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¿Quién iba a pensarlo?

Capítulo 67

—¿Por qué los trajiste? —Le recriminó Fierce a Luna que, desde que habían tenido aquel encuentro, se había apegado a uno de los entes demoniacos que habían visto. 

Él, llevaba a dos de los chicos sobre sus hombros, lo que hablaba de su fuerza, mientras Iris, a duras pena podía cargar al más pequeño de ellos.  Luna parecía aturdida con todo lo que estaba pasando.

—No llegaremos muy lejos con ellos de carga —soltó finalmente Iris, soltando el cuerpo del niño a un lado. Estaba sudada y jadeando por el esfuerzo. 

Fierce soltó los dos cuerpos a un lado también, y se acercó amenazantemente hacia Luna. Me vas a decir que es lo que te tares con ese muchacho o te lo arrancaré de los brazos y lo mataré aquí mismo. Él es el enemigo. 

—¡Fierce! —gritó finalmente Iris, encolerizada—, no ves que la estás asustando. 

Luna se había sentado en el suelo, y apretó el cuerpo de aquel chico más hacia ella. Iba a protegerlo de quien fuera, incluso si tenía que hacerlo de Fierce. Pero ¿por qué? porque hacía aquello y por qué se sentía así. El olor que el chico desprendía era la del mismismo mar, estaba segura. 

Fierce pareció entender su posición ene se momento, pero de igual forma cruzó los brazos enojado. Se suponía que solo debían ir a Fairyhow, hablar con las ninfas y esperar que todo saliera bien, no que debían involucrarse en asuntos ajenos a los de ellos. ¿Acaso ya no tenían suficientes problemas? 

—Iris, esta puede ser una misión sencilla si los dejamos a todos ellos acá —suspiró—, cada persona debería aprender a resolver sus propios asuntos. No somos héroes, somo personas resolviendo nuestros propios problemas —enfatizó Fierce, ahora con una mano en la sien, como si estuviera pasando por un dolor de cabeza. 

Iris le ignoró. Pero lo hizo porque sabía que tenía razón, pero no quería dársela tampoco. Se acercó a Luna, la chica incluso se puso recelosa con ella. Se agachó y le preguntó: 

—Dime ¿qué es lo que sucede? —le preguntó con amabilidad—. No podemos ayudarte si no entendemos lo qué está pasando.

—YO no lo sé —dijo ella temblando, casi con ganas de llorar—, nunca me había sentido así por alguien... yo... solo sé que no puedo dejarle ir y que no pueden hacerle daño o yo...

—¡Fierce! —gritó Iris, señalando la abertura que Luna había dejado cuando comenzó hablar. 

Fierce corrió hacia ella, preparado para cortarle el cuello a Luna si le había hecho algo a Iris, pero a menos de un metro de distancia lo vio: allí en el pecho de Luna, una hermosa rosa. Luna se dio cuenta hacia donde miraban, y por primera vez notó lo que llevaba en su pecho. 

—¿Esto qué es? —Preguntó. 

Iris se abrió un poco las ropas y le mostró su propia rosa incrustada. 

—Ese es el sello de cuando te has encontrado a tu alma gemela... Ustedes dos son Clymuwaedes, por eso es que te sientes así...

—¿Clymu... qué?

—Clymuwaed —volvió a decir Iris, con una sonrisa— es un regalo precioso y único el que has hallado. 

—Pero es un demonio —dijo Fierce, sin poder creerlo.

—Semidemonio —corrigió Luna—, puedo sentir su parte demoniaca y su parte humana al mismo tiempo. No sé cómo, pero lo sé.  

—Cuando esa rosa aparece en el pecho, parece que nos hace uno con la otra persona, yo sé siempre cómo se siente Fierce y, a veces, incluso sé lo que piensa —dijo Iris, mirando a su hombre. 

—Es cierto —dijo Fierce, al ver que Luna quería confirmar lo que ella le decía—, pero ¿cómo sabremos que no va  a traicionarnos?

—No es su culpa —dijo Luna—, según siento y entiendo, la parte demoniaca de él, actúa independiente a lo que su parte humana quiere. Además, noto una presencia constante que no es suya. Él... él está siendo controlado, me parece y yo quiero...

—No tienes que decir nada —dijo Iris—, pero Fierce tiene razón, por ahora, sería bueno que lo mantuvieras dormido...

—¿Y qué haremos con estos chicos? —Preguntó Fierce, sabiendo que no podían seguir andando así. 

Iris los miró, y le fue imposible no pensar en Asahi cuando tuviera esa edad. Ella misma daría su vida porque alguien les ayudara si se encontraba en una situación como aquella. 

—¿Cuánto tiempo llevabámos caminando? —Preguntó ella.

—Almenos, unas dos horas —dijo Fierce, mirando el agonizante sol rojizo por encima de ellos. 

—No ha sido suficiente tiempo para alejarnos de esa región demoniaca. Otros demonios podrían venir por ellos si les dejamos aquí —respondió Iris. 

Desde que Iris y Fierce habían salido del reino Carbón hasta la aldea Rojiña, habían pasado muchos días. Y desde que se habían quedado y salido de allí, hasta el punto en el que se encontraban habían pasado casi un mes, pues como sabrán, los viajes en aquella época no era como los de ahora, recorrer un par de kilómetros podría ser toda una odisea. Justo como la que estaban llevando en aquel momento. 

No obstante, como en esa vida lo bueno parecía durar poco, los chicos se alarmaron cuando escucharon, caballos, tropas, y carretas. A los tres, se les fueron los colores del rostro y, por un momento desearon estar durmiendo como los hacían los otros cuatro. Luna e iris se pusieron de pie en un movimiento rápido. Iris corrió para cargar al chico pequeño, mientras Fierce hacía el esfuerzo de cargar a los otros dos. 

Comenzaron a correr, entre jadeos, esfuerzos y deseos de supervivencia. Y más de una vez, Iris llegó a pensar en soltar al chico, pero recordaba a Asahi y lo comparaba, y sacaba fuerzas de donde no podía. Lo peor, es que cada paso quedaban, sentían a los jinetes respirándoles la nuca. Y no fue cuando intentaron internalizarse al bosque de nuevo, cuando se dieron cuenta que las tropas les habían visto. 

Aceleraron el paso pero, no tomaron en cuenta que al salir fuera del camino e intentar ir por el bosque, había sido un error, pues el terreno era más escarpado y difícil, lleno de raíces altas, piedras y hojas que ocultaban otras cosas. Y por difícil que podía parecer, el primero en tropezar con una delas raíces fue Fierce. 

—¡Me lleva el Nihilismo! —gritó frustrado.

Luna e Iris se detuvieron por ese motivo, y antes de que pudieran hacer más, y cuando Fierce se levantó de nuevo, se vieron rodeados por caballeros, todos hombres a caballo. Unos llevaban armaduras oscuras, y otros de hierro. Sin embargo, aunque no reconocieron uno de los escudos impresos en las banderas reales de los que llevaban la armadura de hierro, sintieron alivio cuando vieron el símbolo en los banderines reales de los que llevaban la armadura oscura. Eran del reino Carbón.

Unos minutos más tardes, Donny estaba apareciendo entre las filas que se abrían paso, y con él estaban Cristal y Mina, y otro hombre que por sus vestiduras, se trataba de otro rey.

por reacción lógica, Iris comenzó a llorar. Al segundo, Luna también lo empezó hacer. Todos se miraron al rostro, y vieron a Fierce, buscando alguna explicación de porque esas mujeres sestaban llorando.   

—Ha sido un largo día —respondió Fierce, jadeando. 

—¿Qué hacen con esos chicos del reino Oro? —La voz que surgió, era del otro rey que no conocían. 

—Los hemos rescatados de los infernales que han tomado el reino Esmeralda —contestó Fierce, intentando indagar quién era. 

—¿Cómo sabes que son del reino Oro? —Preguntó Donny, extrañado. 

—Mira la armadura del chico, y sus armas, nadie que no fuera de ese lugar, sería tan presumido.

—Fierce e Iris, les presento al rey Graber, nuestro aliado en esta guerra —dijo finalmente Donny, señalando al hombre.  

Iris, ya más calmada y Fierce, hicieron una reverencia, ambos diciendo "majestad". Luna parecía perdida con todo lo que estaba ocurriendo. 

—Rey Graber, Fierce es un antiguo caballero, general del difunto reino Esmeralda en el mandato del rey Clisius... y nuestra hermosa Iris, es la reina legitima de Fairyhow...

Graber abrió los ojos como platos, y se acercó a Iris, inclinándose como todo un caballero. 

—Un placer conocerla, majestad —dijo él, dándole la misma honra que ella le había dado a él, ante su reverencia. 

—El placer es nuestro que nos han aliviado este agobio —dijo ella. 

Mina se acercó a Donny, y susurró algo al oído de este. 

—¿Por qué llevan con ustedes a seres particularmente extraños? —Preguntó Donny, señalando a Luna y a Azazel —aunque ninguno de ellos supiera el nombre de este último—. Una sirena y un demonio.

—Semidemonio —corrigió Luna, con la voz alzada. 

—Mejor te contamos en el camino —señaló Iris.

Donny miró a Cristal, y esta asintió, confirmando la decisión de llevarles. 

Para esa oportunidad, vieron una de las maravillas tecnológicas del reino Carbón: si bien la carreta que llevaban parecía ser una común y corriente, gracias a la intervención reciente, Donny dio una demostración en la que la carreta que le transportaba se triplicó tres veces, y en vez de llevar cuatro ruedas, llevaba seis. Por supuesto, tuvieron que añadir más caballos para impulsarla, pero ahora, incluyendo el rey Graber podían ir en ella sin el problema de tener que golpearse los hombros con otros. Además, era necesario para ese momento, que fueran todos juntos para poder recibir la historia que Fierce e Iris debían contar. 

Naturalmente, ponerse al día todos ellos, fue un asunto que llevó un par de horas. Lo bueno, es que ahora nadie estaba cargando el peso de llevar cuerpos cargados mientras iban a pie, por lo que fue un alivio total para Iris, Luna y Fierce. Gracia a Mina, con sus poderes mágicos, no solo se quedaron relatando historias, sino que pudieron depositar sus recuerdos en una esfera mágica, la cual proyectó las escenas vividas, para dar fe y garantía de lo que se decía.  No era que no creyesen en ellos, es que era necesario que Graber sintiera confianza en ellos, como Donny y los demás lo hacían.

Pero como los destinos de Fierce, Luna e Iris eran diferentes a los de Donny, Cristal, Mina y Graber, el viaje llegó a su punto final cuando ya había caído la noche. 

—Dejen que llevemos los chicos por ustedes —dijo Donny, refiriéndose a los tres niños que habían rescatado de la mano de los demonios. 

—Se los agradecería —dijo Iris, con una amplia sonrisa—, y por favor, denle un buen sermón al que envió niños a luchar contra esas cosas. No tienen ni idea del poder que ocntiene ese lugar, nunca había sentido algo tan escalofriante.

—Todavía estando en este punto —agregó Mina—, puedo sentir el terrible poder maligno de la criatura que allí reside.  

—¿Y qué harán con el semidemonio? —Preguntó Donny. 

—Es su Clymuwaed —contestó Fierce—, no podemos hacer nada más que llevarlo con nosotros.

Todos se miraron a la cara. Graber llevaba una expresión de no entender la referencia, pero Cristal le aseguró que luego le explicarían. 

Dejando entonces en el camino a Iris, Luna, Fierce y al semidemonio Azazel, aquellos siguieron su camino al reino Oro. Sin saber que las cosas se complicarían todavía más. 

 ***

Al medio día del día siguiente, fue que Donny y el resto habían llegado a las puertas del reino Oro. Desde que se habían topado con los terrenos del reino, Graber no dejó de soltar improperios y de enfatizar lo arrogantes que estos eran. Al principio creyeron que era exagerado, solo por ver como los árboles estaba adornados con oro, así como el camino que, en las piedras, habían incrustaciones brillantes que parecían haber sido mezclado con oro en polvo. Sin embargo, cuando llegaron a la entrada de este, se dieron cuenta que Graber tenía razón. 

