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El Poder de los Elementos: El Fin

Capítulo 52

—¡Menuda orden a de nuestro alfa ! —Fiorela estaba jugando con Eileen en el suelo, mientras se quejaba. Lo cómico, es que tenía la capacidad de sonreírle a la niña, pero cuando sus ojos se volvían a Origami y a Samael, su aspecto se volvía severo—, mi marido casi no tiene tiempo para mí y para mi hogar. Tener que pasar todo el día afuera, acampar, y tomar descansos en rondas de tres horas, me parece definitivamente excesivo. Pobre de mí Jimmy, debe estar allá afuera...

Origami suspiró, si había algo peor que los chismecitos de Fiorela eran sus quejas. 

—¿Sí sabes que hablas de mi padre y que la búsqueda es de mi hermano? —dijo Origami, recordándole dónde estaba diciendo aquellas palabras y con quien se quejaba. 

Samael, que estaba sentado en el sofá en ese momento y que hacía que no estaba escuchando, pero en realidad si lo hacía, estaba alerta de tener que meterse en una futura discusión. 

Fiorela se puso roja de la vergüenza. 

—Lo lamento mucho beta —le dijo, con el nombre oficial dentro de la manada a Origami—, pero me es imposible no decir tal verdad. ¡Es mi marido al que no he visto! ¡Usted está aquí con su hija, su futuro niño y su esposo! En cambio yo, estoy sola y desamparada —gimoteó dramáticamente. 

—Estás con nosotros, Fiore —dijo Origami, viendo el punto de la chica, aunque era dramática. 

La chica no pareció conforme con esa respuesta. En cambio, se quedó mirando a la joven Eileen, una bebé de cabellos oscuros como su padre, pero de ojos plata como su madre, y la piel como la porcelana misma. 

—¡Auch! —Chilló Fiorela, escandalizada—. ¡Niña mala, Eileen! 

Ese fue el llamado de Samael, para llegar donde Fiorela  con una velocidad magistral y quitarle a la niña. Resulta que Eileen le había mordido el dedo con sus perfectos colmillos y no había querido separarse de quien la cuidaba. 

—Lo siento —dijo Samael apenado.

—¡Es la tercera vez que me muerde! —dijo Fiorela, ahora llorando—, ¡Ya no me quiere! ¡Y no lo entiendo! La estoy cuidando desde que estaba recién nacida. 

Origami se acercó a Fiorela con indumentaria para limpiarle el dedo y vendas. No era mentira lo que decía, pues dos dedos de la mano izquierda, ya tenían pequeñas vendas. 

—Lo lamentamos, en serio. Eileen está creciendo más rápido de lo normal —dijo Origami, preocupada de que la niña pudiera llegar a la etapa adulta más temprano de lo que creían. Aunque tenía pocos meses, en ese momento, la niña parecía tener un año y medio, y si bien no hablaba fluido, ya sabía decir algunas palabras como papá, mamá, Fiorela y sangre. 

—Comienzo a temer por mi vida —Fiorela dramatizó. Origami no podía creer que hallar ahora otra excusa para sus quejas—, ¿usted cree que la niña sea una especie de criatura de cuidado? Mi Jimmy me ha dicho que nunca habían visto una especie mitad vampiro y dragón. Aunque dice que a los doce años es que se conoce si serán dragones o no tradicionalmente. Él sugiere que Eileen posiblemente solo sea de la raza vampira...

—No lo sé —dijo Origami, roja del enojo en ese momento. Pero ella estaba segura que era mitad dragón y vampiro, porque también sabía que, cuando Eileen se enojaba, comenzaba a cambiar su piel con escamas. Suponía que Eileen se llevaba muy bien con Fiorela, pues para que esta no viera tal transformación, la niña debía quererla realmente. Y solo por eso, no se atrevió de correr a Fiorela de su casa. 

—¿Cómo se conocieron usted y el señor Samael? —La pregunta de Fiorela, no solo era por chismorreo, en verdad parecía estar  interesada en ello. 

Origami vio a su esposo. Samael le hizo señas de que no dijera nada, pero se enterneció de verle cargando a Eileen que no pudo contenerse en contar la mejor historia de su vida: 

—Recién había abandonado la manada cuando le conocí —comenzó Origami, mientras se sumergía en la tarea de atender a Fiorela—, estaba realmente feliz de haber salido de este lugar en el que me sentía una prisionera. En ese tiempo, mi padre era un hombre mucho más severo de lo que ha sido, y conmigo mucho más por ser su hija. Quería casarme con el idiota de su beta en ese tiempo...

—¿¡Con Draco!? —Se escandalizó Fiorela que conocía a cada uno de los miembros de la manada—, ¡Pero si Draco está con esa odiosa mujer, Drucela! Mira que me estuvo hablando muy mal de usted cuando regresó, pero todo era calumnia, yo lo sabía... ahora estoy con ustedes y me doy cuenta y...

—Sí —La interrumpió Origami, con una sonrisa amable, lo menos que quería es que ella se adueñara de su historia—, fue algo que pasó hace mucho tiempo, pero no quería casarme con él. 

—Y me alegro de que sea tan sensata, mi señora —añadió Fiorela. Origami esta vez no disimuló su reprensión con la mirada, sobre la interrupción—, lo siento, continue...

—Entonces, como ya sabes, este acantilado está entre la región gnomo y la región oscura, y desde aquí viajé hacia el suroeste, en dirección al reino Esmeralda. En mi camino, me encontré con un malhechor que intentó robarme —soltó una risilla.

—En mi defensa —interrumpió esta vez Samael, con una amplia sonrisa—, hacía aquello solo por ganarme la vida. Yo también había abandonado el aquelarre vampírico, y bueno, me despojaron de todo cuando salí. Y robar, era algo demasiado simple para un vampiro y sabía que podía vivir así sin miedo a que fuera hallado. Pero no sabía que Gaia tenía a alguien que me despojaría de todo...

—Y el ladrón salió robado —afirmó Fiorela, con un brillo de emoción—, Mi señora Origami le robó su corazón... 

—Y todo lo que había sido en ese momento —agregó Samael, viendo a su esposa. 

—Sabía que el chico me estaba siguiendo. En principio, creí que se debía a los sentidos desarrollados que tenemos los dragones, pero no, ningún sentido desarrollado de un cambiaforma, podría escuchar los pasos audaces de un vampiro. Y no somos hombres lobos, para olfatearles y reconocerles, lo mejor de nosotros son nuestros ojos —Fiorela asintió. Miraba a Origami como si fuera una niña deseosa de saber más sobre la historia. Y aunque Origami había terminado de vendarle el dedo,  siguió hablando mientras iba a la cocina y preparar algo—, lo que no sabía, es que todo eso podía saberlo, porque él era mi Clymuwaed. LA rosa había aparecido en mi pecho, y ni siquiera me había dado cuenta. 

—Que conste que yo tampoco lo sabía —dijo Samael, recordando junto a ella aquel momento—, recuerdo que el olor que ella desprendía era lo más exquisito que había. En principio quise robarla como todo mercenario que transitaba en esas tierras, especialmente los que venían del reino Zafiro, pues eran los más ricos, pero aquella chica sola en el bosque, la verdad me causaba una intriga y una necesidad única de acercarme. Bruto, como suelo ser, hice el peor error de mi vida...

—Se abalanzó delante de mí —Origami soltó una risa—, cayó justo delante de mí, desde los árboles, y me asusté tanto que me transformé en dragón de inmediato y le di un fuerte zarpazo. Me di cuenta que no era humano, porque debió haber muerto con aquel golpe, en cambio el hombre se levantó como si nada. Y aunque me acerqué a él, no huyó. Se quedó pasmado mirándome directamente a los ojos.

—Y por primera vez pudimos oír nuestros corazones —siguió Samael, la sonrisa no se había desvanecido—,  escuché su felicidad por escapar de su casa, escuché su curiosidad por mí y su lamento por haberme lastimado, escuché su propio amor naciendo por mí...

—Escuché su lamento por huir de su hogar, escuché su deseo de estar conmigo y su sentido de protección, y escuché su amor naciendo por mi —ambos dijeron aquello, mientras se observaban. Parecían hipnotizados en aquel momento, al revivir los recuerdos su amor naciente. 

Fiorela estaba encantada y emocionada no solo por la historia, sino por el sentimiento que ella podía casi palpar en ese instante. 

—¡Qué romántico! —Chilló Fiorela con las manos en su pecho, sin contener la emoción. 

