Capítulo X
— Por favor, vete. —pido en suplica al no tener más fuerzas para enfrentarlo.
— ¿Ya no me temes? — Pregunta, relajado.
Me parece asombrosa la manera en que puede cambiar su voz y expresión. Es a lo que llaman bipolaridad.
— Te tengo miedo, pero estoy segura que me voy a acostumbrar con el tiempo. — respondo con total sinceridad.
— Solo han pasado cuatro días. Esto va demasiado rápido. ¿No crees?
— ¿Te refieres a que estoy dejando de tenerte miedo demasiado rápido?
— Si. —vuelve a cambiar su expresión. Ahora no demuestra odio ni rencor. Más bien, muestra… ¿Melancolía?
Antes de que pudiera emitir algún sonido a través de mi boca, escucho la voz de mi madre. Sin pensarlo dos veces, me giro y abro la puerta con rapidez.
Salvada por la campana, o bueno, por mi madre.
Antes de bajar por las escaleras, volteo mi rostro en un acto inconsciente encontrando mi habitación vacía sin ninguna presencia en ella. ¿A dónde habrá ido?
— La vecina te está llamando. — anunciacon una expresión frívola. Enojada.
Asiento levemente al sentir su molestia y me dirijo a la cocina, dónde está el teléfono colgado de la pared.
— Son las 12 de la noche y mañana tengo escuela. — aclaro, disgustada.
— ¿Hablaste con tu madre? ¿Sabes algo? — pregunta desde el otro lado de la línea.
— Evitó el tema —respondo en un susurro.
— No he podido dormir buscando información sobre ese tal Albert, pero no aparece nada.
—Ok. Hasta mañana. —cuelgo el teléfono.
Me dirijo a mí habitación y al entrar en esta, cierro mis ojos evitando pensar en todo lo que ha sucedido desde hace unos días hasta hoy. Me lanzo a la cama y con la cobija me cubro de pies a cabeza.
Al fin un momento de paz.
_______________
Siento el sonido del despertador. Ya son las 7:00 AM.
Me levanto de la cama y voy al baño para mí aseo matutino.
Miro el teléfono y veo siete notificaciones de WhatsApp. Abro este y veo un número no registrado.
¿Qué demonios?
Leo cada uno de los absurdos mensajes y luego apago el celular para dirigirme al comedor dónde está mi madre sentada junto a mi padre tomando su café.
— Buenos días. — una sonrisa resplandeciente se forma en los labios de mi madre. Me resulta tan falsa.
—¿Ya se te olvidó la molestia? — Digo mientras me acomodo en una de las sillas.
Tomo la tetera con café recién hecho, lo vierto en una taza y luego bebo. Me llevo una tostada a la boca y me quedo en silencio. Aun espero una respuesta.
Mi mamá no vuelve a pronunciar palabra. El ambiente es incómodo, sin embargo, mientras que ninguno de ellos diga algo, voy a estar tranquila.
En cuanto termino de desayunar, me dirijo a la salida de la casa para encaminarme a la escuela, no obstante, como desgracia es mi segundo nombre, solo dar dos pasos es suficiente para encontrarme con la figura de Elena.
—¿No leíste los mensajes que te envié? Te dije que me pasaras a buscar. – reprende, disgustada.
— ¿No se te cruzó por la cabeza la idea de que yo sí prefiero andar sola? — Digo mirándola directamente a los ojos.
Rodea sus ojos e ignora mi comentario.
Comienza a caminar en dirección al centro de estudios justo al lado mío hablando de cosas sin importancia, como es su ropa. No tiene mal gusto, a decir verdad, pero no es que me interese vestirme como ella.
Llegamos a la escuela. Esta se encuentra completamente minada de insectos que no dejan de mirarme tanto a mí como a Elena. Me siento como comida vieja y ellos las moscas.
Pasamos primeramente por su casillero, dónde deja unos cuantos libros y recoge otros junto con algunas agendas y luego nos dirigimos al mío. Al abrirlo, me topo con unas hojas de papel ralladas. En estas está escrito con lapicero la palabra "asesina".
— Los chismes corren rápido. — susurra Elena desviando mi atención hacia ella.
— ¿Cuánto sabrá la gente? — hablo en voz baja, intento que solo ella escuche.
— No te preocupes por lo que dicen los demás. Ellos no te dan de comer. — Acto seguido a sus palabras quita los papeles del casillero y los tira en un bote de basura.
— Nunca me he preocupado por lo que piensan o dicen de mí. Solo que quisiera saber si alguien está al tanto de él. —La miro a los ojos y ella rápidamente capta de quién se trata.
— ¿Has hablado con él?
— Si.
— ¿Porque no me dijiste nada?
— ¿Te debo explicaciones? — las palabras huyen de mis labios, de forma inmediata, me arrepiento.
— Te estoy ayudando con todo este lío así que mínimo merezco una explicación.
— Esta bien. —comprendo a que se refiere, y, aunque sea por una estúpida razón, esta de mi lado— Ayer lo vi. Estaba molesto porque no hice lo que me dijo, es decir, comencé a investigar sobre lo que está sucediendo y al final terminó diciéndome cosas súper extrañas. — suspiro pesadamente y tomo unos cuantos libros de mi casillero para luego cerrarlo.
— ¿Cosas extrañas? ¿Cómo cuáles? — es notable el entusiasmo y curiosidad. Lo que siente, se refleja en su rostro.
— En resumen, dijo que lo debo de aceptar, que poco a poco iré entendiendo las cosas y que no le importaría matar a medio pueblo con tal de preservar mi vida. —bajo mi voz- Son palabras de un loco.
— Es un psicópata. — corrige— ¿Sabes que es lo bueno de todo esto? Que, de alguna manera, no te va a hacer daño. Es como si tuviese algo que lo conecta contigo. Está obsesionado contigo, Alba.
— ¿Ves eso como algo bueno? — cuestiono, confundida.
Comienzo a caminar en dirección al salón. Elena y yo estamos en aulas diferentes —gracias a los dioses— así que nos separamos casi todo el día.
— Si ese chico está obsesionado contigo no te hará ningún tipo de daño. –repite.
—¿Hablas en serio? —Rodeo los ojos— ¿Crees que tener un psicópata acosándome es bueno?
— No digo que sea bueno, pero ve el lado positivo. Todos a tu alrededor pueden morir, incluso yo, pero en cambio, tu no. La única que se encuentra a salvo eres tú. —concluye.
— En serio no entiendes nada. — expreso en un tono cortante y evito la conversación hasta llegar a la puerta de mi salón.
— ¿Qué es lo que él quiere realmente de ti? —pregunta para sí misma.
— Que sea una asesina, junto a él.
— ¿No lo harías? —por primera vez siento que habla en serio.
— ¿Crees que sería capaz de acabar con la vida de alguien? Yo no soy una asesina y no quiero juntarme con uno. — declaro, molesta e incómoda por su pregunta— ¿Acaso tú serias capaz de acabar con la vida de alguien y después vivir como si nada?
— Tal vez. — responde cortante y se voltea para alejarse por el pasillo.
Entro al aula y me dirijo a mí asiento. Ver al chico nuevo, ver que va a estar junto a mí, cerca de mí, es jodidamente extraño e dificultoso. — Alba, ¿no? - me dirige la palabra por primera vez.
Mi libro favorito es Twiligth. Me encanta cada una de sus sagas, pero más que eso, amo sus personajes, en especial a Edward Cullen. ¿Porque pienso en él en estos momentos? Pues este chico me hace recordarlo. Su sonrisa, su cabello perfectamente despeinado y esos ojos me hacen sentir como si estuviera viviendo esa escena donde Bella lo tenía sentado al lado. Ese instante donde le habló por primera vez y se presentó ante ella.
— Soy Edhem Brown, un gusto. — capta mi mirada nerviosa y sonríe de lado al notar mi leve sonrojo.
— Alba, solo Alba. —expongo.
— Estoy interesado en ti. Quiero saber porque dicen que eres la asesina. — Esas palabras borran la sonrisa de su rostro y apagan las luces que se prendieron hace un instante en mis ojos.
— ¿En serio? — desvío la mirada, suspiro y luego lo observo.
— No veo nerviosismo en ti. Tampoco algún tipo de miedo. No creo que te afecte las críticas y chismes que se han expandido por toda la escuela. —Me detalla poco a poco— Tampoco creo que tengas alguna queja por lo que dicen. Dime ¿Eres o no la asesina?
Saca una libreta de su mochila y comienza a escribir.
— ¿Qué haces? — cuestiono, confundida.
— Anotar tu comportamiento. — Confiesa mientras escribe.
— ¿De qué psiquiátrico te has escapado?
— De ninguno. Me gusta saberlo todo. Según los casos sucedidos en este tiempo deduzco que debe haber un psicópata por la manera en que asesina. Además de que es muy bueno ocultando las pistas. — declara, seguro de sus palabras—
Nerviosa ante sus certeras palabras, respondo. — No sabes una mierda de lo que está sucediendo, no eres nadie para llegar a esa absurda conclusión. Y, si piensas que asesine a Jordán, avisa a la policía y veamos si me detienen.
— ¿Qué no soy nadie para llegar a esa conclusión, Alba? Entonces, ¿Quién eres tú para afirmar que estoy equivocado? ¿Qué es lo que ocultas? — ataca, seguro de sí mismo. Siento como si se aprovechara de mi nerviosismo— Y no, no voy a ir a la policía, no me gusta irle con quejas a mi padre.
— Brown... ¿Eres el hijo de John Brown, el jefe de policía? — expreso, asombrada ante mi tonta deducción.
— Si, pero no me gusta depender de su absurda posición de jefe de pueblillo. — rodea sus ojos, luego me observa— Hay cosas mucho más grandes por aquí, cosas que si interesan ¿No lo crees? — habla con obviedad— Entre esas cosas estas tú, pueblerina.
¿Pueblerina? ¿Es en serio?
—No lo sé. Tal vez me puedas decirme tu. Hijo de policía de pueblo pequeño. —alzo una de mis cejas. No me pienso dejar intimidar, comparado con aquel chico, él no es nadie.
—Tienes razón, se muchas cosas, pero la información no se regala.— afirma con obviedad.
— ¿Algún ejemplo? — pregunto de forma directa.
— Siendo específico... Se todo el sucedido entre Albert y la señora Valentina, tu madre.
Giro rápidamente mi rostro por el impacto que causan sus palabras. Lo observo, mi rostro demuestra la obvia estupefacción que siento. Voy a hablar, lo voy a persuadir para que diga todo lo que sabe, todo lo que mi madre oculta, sin embargo, sus palabras hacen que haga silencio, que olvide todo lo que quiero decir.
—No hables, pueblerina. —susurra ante la llegada del profesor.
Nota:
En uno de los comentarios alguien hizo la pregunta de que cuando iba a publicar o mostrar alguna imagen de los personajes y la verdad eso me llamo mucho la atención ya que tengo algunas fotos de personas que coinciden con la descripción de l@s chic@s.
Esas fotos las estoy editando yo y las público en mi perfil de Instagram el cual se encuentra escrito en mi perfil de Wattpad. Esas presentaciones no son las oficiales pero ahí pueden ver más o menos como es su apariencia.
Sin más charla despido. Sueñen con sus lindas sombras.
Disculpen la demora.
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