Capítulo XVI
El dolor se apodera de mi cuerpo, sin embargo, el golpe es producido en el brazo y no en el rostro o alguna otra parte delicada.
Aguanto con fuerza las lágrimas de dolor que quieren hacer acto de presencia.
—Ojalá, ojalá y mueras. Espero que ese asesino te encuentre y acabe con tu vida. — grito con furia e intento levantarme. — Eres tan despreciable, aún me pregunto cómo es que mi madre se fijó en alguien como tú.
— Nunca me quiso. Ella solo se casó conmigo para esconder a su bastarda. — responde con ironía.
—No te imaginas lo feliz que me hace saber que no eres mi padre — expreso con repudio.
Me levanto y lo empujo contra la mesa de estudios ganando tiempo para correr hasta la puerta y cerrarla con llave.
Sin detenerme un segundo voy hasta la cocina en busca de un arma con filo. No voy a permitir que me lastime. Me voy a defender.
Una idea atraviesa mi cabeza. Una loca idea.
Busco en los en los rincones de la cocina y encuentro lo que necesito.
Agarro con fuerza el pequeño tanque y comienzo a vaciar su contenido por toda la cocina, sala, pasillos hasta salir por la puerta principal. Termino de verterlo en el césped y alrededor de la casa. Saco del bolsillo una caja de fósforos y la miro con detenimiento.
En mejor terminarlo con mis propias manos. No puedo quitarme ese lujo si lo tengo entre manos.
Esto que estoy haciendo es una locura. Esto está mal. –habla la poca cordura que poseo ahora, no obstante, sus palabras logran olvidarme de ella.
— Hazlo. — me invita a prender fuego a todo lo que tengo en frente.
— Pero... — musito algo dudosa.
—Si eso quieres hacer, hazlo. No importan las consecuencias. No voy a permitir que te suceda nada. —afirma.
Saco una cerilla y la prendo. Al ver el fuego, la lanzo al suelo creando un camino de este que se dirige a la casa. Todo comienza a tornarse de un color rojizo y el olor a quemado hace acto de presencia.
Miro a mi lado y lo veo contemplar la escena.
—Creo que estoy logrando mi objetivo.
Una sonrisa leve y de medio lado se forma en su rostro. Es como si estuviese complacido, alegre.
Mi cara muestra signos de extrañeza, pues no comprendo que habla.
—¿Sabes cuál es ese objetivo? — niego con la cabeza— que seas quien eres por naturaleza.
Camina a paso lento hasta estar a solo centímetros de mi cuerpo. Observa detalladamente mis facciones, mis ojos y mis labios. Es extraño sentirlo tan cerca y no tener miedo. No sé cómo describirlo.
Se acerca más de lo que ya se encuentra. A este punto, nuestras respiraciones chocan, siento el poco calor que emana su cuerpo. Percibo todo a detalle.
El cuerpo me comienza a temblar en cuanto posa una de sus manos en mi mejilla. La acaricia con cuidado. Baja poco a poco sus manos y rosa unos de sus dedos con mi labio inferior.
Estoy tan concentrada en él que es imposible no darme cuenta de la manera tan sensual en la que muerde su labio. No logro pensar con claridad las cosas, a tal punto, de que me parece sexy, atractivo.
—¿Me concedes el honor de ser la primera persona en besar tus labios? — dice finalmente.
Le doy el permiso que espera y sin mencionar otra palabra posa sus labios sobre los míos.
La sensación que experimento es indescriptible. La tibieza de sus labios, la suavidad y el anhelo que transmiten, hacen mi cuerpo estremecer.
No demora mucho en separarse, evitando propasarse de más. Aunque hubiera querido algo más profundo, más carnal, no lo obtuve. Pues solo fue como probar un sabor nuevo, un casto beso, mi primer beso.
Bajo mi cabeza, no sé cómo reaccionar o que decir. Solo puedo guardar silencio.
— La policía debe de venir y cuando eso suceda no debes de estar aquí. Ve al hospital con tu madre. En la mañana te veré.
Acepto su sugerencia y me dispongo a irme, sin embargo, un sentimiento se culpa atraviesa mi mente. — ¿Qué pasará contigo?
—No me pasará nada. — sonríe de medio lado.
Suspiro pesadamente, pues es obvio que no le va a pasar nada. Él ha acabado con la vida de otros y está caminando libre por las calles.
Antes de que pueda huir del lugar, se acercan varias patrullas y un carro de bomberos los cuales corren junto a su manguera a presión para intentar apagar el fuego.
La policía se dirige a mí de inmediato, segundos después aparece John Brown.
—Hola de nuevo, señorita Alba. Espero que está vez si tenga una explicación para lo que acaba de suceder. — escupe con desprecio.
—Al igual que las otras veces, tampoco se nada. Acabo de llegar y veo la casa en llamas además...
De manera repentina el jefe se inclina en una reverencia al igual que los demás policías presentes.
¿Qué demonios?
— Buenas señor. — entona el policía.
— La señorita Alba acaba de llegar a este lugar tal y como dijo, quien incendió su casa fui yo. — expresa el chico que se encuentra detrás de mí con total desinterés.
— ¿Por qué hizo tal cosa, señor? — levanta la cabeza el jefe para mirar desde lejos el rostro del joven.
— ¿Quién te permitió levantar la cabeza? — pregunta arrogante ante el atrevimiento del hombre.
El hombre baja nuevamente la cabeza sin obtener ninguna respuesta por parte del chico.
—Solo limpien este desastre. — ordena.
Me toma del brazo con brusquedad para llevarme junto con él hasta un auto negro. ¿Cuánto es que costo este vehículo?
—¿Porque hiciste eso? ¿Quién demonios eres para que todos te traten así? — disparo las preguntas como si fueran balas.
—Aun no es el momento para obtener respuestas. Mejor entra al auto, te llevaré al hospital.
Obedezco sin reprochar o mencionar tan siquiera otra palabra. No sé quién es él, no tengo ni la más mínima idea, no obstante, si logra poner a todas las unidades de seguridad del pueblo en ese estado, tiene que tener algún tipo de poder.
Me adentro en el auto y minutos después repite la acción. Prende el motor y el auto comienza a avanzar.
En menos de 15 minutos llego al hospital y en cuanto intento salir del carro, el habla.
—Si llegas a necesitar algo solo dime. — puedo sentir que me mira de manera fija buscando contacto visual.
— No creo poder hacerlo. No tengo manera de contactarte o hablar contigo, aunque si pudiera hacerlo, no te buscaría. — respondo, apática. — No es como su supiera algo de ti, no como para pedirte algún favor.
—Mi nombre es Mort Lefebvre, tengo 23 años y soy un asesino.
De la poca información que ha ofrecido lo único que me ha sorprendido es la aceptación hacia lo que es, pues muy pocas personas admiten lo que son o lo que sienten.
—Tu nombre... — dejo las palabras en el aire esperando por él.
— Francés. Soy francés. — concluye— ya estamos en iguales condiciones. Ahora puedes pedir ayuda.
Saca de uno de los bolsillos de su pantalón una tarjeta negra que trae las letras ML y un número telefónico debajo en dorado.
Dudosa, tomo la tarjeta y lo miro. Aún no estoy segura de lo que piensa o quién es exactamente, pero tengo intenciones de saberlo.
—No creas que te voy a llamar, se defenderme sola. — menciono con rapidez.
—Se de lo que eres y serás capaz, Alba. No te estoy diciendo que me busques, más bien utiliza todo lo que tienes a tu alcance para darle solución a tus problemas y yo siempre voy a estar a tu disposición para ser utilizado a tu antojo.
Me levanto del asiento y abro la puerta dispuesta a salir del auto cuando me llama por última vez.
—Recuerda que si me tienes bajo tus pies no tienes solamente al pueblo, sino más bien al mundo entero a tu disposición.
Sus palabras causan un efecto extraño en mí. Antes tal vez me preguntaría si está bien de la cabeza, pero ahora, lo único que puedo pensar es que tiene razón. Tenerlo a él, es tenerlo todo.
Nota:
Al fin conocemos el nombre!! Que emoción¿No?
Disculpen si demoró en la actualización de cada capítulo, intentaré poner fechas y todo.
Por cierto, hace unos días le hicieron una reseña a la historia y me gustaría darle las gracias a esa persona por tan bonitas palabras y valerosos concejos.
Se que tengo errores ortográficos y aún tengo dificultades con los signos de puntuación, pero deben de saber que no tengo equipo editor ni nadie que me ayude, soy una estudiante y esta es la primera historia que hago.
Sin más que decir, gracias.
Disculpas por la demora:)
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