Capítulo 3; No llores
Esté tercer capítulo incluirá la historia en vista a nuestros demás personajes principales, conoceremos sus pensamientos y sentimientos que surgen en su momento.
Tom Wilson
—¡Garret! ¿Puedes ir más rápido? ¿¡Por favor!? —dije, casi gritando.
Lizzie es mi novia, y la amo más que a mi vida; es la escénica de mis días. Es el ser que ilumina mi vida en casa mañana y lo único que deseo es hacerla feliz, es increíble la manera es que me hace sentir como si fuera un maldito títere y lo disfruto como nadie porque sus caderas me demuestran que vale la pena cada cosa que hago y haría por ella.
—Llamó a media noche, y no volvió a timbrar —dijo Isaac pasando la mano fuera de la ventana del copiloto—, si fuese urgente me habría llamado Nick.
¿Qué mierda tiene que ver ese Nick con todo esto? ¡A él le importaba una mierda lo que pasase en la vida de mi novia!
—¿Nick? —mencionó Carrie un poco dudosa
—El de intercambio —aclaré de malas.
—¡Dios! —cubrió su boca de asombro—. Disculpen pero, ese chico es tan sexi. Es literalmente la carne fresca de todo el instituto, y tu novia lo está alojando en su casa. ¿Dónde duerme él? —dijo con una risa burlona
—¡Cállate! —La voz de Garret me sorprendió—. No todas las chicas están esperando a un tipo más bueno que su novio para tirárselo.
¡Auch!
—Aquí a la izquierda, por favor —Isaac sonó desesperado— ¡Justo aquí! ¡Adiós, Carrie! ¡Lo siento mucho! —le dió un beso desde afuera del coche y corrió angustiado a la puerta.
¿Tenía llaves?
—¡¿Esa no es Pucca?! —fruncí el ceño perdiéndome en la felina que venía hacia nosotros.
¿Cómo diablos apareció?
—¡Mierda, hermano! —corrió llamando a la gatita— ¡Holaa, Pucca! Tu madre estará tan Feliz.
Le dió tantos besos que parecía eufórico. Pucca era la gatita de Lizzie, su madre se la había regalado el día que supo que estaba... bueno, no pude evitar querer llorar al recordar ese día.
—¡Dame las llaves! —pedí desesperado.
—¡Toma! —me dió las llaves que estaban en el bolsillo izquierdo de la bermuda roja que le había prestado mientras seguía besando a Pucca como si fuese oro.
No podía esperar a ver cómo estaba mi novia, pero no me llamó a mí y, yo tenía que dejar que Isaac la viese primero, la conocía lo suficiente para saberlo.
—¡¡Dios! ¡Esta maldita puerta no quiere abrir...! —La empujé y de pronto casi caigo en mi propia cara.
La madre de Lizzie estaba en la sala llorando y no pude evitar ir a consolarla, así que le indiqué a Isaac que se adelantase. Encendí una lámpara que estaba en una pequeña mesa al lado de un sofá
—Señora, ¿qué pasó? —musité, abrazándola sin más
—Traté de que funcionará pero no pude y aunque ella no lo soporta. —hizo una pausa tratando de no llorar—. ¡Él no hace el esfuerzo!
—Sabía que esto pasaría... —sube su espalda— ¿Cómo está ella? —pregunté alejándome de la madre de mi novia, tomándole los hombros buscando respuesta.
—Mal, ya te imaginarás, pero Nicki tuvo que ir a calmarla porque no paraba de llorar —dijo, secando sus lágrimas.
¿Nickiii? ¿Qué put...? ¡ok, no!
—¡Iré a verla! —dije, poniendo una mueca sin esperar una respuesta de ella.
Caminé las escaleras alcanzando a Isaac que se quitó los zapatos porque no quería despertarla y la imagen que vi de Lizzie dormida con el chico pálido al lado de su cama consolándola fue realmente desgarradora para mí, yo debía estar ahí y no él, no un desconocido, yo debía ser él. No podía evitar sentirme culpable pero no podía hacer nada así que me quedé afuera de la habitación mientras Isaac entraba con Pucca y el chico pálido se levanto sin más para cruzar la puerta para toparse conmigo, pero unos minutos después la voz de la chica pronunciando mi nombre hizo que mi corazón volviese a latir.
Ella es más parte de mi vida que mi vida misma.
Lizzie Willer
Escuché ruidos y balbuceos en la planta baja, que rápidamente supuse quiénes eran pero aún no quería abrir los ojos, después de unos minutos escuché cómo alguien se acercaba a mi habitación. Y, aunque no quisiera despedirme de Nick, tuve que.
—¡Toc! ¡Toc! —el sonido de la voz de mi chico Isaac hizo que me incorporará al igual que a Nick que seguía en el suelo.
Lo que vieron mis ojos en ese momento hizo que mi alma volviese a mi cuerpo, era Pucca, era mi bebé, Isaac la soltó y ella se abalanzó a mí. Vi que Nick caminaba a la puerta y me regaló una sonrisa tan cálida, mis ojos le dieron un gracias mientras Isaac se arrodillaba en la cama y me abrazaba casi llorando. No cabía de la emoción, era el momento más feliz.
—Lo siento, siento tanto no haber estado aquí e irme a esa estupida fiesta —musitó tomando mi cara con sus manos.
Mi respiración se sentía apresurada e hice muy puchero al mirarlo. Mi corazón se comprimía y me hundía en la misma mierda de hace tres años.
—Realmente fue mejor que no estuvieras o qué no estuvieran —dije, mientras tocaba sus manos que estaban en mis mejillas y secaba mis lágrimas con sus pulgares—. ¿Estuvo divertida la fiesta?
Necesitaba cambiar de tema, llorar no era una opción.
—Realmente no —me miró con ojos pícaros.
—Nooooooo... —susurré
—Siiiiiii...
¿El amor? ¿Una fantasía cumpliéndose?
Quise cortar esa conversación porque no quería detalles.
—¿Y Thomas? ¿Adónde está? ¿Porqué no esta contigo? —dije un poco apurada.
La silueta del chico ojos azules atravesó la puerta e hizo que me quebrase por completo sin poder evitar llorar. Isaac se levantó dándome un beso en la frente y nos cerró la puerta dejando a Pucca con nosotros.
Relamí mis labios intentando decir algo pero fracasé. Thomas era mi refugio y no zona de confort.
—No tienes que decir nada —dijo, quitándose los zapatos
Al escuchar eso hice un puchero y mis lágrimas querían comenzar a salir. Me abrazó subiéndose a mi cama tomando mi nuca y colocándola en su hombro, noté que en la puerta había una sombra de pies que yacían del otro lado, podía decir sin dudar de quién era.
—Tenía que estar aquí y no... Estaba en una estúpida fiesta —parecía frustrado—. Perdóname, sé lo importante que es y tú me dijiste que aún no estabas lista, me comporté como un idiota.
Tom, jamás era un idiota.
—Tom —dije entre risas—, tú jamás eres un idiota.
Una sonrisa salió de su rostro y empezó a apapachar a Pucca, nos acostamos los tres y ese momento fue tan feliz, no sé si era costumbre o Thom intentaba llenar él vacío que él dejó pero funcionaba.
***
Lo primero que vi al abrir los ojos fue al chico de cabello castaño siendo lamido por mi gatita que parecía amarlo.
—¿Me estás observando mientras duermo? —dijo sonriendo con los ojos aún cerrados.
—¡Nooooooo! ¡Para nadaaaa! —Aparté a Pucca mientras me subía a él y empezaba a besarlo entre risas.
Deslizó sus manos sobre mi espalda intensificando el beso acalorado por la mañana, ancle mis manos a su nunca y dejé ir un jadeo cuando me empujó contra su entrepierna, sus besos cálidos me llenaban de dicha. Beso mi cuello mientras quitaba el cabello de mis hombros. Deslizó la bata hacia arriba acariciando con sus dedos mi pierna para dirigirla más profundo.
Me gustaban las mañanas con Thomas, era la única manera de distraerme.
—Te am... —alguien abrió la puerta sin tocar que por un momento me alegro muchísimo.
Gracias, Nick. Por primera vez valoré tu increíble invasión a la privacidad.
—¿Holaaa? —dijo, Tom un poco enfadado con aquel rubio— ¿Podrías haber tocado primero?
—Sí, pero no lo hice —masculló mirándolo como si quisiese matarlo.
Sus ojos casi podían sacar su alma mientras inclinaba la cabeza ligeramente a la izquierda. Bajé rápidamente de Thomas y sentí que me iba a morir de vergüenza pero...
Tengo que hacer algo antes de que esto se ponga violento...
Tom se incorporó y Nick colocó ambos pies dentro de la habitación
—Okay... testosteronas presentes, no necesito saber quién es el alfa —me bajé la bata— ¿Qué pasó Nick? —me cubrí las tetas con los brazos cruzados
—Es Anna... —dijo entre dientes—, tu madre dice que ya está el desayuno —murmuró, sin despegarle la mirada a Tom
—Ok, ahora vamos —dijo Tom.
Su mirada se sentía fría, como si hubiese hielo pero al mirarlo sólo había fuego.
—Ahora estamos abajo, ¿si? Ve por favor, voy a ducharme —indiqué que se fuera.
—¿Se bañarán juntos? —preguntó Nick, mirándome a los ojos un poco decepcionado.
No quiero responder. ¿Por qué?
—¡Nooo! Mi madre me mataría ahora mismo o, mataría a Tom —reí sin ganas.
—Yo también lo haría —soltó sin más.
Su mirada estaba matándome.
—¡Ese no es problema tuyo! —dijo Tom, levantándose de la cama por completo.
Lo entiendo, pues no entendía porque actuaba así este chico.
—Gracias por avisar, Nick... ahora vamos —Le regalé una sonrisa a medias señalando con los ojos que se fuera.
Me miró por un momento de la cabeza a los pies haciendo que me acomodara un poco para notar que Tom nos miraba.
—¡Idiota! —masculló Thomas.
—Creí que era tu amigo —ironicé, mientras ponía mis ojos en blanco como forma de burla.
—Ohhh, ¿qué acabas de decir? —dijo mientras hacía posición de lucha.
—¡Nooo! —pegué un chillido cuando me derribó— ¡Thom! —me derribó a la cama para quitarme la ropa.
***
—¿Qué es esto? —quise saber. Relamí los dedos en busca de una respuesta.
—No lo sé, pero le quedó delicioso a Nick —Se adelantó mi madre, casi lamiendo su plato.
—¿Sabes cocinar? —cuestionó Isaac que por alguna extraña razón estaba sin camisa.
Resoplé al notarlo y él me regaló una mirada mordaz. A todos los miraba así. Isaac era promiscuo por elección, no tenía novia ni ataduras, tampoco le importaba, solo sexo, sexo, y beber.
—Un poco, puede que casi todo lo que piensas —dijo sonriendo orgullosamente.
Era increíble la manera en la que me hacía querer reír con el sarcasmo o, incluso cuando era arrogante.
—Tom, ¿a ti qué te pareció? —Isaac seguramente quería ver una pelea en el comedor. Porque jugaba con su lengua mirando a su plato.
Tom me miró pero creo que podía leer mi mente. Tomó una gran tarascada de aire para poder responder
—Eres muy bueno, quizá para el menú de nuestra boda te contratemos —dijo, y volteó a mirarme.
Todos nos quedamos anonadados y mi madre aunque feliz quería reírse de todo el circo que parecía esa mesa. Nick lo miraba como si fuese el más infeliz de todos
—¡Claro! —tomó una pausa— Puedo hacerte... lo que tú me pidas, Lizzie. —me miró mordazmente mientras bebía un poco de agua y relamía sus labios sin despegarme la vista de encima.
Isaac casi se atraganta y yo estaba roja como un tomate, Thomas tragó el bocado de comida tratando de no decir alguna estupidez. Mi madre rompió la burbuja de incomodidad dándole las Gracias a Nick por el desayuno.
—Voy a robarme unos días a su hija —mencionó, Isaac.
Mi madre estaba recogiendo su plato notando que hablaba para tratar de romper ese incómodo momento.
—Claro —nos señaló— ¡Nada de drogas! —farfulló mi madre frunciendo el ceño.
—Sólo hongos y esas cosas —mintió diciendo la verdad.
—¿Irán a la cabaña? —indagó mi madre.
—Uhm, después —aclaró—. Ahora sólo vamos a mi casa.
Thomas me miró con una expresión distante, quizá por el hecho de que estaba molesto con Nick y que por alguna razón le agradaba a mi familia.
O quizá porque el chico mas promiscuo de la ciudad era mi mejor amigo, y nos iríamos a su cabaña.
Me despedí de Thomas con un beso algo intenso en el marco de la puerta y después emprendió camino a su casa. Nick y Isaac nos miraban asqueados. Parecían haberse caído muy bien. Aunque Nickolas tenía un aire de que odiaba a Thomas.
***
—¿Estás lista? —dijo Isaac, tomando una manzana de la mesa
—Sí, solo déjame tomar las llaves —me dirigí al tablón con llaves y vi que las mías no estaban— ¿Y mis llav...?
—¿Estás llaves? —inquirió Nick, con una sonrisa traviesa.
El chico de ojos peculiares apareció de la nada en la puerta principal jugando con ellas. Miré a Isaac culpándolo con la mirada.
—No me veas así, tu madre me lo sugirió mientras ayudaba a Nick picando cebolla para el desayuno —. Se colocó una camisa blanca. Y sacó un cigarrillo de la cajetilla que tenía mi madre sobre la mesa.
—Okay... —dije poniendo los ojos en blanco y dibujando una sonrisa en mis labios—, pero no hagas nada raro —le mencioné señalando a Nick con el dedo.
—Entendido —levantó las manos en forma de rendición como si fuese un niño pequeño. Era tan coqueto, pero a la misma vez tan cálido.
***
Isaac Andersson
Convencer a Lizzie de algo era como decirle a la pared que cámbiese sola de color: Imposible.
—Sabes que eres importante para mí, Lizzie, y te quiero muchísimo y por es... —me interrumpió de golpe
—No empieces, Isaac —dijo, indicándome con los ojos que a unos metros estaba el chico pálido jugando con mi adorable gatito, manchas.
—¡No! —la corte, gritándolo en voz baja—. Es claro que ya no estás feliz con Tom y que sólo estás con él porque fue tu soporte cuando Patrick se marchó, pero él te quiere y que tú estés con él porque sabes que no te dejará —cerré los ojos tratando de evitar mi enojo con esa castaña, los abrí soltando un respiro—, sólo quiero decir que lo que sea que estés haciendo no es justo para él y tampoco para ti.
Rodó los ojos, y resopló.
Esta chica va a hacer que me salgan cabellos verdes en lugar de rojos.
—Estar con Tom ha sido de gran ayuda para mí y él ahora me necesita.
Thomas es un idiota, pero no merece migajas.
Por alguna razón me sacaba de mis casillas. Agachó la mirada en la jugada de ajedrez. Es buena acomodando las piezas, y eso me gusta.
—No parece una relación... —confesé—, ¡tú estás pagando una deuda! —farfullé moviendo una de las piezas del tablero.
—Creo que es una deuda que vale la pena pagar —elevó los hombros restándole importancia mientras mordía su labio inferior en modo de concentración.
Frunció las cejas y eso me distraía en lugar de enfocarme.
—No deberías pagarlo así...
—Jaque mate —celebró con una gran sonrisa mirando al chico pálido que parecía más preocupado que yo.
La sonrisa de Lizzie desapareció cuando el tipo pálido le pidió que hablasen a solas, no estaba muy seguro de porque pero él me miró y claramente yo tuve que aceptar.
Nick Blair
Ellos tenían una conexión, algo bueno quizá, pero no iba a aceptarlo. Se reía con él como si dijera algo divertido cuando lo único que hace es decirle que sabe que causó sensaciones en las hormonas que descarga cada que me mira o pasó cerca de él. Muerde sus labios mientras ese gusano de cabello rojo la mira.
No pone atención a la jugada y eso hace que me enoje, obviamente está viéndola, y me importa una mierda el mundano arrastrado, él la quiere para ella, pero es mía, ¿como se atreve a pensarlo?
—Liz, ¿podemos hablar? —tuve que interrumpir su celebración. La chica me miró con los ojos como plato y el pelirrojo no tan sorprendido tuvo que aceptar—. En privado
—Claro —masculló tirándole una ojeada al pelirrojo para regresar su mirada a mí—. ¿Es algo malo?
—¡Sólo acompáñame afuera, por favor! —dije un poco irritado.
Expresarme no era mi fuerte, pero necesitaba hacerlo, necesitaba disculparme con ella. Quería decirle quién era y lo que sentía, pero debía esperar. No quería tenerla como esclava, quería que ella viniera dispuesta a eso, y el problema era que su maldita cabeza no me decía nada.
—Okay... Mamá —le hicieron efecto los vasos de ponche que había estado bebiendo.
Indiqué que saliera a la parte de atrás mientras yo hablaba algo con su amigo.
—¡No le comentes a Wilson! —amenace con firmeza.
—Soy amigo de ella —dijo en un tono bastante serio «quería arrancarle la cabeza pero el amor que siente por él me restaría puntos»—, no la obligues a hacer algo que ella no quiera u hacer algo que le remuerda la conciencia porque entonces olvidaré por completo que me agradas —dijo levantándose de la mesa retirando las piezas de ajedrez.
Asentí con la cabeza y me dirigí a la chica que daba vueltas sobre su propio eje.
Su amigo era tan estúpido, creyendo que podía intimidarme o, qué haría algún caso pero, el hecho de que la defendió en todo momento sin ningún tipo de paga a cambio me hizo valorarlo como ser humano aunque creo que la mayoría con escoria. Todos son una basura tras basura, pero al menos saber que cuida lo más preciado que tengo le da días de vida.
Lizzie Willer
Qué demonios quería ese chico, quizá necesitaba decirme porqué se comportaba como idiota con mi novio sin ninguna razón y buscaba cualquier pretexto para rozar mi piel cuando estábamos cerca.
Se quedó unos minutos con Isaac adentro, no sé si él se prestaría a algo que no me gustase pero Isaac parecía molesto mientras recogía las piezas de ajedrez, su ventanal de cristal del patio evitaba que escuchase pero no que viera.
El chico venía a mí un poco apresurado, aveces era muy sombrío.
—¿Qué quieres? —dije cruzando los brazos una vez lo vi pasar por esa puerta—. Espero sea una buena razón.
—Lo es Lizzie —dijo acercándose a mí en un tono sombrío.
Su mirada era más oscura, al igual que su piel, era un pálido que parecía que su sangre era negra en lugar de roja.
—¡Detente! —dije al ver su inminente acercamiento—. Sé que ayer las cosas estaban confusas y tú me ayudaste, lo agradezco pero...
—Tienes un "novio", ¿no? —dijo irritado.
—Es... —no dije nada porque sus labios parecían imanes, no puedo explicar el sentimiento pero él parecía ser lo que buscaba.
Una electricidad llena de llamas me recorrió la columna vertebral, y odiaba tanto esta sensación porque me hacía sentir rara, como si quisiera cometer una estupidez y besarlo.
—¿Estás segura de lo que dices que quieres? —preguntó dando un paso más haciendo que chocara con unas plantas que estaban a mi espalda.
—Por favor, no lo hagas —musité. Puse una mano en su pecho notando que se sentía tan cálido—. No me gustas, y tampoco quiero tu cercanía, tengo novio. No puedo arruinarlo por un promiscuo sin amor propio. No soy un juguete y no sé qué quieres ganar con esta escen... —me quedé perpleja ante mis palabras. No debí beber. Cerré los ojos maldiciéndome y notando como me miraba tan distante—. No quise decir...
—No estoy aquí para obligarte a algo que no quieres hacer, ni siquiera quería decirte eso —sus ojos de nuevo parecían más oscuros pero cristalinos—. Pero ahora no importa, te juzgué mal, creí que eras alguien diferente, pero probablemente ese sufrimiento que intentas tapar teniendo de novio al capitán del equipo de natación te lo mereces más de lo que creí —puso su mano cerca de mi rostro tocando la pared de plantas detrás mío—. Si quisiera besarte lo hubiese hecho el primer día que te conocí.
Maldito idiota.
Había quedado anonadada con eso que dijo, ¿porqué me trataba así? Me desagradaba tanto y cuando parecía que no podía caerme peor pues si, sí podía.
—¿Qué querías decirme? —pregunté notando que se marchaba
Sin mirarme giró su nuca quedando a la altura de su hombro izquierdo, sus manos estaban apretándose así mismas y eso me hizo sentir tan culpable.
—Sólo quería disculparme por ser un idiota con el idiota de tu novio —masculló, y caminó a la salida de la casa.
Lo seguí porque por alguna razón me sentía atraída a lo que era él.
Isaac no tardo en acapararme.
—¿¡Qué mierda fue eso!? —dijo Isaac eufórico— ¿Tienes algo con él?
—No, no... no sé qué le pasa. —fruncí el ceño—. Debo ir a ver..., por favor cúbreme.
Isaac parecía molesto pero no podía decir que no y después de hacer sus ojos como canicas a todos lados dejo ir un suspiro.
—Le diré a tu madre que te dormiste si llama —resopló—, pero ten cuidado y por favor... llámame.
Me tomó de la mano y mirándome a los ojos que parecían decepcionados, sus ojos eran realmente bellos, eran color avellana que combinaba con su caballo, había motas verdes y doradas en esas córneas, no sé porqué notaba esto pero aparentemente tenía mucha suerte.
—Te quiero, pero lo qué haces ahora, lo que vas a hacer... ir detrás de un chico desconocido sólo porque crees que es importante me hace pensar que la platica de hace un momento tiene más sentido que nunca.
A veces la honestidad entre nosotros me dolía.
—Isaac, estoy con Tomy —dije, soltando el agarre dócilmente y notando que el chico ya había salido por la puerta—. Pero, ¿recuerdas del sueño que te pregunté en la alberca?
—¿En en club? —dijo enarcando una ceja confundido.
—¡Siiii! —recalque—. Ese sueño, estoy casi segura de que soñé con él.
—¿De qué hablas? —dijo mirándome frustrado—. ¿Crees que este chico salió de un sueño? ¡Por Dios! —pasó su mano por su cabello dándole forma pero no quería seguir explicando— Okay. Ve.
—Después te explico —dije para salir corriendo sin dejarlo hablar.
Tomé mi móvil sólo porque sabía que se lo debía a Isaac. Al salir lo primero que vi fue a ese chico pálido del otro lado de la carretera y detrás suyo el bosque de la ciudad que prácticamente la rodeaba, no era una ciudad enorme pero el bosque sí que lo era, muchas personas se perdían a menudo pero no pensé en eso cuando lo vi meterse a ese espeluznante lugar, fui corriendo a él pero al llegar ya no estaba. Hacía tanto frío y tan solo eran las 2 de la tarde, no debí traer short y esta blusa que no me cubría nada. Había algún tipo sustancia negra azulada en pequeños charcos. Escuché ruidos extraños y me adentré en busca de respuestas.
—¿Nick? —me temblaba la barbilla— ¿Hola? Hay algui... ¡Mierda! —dije en un chillido, tocando mi corazón.
¡Maldita ardilla!
Caminé sin rumbo por una unos 40 minutos o menos. Los árboles me confundían aunque de vez en cuando estaba con Isaac sólo a merodear pero la necesidad de entrar jamás fue presente hasta este día donde me fui tras un loco sin educación. No tengo idea porqué hice esa estupidez pero emprendí el camino de regreso, el cual debería de encontrar sabiendo que acabo de pasar; estaba demasiado segura de que por ahí no había pasado, intenté guiarme por las manchas de esa sustancia tan peculiar pero habían desaparecido. Intenté llamar a Isaac pero no había recepción.
—¡Mierda! —dije y mordí mi labio inferior tratando de causarme dolor antes de ponerme a llorar.
Me senté sobre un tronco seco para no desesperarme, puse las manos sobre mi cara y dejé ir un pequeño gruñido de desesperación.
—¡Ah! —grité—. ¡Sólo a mí me pasan estás cosas!
Mis ojos se pusieron cristalinos y mis labios empezaron a sentirse cálidos. Quizá era porque mi sangre bombeaba con más fuerza. Me senté en el tronco y de pronto sentí que pasaron horas como si la maldita frustración me tragara, y no debía ser así pero debía pensar con la cabeza fría. Tragué saliva pasando las espinas que yacían en mi garganta. Una sensación de calor me rodeó y...
Isaac Andersson
Ya habían pasado unas 6 horas desde que la terca de Lizzie se había ido y yo estaba demasiado estresado. Me dolía el maldito dedo de tanto pulsar llamar en mi teléfono. El bosque sonaba tentador ya que su teléfono parecía muerto. Tomé mis llaves, metí el teléfono a mi bolsillo y salí al patio acercándome a la carretera, y el clima en la ciudad se tornaba molesto. Estaba apunto de adentrarme a él cuando a lo lejos pude ver a un chico alto de pantalón negro, y sin camisa, parecía algún tipo de falla en la matrix.
—Mierda... ¡Blair! —dije un poco aliviado— ¿Qué te pasó?
—Fui a nadar —pasó a mi lado ignorándome, con una velocidad que no creí que alguien podía tener al caminar.
Sus ojos y su cabello ya no eran claros, el parecía más sombrío pero no me importaba.
—¿Dónde está Lizzie? —indagué, tomando su brazo antes de que se fuese a algún otro lado—. ¿Por qué no está contigo y porqué luces así? —sus ojos se abrieron como platos al oír eso.
—¿Liz? —frunció el ceño— ¡Ella se quedó contigo! —reclamó quitándome el agarre con mirada retadora—. ¿Cómo mierda la perdiste? —me tomó de la camisa como si tan solo fuese trapo.
No me intimidaba pero me asombraba su cambio de aspecto.
—¡Suéltame! —Pegué un tirón y me desprendí de él... Estábamos casi de la misma altura pero él seguía siendo más alto—. Ella salió corriendo detrás de ti después de que saliste cómo alma que lleva el diablo.
—Cuidado con lo que dices —dijo poniéndose aún más alterado.
Este tipo estaba colmando mi paciencia, traté de calmarme con todas mis fuerzas.
—¡Sólo dime, adónde está Liz! —dije tomando una bocado de aire—. ¡Dímelo y ya!
Él parecía confundido, lucia como si realmente no supiera de qué hablaba. Tensó la mandíbula mirando al bosque y volvió a mí.
—¿Adónde fue ella? —cuestionó, y mordió su mejilla.
—Se fue detrás tuyo... no vi exactamente —pasé la mano por mi nuca tratando de mermar el amor sabor a la angustia.
El chico emprendió el camino al bosque y yo no me quedé atrás. Estaba preocupado con Lizzie. No por el lago, era una excelente nadadora, pero algo no estaba bien. Podía sentirlo en los huesos, y eso me obligó a seguirlo con más ganas.
—¿Adónde la dejaste? —dije irritado.
—¡Yo no la dejé! —me encaró—. La vi parada en la puerta de tu casa, jamás creí que se adentrase hasta este lugar —dijo poniéndose un poco desesperado—. ¡Marca los árboles con algo, tú ve al noreste y yo al norte, camina a la izquierda cuando lleves unos 500 metros y yo lo haré a la derecha hasta que estemos a la mitad! ¡Pero ya Malditasea!
Rodé los ojos ignorando al pedazo de imbecil que estaba frente a mí, y mejor me propuse llegar a lo importante.
—Okay... —no me detuve a preguntar lo que mis oídos acababan de escuchar pero fui a los scouts sabía de lo que hablaba—. Si la encuentras llévala a la casa no importa que no me encuentres a mí.
—Ajá —dijo emprendiendo su camino.
Bueno, gracias.
Caminé unos 400 metros pero ya me sentía totalmente perdido, mi brújula seguía guiándome hasta que cuándo me desviaba de repente, marqué los árboles con las llaves de mi casa haciendo unos cortes en forma de X.
Caminé a la izquierda como dijo el chico y ya había pasado como 30 minutos después de que marqué los árboles y me detuve un poco para ver si no estaba en algún lugar tirada o yo que sé. Hacía frío y ella sin aparecer
—¡Hey! —Una voz hizo que me diese escalofríos—. ¡Te dije 500 metros! —Mencionó el chico pálido que estaba unos metros adelante de mí.
—¿Hace cuánto estás aquí? —resoplé.
No me intimidaba pero por alguna razón me sentía pequeño a su lado.
—¿20 minutos? —ironizó, alzando los hombros, mientras pasaba sus ojos a otros lados en busca de algo—. ¿Buscaste mientras venías gateando?
¿Iba a ser un imbecil toda la noche?
—Cállate —Le enseñé el dedo de corazón.
—Puedo sentir que está cerca —dijo tocando su hombro como en busca de algo.
—Tenemos que seguir o, avisar porque si no la encontramos. No sé qué haré —dije, y al tragar saliva sentí como si fuese picante.
Me dolía el pecho y el aire me faltaba pero al mismo tiempo me asfixiaba.
—¡Lo sé! —se desesperó— ¡Ya cállate!
Nos miramos el uno al otro pero obviamente yo no sabía que hacer.
Lizzie Willer
No sabía si estaba viva pero me encontraba en el bosque un momento y al otro segundo en un pozo húmedo, estaba temblando de frío, el agua era tan helada. No me cuestione ella razón, y lo dejé fluir.
—¿Holaaa? —pregunté, notando que ni siquiera se escuchaban animales silvestres
Intenté salir una y otra vez pero la punta de mis dedos estaban entumidas y mis labios morados. Mi pecho dolía y sentía que el miedo recorría cada parte de mi como si exclamara por una maldita luz de esperanza. Al resignarme eché un último vistazo a la superficie del pozo y allí estaba Nick extendiendo su mano para que lo alcanzara, y no me pregunte la razón por la cual estaba haciéndolo, simplemente dejé que sucediera. Me había puesto tan feliz de ello así que me incorporé y empecé a escalar para darle la mano a Nick y cuando al fin se la di él me soltó enviándome al vacío, mis ojos se llenaron de desesperanza y...
Caí al pozo que ahora era más hondo, mis propios gritos me ahogaban debajo del agua, era como si me jalase, de pronto ya estaba en un lago y lo primero que salió fue mi cara tratando de tomar todo el aire de la atmósfera.
—¡Dios! —dije tratando de descubrir adónde había ido.
Me sentía muy confundida, no había sol y tampoco luna, caminé a la orilla del lago, tosiendo y después lo vi convertirse en esa sustancia que estaba en el bosque. Todo el lugar parecía una isla, con árboles que jamás había visto, pero todo era hermoso y la arena era tan suave
—¿Hola? —musité— ¿Hay alguien aquí? —supliqué en mis adentros que nadie contestara.
Me adentré a esa pequeña isla tratando de no hacer mucho ruido. Todo se veía tan hermoso, incluso había dejado de tener frío, ya no temblaba más... pero lo que mis ojos vieron fue una imagen tan irreal, pues había un chico casi arrodillado, estaba en posición fetal pero incorporado con un brazo, lloraba y su cabello tapaba su rostro, estaba cubierto de esa sustancia que parecía lodo por todo su cuerpo; provenía de su espalda y yo sin decir nada me arrodillé cerca a él.
—¿Qué haces aquí? —inquirí, poniendo mi mano en las suyas, y noté que dejó de llorar
—¿Qué haces tú aquí? —su voz era más ronca pero era tan parecida a la de Nick.
—¿Qué te sucedió? —ignoré el sinfín de emociones que me abarcaron.
Era verdad que tenía miedo pero no podía dejarlo así. Toque su ante brazo y me percaté de que su piel estaba tan fría, y no dejaba de respirar jadeando. Cómo si quisiera tragarse las lágrimas.
—¿Qué te sucedió a ti? —indagó y yo con el miedo a la respuesta que me hizo erizar la piel—. Si estás aquí es porque estás muriendo.
Mi cuerpo se heló al escucharlo, tragué saliva sin comprender ni entender que sucedía, ¿como había llegado allí? No tenía idea.
—¿Por qué lo dices? —balbuceé.
—Cuándo mueres vas al lugar dónde pertenece —susurró.
Estaba un poco confundida, yo había ido al bosque. ¿Esto es un sueño?
—No sé que me pasó, pero tenemos que salir de aquí —mencioné, intentando levantarlo, mis brazos se anclaron a los suyos intentando levantarlo pero era inútil—. Ayúdame, por favor.
—No puedo irme, este es mi hogar, lo que ves aquí es mío —dijo incorporándose sin darme la cara pues su cabello tapaba todo su rostro y estaba cubierto de esa sustancia.
Si dos paso hacia atrás con miedo pero no por él si no porque quería sacarlo de allí.
Giró dándome la espalda, y pude percatarme de algo que hizo que mis ojos se abrieran como platos... Había dos marcas en su espalda que parecían provenir de sus escápulas.
—Si esto es tuyo... —aclaré un poco mi voz— ¿Por qué que estoy aquí? —alcé un poco la voz, tenía miedo pero no sabía que hacía allí.
Se detuvo cuando escuchó esas palabras salir de mi boca, se giró dándome la cara que no pude ver con claridad pero era él. Caminó quedándose a unos 4 metros de mí
—Si estás aquí y no lo sabes, quizá estás muerta, pero no lo pareces así que sin duda alguna... —ladeó la cabeza, haciéndome sentir una presa— ¡Tú me perteneces!
Su voz retumbó mis oídos, mi cuerpo se sofocado, no sabía si estaba muriendo, mis manos temblaban, un frío recorrió mi columna y las ganas de vomitarme se hicieron presentes cuando mis pies sintieron electricidad: no significaba algo bueno y él parecía tan calmado, cómo si tuviese el tiempo en sus manos
—Yo... yo... —tartamudeé— no sé... no sé de qué hablas.
Mi cuerpo se heló al reconocer las palabras y esa ironía. Intente correr pero caí sentada en esa sustancia peculiar que provenía de él; viscosa, azul casi negra, y olía bien, como a un helado celestial.
—Si estás aquí no puedes correr, ni escapar —su voz parecía estar en mi nuca. Comencé a desesperarme, quería despertar, estaba aterrada.
Tapé mi rostro con mis rodillas, envolviendo mis piernas con los brazos, la sensación que él provocaba en mí era pavor, no tan sólo miedo. Sentía que estaba en la peor de mis pesadillas.
—Tú... —aclaré mi voz—. Tú estás... ¿Muerto? —pregunté sin mirarlo.
Por favor, que alguien llegué por mí.
—Dime... —hizo una pausa con una burla irónica— ¿Puede morir alguien que ya está
muerto? —dijo poniéndose al frente de mí, podía sentir su calor pero no quise ver, tenía tantas ganas de llorar.
¡Isaac!
—Por favor... no me hagas daño —musité entre lágrimas.
—Jamás te haría daño —mencionó, pasando su mano temblorosa sobre mi cabello.
Sus palabras sonaron tan sinceras e increíblemente mi llanto cesó.
—Esto es un sueño, es un sueño... lo es —me dije a mí misma en voz alta.
—Ahora veo que en todos los sueños quieres estar conmigo —su voz abrió ese recuerdo de dos noches antes de que hiciese mi examen de física, un sueño que divagaba por mi mente. Había una golpe de luz dándome. No recuerdo más.
—¿Te conozco? —mencioné alzando mi mirada para toparme con sus piernas desnudas.... Creo que todo él estaba desnudo
—¿Te conozco? —dijo con ironía.
Se veía tan imponente ante mí que me sentía como un grano de arena. Estiró su mano, me la ofreció para que me levantara, sentía tanto miedo pero tenía miedo de no tocarlo ya que mi cuerpo me pedía a gritos que me acercara a él.
Temblorosa extendí mi mano y estaba tan cerca que no hizo mucha falta para tocar su palma helada con mis dedos; algo me recorrió todo el cuerpo, desde la punta de las manos hasta los pies, dejándome ir un jadeo involuntario a la sensación placentera, mi corazón se escuchaba en mis oídos y la boca se me secó, sentí como su mano se cerraba sobre pero mía pero...
—¡Nick! ¡Nick!
A lo lejos escuché la voz de Isaac que hizo que rápidamente mi esperanza volviese. Lo solté y ni siquiera me di cuenta.
—¿Isaac...? —miré por todos lados— ¡ISAAC! —el chico, o lo que sea que fuese ya no estaba—. ¡Aquí estoy!
Un tirón en la cabeza me hizo abrir los ojos como si la hubiese arqueado. Mis ojos luchaban por abrirse, pero volvían a cerrar, sin embargo; lo primero que vi fue a Isaac quitándose la camisa para ponérmela. No sabía que pasaba, todo estaba borroso y confuso, cerraba y abría los ojos, no podía mantenerlos tanto tiempo abiertos, pesaban tanto, no sentía frío, al contrario.
—¿Por qué te desnudas? —la voz de Nick hizo presencia con asco.
—¡Porque está muriendo de frío! —dijo gritándole a Nick como si fuese su culpa—. No debí dejarla salir.
Sentí que unos abrazos cálidos me alzaron cubriéndome. Y la verdad no sentí nada más hasta llegar a casa de Isaac, sólo me aferré a lo que me sujetaba.
Nick Blair
Y mis ojos la vieron, su cuerpo en posición fetal del lado de un tronco, sus labios ya no eran rojos, ahora eran color púrpura, sus manos finas estaban tan frías. Y una punzada en el pecho me hizo sacudir la cabeza, yo no tenía porque estar haciendo esto, solo debía haberla llevado por la fuerza en lugar de ganarme su «confianza» como el inservible de Morfeo lo dijo.
Vi a su mejor amigo quitarse la ropa para ponérsela encima rápidamente, sabía que él la amaba.
—¿Por qué te desnudas?
Es repugnante, la única persona que deseo ver desnuda está inconsciente.
—¡Porque está muriendo de frío! —dijo, gritando como si yo tuviese la culpa—. No debí dejarla ir.
Su nariz escurría y no pude negar que su sufrimiento se transmitía. Pero tenía que acostumbrarse ya que yo sé la arrancaría muy pronto.
No lo pensé ni un segundo al ver qué terminaba de ponerle el pans para poder cargarla entre mis brazos, sabía que seguía con vida porque su cuerpo se pegó al mío cuando sintió mi calor, y otra vez esa punzada en el pecho, sacudí la cabeza para concentrarme en sacarla.
—Va a estar bien, pelirrojo —mencioné acomodando su cuerpo en mis brazos—, ¿quieres guiarme por un camino más cercano?
Me seguía mirando como si quisiera matarme y sin responder limpio su nariz para caminar. La lástima no era lo mío, no tenía problema en acabar con él pero conservarlo me ayudara más adelante.
—No sé bien por dónde saldremos pero estaremos sobre la carretera. —masculló.
Yo conocía bien el camino pero soy nuevo, no es conveniente levantar sospechas.
—Es suficiente para mí —solté sin ganas de seguir escuchándolo.
Caminamos por unos 15 minutos, estaba muy nervioso y limpiaba sus lágrimas cada que podía, admiraba a ese chico, iba con calzoncillos y no se quejaba del frío. Cuando lo miré correr porque reconoció un árbol ya que lo había marcado sentí que me veía a mi mismos siglos atrás, y recordé que nada bueno sale de la bondad.
—¡Mierdaaa! —dijo eufórico— ¡Es por aquí, corre... necesito ir a poner la tina de agua caliente! —dijo corriendo, hasta salir del bosque.
Caminé y cuando cruzamos la puerta de su casa ella parecía reaccionar.
Lizzie Willer
Sentí cómo subía las escaleras y lo primero que vi fue a Nick sin camisa y un poco mojado. Me dolía el cuerpo, el aire me faltaba y las ganas de morirme eran más grandes porque la vergüenza que sentía podía abarcar una vida de reproches.
—Nick... —dije sin fuerzas. Mi boca se movía por si sola. Maldita traicionera.
—Shhh, está bien, después hablamos —dijo, acomodándome para terminar de subir el último escalón de la casa de Isaac.
—¿Qué eres? —pregunté, mientras mi cara caía en su pecho, no podía terminar de reaccionar.
Mi cabeza daba vuelvas y el sueño me abordaba.
—Todo fue un sueño —dijo, mientras me metía al baño—. Aquí está, Isaac. ¿Adónde está tu ropa?
—Okay... la bañaré —resopló—. A la izquierda, el último cuarto —dijo Isaac desesperado.
Sus voces navegaban por mi mente pero no podía reaccionar. Era como si me hubiesen inyectado un somnífero.
—Colócala aquí, el agua está lo suficientemente caliente para que reaccione. —la voz de Isaac parecía quebrarse
—Chico... —susurró Nick, tratando de alentarlo.
—Ella no es... no es sólo una chica, no sólo es mi mejor amiga.
Mi cuerpo empezó a sentirse cálido y las voces se hacían más claras, mis ojos empezaron a abrirse cuando noté que Isaac retiraba su camisa de mis brazos y Nick salía un poco apagado, los abrí por completo. Mi corazón latía a toda fuerza y mis manos temblaban pero los ojos avellana con motas doradas y verdes me hicieron sonreír.
—Isaac... estoy bien —dije, con toda la fuerza que me quedaba.
Tomé su mano y le regalé una sonrisa.
—Lizzie... —me abrazó dándome un beso en la coronilla— ¡Jamás vueltas hacer una tontería como esa!
—¡Jamás! —dije regalándole una sonrisa—. ¿Por qué estás tan desnudo? —pregunté enarcando la ceja.
—Tuve que cubrir del frío a una chica muy fastidiosa. —rodó los ojos, entre llanto y risas.
A decir verdad no era de llorar pero sus ojos estaban cristalizados.
—Bueno, no es tan fastidiosa... me preparaste agua en la tina. —le regalé una mirada melancólica al chico que más amo, mientras me pasaba la esponja cálida sobre mi rostro.
—Esto fue lo que encontré —La voz de Nick entro al baño antes que él y cuando me miro estaba sorprendido, no sé si porque tenía solamente ropa interior o porque había ido a buscarlo y termine así—, supongo que sirve.
—Sí, déjalo ahí en el lavabo —mencionó Isaac, incorporándose—. Que bueno que despertaste porque ya estás muy grande para que te bañe yo
—¡Por favor! —reproché— A los 13 aún seguíamos bañandonos juntos. —dije, dirigiendo mi mirada al techo para después de unos segundos mirarlo a él que estaba parado a mi lado con calzoncillos.
—Nuestros cuerpos dejaron de tener 13 —trago saliva, poniendo los ojos en blanco—, me bañaré en el patio mientras tú terminas de ducharte, dejaré la puerta abierta por si necesitas algo.
—Okay... —asentí con la cabeza sintiéndome un poco cansada.
Terminé de ponerme una de sus camisas y un bóxer pequeño al igual que un pans con calcetines. Bajé mi ropa a la parte de atrás dónde estaba la lavandería y también estaban esos chicos bañándose con una manguera.
—Voy a fingir que no vi nada de esto —musité, cubriéndome los ojos.
Isaac empezó a reírse y taparse con dos manos la entrepierna, sin embargo Nick solamente sonría y fue a "ayudarme" a meter mi ropa.
—Me asombra muchísimo cómo es que la desnudez para ustedes es tan pecaminosa, sabiendo que se mueren cuando están así —dijo tomando mi ropa y metiéndola a la secadora.
—Primero hay que lavar la ropa y después secarla —retiré la ropa y la metí a la lavadora.
Isaac empezó a reír mientras se acercaba a nosotros.
—Bueno, al menos sabe sobre anatomía humana. —mencionó Isaac, empujando a Nick.
No lo dudo, con ese cuerpo seguramente lo estudian seguido.
Sacudí la cabeza obligándome a recapacitar. Me dedicó una mirada pícara mientras le aventaba unos calzoncillos al chico pálido que entraba a la casa.
—¿Te hago algo de cenar o, pido hamburguesas? —dijo Isaac, vistiéndose detrás de mí.
Cabe recalcar que no era incómodo para mí, pues, Isaac y yo casi nacimos juntos y ninguno de los dos se sentía incómodo entre nosotros.
—Uhm.... déjame pensar —mascullé, girándome, puse mi dedo índice en mi barbilla en forma de burla y mis ojos mirando al techo en busca de algo.
Aún sentía los dedos entumidos, sentía frío en mi cuerpo y aún la mano de ese hombre en mis sueños.
—¡Hamburguesa, entendido! —dijo regalándome una sonrisa.
Miró al chico pálido que camina en círculos por su casa. Y elevó las cejas para entrar tras él. Terminé de lavar mi ropa y entre a la casa percatándome que Nick seguía desnudo, sólo con una toalla que Isaac le había implorado que se pusiera.
Timbre sonando...
Nick se incorporó, agarrando la toalla para evitarse quedarse desnudo, y parecía que crecía cada vez más, al abrir la puerta el repartidor era un compañero de clase, que miró a Nick con un poco de confusión y sin más le entregó 3 hamburguesas y una pizza. Cerró la puerta y se dirigió al comedor que yacía a su izquierda.
—Tengo hambre —gruñí sobándome el estómago.
—Llego el menú —Isaac pasó arrollándome.
—¿¡Auch!?
—Lo siento, ya me cansé de ser caballeroso —dijo, abriendo la caja de pizza que aún no ponía Nick en la mesa.
Nos sentamos los tres a comer y Nick comió pizza y una hamburguesa, yo tomé las dos que quedaban ya que Isaac decía que las hamburguesas no eran ricas.
—¿Dormiré contigo? —le pregunté a Isaac dando otro bocado a mi hamburguesa con pepinillos extra.
—¿A quién le preguntas? —indagó Isaac, mirándome a mí y a Nick.
—¿A mí? —saltó Nick, mirando a Isaac confuso.
No pude evitar sonreír con estos dos idiotas.
—Ni en mis peores pesadillas —susurré.
—No son tan malas, ¿o sí? —musitó, cabeza agachada. Tenía una sonrisa de oreja a oreja y una sensación de calor térmico recorrió mi cuerpo de afuera hacia adentro.
Necesito ver a mi novio antes de que me derrita.
¿Okay?
Me incorporé un poco y miré a esos dos chicos con similitudes físicas comer tranquilamente, mientras bromeaban entre sí.
—Chicos —aclaré mi garganta. Mis manos comenzaron a sudar—, gracias por ir tras mí y por no actuar como si hubiese cometido un delito. Gracias por no llamar a mi madre y..., agradecería que no le comentaran a Tom.
Me miraron confundidos riéndose entre sí, y Nick soltó:
—¿Tienes novio? —hizo como si buscara a alguien más en el lugar pero se percató de mi rostro y rodó los ojos—. No quisiera decirle a tu novio lo qué pasó.
—Tranquila, no es necesario si no quieres —dijo Isaac, regalándome una sonrisa.
—Gracias —añadí, terminando de comer mi última y deliciosa hamburguesa.
Después de la cena Isaac se aventó al sofá para ver su show donde las personas estaban desnudas y Nick por otro lado subió a ponerse un pantalón negro que le quedaba algo ajustado. Al notarlo Isaac y yo nos miramos en sincronizado, pues ese chico normalmente estaba sin ropa.
Recogí los platos y ya tenía sueño.
Odio lavar platos.
—Buenooooo... —susurró Isaac, Nick bajaba sin camisa.
—Nick debería ir a ese Show —mencioné, mirando cómo bajaba las escaleras.
—¡Están hablando de mí, y esas personas son filmadas y transmitidas desnudas en televisión! —protestó Nick, indignado.
—¿Puedes pasarme esa basura? —ignoré la indignación.
Isaac soltó una carcajada y se devolvió a su serie.
Tomó las cosas de la mesa, no sé cómo sus manos abrazaban todo eso. Pasó al lado de mí rosando mi espalda con su pecho.
Solté una sonrisa irónica y muy obvia. Era de esperarse.
—Liz... —su voz detrás de mi nuca
—¿Sí? —pregunté poniendo las manos en el la barra de la cocina.
—¡Mírame! —dijo, casi dándome una orden.
Algo subió y bajo de mi cuerpo haciéndome perder el equilibrio y las piernas me temblaron, mis mejillas se encendieron y supliqué a mis adentros poder soportar los ojos color esmeralda y esa parte azul que me decía que el cielo solo existía si él estaba.
Me giré topándome con su pecho que seguía desnudo, su piel era brillante y tan tersa. Utilizó su mano para que alzara la mirada, porque estaba babeando, y su tacto me arrebató a las malas un suspiro.
—Lo que ocurrió hoy —puso sus ojos en mí, volvían a ser color esmeralda y ese pequeño destello azul resaltando su ojo izquierdo—, discúlpame por tal acto de idiotez pero no vuelvas a ponerte en riesgo por mí, ni por nadie.
—Lo sé —musité, desviando la mirada.
—Puedes dormir conmigo si quieres —sugirió, enarcando una ceja con esa sonrisa tan picara que tenía. Mis ojos lo miraron sorprendida.
Quería hacer tantas cosas con él, pero no podía.
Sí.
—Eres de no creer —dije, empujándolo para emprender camino a ver ese show que tenía tan entretenido a Isaac—. ¿Ya acabo?
—Sí, pero se rindió y no ganó, ya estaba apunto de ganar y se rindió... ¡Aaaaahhh!
Miré a Isaac en su habitad natural y jamás me gustó tanto alguien tan infantil. Pero él era la excepción.
—Okay... —me acosté sobre su regazo dejando que acariciara mi cabello—. Creo que es hora de dormir —le mencioné a Isaac haciendo ademán de que ya debíamos irnos.
Su habitación es fría así que prefería que me acompañase a mí.
—Si, sobre eso... —mencionó mirando a Nick
—Isaac —recalqué, siendo obvia a que no quería.
—Lo sé, debería consentirte, y mimarte —hizo un puchero—, pero Carrie me texteo. Vendrá a dormir, y si no quieres que vea a Nick y le cuente a cierto ojiazul es mejor que se encierren en la habitación de mi madre.
Me levanté molesta no tanto por eso si no por la babosada que iba a traer.
—Pero... Isa... mmmh —me tapó la boca como si necesitara no escucharme.
Mi ceño se frunció mientras lo miraba y él a Nick, quién parecía divertirse con todo eso.
—Nick —le hablo como su cómplice—, en mi habitación hay un edredón y colchonetas, llévalas a la habitación del pasillo del baño, la habitación es amplia... la de servicio está muy sucia. Sólo no molestes a esta chica.
Me quité de su agarré para incorporarme incrédula, no me desagradaba compartir habitación con Nick pero...
—¡Cállate! —dije, acomodándole un zape.
Su madre estaba en casa de su actual pareja la cuál no conocíamos.
Si algo compartíamos Isaac y yo eran padres separados.
Después de allí tomé un café y me di una ducha, no pensé mucho en Nick, sólo pensé en la manera de estar cerca de él. Un par de horas después escuché voces en la planta baja y Nick entro a la habitación con un montón de cobijas.
—Creo que te faltó la cama de Isaac —ironicé, rodando los ojos.
Me miró haciendo una sonrisa a medias dejándome ver esos hoyuelos y su manzana de Adán.
—Esa chica llegó literalmente al cuarto de tu amigo sin ropa —dijo, agitado.
No pude evitar reírme por la imagen tan divertida. Pero noté que miraba mis piernas desnudas que salían de la cama y me acomodé entre las cobijas.
—¿Te vió? —indagué aclarando la garganta.
—¡No! —dijo, casi indignado de lo que acababa de preguntarle.
Ese chico era muy interesante pero aún así no podía confiar en él.
Puso todo en el piso muy acomodo, y se acostó mientras yo lo veía de reojo entre las sábanas.
—Per...don —apenas y pudo pronunciarlo— por cómo me comporté antes, Liz —me miró mientras yo no me movía de entre las sábanas—, no quise decir lo que dije, quizá si quise, pero no pienso que sea verdad.
—No te preocupes —dejé ir un suspiro—. Quizá todo lo que dijiste es verdad.
Trató de decir algo, pero al final no lo hizo, y simplemente musitó:
—Buenas noches, Liz.
—Igualmente, Nick.
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