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Capitulo 2

He estado trabajando con correcciones para que disfruten mucho los capítulos sin errores al leer....

«Los días transcurren tan rápido cuando estás donde quieres estar»

Mis sábanas estaban pegadas a mi cuerpo, era sábado por la mañana, debería seguir durmiendo.

¡Es Sábado!

Luché contra mí misma y me metí a la ducha, fue una ducha rápida. Me encantaba el agua cálida sobre mi piel, salí de la ducha y al olvidar por completo lo que pasaría y porque me había metido a la ducha:

¿Porqué escuchaba risas que provenían del primer piso? Tom dijo que no vendría.

Seguramente es Isaac...

¡Dios! ¡Isaac!

Isaac y yo éramos los mejores amigos del mundo, y cuando digo los mejores quiero decir; los mejores.

Me coloqué un vestido de cuadrillos que parecía escolar, color rojo con un suéter amarillo mostaza debajo, unas calcetas y zapatos rojos, me apresuré, y lo primero que vi fue al chico de piel bronceada quizá por las vacaciones, cabello rojizo y pecas en las mejillas usando una camisa blanca de vestir que parecía hacer reventar los botellones de ella.


—¡ISAAC! ¡Eres tú! —dije perpleja.

Pegué un brinco aunque faltaban tres escalones para bajar completamente las escaleras provocando caer en el cuello de Isaac, su aroma era como las olas Del Mar.

—Debo irme más seguido —masculló con ironía

—¡Te extrañé muchísimo! —aspire su aroma.

No podía dejar de abrazarlo casi lloraba.

Huele tan bien.

Se fue casi un año con su padre a España. Somos amigos desde que tenemos uso de razón, y casi un año es demasiado.

—También te extrañé —sus manos seguían en mi cintura apretándome mientras dábamos giros que no parecían marearme.

¿Se había puesto más fornido?

—Te ves muy bien —mencioné, apartándome—. Casi soñaba con este momento.

—No creo que esos sean los sueños —Una voz masculina un poco ronca que parecía resfriado, rompió nuestra burbuja, al mirar a mi izquierda ahí estaba ese tipo que por cierto tenía la cara más pálida que nunca.

—Lo siento... —maldije para mis adentro—. Isaac, él es Nickolas Blair, es de intercambio —mascullé poniendo los ojos en blanco y tocando el hombro de Isaac indicando que volteará.

—Lo sé, me entretuvo mientras tú dormías —me acarició el cabello—. Tu madre se ha ido muy temprano pero dijo que había desayuno para ti —dijo Isaac con un tono de voz comprensiva.

Su voz es más ronca.

¿Cómo había podido cambiar tanto en 11 meses?

Mientras él caminaba a la sala quedándose recargado de la pata del primer sofá que vió yo le puse los ojos en blanco al chico pálido para seguir a ese pecas increíbles.

Ha crecido mucho en esos meses.

—¿Hace cuánto estás aquí? —farfullé indignada.

¿Por qué no fue a despertarme?

—Quería que durmieras, no quería despertarte de mañana, sé que lo odias y...  —dijo mirando a Nick con expresión confusa para después regresar a mí—, me mencionó que anoche no podías dormir.

¿No podía dormir? ¿A caso estaba loco de remate?

—¡No...! —regañe a Nick con la mirada—. Había ruido fuera de mi habitación pero si dormí bien y no tuve ningún tipo de sueño que lo impidiera —dije con voz fuerte e irritada.

Ese chico realmente que me duelan los sentidos.

Isaac me tomó de los hombros dirigiéndome a la cocina como si estuviera apunto de empezar una pelea.

—Okay... —Masajeo mis hombros—, amanecimos un poco estresadas, vamos a darte algo de comer, es muy tarde y después vamos a nadar —me dió un beso en el cabello y me acompañó a desayunar pero yo no le quitaba la mirada a ese chico pálido de ojos peculiares.

***

Isaac salpicó un poco de agua a mi cara haciendo que tapase mi rostro con las dos manos.

—Cuéntame —resopló—. ¿El chico de intercambio puso las cosas tensas entre Tom y tú? —musitó con una sonrisa traviesa

—¿De qué hablas? ¡Ha estado aquí por menos de 24 horas! ¡Y, no es para nada de mi agrado! —dije tratando de cortar esa conversión—. ¿Tú crees que los sueños tengan significado?

–Todo tiene significado si así lo deseas ver. —dijo acercándose a mí para rodearme con sus brazos, eran tan cálidos que olvidé que estábamos dentro de una alberca.

—Te amo, Isaac —dije sumergiéndome en su pecho, tiernamente. Era como un oso de peluche.

Quizá sea para ustedes demasiado escucharlo, pero nuestro lenguaje es literalmente decir lo que sentimos. Desde que se fue jamás dejamos de hablar un día, Isaac y yo siempre hemos sido inseparables. Y a decir verdad, no podría imaginarme una vida donde él no esté.

—Y yo a ti —podía notar que su sonrisa se ampliaba, pues tenía sus labios en mi frente.

Se alejó de mi dándome un beso en la frente pero me percaté de que se había puesto tenso —¿Por? —cuando me guíe de sus ojos vi a Tomy detrás.

Claro, iba a ir con sus amigos de natación, ¿adónde más podrían ir?

—¡Wilson! —dijo Isaac mirándonos dándose cuenta de la tensión que se había creado.

Que mi novio escuche que le digo "Te amo" a todos menos a él puede ser un poco... Uhm, ¿desagradable?

—Andersson —respondió Thomas entre dientes.

Para nadie era secreto que de cierta manera había rivalidad entre ellos; Isaac se llevaba a mi novio por mucho, y no porque fuese más guapo, si no que había cosas que haría mil veces con Isaac antes que con Thomas. Y, todos lo saben.

Metió sus manos a los bolsillos de su short, me miró dándome una sonrisa que a leguas era falsa.

Tom era demasiado bueno, estaba siendo muy injusta con él.

—Creí que estarías con tus amigos —dije pasando las manos por mi cara mientras tomaba la toalla que estaba en la orilla de la alberca.

Espero no haber sido tan evidente. Éste maldito traje de baño ese asfixiándome, debí escoger el de dos piezas, este está sofocándome

—Sí, Uhm... —sacudió su cabello «señas de incomodidad»—. Vine con ellos sólo que decidimos venir al club a jugar un poco de tenis pero al pasar escuché tu voz —dijo, mientras me ayudaba a salir de la alberca y poner la toalla al rededor de mis hombros.

—¿Alguna fiesta hoy? —preguntó Isaac, mientras frotaba las manos.

¿Fiestaaaa? ¿De Nuevo?

Thomas y yo nos la pasamos de fiesta las últimas dos semanas. Imágenes donde caía de ebria, mientras me tenía que llevar cargando a mi habitación hacían presencia. Tan sólo de recordar mi estómago se revolvía.

—Sí... —interrumpí a Tom tapándole la boca con mi mano.

—¡Nooo! —dije tan rápido como pude—. Bueno —quité la mano de su boca—, realmente no tengo ganas de una fiesta.

Los ojos de Tom parecían confundidos. Isaac me miró y puso las manos en la orilla de la alberca impulsándose hacia arriba para salir.

Creo que el agua le había hecho daño, estaba rojo y solo tenía un short azul muy playero que parecía que se le caería en cualquier momento.

Isaac inclinó su cabeza hacia abajo mirando mis ojos como si tuviese balas en esas córneas color avellana.

—¡Liiiiiiiizzzzz! —reprochó Isaac. Puso sus manos en modo de suplica y su estupida cara de perrito.

No quieres ir, ¿porqué hacerlo?

—No tengo ganas, he estado estudiando y estoy agotada —resoplé para salir de esa situación—, pero Tom te puede llevar. Tengo cosas que hacer y mi madre quiere que cene con Patrick así que hoy sería Perfecto. Ustedes van a la fiesta y yo me deshago de eso de una vez.

Los miré a ambos esperando una respuesta y me percaté de que Carrie estaba del otro lado de la puerta mirando, intrigada.

"Eso", sería la primera vez después de que él se fue, no lo extrañaba pero me incomodaba tanto tener que hacer como si nada hubiese pasado.

Tom y Isaac se miraron mutuamente al oír lo que acababa de decir, quizá se dieron cuenta que realmente no quería ir, aceptar cenar con Patrick fue algo que consideré demasiado pero estaría en casa y cuando yo quiera puedo acabar con eso.

—Okay... vamos a comer algo —dijo Tom mientras Isaac recogía nuestras cosas.

¿Hace frío o soy yo?

—¿Nuggets? —sugirió Isaac, creo que para romper el hielo—, ¿o...?

—¡Hamburguesas! —farfullé saboreando—. Hace mucho no como una.

—¡La semana pasada te llevé 2 con extra pepinillos! —protestó Tom frunciendo el ceño mientras me miraba con ojos acusadores.

—¿La semana pasada? 7 Días... Uhm —conté con los dedos—. 168 horas, ¿suena suficiente para ti?

Sonrió ante mis cálculos.

—Claro que si, más que suficiente.

Me dió un beso, mientras Isaac abría la puerta como si fuese algún tipo de película de Disney haciéndonos pasar por una cancha de Basquetbol.

Thomas fue a hablar con sus amigos que estaban en la cancha de tenis para que después murmuraran viéndonos con desagrado y nosotros desde la esquina queriéndonos reír de ellos. Las puertas de la cancha de basquetbol nos impedían escuchar.

Ya sabía que no les agradaba pero a mí tampoco.

—Carrie se ha puesto más ardiente —dijo Isaac empujándome por el hombro.

—No empieces —gruñí resoplando. Pusé los ojos en blanco.

Yo sé que a él le gustaba desde hace tanto pero Carrie era inalcanzable casi por todos, y con ese "casi" creo que saben a qué me refiero. No quería que saliera herido de alguna manera, aunque me percaté de que Carrie le hizo ojitos a Isaac...

¡Ahhh!


Isaac Andersson

Esa chica de cabello rubio rojizo estaba matándome...

—Carrie se ha puesto más ardiente —dije para molestar a la chica castaña de mi izquierda

—No empieces —gruñó, rodando las córneas como si fuesen canicas.

—Sabes que nadie me gusta tanto como tú —dije poniéndome en su espalda regalándole un beso discreto en la cabellera. Tuve que agacharme un poco pero lo valió, toqué su hombro para después separarme casi inmediatamente.

La hice sonreír así que eso era lo que realmente importaba.

El capitán del equipo de natación se acercaba a nosotros con mala cara pero no me interesaba saber qué había pasado, no era muy de mi agrado, era demasiado perfecto para la realidad en la que vivimos.

—¡Bien, ya quedó! Vamos a comer, dejamos a Lizzie, te bañas y nos vamos a mi casa para darme una ducha. —¿Muy acostumbrado a dar órdenes, no?—. Carrie pasará por nosotros. ¿Te parece? —farfulló un poco apurado moviendo las manos como si eso tuviésemos que salir de ahí ya.

Me agradaba la idea de Carrie.

—Bien, vamos en mi auto —dije tan pronto dejó de balbucear.

Los dos se me quedaron mirando y después lo hicieron entre ellos para después dirigirse a mí como si algo les hubiese hecho gracia.

—Me gusta más mi auto —mencioné alzando los hombros dándome vuelta para salir por fin de ese lugar. Mi auto era un Hennessey Venom color Plata con rojo.

Las hamburguesas están asquerosas o, eso imagino, miré a la castaña de pestañas lindas relamiéndose los labios y sonriendo cada que metía una papa frita a su boca, parecía el paraíso, pero se veía asqueroso. Preferí comer nuggets — ¿había algo de distinto? —, no tengo idea pero era mejor que una hamburguesa. Ella se relamía los dedos mientras llevaba el pepinillo a su boca y tuve que tragar saliva para no seguir mirando esos labios carnosos, no era secreto para nadie que era hermosa, pero más allá de eso, tenía un cuerpo de mil demonios, sus caderas anchas, trasero y tetas memorables, pero su manera de ser me desequilibraba. Mi mente se aclaró y abrí los ojos como platos, ya llevaba media hora viéndola comer.

Le mencioné a Liz lo de la cena y casi atragantándose le pidió a Thomas que sacase el teléfono de su bolsillo y le enviara un mensaje de texto a su Patrick, a pocos minutos él acepto y bueno, es obvio después de 3 años. Wilson parecía aburrido pero no podía quitar la mirada de los labios de su novia que seguía comiendo. ¿Cómo alguien de 1.60 podría comer tanto?

Pasando unos 40 minutos ya siendo las 6:50 nos dirigimos a casa, me duché y vi al chico pálido de ojos verdes viendo el techo enmedio de la sala, no era normal pero no era nada del otro mundo, Lizz parecía "no soportarlo", le lanzó un cojín mientras se tiró al sofá más grande con Wilson y yo me dirigí a la ducha.

—¡Ya suéltalo, Lizzie! —dije, abucheando a Lizzie, mientras sus ojos parecían querer matarme.

Vi cómo intercambiaron saliva y por fin ese chico despegó su trasero del sofá. Nos dirigimos a su casa y realmente no me agradaba pero necesitaba distraerme un rato, buscar algo con lo que entretenerme.

—Tu casa es... —lo escaneé— ¡Vaya! —dije halagando al chico castaño que abrió la puerta.

No era muy grande pero su fachada tenía un aire de los 60s, me agradaba que su madre era arquitecta, algún día construiría mi casa.

—Lo sé —vaya humildad—, no todos tienen tan buen gusto —dijo con una media sonrisa girando los ojos hacia arriba...

Al cruzar la puerta vi que seguía siendo tal y como era cuando teníamos 10, quizá algunos cuadros y el tapiz cambiaron pero seguía siendo la misma.

—¡Iré a ducharme! —se saco la camisa tirándola en el sofá azul—. La fiesta será en casa de mi amiga, Carrie. ¡Te prestaré ropa por si llegas a mojarte!

Sin duda...

—Por supuesto —dije regalando una sonrisa malvada.

—¿Fumas? —indagó sacando algo de su short, colocándolo en la repisa que estaba en la división de la cocina.

Me hizo una señal de que probara mientras él desaparecía por un pasillo que parecía el camino del infierno.

Bueno, he fumado pero la última vez que fume esto hice cosas que no debía. Bueno, es algo que adoraba hacer.

—¡Mierda! —dije pasando mi mano por mi boca, no sabía si había adultos ahí, espero que no— ¿¡Y TUS PADRES?! —grité con esperanza de una respuesta

—Descuida, regresan el 3-4 días. —se escuchaba un eco a lo lejos.

¿Que tan lejos se fue este chico?

Tomé el cigarro preparado y lo prendí con un encendedor plateado que tenía un dragón rojo dibujado a los lados.

Al menos tenía clase.

Había luces por doquier, personas besándose hasta los pecados y otras vomitando. Me sentí un poco mareado pero estaba bien, llevábamos ropa casual. Yo utilizaba unos converse, pantalón gris y una camisa de calor negro muy informal y Wilson tenía lo mismo pero tenía una sudadera en lugar de camisa. Escanee la fiesta dándole la espalda a la casa, y en serio me hacía falta mi querida Liz.

—¡Hey! —dijo una voz chillona que aún no ubicaba.

—¡Carrie!

—¿Carrie? —murmuré.

Mis ojos buscaron como sensores hasta que se toparon con la chica del cabello rubio rojizo y ojos color miel, portaba un vestido rojo de gamusa escotado un poco más arriba de la rodilla y zapatillas rojas con algo de punta.

Si, tiene que ser ella.

—Me alegra que hayan venido —dijo regalando una sonrisa muy tierna invitándonos a pasar—. ¿Adónde está Liz?

Miré a Thomas que parecía querer decirle todo a la chica pelirroja.

—Se ha quedado, le dolía un poco la cabeza —añadí, antes de que el castaño abriese la boca.

Conozco a Lizzie y no le gustaría que ella supiera sobre nada de esto. Thomas dedicó una mirada avergonzada y nos dirigimos al patio trasero donde parecía VIP y bueno, obviamente me agradaba, estuvimos bailando tomando, fumando y algunos hasta vomitando, no sé cómo pero mi camisa tenía tres botones perdidos.

díganme cómo pasó eso.

—Mi... mi... mi camisa está deshecha —dije balanceándome un poco cerca de la piscina.

—Yo lo arregló —dijo la pelirroja acercándose a mí como si ella fuese el león y yo la gacela.

Dediqué una sonrisa haciendo lo mismo que ella, pero llegó a tocar mi pecho, y abrió completamente la camisa de un tirón. No estaba molesto por ello pero no podía quedarme así. La tomé de la cintura y me tiré con ella a la piscina. Estando debajo del agua sin pensarlo un segundo la besé acercándola a mi cuerpo. Al salir del agua los ojos de los demás nos miraban muy entretenidos. Sus labios eran carnosos y jugosos, su lengua sabía a martini. Me calentó hasta los pies.

Podemos ir arriba.

—¡Isaac! —La voz del castaño me hizo separarme de esos dulces labios.

Espero sea algo importante.

Yo todavía con la mano derecha en la nuca de la pelirroja, los dos lo miramos desconcertados pero él casi no podía hablar.

—Te llamó Lizzie —dijo con la mirada apagada y desconsolado cogiendo mi teléfono de un mueble que estaba en la parte de atrás como a 3 metros de la alberca.

—¿Te llamo a ti? —inquirí, dejando a la chica sola, salí de la alberca en el proceso.

—No lo sé, mi teléfono se ha mojado.

¿Su padre? Espero que todo esté bien.

Sequé mis manos con una toalla azul que se encontraba en el cabello de un chico que iba pasando

—Es hora de irnos —dije olvidándome completamente de la chica pelirroja

Y, es que cuando se trata de Lizzie... No quería ser un patan así que le dije a la chica que era urgente. No le molestó e incluso le hablo a su hermano Garret para que nos llevará ya que estaba un poco ebrio y drogado. Llevó a un amigo más para que llevaran su auto que no tuviese que volver al día siguiente por mi auto.

Creo que agarré la indirecta hermano. Tampoco la quiero para toda la vida.

—¿Qué pasó? —quiso saber la pelirroja, confundida.

Ya se había cambiado la ropa en no sé que momento, yo estaba colocándome la camisa ya adentro del auto.

Gracias, Tomy.

—Cosas de la familia —dije regalándole una sonrisa a medias mientras ella seguía inclinada en entre los dos asientos de al frente.

Su hermano y yo íbamos al frente. Ella y Wilson estaban en la parte de atrás

—Bien... —masculló haciéndose hacia atrás tocando la rodilla de Tom que no dejaba de mover.

—¿Es tu novia o la de Thomas? —dijo Garret en tono burlón.

—¡Cierra la boca! —dijo la pelirroja.

—Después nos arreglamos —la fulminó y yo solo deseaba a que arrancara de un puta vez.

Nickolas Blair

Miré a la chica de cabello castaño despedirse de su novio intercambiando saliva y mi estómago se revolvió tan asquerosamente, seguí mirando al techo para evadir cualquier mirada que me conectase con ella. Después de una hora intentando seguir mirando el techo fracasé. No sabia porque me sentía así, yo no vine a esto, yo vine por ella, ¿cuál era el maldito problema de atracarla y sacarla de aquí para llevarla conmigo.

—¡Nick! —Su dulce voz hizo que me levantara tan rápido como pude del suelo—. ¿Puedes ayudarme a poner la mesa? Mi madre hizo espagueti con albóndigas y Patrick vendrá a cenar con nosotros —aclaró la garganta—. ¿Puedes ayudarme a hacer esto? Estoy un poco nerviosa... Por favor.

Su rostro se veía tan lleno de felicidad que quería ocultar con el nerviosismo, y por eso estaba aquí, quería hacerlo por las malditas buenas.

—¡Claro! —dije terminando de incorporarme.

Actuar como puberto con pelos en las bolas me irritaba pero era lo que había. No me molestaba hacer esto, quería ganarme su confianza, necesitaba hacerlo.

Eran las 10:30 y Patrick aún no llegaba, no quería preguntar quién era Patrick ya que ella estaba sentada en el sofá viendo una comedia romántica quizá para distraerse.

Timbre sonando...

La chica se aventó casi del sofá quedándose un poco seria al lado de la televisión indicándome con los ojos que abriera.

—¡Holaa, Nicki! —dijo la madre de Lizzie

La miré para hacerle saber lo que pasaba con Lizzie, ella tenía un nuevo corte, miré a la chica que ponía cara decepcionada.

¿Cómo su cara se venía tan apagada? ¿¡Cómo podían hacerla sentir así!?

Quiero matarlo.

Su madre la miró dándose cuenta de que la mesa estaba puesta y me había obligado a ponerme algo "adecuado", me puse una camisa azul cielo y un pantalón negro.

—Tu padre no demorará en llegar —dijo, evitando mirarla.

Sus ojos se habían puesto cristalinos y no supe qué hacer, me quedé parado mirándola a los ojos y entonces pude sentir lo que sentía. Me alejé de la puerta dirigiéndome a ella mientras su madre desaparecía subiendo las escaleras.

—No sé lo qué pasó pero puedo sentir como te sientes —dije, sin ningún tacto—. ¿Puedo? —mencioné abriendo los brazos haciendo ademán a abrazarla.

Sus ojos me miraron desconsolados, hizo un puchero y no lo dudé, tomando su nuca la acerqué a mi pecho, ella derramó un par de lágrimas que cayeron en mi camisa.

—No debería sorprenderme —dijo y tomó un suspiro.

Entonces, ¿porqué lloras?

Odio cuando dicen eso y aún así dejan que los lastimen, limpien sus putas lágrimas que si saben que no lo merecen, ¿por qué llorar?

—Shhh, no pasa nada, yo me comeré lo que era para él.

Noté que esbozó una sonrisa alejándose de mí.

—Perdón por lo de tu... —Enarcó la ceja— ¿camisa?

La ropa era de su padre aparentemente.

Timbre sonando...

—Yo abriré —le seque las lágrimas acariciando sus mejillas—. Quédate aquí.

Había un tipo que parecía alcoholizado pero bien vestido. Supuse rápidamente que se trataba de Patrick

—No debería venir así, es un mal gesto de su parte —dije tratando de que Lizzie a unos 6 metros de mí no escuchará.

No tenía que ser amable pero debía.

—Apártate! —me dió un empujón que no me movió pero decidí quitarme por gusto antes de que su cabeza cayera al suelo—. Vengo a ver a mi hija. ¡Hola, Amor! ¡Lizzie!

—¿Estás ebrio...? —sus ojos rebuscaron para ver si era mentira— ¿¡Estás ebrio!? —musitó bajando los hombros.

—¡PATRICK! —un gritó femenino a mi izquierda hizo que le quitará la mirada asesina de la espalda al señor de enfrente—¡Acompáñame al despacho! —Farfulló, ordenando al idiota de su ex esposo.

La chica y yo nos sentamos en el comedor, ella se sentó a mi lado quizá para evitar estar cerca de él, sus ojos se llenaban de lágrimas una y otra vez pero las resistía, sin duda era más fuerte de lo que parecía. Después de unos 15 minutos salieron del despacho y la señora sirvió la comida que era deliciosa, ella cosechaba sus tomates así que las albóndigas tenían el sabor de caminar por las brazas. La chica y su padre no intercambiaron muchas palabras excepto la escuela y que ya debía irse. Cuando el tipo cruzó la puerta escuché sus pasos a toda velocidad por las escaleras.

No temas al dolor; con el tiempo ni el máximo sufrimiento es suficiente para lastimarte.

Lizzie Willer

No sé cuánto tiempo había pasado después de que nos habíamos sentado a comer, a veces venía borroso mi plato lleno con la comida, no tenía hambre.

—¿Cómo estuvieron los exámenes? —preguntó Patrick tratando de romper el hielo.

Parecía que necesitaba tomar un par de energéticos. Su voz me daba melancolía ya que no la oía hace 3 años y un mes exactamente hoy.

—Bien —dije soltando mi tenedor en el plato sin hacer mucho escándalo.

—Ayer tuvo su último examen —dijo mi madre, tratando de no incomodar las cosas.

Los siguientes 30 minutos pasaron lentos, Patrick tuvo que levantarse a vomitar, volviendo dijo que debía irse. El chico de ojos apagados me miró como si supiera lo que estaba sintiendo en ese momento y al cerrar la puerta corrí como loca a mi cuarto sin importar que él viese o, mi madre dijera algo. Me metí entre mis sábanas llorando por lo poco que le importaba que le diera una oportunidad. Tomé mi teléfono y solo pensé en llamarle a Isaac pero no respondió, mis ojos se llenaron de lágrimas aún más.

«¿Por qué mi novio no se había quedado?» pensé. Esto qué era tan importante, quizá decidió que debía afrontarlo sola pero no podía, aún no.

Me dolía, dolía hasta respirar.

Después de una hora dejé de llorar, creo que era más de media noche y Isaac no volvía, ni me había respondido, y Tom no me enviaba ningún texto.

—¿Puedo pasar? —la voz del chico que me ayudó a preparar la mesa y obligué a cambiarse la ropa que parecía de una Banda de Rock angelical—. Sé que no soy a quién esperas pero puedo sentir que tus pulmones no son suficiente.

A caso dijo, ¿sentir tus pulmones?

No me importaba yo sabía que era una buena intención y yo me había portado algo grosera con él.

—No tienes que hacerlo —musité aclarando mi garganta para no sonar tan congestionada—. Sólo debo dormir.

All this is for you.

—¿Quieres que le hable a alguien? ¿Tu novio, mejor amigo...? Uhm , ¿Madre o, tu gata?

—¿Pucca? —pregunté confundida— ¿Cómo sa...? —me cortó de inmediato.

Me di la vuelta para verlo y corazón me retumbó.

—Tu madre mencionó que la extrañabas, y que desapareció hace unos días —mencionó terminando de entrar a la habitación—. Estoy seguro de que va a aparecer.

Caminó tan dócilmente que podía sentir como si me estuviese cazando... mi cama se hundió por un lado e hizo que me incorporará para que notase todas mis mejillas reventando. Y, mis lagrimas sin poder detenerse.

—No entiendo lo qué pasó, pero no necesito razones para odiar la manera en la que te hizo sentir —murmuró, secándome las lágrimas.

Su sonrisa parecía apagada, me miraba con esos ojos tan bellos que realmente parecía no tener nada que esconder.

—No debería importarte, no me conoces. —mascullé, mientras me sentaba en la cama abrazando mis rodillas

Lo miré de reojo tapando mis labios con mis rodillas.

No preguntes por favor.

—No voy a preguntar —me leyó la mente—, pero supongo que fue lo qué pasó. Él bebía mucho, se volvió agresivo, incomprensivo, se disculpaba siempre, y juraba no hacerlo más, hasta que un día... —me incorporé mirándolo fijamente—, no pudo controlarlo y pasó el límite. No necesitas decirme qué te paso, si te lastima entonces yo lo voy a comprender.

—¿Estudias psicología? —musité, entre risas

—Tengo experiencia con basura —tomó una pausa—. Duerme, te sentirás mejor.

Se incorporó de la cama para mirarme sin decir nada. Me dedicó una linda sonrisa y creo que me hizo sentir con mucha tranquilidad

Por un momento creí que querría quedarse en mi cama pero no, tomó una almohada y la puso en el suelo al lado de mí, usándola como recostadera, y su cara en la cama como si fuese una almohada. Rodé mi cuerpo hacía él y acomodé mi almohada.

—Descansa —su voz tocó mis oídos.

Le regalé una sonrisa a medias con los ojos entre cerrados y pude notar que una sonrisa se acomodó en sus labios antes de quedarse recargado en la cama y cerrar los ojos.

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