La entrada, los muros, las edificaciones desde una punta a la otra punta, y el enorme castillo real, estaban hecho de Oro macizo. Pese a que se hallaba un sol moribundo, los finos rayos rojizos de este al entrar en contacto con el reino, emitía una luz brillante anaranjada, parecía a los ocasos que solemos ver en nuestro mundo.  

—Esto es demasiado —dijo Donny, enrojecido del estupor de la vista.

—¡Les dije que son banales y odiosos! —Profirió Graber, otra vez. 

—Es precioso —dijo Mina, con una sonrisa—, nunca había tanto...

—Oro —dijo Cristal que, para ese momento, parecía una niña mirando a través de la ventana. 

Las enormes puerta del reino se abrieron, y se dieron paso a través de las calles hacia el palacio. La gente salía y corría por los callejones, ventanas y tejados. Donny comprobó que, era un lugar tan rico, que nadie parecía ser pobre allí. Y los que, tal vez, parecían tener menos, vestían con ropas limpias y ligeras, como los nobles cuando van al campo. Fue sorprendente. 

Sin embargo, notó que habían numerosas estructuras dedicadas al comercio del Ácara, así que, parecía normal ver también algunos hombres tirados en el suelo, con un semblante de estar llevando un viaje astral. No estaba seguro, pero algunos, inclusos parecían estar muertos de una sobredosis de esta sustancia. 

—Tan ricos y tan perdidos —dijo Cristal, ahora con una sonrisa que parecía desvanecerse del rostro al ver lo lamentable de algunos.

—Ricos pero infelices —admitió Mina. 

—La vida no tiene sentido sino se equilibra la riqueza con lo realmente esencial de la vida. Solo así se puede llegar a ser pleno y muy feliz.

—Se dice que toda la riqueza de Zafiro se debía al reino Oro —afirmó el rey Graber—, Zafiro les vendía el Ácara al reino Oro. Ellos se encargaban de talar los árboles de la región Leprechaum, con la que hacían esa sustancia y comenzaron a exportarlo. Obviamente, esto feliz de que mi gente no se hubiera revuelto en algo tan desastroso como el Ácara. 

—¿De verdad? —Preguntó Donny, sin poder creerlo—, tengo entendido que todo el continente estaba infestado del Ácara que producía Zafiro. 

—Lo está —añadió Mina—, pero el reino Hierro supo cómo mantener a la raya a sus ciudadanos para vivir sin la adicción de esta. 

—¿Cómo lo hicieron? Amatista no era conocida por estas adicciones, peor sabíamos que había suburbios muy pobres donde se prestaban casas y tabernas para comercializarlas —observó Donny—, veía como el señor Filius discutía con mis padres sobre este asunto, pero mi padre no le daba importancia, para él, aquella era una solución para purgar al mundo. 

—A costa del sufrimiento ajeno —dijo Cristal, avergonzada de la forma en como sus padres pensaban. 

Cuando llegaron al palacio real, les fue imposible a todos bajar los tonos rojizos del rostro, pues había una corte real, de doncellas, jóvenes nobles, y guerreros de cabellos rubios, con diferentes tono de piel, bien vestido y rimbombantes, sobre la enorme escalinata de oro que daba hacia la entrada del castillo. 

—Sean bienvenidos, reyes del reino Carbón y del reino Hierro —dijo un hombre rubio en una reverencia exagerada. 

Subieron la escalinata, cada paso que daban, a los costado cabezas se inclinaban en señal de respeto. Cuando llegaron a la entrada, más personas le recibieron con reverencias y favores, desde quitarles las capas y la armadura.

—Majestades, sabemos que ha sido un largo día, así que hemos preparado todo para que sus hombres coman, se bañen y duerman, igual para los caballos —dijo uno de los sirvientes, con mucha educación.

—A ustedes, les tenemos habitaciones para que descansen, se bañen y coman. El rey les recibirá hoy en la noche, por ahora siéntanse servidos por nosotros —agregó otro. 

—Vamos a ver con qué suciedad nos salen ahora —dijo Graber, realmente enojado. 

Donny miró a su esposa, y esta negó con la cabeza. Sabían que iba hacer una reunión tensa si Graber se mantenía de esa forma. 

—Y se pondrá mucho peor —dijo Cristal, con un rostro nostálgico.

—¿Por qué? —Prgeuntó Mina. 

—Lo sabrán hoy en la noche, solo espero que Donny sea lo suficientemente sabio para la futura ofensa que Graber hará —contestó ella—, el futuro es incierto —señaló. 

Y así como había sido previsto, todos fueron atendidos. Lo curioso, es que aunque muchos de ellos estaban acostumbrado a los placeres de la realeza, realmente Graber tenía razón en algo: aquello era exagerado y banal. La comida que les esperaba en las habitaciones, eran banquetes que iban de una pared hasta otra.  Cada habitación tenía dos baños, y en ellos, sirvientes para atenderlos durante el proceso que, cabe destacar que no era simples bañeras, casi parecían piscinas para nosotros. Las camas, era fácil colocar un pelotón de doce hombres en ellas, llenas de telas, sábanas y almohadas. Y todo estructura que podían ver, absolutamente toda, era de oro. Estaban seguros de que ni Sigurd siendo un titán, sería capaz de levantar aquella ciudad con sus manos, ni el castillo mismo. El oro era pesado, todos lo sabían. ¿De dónde venía tanta riqueza? No creían que las minas conocidas por el reino, fueran tan productivas de oro. 

Como se les había dicho, realmente habían pasado el mejor momento de todas sus vidas. No solo recibieron el baño más placentero, lleno de especies aromáticas, sino que comieron hasta saciarse y durmieron alrededor de seis horas. Por eso, caída la noche y con una mesa llena de comidas y personas, todos los que habían descansado parecían brillar de la misma forma que el oro del sitio. Hasta Graber parecía otro. Estaba tan reluciente que pareció quitarse, al menos unos cinco años de encima, y no porque fuera un anciano, en realidad, fácilmente podía tener no más de 40 años. 

Cuando entraron al comedor real, más sirvientes hicieron reverencias, y tomaron asientos donde les fue indicado. A diferencia de la común mesa rectangular, ésta más bien tenía una forma hexagonal. Lo interesante, es que notaron que Cristal parecía llevar tiempo allí, y el rey estaba justo a su lado. 

—Muy buenas noches, mis reyes —dijo el rey, que estaba sentado, con la misma opulencia que esperaban ver de un hombre que vivía en un lugar como este.

Era rubio, de ojos azules, el cabello era lacio y parecía un hombre bien entrenado, pese a llevar ropas realmente grandes. Pero no le hacía ver más, solo demasiado cargado. La corona sobre su cabeza, eran finas hebras de oro, que formaban una especie de enredaderas naturales, pero brillantes. 

—Majestad —dijeron todos los presentes, antes su saludo. 

—La princesa Cristal se ha tomado todo el tiempo para explicarme la situación, y el motivo de porque una lechuza del reino de Hierro había ensuciado mi oro por entregar una carta. 

—Si vas a empezar con insultos, a menos asegúrate de que realmente lo sean, pequeño...

—Rey Graber, por favor —dijo Mina, silenciando al otro rey. 

—Lamentamos que nuestras acciones le incomoden, rey...

—Brand —completó el rey, a Donny ene se momento.

—Rey Brand —dijo Donny, mirándole con una sonrisa sincera—, nos hemos visto obligado en esta penosa posición, porque el continente entero está en peligro.

—¿El continente? El mundo entero querrá decir —corrigió Brand a Donny.

—Si lo entendiste para que lo aclaras —volvió hablar el rey Graber, y Mina se vio obligada a darle una mirada severa—. En otros tiempos, miradas como esa la hubieran llevado a la ahorca, mi reina.

—Y si no te callas en este momento, mi rey, lamento decirle que traeré la ahorca en este mismo momento —respondió Mina, esta vez sin aguantarse. 

—Sería un show perfecto —dijo el rey Brand, con un aplauso. 

Graber, definitivamente no podía estar ene se lugar, así que iba a levantarse, pero fue Cristal quien le detuvo: 

—Rey Graber, disculpe a mi reina. La verdad es que estamos en un momento tenso, y todos aquí estamos al tanto de las diferencias entre usted y su reino, y la del rey Brand y su reino. Y... tienen todo el derecho de presentar esas diferencias y, en otor tiempo, haber peleado por ellas si lo deseaban, pero estamos en un momento inoportuno para este tipo de cuestiones —aclaró ella—, me parece que es necesario entender este punto, pero que todos podamos hablar como concierne a la sangre real que se tiene, para encontrar una mejor solución para todo esto. 

—Tiene razón, princesa —añadió Graber, volviéndose a acomodar en la silla. 

El rey Brand, parecía colorado de la vergüenza.    

—Lamento ser inoportuno, princesa —dijo esta.

—No se preocupen... Rey Donny, por favor continue —prosiguió ella.

—Bueno —carraspeó—, como bien la princesa le habrá puesto al tanto, necesitamos de la ayuda del reino en la guerra que se avecina. Por lo que veo, cuenta con riquezas que ni uniendo todos los reinos del conteniente, se compararía, ni la próspera Zafiro podía recibir tal elogio, con eso, podría asumir más aliados si se les ofrece una buena paga. 

—Estoy de acuerdo —dijo el rey Brand—, por dinero no tenemos que preocuparnos, el reino Oro tiene oro suficiente, desde que esos maldito Leprechaum encantaron la fuente real, solo para asesinar al rey anterior, mi padre. Todo porque este raptaba Leprechaum, solo para vender sus orejas —soltó una risa, donde solo él se rio. Aquello era nauseabundo. Carraspeó otra vez avergonzado, por lo dicho—, Disculpen... le comentaba a la princesa que la única forma en la que acceda a su petición es que me conceda, rey Donny, la mano de su hermana. 

Todos abrieron los ojos, Graber, si se estaba conteniendo, ene se momento se puso rojo de la ira, y sacó la espada de su costado, amenazando. 

—Si te atreves...

—Rey Graber —interrumpió Cristal, otra vez, pero con un tono severo—, lamento informarle que era al rey Brand por quien me guardaba. Es necesario para los acontecimientos futuro. 

—Pensé que era por alguien que amabas —dijo el rey Graber, sin entender a aquella mujer. 

—Amo a Gaia y por ella es que hago esto. Y el rey Brand está informado que, en el amor que compromete a los hombres, mi corazón pertenece a alguien que ha muerto, pero que estoy dispuesta a cumplir mi deber como mujer, como princesa, y como la sierva de Gaia, si en algo contribuye mi existencia para un bienestar mayor. 

Donny y Mina se miraron, pero su hermano repuso al final su mirada en su hermana. Fue su convicción reflejada y su asentimiento, lo que no le quedó de otra que decir: 

—Tenemos un trato rey Brand, nos encantará que sea parte de nuestra familia. 

—¡Maldita sea! —rugió Graber—, tomaré mis cosas de ese maldito dormitorio y dormiré en mi propia carreta, no espero el día para salir de este lugar al reino artesano, rey Donny, usted me entenderá —Y haciendo una reverencia irónica, salió del comedor. 

—Creo que deberías aprender elegir tus aliados —dijo el rey Brand con una sonrisa.

—Permítame aclararle algo, ahora que seremos familia —dijo esta vez Donny, levantándose de la mesa—, si hubiera otra vida, Graber sería no solo un aliado, sino mi amigo, y de haber podido, el esposo de mi hermana, pero como ella repuso, el deber llama y no hay mejor ente para servir que a la soberna Gaia. Así que, solo siéntase como un hombre con suerte, y espero de su parte que trate bien a mi hermana y la cuide. Vale mil veces más que todo este reino. 

Y así se retiró, con Mina detrás de él.  

 

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