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Capítulo XII

Mi ritmo cardíaco se acelera, comienzo a sudar y sentirme ahogada, la falta de aire se apodera con facilidad de todo mi ser.

Unos pequeños temblores hacen mi cuerpo estremecer.

Ya reconozco está sensación, esto es un ataque de pánico.

Intento calmarme, repito varias veces a mis adentros:

"Ya has pasado por esto"

"Todo va a pasar"

Un fuerte dolor en el pecho hace que mi mano se dirija a este, estrujando la ropa que tengo puesta por el dolor desgarrador.

"Tranquila"

"Todo va a estar bien"

Después de repetir de manera consecutiva las mismas frases, siento como mi respiración va tomando el ritmo normal.

Tomo mi celular y envío un mensaje al número desconocido.

>>Mañana te veo en la escuela, te ofrezco la información que tengo, a cambio, debes de responder mis preguntas.

Siento una mirada encima de mí, puedo suponer de quién se trata.

Intento mantener la mente en blanco, sin pensar demasiado, volteo el rostro en busca de su cuerpo y en cuanto capto sus oscuros ojos, desvió la mirada hacia enfrente.

-¿Qué quieres ahora de mí? -pregunto, aun sin mirarlo.

-¿La respuesta no es obvia? -dice, incrédulo.

-Supongo. -suspiro pesadamente, debato en mi interior si debo mirarlo o no.

No le dirijo más la palabra y él tampoco lo hace. Se queda en silencio desde el mismo rincón sin moverse. Eso me pone aún más nerviosa.

En silencio, miro los libros de la escuela, pero en estos momentos no soy capaz de concentrarme como para resolver alguno de los ejercicios que tengo apuntados.

Así pasan varios minutos, hundidos, ambos, en un silencio extrañamente cómodo.

- ¿No vas a mencionar ni una sola palabra? -me atrevo a preguntar.

- ¿Qué quieres que te diga?

-Pues...

-Hoy es un día perfecto como para matar a alguien. ¿No lo crees? -dice en burla.

-La verdad es que no. - respondo, incomoda por sus palabras.

Siento una notificación, es una foto que muestra una carpeta con el nombre de Albert.

>>Te la voy a dar en cuanto tenga la información completa, pero primero dile a tu amiga que no me interesa.
- Ese chico no es bueno. Deberías alejarte de él. -menciona algo con coherencia después de tanto rato.

-Lo sé, pero si hablamos de malos tu serías el principal. Eso quiere decir que te tienes que alejar de mí.

No vuelve a hablar, y aprovecho el momento para terminar con mis deberes escolares. Luego, ignorando la presencia de un supuesto asesino en la habitación, apago las luces y me tumbo en la cama. -Es muy tarde para que estés aquí, necesito dormir.

-No tengo pensando hacerte daño. Puedes dormir tranquila.

Se acerca cauteloso hasta en frente de mi cama, se sienta en una esquina observando mi rostro con fascinación para luego hablar.

-No te imaginas cuanto he esperado por estar cerca de ti.

Mueve con suavidad su brazo y lo acerca a mi rostro. Con delicadeza pasa su mano por la mejilla y siento por primera vez el calor de su cuerpo, aunque sea solo por un instante.

Cierro mis ojos y respiro profundo. De una extraña manera, siento comodidad y seguridad. No tengo certeza de lo que estoy percibiendo, pues no se siente como si fuera a morir. No tengo miedo, no de él, no ahora.

__________

En mi mochila tengo lo que necesitas, pero primero debes darme la información que pido.

Sin permitirme hablar, saca de su mochila la carpeta y me la muestra.

-Vale. - suspiro hondo y comienzo a hablar. -No estoy muy segura porque no recuerdo nada de lo que sucede. Solo te puedo decir que hay un chico que me ha confirmado que es el asesino.

-¿Quién? - pregunta con más curiosidad que antes- ¿Sabes por qué lo hace?

-Juzgando por como habla, diría que sí, pero no te puedo decir quién es. No sé su nombre. Más bien, no de nada de él, pero te puedo asegurar que cada vez que asesina a alguien es porque esa persona intenta hacerme daño. De alguna manera me protege.

Extiende su mano y me entrega la carpeta.

-Comprendo a que te refieres, pero ten cuidado pueblerina. Tal vez las cosas sean más complejas de lo que piensas.

Sin más que decir se aleja del aula vacía dejándome a solas con los pensamientos de una chica confundida, pues no le hayo respuesta a nada.

Silencio mis pensamientos de forma momentánea, decido abrir la carpeta y comenzar a leer la información que tengo delante.

En la primera página no hay ninguna foto del hombre solo menciona datos escasos. Entre ellos: el nombre completo; Albert E.Brown, con una edad de 36 años y diagnosticado con esquizofrenia de nivel tres (severa).

- ¿Solo esto? -digo mirando por ambos lados de la hoja.

Maldito Edhem Brown. ¿Se cree tan listo como para engañarme?

Salgo del aula y avanzo hasta la cafetería. Lo observo bebiendo café en una de las mesas. Sin pensarlo, me le atravieso enfrente.

- ¿Es en serio Edhem? - cuestiono, furiosa.
- ¿Ahora que he hecho, pueblerina? - incrédulo, me observa de arriba abajo.

-Esta maldita carpeta solo tiene una hoja y la única información que tiene es que está loco. ¿Tu plan desde el inicio fue engañarme verdad?

-Nunca te he querido engañar, pero hay cosas que me estás ocultando y las necesito saber. Las demás hojas de vida están en mi casa, si las quieres tendrás que buscarlas.

- ¿En serio crees que iré a tu casa? -enojada, alzo la voz captando la atención de las personas a nuestro alrededor.

-No creo, lo confirmo. - se levanta de su puesto, se posiciona en frente mío para luego inclinarse un poco, la diferencia de tamaño es notable- Te espero. -susurra.

Siento que el mundo se me cae encima, creo que todo va de mal en peor en cuanto lo veo avanzar entre la multitud, dejándome atónita, con la mente hecha un completo lio.

Las clases terminan, mi oportunidad de encontrar a Edhem también.

Me dirijo a mi casa, y, en cuanto pongo un pie dentro de esta, mi madre alza la mirada y sonríe ampliamente. Mueve sus pies de un lado a otro hasta que llega a mi lado.

- ¿Estás borracha? -pregunto algo extrañada.

-¿Qué? ¿Acaso no puedo estarlo? - habla enredado y moviendo la mano que sujeta la botella de whisky.

- Eres mayor de edad y puedes hacer lo que se te antoje, pero debes de medir la cantidad de alcohol que aguanta tu cuerpo.

-Eres idéntica a tu padre. Siempre me regañaba porque tomaba mucho.

- Yo no encuentro mucho parecido la verdad. -susurro incomoda ante sus palabras.

¿En serio la regaña por beber cuando en realidad es el quien se pasa de tragos?
La aguanto con fuerza y la llevo conmigo hasta el sofá. Acomodosu cuerpo con delicadeza e intento quitarle la botella de la mano, empero me lo impide agarrándola con fuerza.

- ¡Dame la botella! - exije molesta por su actitud.

- ¡Necesito desahogarme! ¡Ya no aguanto más! ¡No quiero seguir aguantando golpes de ese maldito! ¡No quiero verle la asquerosa cara!

- ¡Déjale! ¡Aléjate de él si tanto daño te hace! - aumento el tono de voz por la molestia y la impotencia que siento al no poder hacer más nada.

-¡No puedo! No tengo manera de darte una buena vida, de pagar todos los gastos y darte buenos estudios.

- ¡No importan mis estudios, me importa tu bienestar, no tienes que aguantar las estupideces de mi padre solo por dinero!

- No digas más que es tu padre, porque no lo es. - balbucea con los ojos llenos de lágrimas.




Búscame en insta como iambell07, ahí estaré publicando contenido de la historia.

Disculpen la demora, bye.

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