El Poder de los Elementos: El Ladrón, la Luna y la Noche
Capítulo 38
—¿Cuál es el motivo de contarnos todo esto? —Preguntó Sigurd, sin entender el asunto por completo.
—Porque nunca se puede conseguir fuerza de voluntad real, sino se sabe por lo que se lucha —respondió Cristal, mirando a la nada en de aquel vórtice dimencional.
—¿Cómo puedes tener fe sino tienes certeza y convicción en lo que crees? —Preguntó Aland, añadiendo a la retórica lógica de aquella narración.
—Entiendo lo que dicen, pero no puedo estar tranquilo sin saber qué es lo que le ha sucedido a Eileen —argumentó Sigurd, dolido—. Ustedes no lo entienden porque no son su Clymuwaed. Puedo sentir su enojo, rabia, y su falta de emociones positivas. En cambio, hay un sentir violento de justicia que parece consumir su corazón.
—Sabemos que no podemos entenderte —respondió esta vez Origami—, pero todos acá sabemos lo que implica tener a tu alma gemela y lo que nos dificulta pensar con claridad cuando esta está en problemas.
—No procuramos decir que no te angusties, sino que tengas confianza en lo que Aland planifica —añadió Samael.
—¿Planificar? Yo no he ideado nada de esto —contestó Aland—. Todo esto es parte de lo que Gaia y Saya conocían.
—El Amanecer de las Especies —enfatizó Cristal—. Lo único que podría salvar nuestras vidas y acabar con el ciclo que hasta ahora se ha llevado...
María se encargó de sacar a todos los chicos de aquel desierto de la región Akmens. La realidad estaba, en que pese al tiempo que llevaban recorriendo el desierto, estos ni siquiera iban por la mitad de esta. Por lo que, María se encargó de trasladar a todos este, bajo un sistema de clave que los aldeanos solían usar, activando una roca sagrada, en la que su clave era: "Un cerdo comió arena y en la barriga se le convirtió en tierra". Naturalemente, la clave le pareció tan graciosa a Roderick que no paró de reir, lo que hizo sentirse ofendida a María por un tiempo.
Cuando María cuestionó la clase de chico que era este, Skaitlis le informó que él era el tipo de chicos que amabas y odiabas al mismo tiempo, pero para María lo primero le resultaba difícil en ese momento.
La noche había caído, y habían pasado dos días desde que habían salido del desierto para internarse en otra región, donde había árboles, pero no tan densos como para considerarlo un bosque como tal, más bien era un enorme campo lleno de pastos. Lo bueno de contar con María, es que su poder ayudó para crear espacios improvisados, pequeños pero mucho más cómo que las tiendas, que sirvieran de refugio para cada uno de ellos. Al menos, había dos de estos, uno para las chicas y otro para los chicos.
—¿En qué podemos ayudarles? —fue la pregunta de Arma, al ver como Skaitlis y María se encargaban de los preparativos de la fogata y la comida.
—Necesitamos leña —respondió Skaitlis, con una amplia sonrisa.
—Preferiblemente que sea leña seca —aclaró María, como si estos no supieran.
—Aunque la leña fuera todavía verde, no podría comparecer delante del poder de mi fuego —respondió Roderick con soberbia, usando su pulgar como una especie de encendedor.
María solo pudo pensar, en lo poco afortunada que sería la mujer que con él se casara.
Así, los dos chicos salieron de aquel lugar y se internalizaron en la parte más densa del campo, tanto, como para si considerarlo un especie de bosque en aquel enorme campo. Lo mejor, es que no necesitaban las llamas de Roderick para ver su camino, la enorme luna llena estaba sobre ellos y se mostraba con tal resplandor, como si les diera la bienvenida en ese punto.
El silencio era acogedor, pero Roderick estaba tan aburrido y abrumado de este, que decidió tararear una canción hasta que Arma no pudo soportarlo más:
—¡¿Puedes callarte?!
—¡Ven y me callas! —respondió él.
—¡Si es necesario para que hagas silencio, voy hacerlo!
—¿¡Ah sí!? ¡Acabas de sentenciarte Arma Blizzard!
Lo que ellos no sabían que esa pequeña discusión y su propia distracción, no les hizo ver lo mucho que se habían apartado del pequeño campamento. Una fuerte ventisca sopló a través de ello, y eso hizo detener y hacer silencio a Arma.
—¿Qué ocurre? —preguntó Roderick, al ver la brusquedad de este en detener su discusión. Miró la expresión de preocupación y agregó—. ¿Quién podría estar en medio de este lugar? Dudo mucho que...
Roderick se calló, cuando justo en ese momento una flecha se envió en contra de ellos. Por supuetso, ambos la esquivaron, y Roderick fue el primero en gritar:
—¿¡Quién está allí!? ¡Muestrate cobarde!
Al decir aquello, vieron a una sombra moverse entre los árboles y ramas a su costado derecho, hasta que cayó enfrente de ellos un hombre de unos veinte años, de expresión sombría. Sus ojos eran grises y su cabello oscuro, con una complexión ejercitada. Toda su vestimenta era parda y negra, pero típica de bandidos.
—Reconozco la agilidad de sus piernas para esquivar esas flechas —dijo el hombre.
—No has visto nada —añadió roderick.
—Los secretos son parte de un combate —agregó aquel sujeto.
—¿Quién eres? —Preguntó Arma, al descubrir que llevaba un pequeño tatuaje en la frente, con el símbolo de un dragón que parecía intentar comerse su propia cola, creando el símbolo del infinito.
—¿No me conocen? Eso sí es una verdadera sorpresa —El hombre parecía divertido, pero disfrazaba su ofensa con la ironía—. Deben ser forasteros de estas zonas. Mi nombre es Miltan Reyes.
—No tenemos nada que ofrecerte, si dices ser un bandido como has reconocido —dijo Arma, con una serenidad poco humana.
—Siempre hay algo que ofrecer cuando no se posee de lo material —respondió Miltan, con una sonrisa que, por alguna razón, heló un poco a los chicos.
—Arma... él —decía Roderick, al descubrir que el aura que este presentaba no era de alguien cualquiera.
—Pensé que era el único que podía oler su sed de sangre —contestó Arma, comenzando a preocuparse de que la situación fuera la misma de aquel bosque. Todavía no podía superar la línea de la muerte que habían recorrido ellos.
—Veo que se han percatado. ¿Están preparados para entregarme sus almas? Todo espíritu impuro, toma la forma de quien le controla, ustedes serán parte de mi ejército...
Roderick, como siempre, no dudó en ser el primero en abalanzarse sobre este, con los puños lleno de llamas ardientes. Comenzó a enviar puños y más puños, patadas y combinaciones que podrían haber sido mortíferas, de no ser porque Miltan evitaba aquello con facilidad.
Arma, quien estaba simplemente viendo, se dio cuenta que ni siquiera estaba sudando. No había minimo esfuerzo, en sus movimientos. Solo estaba jugando.
—Vas a morir... —dijo el hombre.
—¡Habla todo lo que quieras fanfarrón pero si no muestras tu verdadero poder, el que va a morir será otro! —gritó Roderick de vuelta.
—¡Roderick! —Se alarmó Arma, justo cuando Roderick falló un golpe.
Miltan había tomado distancia. En ello, juntó sus manos, de forma que asemejaba las garras de un animal, y dijo:
—¡Lýkos ourliachtí grothiá!
Al decir aquello, varios rostros de lobos de color plateado tráslucido aparecieron. Lo interesante, es que Arma podía reconocer que no se trataba de una energía material que haya visto ante. Obviamente, aquellos rostros de lobos se dirigieron hacia ellos. El lugar donde estos impactaron, ocurrió una explosión de tal magnitud que no solo hizo vibrar la tierra, sino que reveló la lucha desde donde Skaitlis y María pudieron ver aquello.
—Idiotas —dijo María, fastidiada.
***
Diana, Fierce, Akudomi y Tsukine, y todos los cambiaformas dragón que allí se encontraban, por algún motivo desde que estaban escuchando la historia de aquellos chicos que, al igual que ellos habían sido escogidos para algo grande, sentían que un terrible destino les deparaba. ¿Pero cúal era el objetivo de que Jezabel se detuviera para contarles?
Lo que era peor, todos parecían absortos bajo el poder de Jezabel. Tsukine, por haber sido uno de los espadachines especiales del reino Amatista, dotado con magia, reconocía que la esencia de aquella mujer no era cualquiera.
—Miltan, como se habrán dado cuenta —continuó Jezabel—. Había sido enviado por mí. Lo que Zunubi, mi padre, no sabía es que a esa edad, ya estaba a punto de cumplir mi mayoría de edad y había conocido todos los secretos del palacio real y su magia. Estaba lista para gobernar por mis propios medios, pero para ello, entonces, él debía morir.
—Pero por supuesto, no podía hacerlo por mis propios medios. O al menos, de hacerlo, debía ser disimulado. Pero tenía que ser un asunto que arreglara después de las muertes de esos críos, así que organicé con ese bandido inútil la muerte de estos.
—Había desplegado a tantos espías para ese momento, que esos pobres niños ni siquiera sabían en que se estaban metiendo...
En el momento en el aquellos lobos espectrales habían sido enviado hacia ellos, Arma creó un campo de aire reforzado alrededor de él y Roderick, pero no conto con que estos tuvieran el poder de causar una explosión como aquella, de modo que la defensa no había sido suficiente. Salieron disparados por los aires, adoloridos, pero reconocían que de no haber sido por aquel intento, pudieron haber muerto. Que tristeza la mía, porque no murieron allí...
Miltan volvió hacer uso de aquella técnica, pero Arma estaba preparado esta vez. Así que, con movimientos zigzagueantes como Skaitlis le había estado enseñando durante las últimas semanas, este esquivó cada rostro. Sabía que el minimo contacto con algunos de ellos, recibiría una enorme explosión.
De esa forma, logró acercarse a este, pero Arma no contó con que este, parecía esperarlo y le recibió con un fuerte golpe en el estómago. Esto lo privó del aire por un momento, pero Arma sabía que no podía darle tiempo a ese sujeto de nada. Así que, aprovechó la falsa distracción, para entonces propinarle una patada a este que lo hizo retroceder un poco.
—Debo admitir que eres tenaz —dijo Miltan.
Se calló al ver que Roderick apareció a un costado.
—¡Kýklos tis fotiás!
Un círculo de fuego apareció en las manos de Roderick y salió directo hacia este. Miltan comenzó a correr, cuando notó como el círculo de fuego se dividió en cinco esferas que se movieron a voluntad hacia él.
Miltan, como un bandido sagaz, se detuvo para enfrentar aquellas esferas, miró a la luna y dijo, con tranquilidad:
—Aspída tou fengarioú...
De inmediato, un resplandor similar a la luz de la luna le cubrió, forma una cúpula a su alrededor, los cuales consumieron el fuego de Roderick.
—No es posible, mi fuego no parece afectarle —dijo Roderick a Arma, mirando aquello impresionado.
—A este paso tendremos que huir si no podemos contra él —dijo Arma, frustrado. Esta sería la segunda batalla en la que debía huir. ¿Acaso eran tan débiles como parecían.
—¡Apótomi kopí aéra! —gritó arma.
Entonces una ventisca cortante apareció, barriendo todo el lugar en dirección a Miltan que, en el momento en que hizo contacto con aquella cúpula, fue capaz de penetrarla y mandar a volar a Miltan, incluso dándole algunos cortes.
—¿Por qué tu sí pudiste tocarlo? —Preguntó Roderick, sin entender qué ocurría.
A decir verdad, esos pobres inútiles chicos no entendían de donde provenía el poder de Miltan.
—No está nada mal —dijo Milton, limíandose el pequeño corte del rostro—. No solo cobraré sus almas, sino sus poderes.
En ese momento, cuando creyeron que había un momento de esperanza, aquel hombre desapareció delante de sus vistas. En realidad, no era lo que se imaginaban, solo era el efecto de la enorme velocidad que tenía ese sujeto y que no había mostrado hasta ese momento.
Y esas pobres almas, apenas se dieron cuenta de los primeros golpes, una vez que lo habían recibido. Y lo que fue pero para ellos, es que Roderick y Arma, aunque fueron golpeados, no vieron a Miltan en ningún momento. No habían tocado el suelo, cuando tres golpes más recibieron, luego tres más, y luego dos más. Allí fue cuando lograron caer al suelo.
Obviamente, se dieron cuenta de la notoria diferencia de poder que este tenía, en comparación a ellos.
—¿Cómo podrémos vencerlo? —Preguntó Roderick, desesperanzado por completo—. Se aparece como aquel día, cuando yo...
—Eso es... —dijo Arma, cansado pero feliz de que a este se le courriera aquello—. Debes hacer lo mismo que aquel día, y yo amplificaré el fuego con mi poder, de esa forma, será algo mucho más grande que esa vez.
—Y al final, Skaitlis pareciera que nos sigue ayudando, ¿no? —Roderick sabía lo que implicó atravesar el desierto, en ese momento.
Todo tenía un porqué en sus míseras historias.
Los dos chicos se levantaron. Vieron a su oponente, enfrente de ellos con una sonrisa burlona, y ambos gritaron:
—¡Ifaisteiakí ékrixi!
—¡Ypértatos anemostróvilos!
Roderick se envolvió en llamas por completo y de él, centenas de bolas de fuego comenzaron a desprenderse. Entonces, sumado a eso, Un enorme tornado surgió desde el cielo, envolviendo el fuego de Roderick, convirtiendo aquello en un vórtice de fuego en pocos segundos que se expandió a su alrededor, consumiendo todo a su paso.
Cuando aquella bestialidad acabó, toda la zona estaba hecha cenizas. Magullados y carbonizados, pero en ningún momento vieron el cuerpo de Miltan.
Arma vio el cuerpo de Roderick desmayado, sin ningún tipo de fuerza en él, y estaba seguro que él también había llegado al límite. "No puedo desmayarme, si lo hago, ese hombre acabará con nuestras vidas..." pensó Arma, justo antes de desplomarse contra el suelo.
Como sabrán, de haber sido aquel pensamiento real, yo hubiera sido la mujer más feliz del mundo y mi padre hubiera muerto mucho más rápido, pero no, eso no fue lo que sucedió.
Cuando Miltan envió otro de sus poderosos lobos espectrales, un domo de roca cubrió el cuerpo de los chicos. Como deben saber, María y Skaitlis habían llegado en aquel momento.
—Si quieres matarlos, tendrás que pasar primero por encima de nosotras —dijo María, sin demostrar ni una pizca de emoción en su rostro.
—¿Y quién son ustedes? ¡Da igual! Terminarán igual que ellos —contestó Miltan, emocionado de poder robar las almas de aquellas criaturas.
Skaitlis, quien había dibujado un enorme dragón chino, se encargó de hacer cobrar vida a este y enviarlos hacia este. Como deben imaginar, Miltan contraatacó con su propia técnica de lobos espectrales que, al golpear al dragon, ambas técnicas crearon una explosión que no solo abarcó gran parte del terreno, sino que levantó una cortina de polvo, debido a las cenizas del terreno que Arma y Roderick causaron, que llevó a enceguesarlos a todos.
Pero el idiota de Miltan, subestimó a esas chicas. No se dio cuenta que María, al tener el don de la Tierra, no necesitaba de sus ojos para reconocer el terreno que pisaba. Sabiendo la posición de este, la chica sin remordimiento alguno, colocó sus manos al suelo y susurró:
—¡Táfos ton dikastón tis gis!
En ese momento, un sarcófago de Tierra se levantó alrededor de Miltan y lo sepultó. Los gritos de Miltan se escucharon dentro de la cortina de humo, y minutos después, acabaron. Aquel sárcofago, se llenó de espinas enormes en su interior que asesinaron el cuerpo de este. Una vez juzgado, el sarcófago fue tragado al interior del suelo.
—No voy a decir lo que pienso sobre ello —dijo Skaitlis horrorizada de lo que pensaba.
María le miró, y solo contestó.
—Es una decisión sabia no querer saber nada de lo que te pueda lastimar.
—¿Cómo es que los chicos perdieron contra él? —Preguntó Skaitlis sin entenderlo.
—Ese hombre era Miltan Reyes, uno de los bandidos más buscado de este mundo —comenzó a explicar María—. Nunca creí que me toparía con alguien como él, lo que asumo que Arma y Roderick solo tuvieron un encuentro desafortunado... Ese hombre había sido buscado por conquistar un castillo el solo, para simplemente robar las almas de esas pobres personas. Los Lobos que enviaba, representaban el alma de cada ser que había robado, y todas sus habilidades eran el cúmulo de ellas. Su poder radicaba en todo aquello que le proporcionaba luz —María señaló la luna—, como vez, era el escenario perfecto para ese hombre. Además, el fuego de Roderick aumentaba sus propias capacidades.
—Entonces, cuando me dijiste que crearamos una cortina de humo en toda la zona con esas explosiones, es porque buscabas la oportunidad de que este no hiciera uso de la luz y asi...
—Es correcto, a veces para ganar solo se necesita usar el cerebro. Y estos dos, necesitan un poco de ello.
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