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Nunca estaría lo suficientemente acostumbrado, el tamaño del Santo de Tauro era sumamente grande, uno que intimidaría a cualquier omega al tenerlo el frente, para Teneo no fue la excepción, no obstantes podía decir que su temperamento protector, y... Hay que decirlo; Un poco manso que llegada a tener el toro cuando se tratada de las personas que apreciada, fue algo que adoro conocer.

El corazón del toro era grande para amar y apreciar a su compañero, nunca en las noches faltaban sus grandes manos proporcionando caricias al cuerpo delgado y ligeramente sesillo con algo de musculo del omega de cabellos negros.

- Ummmm. - Gimió el omega. Hasgard tenía sujetado su propio miembro, reteniendo sus propios gemidos en el proceso, moviéndose para adentrarse a esa entrada desbordada en los fluidos del propio omega. - Hasgard... - Susurro el nombre de su pareja, mirándolo a los ojos, ambos teñidos en rojo por el sonrojo en sus cuerpos, provocado por la excitación aunque apenas estén empezando.

- Mi amor. - De forma jovial le sonrió. Con el trascurso de los minutos basta para terminar de acomodarse uno junto al otro, besando el peli-blanco la frente de su omega, ya que su tamaño era muy pronunciado para besarle los labios, a la par que acariciada sus piernas con la mano izquierda y su rostro con la derecha.

- ¿Sabes? - Hasgard empezó, luego de unos minutos. - Me gustaría que nuestro hijo sea un lindo Omega como tú.

- ¿Esta seguro? - Era imposible para cualquiera negar que escuchar esa declaración de parte de su Alfa era una sorpresa, pocos Alfas querían algo así. - Digo, usted es un Alfa fuerte, digno de su puesto, tal vez... Ahhh... - Moviendo la cadera en una embestida el toro logro que dejara de hablar por el gemido que salió de sus labios, mirándolo de forma algo condescendiente.

- Recuerda que el Santuario no se rige por las mismas cosas que el resto de la sociedad. Seré feliz de tener 2 Omega en mis brazos, tu y nuestro hijo. - La voz de Alfa del toro siempre relajada a Teneo, sonada dulce y seductora. Poniendo sus manos en sus pectorales.

- Gracias. Es muy dulce de su parte... - Sonrojado le susurro, buscando de forma rápida unas palabras para esa situación. - Ah... Jajaja...

- ¿De qué te ríes?

- Que quiero decirle algo en este momento, pero mi mente no me deja. Lo lamento, también por lo de hace unos días. A la final, el que quería tener un hijo era yo. - El toro le beso la frente, no lo culpada en cierta forma, conocía a su compañero y lo que ha vivido, ambos se lo dijeron al otro en su primer momento junto, Teneo se sincero y Hasgard prometió cuidarlo.

- Yo nunca te he tratado como inútil, menos lo hare a futuro. - Musito, ninguno hablo más. La boca del omega besada el cuello y pectorales del toro siendo lo que tenia frente, pasando sus manos por su espalda hipnotizados en el aroma del otro. Hasta terminar.

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- ¿Llamo? - El Santo de Cáncer estada un poco inquieto en su puesto esperando las palabras del Patriarca, y por tecnicismo, su padre adoptivo, al haberlo llamado a su templo con la especificación que era algo personal entre los 2 y no algo que tenga que ver con el Santuario, raro de por sí, lo cual solo le llamo la atención pero conociendo a Sage, también hizo que se preocupara hasta cierto punto.

- Cambia esa cara cangrejo, vine a entregarte algo.

- ¿Umm? - Torciendo el sello se quedo pensando sobre lo dicho por el patriarca hasta que este se acerco a este.

- Ten, es un regalo de mi parte. - Grande fue su sorpresa cuando Sage le entrego una gargantilla en su estuche, parecía lista y preparada para una propuesta de matrimonio.

El diseño era bastante bonita cuyos colores él blanco y el dorado, resaltando la imagen de una flor apuntada por lo que parecían las pinzas de un cangrejo.

- La hice para ti. - Respondió ante la mirada que tenía el cangrejo frente suyo, despejando sus dubas. - Nunca me ha gustado meterme en aspectos de tu vida privada, pero te lo digo como maestro y no como patriarca, no creo que sea correcto de tu parte dejar ir a Regulus. Has sabido cuidarlo, y espero se mantenga, después de todo, es un chico sin maldad en el alma. Cuando quieran ya estar juntos, entrégale esto.

- Ahhhh... No sé qué decirle, más que gracias.

- Tendré 200 años encima pero supo lo que era el amor.

- Emmmm... No sé si quiero saber de eso. - Le dijo el broma, mirando el regalo en sus manos, sonriendo mientras se perdía en su mente, imaginando a Regulus con eso puesto. Yendo muy lejos y por un acto de reflejo en su rostro de forma una sonrisa, el imaginar a Regulus despertando, luego de haberlo hecho suyo, abrazando su cuerpo mostrando ese adornando en su cuello.

En otras palabras, ya sé estada imaginando su vida de casados. Y no le molestada mucho lo que imaginada.

- Esa cara me dice muchas cosas. Sé que eres un "Desgraciado" Pero sé que tienes sentimientos.

- Tsk, claro que los tengo, ¿Esta linda cara es por nada? - Sarcásticamente bromeo, Sage solo rodo los ojos, emitiendo una risa muy ligera. - Fuera de eso. - Retomando su expresión seria, no pudo editar mirar conmovido ese regalo. - Gracias, ha sido mucho para mí.

- No hay de qué. Te soporte mucho en tu infancia y adolescencia, fuiste como el hijo que no tuve.

- Me alagas. Aunque aún tengo muchas cosas que pensar, no me desagrada la idea de pedírselo, pero... - Paso su mano por detrás de su cabeza meneando un poco la vista. - ¿Ya lo sabes verdad?

- ¿Qué Regulus quiere que estén juntos fuera del Santuario unas semanas? Si, ya me pidió permiso. - Pícaramente le sonrió mientras le informada de eso.

- Este gato... Siendo honesto, quiero ese momento juntos, pero...

- Estas inseguro porque él nunca ha estado fuera del Santuario.

- Gracias. Aunque siendo realistas sé que no tengo forma de escapar. Pensé en llevarlo a Italia, mío país de origen.

- Ummm... Es interesante esa decisión de tu parte. Asumo que tendrás tus razones. - Escuchar eso de Parte de su alumno era curioso cuando menos, tomando en cuenta su infancia allí. - Si quieres te puedo aconsejar de eso. - Sonriendo alegre, el Santo de cáncer acepto.  

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