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Capítulo XI

La clase transcurre bien. Todos están en silencio, pues la atención está puesta en el profesor, excepto yo. No dejo de pensar en sus palabras.

Aguardo impaciente los minutos que quedan para el final de la clase con la esperanza de que este chico diga algo.

Mientras, observo de forma detallada las facciones de su rostro, sus labios, su cabello castaño y esos ojos color cafés que no parecen ser de un joven de 18 años.

Treinta minutos después la campana suena e indica el tiempo de descanso.

En cuanto el maestro termina de hablar, miro con rapidez al chico de al lado quién solo me ignora y se levanta de su asiento para salir del salón. ¿Acaso piensa evadirme después de decirme aquello?

No espero a que huya, repito su acción caminando detrás de él.
— Oye! — alzo la voz— Necesito hablar contigo.

— No te voy a decir nada así por así. Si quieres algo tienes que pagar por ello. — Se detiene y se voltea para mirarme fijamente a los ojos— Tú me das la información que quiero y yo te doy lo que tú quieres, es lo justo.

— Es que no se nada. — Replico, desesperada.

— ¿En serio? — Alza una de sus cejas— Las grabaciones del viernes se perdieron todas. Las del despacho del director, pero quedó una, la del baño donde apareces tú y Elena Martin ¿Coincidencia? No lo creo.

— ¿Grabaciones? — pregunto más para mí que para él.

— No te preocupes. Ese vídeo lo tengo yo o ¿Porque crees que la policía no ha ido a verte? — Dicho esto se voltea y se pierde entre la gente dejándome ahí parada, hundida en más y más preguntas que aparecen para llenar mi cerebro

No tengo acceso a muchos de mis recuerdos, la mayoría de las cosas están incompletas. Son como un fruto que cuelga de un árbol y lo deseas coger, pero no alcanzas.

Suspiro pesadamente y busco el celular entre mis cosas. Al encontrarlo, voy inmediatamente al contacto de Elena y le envió un mensaje, necesito hablar con ella.

Es la única que esta de mi lado, por el momento.

Me dirijo al parque delantero de la escuela dónde he acordado reunirme con ella.

Espero unos minutos a que llegue.
En cuanto se sienta a mi lado, pronuncio su nombre: Edhem.

— ¿Edhem Brown? ¿El hijo de John Brown? ¿Qué pasa?

— Sabe algo que nosotras no.

— ¿Algo como qué? — pregunta, despreocupada.

— Sabe sobre el pasado de mi madre y el tal Albert, además de saber lo del director. Tiene pruebas.

— No te recomiendo que creas en sus palabras.

— La grabación del baño. La tiene. – aviso, segura de mis palabras.

— ¿La del baño? — Se queda pensativa— ¡Demonios!

— ¿Sabes algo con respecto a eso?

— No, nada. — Responde con obviedad.

— Vale...— Doy un pequeño suspiro de pesar— ¿Ahora qué hacemos?

— Déjamelo a mí.

Relame su labio, lo muerde de forma lenta mientras mira fijamente hacia enfrente. Pensativa ante su actitud y deseosa de saber lo que piensa, me quedo observando cada acción que realiza y como avanza hasta la biblioteca. ¿Qué va a hacer?
          
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El día ha llegado a su fin. Todo está tranquilo hasta el momento. No hay indicios de chantaje, de otra muerte misteriosa, ni de él.

Después de una relajante ducha, intento concentrarme en mis estudios, sin embargo, me es imposible.

Siento el sonido de la puerta e inmediatamente respondo con un: Adelante.

El cuerpo de mi madre se asoma en la puerta y se adelanta hasta dónde estoy sentándose al lado mío.

— ¿Podemos hablar? — pregunta, nerviosa.

— Por supuesto.

— Quiero darte una explicación a lo que sucedió hace años.

Asiento con la cabeza y la miro atentamente esperando por sus palabras.

— Mi madre me tuvo a los 16 años, era joven, pero emprendedora. Se mudó a este pueblo con el fin de tener una vida más tranquila y trabajar duro para que no pasara ningún tipo de necesidad. Cuando yo fui creciendo comencé a desarrollar enfermedades, por lo que mi madre se vio obligada a buscar una nueva pareja que la ayudara con los gastos de la casa. – suspira, hace una pausa y luego continua- En cuanto se casó, comenzó el infierno en la casa, pues había que hacer lo que él señor quisiera, ya que era quien ponía la mayor cantidad de dinero. Golpeaba a mi mamá delante de mí y a veces la amenazaba, llego al punto de que uso armas en su contra. Nunca me dejaban salir ni relacionarme con las otras niñas. Yo a raíz de eso, crecí alejada de todos, no hablaba con nadie, un total aislamiento social. En cuanto comencé la prepa, conocí a tu padre y el poco a poco me fue ayudando a superar mis problemas, pero un día, cuando salí de la escuela, me encontré a mi mamá tirada en el suelo muerta y en frente de ella estaba mi padrastro con una pistola. El no tuvo valor para matarme, pero me violo, me hizo una mujer sucia. — lagrimas corren por todo su rostro.

—No tenía idea de cuánto habías pasado. Ahora no puedo evitar sentirme culpable por haberte hecho revivir todo aquello.

— Es normal que quieras saber, al menos ya no tengo que esconderlo. — Se limpia las lágrimas.

— Aunque intentes tapar el sol con un dedo... En estos momentos a esta familia le está sucediendo lo mismo. Mi padre te golpeó y dijo cosas… ilógicas. — Suspiro para luego decir lo que pienso sin ningún tapujo. — Si te soy sincera no quiero que te pase lo mismo que a tu mamá.

— Las cosas ahora son diferentes. No me va a suceder lo mismo, además, antes de que te haga daño… —hace silencio, luego, me mira y sonríe.

— No es algo que puedas asegurar. — muevo los dedos, nerviosa— ¿Qué le sucedió a ese hombre, a tu padrastro?

— Esta muerto. Lo mate con la misma arma que mato a mi madre. —afirma sin mirarme a los ojos.

Dichas esas palabras, se levanta y me da un pequeño beso en la frente para luego irse.

Se me hace difícil pensar que una persona que sonríe tanto haya pasado por todo eso.

Mi madre, quien me da la fuerza para seguir adelante cada día, ha sido maltratada, violada, y lo peor, lo que más me impacta, ella ha matado a alguien.

Espero que al menos, haya sentido algo de satisfacción cuando asesinó a ese desgraciado. Aunque haya sido en defensa propia.

Siento mi teléfono vibrar, es una llamada de un número desconocido. Sin pensar en ello, respondo. Logro escuchar esa voz, ese sonido que no causa alguna sensación en mi además de extrañeza y confusión.

—Pueblerina. —pronuncia ese tonto apodo— ¿Te sorprende mi llamada? Mejor no respondas, estoy seguro de que sí. Te acabo de enviar algo que te puede interesar. Si tienes dudas, me puedes preguntar. Siempre voy a estar dispuesto a ayudarte, después de todo, eres mi cousine.

¿Su qué? Pregunto para mí misma en cuanto cuelga. Dejo de pensar en ello y decido ver el archivo que me acaba de enviar. En cuanto lo abro y observo, me quedo estupefacta, pues no es más que la grabación de la noche pasada. En el vídeo se puede ver cómo me desplomo en el suelo y pierdo la conciencia.

Ver esto me confirma varias cosas. Una de ellas, este chico es peligroso, sabe demasiado.

Llega otra notificación del mismo número y está dice:

<<Desmayarte sin razón alguna y no recordar lo que pasó minutos antes, se llama amnesia disociativa. Recuerda que te estoy analizando.>>


Nota: En mi perfil de Instagram público cosas relacionadas con la historia, como por ejemplo lo que significan ciertas cosas (amnesia disociativa) y así se relacionan mejor con la trama.
Disculpen la demora.
Bye.

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