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Capítulo XXXIV


MORT

—No lo puedes hacer. Tu señor no te lo permite. —le quito el arma, llevo el cuchillo hasta su garganta.

—Nunca dudas. ¿Qué sucede? ¿Ya no puedes matar?

—Solo te dejo de regalo. —sonrío de lado.

—¿Pensando en alguien más que en ti, Mort? ¿Por qué no hiciste eso cuando mataste a Angeline? Cierto, no es tu puta privada.

No respondo a sus palabras, no puedo caer en su juego por más que la rabia me esté consumiendo por dentro.

Unos hombres llegan y lo atrapan. Antes de que se lo lleven, apuñalo su estómago. La sangre comienza a salir y logro que no ponga objeción ya que el solo es un inconveniente para cualquiera.

—Al final ella misma te va a matar, es tu propia perdición. — una sonrisa cínica se forma en su rostro, no deja de mirarme y hacerse sentir superior, pero nada de ello me interesa— Al menos voy al infierno sabiendo que quién es tuya, termino siendo mía también.

Sus palabras me hacen estallar, el odio que recorre mis venas me hace llevar mi arma hasta su estómago, lugar que penetro con furia, sin embargo, las palabras dichas por la rubia me hacen salir de cierto estado.

—La tengo.

El cuerpo reacciona solo, corro por todo el pasillo hasta la salida. La encuentro siendo cargada en el hombro del tal Brown. Se dirigen al auto.

Su cabeza se levanta, me ve, sus ojos se abren y comienza a moverse logrando caer al suelo, pero se levanta sin ningún tipo de inconveniente, luego corre en mi dirección.

No parece ser la misma, su cuerpo se mueve más por instinto, corre como un animal salvaje a pesar de tropezar varias veces.

Me quedo en silencio.

¿Que puedo decir después de no verla durante un ano?

—Mort, ella no es la misma. No está en sus sentidos, no reconoce a nadie. No sabemos que droga tiene en el cuerpo ahora mismo. —grita el tipo ese. Qué molesto.

Pierdo la movilidad del brazo, el cuchillo que sostengo se cae. Ella se detiene, me observa a los ojos.

Al fin, después de tanto tiempo te puedo ver.

Sus ojos están rojos, babea inconscientemente. El cabello lo trae desordenado, y aunque es algo común en ella, el estado actual es peor. La cara está pálida por falta de aire natural y luz solar, su cuerpo está más delgado que de costumbre. La mirada la tiene perdida, no sé si en mí, o en el espacio que hay entre nosotros.

Solo quiero tocar su piel. Quiero sentirla, confirmarme de que es ella. Que no es uno de los tantos sueños que he tenido durante este tiempo.

–Mort, tardas… —susurra, pero logro entender.

Si, he tardado mucho. No quise que fuera así.

Su vista recae en el cuchillo, no duda en recogerlo del suelo. Me rodea con sus brazos y presiona el arma contra mi estómago.

Con el brazo que tiene movilidad, la pego más a mi cuerpo, pero hacer eso logra que saque el arma de la piel para volver a encajarla, no una, sino varias veces.

La sangre sale por mi boca.

Esto es mucha mierda para un día.

Duele…

—Al fin estas entre mis brazos, ma cheriè.

El chico vuelve a tomarla entre sus brazos y alejarla de mí, quitan el arma de sus manos. La rubia corre hasta donde estoy.

—Tenemos que apresurarnos o vas a morir. —aclara, sujetando la herida.

—Sería feliz en el infierno si llego allá por sus manos. —le respondo.

—¿Es en serio?

Avanzamos hasta uno de los autos con cuidado. Llevo mi mano hasta el estómago como si eso pudiese evitar que la sangre salga a chorros. La situación me está volviendo imbécil.

Los minutos se vuelven horas, y la sangre sale por cada herida.

No importa, desde hace años he estado preparado para morir.

Creo que voy a perder el conocimiento. Abro y cierro los ojos para evitarlo. Trato de tener algún pensamiento en mente, pero solo hay uno, solo puedo pensar en una cosa.

El auto se detiene, la tipa abre las puertas y sale gritando en busca de un médico. Varios hombres llegan y me sirven de apoyo hasta llegar a una habitación.

Me quedo solo por unos minutos, en ese tiempo solo viaja por mi mente la idea de volver a tenerla entre mis brazos.

Joder, soy tan patético. Viviendo solo para estar a su lado.

Un señor canozo atraviesa la puerta y junto con el una chica quien comienza a quitar mi camisa y revisar cada una de las heridas.

—Quelest le statut du jeune? << ¿Cuál es el estado del joven? >>

—Il a cinqcoups de couteau, une valle dansl¨èpaule et a perdubeaucoup de sang. Ses signes vitauxdiminutent et meme si nousl¨opèrons, ilnesurvivrapas.<<Muy malo mi señor, tiene cinco puñaladas, un tiro en el hombro y ha perdido mucha sangre. Sus signos vitales están decayendo y aunque lo operemos, no va a sobrevivir. >>








Nota:

El capítulo es corto, lo sé.

¿Que va a pasar con Mort?

Sigan leyendo la historia :)

Y de nuevo, disculpen la demora.

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