Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¡No más provocaciones, Samantha! (Cap 4.1)


Lena

(10 años atrás)

Este chico, a cada rato que pasamos juntos, me gusta un poco más.

Nos hemos estado besando como si no hubiera un mañana. Sin nombres, sin promesas, sin expectativas. Dándolo todo. ¡Ha sido algo alucinante!

Lo poco que conozco de él me gusta lo suficiente como para cagarme en la distancia que hay entre Barcelona y Madrid, mi situación actual, el Ave que cojo mañana a mediodía y en no tener valor suficiente para irme con él a un hotel, ¡porque de ganas voy sobrada!

Pero será mejor así. Si encima es bueno en la cama, se me romperá el corazón. Prefiero no descubrirlo. Me volveré a casa pensando que la tiene enana y que no sabe cómo manejarla.

¡Mierda! Eso no va a funcionar.

La he tocado por encima de la ropa y de enana no tiene nada. Y lo de no saber manejarla es poco creíble moviéndose como se ha movido en la pista cuando me he puesto a bailar sensual sobre él. Además, tiene pinta de haber tenido experiencias y saber lo que se hace.

¡Me ha puesto supercachonda!

Andamos cogidos de la mano por las calles de Barcelona y solo nos cruzamos con gente que sale de un garito y va hacia otro; juventud en general, algunos pakis vendiendo cerveza y algún que otro borracho echando la pota, de eso también hay. ¡Y que no falte!

—¿Te gusta Barcelona? —pregunta rompiendo el silencio cómodo en el que estábamos sumidos.

—Me requetegusta. Quiero venir a vivir aquí cuando pueda.

—¿En serio? —responde sorprendido. Asiento.

—Tengo una tía que vive aquí, bueno, en un pueblo a las afueras; a una hora de la ciudad. He pasado algunos veranos en su casa y, quizá lo tengo idealizado por los recuerdos, ¡pero es que me encanta! Lo único que me echa para atrás es el catalán.

—Si necesitas clases de lengua privadas... —insinúa con una sonrisa de lo más macarra. Adoro el humor sexy que tiene.

—Déjame adivinar... ¿te ofreces tú y tu lengua experta?

—Por un módico precio, te doy un buen repaso con ella —añade con muchísima picardía mirándome de arriba abajo—. De catalán, digo.

—Tomo nota —respondo sintiendo cómo mi cuerpo empieza a generar calor desde dentro hacia afuera—. ¿Tú has estado en Madrid?

—Sí, me gusta mucho. Tiene siempre mucho ambiente, da igual si es martes o sábado. Me encanta la cultura de bar y terraceo que tenéis. ¡Ah! Y lo sociable que es la gente, me encanta eso también. Sales, ¡y haces amigos por todas partes!

—¿Has visto? Tú y yo acabamos de desmontar todas esas teorías de rivalidades entre nuestras ciudades —comento con gracia y mi amigo sonríe asintiendo.

—Eso es para los políticos.

Durante el rato que callejeamos por Barcelona, lo hacemos con un paso lento convirtiendo el recorrido en un paseo demasiado agradable, de esos que dan ganas de que no terminen nunca. Me gusta mucho esta ciudad, voy admirando su arquitectura, los edificios, ¡hasta los adoquines son bonitos! Y las baldosas que vamos pisando ahora mismo, tienen un dibujo como de una flor que me fascina.

—¿Qué te llama tanto la atención del suelo? —quiere saber mi amigo con una intriga muy divertida.

—Me encantan estas baldosas vuestras con la flor.

—Ah, ya. Me encantaría quedar como un buen anfitrión catalán y explicarte su historia pero... ¡ni zorra! —se excusa entre risas—. ¡Espera! —pide frenando y sacando el móvil del bolsillo—. Retiro lo dicho, escucha atentamente y maravíllate del increíble guía que tienes esta noche: la baldosa con rosa de Barcelona o Panot —lee de la pantalla—, están hechas de cemento, arena y agua. Representan una flor de cuatro pétalos y la autoría del diseño es atribuido al arquitecto Josep Puig i Cadafalch. Gracias amigo Google, te debo una —añade antes de bloquear el móvil y volver a guardarlo.

—¡Qué interesante! —aplaudo encantada y ambos sonreímos observando todas esas baldosas con rosa que conforman el suelo por el que andamos.

—¿Quieres llevarte una de souvenir? —pregunta señalando hacia el suelo.

—¿Estás loco? —me río muy sorprendida.

—A cambio de tu teléfono, te la consigo.

—Mejor dejemos los adoquines y las baldosas en su sitio.

Pone cara de decepción y empiezo a pensar que estaba decidido a arrancar una para mí. Es la segunda vez en esta noche que veo la tristeza en sus bonitos ojos y me sabe muy mal ser la razón. Por suerte, enseguida cambia su expresión y mi preocupación disminuye cuando coge mi mano para reanudar el paso.

Mientras me guía a través de las calles, lo observo de reojo y lo veo concentrado, cómodo con nuestro silencio cuando sucede. Me parece increíble que haya conocido a alguien como él en una noche en la que tenía expectativas cero de algo así.

Ha empezado lanzando miraditas en la distancia y, cuando se ha ido aproximando, haciendo ver que no estaba como loco por entrarnos, me ha parecido de lo más tierno. Lo mucho que lo alteraban mis acercamientos me ha hecho sentir sensual y poderosa. Sus brazos fuertes rodeándome mientras nos besábamos me han hecho sentir muchísima confianza. Y que la música cada vez se oyera más lejos, me ha confirmado que era un beso de los buenos.

¡Es una de mis teorías más sagradas! Si un beso no hace que se difumine la música de fondo hasta casi desaparecer, es que no te ha hecho volar lo suficientemente alto.

