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El Inicio de la Guerra

Capítulo 74

Era de noche cuando todo estalló finalmente. La guerra comenzó justo en el punto más obvio en el que sucederían las cosas, pero con tantos enemigos, nadie se esperaba absolutamente nada de lo que iba acontecer. 

El Acantilado del Fin de los Mundos, se encontraba justo en una intercepción de cuatro caminos, por un lado el reino Amatista y el reino Esmeralda, por el otro el reino Hierro y la región Oscura. Desde ese punto, las personas siempre debían decidir qué lugar tomar para llegar a uno que otro lugar. 

Por eso, hallarlo no era difícil. Lo complicado era escalarlo y, por supuesto, invadirlo. Nadie con buen uso de razón enfrentaría a los cambiaformas más poderosos: los dragones. Excepto ese día.

La luna estaba en su punto más alto para ese entonces, en su fase cuarto creciente. La luz que esta transmitía hacia la zona boscosa, parecía darle un aspecto realmente aterrador. El sonido del viento silbando por un lado, y las hojas meciéndose al compás de este. Por increíble que pareciera, no se escuchaba ni un solo sonido animal.  Eran alrededor de la medianoche, cuando Origami escuchó un primer grito. 

Se levantó bruscamente de la cama, y encendió rápidamente las lámparas de aceites de la habitación. El sonido fue tan rápido, que dudó si lo que había escuchado había sido real o no. Lo primero que su mirada buscó fue la puerta, y de allí, mientras encendía el resto de las lámparas del pasillo, se dirigió directamente al cuarto de Eileen, Aland y Asahi. Como los tres compartían el mismo cuarto, respiró aliviada cuando los vio allí en la habitación. Pero el pequeño Asahi estaba despierto. 

—Pequeño, ¿sucede algo? —Preguntó entre susurros, para no despertar a los demás. 

—Tía —dijo fluido el pequeño niño—, hay algo en el bosque.

El niño se había puesto de pie sobre la cama, señalando la ventana que daba hacia el exterior. Origami preocupada se acercó a este, pero no le apreció ver nada raro, excepto por dos cosas: uno, afinando sus sentidos para ver si algo acechaba a los chicos, se dio cuenta que el silencio absoluto, en una zona como aquella, o mejor dicho, en cualquier parte donde haya una vegetación abundante como esa, no podía existir. al menos, que hubiera algo que aterrara a los mismos animales e insectos. Lo segundo, cuando afinó su vista más allá del bosque, no podía asegurarlo, pero le pareció ver por segundos varias sombras. Se quedó mirando fijamente, pues no estaba segura de que su visión le estuviera jugando una broma, y otra vez observó. 

No dijo nada para no alertar a los niños, pero después de un rato, cada fracción de cinco segundos, veía apenas, sombras que se movían hacia la dirección de ellos. Origami respiró profundamente, colocó una sonrisa a Asahi y le dijo: 

—No tienes por qué preocuparte, tu tía va a asegurarse de que todo esté bien. Por favor, vuelve a la cama y cuida a tus primos —dijo ella—, si ves que algo mal podría suceder despierta a tu prima Eileen, ella sabrá qué hacer. 

Asahi asintió obedientemente, y se enrolló con la misma cobija que cubría a Aland. Origami salió del cuarto, cerrando la puerta con cuidado y que no se notara sus nervios, pero apenas la cerró. Sus ojos se volvieron de un color rojo brillante. Los sentidos como cambiaforma se aumentaron de tal forma, que se movió a gran velocidad, abrió la puerta sin hacer ruido y en segundos estaba en la puerta de Fiorela. Iba a tocar pero no había tiempo que perder, así que no solo la abrió, sino que llegó hasta la cama de esta.

—Fiorela —la llamó. 

—¡Por las faldas de Saya! —Gritó asustada, casi cayéndose de la cama del susto. 

Con las manos temblando logró encender la menos una de las lámparas, tratando de averiguar que era aquella sombra blanquecina, observando que se trataba de la alfa. 

—Mi señora, pero ¿qué está haciendo acá? 

—No hay tiempo para explicarte, pero necesito que vayas con los chicos, sospecho que estamos siendo invadidos —dijo origami—, debo alertar a los demás miembros de la manada, así que necesito que mantengas a salvos a esos niños. 

—¡Por Gaia! ¿Invadidos? Esto es el colmo —comenzó su letanía—, Jimmy ni siquiera está conmigo para protegerme, y mi señora si se entera que me ha pasado algo, seguro que se va a enojar... ¡Oh no! ¿Y si decide hacer un acto horripilante como el suicidio porque ha creído que he muerto, pero en realidad hui con los niños y finalmente me deja sola en este mundo aterrador? No puede ser...

 Fiorela hablaba de tal forma, con aquel drama y escándalo, que ni siquiera había notado que Origami ya había huido de su presencia. Todavía cuando se dio cuenta, no dejó de caminar de un lado a otro murmurando cosas y lanzando improperios, mientras se vestía. 

Origami llegó al salón central en un par de minutos, y estando allí, los cuernos le brotaron de la cabeza y la cara se le escamó un poco, sin pensarlo, emitió un poderoso rugido que hizo vibrar toda la cueva. Entonces, allí lo vio: una sombra corrió por un costado, luego un segundo voló, luego un tercero, hasta que parecía un enjambre de sombras. Para cuando sus sentidos se acostumbraron a aquella velocidad, miró hacia el techo, y pudo contar una centena de azeman que batían las alas y le mostraban los dientes.  Al otro instante, decenas de vampiro la rodeaban. 

Origami rugió nuevamente, esta vez de forma amenazadora. Y para cuando las azeman se dirigieron hacia ella, al igual que los vampiros, esta se transformó en un poderoso dragón blanco, con forma china, con el que repelió a todos los vampiros en un segundo. Aun así, todas aquellas criaturas se revoloteaban intentando contrarrestar la fuerza del dragón alfa, pero se vieron envueltos en una especie de niebla escarchada que, para cuando notaron que se trataba del aliento del dragón, todos habían caído desmayados en el suelo. 

Cuando los cambiaformas dragón comenzaron a aparecer y vieron en el suelo aquellos seres de las noches, no les fue difícil a todos cambiar en ese momento y fue allí cuando comenzaron a devorar los cuerpos. 

"¡Dragones azules, rojos y negro vayan al exterior a defender el acantilado!", dio la orden mental Origami, "¡El resto proteja el interior. Tienen prioridad los humanos, los niños y las otras razas no cambiaformas que existan!"

Norma estaba en el exterior, preocupada, cuando escuchó decenas de rugidos desde el interior. La primera oleada de vampiros no habían vuelto, tal cual como los reyes habían previsto, así que esperaban a que los dragones salieran en el exterior. 

No sabía cómo es que parecían tener un paso adelante, porque vio como dragones azules, rojos y negros comenzaron a salir por las grietas del acantilado. Montones de ellos que, por la oscuridad de la noche, parecían un enjambre de pájaros que revoleteaban. 

Norma necesitaba llegar hacia los chicos, así muriera, tenía que evitar que les encontraran. Haciendo aparecer las alas azeman con la que fue dotada, comenzó a volar en dirección a la parte más alta del acantilado. Pero no había llegado ni a la mitad, cuando tuvo que evitar el aliento de fuego de un dragón rojo, pero no pudo evitar el aliento helado de un dragón azul. Su cuerpo comenzó a caer, entumecido, y no pudo evitar recibir el golpe contra  las rocas. Chilló de dolor, aunque todo aquello le permitió despejar el hielo que le recubría. Para cuando estaba en el suelo, jadeaba con problemas, y montones de herida y sangre tenía en el cuerpo. 

Lo que más le aturdía, eran los gritos, rugidos y el caos de monstruos moviéndose de un lugar a otro.  

—Por favor no mueran —dijo con dificultad por el dolor—, tienen que vivir, no podría seguir con vida con la culpa —añadió. 

Desde ese punto, el cielo parecía ser fácil de ver. Vio a caer un primer dragón, cuando una decena de azeman se agolparon a este para drenar su sangre. Pero el mismo enjambre, lo vio extinguirse cuando un dragón negro lanzó una llamarada que incendió, por un momento, al cielo mismo. Cuerpos de estas caían, revolcándose en el aire, intentando zafarse de las llamas sin éxitos.  

***

—Tía ¿qué está pasando? —preguntó Eileen asustada, aferrada a Fiorela en un costado, con Aland y Asahi en el otro.

—Nada que los dragones no puedan vencer —dijo Fiorela, intentando calmarlos, pero era inútil. Ella misma estaba temblando del miedo. 

—Pero oigo mucho ruido —dijo Aland.

—Es gente muriendo —añadió Eileen, tapándose los oídos. 

Fiorela al ver eso, lamentó mucho que estos tuvieran sentidos tan buenos. De por sí, era una tortura sentirse vulnerable, debía ser peor escuchar cada detalle que estaba a su alrededor. 

—Muy bien, Eileen ha tenido una buena idea, ¿qué les parece si todos nos tapamos los oídos?

—Es inútil, tía —chilló Eileen—, sigo escuchando.

—tienes razón, eso no fue una buena idea —dijo la mujer, sin saber qué hacer exactamente—, ya sé... les contaré una historia. Uno que nos dará confianza sobre los enemigos que están afuera. 

—¿Historia? ¿Cómo las historia de papá y mamá sobre los chicos elementales? —Preguntó Aland emocionado.

—No, más bien es una historia de como una humana se casó con el príncipe dragón y junto a él, logró conquistar a muchos reinos —dijo ella, pensativa. 

—¿Una humana y un dragón? —Preguntó Eileen, con el ceño fruncido. 

—Es como tú y el tío Jimmy —agregó Asahi.

—Bueno, parecido, solo que esa muchacha realmente era más bonita que yo y estaba con el príncipe dragón, yo solo estoy con un dragón —corrigió ella con entusiasmo, al ver como parecía enfocarse en la historia. 

Los tres asintieron y se sentaron a los pies de Fiorela para escucharla. 

—Había un reino de dragones, donde un joven príncipe dragón pasaba días y noches en completa soledad. Era tan fuerte que era enviado, pero su misma fuerza le llevó a ser solitario, orgulloso y malhumorado...

—Suena al tío Akudomi —soltó en risas Eileen.

—¡Exacto! ¡Tal cual como el tío Akudomi! —confirmó Fiorela—,  este oven príncipe, una vez salió del reino buscando algún tipo de diversión hacia los humanos, pero en su vuelo, se encontró con una doncella humana, con cabellos rubios como el sol, y la piel tan blanca como la nieve, y cuando le vio, le fue imposible caer rendido a sus pies...

Por increíble que podía parecer, Fiorela estuvo a punto de llorar cuando ella, siendo humana, logró escuchar los ruidos de batallas feroces más allá de la habitación. 

—...Ese fue el primer encuentro de estos dos jóvenes. Él no sabía que, al igual que él, ella era una princesa, pero no de esas que esperan ser salvadas, sino de las que espera ser la salvadora. Según muchos rumores, el padre de ella, era un rey temible que llevó ese reino a una pobreza extrema. Por lo que ella... —se detuvo un momento buscando palabras adecuadas—, digamos que se encargó del rey de la única forma que pudo, de modo que en el poco tiempo asumió el reinado. 

—Con la corona en su cabeza —más ruidos fueron aproximándose mientras hablaba. La voz de Fiorela, parecía quebrarse en algún punto—, se casó con el príncipe dragón, bajo un acuerdo: y era que él le ayudara, junto a sus familiares, conquistar aquellos reinos que habían sometido su reino. ¿Saben cómo se llamaba la reina?

—Diana —dijo Asahi sin pensarlo demasiado.

Todos miraron al niño. Pero la más impactada era Fiorela, por alguna razón, creyó que conocía la historia, pero no, el rostro del niño era de curiosidad absoluta. Como esas miradas cuando no se sabe que acontecerá.

—Diana es un buen nombre, ¿no les parece? —Preguntó otra vez Fiorela. Todos asintieron con risas. 

—Diana y el príncipe se casaron, y comenzaron a conquistar a todos esos reinos. Nadie creyó que ella podría hacerlo, pero demostró que tenía los medios para hacerlo. Aunque, en el camino, hubo tantas perdidas que la tristeza llenó los corazones... 

—¿Como a ti, tía? —Preguntó Asahi.

Fiorela miró al niño otra vez.

—La tía Fiorela no está asustada, Asahi —dijo Aland, enojado. 

—Asahi tiene razón, puedo escuchar el corazón de la tía Fiorela moviéndose muy rápido —confirmó Eileen. 

Y sin esperarlo... Aland comenzó a discutir con Eileen y Asahi. Según él, Fiorela solo estaba haciendo eso para que la historia fuera más realista. Los otros chicos negaban eso. Fiorela los hubiera detenido, de no haber visto como la puerta de la habitación había sido entreabierta. Dejó a los niños que siguieran, tenía el corazón en la mano, apunto de arrojarse encima de lo que fuera que estuviera detrás de ella. Y cuando se abrió de par en par, increíblemente vio a Jimmy.   

—¡Jimmy! —sollozó de pronto. Los niños se volvieron para ver al tío.

—¡Tío! —gritaron los tres, a la par de ver como Fiorela se le arrojaba a los brazos.

—La tía Fiorela nos está contando la historia de la princesa humana y el príncipe dragón —dijo Eileen animada.  

—Suena como una historia perturbadora —dijo entre risas, mirando a su mujer.

—¡No lo es!, pero todavía no la culmina —dijo Aland. 

—Y creo que tiene que esperar —dijo el tío Jimmy—, tenemos que irnos, ¡ahora!

—Creí que fuiste a averiguar sobre los jóvenes y... —se detuvo, no quería mencionar nada sobre los padres de Asahi.

—Lo hacía, hasta que vi movimiento de la región oscura hasta este lugar. Tuve que desobedecer a la alfa y regresar, pero parece que he llegado muy tarde, nos están...

—Shhhh... —Fiorela le puso un dedo en la boca—, ¡Los niños!

Jimmy asintió. Fiorela le miró nuevamente y le besó. Amaba a ese hombre como a nadie. 

—Vamos niños, nos iremos con el tío Jimmy —dijo sacando uno por uno, tomando en brazos a Asahi, mientras que Jimmy tomaba a Aland. Eileen era la única que caminaba por su cuenta. 

Pero, cuando llegaron a la sala de estar, la puerta de entrada se hizo añicos. Rostros grisáceos con ojos rojos se asomaron de la nada, con sonrisas que dejaban ver unos colmillos amenazadores. Por supuesto, todo el lugar se inundó de un instinto animal que olía para los cambiaformas a amenazas y muerte.   

Jimmy rugió mostrando sus dientes, sus ojos amarillos reptilianos, y escamas que comenzaban a brotar de la piel, pero sin que nadie se diera cuenta, un hombre atravesó el pecho de este, desde su espalda, a la altura de su corazón. Fiorela y los niños vieron como una mano salía del pecho de Jimmy, con un corazón latiendo derramando sangre en el piso. 

Fiorela gritó desgarradamente. Y antes de que pudiera hacer otra cosa, las cinco figuras asomadas en la puerta se abalanzaron contra el cuerpo de esta. Todo pasó tan rápido, que ninguno de los niños supo que estaba pasando. Solo vieron a su tío en el suelo y a su tía siendo devorada por aquellos seres que, a decir verdad, olían como su padre Samael. 

—¿Tía? —Preguntó Eileen.

—¿Tío? —dijo Aland, moviendo el cuerpo. 

Asahi era el único que estaba quieto, con el cuerpo pegado a la pared, asustado. 

—E-Eileen —fue lo único que pudo decir Fiorela, antes de perder toda fuerza. 

Para cuando sintieron que el aliento de esta se había ido. El cuerpo de Eileen y de Aland se volvió negro por completo. Sus ojos amarillos como reptiles, y garras afiladas como cuchillos. Asahi, se quedó allí mirando con horror lo que estaba pasando. 

***

Para cuando Dani, Luther y Lea aparecieron en aquella sola. Se quedaron asombrados al ver una escena escalofriantes. Cuerpos en el piso mezclandos con sangre que no solo había manchado el suelo sino que las paredes también, con huellas de manos y garras que le hacían ver como una auténtica película de terror.

—¿Qué ha pasado acá? —Preguntó Lea, horrorizada.

Pero antes de que alguien pudiera decir algo, escucharon un estruendo a un costado, como una explosión, y una llamarada se adentró desde el balcón.

Todos se agacharon asustados, y Dani comprendió lo que Ster quería decir:

—¡Están atacando este lugar!

—Si son cambiaformas dragones, lamentablemente mi magia no tendra efecto —aseguró Lea.

—¿Qué es eso? —Preguntó Luther, con los niños en brazos. Ellos seguían durmiendo, colo si nada estuviera pasando.

El punto donde Luther señaló, se trataba de dos figuras que, como estaban entre las sombras, no se lograba detallar a cabalidad de qué se trataba. Entonces, una de ellas se movió tan rápido, que no se dieron cuenta cuando se colocó al costado izquierdo de ellos. La otra figura permanecía en su derecha.

—Nos han rodeado —Susurró Lea, con las manos a la altura de su pecho, en una posición de alerta.

Nadie se movió. Los tres sentían que, de moverse, acabarían muy mal. Entonces, una tercera figura apareció entre uno de los pasillos de aquel lugar y se arrojó precipitadamente a las piernas de Dani.

Por un momento, Dani creyó que había bajado la guardia al concentrarse solo en las dos figuras, pero cuando observó a la criatura aferrada a sus piernas se dio cuenta que se trataba de un rostro conocido, pero que se veía un poco mayorcito.

—¿Asahi? ¿Qué haces aquí? —Preguntó escandalizado.

—La tía y el tío —comenzó a llorar, enterrando la carita en las piernas de este— No se mueven y... —Jipió—, Aland y Eileen...

Siguió llorando.

Dani no tenía idea de nada, pero entendió en qué lugar estaba. Hasta donde sabía, Asahi iba ser llevado por Lance al Acantilado del Fin de los Mundos donde estaba la manada de Akudomi y Origami.

Entonces, las otras dos figuras se acercaron lentamente, parecian dar pasos tímidos, y todos vieron que se trataban de dos niños. Una chica y un chico. La chica era mayor que el otro, y este parecia tener la misma edad de Asahi. Pero, al ver los cabellos albinos, preguntó:

—¿Ustedes quiénes son?

—Yo soy Eileen y él —señaló al chico—, es mi hermano Aland.

—¿Ustedes hicieron esto? —Preguntó Lea, impactada.

Eileen bajó el rostro y comenzó a llorar. Aland le siguió, y a los otros segundos, se le pegaron a Dani también junto a Asahi a empapar sus pantalones.

—Yo no quería hacerlo, pero el tío Jimmy y la tía Fiorela... —Jipeó Eileen—, dejaron de moverse y ellos... ellos iban a hacernos daños, ellos...

Lea como pudo se acercó a los cuerpos, y comenzó a revisarlos para entender la situación.

—Ya veo —dijo ella, pensativa—, el hombre con el pecho abierto, era un cambiaforma dragon, veo la escamas en su piel a medio transformar. Esta —Se movió a la mujer con varios cuerpos destrozados y mutilados—, era humana... que pena... Y estos —Empezó a revisar los ojos, algunas manos desmembradas y la boca—, son vampiros. Supongo que fueron los que atacaron al cambiaforma y a la humana, seguro estaban cuidando a estos chicos.

—Hay que quemar los cuerpos —Ella agregó, mientras tomaba una de las lamparas de aceite para encender el primero. Proporcionando luz en el interior de aquella sala.

—Los vampiros parecen ser los que han ocasionado este ataque — dijo Luther, viendo a Dani—, ¿tienes idea de por qué Ster nos ha traído hasta aquí? Es un lugar peligroso para Dayami y Yamida.

Dani suspiró, por un momento creyó que Ster se había vuelto loco al traerlos allí, pero al ver a los chicos se dio cuenta de que estaban allí por ellos.

—Diganme algo, ¿quiénes son sus padres? —Preguntó Dani a Eileen y a Aland.

—Samael...

—Y Origami, la alfa de este lugar —Completó Eileen la intervención de Aland.

—Ya veo... así que ellos son sus padres. Bueno, están de suerte, ellos son mis amigos —contestó—, menuda cosa hizo Origami al ponerles nombres de seres ya muertos —cuestionó, tocandose el puente de su nariz.

—En realidad, la mayoría tenemos nombres de muertos si ese es el caso —Aportó Lutherz entendiendo que era poco común que alguien tuviera realmente un nombre único.

—En fin... Los hijos de mis amigos son mis amigos también. Necesitaré que ustedes se queden con Lea y el señor Luther, ellos van a cuidarle, y ustedes cuidaran de ellos —señaló a sus dos hijos  Dayami y Yamida— Son más pequeños que ustedes, y necesitarán de niños fuertes.

Los tres asintieron, mirando a los gemelos en los brazos de Luther. Dani miró a Lea y su amigo el leprechaum, y agregó:

—Iré a ver en qué puedo ayudar... si las cosas se ponen muy peligrosa, deberán hacer todos los medios para que los chicos sobrevivan.

—¿En serio vas a irte? —Preguntó Lea un poco asustada.

—No puedo hacer otra cosa. Si estoy aqui es para ayudarles, de lo contrario la estrella no me hubiera traído aquí. ¿Cuento contigo?

—Ve —le dijo Lea, entendiéndole.

Para cuando Dani llegó al primer piso en descenso, se encontró con montones de cuerpos. Entre ellos vampiros humanoides y azeman, y cambiaformas. Pasó por un pasillo de donde provenian mas ruidos, y se dio cuenta que habían unos cambiaformas intentando cerrar la puerta.

—¡Son demasiados! —gritó uno de ellos.

Al escuchar los pasos de Dani, se sobresaltaron todo creyendo que era un enemigo, pero este antepuso las manos, moviéndolas mientras gritaba:

—¡Soy aliado, soy aliado! ¡Miren, soy humano! Bueno, medio humano porque también soy mitad elfo... en fin, vengo ayudarles.

—¡Pues comienza ahora mismo! —Chilló otro, desesperado.

—¡Pues apartense!

—Si lo hacemos, entrarán  —dijo otro de ellos.

—Solo hagan los que le pudo  confíen en mi....

Loa cambiaformas se miraron, vieron a Dani, pero sabian que de no hacerle caso, tarde o temprano no podrían contener mas la puerta. Asi que, no les quedó de otra más que apartarse.

Y apenas lo hicieron, una onda de energia salió de las manos de Dani y golpeó de llenó a todos los vampiros. Y no solo eso, esta no era la usual que este habia demostrado, tenia una tonalidad amarilla que, cua do entró en contacto con el cuerpo de los vampiros, estos se desintegraron de inmediato.

—¿Quién eres? —Preguntaron todos, al ver aquello.

—Soy Dani, el hijo de Richard el humano y Rocío la elfa, hermano de Tsukine, el caballero oscuro de Amatista y Eileen, la arcangel Dorzel reencarnada en una humana para traer el juicio de Gaia.





 

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