperados por tener nuestras riquezas y nuestras tierras pero para mí es diferente. Acepto que nosotros necesitamos aliados para subsistir, es por eso que no pelearé con ninguno de ellos. Haré un pacto de no agresión y protegeré mi país y la casa de mi madre. —Jungkook sonrió dulcemente.

—¿Crees que es tan fácil? ¿Participarás en una negociación de paz con Libia incluso si es un país que ha apoyado a Junghyung todo este tiempo? Para nada. No dejaré que interfieras en los asuntos internos del Reino de Egipto y te pongas en peligro, mientras tengas esa marca, yo sigo siendo tu Alfa.

—Déjame hacerlo.

—Lord Galba podría atacarte.

—Prepararé otra carta. Explicaré que no iremos a la guerra con Libia y que a cambio de eso, me casaré con él.

—Libia es una amenaza para Roma.

—No digo que no luchemos contra Libia a su debido tiempo. Solo digo que... No ahora. No, si el destino es la destrucción de todo Egipto.

—Jungkook....

—Primero haré las paces con Libia y arrestaré a Junghyung después. Lo voy a conseguir tarde o temprano, también voy a expulsar a los soldados libios del Reino de Egipto y después de que el funeral del predecesor, que ha sido suspendido, se lleve a cabo hasta el final, tendremos los funerales de los altos funcionarios y tomaré al cónsul Galba como mi esposo. Si eso sucede, la guerra que tendremos no afectará a mi país, porque será su deber protegerlo al ser el hogar de su futuro hijo. —Mirando a Taehyung con un rostro sombrío, Jungkook sonrió de una manera que parecía notablemente hechizante.

Ese hombre era el subordinado y sobrino de su futuro esposo. Lo amaba como no tenía idea pero, justo ahora que había decidido vivir como Faraón, no podía tomar su mano y no podía darle la familia que tanto quería. Entonces se dio cuenta de que el vínculo que había existido hasta ayer entre los dos, debía desaparecer.

Ahora sus sentimientos, eran como huellas talladas en el desierto. Cosas efímeras que se enterraban en la arena y desaparecían con la más mínima brisa. Si se daba la vuelta, iban a borrarse fácilmente porque, ahora, no tenía caso estar atado a él.

Huellas en la arena...

Esa había sido su relación, algo que inevitablemente se borraría.

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