—Tu ciudad me gusta mucho de día, pero este paseo nocturno me está haciendo dudar —confieso muy reflexiva—, ¡me está gustando todavía más de noche!

—Queda feo que te lo diga yo pero... es por la compañía —se señala a sí mismo con falsa vanidad y vuelve a hacerme reír.

—Es eso, sí, tienes razón —acepto en el mismo tono bromista que tiene él.

Hace frío y la mano que tenemos cogida se nos va a quedar helada a los dos, pero no la soltamos.

Pasan pocos coches por las calles y la tranquilidad inherente a la noche otorga de un romanticismo extra a nuestro paseo, un extra que no me viene nada bien, dadas mis circunstancias.

—Es aquí —señala cuando llegamos a una cafetería con los números veinticuatro en neón brillando fuerte en la puerta.

Entramos y nos sentamos en una de las mesas. Son como esos reservados de las cafeterías americanas con dos sofás y la mesa en medio. Me encanta.

Me estoy sacando el abrigo y lo estoy observando todo a mi alrededor pensando en qué poca pinta tiene de churrería tiene el local, cuando reparo en que mi catalán preferido lo que analiza sin reparos es a mí.

—¿Qué? —pregunto divertida.

—Nada. Me pregunto cuál será tu nombre. ¿Sabes cuál te pega mucho? —pregunta con algo claramente chungo en la mente.

—¿Cuál?

—Samantha.

¡Lo sabía! ¡Sabía que era chungo!

—¿Samantha? Tu ves mucho porno, amigo —me parto de risa y él también.

—¿Qué tendrán que ver las peras con los limones? Es un nombre muy sexy. Como tú.

—Samantha es nombre de actriz porno, ¿no? —dudo de mí misma.

—No lo sé. ¡Jamás me paro a leer los nombres! —confiesa entre carcajadas.

Nos interrumpe la camarera. Pedimos churros y chocolate para dos.

—En cualquier caso, mi nombre no es Samantha y, aunque es verdad que tengo mi lado sexy —le digo gesticulando pizpireta—, ¡ese nombre no me pega nada!

—Entonces es perfecto. Te voy a llamar Samantha hasta que me digas tu nombre real. ¿Trato?

—¡Serás cabrón! —exclamo sin poder frenar la risa—. Como me llames así yo te voy a llamar a ti Churrocaliente.

—Encantado, Sami —exclama ofreciéndome su mano sobre la mesa.

—No, ¡me niego! Pensaré en algo peor si Churrocaliente no hace que te arrepientas.

—Fuera coñas, puedes decirme tu nombre sin miedo, no te lo digo para buscarte en Facebook, ni tengo pensado acosarte, si es lo que te da reparo —aclara con tono más serio.

—Ya lo sé, no tienes pinta de acosador.

—¿De qué tengo pinta entonces? —quiere saber, con sonrisa traviesa.

—De todo lo contrario: de ser víctima de muchas acosadoras —confieso reconociendo que está más bueno que un yogur. ¡Y el yogur es un alimento del que yo podría vivir en exclusiva perfectamente! Así que lo digo con conocimiento de causa.

—¡Tampoco tengo muchas acosadoras, no te creas!

—¿No tienen ojos en la cara las catalanas o cómo va eso? —pregunto incrédula.

Se ríe halagado.

—Tendré que irme de fiesta por Madrid, a ver qué pasa.

Estoy tentada de decirle por dónde salgo de fiesta en Madrid, por si viene alguna vez de verdad. Pero me aguanto.

La camarera aparece con nuestro pedido y nos dedicamos a mojar el churro y comerlo muy concentrados. ¡Está delicioso!

—¿Igual que la Santa Inés esa vuestra? —pregunta muy gracioso cuando termina con sus churros.

—Como San Ginés no hay nada, lo siento mucho. ¿Qué son estos churritos minúsculos? —cojo uno y lo tiro con desprecio al plato—. En Madrid te comes dos porras y puedes estar sin comer tres días.

—Está bien, vamos a evitar hablar de comer porras en lo que queda de noche, ¿vale? —pide entre agobiado y cachondo.

¿Y los baños de esta cafetería?

—Ahora vengo —digo antes de levantarme.

Cuando entro al lavabo aprovecho para hacer un pis y mirarme al espejo, aunque el objetivo real de mi visita al baño era otro. Por cierto: descartado. Es muuuuy pequeño y nos pillarían fijo.

Además, no es la mejor idea. No puedo liarme más.

—Intuyo que no tienes novia, ¿no? —pregunto al volver a la mesa y verlo con el móvil enviando mensajes muy concentrado.

—No, no tengo tiempo para eso. ¿Y tú?

Asiento solo una vez, lentamente. Sus ojos se abren con susto.

¡Holaaaaa!

🥳 FELIZ LUNES 🥳

¡Ya estamos aquí de nuevo!

¿Teníais ganas? 🥰 ¿os ha gustado? 👉⭐️ ¿Queda confirmado que era Lena? 🤭😉

¿Queréis leer más y ver cómo avanza la noche?

En cuanto este capítulo llegue a los 200 comentarios, ¡tendréis la siguiente parte! Vengaaaa, que podéis con este retoooo 😍💪

Un abrazo

Carol


🎵PlayList de Spotify de LADA ❤️ https://open.spotify.com/playlist/3d4x3t6w88Z2AytH87UAEh?si=9e1bdb48804946e5

❤️ Sígueme en Instagram @ CarolBranca_

💌 Apúntate a mi Newsletter para no perderte nada: http://eepurl.com/gcS7Iv

🌈Pinterest: https://www.pinterest.es/xandyta/los-algoritmos-del-amor/

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro