MORT
La impaciencia, la ira, el enojo se apodera de mi cuerpo. Lo noto. —Tráiganla.
Mis palabras son ley en este sitio, por lo que, en solo tres minutos, aparece en frente de mi vista. Todos se retiran y nos dejan solos.
—Dime, Alba. ¿Me tienes miedo? —avanzo lento hasta ella.
No dejo de observar sus ojos marrones, confusos, curiosos. La sonrisa en mi rostro se ensancha, y sin poder evitarlo, levanto la pistola hasta ella.
—No… no sé a qué te refieres. Pensé que habíamos dejado esto atrás, Mort. —la voz le tiembla, es excitante, muy excitante.
—¿Atrás? ¿Qué hemos dejado atrás, Alba? A fin de cuentas, solo soy un asesino y tú, una pobre pequeña que tengo en mis manos para satisfacerme. ¿No es así?
—Yo… —una lagrima viaja por su mejilla.
Me gusta verte tener miedo, llena de sangre, con un arma en la mano, pero no llorando. Pero lo sé, esa lagrima no es de arrepentimiento o lastima por mí, esa lagrima es de miedo, porque sé que sabes que no vas a huir de mis manos. Has caído.
—Dame una explicación. Dime que me tienes miedo, que te acorralaron. Puedes decirme que fue un impulso, pero que ahora te arrepientes, que lo pensaste mejor, que sientes lastima por mí. Di algo, lo que sea, solo pide que te perdone. Puedo creer cualquier cosa que digas.
Detengo mi avanzar hasta quedarme a un metro de ella, sonrío de lado, mis ojos están abiertos como platos. Esto me pone impaciente y ella lo sabe.
—Lo hice porque quiero deshacerme de ti, porque eres un asesino que solo quiere matarme, y, porque solo me interesa mi madre. —habla, evitando mirarme.
—Mírame.
Ordeno y obedece.
—Yo no quiero matarte. Quiero que mates conmigo y que aceptes el mundo que te ofrezco.
—No quiero estar en tu mundo, Mort. Quiero alejarme de ti.
—¿Ah sí? — inclino hacia abajo el arma apuntando a uno de sus muslos y disparo.
La bala llega hasta su destino y en cuestión de segundos se tuerce del dolor. Lleva su mano hasta la herida, pero no deja de salir sangre. Apoya una de sus manos en la pared y luego me observa.
— ¿Vas a torturarme poco a poco hasta morir? — pregunta, dolorida.
—Tengo miles de métodos para matar, pero como no vas a morir. —vuelvo a mover el arma, esta vez directo a su brazo— Tal vez te muestre que se siente estar tan herido como yo lo estoy ahora, Alba.
Bang, vuelve a sonar. Otra herida para su cuerpo. Otro grito de dolor, más lágrimas en sus ojos.
Su cuerpo va cayendo hasta chocar el suelo, avanzo hasta poder verla derramar lágrimas y sangre por mí.
Me agacho para quedar a su altura. — ¿Qué sientes por mí?
—Nada. —su mirada es aterradora, está enojada, y eso me encanta.
— ¿Ni siquiera odio? —llevo mis manos hasta sus hombros, con la derecha logro tocar su herida, justo ahí, presiono, presiono fuerte y ella grita, lo hace tan alto que me recuerda a cuando estoy dentro suyo.
—Al menos ódiame, pero no digas que no sientes nada. —suplico.
Después de unos segundos, su rostro cae hacia un lado y me sorprendo. Con tan poco se ha desmayado.
Levanto su cuerpo y lo llevo hasta el escritorio, el cual esta vacío. Tomo unas vendas que hay en una de las gavetas para cerrar un poco la herida.
Después busco un doctor, o al menos, alguien capaz de curarla mejor que yo. Aún es muy pronto para que caigas.
Con un poco de whisky purifico la herida, luego la vendo y hago un nudo. Sonrío de lado al ver su cuerpo tan frágil, cosa que no es. Con las manos viajo de un lado a otro, de arriba hasta abajo y es ahí cuando me doy cuenta de algo.
—Aun no eres mía completamente.
El raciocinio desaparece en cuanto rasgo la tela del vestido y restriego mi erección por su parte trasera, sin embargo, lo que acaba con la poca cordura que me queda, es la desnudes debajo de esa tela. ¿Cómo es que avanza de aquí para alla en ese estado? ¿A caso quiere que otros la vean?
Volteo su cuerpo dejándolo de espaldas sobre la mesa, su trasero queda a mi vista.
Con desesperación, comienzo a marcar lo que me pertenece. Azoto, muerdo y hago marcas en ese pálido y suave trasero.
—Es una lástima que no puedas disfrutar esto, pero te lo mereces.
Roso mi miembro por su zona trasera, y, sin aguatar un segundo más, lo introduzco. Es tan apretado, pero tan delicioso. Comienzo a realizar estocadas violentas y profundas, la satisfacción aumenta y con ello, la entrada y salida de su interior se vuelve un poco más sencilla.
Se mueve, veo sus ojos abrirse rápidamente. Sus manos se dirigen a mí con la intención de detenerme, sin embargo, soy más rápido que ella.
Con la mano que tengo libre, aguanto las suyas, de la misma forma que ejerzo presión en esa zona para lograr mantener la posición.
—Por favor, Mort. Detente. Me duele. Me estas lastimando. —suplica entre millones de lágrimas que corren por sus ojos.
Esta jodidamente apretada, siento que me va a partir la verga.
Sé que la estoy lastimando, no obstante, eso es lo que menos me interesa ahora. No deja de llorar, suplicar y gritar adolorida, pero ese no es dolor suficiente comparado con el que me has hecho sentir. Estoy seguro de que no va a olvidar este momento nunca, al igual que yo.
La sangre que sale de su agujero sirve de lubricante, lo que me permite realizar estocadas más fuertes, logrando eyacular en su interior.
Acomodo mi ropa, la observo temblar y lloriquear en la misma posición que la he dejado. No me interesa, puesto a que solo es un poco de dolor. Tarde o temprano desaparece.
Salgo de esas cuatro paredes dejándola atrás.
—Llévenla a la casa. Junto a ella quiero cinco hombres.
Asienten y una chica entra a atenderla, cuatro hombres la rodean sin hacer la más mínima expresión y luego la llevan al auto. Me quedo solo supervisando que todo se encuentre en orden.
En cuanto el bar se queda vacío, tomo otro auto y manejo a casa. En cuanto llego, lo primero que hago es ir a la cocina por una botella de whiskey, sin embargo, unas manchas de sangre regadas en el suelo me hacen correr hasta la habitación.
Cinco hombres están tirados en el suelo. Tres mujeres muertas en la misma habitación en la que ella debe de estar, pero no está. Todo está vacío y sin presencia de Alba.
Alba. Alba. Alba. Alba.
La ira crece, se quien hizo toda esta mierda. Juro que lo voy a matar.
Nota:
UPS!
Lo siento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro