ᴀғᴀ́ɴ ᴅᴇ ᴍᴏʀᴅᴇʀ.
🍒Omegaverse🍒
🍒Wakasa Alfa Dominante||Shinichiro Alfa Recesivo🍒
☁️☁️☀️☁️☁️
Shinichiro Sano, un hombre que lograba siempre reunir gente a su alrededor sin ser arrogante, con una gran amabilidad y determinación, que gustaba de pelear a pesar de ser débil y terminaba llorando pero no se sentía derrotado, en cada pelea, con los que solía meterse terminaron apreciándolo y Wakasa Imaushi no es la excepción.
El alfa dominante que era temido, siendo el líder de la región antes dividida de Kanto, el leopardo blanco, fue sorprendido por tal débil alfa que se metió en su pelea contra otra pandilla del oeste, ambas pandillas en disputa terminaron unificándose hasta terminar por disolverse, el temido alfa ahora solo era una leyenda que desaparecía de poco a poco, ahora era difícil el imaginarse que estaba detrás de aquel alfa recesivo.
—Aprecio que vengas visitarme, pero no es necesario que te cuelgues a mi cuerpo.
—Deberías agradecerme que soy el único que se cuelga a tu cuerpo.— Con su dedo pinchaba una de las mejillas del pelinegro, mientras recargaba su propio cuerpo en la espalda del contrario.
—Si no estuvieras tan cerca, estoy seguro que conseguiría una linda omega.— Lamentable, se quejó y siguió viendo aquella revista de motocicletas.
Ambos alfas estaban en la habitación del pelinegro, las visitas del albino eran frecuentes desde que se conocieron, Wakasa terminó agarrando un gran cariño al azabache, le gustaba pasar todo su tiempo al lado del contrario sin despegarse de su cuerpo, su instinto de alfa posesivo no le permitía separarse, dejando desvergonzadamente sus feromonas impregnadas en toda la habitación de Shinichiro, esto a veces no le gustaba al de ojos obsidiana pero termino resignándose y acostumbrándose a su personalidad, otra cosa que le disgustaba, era que su cuello era atacado por los dientes del albino, no importaba cuantas veces le repitiera que dejara de hacerlo porque era inútil y era ignorado, no lo sentia como un cortejo porque no era un omega, pero Wakasa se excusaba con que practicaba sus marcas para su futura pareja, que ambos eran alfas por lo que no habría problema, Shinichiro sentia que fue mala idea conocer a tal alfa.
—Yo también soy lindo.— No le gustaba ser rechazado, sin pensarlo comenzó a meter sus manos por debajo de la ropa del pelinegro, acariciando con su diestra su abdomen y con su izquierda uno de sus pezones. —¿Por que eres tan idiota? Por eso las chicas no te hacen caso, eres muy lento para entender.
Otra cosa que no comprendía Shinichiro, era que Wakasa solía manosear su cuerpo, las primeras veces no le tomo importancia, pero ahora el sentir como sus manos subían por su cuerpo, de su abdomen hasta sus pezones y luego bajaban hacia sus muslos y glúteos, los apretones en su piel, hasta los besos que sentía de sus rosados labios, lo ponía inquieto y no podía saber su significado, un alfa con otro alfa no era común de ver, siempre le dijeron que debía de estar con una omega, con una mujer, por lo que todas sus provocaciones, insinusiones eran tomadas por practica o confusión, era lento para sobrepensar y solo buscaba la lógica más simple; Wakasa lo utilizaba para no cometer algún error al tener su propia omega, era en lo único que podía pensar.
—Detente... se siente raro.— El cosquilleo en su pecho, el sentir como apretaba y acariciaba sus pezones lo hacia estremecer, hacia que arqueara su espalda por la estimulación extraña. —Comprende, no soy un omega, esto es ridículo.— Algo ruborizado, de los temblores dejó caer su revista y ahora tomaba los brazos del albino tratando de alejarlo de su cuerpo, pero claramente era inútil porque Wakasa es más fuerte.
—El ridículo eres tú por no entender ni una mierda, deja de rechazarme.— Sus feromonas de alfa dominante comenzaron a esparcirse, un aroma tan agrio y penetrante.
El intenso aroma a jengibre con borraja comenzaba a esparcirse por la habitación, el azabache comenzó agobiarse, no era agradable olfatear las feromonas de otro alfa, era abrumador, tan sofocante que hacia estrujar su estómago, y peor aún siendo un alfa recesivo que compartía gen de omega, Shinichiro comenzó a toser, sentía que el aire le faltaba, Wakasa había dejado de tocar su cuerpo y ahora se mantenía alejado viendo como sus feromonas le afectaban al contrario.
—Wakasa...— Ya no podía soportarlo, el aroma tan fuerte hacia que su cabeza doliera, la fuerte feromona de un alfa dominante hacia sentirlo tan pequeño. —Suficiente.— Cubrió su nariz tratando de controlar su respiración.
El albino estaba haciendo un berrinche, chasqueo su lengua e hizo que su aroma disminuyera, el azabache volvió a respirar adecuadamente, pero esta vez agarró al mayor llevándolo hacia su propia cama y al llegar lo tiró subiéndose arriba.
—Eres cruel.— Se rindió, sus feromonas comenzaban a disminuir mientras el abrazaba el cuerpo del pelinegro, envolviendo sus brazos en la cintura de Shinichiro y haciendo descansar su cabeza en el pecho de este.
Wakasa no sabía que más hacer para hacer entender que no quería una simple amistad, su alfa estaba inquieto y molesto por la torpeza del recesivo, queria tomarlo, saborearlo, sentir como se estremecía debajo suyo, su alfa amenazaba con someterlo pero lo retenía porque no queria lastimarlo ni asustarlo, suspiro oyendo atentamente los latidos del mayor, se escuchaba agitado.
—Se que nunca te digo nada de lo que haces.— Ya calmado, llevó su mano a la cabellera del menor acariciándolo. —Pero no lo vuelvas hacer o te matare.— De las caricias comenzó a jalar sus mechones blancos.
Wakasa se quejó y siguió descansando en el pecho del contrario, sus latidos lo relajaban, tan calmados y sincronizados. —¿Te puedo morder? Me cosquillean los dientes.— Volviendo a estar inquieto, subió un poco hasta estar a la altura del cuello de Shinichiro, no le importo pedirle permiso para lamer porque ya lo estaba haciendo, sintiendo la piel que comenzara a erizarse, tan caliente.
El mayor de los Sano se ruborizó, era extraño sentirlo tan cerca de su cuello, ya estaba tan cansando como para volver a repetirlo de que no era omega para que lo estuviera mordiendo, sus palabras no eran escuchadas por lo que solo se resignó girando su rostro para que tuviera más espacio.
—Si me niego igual lo harás.
Wakasa llevó las manos de Shinichiro arriba de su cabeza y las entrelazo con las suyas, teniendo la libertad de morderlo besó la zona dejando pequeños chupones, luego sus caninos se agrandaron por la necesidad de morder, de marcarlo, aunque aún no era aceptado formalmente, Shinichiro es su alfa y no iba a permitir que otro se le acercara, abrió su mandíbula y marcó su cuello, el dolor comenzó a inundar el cuerpo de Shinichiro, sintiendo una pequeña electricidad por el ardor en su piel, sentía que perforaban su cuello, intentó que sus manos dejaran de estar juntas pero la fuerza del albino lo retenía, el azabache al ser un alfa recesivo no podía controlar sus feromonas, estas comenzaron a dispersarse con la necesidad de intimidar, el mecanismo de defensa que estaba sintiendo su alfa era expulsar sus feromonas para demostrar que no iba a dejarse tratar de forma dócil.
Todo era confuso para Shinichiro y para su propio alfa, su lobo no comprendía la mordida en su cuello, el como estaba siendo sometido a esa necesidad de marcar, el no era un omega y estaba siendo alborotado, en pocos minutos volvió a ser marcado pero en otra parte de su cuello, arqueó su espalda por el dolor, sus mejillas ruborizadas y con pequeñas lagrimas en la esquina de sus parpados no podía distinguir su habitación, todo parecía volverse borroso, sus cinco y buenos sentidos comenzaban a distorsionarse, pero el sentir un bulto en su trasero hizo que abriera sus parpados completamente. ¿Por qué estaba sintiendo algo duro en sus glúteos?
—¿Wakasa?— Con la voz baja y algo agitada habló, el albino estaba lamiendo sus marcas. —¿Qué vas hacer? Ya me mordiste, ahora suéltame.
—Shini-san...— Necesitado, restregó su rostro con la mejilla del mayor. —Mi pantalón me aprieta y esos roces se sienten muy bien.— Sin vergüenza, confesó que aquel bulto en los glúteos del mayor, era su erección.
El de ojos color lavanda agarró un trapo que estaba cerca y amarró las muñecas de Shinichiro arriba de su cabeza, mantenía una sonrisa al tener sus manos libres para poder acariciar al contrario, las feromonas que desprendían del cuerpo del azabache era muy gustosas, no le desagradaba ni abrumaba, eran muy adictivas que picaban su nariz, un intenso aroma a menta se mezclaba con sus aroma a jengibre y borraja, sus latidos se aceleraban al estar compartiendo algo muy significativo que era el juntar ambas duchas de feromonas, sus mejillas comenzaban a sonrojarse.
—Eres tan idiota que no te das cuenta que me seduces. — Se acercó al mencionado, estando tan cerca de su rostro sintiendo la respiración agitada chocar contra su rostro. —¿Puedo hacerte el amor?— Acariciaba su mejilla, tan gentil mientras quitaba los mechones que tenía en su frente, luego comenzó a besar desde su mentón hasta sus parpados, no podía aguantar más.
Su pulso se aceleró, debía mentalizarse de todo lo que estaba pasando, su pregunta hizo que se avergonzara y que su rostro se ruborizara completamente, su lobo obviamente se negaba internamente, pero sentir como besaba su rostro con tanta delicadeza, a pesar de sus pervertidos toques en su cuerpo, hacia que la confusión lo hiciera sentir amado. ¿Hacer el amor? ¿No era lo mismo decir si podían follar? Podia sentir como las manos del albino comenzaban a bajar sus pantalones y masajeaban con lascivia su trasero.
—Esto no esta bien, Imaushi.— El como levantaba sus piernas y comenzaba a lamer sus muslos lo ponía en alerta, era la primera vez que experimentaba algo así, no tenia ningún conocimiento sobre sexo y eso lo atormentaba, temblaba por cada movimiento que hacia el albino, se sentia desprevenido. —Y-ya para.
Movía inquieto los dedos de sus pies, los apretaba cada que el de orbes lavanda mordía sus muslos, podía ver claramente las marcas dibujadas en su piel, un rojo intenso que lo delineaba, trató de desatar sus muñecas pero estaban bien ajustadas y tratando de escapar torpemente se volteó girando su cuerpo y alejándose del contrario como una oruga en su cama, no logró tanto, había llegado hasta el cabecero sujetándose de la madera para poder levantarse completamente, pero fue arrastrado cayendo su rostro en su almohada.
—No huyas.— Lo había sujetado de su cintura, levantando su trasero y rozándolo con su erección que aún no liberaba. —Estoy seguro que lo tomaras bien, después de todo.— Con una sonrisa se acercó al oído del contrario susurrándole. —Nunca te rindes. ¿Verdad?~— Sin dejar de rozar su hombría en el trasero del azabache, mordió el lóbulo de su oreja, mordisqueando levemente mientras también lo lamia.
Shinichiro podía sentir como palpitaba el bulto en el pantalón de Wakasa, sus dominante feromonas volvieron a embriagarlo, sintiéndose tan débil hasta llegar a la sumisión del demandante alfa dominante, sus piernas temblaban, sentía que iba a perder el equilibrio pero el albino seguía sujetándolo de su cintura impidiendo que eso suceda. Inútilmente movía sus hombros, tratando de soltarse y alejarlo, pero eso solo provocaba más roces en su parte trasera.
—¡Ah!— Gritó cuando el albino volvió a morder su piel, en su cuello exactamente, dejando otra de sus mordidas plantada en su cuerpo que se erizaba, sus lamidas que buscaban consolarlo eran pegajosas, tan meloso que lo fatigaba. —N-no te atrevas...— Sintió como bajaba su ropa interior, se sentia en peligro al tener desnudo su trasero, el como llevaba sus dedos por sus glúteos, rosando su piel y provocando con entrar entre ellas. —¡Suficiente!
—Shini-san, te deseo tanto.— Susurró cerca de su oído, besó su mejilla para apaciguar su carácter, luego lamió sus propios dedos y los guió hacia la entrada del mayor. —No dolerá... si no te mueves tanto.— Con suavidad comenzó a introducirlos en el recto del pelinegro, podía sentir como su interior se contraía, el como sus paredes internas abrazaban a sus dedos dejándolo sin tanto espacio, tan estrecho. —Apretado.~
—¡Ahg! ¡Ngh!— Las lagrimas se desbordaron de sus parpados, era doloroso, no importaba si sus dedos estaban ensalivados, podía sentirlo arder en su interior, sentia que estaba por romperse, no le gustaba, comenzaba a tener miedo. —Imaushi...— Lloriqueo haciendo que su pecho cayera en el colchón pero su trasero seguía levantado, no queria moverse tanto porque sentia que podría llegar a sangrar. —Du-duele.— Mordía sus labios reteniendo su llanto.
El alfa del albino estaba inquieto, no podía seguir aguantando la erección, queria penetrar de una vez el pelinegro, pero Wakasa no queria que le tuviera miedo y mucho menos queria lastimarlo, teniendo una pelea contra su lobo, quitó suavemente sus dedos del interior de Shinichiro, desató sus muñecas y volvió abrazarlo haciendo que descansara en su pecho mientras acariciaba su espalda.
—Tranquilo, no haré algo que te lastime.— Besó su frente y luego sus parpados, aún así las lagrimas del contrario seguía cayendo. —No llores, llorón.
—Me duele el culo.— Se quejó escondiendo su rostro en el pecho del menor, al hacerlo podía oír como palpitaba el corazón del contrario, tan rápido que era sorprendente. —¿Qué sucede...?— Preguntó algo preocupado, suponía que eso no era normal.
Algo que nunca había presenciado, era ver a Wakasa tímido, su rostro estaba sonrojado y evitaba el contacto visual, queria burlarse y lo hizo. —¿Enserio? Acabas de meterme tus jodidos dedos entre mis nalgas. ¿Y ahora te avergüenzas por un abrazo?— Se le hizo divertido, tal vez si era un idiota al no darse cuenta de las indirectas que le daba el de ojos lavanda, pero luego de oír como pedía hacerle el amor, todo quedo claro, Wakasa tenia sentimientos por el.
—Silencio, eres ruidoso.— Relajó su mentón en la cabeza del pelinegro, también era un golpe a su orgullo de alfa, su lobo estaba enojado por haberse quedado con las ganas y de que solo se conformara con un abrazo, aunque ya haya satisfecho su necesidad de morder, no sentía que era suficiente, deseaba más, pero Wakasa trataba de autocontrolarse independientemente de lo que pensara su alfa.
El de orbes obsidiana se sentía más calmado, tratando de acomodarse en los brazos del albino sin querer levantó su rodilla y sintió el bulto del de largas pestañas, sintió como el menor al haber chocado contra su erección se estremeció, queria apartar la vista y olvidarlo, pero no podía, su trasero seguía húmedo por la saliva que momentos atrás introdujo el albino, el dolor había disminuido y se golpeaba mentalmente al sentirlo tan vacío, como si se hubiera quedado el espacio que los dedos del menor agrandaron, sintiéndose incómodamente vacío sin pensarlo dos veces llevó su mano hacia el pantalón de Wakasa, desabotonando y bajando la cremallera, bajando su ropa interior y liberando después de tanto, la erección del de largas pestañas, su hombría era grande, sentia que si sus dos manos lo sujetaran, aún quedaría espacio para agarrar, estaba por tocar el glande con las yema de sus dedos, pero su muñeca fue agarrada deteniendo su movimiento.
—¿Qué crees que haces? Dije que íbamos a detenernos.— Ruborizado, veía fijamente al mayor, sentia que se perdía en aquellos orbes obsidiana, en los cuales ni podía ver su propio reflejo, solo pura oscuridad sin brillo.
—¿No seria un desperdicio? Después de todo ya estoy desarreglado y manoseado.— Con su otra mano agarró la erección del contrario, iba a masturbarlo como si lo estuviera haciendo con su propio miembro, era algo extraño tocar el pene de otro hombre, era nuevo. —Estas muy duro. ¿No es doloroso?— Del glande hasta el tronco, subía y bajaba en un suave vaivén, sintiendo leves palpitaciones además de las venas que sobresalían, un perfecto y dotado alfa dominante.
Wakasa no podía hablar, sentía que el aire le faltaba, solo suspiraba y jadeaba, devolviéndoselo, también llevó su rodilla entre las piernas del azabache comenzando a rozar su miembro, Shinichiro estaba desnudo desde la cintura para abajo, llevo sus manos a los glúteos del mayor comenzando a moverlos, separándolos y apretándolos.
—¿Debería también abrirte? Para que te acostumbres~, ngh.— Suspiro cerca de su rostro, la masturbación que estaba recibiendo era tortuoso, sentía que en cualquier momento iba a correrse y no era alguien precoz. Tratando de relajarse y de no llegar a correrse, lamió sus dedos, llenándolos de saliva para volver a ingresarlos en la entrada del mayor, al tenerlos listos los llevó y metió, ya no era tan estrecho.
—¡Mgh!—Mordió sus labios reteniendo el gemido, su mano temblaba un poco, pero aun así no se detuvo en la masturbación, además de que comenzaba a tener una erección de los roces que le hacia Wakasa con su rodilla. —Hazlo con cuidado...
—De acuerdo.— Besó su frente e hizo mover sus dedos lentamente, adentrándolos y sacándolos, podía sentirlo más espacioso por lo que comenzó abrirlos en forma de tijera, entre esos movimientos logró encontrar el punto que estremeció e hizo temblar las piernas de Shinchiro, sonrió al verlo comportarse de esa forma. —¿Es aquí?
El pelinegro se detuvo en la masturbación y se aferró a la camiseta que llevaba el albino, cuando el menor toco una parte en su interior, hizo que un gran cosquilleo se expandiera por su cuerpo, hasta el punto en que sus piernas temblaron agobiadas, el rubor volvió a cubrir su rostro, estaba entre un dilema de si querer a volver a sentirlo y no hacerlo, había sido placentero pero sentia que no podría soportarlo.
El menor sacó sus dedos, dejando que Shinichiro recuperara un poco el aliento luego de tocar su punto sensible, al estar sentado se quitó su camiseta y bajó su pantalón al igual que su ropa interior, luego comenzó a desvestir al contrario de su camisa blanca, ya no había vuelta atrás e iban a llegar hasta el final, lo tomó de sus muslos y lo atrajo hacia sus hombros, dejando sus piernas en ellas mientras volvía a lamer y morder sus gordos muslos, los gritos que hacia Shinichiro volvían a satisfacer a su alfa, lentamente iba hacia la entrada del pelinegro, comenzando a lamerlo e ingresaba su lengua llenándolo de su saliva como lubricante.
—¡Ngh! ¡Ah!— Chilló tomando de los cabellos al menor, era algo vergonzoso pero de cierta forma placentero. —¡Wakasa!
El nombrado se detuvo, bajo con cuidado su cadera hasta chocar contra el colchón, separando sus piernas se acercó a su entrada rozando su erección en su orificio. —¿Listo?— Mientras rozaba, acariciaba el miembro erecto del pelinegro comenzando a masturbarlo un poco.
Shinichiro se estremecía mientras se aferraba a las sábanas, sus piernas estaban inquietas, sintiendo corrientes por la atención en su virilidad, dio un suspiro relajando completamente su cuerpo, si llegaba a tensarlo iba a ser muy doloroso, al mantenerse mentalmente preparado asintió e hizo que el albino comenzara a ingresar a su interior, no podía explicar la sensación de dolor y placer, tan agrio y dulce a la vez, las lagrimas volvieron a esparcirse por su rostro, la pequeña incomodidad de sentirse lleno era raro, el bulto en su estómago lo avergonzaba, nada de lo que estaba haciendo era digno de un alfa, su lobo interior maldecía el reaccionar por el gen omega que tenía en su organismo, sintiéndose satisfecho al ser dominado por un alfa dominante, sintiéndose tan indefenso con deseo de satisfacer aquella zona que comenzaba a darle placer, pero también su orgullo queria manejar la situación a su ritmo de dominancia.
—¡Ah!~ ¡Wakasa!— Gimió al sentirlo completamente en su interior, sintiendo el cosquilleo en su punto dulce, se aferró a los hombros del mencionado sin controlar la fuerza de sus dedos llegando a rasguñar sus hombros.
Mareado del placer que sentia, el como las paredes internas del pelinegro rodeaban su erección, era fascinante que sentia el no poder controlarse más, sentia que el pedir perdón era más fácil, por lo que sin pensarlo comenzó a moverse, levantando una de sus piernas y con la otra mano tomándolo de su cadera, el movimiento comenzó lento pero siguió subiendo el ritmo por cada que Shinichiro comenzaba apretarlo, sin pudor comenzó a gemir, no podía retener sus jadeos, era tan grato que era inevitable retenerlo.
—Mgh, ah, Shini-san.~— Gimió cerca del rostro del azabache, sin detener sus caderas, comenzó a besar el rostro del mayor, dejando besos en su mejilla y parpados con lagrimas. —Eres tan hermoso.
Shinichiro no dejaba de llorar por las estocadas en su cuerpo, el como sus cuerpos chocaban entre si por los fluidos de ambos cuerpos, llevó sus brazos alrededor del cuello del contrario envolviéndolo y acercando más sus cuerpos, sus gemidos desenfrenados se oían cada vez más fuerte, el como llegaba hasta su punto repetidas veces llegaba abrumarlo moviendo inquieto sus piernas y dedos del pie, al abrir sus ojos y ver el rostro del contrario tan cerca, solo llegó a su mente que Wakasa era tan atractivo y lindo, de buenos rasgos llamativos, sus labios sonrosados se veían tan apetecibles que no dudo en juntarlos en un torpe beso, porque hasta eso era su primera vez, Wakasa estaba tomando sus primeras veces.
Cuando el pelinegro juntó sus labios con los suyos, no se espero aquella iniciativa, su torpe roce de labios que hasta llego a rozar sus dientes le dio gracia, guió su pierna que estuvo sosteniendo dejándola en su hombro para luego tomar sus manos y juntarlas para después guiar aquel beso, tomó el control del beso convirtiéndolo en uno húmedo, devorando sus labios e ingresando su lengua en su cavidad bucal y guiando al torpe del mayor, no dejó de penetrarlo, tragándose todos los gemidos ahogados que soltaba el de orbes obsidiana, de forma experta movía su mandíbula, sin importarle si un hilo de saliva se desbordaba de sus labios, los labios de Shinichiro se había vuelto una adicción, el como eran tan carnosos, suaves y deliciosos, no importaba si los dejaba hinchados, queria seguir en aquel beso tan apasionado.
El mayor estaba quedando sin fuerzas, trataba de separarse por falta de aire pero no lo lograba, su respiración se hizo desenfrenada y sus feromonas no tenían control, el cosquilleo en sus colmillos comenzaba aumentar y estaba sintiendo el cosquilleo de estar por correrse, la única alternativa que tenia era morder los labios del albino, y lo hizo logrando por fin separar ambas bocas, tomó una gran bocanada de aire, tosiendo un poco mientras seguía arqueando su espalda por las embestidas, sentia todo nublado, no podía pensar en nada más, su alfa necesitaba demostrar que era un alfa, siguió envolviendo el cuello del menor y llevó su boca hacia esa parte de su cuerpo, mordiéndolo dejando la marca de sus dientes.
—¡Ngh!— Retuvo el chillido al ser marcado, además de sentir el sabor metálico en sus labios. —Shini-san.— De igual forma, continúo marcando el cuerpo del mencionado, su pecho, su quijada, su mejilla y especialmente su cuello, tal vez el cuerpo de su amado al siguiente día estaría adolorido, pero al menos podría ver su obra de arte en su cuerpo de su noche de placer. —Shini-san, mi alfa, mío.~— Siguió gimiendo moviendo más fuerte su cadera contra la del contrario, ya estaba por correrse y llegar a su tan esperado orgasmo.
Shinichiro débil fue el primero en correrse, manchando su abdomen y el del menor, sus piernas temblaban, ya no sentia nada de fuerza, sentia que en cualquier momento perdería la consciencia, en cambio Wakasa gruñó al sentirlo aún más apretado, continúo con unas cuantas estocadas más y terminó por correrse también, llenando el interior del pelinegro con su fluido, jadeaba recargándose en el pecho del mayor, también estaba cansado.
—¡Ahg!~— Sintiendo su interior lleno era una sensación inquietante, sus ojos estaban rojos por las lagrimas y sus mejillas húmedas, el rubor seguía igual de intenso y su pecho subía y baja controlando su respiración, estaba cansado.
Wakasa salió del interior de Shinichiro, algo avergonzado al ver como su esperma desbordaba del pelinegro, estaba por hablar pero el mayor había quedado dormido, Shinichiro estaba tan agobiado que termino durmiéndose.
—Shini-san...— Habló tratando de despertarlo, pero era inútil porque no reaccionaba, pasó su mano por su frente arreglando su cabello, iba a dejarlo descansar, después de todo se llevo todas sus energías. —Descansa.— Se acercó a su rostro y besó su frente. —Llorón.— Luego dejo un beso en sus labios.
El albino dejo descansando al azabache cómodamente, mientras se encargaba de limpiar su cuerpo con toallas húmedas y a vestirlo, cuando terminó de asearlo fue a darse un baño y por último descansar a su lado, abrazando su cuerpo mientras besaba su cabellera, Wakasa ama tanto a ese alfa que no iba a dejar que otros se le acercaran, Shinichiro ahora es su alfa, después de todo lo marcó completamente.
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