Capítulo 5; Amaneceres tardios
Tarde más escribiendo este capítulo por un bloqueo creativo pero aquí lo tienen.
La mañana transcurría lenta, pues Isaac nos había dejado en mi casa mientras iba al instituto. Pronto nos mudaríamos a la Universidad y queríamos hacerlo juntos por eso quería que todos nuestros papeles estuviesen en regla. Nuestras cartas de admisión llegarían en cualquier momento y seria un un gran avance para nosotros. Ser adulto no significa ir a la universidad creo que es lo qué pasa después de eso pero aún así jamás estás preparado para ello, se supone que deberíamos saber lo que queremos pero la verdad es que no teníamos una idea.
—¿Llevaras esto? —preguntó Nick, alzando una tanga rojo escarlata que tenía encima de la cama.
!AH!
—¿Qué haces con eso? —gruñí, arrebatándosela lo más rápido que pude— Mas bien, ¿qué haces en mi habitación?
—Te estoy ayudando a empacar ahora que terminé de empacar lo mío —dijo, mientras se tiraba a la cama con una sonrisa traviesa
Lo miré con una sonrisa irónica. Le arrojé una blusa en la cara, era de esos chicos que te convencen con la mirada, esos que te arrancaban la ropa con el pensamiento y ojos de depredador.
—¡Idiota!
Ni siquiera se molesto, al contrario, simplemente elevó las cejas con coquetería y suspiro, sus ojos me miraron por más de cinco segundos y no fui capaz de apartarlo ya que me sentía sumergida...
—¡¿Estáaaaan listooooos?! —la voz de Isaac hizo que pegase un brinco.
Nick ni siquiera se movió, estaba muy entretenido oliendo mi ropa.
—¡Mierda! —me exalté, tocándome el pecho con la mano. Siempre los mismos sustos—. Ya tengo todo sólo falta algo importante.
—¿Dildo? —Preguntó Isaac, mirando a Nick divertido.
—¿Quieres que te lo preste? —pregunté con ironía, mientras miraba a Nick.
Isaac mordió sus labios para evitar reírse, cruzó los brazos mirando al suelo para hacer como si no hubiese escuchado nada. Nick se incorporó de la cama tomando una de mis maletas mientras nos miraba cómo raritos.
—Bajaré el equipaje mientras ustedes deciden quién lo usará.
Isaac y yo nos miramos por unos segundos y cuando desapareció nos empezamos a carcajear como locos hasta quedar tumbados en la cama.
Teléfono sonando....
—¿No vas a contestar? —preguntó Isaac mirando mi móvil.
Tapé mi cara con ambas manos dejando ir un suspiro. No quería contestar porque en el fondo sabía que volvería y dejaría el viaje para ir con mi novio que había perdido por completo el sentido común.
—No quiero responderle —confesé—. No me siento bien con lo que hizo.
—Esto te servirá —me animó, incorporándose para quedar con su barbilla encima de mi pecho—, nos vamos a distraer, jugaremos, nadaremos y te llevaré a un bar increíble que está en la avenida. ¡No necesitas esto ahora! Necesitas alcohol y una gran despedida porque pronto estaremos en la universidad.
—Okay —sonreí dulcemente—, sólo si me bajas cargando —rodé los ojos divertida, jugando con su cabello.
Isaac me miró con el ceño fruncido, y sujeto mis caderas, impulsándose para quedar con el pecho arriba.
—¿Con esta horrible valija? —hizo una mueca.
Mis ojos lo miraron indignada.
—No es horrible, es de los ositos escandalosos. —hice una mueca mientras me lo quitaba de encima.
—Bien —masculló poniendo los ojos en blanco, después de verme ofendida.
Se levantó de la cama y envolvió sus brazos en mis piernas para cargarme como un costal de papas.
—¡No! —grité— ¡Me vas a tirar! No, no. ¡Ahhh!
—¡Cállate! —dijo acomodándome en su hombro—. Vámonos escandalosos —mencionó tomando mi valija colocándola en mi trasero—. Ya tendré que bajarle a las hamburguesas que te compro, tienes el trasero demasiado provocador.
—Imbecil —le di un golpe en la espalda.
Bajamos las escaleras bastante tranquilos, no me di cuenta porque tuve los ojos cerrados todo el transcurso hasta que escuché la voz de Nick.
—Cuidado, no la dejes caer —dijo, Nick, tomando mi valija como si fuese algún tipo de tesoro.
Estoy rodeada de idiotas.
—¡Oh, Gracias! —me indigné.
—¡Dame ese costal! —sugirió Nick.
—Toma, ya se me durmió el brazo —dijo Isaac, intercambiándome con Nick como si fuese algún tipo de objeto.
Quizá se pregunten cómo puedo confiar tanto en Nick y es que si pudieran mirarlo a los ojos; sentí que lo conocía y prefería averiguarlo.
—¡Basta! —dije tomando de los hombros a Nick para terminar de poner los pies en el suelo—. Espero no olvidar nada.
Las maletas estaban en la puerta, Nick y Isaac fingían que sus brazos estaban cayendo como si fuesen niños pequeños. Que dolor que ovarios va a ser soportarlos.
—Par de idiotas —rodé los ojos mientras ellos se reían.
—¡Adiós, señora Willer! —dijo Nick con ese tono de voz tan masculino pero melodiosa.
¿Por que me hacía estremecer tan solo su habla?
—Adiós hijo que debí tener —respondió mi madre saliendo del despacho.
—¡Maaa! —mascullé, encogiendo los hombros y mirando al techo—-. Sabes que te voy a extrañar mucho.
—Yo no estaría tan seguro —dijo Nick entre dientes.
Le puse los ojos en blanco mientras me dirigí a mi madre, le di un abrazo para terminar dándole un beso en la frente.
—Adiós madre que debí tener —dijo Isaac con una maleta en la mano y con el otro brazo abrazando a mi madre
—Gracias amor, cuida a Li —dijo mi madre sobando su hombro mientras dedicaba una sonrisa amplia a los tres.
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Llevamos la camioneta familiar aunque Isaac quería llevar su auto para subir a alguna chica.
Claramente no lo dejé o tendría que estar arriba del equipaje. Isaac es todo lo malo que hay en el chico que quieres para novio, pero es todo lo bueno que quieres para mantenerlo toda la vida junto a ti, y nunca podrían negar eso.
—¡Súbele a esa canción! —dije casi gritando— ¡Me encanta!
La música es una de las cosas que mantienen la vida de isaac y la mía en constante progreso; antes de que se largara a España por once meses porque según el Thomas era su reemplazo tuve que comenzar a divertirme con mi novio, lo cuál era bueno porque era mi novio y al final terminaba en sexo, pero no era como mi chico de ojos lindos.
Él no bailaba arriba de las mesas y se desnudaba mientras las chicas le ponían billetes a su bóxer, él ni bailaba conmigo de la misma manera, y tampoco rozaba su cuerpo semidesnudo al mío cuando una nota se apoderaba de nuestro siempre.
Fue esa y mil veces que me pregunté porque no había sido Isaac, y es que probablemente no era el momento.
Sonando...
Locked out of heaven. —Bruno Mars.
Parecía loca gritándoles en la cara la canción, a decir verdad no me identificada con esa canción a menos que contase mis sueños más oscuros.
Isaac sonría al verme y empezó a cantar conmigo. Nick parecía el padre malhumorado mirándonos como si la canción le recordase a alguien. Era una hora y media de camino en autopista así que le empezamos contar a Nick un poco de nosotros y lo que acostumbrábamos a hacer juntos, él solamente nos miraba como si ya lo supiera. Eran los momentos más felices de mi vida, Isaac era mi mejor amigo, quizá más que eso, era como alguna extremidad de mi misma.
Le coloqué la mano a Isaac en forma de micrófono para que cantase la siguiente parte.
—'Cause you make me feel like.
—I've been locked out of heaven —lo imité cantando el verso.
Me dirigí a Nick y él no daba señales de querer cantar.
—For too long, for too long —siguió Isaac, a todos pulmón desviando la mirada a mí.
—Yeah, you make me feel like —Miré a Nick y canté, y así comenzamos Isaac y yo.
I've been locked out of heaven
For too long, for too long, oh
No sé cómo me dormí pero de pronto parte de mi rostro estaba en la mano de Nick que no sé desde cuando estuvo sosteniéndome para que no me golpease o despertara. Pero al notarlo me incorporé algo apenada. Isaac solo se reía de mí, me lanzaba sonrisas maliciosas cada que podía para referirse a Nick que ni siquiera ponía atención. Su cabello rubio golpeaba su rostro con el viento, sus ojos se veía tan oscuros y aún más con el atardecer a su favor. Era el hombre más atractivo que hubiese visto y no por estar galán o marcado, ni siquiera por ese rostro perfecto que simulaba a un ángel. Era su aura, oscura y llena de luz a la misma vez, la forma en que miraba, cómo si supiera todo de ti.
—¡Ya casi llegamos! —farfulló Isaac, girando a la izquierda saliéndose de la avenida.
—Si necesitaban desasearse de mí me lo hubiesen dicho —dijo Nick, mirando el bosque.
No pude evitar sonreír mientras me tallaba los ojos.
—Créeme que no nos deshacemos de ti —dijo Isaac regalándole una ojeada.
Ya sabía que se refería a Tom, apagué el teléfono pero debía mantenerme comunicada por mi madre. Estaríamos allí 4 días aproximadamente porque volveríamos al baile de último año.
Estábamos llegando a la cabaña y se empezaba a sentir el ambiente a naturaleza. Olía a césped, y a flores de bosque, los animales con pluma se escuchaban por todas partes.
—Y, llegamos a su humilde morada —dijo Isaac estacionándose cerca de la entrada a la cabaña
—Es muy acogedora —mencionó Nick saliendo de la camioneta familiar.
—Sorprendentemente traes camisa —mencioné sonriéndole un poco apenada por decir semejante estupidez.
Me miró un poco confundido y sin decir nada se quitó la camiseta. ¿Por que había dicho semejante estupidez?
—Sólo debes pedirlo —dijo Nick regalando una media sonrisa. Siempre era tan mordaz que me encantaba.
Su sonrisa era muy provocadora.
—Okay... —Isaac se nos quedo viendo algo confundido —, siempre es buena hora para desnudarse.
Tomé mi valija y dejé que ellos cargaran lo demás.
—Necesito ir al baño —dije yendo a la cabaña, esos escalones para entrar crujían.
De alguna manera era tan acogedor y familiar. Aún recuerdo mi cumpleaños número quince, llegamos aquí a pasarla juntos y fue sin duda el mejor día de mi vida, tuve mi primer beso, y comprendí que el amor no era sólo un espejismo, era real y lo tenía a mi lado.
—Adelántate —mencionó Isaac, su voz era un poco más grave así que no lo dudé.
No les presté tanta atención hasta que entrando pude ver por la ventana que Isaac señalaba a Nick como si lo estuviese reprendiendo. Nick lo miraba de mala manera y le puso los ojos en blanco para salir caminando directo al interior de la cabaña.
¿De cuando acá estos tenían problemas?
Quería escuchar, pero no soy metiche así que me oculté en la puerta de servicio que estaba del lado de las escaleras debajo del primer piso.
Lo bueno que no lo eres.
Nick se detuvo al escuchar que Isaac venía detrás suyo.
—¡Ya te dije que no! —dijo Nick, irritado.
—No sé que creas qué haces o si crees qué no veo lo que quieres —dijo Isaac, sosteniéndole la mirada fija a Nick—, lo que le hiciste a Wilson no es normal y no mientas.
—Cállate —masculló Nick, y murmuró algo que no entendí—, hablamos después.
Desaparecieron por arte de magia y yo tenía demasiado calor así que me fui a duchar para cenar y dormir.
Después de comer un poco de comida que mi madre nos empacó sacamos las sillas de playa que nos servían para estar escuchando la naturaleza. Había tantas estrellas y por un momento olvidé lo que había pasado.
—¿Creen que Carrie se acuerde de mí? —soltó Isaac, haciendo que la noche se me amargara.
—¿Te la cogiste? —indagué sin mirarlo.
—No. —suspiró—. Quisiera, pero no.
—No lo hagas —se interpuso Nick—, sé lo que te digo.
Ambos nos quedamos en silencio, la mirada estaba puesta en la fogata que había armado Nick en un santiamén, comenzaba a hacer frío pero no me interesó mucho la verdad.
—Está haciendo frío, vamos al jacuzzi —sugirió Isaac.
—Quiero dormir —dije poniéndome de pie. No sabía porque Nick había casi exigido que no se acostara con ella—, mañana quiero ir a nadar y ir por algunas frutas que no trajiste —reproché.
Hizo un falso puchero.
—Perdón, ¡tus maletas no dejaron meter más comida! —Contraatacó Isaac.
Lo miré con mala cara al notar que reía con Nick.
—Igual iré a dormir —Mencionó Nick, mirándome
—Bue... —se quejó Isaac—, estaré un rato en el jacuzzi y después me iré a dormir —tomó un sorbo de una lata de cerveza que no sé de dónde salió—, ¿quieres que duerma contigo o dormirás sola?
—Estaré bien sola —mencioné con voz chillona—. Ve a dormir con Carrie.
Vi cómo rodó los ojos.
—No seas gruñona —me tomó de la mano y se la quité.
No sé qué diablos me pasaba, no debía enojarme. Miré por el rabillo de mi ojo a Nick. Isaac se removió en la silla, y musitó:
—Bueno.
Había cuatro habitaciones pero elegí la última del pasillo pues había una ventana que daba al bosque y podía observar la luna.
Me coloqué una camisa que le robé Isaac, me quedaba de vestido poniéndome calcetas para calentar mis pies.
***
—¿Puedo pasar? —la voz del chico pálido hizo que me pusiera nerviosa ya que estaba semidesnuda y aunque no fuese la primera vez que me veía así pues me daba un poco de pena.
—Uhm.... si... —balbuceé, tapándome con una almohada—, ¿qué pasó?
—No soy una bestia... lo sabes, ¿no? —dijo acercándose a mí—, lo que le hice a tu novio se lo merecía y si por mí fuese...
Me miró pensándolo dos veces lo que diría dejando ir un suspiro.
—No me interesa saber sobre eso —mascullé, recostándome en el colchón—, ha sido mi novio más tiempo de lo que ha sido mi novio.
Su mirada penetro la mía con una pequeña sonrisa que parecía en cámara lenta.
—Voy a necesitar que me expliques eso —dijo, tomando asiento en mi cama, su rostro parecía divertido.
Sus ojos brillaban, y sus pestañas me hacían sentir un tipo de mariposas. Cómo si lo conociera, me hizo sentir segura.
—Ha estado conmigo desde qué pasó lo de Patrick —dije. Tomé
una calada de aire—, antes de todo eso yo ni siquiera miraba a Tom con ojos de algo más que no fuese amigo.
—Entiendo lo qué pasó —dijo tomando mi mano—, no necesitas explicarme porque estás con alguien a quién no amas.
Mis ojos miraron ese ojo suyo tan peculiar que realmente destacaba.
—¿Ahora entiendes porque no es tan fácil?
Lo miré tratando de que no notase lo nerviosa que me ponía.
—El apego que sientes, y la razón por la cuál no lo dejas es porque no quieres hacerle lo mismo que te hicieron a ti y mucho menos cuando él fue quién te ayudó a salir de ese vacío —dijo, regalándome una sonrisa apagada—, pero recuerda que la infelicidad no es algo con lo que debas pagar...
Le regalé una sonrisa a medias pero había un silencio en la habitación que me hacía querer gritar. Sus labios eran perfecto, eran rojos, y suaves aunque no pudiese tocarlos.
—Pero... no vine a decirte eso —tomó una pausa—, no quiero que pienses que soy igual a él.
No entiendo porqué me dice eso a mí.
De ninguna manera era igual a Thomas.
—Descuida —lo detuvo apartando mi mano—, estoy bien con eso. Gracias por defenderme —mencioné, regalando una sonrisa.
No estaba muy segura de lo que había pasado ese día, todo era confuso, Tom y su comportamiento irracional, Nick tenía la fuerza de 10 hombres, y Isaac no aparecía.
—Quiero que sea un buen fin de semana para ti —Mencionó levantándose de la cama—, Gracias por recibirme y... ayudarme
¿¡Ayudarte!?
Hablar con él era adictivo. Quería seguirlo. Al envolverme en las sabanas caí en un profundo sueño dónde estaba el chico que vi al perderme en aquél bosque, él estaba en el mismo lugar y la misma posición. Pero esta vez se incorporó acercándose a mí haciéndome hiperventilar, mi garganta se secó, el pecho me dolió y mis manos temblaban, el pavor recorrió mi cuerpo con un escalofrío descomunal, y yo sin poder moverme, me envolvió con sus brazos haciendo que cayésemos al lago. El agua era tan helada como sus brazos y en ese instante desperté en un grito.
Mi pecho estaba acelerado y mis ojos vieron entrar al chico pálido tan rápido como pudo, pero cuando me tocó. Mis ojos se abrieron como platos, su piel era igual de fría.
—¿Estás bien? —me preguntó cómo si ya lo supiera
Lo miré con la duda porque era imposible pero, ¿realmente lo era?.
—Bien... —tragué el sabor a metal en mi garganta—. Estoy bien, fue una pesadilla.
Isaac apareció de pronto rompiendo la burbuja de incomodidad, y me frustró tanto no saber qué me sucedía.
—¿Qué te ocurre? —preguntó, Isaac, tallándose los ojos mientras intentaba que la toalla que tenía envuelta en la cadera no se cayera.
—Fue una pesadilla. ¡Estoy bien! —repliqué, intentando no mirar a Nick.
—¿Quieres que me quedé contigo? —sugirió Isaac. Se adentró y...
—¡Estoy bien! —me frustré. No tenía idea de mi actitud.
—Bueno, si no quieres estar sola háblame —asentí—. Vámonos, Nick.
No hice más que regalarles una sonrisa a medias. Me bañé y me vestí, eran las 3 de la madrugada pero no podía dormir, bajé a la cocina y me preparé un café cuando vi al chico pálido bajar por las escaleras.
—¿Hice algo que te molestará? —preguntó quedándose del otro lado de la barra
—¡No! —recibí una descarga térmica en la piel— ¿Porqué lo preguntas? —mencioné dándole la espalda haciendo como si estuviese echándole algo más a mi café.
Tenía que si lo mirara me pusiera llorar, besándolo como loca y no entendía la razón.
—Mírame —pidió, con esa voz tan amable que tenía pero aún así me negué— ¡Mírame! —volvió a ordenar.
Tuve que hacer casi, y detrás mí, haciéndome perder el equilibrio, hizo que pegase un brinco pero a decir verdad quería seguir ahí sintiendo su calor corporal. Era perfecto, ese chico era una perfección en todo el significado de la palabra.
—¿Por qué eres así?
—¿Cómo?
—Escalofriante, misterioso —cerré los ojos sintiendo escalofrío—. Me haces sentir escalofrío —mordí mi labio inferior inconscientemente.
—¿Sientes escalofríos? —se acercó tanto que podía oler su respiración, que sin duda era tan fresca, agradable y un toque a cedro.
Traté de concentrarme, y mantener el equilibrio porque él me hacía sentir deseo de tan sólo respirar.
—¿Qué necesitas? —pregunté, escapando al taburete de la barra. Mis piernas comenzaron a temblar.
—Dime, ¿qué soñaste? —enarcó la ceja poniendo su mano contra ella barra dejándome atrapada.
—Fue un estúpido sueño. —mencioné, algo frustrada—. Perdón, sólo que no entiendo porque te interesa.
Sus ojos me miraron por un momento y se alejó de mí dando un paso hacia atrás.
—Tienes razón, no me interesa —mencionó, saliendo de la cabaña.
¿Por qué me gustan los difíciles?
¡No te vayas!
No tenía ganas de volver a seguirlo y a él no parecía importarle, pero mi pecho se hundió al escuchar ese "no me interesa". Me tiré al sofá cama que había en la sala de estar, con esa maldita frase que me hizo sentirme insignificante, y me quedé dormida hasta que Isaac cayó sobre mí con todo y cobija. Estaba haciendo algo de frío.
—¿Preferiste dormir aquí que de conmigo? —gruñó siendo un sonámbulo indignado.
—Preferí no dormir —dije de mala manera.
—Agh, que humor el tuyo —gruñó incorporándose, notando que tenía una taza de café en la mesita—, que raro, ya tomaste café. ¿A qué se debe el mal humor? —me miró con ojos chóquelos—. ¿Quieres que te muestre cómo me muevo?
Me hizo reír, y asentí. Isaac comenzó a reír y besar mi cuello, haciéndome cosquillas mientras que yo lo pataleaba y gritaba que se detuviera, al final me cansé porque dolía el estómago y él se hundió en mi cuello.
—El sexo con ropa es lo peor —gruño agitado.
—Cállate, imbecil —le di un zape—. Si tuvieras sexo conmigo estarías gritando.
—Estarías gritando tú —se ofendió, y volví a reírme.
El chico pálido entró sin decir nada, mojado y más pálido que nunca, su cabello no era tan rubio rojizo si no oscuro al igual que su mirada. No sé inmutó en mirarnos, de hecho mi siquiera estoy segura de que nos viera.
¿Cómo puede cambiar de color?
—Ahora veo... —mencionó Isaac tomando mi taza de café para llevarla a la cocina—, ¿problemas en el paraíso?
—¡Cállate! —pase mis manos por la cara.
—Te recuerdo que para cambiar de novio debes... terminar con el actual, y después... haces el cambio —se burló, haciendo un movimiento con las manos cambiando el café de mi taza por el nuevo de la cafetera.
—No se si aún tengo novio —mencioné, levantándome del sofá.
—En ese casoooo... —lo interrumpí antes de que dijera otra estupidez
—¡¿Quieres dejar de insinuar ese tipo de cosas?! —farfullé, poniéndole los ojos en blanco
—Lo que tú digas —alzó las manos en forma de rendición, llevándose la taza de café a los labios dando un sorbo—. Ewww, pero, ¿qué mierda es esto?
—¿¡Café!?
Eso sí me divirtió así que, una risa fugaz se apareció al decir la palabra.
—¿Sin azúcar? —dijo limpiando sus labios y lengua—. ¿No podías haberme dicho?
¿Dejavú?
—Sí, pero no lo hice —dije, caminando a la salida de la cabaña. La mañana lucía tan hermosa pero el frío calaba mis huesos.
¿Cómo es posible eso en verano?
Ese día transcurrió tranquilo y aburrido, Isaac y yo comimos solos y fuimos a comprar después de que nadáramos. Nick desapareció después de llegar a la cabaña por la mañana.
***
—¿Qué crees que hace cuando desaparece?—preguntó Isaac, chasqueando los dedos en mi cara, yo estaba en una burbuja que me transportó a otro universo.
Mis ojos se dirigieron a él tratando de reaccionar.
—¿Qué? —pestañeé confundida.
—¿Qué crees que hace cuando desaparece?—Isaac curioseaba asomándose a la ventana desde la comodidad del sofá.
No tengo idea, también me lo estaba preguntando.
—No lo sé, no estoy muy interesada en saberlo —mencioné levantándome del comedor—, ¿vemos alguna película?
—Claro —me miró como si tuviera otra cosa en mente.
Isaac y yo nos conocíamos, y las miradas hablaban por si solas, así que no había necesidad de decir más.
—Sólo si no vamos a morir —dije, aceptando lo que sea que estuviese pensando.
Era tan difícil decirle que no.
—¡Genial! —gritó, cómo si hubiese logrado algo—. Le dejaré una nota a Nick, tú mientras ponte otra cosa.
¿Otra cosa? ¿A caso me veía mal así? Tenía un short y una camisa negra.
Me coloqué un vestido negro con brillos y unas zapatillas del 10 que hacían lucir mi esmalte. Me coloqué perfume en las zonas de pulso y bajé las escaleras. Fui a buscar a Isaac que estaba en la parte de atrás. Estaba en el garaje de la cabaña (otra cabaña pequeña), había herramientas y cosas para mantener la zona limpia de fauna y al centro había una lona tapando un auto. No sé de autos pero al destaparlo me di cuenta de que era una antigüedad
—¡Mira, es hermoso! —dijo, tapándose la boca como si fuese a llorar conmovido. «más dramático»
Isaac era sin duda el hombre más tonto pero, era Isaac, y sin duda lo amaba. Era lo único que me hacía feliz de verdad.
—Ya vámonos, por favor —dije, abriendo la puerta del copiloto.
—Cómo usted ordene —se burló, sonriendo ampliamente, entrando al auto para encenderlo y disfrutar mientras lo hacía.
Terminé de entrar al auto y le escribí un mensaje de texto a mi madre avisándole que saldríamos. Al mirar mi teléfono después de horas me percaté de que Tom había marcado infinidad de veces al igual que Carrie.
—¿Todo bien? —indagó, acelerando.
–Si, vámonos —mi voz sonó quebradiza y mis ojos se ponía cristalinos pero agache la mirada.
—Lizzie —llamó mi atención y lo miré con un brillo distinto.
—¿Si?
—Te ves perfecta.
Por un momento me perdí en sus ojos y el calor subió por mi cuerpo haciéndome pensar en cosas distintas, una punzada y... esos ojos esmeralda se aparecieron. Reprimí mi cara de decepción y emprendimos camino con la incomodidad de por medio.
Quizá Isaac se dió cuenta pero prefirió acelerar. Cuando llegamos al lugar más que un bar parecía una fiesta, había personas fuera del lugar, algunas ya algo ebrias.
Isaac se bajó para abrirme la puerta, era algo que teníamos acostumbrado a hacer cuando llegábamos a algún tipo de fiesta o lugar público. Al pasar nos colocaron una pulsera color rosa neon, miré a mi alrededor y me percaté de que era un antro u algo parecido pero no un bar, había chicas que bailaban Pole Dance, Isaac y yo nos miramos el uno al otro en sincronizado y empezamos a reírnos discretamente pues yo tenía una mala fama en ese tipo de sitios y más si había algún tubo.
—¿Qué quieres tomar? —preguntó en voz alta pues la música llegaba evitar que escuchara.
—¡Una margarita!
—Enseguida —dijo Isaac, no muy convencido dirigiéndose a la barra.
Esperé un poco pero lo seguí después de percatarme que las miradas encima me estaban incomodando. Isaac ya estaba coqueteando, no podía evitar mirar a cada chica que pasaba por ahí. La música estaba algo fuerte pero era buena así que no importaba mucho, me senté en las sillas de la barra y empecé a tomar margaritas y después shots de tequila, pedí una cerveza y un chico alto de piel morena me invitó un whisky el cual no rechacé. Isaac me saco a bailar tan pronto me lo tomé, casi dejo caer el vaso al suelo pero tampoco me importo, la música comenzó a vibrar al ritmo de baila morena, envolví mis brazos a su nuca, mirándolo a los ojos mientras sus manos se amoldaban a mi cintura y espalda. El calor abrumó mi pecho y sonreí antes de que me volteara para restregar mi trasero en su entrepierna, y aunque ya lo habíamos hecho, en ninguna me había sentido tan raro al hacerlo. Colocó sus manos en mi cadera, indicándome cómo hacerlo y no me molestaba ya que a la hora de movernos éramos similares . Bailamos hasta que me dolían los pies y mi teléfono no dejaba de vibrar en el pantalón de Isaac pero la siguiente llamada era de mi madre y no de Tom, lo cuál me hizo querer vomitar; eran las 4 de la mañana, ¿porqué me llamaría? Salí del lugar dejando a Isaac bailando con una chica pelinegra.
Actúa como si no estuvieses cayendo de ebria, ¿okay?
Mis zapatillas se balanceaban y el suelo se movía a mi paso, las luces me mareaban y el olor a pasto me impactó las fosas nasales.
—Mam... —me frenó al instante. Que casi me caigo con el grito. «¿y está malhumorada? ¿No es psicóloga?»
—¿Qué pasó con Thomas, Lizzie? —preguntó, algo molesta.
—¿Qué sucede? —pregunté, tapando mi oído contrario para poder agudizar su voz.
Mi estómago amenazaba con los estragos de tomarme medio bar.
—Es verdad que dejaste a Tommy... ¿por Nick? —de recrimino cómo si fuese un delito.
No era algo que tuviese descartado pero Thomas aún era mi novio, no podía dejarlo así porque si, aunque las malditas ganas de quitarle el pantalón negro y darme cuenta de que no trae nada debajo me carcomen la piel.
¿Qué dices?
—¡No! —mentí con descaro, porque a pesar de no haber terminado si quería.
—Tom no está bien Lizzie —empezó a preocuparme—, y hace una hora estuvo aquí preguntando por ti. Le mencioné que en la cabaña de Isaac pero cuando mencioné a Nick... —resopló como si quisiera pasar el teléfono—, cariño, por favor no estés sola con él si es que va. Tenía un paciente en crisis que atender, y no pude avisarte antes, y tampoco respondías, perdón. El teléfono de Isaac me mandó a buzón y el tuyo apenas —dijo, mi madre casi sin aire.
La recepción era peor allí. Así que lo supuse.
¿Es más importante?
—Mamá, está bien, ¿si? —traté de calmarla—. Yo puedo cuidarme de él, estoy con Isaac y estaré bien. Después hablamos de esto.
No podía ni mantenerme de pie a decir verdad.
—¡Necesito que mañana más tardar estén en casa! —ordenó.
—Por favor, déjame solucionar esto, ¿si? —supliqué—. Volveré el día del baile.
—Okay... pero cariño... —su silencio me lo dijo todo
—Estaré bien —mencioné, tratando de tranquilizarla.
—Te amo.
—También yo —respondí. Colgué antes de que se arrepintiera y viniera por mí.
Sé que mi madre está lastimada por lo qué pasó con Patrick pero espero que no crea que pasará lo mismo conmigo. «Peor».
—¡Hey! —escuché chiflidos al fondo del lugar que apenas parecían personas pues estaban en las sombras— ¿Porqué estás tan sola?
Preferí caminar a la entrada y evitarme el trago amargo. Malditos asquerosos, siempre lo mismo.
—Lindo vestido —dijo uno de los tipos acercándose a mí— . ¿Quieres que te invite a otro sitio?
La sangre me comenzó a hervir y espete:
—¿Por qué mierda querría eso? —lo encaré.
Se quedó boquiabierta pero sus amigos empezaron a abuchearlo y me tomó del brazo a la fuerza, cabe recalcar que mis muñecas seguían moreteadas y aún dolían.
—¡Suéltame! —dije, haciendo ademán a soltarme de su agarre pero fracasé. Dolía más que antes.
—Sólo vamos a tomar algo en otro sitio —dijo, haciendo ademán a besarme.
– ¿¡Qué te pasa, idiota!? —jalé mi brazo aunque me dolió hasta el alma y le coloqué una bofetada una vez haberme librado de su agarre.
—Entonces... te gusta así —dijo alzando la mano indicando que iba a golpearme, cerré los ojos porque apenas y podía ver su rostro y...
Cuando de pronto alguien a toda velocidad detrás mío lo empujó como a dos me de distancia sin mucho esfuerzo.
Lo miré perpleja tallando mis muñecas, mientras su cabello caía al frente de su rostro y en ese momento mi cuerpo recibió un choque electrónico. Era tan perfecto como una iluminación de la belleza.
—¿Estás bien? —mencionó el chico pálido tomando mis muñecas, notando cuan marcadas estaban.
—Sí, gracias —musité mirándolo a esos increíbles ojos. Olía tan bien, parecía haberse bañado y robado un poco de ropa a Isaac, aunque le quedaba algo ajustada.
A qué hora dejaré de toparme con idiotas.
—¡Consíguete a la tuya, idiota! —dijo uno de los acompañantes del tipo que seguía en el suelo no sé si estaba muerto pero sus amigos comenzaron a levantarlo.
Nick sólo tensó la mandíbula e hizo ademán a alejarse pero tomé sus manos con fuerza para que no despegase la mirada de mí.
—No te preocupes, hermano. Es de las baratas —mencionó alguno del grupo, yo no puede reconocerlo pero Nick...
Él...
Los ojos de Nick me miraron confundidos y frunciendo el ceño, giró su cuerpo, evitando que terminasen de recoger al idiota de rojo.
—¡Esta es la mía! —gruñó, tomándolo de la camisa para acomodarle un puñetazo en la cara.
Mi cuerpo parecía estar hirviendo. Su perfil era muy hermoso.
Me miró haciendo un ligero acercamiento a mí, y le sonreí aliviada hasta que...
—¡Nick! —le advertí.
Un tipo le iba a romper una botella en la cabeza pero él parecía saberlo, ni siquiera giró todo su cuerpo para sujetar su mano haciendo que soltase la botella por lo fuerte que lo presionaba.
—¡¿Nick?! —lo miré, indicando que no le hiciera nada, pero no me hacía caso, quería arrancarle la cabeza con la mirada.
—¿Qué mierdaaaa paso? —preguntó, Isaac saliendo del lugar casi sin camisa y con los labios llenos de algún labial de rojo— ¡Pones agresivos a los hombres!
Estaba sin duda muy drogado.
Nick por otro lado dejó al tipo en el suelo.
—Uno de los tipos se puso pesado —informé.
No sé si lo disfrutaba pero nadie me había defendido así. No cómo él.
—Un tipo entro a decir que había una pelea de 3 hombres y un extraño que parecía sacado de la mitología —dijo, con voz divertida quitando la pintura de sus labios —, y supuse que eras tú. —señaló a Nick.
Aunque lo miró con ganas de arrancarle la cabeza pero es que Isaac en serio estaba ebrio.
—Uhm... creo que es mejor que nos vayamos —dije, mirando a Isaac.
—Me la llevaré —mencionó Nick.
—No lo creo —lo freno—, la traje aquí para que esta mujer se divirtiera, y bueno... lamento haberme dejado seducir por unos labios rojos —hizo un puchero seductor.
Ay, Isaac.
—Está bien, estábamos aquí para divertirnos —me resigné.
—¿Entonces? —Isaac me tomó por los hombros y me miró con esos ojos pícaros.
—Lo que tú quieras estará bien —Nick me miró apaciblemente. Y fue como si necesitara de su aprobación.
—Bien, necesito un trago, porque al parecer alguien aquí tiene superpoderes y mi novio se transformó en un sociópata —me quejé.
Nick me miró con una sonrisa malvada y extendió su brazo haciéndolo en forma de gancho para que fuese con él. Isaac estaba feliz que haberlo logrado y yo seguía algo insegura por lo que acababa de ver, seguía en estado de ebriedad así que quise ir por más. Cuando entramos todos nos miraban ó, miraban a Nick que no tenía ni un rasguño después de lo qué pasó con esos tipos.
—¿Quieren algo de beber? —preguntó Isaac.
—Lo mismo de antes —aunque no estaba convencida. Cambié el peso de un pie a otro.
No sé porque me divertía tanto lo que había sucedido.
—Un whisky —dijo Nick, mirándome fugazmente.
Lo miré y su perfil era tan perfecto, su mandíbula se tensaba sin necesidad de esfuerzo y su nariz me recordaba a la estatua de mármol la de nombre David.
—Yo igual —corregí, antes de que Isaac fuese a la barra.
Mi mejor amigo miró divertido negando con la cabeza. Nick me invitó a bailar y aceptando me tomó de la cintura haciendo pequeños balanceos y brincos con su cuerpo guiándome para que diese una vuelta, al volver me estrujó contra su cuerpo. Lo miré a los ojos pero sus labios eran más llamativos, hubo un momento en que lo pensé, porque mi cuerpo hervía, ese ojos peculiares, labios perfectos y cabello dorado..., pero Isaac llegó con las bebidas.
—Aquí tienen. —nos entregó la bebidas—. ¡Acaban de invitarnos a una fiesta en el bosque! —sugirió, echando una mirada a la chica pelinegra que estaba en la barra haciendo movimientos con los dedos mientras nos miraba.
—Isaac, son las 4 de la madrugada —dije, mirando mi Whiskey.
—Si necesitas que te arrastre hasta la cabaña... aquí estoy yo —mencionó Nick, mirando a todos lados como si buscase algo.
Lo pensé un momento mirando a Isaac que parecía muy entusiasmado, y a Nick no parecía desagradable. Ambos eran hermosos, y tan angelicalmente parecían pecado.
—Buenoooo... —accedí, poniendo los ojos en blanco.
Los miré poco convencida y tomé el whisky de un trago, estaba demasiado segura de que estaba volando, Nick me sonrío y nos dirigimos los 4 al auto de Isaac. La pelinegra era la copiloto, Isaac el conductor así que Nick y yo estábamos en la parte de atrás, hablaban pero no comprendía la mayoría de lo que salía de sus bocas. Les aseguro que mis entrañas querían salir por mi boca. Traté de mantener la comida en su lugar pero el Whiskey, margaritas y shots me dieron una bofetada con las vueltas que daba el auto y las luces de los que pasaban por la carretera.
—Quiero vomitar —dije, notando que doblaban a la derecha— ¡Quiero vomitar!
—Ya casi llegamos —dijo la tipa de mala gana.
—¿Nos detenemos? —preguntó Isaac. Ignorando a la chica.
—No, estoy bien —aseguré, tragándome la asquerosa arcada, regalando una sonrisa amarga.
—No le hables así —escuché el susurró de Isaac.
Llegando al lugar nos pudimos percatar que había unos 3 autos más con chicos al rededor de una fogata.
—Será divertido —mencionó Isaac, estacionándose.
Lo ignoré saliendo del auto casi a gatas. No quería arruinar nada pero el estómago me hizo su enemiga.
—Espero que lo sea —dijo Nick, de mala manera—. Ven, te llevo a vomitar —me ayudó a caminar.
Había personas aplaudiendo porque había llegado la pelinegra. Nick me llevó detrás de un árbol a vomitar porque sentía que mi estómago en serio sentía mariposas ebrias. Me temblaban las manos, los pies y sentí como la comida se devolví por donde entro.
—Debimos irnos —mencionó Nick recargándose del árbol al frente de mí.
En ese momento sentí que una bola iba a salir de mi garganta y me agaché a tirar la primera arcada de vomito que me tomó como un trapo. Sentía que los pies me temblaban, y los dedos en mi cara me frustraban cuando temblaba.
Nick sujetó mi cabello con delicadeza, y aunque era lo último que debía pensar, pues no lo pude evitar, sus dedos rozando por mi nuca, cuello y mejilla me hicieron estremecer.
—Estoy bi... —Y, otra arcada que amenazaba con sacarme las tripas me atropelló—. Quiero algo de agua.
Sentí una calma inexplicable cuando tiré todo lo que traía dentro.
—Vamos —Nick me tomó del brazo, ayudando a levantarme para ir con el grupito alcoholizado que estaba al rededor de una fogata.
—Mi madre dijo que desaparecieron 2 personas esta semana —escuché una voz que tuve que mirar para reconocer; una chica de chaqueta azul.
—Quién es tu madre... ¿¡la reportera!? —se burló uno, cayéndose de ebrio.
—¡Es la dueña del periódico! —farfulló, poniendo los ojos en blancos.
Nick me miró cómo si algo le inquietase dándome una botella de agua que había tomado de una nevera.
—Gracias... —lo mire mal por su falta de intranquilidad al comentario— ¿Qué sucede? —pregunté, rompiendo el hielo.
—¿Qué cosa? —frunció el ceño, tensando la mandíbula.
Isaac nos miró y antes de que siguiese preguntando me detuvo.
—¿Cómo te sientes? —indagó mi amigo.
—He estado mejor. —hice una mueca, dándole un sorbo a la botella de agua.
—Vamos a jugar —mencionó la pelinegra alejando a Isaac de mí.
«Que tipa tan desagradable»
—¿Qué juego? —Isaac parecía fascinado si involucraba chicas.
—"Verdad o reto" —masculló Nick, poniendo los ojos en blanco.
Le dediqué una sonrisa por hacerlo. Esa chica era irritante. Pero sólo me irritaba por querer llamar la atención.
—¡Exactamente! —dijo la pelinegra guiñándole a Nick.
Agh, asco.
Nos sentamos en el pasto, y usaron un pedazo cartón del empaque de la pizza para colocar la botella. El vestido se me subía así que un chico me pasó su chaqueta y Nick casi se lo come con la mirada. Isaac la giró primero y lo retaron a besar a todas las chicas del lugar. Pero nosotros acostumbrábamos a besarnos, los besos castos o, de viejitos. Aunque si susurro algo que me hizo reír —Espero que Nick no me rompa los dientes—. A Isaac le encantaba hacer controversia. Me tocó girar la botella pero yo debía obedecer.
—¿Verdad o reto? —mencionó, el chico que me había dado su chaqueta.
—Reto —dije mirando a Isaac que estaba besando a la pelinegra.
¿Tan pronto se había olvidado de Carrie?
¡PERO MIRA QUIÉN HABLA!
—Te reto a que me beses —sonreí negando, pero...
—¡No! —dijo Nick, tomándome la mano.
Por qué mierda los hombres creen que pueden manejarme a su antojo.
—Tengo novio —dije sin pensar.
Los demás comenzaron a reír y sentí pena por él.
El chico miró a Isaac y Nick, supongo que por el hecho de que estuviésemos juntos, y que cuando me dió el beso en la mejilla, susurro algo que ellos no escucharon pero me hizo reír: Más tarde.
—Lo siento —se disculpó con ambos, haciendo un reverencia, mientras sus orejas se ponían rojas.
—Descuida, es su elección —respondió Isaac, poniendo la mano en su pecho, y después me lanzó un beso—. Sólo me puede besar a mí.
Casi me ahogo con el trago de agua que bebí de la botella. No pude evitar sonreír ante las ocurrencias de Isaac.
El chico pálido que parecía más interesado en mí que en cualquier otra de las chicas que estaban en ese lugar, y eso me gustaba.
Me ponía nerviosa, y cómo no. Era realmente atractivo, ese porte de algún ser mítico, era tan sombrío pero me agradaba, porque por alguna razón conmigo y Isaac trataba de ser amable.
—Okay... —Isaac rompió la burbuja de incomodidad. Se separó de la chica.
Nick evadió mi mirada y tomó un trago de cerveza para después girar la botella, hubo unas rondas algo aburridas excepto donde Isaac se aventó al lago desnudó y salió congelado. El chico de la chaqueta me miraba como si tuviese algo pegado en la cara pero no le di importancia. Era turno de la chica con chaqueta azul y al girarla le tocó Nick.
—¿Verdad o reto? —preguntó
—Reto.
¡Vaya, que rápido!
Maldito descarado, a mí casi me arranca la mano y él responde como si nada, aunque no tendría porque importarme. Yo tengo novio y aunque esté completamente desquiciado lo quiero.
—¡Quítate la camisa! —retó.
Nick se levantó y mis ojos se elevaron con él al notar que quitaba los botones de esa fina camisa azul marino. Isaac me miró notando mi molestia e hizo una mueca como si fuese obvio que no debería molestarme.
—¡Wow! —chica mordía su labio inferior.
No la soporto.
Ni yo.
Miré a Nick y aparentemente lo disfrutaba. Rasqué mi ceja en forma de molestia al ver que el chico pálido le regaló una sonrisa pícara.
—Ya me quiero ir —le dije a Isaac entre dientes.
—Okay... —puso los ojos en blanco y se lanzó a mí, me cargó como costal llevándome al lago—, necesitas refrescarte, porque se dará cuenta que te mueres de celos. O peor aún, te dar un maldito torson por ahogarte en tu propio veneno de ardida.
¿Celosa yo? ¿Desde cuándo?
—¡Isaac! —grité—. No, no, no. Isa... —ya estaba dentro del lago y busqué con las manos a ese maldito chico pelirrojo hasta emerger del agua— ¡Ahhh! ¡Está heladaa! ¡ISAAC!
Todos se aventaron al lago, excepto Nick y la chica de la chaqueta azul, Isaac se percató de lo que vi, la chica tenía a Nick contra un auto acariciando su abdomen y él no parecía estar incómodo, «que descarado». Me miró desvíe los ojos al chico amigable que estaba al frente mío.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó acercándose a mí.
Realmente estaba fría.
—Elizabeth —dije, mirando de reojo al chico pálido que parecía divertirse– ¡Lizzie Willer!
—Soy Logan —mencionó acercándose más—, un placer.
—El placer es mío.
Le dediqué una sonrisa mientras volteaba a ver cómo Isaac se tragaba a dos chicas y los otros dos hombres ya habían salido por más cerveza, estaba muriendo de frío pero al chico pelinegro que estaba al frente mío parecía disfrutar.
—¿Quieres salir? —me miró, divertido.
—Sí, por favor —casi suplique, nadando a la orilla. Me temblaba la barbilla del frío.
Hablamos por unos 40 minutos y literalmente de cualquier cosa, todos estaban muy ebrios excepto nosotros. El chico pálido desapareció con la chica por unos 20 minutos pero la verdad es que la compañía de Logan era muy agradable y olvidé por un momento cuan idiotas podrían llegar a ser los hombres.
—Me encantó charlar contigo —. Tomó una pausa—. ¿Puedes darme tu número?
—¡Claro!
Uy... esa sonrisa.
—Vamos por mi teléfono —dijo, el chico levantándose de la orilla del lago, dándome la mano para ayudar a levantarme
—Creo que ya va a amanecer —mencioné, mientras me incorporaba del lugar
—¡No se vayan tan lejos! —farfulló Isaac. Haciendo que todos volteasen.
—Iremos a un lugar más cálido —mencionó Logan, guiñándole el ojo.
¿Cómo es que Isaac siempre consigue amigos así de rápido?
Al chico pálido no pareció agradarle porque apareció de la nada con mi teléfono en la mano.
—Tú madre te ha llamado —su tono era pasivo agresivo.
—¿Cómo lo tienes? —fruncí el ceño.
—Isaac me lo entregó cuando se desnudó —dijo, sin quitarle a vista a Logan.
—Okay... —mencioné confusa tomando mi móvil—, ¿tienes dónde apuntar?
—Iré por mi móvil —murmuró mirando temeroso a Nick.
Al ver mi móvil noté que mi madre no había llamado más, solamente Carrie.
Sabes que te encanta llamar su atención.
Maldita voz en mi cabeza.
—¿Le darás tu número? —preguntó Nick, incrédulo acercándose a mí.
—¿Te importa? —mencioné, alejándome para ponerle los ojos en blanco.
—Veo que a ti sí te importa que me importe —dijo, con una sonrisa irónica desvirándome la mirada.
¡Odio su maldito ego mierdero, es realmente peor que un dolor de muelas!
Logan apareció rompiendo la burbuja de incomodidad para darme su número.
—¿Tienes quién te lleve? —preguntó Logan
—¡Si! —tomé un respiro mientras veía que Isaac seguía tragándose con aquellas chicas— Él es mi chofer...
Al mirar a Isaac sólo podía reír, sé que parece promiscuo pero es de buen corazón.
Eso creo.
—Tu chofer parece muy ocupado —miró a Nick con ganas de decirle algo—, mi hermana es ella —señaló por debajo a la chica de la chaqueta azul.
—¿Es tu hermana? —dije boquiabierta.
—No por elección —masculló un poco tenso—, si quieres puedo llevarte y... tu hermano puede llevar a la mía.
Casi me ataco a carcajadas por la cara de Nick.
—¡No es mi hermano! —aclaré, regalándole una sonrisa con ternura—. Es es de intercambio.
Estaba confundido por lo que acababa de decirle pero decidió no decir nada. Miré a Nick que estaba burlándose por dentro.
—No soy para nada su hermano —murmuró Nick, empujándolo para pasar por en medio de nosotros dirigiéndose a Isaac— ¡Lizzie ya quiere irse!
Isaac me miró para darse cuenta de que era mentira pero ya eran las 5-6 a.m.
—Sí, está bien. ¡Las llaves están en mi ropa! —dijo Isaac como si tuviese que obedecerle
—¡No! —dije a Nick, deteniéndole con mi mano en su pecho— ¿Tú cómo vas a irte?
Se supone que habíamos venido juntos, ahora que estaba Nick sabía que podía hacer lo que quisiera, y ya no tenía que cuidarme.
Déjalo respirar...
—Puedo pedir que alguien me lleve —dijo Isaac— ¿En que llegaste tú? —indagó, mirando a Nick
—Caminé —respondió a secas.
—Okay.... pediré que alguien me lleve.
Gruñí meneando las córneas como si no tuviesen dirección.
—Yo puedo llevarte —mencionó Logan regalándome una sonrisa al ver que giré de inmediato a él.
—¡No tardes! —grité a Isaac, notando que hablaba con la pelinegra muy mordaz.
La otra chica que estaba con Isaac ya estaba vomitando fuera del lago.
¡Dios! ¿Así me veía yo?
—¿Podemos irnos ya? —esa voz varonil de Nick hizo que mi piel se erizara.
—¡Espera! —me exasperé y lo
miré con mala cara.
Él se fue sin más, y sólo resopló, azotando la puerta del auto.
—Ojalá pueda verte de nuevo —añadió Logan, dándome un abrazo.
Le regalé una sonrisa y mi cuerpo se dirigió al auto de Isaac, abrí la puerta del copiloto para toparme con su mala cara de Nick. Todo el Camino iba tan serio, no me hablo ni siquiera cuando llegamos a la cabaña.
Quitó las llaves del auto y cuando iba a decirle algo salió del auto a toda velocidad dejándome con la boca abierta.
—¿Qué pasa? —lo confronte saliendo del auto. Me detuve en seco detrás de él con la esperanza de que voltease— ¡Nick!
—¿Qué quieres? —se giró bruscamente mientras subía los escaloncillos que había en la entrada de la cabaña.
—¿Qué hice? —bajé los hombros, y fruncí el ceño.
Este hombre me confundía.
—¿Por qué te culpas por mi comportamiento indiferente hacia ti? —preguntó Nick, enarcando la ceja.
—No.. no lo sé, solo quiero saber porqué te comportas así —hice una pausa—; primero me defiendes y después te molestas conmigo.
—No digas eso otra vez. —tomó una pausa y soltó una calada de aire—. Estuviste en peligro y no es la primera vez, mira tus muñecas —. Mis ojos le hicieron caso y le devolví la mirada—. ¡Estoy enojado porque no puedo evitar querer cuidarte y alejar a toda persona que pueda llegar a lastimarte!
No tienes que evitarlo
—Pero yo estoy bien —dije llevando la mirada dónde fuese menos a él—. Nick, no tienes que preocuparte.
Bajó los escalones y se acercó a mí
—Me enoja que haya personas que puedan hacerte daño —mencionó, tomándome del ante brazo.
¿Okay?
Su tacto era tan suave, me hacía sentir segura de alguna manera.
—Okay, gracias por cuidarme —dije quitándome su agarre.
Tengo novio.
Su mirada era profunda, y lo hacía peor cuando inclinaba la cabeza. Esa sonrisa mordaz. Lo miré esperando que dijese algo pero no lo hizo. Caminé apartándolo de mi camino.
—No te vayas —dijo tomando mi brazo.
—Suéltame, por favor.
Me soltó con delicadeza, y cerró los ojos en busca de paciencia.
—¿No lo ves? —dijo exasperado.
—¿De qué hablas? —miré esos ojos profundos y cabello dorado.
—Tú lo sientes, por eso estoy aquí, no el chico pelirrojo, ni el capitan de natación, estoy yo —tomó una pausa—, pero tú no puedes aceptarlo.
Lo ignoré por completo, pero quizá era verdad lo que dijo. Lo esquivé y me metí a la cabaña, noté que se tensaba por lo que acababa de pasar pero es que no sé qué esperaba de él, si todo el tiempo decía cuán fastidioso era, llevaba una semana con nosotros, y yo seguía siendo una idiota. Me metí a la ducha y me cambié la ropa por una pijama de rayas que parecían de carcelero y... Nick apareció en la puerta de la sólo con la toalla.
—¿Tienes un calentador? —preguntó el chico titiriteando de frío.
—No, sólo la chimenea —mencioné confundida
—Estoy... —deambuló—, muriendo de frío —se cayó en la puerta de la recámara.
Me incorporé lo más rápido que pude pues no sabía que estaba pasando. La preocupación hizo presencia al instante donde mi corazón se apachurro.
—¡Hey, Nick! —lo golpeé en el rostro con la palma de la mano pero no reaccionaba—. ¡Despierta!
Fui corriendo por el botiquín notando que estaba amaneciendo. Tomé el alcohol y algodón para que reaccionara. Lo miré allí tirado tan débil, mi corazón reventaba en mi garganta y tomé su nuca para colocarla en mis piernas. Le di a oler el alcohol mientras acariciaba su cabello.
—¿Nick? —traté de ver si me escuchaba—. Por favor, ¡dime algo!
Su respiración se estabilizó y mi corazón volvió a latir.
—¿Quieres... saber porqué que te defiendo tanto? —dijo entre dientes con voz débil—. Sé que finges que no te agrado pero sé cuánto te gustó. ¿Sabes cómo lo sé? —preguntó
—No pienso eso —dije notando que sus ojos aún no abrían.—Yo quiero a Tom.
No quería admitir lo que era obvio, el día que lo vi en la dirección ya no podía pensar en otra cosa. Porque sabía que algo había cambiado en mí cuando lo conocí.
—Prefieres estar aquí conmigo que arreglar las cosas con tu estúpido novio —mencionó tratando de incorporándose pero fracasaba mientras tosía sin parar.
Me quedé a su lado confundida, no sé que le había pasado pero no me agradaba.
—Nick, yo... —me interrumpió
—No quiero irme sin ti... —abrió los ojos y mi cuerpo fue recorrido por un deseo, pasión y calor que desborda mis entrañas—, tú fuiste quién me hizo bajar, y eres quién me sanó. Cuando dije que me pertenecías creo que es a la inversa.
Sus ojos se volvieron a cerrar y yo estaba perpleja aún en el suelo pues recordé el día que me extravié en el bosque. Estaba confundida pero me causaba más intriga que miedo.
—¿De qué hablas? —toqué su hermoso rostro, y deslicé mi dedo sobre su mejilla. Estaba tan pálido, pero a la misma vez majestuoso.
Cómo era posible, ¿porqué me hablaba de esa forma? Yo era una chica común con problemas paternales y él...
Escuché unos autos y gritos, mi instinto me dijo que era Isaac. Bajeé a toda velocidad para topármelo en la puerta
—¡Nick está inconsciente! —grité en voz baja, tratando de que nadie se percatara de que por dentro estaba desesperada.
—Qué mierd... —se dió la vuelta para decirles adiós a probablemente todas las chicas con las que había dormido.
Esperamos que desaparecieran de la vista para cerrar la puerta.
—¡Llegó a la recámara y se desvaneció! —dije desesperada. Subimos las escaleras a toda velocidad.
Cuando nos acercamos a la recámara, él salía de allí.
—¿Qué sucede? —preguntó Nick recargándose a la pared.
—¿Cómo te sientes? —pregunté acercándome a él como si fuese su madre examinando que no tuviese nada.
—Estoy bien —sonreía mordazmente para después caminar por el pasillo, y perderse al entrar a su recámara. Miré a Isaac con cara de confusión.
—¿Qué fue eso? —preguntó Isaac mientras me abrazaba.
—No lo sé, dijo cosas sin sentido y después esto.
Se separó de mí y acaricio mi mejilla con su dedo índice.
—Tú y... Thom... —dijo, alzando sus manos en busca de respuesta—, bueno... sabes que siempre puedes contar conmigo, aunque esto no me agrade demasiado, al menos hasta después de que termines con Thom.
Creo que Isaac se dio cuenta antes que yo de lo mucho que me gustaba ese ser mítico.
—¿Puedes dormir conmigo? —cambié de tema rodando los ojos.
Me regaló una sonrisa pícara.
—Claro que sí, deja darme una ducha —me regaló un besito en la frente—. Si te acercas lo suficiente podrás oler a dos bellezas.
Me encantaba lo que hacía con las cejas de bajarlas y subirlas, era tan predecible, en el buen sentido.
Entré a la recámara muy confundida, me sentía culpable por no entender lo que pasaba, estuve acostada mirando el techo tanto tiempo que Isaac terminó su ducha y yo seguía despierta.
—Vamos a acurrucarte —dijo Isaac entrando en una pijama cómo la mía.
Cerró la puerta metiendo seguro. Me moví haciéndole lado en la cama mientras alzaba la cobija para que se sumergiera. Me abrazó poniéndome en su pecho.
—Cualquier cosa que quieras, cualquier decisión que tomes —tomó una pausa para mirarme—, para mí será la correcta si es que a ti te hace feliz.
No dije nada pero mi mirada le dió las gracias, me incorporé para abrazarlo en forma de cucharita cómo si fuese un oso de peluche.
Sólo pensé en todo lo confundida que me encontraba. No puede gustarme alguien como él y tampoco puedo hacerle esto a Tom antes de explicarle. Pero saber que sin importar lo que hiciera Isaac estaba allí, me reconfortaba.
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