Capítulo 42: Pensamientos.
La brisa que chocaba con su espalda lo hace abrazarse así mismo, y mientras miraba el color morado aparecer en sus uñas un importante pensamiento se situaba en su mente.
¿Cómo terminó así?
—¡Ni de broma viejo estúpido! No pienso hacerlo y menos junto al Deku, sólo danos la maldita planta y no te volaré en pedazos.
—Disculpe pero realmente no tenemos tiempo para esto, nuestros compañeros nos están esperando...
—¡Ojojo! No es algo que yo decida, si fuera por mí podrían simplemente llevarse las flores, pero, ellas no estarán de acuerdo en ser llevadas salvo que hagan la prueba que les digo. Sino me creen, son libres de intentarlo...
Izuku debió al menos sospecharlo, ya había exprimentado lo peligroso que es la senilidad gracias al bizarro Gran Torino.Y este otro anciano, por muy brillante que sea su sonrisa amable, no daba ninguna señal de que poseía una misma perspectiva de la realidad que alguien normal tuviera.
—¡¿Qué demonios?!
—¡Si intentamos tocarlas se vuelven transparentes!
—¡Jojo! ¿Ven lo que les digo? Sino hacen la prueba no se llevarán ninguna...
Izuku lo medita para sus adentros, ya que su cerebro es lo único que se mantiene caliente ante ese viento invernal, y piensa en los probables motivos sentimentales de Gran Torino de no poder ir con ellos, en el peculiar relato sobre ese sabio que gustaba comer helados bajo ventiscas...
—Oi...
La grave voz de Katsuki lo saca de sus pensamientos, hace un sonido desde la garganta para dar señal de que le presta atención pero no voltea a verlo, ya que cada centímetro de su ser es dominado por un instinto de supervivencia que le dice que si voltea ya no volverá a ver la luz del día.
—Pase lo que pase hoy, se quedará en esta maldita montaña.
—S-Si...—Tartamudea con pánico sin tener la menor intención de llevarle la contraria.
—¡Listo jóvenes! ¡He traido el helado!—Anunciaba el anciano, acercándose con una bandeja con tres helados de vainilla. La colocó en el suelo frente a los muchachos sentados para después limpiarse la frente como si hubiera sudado—¡Uff! Lamento si tienen calor, normalmente esto es más fresco pero llegaron en una temporada bastante calurosa.
—Púdrete anciano...—Farfulló con molestia Bakugou, y aunque nunca apoyaría la aptitud tosca de su amigo de la infancia, admitía que esta vez lo comprendía.
"Calurosa" decía el anciano, cuando sus uñas se pónían moradas y la nariz se le enrojecía. Sino morían de hipotermia sería por milagro.
La cosa es que, para tomar las flores de lirio helado, hay que realizar una prueba de la que no está del todo explicada, sólo le habían dicho que para empezar debían de ir a la cúspide de la montaña y sentarse alrededor de una minúscula fogata como única fuente de calor frente a oleadas de ventiscas heladas. Ahora, lo peor no es el hecho de que deban resistir una temperatura insana comiendo helados, oh dios no, eso no era lo peor...
Lo peor es que ambos, Midoriya y Bakugou, poseen como única prenda de vestir su delgada ropa interior como parte de la prueba.
Es necesario decir que Izuku se había arrepentido de llevar sus particulares bóxer con el dibujo en azul de la cabeza de All Might, pero eso fue hasta que vio como el rubio llevaba unos iguales pero en negro...
La mirada de odio de Bakugou la recordará hasta en sus más infinitas pesadillas....
—No me he presentado aún, me llamo Tokaku ¿Y cómo están?—Dijo con naturalidad pese a que un viento fuerte le puso la barba en los ojos.
—M-Muere anciano senil...—Tartamudeó Bakugou, durante algunos segundos acumuló unos leves estallidos en sus palmas en un intento de obtener calor, pero Izuku sabe que no será suficiente contra el clima—s-solo haz la maldita prueba...
—D-De veras... N-No podremos resistir mucho tiempo... dese prisa por favor—Rogó ahora Izuku, con la voz temblándole.
El anciano hizo un mohín infantil en sus labios luciendo como un niño canoso berrinchudo.
—Aburridos...—Bufó por lo bajo mientras se acercaba de a poco a la tenue fogata—antes de que la magia fuera conocida como tal, mis ancestros practicaban estas pruebas a aquellas personas que querían hacer uso de nuestra amada montaña de cristal... —empezó a relatar con voz serena, tan amena que Izuku tuvo que luchar contra el centelleo de sus dientes para que no sonarán más fuertes que la voz del anciano—la prueba que les haré, la llamamos "voz interior".
—¿V-Voz i-interior?—Repitió Izuku con voz temblorosa tartamudeante. Bakugou resopla con molestia a tiempo en que hace otra explosión con las manos.
—N-Nombres cursis... s-sólo ve al grano...—Gruñó con molestia.
—¡A eso voy! Prestén atención...—Se quejó berrinchudo—esta prueba les mostrará aquello que les lleva aquejando pero que callan o ignoran por las emociones que les producen—entonces acercó su mano a la pequeña llama de la fogata, esta se inclinó hacia su lado, atraída, para luego en una ampliación extenderse en gran tamaño soresaltando a los presentes quienes se echaron hacia atrás por reflejo.
Izuku sintió el abrazador calor mientras escuchaba el gruñir de Bakugou a su lado.
—¡¿Por qué demonios no hiciste eso antes de que se me congelara el trasero?!—Reclamó muy justificadamente a su parecer, más sin embargo lo ignoró por completo.
—Acerquense y miren fijamente—Ordenó, Izuku le mira curioso y Bakugou sólo bufa con enfado antes de seguir lo dicho por el anciano—la flama les muestra en lo que están pensando...
Izuku logra divisar una imagen en el fuego, la cual es difusa e inentendible por lo que enfoca mejor la mirada. Lo que ve se torna claro y luce como una imagen, como una fotografía, aquello que lo llevaba aquejando pero se las ingeniaba para ignorar ahora lo veía retrasgandose directamente en su cara, lo que lo hace enrojecer y poner una mueca de pánico en su rostro. Unas palabras de su propia voz le resuenan en la cabeza.
Sus labios son fríos.
—¡Uaah!—Chilló mientras manoteaba con desesperación en el aire para borrar la imagen frente a él, la mirada jocosa del anciano se le posaba encima como si de una flecha se tratara.
—Jojo que gran reacción, cuéntanos hermano ¿Qué viste?
—E-Ehh... Ahh...—La mirada incensante del anciano no lo ayuda a entablar una idea lógica y termina soltando la primera extupidez que se le vino a la mente—¡U-Un unicornio saltarín!
El anciano parpadeó con una expresión de neutralidad e Izuku tragó grueso.
—Un unicornio saltarín...
—S-Sí...—Balbuceó dándose cuenta de lo estúpida que es la situación.
Más sin embargo la expresión del mayor cambió a una de empatía total mientras tomaba su hombro con compresión.
—Esos demonios coloreados, nunca sabes cuando te caerán encima—Decía mientras le daba unas palmaditas de consuelo—bueno ¿Y que hay de nuestro explosivo amigo? Está extrañamente callado...
Izuku se sobresalta levemente, porque por el calor del momento olvidó la presencia de su amigo de la infancia. Voltea verlo con ligera preocupación, porque Bakugo no era de los que se mantenía exactamente "tranquilo y callado", y lo ve. Sus ojos se abrían en grande, con incredulidad, luego hace una mueca de reprimenda, como si se negara a algo, y lo siguiente... pues lo obvio, junto ambas manos al frente y explotó la fogata llenando de carbón todo el alrededor.
—¡Al demonio con esta porquería!—Gritó antes de retirarse dando pisotones, Izuku tosió ollín mientras el anciano limpió la acumulación en su barba.
—Uh... Lo siento.
—Honestamente se había tardado—Se encogió de hombros con desinterés antes de ponerse de pie—hagamos una pausa.
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Con las vestimentas de vueltas en su sitio Izuku pudo volver a respirar de alivio, y regresar dentro de la cueva les abrigaba aunque sea un poco de los fríos vientos. Un rugido le llega a los oídos lo que lo hace sobresaltarse en su sitio, mira alrededor pero no encuentra nada pero divisa una abertura en forma de círculo que daba vista hacia el paisaje afuera.
Izuku observó atento como a unos metros debajo de donde estaba, se encontraba aquel tigre estirándose y ronroneando como un pequeño gatito mientras dejaba a aquella mujer que le acaiciara el mentón. Su mirada grisacea se mantenía ajena, como si estuviera en otro sitio o en otro lugar.
Desde que llegaron esa mujer a estado guardando distancias con ellos, y de leguas siente su desconfianza y precaución, no parece tener la menor intención de interactuar con ellos.
—Se ve hermosa ¿Cierto?—Izuku voltea sobresaltado, encontrándose con la sonrisa risueña del anciano Tokaku.
—Ah Tokaku san...—Llama con algo de susto, ya que el contrario parece tener esa mala manía de aparecer detrás de las personas sin avisar de su presencia.
—Ella es mi única y preciada dicípula, no habla mucho pero es bastante amable y responsable—Comenta con algo de orgullo, como un padre hablando de su hija. Izuku sin embargo se le queda viendo con curiosidad.
—¿Dícipula?—Repite recibiendo la atención del mayor—esto me lo he estado preguntando pero... ¿Quiénes son realmente? ¿Y que hacen sólos en un sitio así?
Tokaku frunce los labios mientras acaricia su larga barba, como meditando su respuesta para sus adentros antes de sonreírle a Izuku e indicarle que le siga.
—Esta montaña es pilar de una gran fuente de "espíritu natural", magia de las montañas. Mi tribu era guardianes y protectores de esa fuerza durante siglos—Apunta a un mural cristalizado, contempla unas figuras tallados en donde se distinguía un grupo de personas junto a bestias parecidas al tigre—eramos conocidos por nuestros profundos conocimientos de la vida en el frío...
Observa los dibujos con atención, las ilustraciones mostraban a los personajes compartiendo, tomando varas y entrenando, conviviendo con bestias, de alguna forma sintió que era una comunidad feliz y despreocupada, hasta que llegó a la última ilustración en donde ya no era un grupo de grande de personas y bestias, sino que ahora era el dibujo de un simple individuo avanzado de edad con un tigre. Izuku lo vio sintiéndolo familiar y luego vio a Tokaku, uniendo los puntos. Algo de tristeza brilló en su mirada.
—¿Qué ocurrió?
—Bueno... el tiempo supongo—Agrega ensimismado, observando el muro—los más viejos fueron muriendo, los más jóvenes decidieron que no querían pasar todas sus vidas en puro cristal, hubieron algunas disputas después y... tadah aquí nos tienes—explicó vagamente, Izuku sólo bajó la mirada con tristeza.
—Lo lamento...
—Meh, si las cosas suceden es por algo—Agrega con simpleza antes de ponerse en frente del menor—entonces ¿Cuál es tu historia? Alquimista...
Izuku desvía la mirada sobándose el cuello con incomodidad ¿Cuántas personas van ya? All Might, Torino, Todoroki, Kachan probablemente sospeche algo, el secreto lentamente deja de serlo.
—Vamos, sólo soy un anciano loco viviendo en lo alto de una montaña de cristal ¿Acaso crees que alguien me creerá si lo cuento?—Agrega alzando las cejas de forma cómica a lo que Izuku frunce los labios conteniendo una risa.
"Ni modo".
—No supe lo que era en un principio, ni siquiera sabía que tenía este poder hasta que una flor solar llegó a mis manos. Pasaron muchas cosas y...
—Conociste a Torino—Completa a lo que Izuku le ve fijamente.
—Le conoce.
—Sip, él y una amiga suya me visitaron un día. Muy simpáticos—Agrega con tono de simpatía, mientras que Izuku tuvo un pensamiento en la mente.
—(Lo sabía, es el sabio que Torino me contó quella vez...)
—Así que tienes una flor solar...—Agrega sacando al menor de sus pensamientos—¿Sabes lo que dicen de ellas?
—¿Uh? Mmm... ¿Dan poder?—Responde dubitativo, el anciano negó.
—Eso es obvio, me refiero a lo que no se ve.
—¿No se ve?
—Ellas tienen alma—Izuku parpadea desconcertado y Tokaku sigue—en años antiguos se creía que poseían alma y voz propia, la cual sólo unos pocos elegidos podían oírlos. Los alquimistas.
La mirada de Izuku se llenó de admiración e ilusión, como un niño escuchando la mejor de sus historias.
—¿E-En serio? ¿Es real?
—No lo sé chico, no soy alquimista—Agrega con un tono de obviedad como lo más claro del mundo—y la que me lo dijo parecía estar más chiflada que yo, así que no le des muchas vueltas.
Izuku sólo lo miró en blanco mientras el anciano le daba la espalda para quitar un pedaso de nieve en la pared.
De repente sintió los tobillos temblar, o más bien era el suelo el que temblaba. Por el tambaleo tuvo que sostenerse de la pared para evitar caer, empezó a escuchar estruendos y parte del techo empezó a caer polvo y escombro.
—¡¿Q-Qué ocurre?! ¡¿Esto es normal?!—Grita viendo a Tokaku quien se mantenía en pie firmemente pese a tanto tambaleo. Su mano tomó su mentó y su mirada se mostró pensativa fija en la pared.
—Oh vaya... ¿Más visistas? No... la montaña está siendo arisca con ellos, eso quiere decir que son polisones—Agrega con un tono normal sin estar preocupado—acómpañame chico.
El anciano salió corriendo por el pasillo para el sobresalto de Izuku, entre tropiezosa y pasos torpes logró seguirlo hasta una salida de la cueva en donde lo encontró junto a Bakugou, ambos miraban algo con ahínco.
—¿Qué está pasando?—Dice poniéndose junto a su compañero y viendo lo mismo que ellos ven.
Apenas a unos metros de distancia observó como una enorme lanza había perforado una pared de la montaña, junto a ésta se encontraba a quella mujer de melena blanca y mirada fría. Ella veía con advertencia a los individuos que estaban frente a ella.
Eran cuatro figuras, dos volaban en el aire con una contextura inhumana las cuales reconocióen seguida.
—¡Esos son los trols que nos atacaron durante el viaje!
—Son esos brujos de la orden maldita—Escupió Bakugo subiendo los puños que hacían chispas.
Izuku vio a los otros dos individuos, los que si eran humanos, uno llevaba gafas oscuras con un abrigo naranja con el cabello de un color marrón, mientras que el otro tenía la piel verdosa, como de lagartija. Ambos observaban a Ice de manera fija y amenazante.
—¿Eres la protectora de la montaña?—Habla con voz delicada el de abrigo naranja, su mirada roza lo despectivo mientras analiza a su oponente—pareces una doncella pérdida...—su compañero desemvainó la espada grande en su espalda y la apuntó hacia ella.
—Hazte a un lado, nuestra misión no es asesinato pero podemos cambiarlo—Advirtió con frialdad.
Ice ni se inmutó por la amenaza y permació estática en su sitio.
—¿Misión? ¿Cúal es esa misión y quién se las dio? ¿Quiénes son ustedes?—Pregunta con voz suave y en total en calma. Ambos hombres fruncieron el entrecejo ante la aparente frialdad de la mujer.
El de piel de largatija sonrió amenazante.
—No tenemos porque responderte, pero si quieres saber quienes somos te lo podemos decir. Somos la vanguardia de la orden maldita—Dijo antes de hacer una señal a ambos trols y estos se lanzaran a atacar a la mujer.
—¡Son cuatro contra una, no podrá ella sola!—Gritó Izuku con la mano en la cadera a un costado del cinturón a la vez de que las manos de Bakugou centellaban, ambos tenían la clara intención de salir a pelear, sin embargo fueron detenidos por la mano blanca del sabio.
—Ella no sería la guardiana de esta montaña sino pudiera con algo como esto...
Continuará...
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