Capítulo XXV
La noche se encuentra cubierta de estrellas, puedo verlo desde la habitación de Elena. Tanto tiempo ha pasado desde que me escapé que ni siquiera lo he notado debido a todos los temas de conversación que hemos tenido.
—Una vez mencionaste que tenías un gato. ¿Dónde está? — indago curiosa.
—Lo aventé a un río. — dice mientras busca algunas cosas en su closet.
A veces pienso que es más de lo que demuestra. No confía de forma plena como para decirme su vida entera, sin embargo, tengo la esperanza de que algún día me cuente.
—Aquel día de la feria... — susurro discretamente para dar tiempo a que mi cabeza formule la pregunta— ¿Dónde estabas ese día?
—No me gustaría decirlo, pero creo que necesitas saberlo. — suspira con pesadez y me mira a los ojos— Puedo decir que todo lo que te pasó fue mi culpa. Sabía lo que sucedía entre tú y Jordán. Por eso te pedí que me acompañaras a la feria esa noche.
—¿Qué hubiera pasado si me hubieran matado?
Intento mantener la serenidad, no me quiero molestar después de saber lo que va a decir.
—Primero los matos yo. Esos estúpidos solo te asustaban. — dice con obviedad—
—¿Has matado a alguien antes?
—Sí. Tenemos algo en común. ¿No crees?
Sonrió de lado ante sus palabras y me acomodo en su cama. Se siente cómodo tener alguien con quien hablar.
—Por cierto... — dudo un momento de mis palabras, empero, me decido a hablar— ¿Cómo sabes que te gusta alguien de verdad o solo es por el sexo?
Su sonora carcajada resuena por toda la habitación. Debe de ser estúpida la pregunta que acabo de hacer.
—No estoy segura, pero creo que si solo te gusta por sexo no hubieras aceptado estar cerca de él.
Tiene razón y ya es momento de que lo acepte. Me gusta nuestra cercanía. Ese miedo que me hace sentir, envuelto en la seguridad que me brinda, me gusta.
—Aún tengo muchos líos que resolver en mi cabeza. Siento que todo es muy repentino y que de una u otra forma voy a arrepentirme.
—Solo haz lo que te plazca y ya. Recupera a tu madre y utiliza a Mort para ello. Después solo aléjate o cambia de pueblo.
Elena siempre me ha demostrado que es
alguien calculadora y aunque no lo parezca, tiene un plan para todo. Su inteligencia me ha ayudado a saber cosas que jamás hubiera descubierto por mis propios medios y es algo que agradezco.
—Eso es lo que estoy haciendo. Además, de que él sabe que lo hago.
—Tengo ganas de salir. ¿Quieres ir a por unos tragos? — cambia de forma inesperada el tema de conversación.
—No bebo, además de que somos menor de edad.
—Soy una adulta desde hace unos días. — esboza una sonrisa maliciosa— Ten, esto es para ti.
Me lanza un vestido azul marino. Lo observo detenidamente y es muy hermoso, sin embargo. ¿Está bien que lo use? Es tan sensual.
Sin detenerse a obtener una respuesta de mi parte, se adelanta al baño para cambiarse.
Después de unos minutos sale con un sensual vestido negro de escote asimétrico.
Este ejemplar llega hasta un poco más arriba de sus rodillas.
Su cadera bien delineada hace resaltar la belleza de la pieza y de su cuerpo. Es una chica realmente atractiva.
Me siento como si fuera un extraterrestre a su lado.
Decidida, me adentro hasta el lugar de donde acaba de salir y me cambio. En cuanto coloco la hermosa pieza de tela en mi cuerpo me doy cuenta la diferencia que existe entre las demás chicas y yo. Soy alguien que nunca arreglan su apariencia y que parece un desastre, en cambio, todas las demás se esmeran por verse guapas y agradarles a todos. No estoy segura si es una virtud o una falla.
—Estaba segura que era tu talla. Además, te queda de maravilla. — dice en cuanto me ve avanzar por la habitación.
—No veo la razón de arreglarnos tanto para ir a un bar. — digo algo disgustada.
—Vamos a ir al casino. Ahí van muchas personas con dinero y no puedo desperdiciar ningún día. — giña uno de sus ojos y me dedica una sonrisa— ahora te voy a maquillar.
—Prefiero no hacerlo. Es incómodo cargar con todo eso.
Sin tomarme importancia, coloca un poco de rímel en las pestañas, labial para realzar el ancho de los labios y acomoda mi indomable cabello.
En cuanto termina, me observo frente al espejo y me quedo impresionada. Nunca me he arreglado tanto, verme de esta forma me hace ver más femenina, más delicada, más mujer.
—¿Qué pensaría Mort si te viera así? — dice con picardía.
Siento mi rostro arder y los nervios me delatan. De tan solo pensar en todo lo que ha pasado entre nosotros, de imaginar la intimidad que hemos tenido, mi cuerpo reacciona.
Un poco de perfume y listo. Nos fuimos en un taxi hasta nuestro futuro destino. En cuanto llegamos la puerta es abierta para nosotras y sin ningún tipo de inconveniente pasamos al interior del lugar.
Es tan hermoso como lo recuerdo. La sala es enorme y la decoración asombrosa en todo sentido. El ambiente, la música, todo combina de forma glamurosa.
Nos dirigimos hasta una de las mesas de juego dónde Elena decide participar.
Comienzan con sus movimientos y apuestas las cuales parecen ser bastante enormes.
A mediados del juego mi compañera comienza a perder fichas, sin embargo, recupera el doble en cuanto finaliza la ronda.
—Como siempre la mejor, señorita Elena. — expresa con suma delicadeza uno de los señores— La chica que la acompaña debe de ser buen amuleto.
—Al parecer lo es. — responde con el mismo tono.
No muevo mis labios, solo me concentro en escuchar cada palabra que intercambian.
Al parecer, el hombre es un cliente habitual de Elena. Es normal volverse adicto a su cuerpo, es inútil encontrar algún defecto físico.
Aunque si hablo de su mentalidad puedo afirmar que es bastante manipuladora, siempre sabe lo que va a suceder y no tiene piedad con los demás. Solo le interesa su propia vida, el resto del mundo es solo un medio para alcanzar su objetivo y por supuesto, yo soy una más del montón. Lo mejor de ello es que no lo niega, siempre habla con sinceridad y no oculta sus intenciones.
La base de nuestra relación es que no tenemos tapujos ni hipocresía, pues ella me utiliza y yo hago lo mismo. Eso no significa odiarnos, la sinceridad es la base de todo.
Después de un tiempo, avanzamos por diferentes juegos en los cuales Elena gana buena cantidad de dinero. Llega el momento en que mis pies comienzan a doler y me aburro de ver miradas lascivas hacia mí.
—No estás acostumbrada a que te deseen. Creo que es porque nunca te arreglas. — afirma mi compañera al notar la incomodidad.
— Suspiro con pesadez ante sus palabras— No he visto nada de alcohol por todo este lugar.
—Tienes razón.
Un chico se acerca a nosotras después de oír el llamado de la señorita ganadora. Escucha su pedido y luego regresa con una botella la cual es abierta y servida en dos copas.
Nunca he bebido, no me lo he planteado ya que no es algo que me interese, pero el sabor de este vino es realmente delicioso.
Mi cuerpo comienza a relajarse por lo que puedo suponer que es el efecto de la nueva sustancia en el organismo. Con cada sorbo mi mente se va liberando al igual que las palabras las cuales salen como aire.
No soy de las que parlotea, sin embargo, este líquido vicioso lo está logrando con mucha facilidad.
Varios hombres se han acercado con intenciones de beber junto a nosotras, no obstante, ignoro todo aquel que se me acerque.
—Mi cabeza está dando vueltas. — confieso luego de un tiempo.
—Has bebido casi toda la botella. Es normal. Ahora comienzas a tener mareos y... — interrumpo sus palabras.
Ahora que estoy con dos tragos en la cabeza, hay algo que no sale de mi mente.
Esa palabra no deja de dar vueltas en círculos. Quiero negarlo, pero quiero, deseo escuchar su voz demandante diciendo...
—¡Alba! — resuena cierto tono imponente que logra hacer que muerda mi labio de forma ligera.
Solo recordarlo me hace estremecer.
—Desde hace un rato estoy pensando en...
El intento terminar la palabra es interrumpido y mi cuerpo es volteado por uno de mis brazos con fuerza. Lo veo a los ojos y comprendo mi alucinación. Ahora además de imaginar y recordar su voz, ese rostro enojado y apático aparece ante mis ojos.
—¿Tienes idea de cuánto te he estado buscando? ¿Sabes cuánta gente está buscándote? ¿Qué demonios estabas haciendo? — grita, enojado.
—Hasta en mi imaginación eres un amargado. — rodeo mis ojos y comienzo a reírme de forma sonora.
—¿Quién te dio de beber? — pregunta demandante ante mi estado.
—Un chico guapo que me estaba coqueteando. — digo en broma ante su molestia.
—Maten a todos los que están en la sala. — ordena a los hombres que se encuentran a su espalda.
Un momento, esto no es una alucinación. Mort está justo enfrente de mí. Es de carne y hueso.
Respiro hondo e intento calmar un poco la situación, no puedo permitir que mate a todos los que están en esta sala solo por unas tontas palabras. Puedo tener la cabeza dando vueltas, pero aún me creo la señora de la justicia de vez en cuando. Aunque es algo contradictorio ya que me gusta el criminal de la historia.
Termino con la distancia de nuestros cuerpos y lo rodeo con mis brazos formando un abrazo. Escondo mi rostro en su cuello para permitirme sentir su olor característico.
— Llévame a casa, Mort.
Digo por primera vez el nombre en presencia de quien lo porta y como acto seguido la orden que ha sido dada con anterioridad, es cancelada para dar paso al cumplimento del nuevo mandato. Sin tan siquiera protestar, Mort me levanta como si fuese una pluma. Me carga en su hombro llevándome fuera del lugar.
Nota:
Este chico puede ser un asesino, pero cumple con lo que le dicen. Jajaja
Necesito un hombre así.
Todas necesitamos.
Disculpen la demora! :)
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