🌑No duermas🌑
Lizzie está tan alejada de la realidad, pero aunque parece no importarle su relación actual recibirá lo que a sus ojos merece:3.
El novio de Lizzie era perfecto... al menos eso decían todos.
A veces el amor no es perfecto hasta que tu corazón se sumerge a una euforia de emociones, y comienzas a sentir que realmente estás vivo.
Soy Lizzie Willer, una estudiante común, esperando con ganas el último verano de su último año. Mi vida ha sido relativamente buena, no puedo quejarme. Tengo la vida planeada, y me encanta hacerlo, aunque de repente soy olvidadiza, me las he arreglado para crecer felizmente, a pesar de la trágica separación de mis padres. Me gusta o me gustaba muchísimo ir a nadar, hasta que lo conocí. A veces conoces a esa persona. Sabes a qué persona: En la que piensas justo ahora.
No sabes qué puedes hacer, tampoco sabes si puedes llegar a lastimar a alguien más a causa de ese inmenso amor, te olvidas de todo, incluso de ti mismo.
Tengo 18 años, y lo que más me importaba en la vida era pasar mis asignaturas de matemáticas, ir a nadar al lago, o escoger los trajes de baño que usaría al ir con Isaac a su cabaña. Isaac es mi mejor amigo, y lo ha sido desde el momento en que nací, nuestras madres fueron amigas y conocidas desde siempre, crecimos juntos en el mismo pueblo así que era imposible no caer ante su carisma. Por nosotros mismos lidiábamos con las trágicas polémicas de la vida, pero al parecer nos quisieron poner a prueba; lo que se viene después no es como sacar un ocho en el examen de física.
Fecha de publicación; 12/julio/2022
Suerte para encontrarte a ti mismo después de que alguien más le dió sentido a tu vida.
Lizzie Willer
—¡Lizzie...! ¡¿Lizzie?! ¿Me escuchas? —la voz del chico castaño al frente de mí hizo que saliera del increíble flashback que tenía sobre un sueño de media noche.
Me incorporé un poco anonadada y clavé mi mirada a sus increíbles ojos azules que parecían descender de algún rayo.
Estaba en la última clase, la cual saltaría porque realmente se me pegaba la gana, tenía las calificaciones perfectas así que una clase menos no afectaría mi diplomado académico, y menos con la frustración que tenía.
—¿Qué pasa, Tom? —dije a regaña dientes, intentando no ser tan insoportable con quién parecía mirarme tan cálidamente.
Thomas era uno de Los chicos más guapos del instituto Red High School, también el más inteligente: cabello castaño, capitán del equipo de natación, ojos azules como si un rayo hubiese impactado ten ellos.
Salgamos de aquí.
Traté de volver a concentrarme en sus ojos antes de decir una tontería.
—¿Te sientes bien, cariño? —dijo con esa voz que parecía melodía, pasando su mano en mi cabello hecho un desastre.
—Sí —dije—. No dormí bien, pero hablando de eso, ¿quieres ir a cenar? Mi madre hará lasaña —farfullé, mientras me acomodaba los libros en el frente del pupitre.
Tenía mis lápices regados y Thomas al ver mi ademán, amablemente comenzó a recogerlos. ¿Podría ser más perfecto? No lo creo.
—Sí, después de natación —añadió con voz traviesa guiñándome un ojo.
—Okay —le di un beso casto que pido al ver que me levantaba. Ya no era noticia que me salía de las clases que no me gustaban, con los libros enrollados en los brazos—. Nos vemos.
—Te quiero —dijo, pasando sus dedos por mi cintura hasta mi pierna.
Vámonos.
Sonreí a medias y me dirigí a la salida para toparme con la insoportable de Carrie. Carrie era... linda, todos la querían y lo peor es que era la mejor amiga de Tom.
Que por cierto, es mi novio.
—¡Holaaaa, Lizz! —dijo con una sonrisa de oreja a oreja
Esa voz, esaaa maldita voz
—Adiós, Carrie —dije con toda la maldita mala gana del mundo, y terminé de salir.
Miré de reojo que balbuceaba cerca de Tom pero él me miraba regalándome una sonrisa.
¿Cómo puedo yo tenerlo a él?
Carrie era el platónico de mi mejor amigo Isaac, y lo comprendía, su cabello rojizo natural y cuerpo de modelo me hacían sentir envidia.
⚫️⚫️⚫️
—Mamá... ¡Ya llegué! —¿Qué es ese olor tan agradable para mis fosas nasales? Cerré la puerta y casi me da un infarto porque mi madre salió de la nada.
—Hola amor, ¿cómo te fue?
—¡Bien! —dije dulcemente— Thomas viene después de natación. —añadí, soltando mi mochila sobre el mueble más pequeño de la sala y tirándome como estrella al más grande soltando un jadeo.
Mi madre tenía un mandil de dibujos sobre una caricatura, era muy divertido verla así porque sólo hacía comida para visitas... Gracias... ¿Tom?
—Ok, amor. ¿Le has llamado a tu padre? —dijo entre dientes que apenas la pude escuchar.
—¿Patrick? —contraataqué, confusa pero corrigiéndola.
—Tu Padre —corrigió arrastrando las palabras— Te extraña, cariño. Deberías darle una oportunidad
Caminé a las escaleras que estaban cerca de la cocina y me dirigí a mi habitación sin decir nada.
¿Eso era un padre?
Un sonido a lo lejos hizo que saliera del transe, ese teléfono iba a matarme en cualquier momento.
Miré mi móvil para ver el nombre de Tom.
—¿Qué pasa? —respondí un poco alterada
—Cancelé natación, dije que estaba resfriado —dijo asfixiándose de lo rápido que uso la oración—. Pasó por ti y nos distraemos mientras tu madre hace la cena ¿O, nos quedamos para ayudarla? —dijo Tom, creando un silencio incómodo— ¿Y? —recalcó con firmeza.
—¿Dejas tan siquiera ducharme?
No sé porqué me soportaba
—Yo puedo esperar... te q....
Colgué antes de que dijera la palabra, me dolía tanto no poder ser linda con él, era perfecto, ¿no?
⚫️⚫️⚫️
¿Cómo pude pasar una hora duchándome? Me puse un pantalón negro y una sudadera holgada, no quería usar sostén. Tomé unos converse blancos, ¿o grises? Estaban un poco viejos. Al bajar las escaleras sentí ojos clavándose en mi como cuchillos.
—¡Holaa! —dije con una sonrisa a medias.
—¡Hey! —Tom se incorporó y pude notar que estaba usando unos pantalones negros y una camisa holgada pero sus mangas estaban entalladas a sus brazos— ¡Que linda te ves!
—Gracias.... tú también... te ves lindo —dije, mientras sentía como ardían mis mejillas.
Iba a decir algo cuando de repente mi madre pegó un chillido que realmente aturdió mis oídos.
¿Por qué tenía mejores pulmones que yo?
—¡Feliz primer aniversario!
Ani, ¿qué...? vers... a... ¡Dios! ¿Nuestro primer año juntos?
Mis ojos se abrieron como canicas, no pude sentir nada más que culpa, Thomas era un amor de chico, ¿qué diablos?
Thom me miraba tan cálidamente y yo estaba congelada intentando terminar de bajar el último escalón...
—¡Feliz Aniversario! —dijo Tom. Con ello dándome un collar de un símbolo con una estrella, era plateada y muy brillante, levanté mi cabello sin pensarlo y la colocó rozando sus dedos por mi cuello. Le di un beso cálido en esos labios rojos—. Sé lo mucho que amas estas cosas y, gracias por pasar este año conmigo. ¡Me haces muy feliz!
De pronto estaba por los aires dando vuelvas y mi madre sonriendo, me sentí feliz a decir verdad, Tomy era mi primer novio y mi... primer amor... o, eso creí. Me bajó lentamente hasta que nuestras narices chocarán y sonría tan dulcemente, sus labios eran delgados pero no tanto, rojos y muy cálidos, su labio inferior en el arco de cupido tenía una forma muy llamativa.
—No lo he olvidado sólo que... no lo recordaba —dije tratando de defenderme pero era inútil no sabía cómo había podido olvidar algo así.
—Descuida —musitó él con una pequeña sonrisa quizá decepcionada, sus ojos se pusieron cristalinos.
¡Nooooo!
Me abalancé a él y le di un beso en los labios, mis pies estaban de puntitas pero eso no evitó que me colgase de su cuello y pasara mis dedos entre su cabello.
—¿Nos vamos? —cuestioné mientras tomaba la mano de Tom y mi madre me regañaba con la mirada.
—Claro —musitó él, un poco apenado.
Mi madre seguía seguía queriéndome arrancar la cabeza así que nos dirigimos a la puerta un poco tensos.
—Adiós, señora Willer
—¡Adiós, chicos! ¡RECUERDEN VOLVER PARA LA CENA!
***
El sonido del viento golpeando con el lago era fascinante y ver cómo el atardecer le quedaba tan bien a él.
—¿Liz? —Esa voz tan grave y tan firme rompió mi burbuja.
—¿Eh? —musité, mirándolo a los ojos que parecían apagados
—¿Eres feliz? —Me dió la espalda viendo de nuevo el atardecer esperando una respuesta.
Tardé un par de segundos en responder pero al final lo hice.
—¿Por qué lo preguntas? —dije temerosa.
Mi voz estaba tan quebrada y no sabía la razón, ¿o si?
—Sabes de lo que hablo... Quie-ro, quiero decir. —Hizo una pausa aclarando su garganta—. ¿Tú eres feliz conmigo?
Toqué su mano haciendo que voltease a mirarme
—Me haces feliz, Thom —agaché la mirada dejando que una sonrisa a medias se desvaneciera.
—Te quiero, Liz y odio la idea de que tú a mí no, pero odio más que estés conmigo por lastima —sus ojos se ponían cristalinos, en todos los años de conocernos no lo había visto así jamás.
—Tom. Me hace feliz estar contigo... estar contigo es... —interrumpió
—¿Cómodo? —mordió su mejilla tratando de que las lágrimas no cayeran de sus ojos.
Tragué saliva mientras arrancaba el pasto con mis manos.
—Es bueno. Eres bueno para mí —mascullé haciendo ademán a tomar su brazo.
Él me interrumpió y pasó su mano por mi cintura para acercarme a su cuerpo cálido, plantándome un beso con fuerza en los labios y de pronto sentí tanta calma que use mis brazos como anclas para que él cayese sobre mí mientras contemplábamos el atardecer.
***
—¡La lasaña le quedó mejor que nunca! —Farfulló Tom, saboreando tanto su comida.
Mi mamá nos hizo una cena de aniversario y ella estaba ahí, eso es... ¿Normal?
Lo qué pasa es que eres una pasada.
—Gracias, amor. Teníamos que celebrar... —miró su reloj— ¡Mierda! —masculló levantándose de la mesa.
—¡Mamá!—rodé los ojos— ¡Por favor! —exclamé irritada
—Lo siento amor, un paciente, está en crisis —limpio la comisura de sus labios y camino al despacho que estaba a un lado de la sala—. Los dejo solos. ¡Estás en tu casa, Tom!
— ¡Gracias! —dijo Tomy, regalando una sonrisa.
Terminamos de comer y él me hablaba del viaje que haría su familia en las semanas de vacaciones, y no me invitó, pero supongo que yo haré algo con mi madre. Acabamos y nos pusimos a lavar los platos de la cena.
Miré al chico castaño que limpiaba mis platos con una sonrisa de oreja a oreja mientras me miraba tan cálidamente...
—Mañana tengo examen de cálculo, ¿puedes ayudarme? —musité mientras le pasaba el último plato
—Hoy no puedo quedarme, pero, te envío los apuntes de Carrie. —Volteó para darme un beso en la frente mientras sacaba las llaves del auto.
—Okay... pero luces bien lavando mis platos. —mencioné dándole un beso casto.
—Debo irme —plantó un beso cegador en mis labios—. Pasó por ti mañana a las 7:40, se puntual, cariño —dijo casi rogando
—¿Me estás diciendo impuntual? —enarqué la ceja mientras nos dirigíamos a la puerta, lo abracé por la espalda dándole un beso.
—7:40 —recalcó en tono mandón, mientras me dedicaba media sonrisa y su dedo índice me señalaba como si fuese culpable de algo.
—Bien... 7:40 —murmuré, poniendo los ojos en blanco, cerrándole la puerta casi en la cara
—¡Te quiero!
—¡Buenas noches! —grité con la puerta cerrada.
Espero me haya escuchado.
***
¿Por qué estaba tan cansada? —Tenía tanto sueño que parecía que me iba a caer—. Sólo estaba esperando a qué se fuera Tom para quitarme la ropa y dormir, mientras subía las escaleras no podía dejar de pensar en ese sueño tan vivido y realmente bueno. ¿Quién era él? ¿Qué le había pasado?
¿Adónde dejé mi pijama? Siendo sincera preferí quitarme el pantalón y quedarme en grabas, mi cama se sentía fresca, al cerrar los ojos pude sentir el calor de alguien más a mi espalda, pegué un brinco pero sólo era mi imaginación al parecer. Me giré y de pronto ya estaba cayendo a una especie de hoyo negro pero no estaba asustada porque eso significaba que iba a soñar con él.
—¿Hola? —Mi voz quebradiza por ver absolutamente nada, de pronto un destello de luz se avecinó al fondo de ese sitio y sentí mi piel volverse de gallina
—¡Hey! —Una voz grave haciendo eco en lo que sea que fuese ese lugar.
Mi cuerpo se heló al ver un cuerpo que parecía sombra y su rostro no estaba ahí, era el mismo sueño. ¿Era eso un sueño? Un espasmo recorrió mi cuerpo, haciéndolo familiar.
— ¿Quién e... res? —mi cuerpo seguía helado pero por alguna razón prefería estar ahí que en cualquier otro lugar
—¿Quién eres tú? ¿Piensas en mí o, porque estás deseando que te tome ahora? —su voz hacía eco que parecía estar penetrando mi piel.
¿Cómo podía ser tan claro todo, y como podía estar ahí deseando todo lo que él me decía?
—¡Esperaaa! ¡Yo tengo novio! —farfullé confusa en un tono más bien desanimado que amenazador
—Ahora te interesa tu novio, ¿no? —siseó acercándose a mí, haciendo que yo retrocediera para toparme con un escritorio que parecía el despacho de mi madre—. Estoy seguro de que quieres estar aquí.
Mi cuerpo lo deseaba tanto que sin pensarlo subí al escritorio, aún no me tocaba y me temblaban las piernas, se acercaba tan lento que me frustraba, pero veía su abdomen, y su brazo que aún en las sombras podía notar sus venas saltando de él
—No quiero que me lastimes —musité con voz quebrada, pero no era por miedo
—Yo no voy a lastimarte, sólo dime. ¿Qué quieres de mí? —dijo en tono interrogativo moviendo sus dedos de la mano derecha que apenas podía ver.
Sujetó mis piernas tan fuerte y las separaba al ritmo en el que se acercaba a mi cuerpo
—Yo, no... no sé. —me quedé paralizada y mis labios deseaban que se acercase.
Pasó su lengua por mi cuello haciendo que soltara un jadeo, y que mis caderas hicieran movimientos para acercarme a él. Tomó mi cintura violentamente, me apresuré a tirar todo lo que había en el escritorio. Mi cabello tapaba la mitad de mi cara, jadeando intenté quitarme la ropa interior que al parecer ya no existía mientras él balbuceaba algo sobre mi piel suave. Me recostó hasta quedar pegada a la madera del escritorio.
—Sé que te gusta tanto como a mí —murmuró mientras me estrujaba y quitaba el cabello de mi rostro.
Al momento de tocarme sentí que cada poro de mi piel se abrió cual capullo, yo estaba deshaciéndome. Su voz siendo tan angelical, y masculina se metió en mi piel haciendo que empezara a híper ventilarme desesperada.
—¿Ya estás lista? —mencionó subió hacia mi cuerpo sin tocarlo.
¿Por qué no lo hace de una vez?
—Sí, lo est....
¡No, no, no, noooo! ¡No te despiertes! ¡No!
¡Aaaahh! ¡Dios!
Me levanté de la cama en un suspiro, notando que mis pantis estaban tan mojadas que tuve que cambiarlas. Mi pecho estaba al mis por hora, como lo no fuese sólo un sueño, y era más que la parálisis del sueño.
Mis piernas temblaban, y tenía un gran dolor de cabeza.
—¿Qué mierda fue eso? —dije pasando mis manos sobre mi rostro totalmente avergonzada.
Me incorporé, y me dirigí al baño. Vi mis piernas, realmente me dolían, no me veía marcas, pero podía sentir sus manos. Rápidamente me dirigí a mi closet, saqué la primer braga que vi, me sentía cansada, me tiré a la cama casi dormida, y recorrí con mis manos las zonas dónde me había tocado, jamás había deseado a alguien así.
***
Celular sonando....
—¿Quién habla? —contesté apenas conseguí encontrarlo sobre mi gavetero.
¿Dios qué hora era?
—¿Ya estás lista? —Esa voz al teléfono podía conocerla
La voz de Tom retumbo mis oídos. Normalmente era dulce pero ahora tenía la sensación de que no quería escucharla.
¡Mierdaaa! ¿Qué hora es?
—Sí. ¡Estoy lista!
¿Dejavú?
—Estoy en 20 minutos. ¡Son las 7:20!
Él sabía que en serio no estaba lista.
¿Qué...? ¿¡7:20!? Pero, ¿cuánto dormí?
Dejé mi teléfono en la cama y no se cómo pude arreglarme tan rápido pero era un récord para mí. Tenía un poco de frío por la mañana así que coloque una sudadera negra que tenía de mi mejor amigo.
Extraño mucho a Isaac. Gracias al cielo me dijo que vendría el domingo o lunes.
—¡Mamaaaaá! ¡Ya llegó Tom por mí! —grité a mi madre que no veía por ningún lado.
—Ok, cariño. Nos vemos en la tarde. ¡Te amo! —dijo metida quizá en algún calabozo
—¡Te amo!
Al abrir la puerta lo primero que vi fueron esos ojos azules penetrando mi alma y esbocé una sonrisa.
—¿Dormiste bien? —preguntó Thom, dedicándome una risa burlona.
Puse los ojos en blanco para subirme a su auto el cual olía bien, ¿qué era?
—¿Es nuevo perfume? —pregunté enarcando la ceja.
Cuando llegó dentro del auto aclaró la garganta y me miró algo confundido.
—¿Nuevo suéter?
La manera en que lo dijo fue más interrogativa, un poco agresivo pasivo, pero suponía que era sólo porque sabía que era de Isaac.
—Ni siquiera está aquí —mascullé indiferente.
Sabía que me había molestado y supongo que eso le dio valor de cambiar de tema.
—No, no es mío. Le di aventón a un chico nuevo en la ciudad —murmuró, encendiendo el auto.
Lo miré perpleja por lo que acababa de decir. Así que también decidí olvidar el suéter e indagar sobre ese rico perfume.
—Me alegra que sigas vivo —dije entre risas.
—Sí, tengo suerte de ser tan atractivo y salir con vida —Me dedicó una sonrisa a medias poniéndose el cinturón.
—¡Dios! Que arrogante eres cuando quieres. —Puse los ojos en blanco recargándome al asiento.
Thomas y yo habíamos llegado puntuales a la hora del examen pero la verdad es que yo no había estudiado. Llegamos y la maestra iba tras nosotros al entrar en el aula.
—¿Listos para su examen? —preguntó la maestra dejando su portafolio en escritorio mientras nosotros nos miramos mutuamente.
—¡Si! —contestó Tom, regalando una sonrisa a la profesora.
Por otro lado igual le sonreí. Era una maestra muy atractiva, su cabello era lacio y su piel morena, sus caderas eran anchas pero su cintura era todo lo contrario. Su nombre era Jennifer y era soltera, me extrañaba que alguien como ella siguiera sola pero aparentemente le gustaba.
Los pupitres rechinaban, y yo ya me quería ir. La hora del examen era después de las 9, si me preguntan, puras estupideces.
***
Me estaba durmiendo en el examen, ¡¡¡EN LA PRIMER HORA!!!
—¡Señorita, Willer!
¿Yo?
Miré confundida como si no fuese la única Willer en el aula.
—¿Yo? —fruncí el ceño.
—Una vez terminado el examen debe ir a la dirección —dijo casi regañándome.
Todos me miraron pero se sentían como pistolas en lugar de ojos
—Okay —asentí con la cabeza.
Espero no sea algo malo porque mi madre se enojará mucho...
30 minutos después me dirigí a la dirección donde tuve que esperar 15 minutos afuera y mi almuerzo era hace 10 minutos atrás, se abrió la oficina y de pronto un aroma familiar, traté de aspirarlo lo más que pude, era el mismo del auto, mis ojos se elevaron y cuando lo vi por completo mi subconsciente me dijo que era familiar pero la voz de la directora me sacó de la burbuja. Sin embargo su perfume me llegó hasta el estómago, haciéndome querer comerlo.
—Willer, él es un alumno nuevo de intercambio su nombre es... —nos estábamos presentando pero el chico interrumpió y extendió su mano, sus ojos eran verdes esmeralda pero en su ojo izquierdo había una parte azul, se parecían mucho a los de mi gata, sus labios eran delgados pero no tanto, su piel tan blanca que sus venas se notaban, su cabello era largo y rulo, rubio con destellos rojizos que apenas podía ver sus cejas, quedé anonadada pero extendí la mano por inercia.
—Me llamó Nickolas Blair, un gusto. —enarcó la ceja tratando de encontrar una respuesta.
Su voz, esa voz hizo que mi piel se erizara por completo. Cantonee algo que estoy segura que no se entendió mientras me perdía en su mirada, era como si tuvieras el alma allí, y aún así no decía nada.
—Nick... Lizzie —corregí—. Mi nombre es Lizzie Willer, puedes decirme Liz.
No sé cómo no me ahogué con mi propia saliva
—Okay, Liz —dijo regalándome una sonrisa
Un silencio nada incómodo nos abordó pero no podía despegarle la mirada y él tampoco a mí.
—Le comenté a tu madre sobre esto el año pasado y no creo que haya problema ahora, ¿verdad?
¿Qué acababa de decir esa mujer?
—¿Va a vivir con nosotras? —dije casi gritando
—Si te molesta puedo buscar otro lugar, no hay problema —su cara parecía triste pero realmente no me agradaba la idea.
—Sí... —dije a regaña dientes—, puedes quedarte en casa, es sólo... que me tomó por sorpresa.
Mi madre llegó y yo le puse los ojos en blanco así que empezó a hablar con la directora, el chico desapareció por un momento y por otro estaba detrás mío cuando di la vuelta, estaba tan cerca que su aliento chocaba con el mío.
– ¿Te conozco? —pregunté enarcando la ceja
– ¿Te conozco? —me imitó, burlón.
Me molestó pero me gustó.
–Olvídalo —dije dándome la vuelta topándome con la mirada de mi novio y dirigiendo una sonrisa pero no era para mí.
¿Qué?
Parecen grandes amigos.
– ¿Se conocen? —dije con voz fuerte
– ¡Si! Él es de quién te hablé —dijo saludándolo como si llevasen años de conocerse.
¡Así era Tom!
Yo procesaba lo que estaba viendo mientras ellos hablaban de lo pequeño que era el mundo.
Demasiado pequeño.
–Se quedará en mi casa —dije casi queriendo evitar que siguieran hablando.
Tom me miró un poco desconcertado.
– ¿Cómo? —Thomas estaba ahogándose allí parado.
– ¡Sí! Se quedará con nosotras —mascullé con una sonrisa malvada y no sé porque razón.
Ese tal Nickolas parecía disfrutarlo, que por cierto, no dejaba de mirarme.
–Amor. ¡Vamos a casa! —la voz de mi mamá se hizo presente
– ¿Cómo? ¿Por qué? —dije aliviada pero no tanto.
–Ya acabaste tu examen, ¿no? ¡VÁMONOS!
Okay, me dió miedo pero accedí despidiéndome de Tom con un beso. Que por cierto quedó poco intranquilo.
Nick no dejaba de verme todo el viaje en el auto y, comenzaba a irritarme. Una vez llegamos a la casa —Después del más largo viaje en el auto a la casa—, mi madre le dió la recámara que era de Patrick.
–Está será tu habitación, siéntete como en casa —mi madre era tan dulce.
–Gracias, señora Willer.
Estábamos cenando pero seguía siendo incómodo.
–Tom saldrá con sus amigos de natación y después a una fiesta... —di un bocado a un guisado delicioso que mi madre había hecho—, así que no creo que venga por ti mañana para ir a lo del museo.
–Lo sé amor, me llamó para decirme.
Okay, eso es incómodo.
Rodé lo ojos a Nick que no dejaba de verme y cambié de tema, pero a él solo le causaba risa.
–Viene Isaac a la casa porque dijo que me daría un libro y, pasaríamos todo el fin de semana. Volvió ayer por la madrugada de sus vacaciones —dije a toda velocidad.
–Okay, cariño. Recuerda presentar a Nickolas, quizá se lleven bien —me dedicó una mirada angelical que a mí no me agradaba
– ¿Isaac? —frunció el ceño Nick.
–Sí, mi mejor amigo —dije poniendo los ojos en blanco.
Perdí la cuenta de cuentas veces puse los ojos en blanco y el me regaló una sonrisa mordaz. Terminando de cenar nos dirigimos a nuestras habitaciones y subiendo las escaleras el chico me miró de reojo con una sonrisa demasiado confusa.
– ¡Buenas Noches... Elizabeth!
¿Pero quien se cree?
–Igualmente —musité, haciendo una mueca.
Cerré la puerta para después recargarme en ella un poco mal humorada, ¿qué le pasa? Y, ¿porqué se me hace tan familiar? Ya estando tirada en mi cama sólo con bragas y una sábana blanca que podía trasparentar mi cuerpo, mi mente quería que por esa puerta entrara aquél chico de ojos peculiares...
***
Un sonido que provenía de mi ventana la cual parecía que iba a romperse. Me puse la sabana cómo vestido y caminé lentamente a ella. Un poco asustada llevando mi almohada... ¿Almohada? Al mover la cortina vi a un chico con camisa blanca pidiéndome que abriera y cuando se acercó me percaté que era Nick.
– ¿Pero qué diablos haces afuera? —inquirí abriendo la ventana bastante confundida.
– ¿Qué haces envuelta en una sábana? —musitó de lo más calmado
Lo miré confundida para fruncir el ceño
– ¿!Aaaa!? ¿En mi cama? —dije con un poco de ironía o quizá más que un poco.
– ¿Me dejas entrar? —indagó enarcando una ceja
– ¿Qué...? ¿Pero qué haces? —traté de evitar que entrase por mi ventana.
Al parecer su pregunta era retórica.
¿Qué hacía en mi ventana? miré el reloj de pared y, ¿qué diablos hacía a las 3 de la madrugada? ¿Como había pasado tanto tiempo?
– ¡Déjame pasar! —dijo empujándome la pierna que estaba un poco descubierta, rápidamente me quité y cayó de costalazo
– ¡Mierdaaaa! —gruñó mientras se incorporaba
– ¿Estás bien?
– ¿Tú...estás bien? —Musitó, dando un paso hacia mí
– ¿Qué hacías afuera de mi ventana? —quise temerosa, ya me había puesto roja y mis manos empezaron a sudar.
Que bueno que era de noche.
–Perdón, quería salir a fumar y la puerta se cerró, no podía hablarle a tu madre.
Tenía razón, no podía.
–Ok, ya deberías ir a tu cuarto... —mencioné un poco exigente.
Él parecía tan calmado y neutral que no podía sostener la mirada. Era unos 25 centímetros más alto que yo, caminé hacia mi cama cuando vi que se agachó, y pegué un brinco creyendo que haría algo pero sólo recogió su cigarrillo.
–No te asustes, ya me voy. ¿Has tenido buenos sueños? —parecía más bien una insinuación. Sonreía
Se dirigió a la puerta.
Por mi mente pasó ese sueño tan increíblemente desesperante.
Uhm, sí.
Se sacó la camisa al salir de la puerta y sus brazos tenían las venas saltando, era inevitable, pues la puerta seguía abierta, me miró percatándose que lo veía.
¿Podría ser más obvia? No me gustaba pero me recordaba tanto a él.
–Descansa —susurró, dedicándome una sonrisa completa, pude ver lo perfecta que era con unos hoyuelos que se formaban al final de de la comisura de sus labios, su mandíbula era mi parte favorita.
Le dediqué una sonrisa para que él terminase de cerrar la puerta, mi cuerpo se sentía tan cálido, apreté mis sábanas dejando ir un jadeo.
¡Dios!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro