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Capítulo ocho

Atenas

No hay palabras para describir el bosque de las almas. Es una mezcla de la magia y la belleza de la mortalidad. Los árboles son inmensos, llenos de colores vibrantes y flores alegres en las sombras que proyectan.

Aunque nunca he leído sobre el tiempo de la tierra de las almas, sé que cada plano se maneja según el dios que lo controla, por lo que podría no tener tiempo o ser de noche eternamente. Actualmente, frente a mi se despliega un paisaje fascinante a la luz de una luna en lo alto del cielo negro.

El aire que corre entre el bosque me acaricia el rostro y llena mi nariz de un olor puro y dulzón. La hierba a mis pies es suave, sin rastros de basura o ramas, solo pequeñas flores suaves que evito pisar.

Cassio se mantiene a mi lado, su rostro estoico y sus pasos lentos. Examino su figura y me pregunto si puede ver el hilo que nos ata con tanta claridad como yo, me pregunto si es consciente de la magia que late entre los dos. Puede que sea algo de ambos o que yo esté entrando entre la realidad y las visiones una vez más. Quisiera que me asegure que es real porque nunca estoy segura de mis propios ojos.

Sin embargo, Cassio parece reaccionar muy mal al vínculo. Para cualquier otro dios, esto sería una señal de redención, para el dios de las almas parece que soy un obstáculo particularmente molesto. Aún así, parece preocuparse también por mí bienestar.

El balance entre el odio y la frustración por mantenerme a salvo debe estarlo sacando de quicio, los instintos y la lógica son dos cosas que pueden volverse imposibles de balancear en ocasiones. Es interesante ver el desequilibrio de un Dios cuándo la humanidad los retrata como la perfección.

Sonrío un poco.

¿Cómo puede ser perfecto un ser arrogante y cruel? ¿De qué manera se le consideraría divino a alguien que actúa por sus propios intereses? Encuentro la divinidad retorcida en sus formas más paganas. Consideraría más santa a una prostituta y para mi pueblo es un pecado.

Sigo a Cassio hasta el fondo del bosque, donde la luna no proyecta luz y los animales emiten sonidos alarmantes. Permanezco en calma, rotando entre mis dedos las escurridizas sombras. Antes, yo era una presa entrando aquí. Ahora, el depredador más grande está caminando a mi lado con lo más parecido a un puchero que puedo imaginar.

Quisiera entrar en pánico, sentir el fragmento más pequeño de motivación, pero no encuentro nada más que resignación en mí. Las visiones, la lucha, la terquedad. Nada me ha servido, nada me ha dado un poco de tiempo para ser feliz.

Así que camino al lado de Cassio hasta que se detiene abruptamente y casi me tropiezo cuando mis pies se detienen con él. Con un movimiento rápido, envuelve un brazo en mi cintura, estabilizandome. Cuando estiro el cuello para mirarlo, su expresión sigue sin delatar nada.

—Hay un olor a podrido en esta área —chasquea la lengua, frunciendo el ceño más profundo — Dos almas, ambas desesperadas, intentaron pasar la frontera.

Rígida, alzo la barbilla y no observo más que una extensión del bosque frente a mí. Mi corazón se acelera un poco porque sé el nombre de esas dos almas y el motivo de su desesperación. Aprieto los dientes, con la mirada fija en lo que sé que es la entrada al territorio de las almas y lo único que me separa de mi propio infierno.

Cálidos dedos envueltos en guantes me toman de la barbilla para inclinar mi cabeza hacia los orbes oscuros de Cassio, que parecen vacíos en la oscuridad. Mi pecho sube y baja mientras sostengo su mirada hasta que emite un bufido de frustración y me suelta.

Él empieza a caminar, su postura recta y su expresión molesta. Sin embargo, al segundo, se vuelve para mirarme otra vez. Con un gesto caprichoso, me toma entre sus brazos y me carga.

—Pensé que tú odio te impedía hacer este tipo de cosas —susurro con la mirada fija en su rostro.

Su voz es un poco menos desprovista de emoción cuando me devuelve el susurro en la noche.

—No te odio —dice sin mirarme a los ojos —, el suelo aquí podría lastimarte más.

Ante su explicación, miro al frente y descubro un área familiar. Aunque pasó de manera borrosa por mí mete entre la agonía y la desesperación, reconozco el sendero que recorrí desde la cúpula que protege el tesoro de los dioses hasta la frontera. Es el mismo camino que Cassio está cruzando.

Trato de controlar la oleada de pánico que abraza cada parte de mi ser. Es imposible que sigan buscándome, aún si no sé cuánto tiempo ha pasado. Me consuela la idea de estar con un Dios, pero nada segura que él mismo no sería capaz de venderme para deshacerse de mí. Sería muchísimo más fácil romper el vínculo y volver es incluso más aterrador que enfrentar la verdad en las visiones.

Lo dejo llevarme hasta la entrada de la cúpula donde se detiene un segundo antes de que las enredaderas abran un camino para él, lo que me hace pensar en mí difícil salida de allí. De lo mucho que me lastimó el cuerpo y cuánto quiero dormir en este momento.

En cierta manera, durante los años, me he acostumbrado a evadirme a mi misma recurriendo al sueño. En algún punto, dormir se volvió tan insano que tuve que aprender a tolerarme y gestionar mi dolor. Ahora, tengo miedo de volver a ese hábito. Me resulta poco impactante la cantidad de miedo e indiferencia que puedo albergar al mismo tiempo.

Cassio carraspea para llamar mi atención, lo que me hace darme cuenta de su mirada fija en mí, que se vuelve cada vez menos extraño con cada hora que pasa.

—Diseñé este lugar poco tiempo después de caer en el plano de las almas. —Sus pasos son cada vez más lentos, su mirada al frente — Se me creó para controlar el sistema de las almas humanas, una raza que en mi opinión era totalmente destructiva. Para mis hermanos, los humanos eran una especie de tratado de paz.

» Antes de mi, cuando Vair expulsó de los aposentos divinos a nuestro hermano Ilias y le arrancó las alas, habían sido creados humanos en un acto de arrepentimiento inmenso pero estos vivían poco, eran infértiles o terminaban viviendo tanto tiempo que su vida se volvía sin sentido.

Cassio se interrumpe para arrodillarse en el suelo, donde me deja con delicadeza. Al observar la tierra, descubre la esfera que protege el delicado anillo saliendo de la tierra. Él la toma entre sus manos, justo en medio de nuestros cuerpos.

—Cuando la existencia me trajo mis hermanos pensaron que era la solución a sus problemas. Un Dios creado solo para los humanos, con mi magia nacieron las almas. Los caminos de los humanos cobraron vida y los hilos empezaron a tejerse, ahora destino tenía un complemento. Quién teje el camino y quién le da inicio y fin.

» Sin embargo, descubrí que conforme el tiempo pasaba, las almas perdían esencia. Una vida tras otra parece desgastarlas, las destruía poco a poco.

En silencio y con delicadeza, la burbuja se deshace en las manos de Cassio y deja el anillo en su palma. Es diminuto y noto que podría entrar perfectamente en uno de sus meñiques, lo mira un segundo antes de volver su atención a mí.

—Recuerdo a esta alma, había pasado por más de treinta vidas, unas más desastrosas que otras. Empecé creyendo que cuidar de las almas era un desperdicio, hundido en mi inconformidad, y no presté atención a algo tan crucial como mi razón de existir.

» Su primer nombre fué Gil y el último Siln, sabía de su existencia pero lo llevé a una y otra vida sin fin como si no fuera más que un objeto, algo desechable.

Cassio toma una de mis manos y deja caer el anillo en mi palma, el material es frío y todo mi cuerpo se llena de escalofríos cuando hace que mis dedos lo envuelvan.

—Para la que sería su última vida, tomé su cuerpo y vi que se estaba pudriendo. Mi alma, quién era mi deber, estaba muriendo aún cuando no había nacido. Aprecié algo que nunca antes había querido ver, la desesperación, el olor, la pérdida, la culpa. Lo dejé ir a ese extremo, lo dejé empezar a pudrirse en mis brazos, agotado.

El ambiente es espeso, la magia me está asfixiando y tengo la garganta cerrada, no puedo respirar. Cassio y yo nos miramos a los ojos.

—Se fué en mis brazos de la manera más cruel e inhumana posible, hasta el día de hoy no puedo pensar en su imagen sin sentir repugnancia. Pasé los siguientes años tratando de encontrar una manera para dejarlos ir antes de llegar a ese punto.

—Esa alma, la de la sala del trono —me atraganto.

—No podía con otra vida —susurra con los ojos en la tierra — Cada vez que los dejó ir, una de mis plumas cae para siempre.

—¿Por qué me estás diciendo esto? —aprieto con tanta fuerza el anillo en mi mano que sé con certeza que dejará marcas.

—Porque algún día me quedaré sin plumas y las almas empezarán a pudrirse sin que nadie pueda hacer nada. La existencia no puede cambiar  algo que no creó y por alguna razón Vair no me permitirá cambiar este aspecto atroz en las almas, por lo que solo me queda una opción: ganar el derecho sobre las almas.

Me echo hacia atrás, con los ojos abiertos en desconcierto. Cassio se levanta, sus manos sacuden su armadura como si hubiera mucha tierra en ella y evita mi mirada.

—Forzaré mi derecho absoluto a las almas convocando un duelo con Vair el día del descanso divino y si para ese entonces tú y yo somos uno, nos destruirán a ambos por tratar de modificar algo que podría destruir al mismo equilibrio.

Medito sobre ello mientras me aferro al anillo y me pongo de pie. Modificar las almas atentaría contra la existencia. Sí Cassio gana la existencia podría castigarlo por cambiar lo único que hace que los dioses tengan su perdón. Si pierde, Vair podría condenarlo de la manera que quisiera y aún así las almas seguirán pudriéndose.

—Podrías perder —le murmuro.

Cassio se encoge de hombros y me toma una vez más en sus brazos. Sus pasos se aceleran  cuando tomamos distancia de donde estaba el anillo que permanece en mi mano.

—Si pierdo, ya estabamos perdidos de todos modos.

—Si ganas, arriesgas todo.

Sus brazos se cierran un poco más a mi alrededor, sus dedos se clavan en mi carne. Miro su rostro con atención.

—Tengo solo una oportunidad para salvar a las almas y mantener el equilibrio, estoy preparado para enfrentar cualquier inconveniente. —Se detiene un segundo para mirarme a los ojos — ¿Pero tú? Sí pueden controlarme a través de ti, estoy perdiendo incluso antes de empezar porque nunca podría elegir entre mi alma y todo lo que compone a la existencia.

—La decisión parece muy fácil.

Cassio sonríe con una mezcla entre la ironía, la diversión y la frustración. La acción me impacta completamente.

—Sí, te elegiría a tí y no puedo darme el lujo de llegar a ese punto.

En silencio nos alejamos del centro de la cúpula hasta llegar nuevamente a la frontera, al llegar allí dejo que mi mirada se quede en las enredaderas que se disuelven mientras Cassio se aleja mientras el anillo me quema la palma de la mano.

—Deje mi anillo ahí para recordar lo que ocasionó mi primer fracaso, te lo doy ahora como mi promesa de que no volveré a fallar. —Me dice mientras cruza la frontera nuevamente con la voz ronca — Desliza ese anillo en tú dedo si estás dispuesta a ayudarme a romper este vínculo.

Nos miramos a los ojos, un negro decidido contra un ámbar lleno de secretos. Su plan es la única esperanza que tenemos todos de mantener el equilibrio, aunque sea una probabilidad extremadamente baja. Cassio, un Dios que no sabe que mi destino está definido, porque sin importar que no sé cómo llego ahí, sé que con certeza estará a su lado.

Entonces, prometerle romper esto es tan incierto como el éxito de su plan. No hay una forma de romper un vínculo sagrado, no hay una forma de escapar de esto. Y sin embargo, esto no se trata de mi, nunca se ha tratado de mi y nunca lo hará.

Mi destino le pertenece y ahora que descubro por qué estoy aquí en este punto de la historia, soy capaz de reírme de pura consciencia. En cambio, deslizo el anillo en mi dedo.

Nos miramos a los ojos mientras la cúpula se derrumba a nuestras espaldas.

†††

Nota de la autora:

El equilibrio es la magia en si misma, la unión de los dioses en sí. Sí la magia es modificada, el equilibrio se rompe y amenaza con terminar con los dioses y la humanidad ya que son la extensión del Dios Vair.

La existencia lo es todo, pero ni siquiera ella puede modificar la magia. Cada Dios aporta una función y tiene un deber; una esencia. Sí la esencia de uno de ellos se extingue, se rompe el hilo que compone los planos espirituales y la magia.

Ahora, el problema con que las almas se pudran es que eventualmente no habrán más humanos si Cassio se queda sin plumas. Y de igual forma, que Cassio se quede sin alas sería atentar contra su esencia pues con ellas envuelve a las almas que lleva a un nuevo propósito. De igual manera, la única opción de Cassio es cambiar a las almas para evitar que parezcan tras tantas vidas y salvarse a si mismo.

Claro que, al modificar a la creación de Vair podría romper el equilibrio, ya que la humanidad se ve como una ofrenda de paz. Algo que explicaré más adelante. Cassio necesita modificar las almas sin romper el delicado equilibrio.

Sí tienes alguna duda sobre la trama hasta ahora déjame un comentario, de todas formas esto se aclarara conformé pasen los capítulos.



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