Por supuesto, Origami y Samael se dieron cuenta de donde estaban y con quien hablaban, así que fue Samael el primero en carraspear incómodo. Origami estaba enrojecida de la vergüenza.

—Y así fue como nos conocimos —cortó todo Samael, no queriendo hablar más del tema. 

—Luego de eso, solo nos unimos. Sabíamos que nos amábamos y comencé a robar junto a él. Vivíamos tranquilos, hasta que decidimos robar la gema esmeralda y la gema Zafiro, después de eso, todo se complicó —concluyó Origami, avergonzada de todo.

—¿Por qué decidieron huir de sus casas? —Fiorela preguntó, otra vez. 

Origami iba a cortarle a la cotilla, pero se sorprendió de ver a Samael respondiendo. 

—Verás Fiorela... entre los vampiros, tenemos dos tipos de razas —empezó Samael hablando, sabiendo que Fiorela era humana, solo que se había unido a Jimmy, su esposo, el cambiaformas dragón de la manada de Beigard—, los humanoides y los azemán. Los humanoides son los vampiros como yo y Eileen, tenemos forma humana, pero con todas las habilidades propias de un murciélago, añadiendo nuestra fuerza superhumana y velocidad, y los sentidos desarrollados. Cuando cazamos, decidimos beber la sangre desde la vena directamente. Mientras que, los azemán,  tienen la forma de una mujer durante el día y por la noche se transforman en un murciélago de gran tamaño. Cuando salen de caza durante la noche, buscan víctimas para arrancarles un dedo del pie, y cuando la sangre brota, el vampiro bebe hasta quedar saciado y, al llegar el día, vuelve lleno de vida a su forma de mujer. 

La cara de Fiorela en ese momento era de horror y asco. Parecía que se imaginaba a aquellas criaturas, como seres realmente demoniacos. 

—Los azemán y los humanoides convivíamos en paz. Los primero cazaban de noche y nosotros, los segundos, lo hacíamos en el día. El problema surgió por los humanoides, cuando se vieron acorralados por los humanos y otras especies que supieron sobre su existencia. Los azemán, no eran culpables de ese hecho, porque todos asumían de ellos como una especie temible de murciélagos gigantes, pero el secreto se rompió, cuando un humanoide fue capturado por los humanos y, por miedo, reveló todos los secretos vampíricos. 

Origami, a decir verdad, nunca había escuchado la historia que él estaba comentando en ese instante, así que, siguiendo haciendo sus tareas en la cocina, pero atenta a las palabras de Samael.

—Eso nos llevó a la pelea entre los azemán y los humanoides, y terminaron dividiéndose. Mi padre, era un humanoide, y mi madre era un azemán. Todos los vampiros, por ende, llevamos los mismos genes, y nunca sabíamos si nuestra descendencia serían un azemán o un humanoide, al menos que fueran nacidos impuramente, es decir, que se transformara un humano en vampiro. Dependiendo del vampiro que lo transformara, este asumiría su rol. 

—¿Podrían haber azemán hombre, entonces? —Preguntó Fiorela, sin entender.

—No, se sabe que, si un azemán busca transformar a un hombre en este tipo de raza, muere en el proceso. Deben ser solo mujeres. 

—¿Quiere decir que los humanoides son solo hombres y los azemán mujeres? —Preguntó esta vez Origami. 

Samael asintió, con una sonrisa. 

—Bueno, cuando la guerra entre vampiros comenzó hace milenios de años, un hombre llamado Emrys, un mago poderosísimo de la corte real humana, se encargó de acabar con esta guerra que casi convierte a la raza humana en una mera extinción. No solo desangró a mi padre y a mi madre hasta dejarlo sepultados en sus palacios, sino que se encargó de regularnos a todos nosotros. Pero, cuando Emrys murió y estos volvieron a despertar, miles de años después, decidí huir, porque querían implementar las mismas viejas costumbres, ahora que se encontraron con los reinos divididos y con una población de humanos mucho mayor. El problema que han tenido es que no solo ellos habían crecido, la magia también, y los humanos estaban ahora experto en cazar a los seres sobrenaturales. Sabía que terminaría mal, y decidí huir. 

Fiorela se quedó con la boca abierta por lo que había escuchado. Origami, estaba tan alucinada como ella, y se preguntó, exactamente cuántos años tenía Samael. 

—¿Me he casado con un anciano? —La pregunta de Origami hizo sonreír a Samael.

—Gracias por el cumplido cariño, pero en parlamento humano, sería un fósil, así que sí, te has casado con un bonito anciano.    

—Ahora usted —dijo Fiorela señalando a Origami, esta vez no queriendo ver el enamoramiento de estos. La historia anterior tenía demasiada acción y sangre, como para empezar con un romanticismo que ellos le mataron hace un buen rato.  

—Puedo decir que el mío se resume en lo que ya sabes, Fiore: un hermano que quería ser como mi padre, una madre muerta, la sobreprotección de mi padre por ese hecho, mi huida y mi encuentro con Samael, y mi regreso a la manada por la salud de mi padre desde su último encuentro con Jezabel.

—Fascinante, Jimmy se quedará tan encantado como yo lo estoy ahora —afirmó la mujer, sacudiéndose los vestidos. 

—Creo que es momento de que te vaya Fiore, justo Jimmy está regresando —dijo Samael, con una amplia sonrisa, mientras miraba con por la ventana. 

—¡oh, por Gaia! —gritó la mujer, recogiendo sus cosas. 

Cuando el sonido de la puerta indicó que esta se había ido. Origami se acercó a su esposo, una vez que terminó de arreglar la mesa para comer. 

—¿Crees que hayan encontrado a Akudomi? 

Samael se volvió a ella y la dio un beso en la frente, con Eileen todavía en sus brazos. 

—No, pero si han traído a la mestiza que necesitábamos. Debemos hablar el problema de nuestros hijos. Me preocupa que el crecimiento sea tan acelerado. 

Origami, suspiró, realmente ese tema le mortificaba. ¿Pero quién sería la mestiza? 

***

Cuando los chicos habían entrado al palacio, no se encontraron con ningún tipo de oposición. Al contrario, en el vestíbulo principal, de oro y plata, rectangular y alargado, estaba el trono que había sido de Alheri, usurpado por Zunubi. A su costado, estaba la chica que antes habían conocido, Jezabel, con una amplia sonrisa: 

—Bienvenidos, les estábamos esperando —dijo el rey Zunubi, sentado cómodamente sobre el trono. 

Lo primero que distinguieron los chicos, es que todo lo que habían escuchado de él, parecía ser cierto: La piel era tan blanca que parecía estar muerto. Los ojos eran grises, pero parecían casi sin vida, estaba tan delgado que parecía que la piel solo arropaba los huesos y que en cualquier momento podía morir por un estado grave de desnutrición; pero lo que más sorprendía, es que pese al estado en el que se observaba, era alto y mantenía una postura elegante, como la de todo un rey. Su rostro era soberbio y la sonrisa, solo revelaba una malicia pura y genuina.  

Y aunque ninguno de ellos llegó a conversar, el primero en abalanzarse al ataque fue Roderick, le siguió Annerys, Skaitlis, Naisbeth y por último María, pero ninguno de sus poderes atravesó la barrera invisible de este. 

—No somos suficientes contra él —dijo Naisbeth, intentando leer los pensamientos de aquel hombre. Pero no podía conectar contra su mente. 

—Oh, con que eres una psíquica —dijo Zunubi, levantándose—, Claro, te recuerdo —Naisbeth comenzó a chillar, justo cuando este se levantó del trono curioso de la chica. Estaba perforando su mente—, tú eres esa chica —dijo con una sonrisa—, tu pueblo fue masacrado y secuestrado por completo. Estoy seguro de que quiere venir por todos ellos —Zunubi soltó una risa—, eres joven  fuiste capaz de evadir muchos de mis ataques psíquicos en ese momento, será mejor que libre tu poder —Hizo chasquear los dedos. 

Naisbeth, por un momento se quedó confundida, y al otro segundo, recordó el suceso en su pueblo: Le ejército de Zunubi había llegado, asesinó a cada niño, y secuestró mujeres y hombres, se alzaron varios guerreros peor todos cayeron a manos de Zombi. Ella, intentó hacer algo, pero justo allí, apareció el mismísimo rey. La atacó, pero ella alzó una barrera telequinética que desvió todos sus ataques, eso llamó la atención de su súbditos,  y tratando de no verse débil ante ellos, usó parte de su poder para atravesar la barrera. Solo lo consiguió cuando usó el cien por ciento de su poder. Y allí, fue cuando le vio colocar un dedo sobre su mente. Y colapsó, lo último que había recordado de ese episodio, era lo que ella le había contado a los chicos. ¿Había sido una mentira? ¿Había luchado por su pueblo?

—¿Liberarla? —Preguntó Annerys, sin entender.

Pero antes de que pudiera alguien más decir algo, observaron cómo los ojos de Naisbeth se volvieron blancos por completo. Se elevó en los aires, con sus cabellos ondulados ondeándose con el aire, en una postura suprema, y una voz surgió: 

—Soy el misterio que no ha sido revelado —dijo Naisbeth, con una voz en trance, que resonó en todo el palacio. 

—¿Qué es ella? —Preguntó Jezabel admirada, a su padre—, tiene un poder delicioso. 

—Ella es la llave para el guardián —dijo Zunubi—, busca a Sharia, dile que es momento de que se prepare para lo que siempre hemos querido.

—¿Crees poder contra ella? —Preguntó Jezabel, interesada en ver sudar a su padre, o al menos, preocupado alguna vez. 

—Ya he podido con ella y con tu madre una vez, no le temo a más nadie —respondió este. 

Jezabel sonrió, y desapareció a un costado. 

Naisbeth miró a los chicos esta vez, y dijo: 

—No podrán contra el rey sino están los siete juntos. Por eso, traeré al guardián de los cuatro hemisferio de este mundo, Dorzel, para que traiga juicio sobre los hombres...

Naisbeth se elevó mucho más al techo, del palacio, a unos cincuenta metros de altura, y con el uso de su poder, destruyó el techo. Desde allí, pudieron ver los chicos como el sol comenzaba a ocultarse y pronto caería la luna. Una luz apareció, golpeando a Naisbeth. Dicha luz tocaba el suelo del vestíbulo del palacio y se alzaba hasta el cielo, donde las nubes se remolinaban alrededor de ella. Algo estaba pronto en venir. 

—Debemos hacerle tiempo —dijo María, reconociendo que era la única oportunidad que tenían. 

Iban a comenzar, cuando Arma apareció detrás de ellos, sudado y nervioso. 

—¿Qué está ocurriendo? —Preguntó asustado, al ver a Naisbeth en medio de aquel resplandor de luz. 

—Ella es la llave —dijo Annerys, repitiendo lo que escuchó de Zunubi—, parece que traerá ayuda —concluyó, cuando todos la miraron como si no hubieran entendido el enigma. 

—Debemos hacerle tiempo, nosotros no podremos derrotarlo, sin que estén los sietes completos —dijo Skaitlis, preocupada, pero al mismo tiempo alegre de ver que Arma estaba bien. 

—Sobre eso, Zombi se encargó de asesinar a los otros tres. Solo somos nosotros —dijo él, lamentando ese hecho. 

Todos se quedaron en silencio mirándole, y le sonrieron, cayeron en cuenta de que Arma, pudo haber sido uno más. 

—¿Estás bien? —Preguntó Roderick.

—Como nunca —dijo—, pero creo que tendremos otros problemas —todos le miraron—, no sé qué está ocurriendo, pero Zombi tenía el mismo sello que Roderick. Es posible que ese ser que nos encontramos, tengamos que verle de nuevo. 

Annerys, María y Skaitlis, se miraron por un segundo. Roderick, que sabía que algo le había ocurrido, pero que no estaba consiente de qué tan grave había sido, era el único que parecía confundido. Claro, si recordaba el escenario o encuentro en aquel bosque maligno y eso era suficiente para entender lo complicado del tema. 

—Un problema a la vez —dijo María, finalmente—, por ahora, demos tiempo para que Naisbeth traiga a quien tenga que traer, hagamos tiempo...

Zunubi se preparó para atacar a Naisbeth, pero antes de que pudiera hacerlo, se encontró con Arma directamente delante de él, propinando una patada que iba directo a su rostro. Zunubi lo detuvo, pero luego vio al chico desaparecer, admiró su rapidez, y se encontró con este detrás de él. En un giro rápido se defendió, pero no vio venir a Arma directo con un puño directo a su pecho. Hizo retroceder a Zunubi dos pasos. 

—Admirable tu velocidad —dijo—, veo que aprendiste a desplazarte omnipresentemente en el aire. Lo aprendiste en tu batalla contra mi general Zombi. 

—¡Cuchillas de la muerte! —Rugió Arma, creando una centena de cuchillas de aire alrededor de Zunubi, para acabarle. 

Zunubi solo tuvo que levantar su barrera, paro protegerse de todas las cuchillas. Arma sabía que haría algo como eso.

—¡Roderick, ahora!     

Roderick apareció detrás de Arma, saltando, y todo su cuerpo estaba envuelto en llamas. Con sus manos levantadas a su costado, apareció la forma de un pájaro fénix, era la misma que Skaitlis y Arma habían visto, peor ahora aquel pájaro de fuego lo rodeaba a él por completo. 

—¡Infierno! —gritó este, y debajo del suelo de Zunubi, una llamarada se alzó. Las mismas que consumieron a los generales, Edgar y Serena. 

Arma sabía que debía actuar, así que inyectó a las llamas de Roderick aire, con la intención de aumentar la llamarada. Y así fue. De hecho, fue tanto aquello, que María tuvo que alzar un muro de tierra para no ser alcanzada por las llamaradas, mientras Annerys creó una cúpula de Agua que no servía de mucho, pues se iba evaporando. 

—¡Es demasiado! —chilló Annerys, asustada de que se vieran afectadas. 

—¡Resiste! —Le gritó en respuesta María. 

Cuando las llamas acabaron, vieron que la barrera de Zunubi había sucumbido, y su piel estaba quemada. 

—¡Lo hicimos! —Se alegró Roderick.

Arma le dio unos golpecitos ene l hombro, pero le señaló que se vieran detalladamente. 

Roderick hizo caso, y lo notó, la piel del hombre parecía estar cenando, y debajo de ella, solo quedaban cenizas que se desprendían como si nada.

—Ese era mi ataque más poderoso —susurró Roderick. 

—Yo no tengo más —añadió Arma, consiente de su batalla contra Zombi.

Bueno, siguieron con el plan. Habían creído fielmente, que Zunubi no iba hacer vencido tan fácilmente. De modo que, no era de sorprenderse ver en acción luego a las chicas: Skaitlis apareció desde el cielo, montada sobre un enorme dragón chino, del cual saltó al aire, para que este siguiera hacia donde Zunubi, y estando allí, con ayuda de su perfil, dibujó tres enormes búhos, uno de ellos para colocarse sobre su lomo, y los otros dos para completar el ataque del dragón chino. Hubo una enorme explosión que hizo timbrar los muros y las paredes. Arma tuvo que levantar una cúpula de aire para defenderse él y a Roderick de los escombros y los efectos de la explosión, mientras una cortina de polvo y humo se había alzado.

—¡Ahora! —gritó Annerys, en el momento que usó la cortina de polvo, para levantar un poderoso remolino de agua alrededor de Zunubi. 

Claramente, la explosión de Skaitlis no removió la barrera que había forjado otra vez, pero siguiendo los pasos de Arma y Roderick, María unió su poder con la técnica de Annerys, levantando el suelo debajo de Zunubi, con rocas que se hubieron al ciclón. Creando un tornado devastador. Al ver eso, Arma sonrió, se le ocurrió la idea de que podía ayudar.

—Roderick, crea nuevamente tu llamarada pero desde el centro del ciclón de Annerys —dijo Arma. 

Roderick asintió, parecía agotado, pero sabía que lo haría. Arma, usó todo el aire a su alrededor, para formar un tornado, mezclado con agua y tierra como Annerys y María lo llevaban, y con ello, crearon un poderoso tornado de barro que destruyó el resto del techo del palacio. Annerys, Arma y María se miraron, felices del poder destructivo. Vieron como la barrera de Zunubi sucumbió, y lo que creyeron imposible sucedió: Zunubi gritaba de dolor. 

—¡Ahora! —Rugió Arma a Roderick. 

El chico hizo maniobras con sus manos, y fugo surgió en el centro de aquel tornado. Por supuesto, debido al calor, el tornado se volvió rojo incandescente, comenzó a perder fuerza con el tiempo y se convirtió en arcilla, y prácticamente pareció convertirse en una especie de monumento que, si funcionaba correctamente. Podía ser la estatua o tumba de una batalla por la salvación del mundo. 

—¿Lo han logrado? —La pregunta de Skaitlis, no tuvo respuestas. 

Todos estaban en expectativas. 

Entonces, un momento o dos, el tornado de arcilla fosilizado, se resquebrajó, y como si fueran cristales se destruyó por completo. La onda de poder fue tal, que mandó a volar a todos los chicos, y no pudieron evitar golpearse todos contra los muros del palacio.  Los chicos, asustados, ensangrentados por el daño recibido, y con las piernas temblando, se levantaron con dificultad. No sabían si ganarían, peor estaban dispuesto a morir por Gaia. 

Zunubi, tenía la piel completamente oscurecida, sus ojos platas se volvieron rojos, y su cabello había desaparecido. Todo su cuerpo estaba desnudo, y no tenía sexo, y en su boca, habían colmillos en su lugar. No parecía humano. Pero lo que causaba terror no era precisamente su apariencia, sino la esencia maligna que emanaba.  

—Esta fue la forma con la que asesiné a todos los que quisieron alzarse contra mi reino. La misma con la que doblegué a la misma Sharia, a que entendiera que era su igual, y que ella no era superior a mí. La misma con la que decidí procrear a mi hija Jezabel —incluso la voz se había vuelto gruesa, y de una tonalidad tan oscura, que helaba los huesos.

—Alheri, mi dulce Alheri, asesinada por mi propia hija cuando tan solo era una niña. Eso llevó al mundo en un caos por completo, pero beneficioso para que me alzaran en el poder. La misma Sharia no podía creer que su propia hija hubiera nacido con un poder y una esencia tan maligna como la que había nacido. 

Todos estaban en silencio. 

—Puedes justificar lo que quieras, pero tu juicio ha llegado Zunubi —dijo Naisbeth, la cual había conseguido que su cabello se emblanqueciera, por completo. 

Y terminando aquella frase, entonces, una luz dorada cayó desde el cielo nocturno y una figura apareció directamente en el suelo. Una figura femenina, con armadura dorada y de guerra, y alas detrás de sus espaldas, apareció. Incluso sus ojos, sus cabellos y hasta su piel, parecía ser del mismo oro.

—Yo soy, Dorzel, el juicio y la ira de Esesmu, recibirá este mundo el juicio que corresponde —dijo aquella entidad. 

Todos estaban impactados de la figura que había llegado. No solo era imponente, sino que desprendía un poder tan temeroso como el que Zunubi parecía tener. 

—Al fin has llegado, guardián de los cuatro hemisferio.  ¿Dime cuál será tu propio pecado? He escuchado que todos los guardianes de los cuatro hemisferio, de cualquier mundo, tienen tanto que contar, por sus errores. 

—No me compares mortal —respondió Dorzel, alzando en ese momento una espada brillante. 

Y antes de que Zunubi pudiera decir más, Dorzel cortó la cabeza de este. Zunubi, ni parpadeó cuando ese hecho ocurrió. Lo había decapitado en un segundo. Aquello dejó helados a todos, pero antes de que pudieran decir algo o antes de tomar conciencia de lo que estaba pasando, vieron surgir de un espacio dimensional distinto a Jezabel y a otra mujer que no reconocieron en su momento. Tenía el cabello largo y negro, y de figura soberbia como la de Jezabel. No lo sabían, pero era la misma Sharia en persona. 

—Has servido para lo que necesitábamos, mi amor —dijo Sharia, pateando la cabeza de Zunubi hacia Jezabel, la cual la tomó con una amplia sonrisa, y con tanta precisión que parecía ser jugadora de básquet, en otros mundos.

—¿Lista, madre? —Preguntó Jezabel, viendo como Sharia tomaba el cuerpo de Zunubi. 

Dorzel miró a una y luego a la otra, y cuando fue a tacar directo a Jezabel, se encontró con que la chica veía sus movimientos. Intentó enviar una cuchillada, pero esta la evadió, luego una segunda y tercera, y veía como la chica parecía danzar, jugando con la cabeza de su padre entre sus manos. Y antes de que pudiera hacer algo, vio a la otra mujer, Sharia, debajo de sus pies, con el cuerpo de Zunubi y a Jezabel encima de ella, con la cabeza de este. 

—Has perdido, guardián —dijo Jezabel, con gracia. 

Entonces, el cuerpo y la cabeza de Zunubi se convirtieron en una esfera de masa oscura que la envolvió. Las dos mujeres hablaron en lenguas extrañas. Y en ung rito desgarrador, Naisbeth se abalanzó contra la esfera: 

—¡Noooo!...

—¿Qué está pasando? —Preguntó Roderick confundido. 

Y una voz escucharon en su cabeza: "Lo siento —era la voz de Naisbteh, estaban seguros—, pero me es necesario sacrificarme por el bien del guardián. He recobrado mi meoria y mis poderes como es debido, y ahora sé, que tengo que hacer. En otro mundo ella resurgirá como una humana, pero me temo que sin recuerdos. Yo también lo haré, pero ya no seré más Naisbeth, sino que se me conocerá como Saya. Creo que este no será el fin de nuestra historia, así que ánimo, confíen en Esesmu".

Y dicho eso, la esfera desapareció delante de todos ellos. 

—¡No es posible! —dijo Jezabel, mirando a su madre. 

—Hay algo bueno de todo esto: no necesitamos preocuparnos por todos ellos. Este mundo es nuestro ahora —dijo su madre, con alegría—, solo debemos asesinarlos a ellos —señaló a cada chico, con toda la tranquilidad posible— y...

—Lamento decirte que no tengo deseos de un mundo destruido —la corrigió fastidiada Jezabel. 

La chica envió una onda de poder tan impresionante, que si María no les hubiera cubierto, hubieran muerto en ese momento. La onda de poder de Jezabel destruyó todo el palacio. Y cuando eso ocurrió, Sharia, quien había repelido la energía de su hija y veía como los escombros del palacio caía a pedazos, impactada de que su hija se hubiera vuelto loca, observó entonces una enorme criatura tan titánica, que se extendía por encima de los cielos. Tenía tentáculos.     

—¿Y eso qué es? —Preguntó la mujer confundida. 

Jezabel, se colocó al lado de su madre, y dijo, sonriendo con admiración a la criatura: 

—La única cosa que podría destruirme... el Nihilismo.

—¿Cómo sabes sobre ella? —Preguntó Sharia, interesada. 

—Los generales Edgar y Serena de mi padre, estaban buscando la forma de revivirlo. Parece que habían tenido un encuentro con esa criatura en esas expediciones, pero parece que no solo habían sido ellos —confesó Jezabel—, mis padre quería asesinarlos por cambiar su lealtad, así que los llevé al encuentro con los elegidos en la Poliedri. Luego, me fue sencillo darles directrices para llegar lo más pronto posible al reino, para que tomáramos posesión del trono. Pero no me esperaba que el poder de esta criatura fuera tal... 

—Si luchamos las dos con todo nuestro poder, podemos ganarle —dijo Sharia, con los brazos cruzados. 

Los chicos de la naturaleza estaban tan ensimismado por la conversación de esas mujeres, sobre la criatura, que no podían creer que existiera alguna criatura que pudiera contra esa bestialidad. La criatura chilló tan fuerte, que la tierra tembló. 

—Marchito —murmuró Jezabel, con una sonrisa. Aquel era el encantamiento con que destruyó a Nauseabea, el mismo que Aland detuvo cuando intentó destruir su mundo. 

Sharia palideció al escuchar aquello y dio tres pasos hacia atrás. 

—¿Qué has hecho? —dijo sin poder creer lo que había mencionado—, se supone que ese sería el último recurso.

—Lo siento, pero no hay necesidad de luchar contra esa criatura. No creo que entiendas tampoco tu posición, madre. Soy yo la que está destinada a ser soberana y gobernar... 

—¡Maldita! —chilló su madre, y cuando esta se alzó contra ella para asesinarla. Jezabel desapareció por un portal, riendo a carcajadas.

Sharia miró a los niños, y les dijo: 

—Parece que su vida estará en manos de esa criatura. Ni yo con lo perversa que puedo ser, destinaría a alguien a morir con ella...

Dicho eso, Sharia, la bruja Urasue desapareció delante de todos ellos, ya ustedes que van leyendo, saben dónde.  

—¿Moriremos? —Preguntó Roderick, en el momento que aquella mujer desapareció. 

—¡No sin antes luchar! —gritó Arma, desesperado. 

Iba a dar un paso, cuando todos escucharon: 

"¡Alto!" Lo sabían, era la voz de Esesmu.  






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